Cuenta Regresiva Tercera parte
La noche se cernía sobre la ciudad como un manto de pesadilla, marcando el comienzo de una era de caos mientras el infame Laurent se transformaba en una aberración indescriptible gracias a un prototipo de virus conocido como Necrosis. Los residentes, atrapados por la influencia de la oscuridad, actuaban de manera errática, sumidos en una histeria colectiva.
N 13 y Joan, al borde del abismo, sabían que la lucha que les esperaba no solo definiría el destino de los niños secuestrados, sino que también sería crucial para debilitar a la Iglesia que había fomentado esta locura a lo largo de siglos de cruel experimentación.
Laurent, en su forma monstruosa, se regodeaba en su propio horror.
—¡Observen bien! —su voz era un rugido distorsionado—. ¡Este es el poder que la ciencia y la magia pueden otorgar! ¡No permitiré que destruyan el orden que nuestra santidad ha impuesto sobre el mundo!
N 13, sus ojos brillando con furia, respondió con una voz cargada de desdén.
—¿A esto llamas orden? Solo veo un laboratorio de pruebas donde se utilizan vidas como desechos.
Laurent rió con una locura desenfrenada.
—La antigua humanidad fue condenada al fracaso por su hipocresía. Nuestra santidad nos reveló la verdad: el libertinaje debe ser erradicado para construir un edén donde el orden prevalezca.
Joan, con su rostro retorcido por el odio, no pudo contenerse.
—Hablas de un edén mientras conviertes a la gente en monstruos. ¡Nunca te perdonaré lo que hiciste a mis padres y a mí! ¡Acabaré con tu reinado de experimentos, Laurent!
—Solo una hereje podría pensar así —se burló Laurent—. Disfrutaré desmembrándolas en mil pedazos.
Con un movimiento grotesco, Laurent transformó su brazo derecho en una lanza de carne, músculo y hueso. Con un salto devastador, atacó al dúo, que esquivó con dificultad los ataques brutales del monstruo. La lanza orgánica de Laurent tenía un alcance temible, y las chicas se encontraban incapaces de acercarse para contraatacar.
Joan, con una determinación feroz, regresó a su forma de cuchilla y repelled los ataques de la criatura. Sin embargo, Laurent lanzó una cortina de humo corrosiva que obligó a las combatientes a retroceder, el aire se llenó de un olor acre y venenoso.
—¡No me vencerán tan fácilmente como a mis experimentos fallidos! —rugió Laurent, su voz un eco de maldad.
Transformando de nuevo su brazo en una maza de carne, Laurent golpeó el suelo, y un líquido oscuro y viscoso comenzó a brotar en grandes cantidades, avanzando hacia las chicas. Joan sintió el metal de su prótesis comenzar a disolverse al contacto con el ácido.
—¡Mierda! —exclamó Joan, desesperada.
—¡Esto aún no ha terminado! —advirtió Laurent con una sonrisa macabra.
De su mano izquierda emergieron largas garras, que se hundieron en el suelo, generando una lluvia de picos óseos que se dirigieron hacia las chicas. La velocidad del ataque era inhumana, y uno de los picos atravesó el abdomen de N 13, provocando que vomitara sangre en un grito de agonía.
—¡N 13! —llamó Joan, el terror y la desesperación llenando su voz.
—¡Cuidado, detrás de ti! —advirtió N 13 con un esfuerzo.
Laurent aprovechó el momento para golpear a Joan con brutalidad, lanzándola contra una pared. La joven cayó de rodillas, escupiendo sangre mientras Laurent se acercaba rápidamente, agarrándola por la cabeza con una fuerza brutal.
—Qué lástima me dan —susurró Laurent, su voz cargada de desdén—. Han rechazado el don de nuestra santidad. Eso las hace defectuosas. Deberían haberse convertido en los monstruos que siempre estaban destinadas a ser.
El científico empezó a golpear a Joan sin piedad, su cruel diversión se reflejaba en los gritos de los niños atrapados en las jaulas. Cada golpe era un castigo, cada risa un eco de la locura que dominaba a Laurent.
—¡Déjala! —ordenó N 13, su voz temblando de furia.
Laurent disfrutaba del tormento de Joan, golpeando su espalda con su rodilla y luego estrellando su rostro con una fuerza brutal, haciendo que la sangre brotara sin control.
—Siempre has sido una inútil, igual que tus padres —se burló Laurent, arrojando a Joan por los aires.
Joan, gravemente herida, cayó cerca de N 13. Al ver a su compañera en tan mal estado, una escena del pasado se le vino a la mente: una niña muerta en sus brazos, una visión que había marcado su despertar. Su corazón mutante latió con una furia primitiva, despertando el demonio que había estado dormido.
Las Mutant Queens cercanas sintieron el poder de N 13 despertando, sus cuerpos temblaban ante la magnitud de la fuerza emergente.
—¿Qué está pasando? —preguntó Luna, su voz temblando.
—Nunca he sentido un poder de esta magnitud —respondió Rivu, su tono lleno de inquietud—. Siento como si mi pecho estuviera en llamas.
Ivory, sintiendo una furia incontrolable, añadió:
—No es solo eso. Es como si una rabia inconmensurable me invadiera.
En la torre, Lilith observó las instalaciones de Laurent, el sudor frío recorriendo su mejilla.
—¿Qué pasa, Lilith? —preguntó Arius, notando su expresión perturbada.
—Nunca he sentido algo así en mi vida —respondió Lilith, sus ojos llenos de terror—. Es como si un poder monstruoso estuviera tomando vida.
Laurent observó con fascinación mientras N 13 se liberaba de los picos óseos, rompiéndolos con su fuerza brutal. Rayos eléctricos cubrían su cuerpo mientras gruñía como una bestia desatada.
—Esto es fascinante —murmuró Laurent, maravillado—. Nunca había visto el poder de una Mutant Queen Prime en todo su esplendor. Escucho su corazón latiendo rápido, como un depredador que ha encontrado su presa. ¿Es esto lo que nuestra santidad vio?
Su mente, distorsionada por la locura, comenzó a ver visiones horribles de cuerpos desgarrados y sangre, el olor a muerte llenando el aire.
—Jejejeje —se rió Laurent, un toque de locura en su tono—. Estás usando tus poderes de telequinesis. No sabía que tu especie podía alcanzar tal poder.
Ahora comprendo el viejo adagio: solo un monstruo puede enfrentar a otro. La risa de Laurent, distorsionada por el poder de su grotesca transformación, resonaba como una sinfonía de locura mientras observaba a N 13 avanzar lentamente hacia él, su apariencia cada vez más monstruosa y corrompida. Sus ojos brillaban con una luz sobrenatural y tentáculos grotescos emergían de su espalda, un testimonio de la abominación en la que se estaba convirtiendo.
—Voy a acabar con tu miserable vida y me alimentaré con tu carne y sangre —se burló V, su voz resonando con una crudeza masculina que contrastaba con la de N 13, un cambio aterrador en la entidad que una vez fue ella.
Laurent, sin inmutarse ante la transformación de su oponente, dejó escapar una risa sardónica.
—Vaya cambio de voz, niña. Ahora hablas como un hombre. Da igual. Demuéstrame lo que eres capaz de hacer.
Joan, tambaleándose con esfuerzo, intentó levantarse, su cuerpo aún atormentado por los golpes de la bestia.
—No, N 13, no lo hagas...
Una explosión colosal sacudió el cielo, visible a kilómetros de distancia. La tierra tembló con violencia mientras Laurent, lanzado por los aires, desplegaba alas en forma de dragón y comenzaba a disparar rayos mágicos desde el cielo nocturno. Las feroces acometidas de N 13 impactaron contra su enemigo con una violencia inusitada, pero Laurent parecía inmune, burlándose de cada golpe con una frialdad calculada.
La lucha reveló a V una realidad perturbadora: en la masacre de Arcadia, había destruido a sus enemigos con facilidad. Ahora, el poder de N 13 no parecía ser suficiente.
—Jajajaja. Aunque hayas despertado todo tu poder, aún no está completo. Aunque hayas logrado destruir Arcadia, no soy como esos estúpidos —se mofó Laurent—. Ellos cometieron el error de bajar la guardia. Yo no voy a cometer el mismo error.
V rugió con furia.
—¡Cierra la boca, maldito hijo de perra! ¡No permitiré que un gusano miserable como tú se burle de mí!
Joan, con su visión borrosa y el cuerpo dolorido, sentía el poder incontrolable de su compañera. A pesar del dolor, se puso de pie, reuniendo las últimas fuerzas que le quedaban.
—Esa es realmente... ¿N 13? —murmuró Joan, su cuerpo convulsionando bajo el dolor—. Mierda, hacía tiempo que no sentía un dolor así.
A pesar de sus heridas, Joan avanzó, cayendo de rodillas y escupiendo sangre, pero se levantó nuevamente, decidida a no rendirse. V continuaba luchando contra Laurent, pero cada ataque parecía inútil ante la fuerza del gigantesco ser, que se regodeaba en la desesperación de su adversario.
Laurent rió con desdén.
—Jajajaja. Aunque tu rabia te ha llevado a un estado primitivo, tu poder es inestable. No sabes cómo controlarlo. Tu propio poder te traiciona.
Con un golpe brutal, Laurent atacó el vientre de V, luego lo tomó por la cara y lo estrelló repetidamente contra el suelo, dejándolo inmovilizado en un charco de sangre.
—Patético. Pensé que ofrecerías más resistencia, pero no puedes controlar tus emociones. Bien, acabemos con esto —dijo Laurent, acercándose a V/N 13 con una determinación implacable.
En el último momento, Joan irrumpió en la escena, golpeando a Laurent con una fuerza sorprendente y haciéndolo retroceder varios centímetros. La cyborg había recobrado fuerzas para enfrentar al monstruo, enfrentando a Laurent con una furia renovada.
—Joan... —susurró N 13, reconociendo a su compañera.
—¡Maldita sea! —exclamó V, furioso—. Ese desgraciado me humilló. Haré que pague por lo que me hizo.
—Ustedes solo causan problemas —respondió N 13, con una mezcla de resentimiento y dolor—. Me dejaste en un estado deplorable.
Mientras V se desvanecía, las otras Mutant Queens alrededor sentían cómo su poder se extinguía, temiendo lo peor. Sin embargo, ahora Joan era la que se alzaba para salvar a todos.
—No permitiré que un miserable como tú siga experimentando con inocentes —declaró Joan, su voz llena de determinación—. ¡Nunca te perdonaré por lo que me hiciste a mí y a mis padres!
Joan embestía a Laurent, haciéndolo chocar contra varios edificios cercanos. Laurent respondió con un golpe brutal en la espalda de la cyborg, pero ella resistió y contraatacó con un cabezazo devastador que rompió parte del cráneo de Laurent y lo hizo sangrar profusamente.
Lejos de amilanarse, Laurent se entusiasmó más con la batalla, retando a Joan a continuar el combate. Cada golpe que ambos se daban estremecía el ambiente, sus heridas eran cada vez más profundas y la sangre manaba en una danza macabra. La mutante luchaba por seguir el ritmo de la pelea, su visión nublada por la velocidad de los movimientos.
—¡Esa es el arma asesina que deseaba crear! —exclamó Laurent—. Lástima que desperdicies tu poder ayudando a esos malditos herejes.
—A ti y a tu maldita secta solo les importa el poder —replicó Joan, con firmeza—. Es hora de que aprendan humildad. Como líder de la resistencia, te mostraré modales.
Joan escupió y, usando su cola, arrancó un trozo de carne del hombro de Laurent. Este, riendo, transformó sus manos en grandes puños llenos de un líquido corrosivo. Golpeó el suelo con tal fuerza que generó una onda expansiva directa hacia la cyborg.
Pero Joan también contraatacó, creando una onda expansiva de voltaje. La colisión de las dos ondas provocó una explosión masiva, el líquido corrosivo también inflamable generó una cortina de humo. Aprovechando la distracción, Joan golpeó el rostro de Laurent, aunque él también contraatacó.
Ambos combatientes se infligieron golpes severos, el suelo se teñía de sangre, y ninguno de ellos cedía. Finalmente, chocaron sus puños con tal fuerza que el guante de Joan se agrietó y los huesos de la mano de Laurent se quebraron con un crujido siniestro.
Pero Laurent intentó empalar a Joan con su brazo en forma de cuchilla. En un acto desesperado, ella saltó, usando su cola como cuerda para agarrarse de un poste y evitar el ataque mortal.
**—¡Jajajaja! Esto me está divirtiendo mucho! —exclamó Laurent, su risa retumbando en la oscuridad. Sus palabras eran una amenaza velada—. Pero tarde o temprano, se te acabarán los trucos, maldita gusana. Y cuando eso ocurra, te aplastaré como el insignificante ser que eres. Eres solo un fallo en mis experimentos.
Joan, con una determinación que contrastaba con el caos a su alrededor, le respondió con frialdad.
—¿Por qué no intentas destruirme, Laurent? Si dices que tienes el poder para hacerlo, ¿por qué sigo en pie?
El desafío en la voz de Joan provocó una furia en Laurent. Desesperado, el científico se lanzó hacia la chica cyborg con una furia renovada, pero ella, con calma y precisión, esquivaba sus ataques. Sabía que la desesperación de Laurent era su debilidad, y planeaba usar eso a su favor.
Laurent, transformado en una bestia imparable, atacaba con todo su poder, desatando saltos violentos, golpes devastadores y habilidades mágicas. Joan, aunque mostraba una resistencia admirable, sentía que estaba acercándose a su límite.
Mientras tanto, Rivu y sus compañeras llegaron a una plaza abarrotada, donde un tumulto de habitantes se amontonaba, apretujándose en el espacio reducido. Rivu observó la multitud con sorpresa.
—Parece que no cabe ni un alfiler aquí —comentó, su voz llena de incredulidad.
Luna, a su lado, frunció el ceño.
—Esto pinta peor de lo que imaginé.
Ivory, tensada por una presencia siniestra, añadió con un gruñido.
—Siento un aura maligna de gran poder. Ella debe estar cerca.
La mirada de la chica dragón se dirigió hacia el balcón del recinto principal de la plaza, donde vio a Lilith, Arius y Caenis observando a la multitud. La gente, al ver a sus líderes, comenzaba a gritar sus nombres con fervor, algunos se arrodillaban en oración, pidiendo su salvación.
Rivu y su grupo permanecieron inmóviles, conscientes del peligro si los descubrieran.
—No se muevan —ordenó Rivu—. Si nos detectan, estamos perdidas. Y no esperaba encontrar a la General de las Santas aquí.
Ivory, con rabia contenida, agregó.
—Esa arpía de Caenis me tiene harta. No he olvidado lo que nos hizo hace años.
La conversación fue interrumpida por el comienzo del discurso de Lilith, quien pidió a Arius que mantuvieran el silencio.
Arius, con una voz imponente, dirigió a la multitud.
—¡Nuestra matriarca Lilith dirá unas palabras, gente de Necron! Escuchen atentamente ante la lamentable situación que afecta a nuestra amada ciudad.
Lilith, con una autoridad implacable, habló.
—Hijos míos, que llevan mi sangre en su interior, no debemos permitir que la tranquilidad y el orden se vean eclipsados por seres tan despreciables. Su santidad desea el bien para todos, y el sacrificio de Dumas no debe ser en vano. Deben ser castigados por sus pecados. El Festival de la Luna Roja será el momento en que llevaremos a esos miserables al castigo eterno.
Las campanas comenzaron a sonar con una resonancia ominosa por toda la ciudad. N 13 y Joan, en medio de su lucha, escucharon el eco siniestro de las campanas. Laurent, riendo con desdén, se regodeó en la desesperación de sus oponentes.
—Ya está comenzando. El Festival de la Luna Roja —dijo Laurent, su voz cargada de malevolencia—. Siento cómo la energía mágica fluye por toda la ciudad. Es el fin para ustedes y sus amigos, jajajajaja.
En la plaza, Rivu y su grupo observaron cómo Lilith recitaba un canto en latín mientras runas en los edificios comenzaban a brillar. Los ojos de los habitantes se iluminaban con una luz siniestra. En la base rebelde, el grupo de Ibuki estaba desesperado, ensamblando los cables del guante.
—Solo quedan dos cables más —dijo Ibuki, con prisa.
—Vamos, no podemos dejar que esta gente muera —instó Irina.
—Sí, Diego confió en nosotros para salvarlos... —añadió Lance.
El anciano que cuidaba de Hilda, al escuchar el repique de las campanas, se preocupó y le tomó la mano a la joven.
—Hilda, no te rindas. Sigue luchando por tu vida... —murmuró, mientras el monitor de signos vitales pitaba con tranquilidad. Las campanadas resonaban de fondo.
—Desearía que al menos hubieras tenido una infancia tranquila. Pero parece que no será el caso. Tu madre nunca deseó que tuvieras que sufrir de esta manera. Solo espero que me perdone desde el más allá por no haber podido evitar que te involucraras en esta guerra.
Mientras N 13 y Joan luchaban contra la Iglesia para salvar a los niños secuestrados, el ominoso repique de las campanas se hacía más fuerte. La Luna Roja se acercaba nuevamente.
El anciano miró el reloj, suspirando ante la gravedad del momento.
—Regresen pronto, chicas.
Rivu, observando el ritual de la Luna Roja, sintió el flujo de energía emanando de las estructuras de la ciudad.
—Nunca he sentido un poder tan monstruoso —dijo Luna, atónita.
—¡Siento cómo se me erizan los pelos! —exclamó Ivory.
Rivu, con una expresión grave, explicó.
—El informe era cierto. Esta ciudad es la llave para entrar al mundo astral. No puedo creer lo que están construyendo.
Luna, inquieta, preguntó.
—¿Cómo pudieron construir algo así?
—Créeme, Luna —respondió Rivu—. No has visto nada de lo que estos locos son capaces de hacer. Tienen conocimientos ancestrales. No se detendrán hasta imponer un orden mundial bajo el yugo religioso de Dumas. Son capaces de destruir civilizaciones enteras. Yo ya lo he visto.
Ivory, recordando el pasado, comentó.
—Ya me había olvidado que ellos fueron los que destruyeron tu país.
Luna, preocupada, reflexionó.
—Si eso le pasó a la nación del dragón, una de las más poderosas militarmente, ¿qué les espera a las naciones pequeñas?
—Por eso debemos detenerlos a cualquier costo —dijo Rivu con determinación—. Pero enfrentarlos ahora sería extremadamente peligroso. Estamos rodeadas de enemigos, y no sabemos de lo que son capaces. La única manera de ganar es si N 13 se une a nosotras en esta lucha. Ella es clave para que la Iglesia no cumpla su objetivo.
—¿No sería peligroso dejar que N 13 luche? —preguntó Luna, preocupada.
—Es la última de las Mutant Queen Prime. Su poder es necesario para acabar con esta guerra —explicó Ivory.
—Solo espero que sepas lo que estás haciendo —respondió Luna—. Será mejor que nos marchemos antes de que descubran que estamos aquí.
El trío se retiró, sin saber que el infame Cardenal Aleister las observaba desde una ventana cercana. Su sonrisa siniestra se desvaneció mientras se alejaba por el pasillo.
La lucha entre Joan y Laurent continuaba, ambos al borde del agotamiento. Laurent, sin rendirse, estaba decidido a usar su última carta para acabar con la pelea de una vez por todas.
—Eres mejor de lo que esperaba, pero al final debo eliminarte —declaró Laurent con frialdad—. Reconozco que no fuiste un fracaso, pero tu existencia ha llegado a su fin.
Joan, con una mirada que combinaba desprecio y firmeza, enfrentó a Laurent con frialdad.
—Parece que finalmente te diste cuenta de mi poder. Pero, a diferencia de ti, nunca abandoné mi humanidad. Mírate, con tal de detenerme a mí y a N 13, te has convertido en una abominación. Tu patético cuerpo no puede hacer gran cosa.
Su voz era una mezcla de condena y compasión.
—Me das lástima. Al final, ese poder que tanto deseaste será tu condena. Yo, en cambio, nunca abandoné mi yo verdadero. ¡Nací humana, y moriré siendo humana, no un monstruo!
Laurent, enfurecido, gritó con un resplandor cruel en sus ojos.
—¡Esa humanidad es lo que te llevará a la perdición en esta vida! El fuerte devora al débil, es la supervivencia del más apto. ¡Y te lo demostraré!
Las venas del cuerpo del científico comenzaron a brillar con un intenso azul neón. Joan sintió la energía desatada de Laurent como una ola expansiva de electricidad que la golpeó con fuerza. Sin embargo, resistió el ataque, mientras Laurent se lanzaba hacia ella con una velocidad sobrenatural, casi como si se teletransportara. Joan esquivó por poco, pero respondió perforando varias veces el cuerpo de Laurent con la punta afilada de su cola.
A pesar del dolor, Laurent logró atrapar la cola de Joan y la estrelló contra el suelo, intentando aplastarla. Joan, con una fuerza de voluntad inquebrantable, detuvo la pisada con sus manos. Justo cuando Laurent creía que había ganado, N 13 disparó un potente rayo eléctrico desde su arma orgánica, quemando severamente el lado derecho del científico y haciendo que su ojo colgara de manera grotesca.
—¡Maldita seas, N 13! —rugió Laurent, su furia palpable.
La bestia desató una poderosa onda expansiva hacia N 13, pero ella respondió disparando otro proyectil hecho de su carne. Esta vez, el proyectil perforó el pecho de Laurent, exponiendo su horrible corazón monstruoso.
—No importa lo que hagas, mi cuerpo siempre se regenerará. Tus ataques han sido una pérdida de tiempo —se burló Laurent.
N 13, con una fría determinación, replicó.
—¿Estás seguro?
Laurent, al darse cuenta de que su regeneración no funcionaba, gritó desesperado.
—¡¿Qué carajos me hiciste, maldita zorra?!
N 13 explicó con calma, mientras observaba el efecto devastador en Laurent.
—Esos proyectiles estaban cargados con polvo feérico. Impiden que te regeneres. Al perforar tu carne, las partículas devoraron tus células y bloquearon tu capacidad de regeneración.
Desesperado, Laurent desató todo su poder, golpeando el suelo con tal fuerza que pilares de hueso y carne emergieron y se dirigieron hacia N 13. La chica, usando las últimas reservas de su energía, saltó para esquivar el ataque, pero Joan aprovechó la oportunidad para patear la cara del temible ser.
—¡Joan, aprovecha que tiene el corazón expuesto! —ordenó N 13.
—No me tienes que decir lo obvio —replicó Joan con rapidez—. Debo darme prisa y acabar con este loco.
Laurent, con una furia desmedida, invocó raíces extrañas hechas de carne y hueso. Estas raíces impidieron que el dúo atacara directamente, comenzando a liberar un líquido corrosivo que amenazaba con inundar el lugar.
—¡No dejaré que acaben conmigo! —gritó Laurent—. Dentro de diez minutos comenzará el festival, y será tarde para todos ustedes. Todos los herejes pagarán por desafiar nuestra voluntad. El castigo eterno los espera. El orden ante todo sepultará toda insurrección. ¡Al final, nosotros ganaremos! ¡Jajajajaja!
En la base rebelde, el grupo terminó de ensamblar el guante y se alivió momentáneamente, pero el alivio era efímero. Irene tomó el guante, observándolo con seriedad.
—No hay tiempo que perder. Voy a reunir a toda la gente. Irina, prepara el guante para activarlo rápido.
—Sí, hermano —respondió Irina, con determinación.
Ibuki, mirando el reloj con preocupación, comentó.
—Hicimos un gran trabajo, pero aún no podemos alegrarnos. Algo me dice que algo no salió como esperábamos.
Irina, tratando de calmar a todos, dijo.
—Sé que Joan saldrá bien de esta. Además, N 13 está a su lado.
Ibuki, con una expresión grave, añadió.
—Sí, pero el tiempo se acaba. Siento cómo el flujo de energía de la ciudad sigue creciendo.
Irina asintió, tratando de mantener la esperanza.
—Hay que tener fe, Ibuki. No podemos perderla.
La bestia continuaba con sus ataques a larga distancia, usando las raíces como látigos para impedir el avance de las chicas, mientras el caos y la desesperación se apoderaban del campo de batalla.
Joan frunció el ceño mientras miraba las raíces que bloqueaban su camino. La frustración y la desesperación se reflejaban en sus ojos.
—¡Con estas raíces estorbando, será imposible llegar hasta él!
N 13, con una expresión de determinación, dejó escapar un gruñido de frustración.
—Grrrr, creo que no tengo otra opción.
La mutante concentró su energía y formó otro proyectil, similar al que había usado antes. El proyectil emergió de la palma de su mano y se conectó con su arma orgánica, que se fundía con su carne y huesos. El poder acumulado en el proyectil brillaba con una intensidad peligrosa.
Laurent, con una sonrisa burlona en el rostro, se regocijó en su aparente victoria.
—¡Es inútil! Ya he ganado. La luna roja está comenzando a salir. ¡Jajajaja!
Joan alzó la vista hacia el cielo y vio cómo la luna llena se teñía de un rojo profundo, presagio del cataclismo que se avecinaba.
—¡No, maldita sea!
Laurent, en un alarde de confianza, se regodeaba en la belleza de la luna carmesí, mientras sus palabras caían pesadas como una maldición.
—Admiren la hermosa luna carmesí que devorará a los pecadores como ustedes. Mis superiores estarán encantados al ver que he ganado esta pelea.
Su presunción hizo que Laurent bajara la guardia. N 13, con un destello de decisión en sus ojos, aprovechó la oportunidad. Esquivando las raíces con agilidad sobrenatural, dio un salto y se teletransportó directamente frente a Laurent. La sorpresa en su rostro era palpable.
—¡¿Sabes qué?! ¡Hablas pura mierda, maldito loco!
Sin más preámbulos, N 13 disparó a quemarropa. La cabeza de Laurent estalló en mil pedazos, su visión se extinguió en un mar de sangre y vísceras. Sin embargo, el cuerpo del científico continuó moviéndose, atacando de manera errática.
—¡Ahora, Joan! —gritó N 13, la urgencia en su voz.
—¡De acuerdo! —respondió Joan, apretando los dientes.
Con una explosiva ráfaga de energía, Joan cargó su puño y se lanzó hacia Laurent. El impacto perforó y destruyó el corazón del científico, creando un agujero en su espalda. El cuerpo sin vida de Laurent cayó al suelo, inerte. Joan, respirando con dificultad, pateó el cuerpo varias veces mientras lágrimas de alivio y furia caían por sus mejillas.
—Lo he logrado... Papá, mamá... ¡He vengado sus muertes!
N 13, sin perder tiempo, le recordó a Joan la urgencia de su misión.
—Joan, tenemos que ir por los niños. No hay tiempo que perder.
Joan asintió, con la resolución renovada.
—Sí, N 13, vamos.
Ambas se dirigieron rápidamente al recinto. Joan, usando su poder eléctrico, desactivó la barrera que protegía las jaulas, permitiendo que los niños fueran liberados. Una de las niñas capturadas se lanzó a los brazos de Joan en un abrazo desesperado.
—Ya, ya, todo va a estar bien —la tranquilizó Joan—. Venga, tenemos que salir de aquí.
Pero justo cuando creían que estaban a salvo, varios Diesel Soldiers aparecieron, bloqueando su camino y aterrorizando a los niños.
—¡No dejen que me lleven de nuevo! —exclamó uno de los niños.
Un Diesel Soldier, con una frialdad implacable, declaró.
—Por órdenes de la Iglesia, ustedes dos morirán aquí y ahora.
N 13, frustrada, apretó los dientes.
—¡Maldita sea, y aún estamos débiles para enfrentarnos a estos tipos!
En la cama del hospital de la base rebelde, los signos vitales de Hilda se aceleraron de repente. Sus ojos se abrieron, revelando una mirada de intensa preocupación.
Continuará.
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