Corazón Mecánico
N 13 y Joan llegaron finalmente a su destino tras una caminata interminable, el aire espeso a su alrededor parecía cargado de presagios. Los nervios de ambas eran evidentes; no sabían qué clase de infierno las aguardaba en la superficie.
—Hemos llegado, Joan —murmuró N 13 con una frialdad contenida—. Espero que estés lista. No tengo idea de qué carajos encontraremos allá arriba.
La mirada de la joven cyborg, endurecida por el tiempo y la violencia, se alzó hacia el oscuro techo. Sus puños se apretaron con una fuerza que traicionaba la tensión bajo su piel metálica. Joan, de ojos rojos, notó su nerviosismo y, sin dudarlo, puso ambas manos sobre los hombros de la cyborg.
—Concéntrate, Joan. No dejes que tus miedos te dominen.
—Lo sé, tienes razón... —respondió Joan, su voz cargada de amargura—. Pero he esperado tantos años por este momento. Tanto sufrimiento, tantos inocentes masacrados por la ambición de esos lunáticos. No quiero ni imaginar cuántos otros habrán soportado este mismo tormento...
La impotencia en Joan explotó, su furia se materializó en un golpe brutal contra la pared, dejando un agujero en el concreto húmedo y oscuro.
—No es consuelo, pero aún tenemos tiempo de salvar a esos niños —dijo N 13, sus ojos clavados en la superficie rota de la pared—. Terminemos con esta pesadilla.
Sin más palabras, N 13 subió por la escalera de metal, cada paso resonando con un eco macabro. Al llegar arriba, abrió la tapa de la alcantarilla con cautela, asomándose a la negrura. Solo el silencio la recibió. Le hizo una señal a Joan; el camino parecía despejado.
Cuando ambas emergieron de la alcantarilla, se encontraron en un pasillo largo y sofocante, apenas iluminado por luces de plasma azul que lanzaban destellos irregulares sobre el metal oxidado. Las paredes, manchadas de sangre seca, narraban historias de horrores pasados. La atmósfera era densa, como si las almas atrapadas en ese lugar aún gemieran en las sombras. Gritos distantes y desgarradores atravesaban el aire, cada uno más agónico que el anterior, envolviendo a las dos en un miedo latente.
—Dios mío... —murmuró N 13, el horror en su voz apenas disimulado—. Esto es peor de lo que imaginé. ¿Reconoces este sitio, Joan?
—Vagamente... —respondió Joan, su voz temblaba—. Este es el pasillo donde transportan a los prisioneros. Nuestro objetivo no debe estar lejos... Usa el cristal, puede que nos ayude.
N 13 asintió y, con un movimiento rápido, utilizó el cristal. Lo que vio la dejó sin aliento. El lugar era un laberinto inmenso, ascendiendo hacia alturas inimaginables, un complejo de pesadillas hecho de acero y sufrimiento.
—Joder... será difícil encontrar a los niños en este caos.
—Lo sé —suspiró Joan—. Este lugar ha crecido demasiado. No era así antes...
Ambas avanzaron con cautela, sus sentidos alerta. Cada sombra podía esconder una trampa, cada esquina podía estar vigilada. En medio de su tensa caminata, los gritos desgarradores se intensificaron. Se escondieron tras un pilar, justo cuando un grupo de doctores vestidos con trajes biológicos empujaba una camilla. En ella, un hombre desnudo, atado, forcejeaba inútilmente.
N 13 le hizo una señal a Joan para seguirlos con discreción. Los gritos del hombre eran insoportables, y uno de los doctores, con gesto mecánico, le colocó un bozal.
—Escuché que ya casi es el atardecer eterno... —susurró uno de los doctores, sus palabras frías como la muerte misma.
—Atardecer eterno... —repitió N 13, perpleja.
—Es una señal clara... —respondió Joan en voz baja—. La luna roja está por llegar. Cuando eso pase, el festival comenzará.
Al seguir a los doctores, las chicas llegaron a una sala bañada en sangre, un escenario de horror inimaginable. Lo que presenciaron a continuación las dejó petrificadas. El procedimiento para convertir a un hombre en una abominación mecánica comenzó: sierras mecánicas, extremidades arrancadas, carne fusionada con metal... Los gritos del sujeto rebotaban en las paredes mientras su humanidad era borrada.
Joan apartó la mirada, los recuerdos de su propia conversión asaltando su mente como un espectro inescapable. N 13 observó con frialdad, aunque el horror carcomía su interior.
—Mierda... —susurró N 13—. Nunca imaginé que las creaban de esta forma...
Cuando el procedimiento terminó, los doctores se marcharon, pero no antes de una última conversación que llenó de desesperación el ambiente. El festival de la luna roja estaba cerca, y el tiempo se agotaba.
—Mierda... esa loca sigue viva —murmuró N 13 al escuchar el nombre de Eva.
El silencio volvió a adueñarse del lugar, mientras las dos mujeres se acercaban a la computadora.
—¿Sabes manejar esto? —preguntó N 13, la tensión palpable en cada palabra.
—Déjamelo a mí —respondió Joan, mientras uno de sus dedos se transformaba en un tentáculo, conectándose a la terminal con un destello frío.
N 13 observó en silencio, sabiendo que el reloj seguía corriendo, que la pesadilla apenas comenzaba.
En la penumbra que envolvía la fortaleza, N 13 y Joan avanzaban con la urgencia marcada en sus rostros. El aire era denso, cargado de una tensión que apretaba los corazones de ambas, y las paredes de metal oscuro parecían susurrar promesas de dolor y sangre. Habían logrado hackear la computadora, revelando los oscuros secretos detrás de los Diesel Soldiers, pero la verdad que descubrían era más macabra de lo que jamás imaginaron.
N 13 fijó su mirada en Joan, quien parecía absorta en los datos que desfilaban ante sus ojos en la pantalla. "Diego fue un guerrero sabio," susurró la mutante, la gravedad en su voz tan fría como el metal que las rodeaba. "Aunque lo conocí por poco tiempo, sus acciones hablaban más que cualquier palabra. Dio todo por proteger a los suyos... y te enseñó bien."
Joan, sin apartar los ojos de los documentos que aparecían uno tras otro, respondió con un tono cargado de rabia contenida. "Él fue el mejor entre todos nosotros. Un líder nato. Y no dejaremos que su muerte sea en vano. Debemos acabar con la iglesia y liberar Necron de su yugo."
La pantalla brillaba con una claridad oscura mientras Joan navegaba a través de los archivos. Los fragmentos de información no sólo relataban la creación de los Diesel Soldiers, sino también el descubrimiento del Elixir, ese fluido maligno que parecía haberse convertido en la sangre misma de la ciudad. Excavaciones en la antigua Necron habían revelado su existencia, y la Iglesia, con su ambición despiadada, no había tardado en aprovechar el hallazgo.
N 13 reconoció los nombres que emergieron de la pantalla como golpes silenciosos a su memoria. "Steven y Antonieta..." murmuró, su voz ensombrecida por el eco de los horrores que esas palabras le traían. Joan la miró de reojo, desconcertada.
"¿Conoces esos nombres?" preguntó, la tensión palpable entre las dos.
"Un extraño me habló de ellos," respondió N 13, su mirada perdida en algún rincón oscuro de su mente. "Steven era rival de Laurent, y su historia está manchada de sangre. Él y su esposa fueron asesinados brutalmente, y su hija... desapareció." El silencio que siguió era tan pesado que parecía que la misma fortaleza lo sostenía.
La chica cyborg apretó los dientes, sin querer imaginar la suerte que había corrido aquella niña. "No me gustaría estar en su lugar," respondió, con un tono grave que resonaba en la oscura sala.
A medida que continuaban explorando los documentos, Joan encontró algo crucial. "Bingo," murmuró, sus dedos moviéndose rápidamente sobre el teclado. "Parece que encontré algo interesante."
N 13 se inclinó hacia la pantalla, sus ojos destellando con una mezcla de esperanza y miedo. "Sabía que lo harías, Joan. ¿Qué es?"
Los detalles eran atroces. Los niños que habían sido secuestrados no sólo iban a servir como alimento en el grotesco festival que se avecinaba, sino que también serían moldeados en miniaturas de los Diesel Soldiers, abominaciones mecánicas con propósitos oscuros. Las imágenes de aquellos pobres seres que habían sido desmembrados y reconstruidos como armas vivientes se proyectaban en la pantalla, cada foto era una visión del infierno mismo.
"¡Malditos hijos de perra!" escupió Joan, su puño cerrado temblando de rabia. "¿Cómo pueden hacer esto?"
N 13 miró las imágenes con la misma mezcla de horror e impotencia. "Pobres niños... No se merecían esto."
"¿Hay alguna información sobre dónde los tienen?" preguntó N 13, su voz firme, aunque su mente todavía luchaba por procesar la crueldad que acababan de presenciar.
Joan asintió, escaneando los últimos detalles hasta encontrar un mapa. "Sí, aquí están. Este es el sitio donde los retienen."
Con determinación renovada, ambas comenzaron a planear su rescate. Pero mientras trazaban el camino más corto hacia su objetivo, algo oscuro y siniestro las vigilaba. Desde la sala de control, Laurent observaba cada movimiento en las pantallas. Sus ojos brillaban con malicia mientras bebía una copa de vino, acompañado por su lugarteniente, Destra.
Laurent sonrió con frialdad. "Nunca pensé que esas dos llegarían tan lejos, pero no me sorprende. Joan es mi creación, después de todo. Debe recordar perfectamente los pasillos donde nació su nuevo yo. Pero el tiempo de jugar ha terminado."
Destra, la enigmática cyborg, se mantuvo en silencio, esperando las órdenes de su maestro.
Laurent se levantó, dejando su copa y caminando hacia ella. "Ya sabes lo que tienes que hacer. Acaba con esas intrusas... pero recuerda, quiero a N 13 con vida. No me falles."
Destra asintió sin decir una palabra, y un portal oscuro se abrió ante ella. Sin perder un segundo, desapareció en la sombra, su misión clara: traer caos y muerte.
Mientras tanto, N 13 y Joan alcanzaron el lugar donde esperaban encontrar a los niños. Pero al llegar, no había señales de vida. Solo silencio, más opresivo que cualquier grito que pudieran haber escuchado.
"¿Estás segura de que es aquí?" preguntó N 13, la desconfianza resonando en cada palabra.
Joan revisó el mapa con rapidez. "No hay error... este es el lugar."
La ansiedad creció, mientras ambas revisaban las celdas vacías, sus corazones latiendo cada vez más rápido. Hasta que un frío profundo recorrió sus espaldas. Se giraron lentamente, sintiendo una presencia acechante. Y allí, en las sombras, apareció Destra, su sonrisa torcida y cruel.
"Objetivos localizados," anunció la cyborg con un tono gélido. "Iniciando modo de combate."
Joan maldijo por lo bajo, entendiendo que habían caído en una trampa. "¡Mierda! Nos estaban esperando."
Destra se adelantó, su voz resonando como el eco de la muerte. "Pagarán por sus crímenes contra la Iglesia... y por la venganza de Void. No habrá misericordia."
En su mano, el cetro mágico comenzó a brillar con una luz oscura, apuntando directamente a las dos fugitivas.
La batalla se desató con una ferocidad implacable. El eco de los choques metálicos resonaba en el vasto y oscuro complejo, mientras las respiraciones entrecortadas de N 13 y Joan se mezclaban con el zumbido frío de la maquinaria. Las sombras parecían vibrar, danzando alrededor de las combatientes, como si aguardaran ansiosas el desenlace sangriento.
Joan, con una mirada decidida, apretó los dientes y gritó: "¡Prepárate!"
N 13 sonrió con amargura. "A veces me canso de ser el blanco de estos maníacos," murmuró, pero la chispa en sus ojos revelaba que aún quedaba mucho fuego por arder.
Desde la distancia, en la penumbra de su sala de control, Laurent observaba cada movimiento con fría precisión. La cámara flotante zumbaba cerca de la pelea, transmitiendo todo en tiempo real. El científico, con una sonrisa siniestra curvándose en sus labios, murmuró para sí mismo: "No tienen oportunidad contra Destra... Años de perfección darán frutos cuando esas herejes caigan bajo su poder."
Destra se movía como un espectro, burlándose de las dos chicas. Movió su mano lentamente, incitándolas a atacar. Joan, con los ojos llenos de una rabia controlada, lanzó su primer ataque, desatando una ráfaga de golpes. Pero la cyborg era un espejismo; su figura desapareció en un instante, dejando tras de sí esferas de fuego que explotaron con un estruendo ensordecedor. Joan fue lanzada hacia atrás, su cuerpo golpeando el suelo con violencia, pero con determinación de acero, se levantó de inmediato.
N 13 no tuvo tiempo de reaccionar cuando sintió el golpe seco del cetro de Destra en su espalda, enviándola volando por los aires hasta estrellarse contra el techo. El impacto fue brutal, pero el dolor sólo avivaba su ira. Destra, con su habitual crueldad, saltó, tratando de atravesar el pecho de N 13 con la punta afilada de su cetro. Joan, en un acto desesperado, logró desviar el golpe en el último segundo. Las dos caían, aturdidas pero indomables.
"Maldición... no pensé que fuera tan ágil," escupió N 13, limpiándose la sangre que escurría por su frente.
"Y también sabe usar magia," añadió Joan, sin quitarle los ojos de encima a la cyborg. "Nunca había visto algo tan avanzado."
Destra, con una sonrisa cargada de desprecio, dejó que una luz naranja brotara de su mano, creando una nube púrpura que avanzaba hacia ellas como una peste viviente. Joan gritó en advertencia, sabiendo lo que significaba. "¡No respires! Es veneno. Si lo haces, tus órganos se derretirán."
N 13 maldijo para sí misma. "Esta perra no será fácil... pero no se lo pondré fácil." Desenvainando su espada biomecánica, lanzó un corte masivo que dispersó la nube tóxica. La furia hervía en su interior, y V, la voz en su mente, soltó una carcajada cruel. "No sé a qué sabrá el aceite de esa máquina, pero apuesto a que no es muy distinto a la sangre. ¡Acaba con esa maldita!"
N 13 se lanzó hacia Destra con una furia ciega, pero la cyborg no se quedó atrás. Con un gesto rápido, transformó su cetro en una espada brillante, azul y letal. N 13 se sorprendió ante la velocidad de la cyborg, quien repelía cada uno de sus ataques con una habilidad casi sobrehumana.
Joan, observando desde la distancia, apretó los puños. "Laurent cubrió las debilidades de los magos... Esta no es una simple hechicera. Si seguimos atacando una por una, no tendremos ninguna oportunidad."
El choque de espadas resonaba como campanadas de muerte en la sala. N 13 intentaba cambiar de arma, buscando una apertura, pero Destra la anticipaba en cada movimiento, burlándose de su frustración. "Eres predecible," dijo con una risa helada. "No entiendo cómo has llegado tan lejos, pero lamento decirte que este es el final de tu camino."
Justo cuando parecía que Destra iba a terminar la batalla, Joan apareció de la nada, golpeando a la cyborg con una fuerza tremenda, enviándola a estrellarse contra los pilares cercanos. Destra se levantó furiosa, su rostro frío ahora deformado por la ira. Usando una onda expansiva, lanzó los escombros hacia las chicas como proyectiles letales.
N 13 y Joan destruyeron los pedazos de escombros que volaban hacia ellas, pero era solo una distracción. Con un destello maligno, Destra invocó lanzas de luz que atravesaron el aire como si fueran flechas de muerte. Joan fue alcanzada, la sangre fluyendo de su brazo. Pero N 13 fue golpeada con mayor brutalidad, una de las lanzas perforando su abdomen.
"¡N 13!" gritó Joan, pero la mutante, jadeando, apretó los dientes mientras arrancaba la lanza de su cuerpo, el dolor transformándose en pura rabia.
"Maldita sea... tiene que haber una forma de romper sus defensas," gruñó N 13 mientras el sudor frío recorría su frente.
"Es inútil," dijo Destra, su voz cargada de una oscura satisfacción. "Soy la hechicera definitiva, no tengo fallas en mi programación. Y ahora, acabaré con ustedes. Rápido y sin dolor."
La cyborg comenzó a crear clones de sí misma, cinco réplicas que avanzaron hacia las antiheroínas con una velocidad asesina. Joan y N 13 se prepararon, pero a pesar de sus esfuerzos, sólo lograron destruir los clones. La verdadera Destra apareció detrás de Joan, y antes de que la cyborg pudiera reaccionar, Destra le cortó la espalda con un golpe profundo que expuso su columna mecanizada.
El grito de Joan resonó como un eco infernal, y N 13 sintió que algo dentro de ella se rompía. Con un rugido de pura furia, su cuerpo comenzó a cambiar. Su piel se tensó, sus músculos crecieron y su mente fue tomada por el lado más salvaje de su ser. V se regocijaba en su transformación. "¡Sí! ¡Así es como debemos luchar!"
Destra no tuvo tiempo de reaccionar. N 13, ahora en su forma berserk, la atacó con tal fuerza que incluso la espada mágica de Destra comenzó a emitir humo, la sangre de la mutante quemando su superficie.
El caos estaba desatado, y la batalla aún no había alcanzado su clímax.
La oscuridad del laboratorio resonaba con la furia de la batalla, una sinfonía de destrucción que se extendía por cada rincón del recinto. Los cuerpos chocaban, las energías se desataban, y en medio de todo, el frío y calculador Laurent observaba desde las sombras, sus ojos reflejando un brillo enfermizo de fascinación.
N 13 gritó con furia: "¡Acabaré contigo, maldita!" Su voz reverberó por las paredes, cargada de una promesa de muerte.
Laurent, el infame científico, se inclinó hacia adelante, analizando cada movimiento, cada fibra del cuerpo mutante de N 13. "Je... Es fascinante cómo los cuerpos de las primeras Mutant Queen no parecen de este mundo. No, claro que no... Fueron bendecidas por la sangre de la Santa y el corazón del Grotesco. Vamos, N 13, demuéstrame tu verdadero poder. Aunque Destra fracase, tengo un plan B. Alguien más desea su revancha... y su sed de venganza es insaciable."
Detrás de Laurent, una sombra colosal emergía, unos ojos rojos brillaban desde las profundidades, como si el mismo abismo hubiera cobrado vida.
En el campo de batalla, la sangre y el sudor se mezclaban con la furia descontrolada. N 13, con su cola biomecánica, atrapó a Destra por la pierna, azotándola contra el suelo con una fuerza brutal. La cyborg reaccionó de inmediato, liberando una onda expansiva que envió a N 13 volando hacia el techo, el impacto resonando como un trueno.
Destra se levantó lentamente, una sonrisa cruel estirándose en su rostro metálico. "Esto se está poniendo interesante. Tu fuerza es... monstruosa."
Desde el otro lado del caos, Joan, cubierta de polvo y con el rostro endurecido por el odio, gruñó: "No te perdonaré por lo que has hecho, maldita."
Con un movimiento rápido, las manos de la cyborg se transformaron en cañones blasters, disparando una ráfaga de energía hacia Destra. Pero la cyborg no era presa fácil; un escudo arcano surgió de su cuerpo, desviando el ataque y destruyendo el techo y las paredes cercanas en el proceso. Los escombros cayeron como lluvia de muerte, y una densa nube de polvo envolvió la escena.
N 13 cayó desde el techo, aterrizando pesadamente al lado de Joan. La preocupación atravesó el rostro de la mutante de ojos rojos. "Joan, tu espalda..."
Joan apretó los dientes, su voz saliendo en un gruñido bajo. "No te preocupes. Las nanomáquinas en mi cuerpo regenerarán la carne... pero no pierdas la concentración. Tenemos que acabar con ella y encontrar a esos niños antes de que sea demasiado tarde."
N 13 asintió. "Tienes razón. No podemos fallar... esos niños nos necesitan."
El dúo se preparaba para un nuevo ataque, pero V, la voz oscura en la mente de N 13, susurraba con sed de sangre. "No la escuches. ¡Acaba con todos! Devora sus cuerpos y hazme más fuerte..."
"Cállate, V," respondió N 13 con veneno en su voz. "No dejaré que mi bestia interna me consuma."
Destra observaba la interacción con una sonrisa torcida. "Me dan lástima con su patético intento de heroísmo. Esos mocosos hijos de herejes están perdidos, pero no se preocupen... su carne será útil para la Iglesia. Sus cuerpos serán purgados de pecado, entregados en cuerpo y alma a nuestra causa."
Los ojos de N 13 se llenaron de odio. "¡Sobre mi cadáver! No dejaré que les hagan eso a esos niños."
"Será un placer," murmuró Destra, sus ojos amarillos brillando con maldad. "Mis líderes quieren que te lleve viva, pero no me molestaría entregarte muerta. Y tú, Joan... traidora, no mereces ese poder. Cuando termine contigo, haré de tu fuerza... mía."
Joan apretó los puños, sus ojos llameando. "¡Pues ven por ello, maldita bruja!"
El suelo tembló cuando Destra dio un pisotón, sus ojos iluminándose con una luz sobrenatural. Un gran sello arcano apareció bajo sus pies, y alrededor de ella, cinco clones se materializaron, cada uno listo para lanzar su ataque. N 13 y Joan se prepararon para el enfrentamiento final.
Las cinco réplicas levantaron sus manos derechas, disparando poderosos rayos que retumbaban como la ira de un dios. N 13 bloqueó los rayos con su espada biomecánica, pero los disparos rebotaban sin control, destruyendo aún más el recinto. Uno de los rayos golpeó a un clon, pero fue en vano... solo era otra réplica.
Antes de que N 13 pudiera reaccionar, una de las Destra apareció detrás de ella. La joven quedó aturdida, incapaz de responder. Pero Joan, con la velocidad de una cazadora, lanzó un golpe devastador que destrozó el cráneo de la cyborg... solo para descubrir que también era un clon.
Destra rió con malicia desde las sombras. "Nada mal, pero eso no será suficiente. Ahora... ¡Verán mi verdadero poder!"
Las dos clones restantes brillaron con una luz naranja brillante mientras la verdadera Destra levantaba su mano. Los cuerpos de los clones se desintegraron en partículas que se unieron, formando una enorme esfera de fuego en sus manos, como si sostuviera un sol en miniatura.
"Mierda... esto no pinta bien," murmuró Joan, sus ojos fijos en la devastación que se avecinaba.
Con una mirada psicótica, Destra lanzó la gigantesca esfera de fuego hacia las dos guerreras. La ciudad tembló mientras el poder desatado hacía que las paredes se desmoronaran. N 13 y Joan, exhaustas, sabían que este ataque podía costarles la vida. Pero no retrocedieron. No podían.
"¡No debemos rendirnos!" gritó N 13, su voz firme pese al miedo. "¡Demasiadas vidas inocentes dependen de nosotras!"
El impacto del choque se sintió por toda la ciudad. Lilith, la vampira observando desde las alturas, sonrió al sentir el temblor. "Parece que nuestras presas están dando pelea... Me encanta cuando no lo ponen fácil," murmuró con deleite.
Caenis, al borde del colapso, susurró: "Déjame ir... juro que acabaré con ella."
Lilith, con una mirada cruel, le dio una bofetada que hizo sangrar los labios de Caenis. "No te atrevas a desafiarme, perra."
El aire en la oscura sala vibraba con una tensión malsana, la figura imponente de Lilith se alzaba frente a Caenis, su presencia abrumadora. La vampira, con un desprecio gélido, la observaba desde arriba, su tono como un látigo.
"Que seas la líder de las Santas no te da derecho a desobedecer órdenes", siseó Lilith, su voz como veneno derramado. "Aleister fue claro: Laurent debe arreglar sus propios errores. No te atrevas a levantarme la voz otra vez. ¿Entendido?"
Caenis, con la boca ensangrentada, no osó responder. Lilith, con un gesto cruel, se inclinó hacia ella, limpiando la sangre de su boca con una lengua lenta y deliberada. El asco se dibujó en su rostro al saborear el líquido carmesí.
"Tu sangre... me da asco. Sabe horrible."
El odio ardió en los ojos de Caenis al escuchar aquellas palabras. Sus dedos se cerraron con fuerza en torno al tridente, deseando atravesar la espalda de Lilith en un arrebato de furia. Pero antes de que pudiera actuar, Lilith, sin siquiera volverse, sonrió con una arrogancia desgarradora.
"Si tienes tantas ganas de apuñalarme... hazlo. Será en vano. ¿Acaso ya olvidaste quién te enseñó todo lo que sabes, Caenis?"
La rabia se desvaneció en un instante. Caenis tragó su orgullo, su voz apenas un susurro. "Lo... lo siento. Debo retirarme."
Lilith la observó mientras se alejaba, sus ojos inyectados de desprecio. "Idiota."
Caenis salió al pasillo de la torre, el eco de las palabras de Lilith quemándole la mente. Con un golpe brutal, estrelló su puño contra la pared. El impacto fue tan violento que sus músculos comenzaron a deformarse, su piel tomando un tono púrpura oscuro, mientras sus garras largas y afiladas emergían y sus dientes se alargaban en colmillos mortales. La transformación era parcial, pero suficiente para revelar el monstruo dentro de ella.
"N 13 será mía... solo mía. Y entonces... toda la Iglesia me respetará. ¡No seré más la burla de nadie! ¡De nadie!"
Mientras tanto, en un callejón, Rivu se encontraba con Luna e Ivory. El temblor de la colisión lejana hacía vibrar el suelo bajo sus pies, y las nubes sobre sus cabezas se arremolinaban en una danza perturbadora.
Rivu levantó la mirada, sus ojos estrechándose. "¿Lo sienten?"
Luna asintió, su expresión grave. "Sí... una colisión de poder. Y está ocurriendo en el peor momento posible. Siento cómo el portal al mundo astral se está abriendo, poco a poco."
Ivory, con un brillo frío en sus ojos, se inclinó hacia adelante. "¿Deberíamos investigar?"
Rivu negó lentamente con la cabeza. "No. Debemos concentrarnos en nuestra misión. Encontrar a Lilith. Y si es necesario... acabar con ella."
Luna miró hacia el horizonte. "Si quien está causando esta destrucción es N 13... espero que salga victoriosa."
Ivory compartió la mirada. "Yo también..."
Mientras tanto, en la base rebelde, el caos se desataba. El suelo temblaba bajo los pies de los soldados y civiles, cada uno buscando refugio en medio de la devastación.
Ibuki gruñó, con el rostro tenso. "¡Joder, algo muy grave está pasando!"
Irina asintió, su voz afilada por la urgencia. "¡Lo sé!"
Lance, con una voz calmada pero tensa, informó: "¡He puesto a todos a salvo!"
Ibuki se giró hacia Irina, su voz firme. "No podemos detenernos. Sigue trabajando en el guante. El tiempo se acaba."
En el hospital de la base, Hilda, débil y apenas consciente, sintió el choque de poderes. Su voz, apenas un susurro, salió como un eco perdido: "N 13... Joan... sigan resistiendo..."
En el campo de batalla, el sudor y el dolor marcaban los rostros de las guerreras. N 13, exhausta, notó cómo las manos de Joan comenzaban a arder al rojo vivo.
"No sé si podré aguantar mucho más...", gritó Joan, la desesperación apretando su voz.
"¡No te rindas, soldado!", le devolvió N 13 con feroz determinación. "¡Demuestra que tienes el valor y el coraje para ser la nueva líder de la resistencia! ¡Tu gente te espera!"
Desde las sombras, Destra rió con una malicia que llenaba el aire como veneno. "Es inútil. Nadie ha sobrevivido a mi supernova. Sus cuerpos serán ceniza antes de que termine."
"¡Si crees que ganaste, estás equivocada!" N 13 dejó que el fuego de su furia la consumiera. "Nos subestimas. Es hora de mostrarte lo que realmente somos capaces de hacer."
Con un rugido de desafío, N 13 transformó sus brazos en magma ardiente. El calor que irradiaba era tan intenso que comenzó a repeler el ataque de Destra con facilidad, lanzando la supernova al cielo, destruyendo el techo y provocando una lluvia de escombros.
"¡Imposible!", gritó Destra, su rostro contorsionado en una mezcla de incredulidad y rabia.
Cuando la nube de polvo finalmente se asentó, N 13 emergió de entre los escombros, su respiración entrecortada mientras buscaba frenéticamente a su compañera.
"¿Joan?"
Joan apareció, tosiendo polvo, pero ilesa. "Sí... Eso fue... una locura."
Las campanas comenzaron a sonar en la distancia. El atardecer caía, pero este no era un ocaso normal. Las sombras se alargaban, distorsionadas por la tecnología de la ciudad, creando una atmósfera de pesadilla.
Joan miró hacia el sol, sus ojos entrecerrados. "Ha comenzado..."
Continuará...
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