Corazón Humano
El cielo se partió en dos cuando la supernova explotó en lo alto, desatando una tormenta de chispas llameantes que caían como meteoritos, incendiando la ciudad con su furia. Desde todos los rincones, las personas observaban aterrorizadas el apocalipsis en ciernes, mientras los fragmentos ardientes descendían, iluminando el caos con destellos violentos.
Dentro del oscuro recinto, las alarmas comenzaron a resonar, sus chillidos penetrantes rebotaban contra las paredes, anunciando el desastre inminente. Laurent, el científico loco, contemplaba el cataclismo desde su sala con ojos helados y calculadores. El espectáculo de destrucción le despertaba una mezcla de fascinación y rabia.
Un guardia irrumpió, jadeante, con el sudor empapándole la frente. "Señor, la parte noreste del recinto... ha colapsado por completo."
Laurent apretó los dientes, sus nudillos blanqueando mientras contenía su ira. "Eso es lo de menos", gruñó, su voz un siseo amenazante. "Nuestra prioridad es acabar y capturar a N 13, sin importar el costo. Aleister no perdonará otro fracaso... Asegúrate de que los especímenes no escapen."
"¡Sí, señor!"
Laurent sonrió, una sonrisa enferma. "Esta vez, N 13... no escaparás. Ni siquiera Joan podrá salvarte."
En las calles, el caos reinaba. La gente corría despavorida, tratando de huir de los meteoritos que caían del cielo como presagios del fin del mundo. El fuego y el polvo cubrían el horizonte, mientras el miedo se apoderaba de las almas que intentaban sobrevivir a la devastación.
Desde lo alto de un edificio, Rivu, Luna e Ivory observaban el caos. Rivu cruzó los brazos, su mirada fija en el panorama infernal.
"El combate ha comenzado...", murmuró Luna, su voz tranquila pero tensa. "Y parece que está alcanzando su punto de destrucción total."
Ivory, con una sonrisa torcida, comentó: "¿No creen que es hermoso? Las llamas, la destrucción... hay algo casi poético en ello."
Rivu la miró de reojo. "Sería más bello si no estuviéramos al borde de un apocalipsis, Ivory. Será mejor que encontremos refugio antes de que nos alcance esta lluvia de fuego."
Ivory rió suavemente. "Oh, vamos, nya... Los fragmentos no son tan grandes."
En ese instante, un enorme fragmento cayó del cielo, destruyendo un edificio cercano. La expresión de Ivory se transformó en una mezcla de sorpresa y resignación.
"Retiro lo dicho, nya... ¡Vayamos a un lugar seguro! ¡Patitas, para que las quiero!"
Luna suspiró. "Ella nunca cambia..."
De vuelta en el recinto, N 13 y Joan seguían contemplando el ominoso atardecer, el sol dorado teñido de sombras oscuras. Sabían que el tiempo se agotaba, pero su atención fue desviada por un estruendo proveniente de los escombros cercanos.
"¿Qué fue eso?", preguntó Joan, su voz llena de alarma.
"Mierda... todavía sigue viva", respondió N 13, sus ojos encendidos por la furia.
Los escombros volaron por los aires, y de entre ellos emergió Destra, la infame cyborg. Su cuerpo estaba dañado, su máscara agrietada, y una fisura atravesaba su ojo derecho. Pero su sonrisa torcida permanecía intacta.
"Tengo que admitirlo...", comenzó Destra, su voz llena de sarcasmo. "Ustedes tienen una voluntad sorprendente. Dispuestas a arriesgar todo por salvar a seres que no tienen ningún valor... ¿Pero realmente vale la pena desperdiciar tanto poder por ellos?"
Las palabras resonaron en la mente de N 13 como un eco infernal. Su furia creció, y sus puños se apretaron con tal fuerza que la sangre comenzó a brotar de sus palmas.
"¡Ellos no son mercancía, maldita sea! ¡Son seres humanos!"
Destra rió, una carcajada siniestra y perturbadora que llenó el aire, helando la sangre de las dos chicas. "Qué ingenua eres, N 13. Todo el mundo puede convertirse en un arma, incluso un niño. Solo es cuestión de cortar por aquí... amputar por allá... agregar unas mejoras, y tienes una nueva herramienta para el campo de batalla."
La rabia de N 13 se desbordó. "¡Bastarda!"
"Es lo que Laurent siempre me ha dicho. La gente es cruel, solo necesita el empujón correcto para explotar en su verdadera naturaleza."
N 13 la miró con furia asesina, y su cuerpo comenzó a rodearse de un aura de energía carmesí. Relámpagos rojos chisporroteaban alrededor de ella, llenando el aire con una tensión insoportable.
"¡No sé cuántos niños han secuestrado o experimentado, pero no dejaré que sigan jugando con vidas inocentes como si fueran simples juguetes!", gritó, su voz temblando de ira. "¡No me importa si la Iglesia me persigue hasta el fin de mis días! ¡Juro por mi vida que acabaré con su dictadura! ¡No soy un arma, ni un experimento! ¡No soy el juguete de nadie!"
La furia de N 13 era palpable, una fuerza destructiva a punto de desatarse sobre el mundo.
Joan: —N 13...
Destra: —Tu espíritu de lucha es conmovedor, pero necesitarás mucho más que eso para detenerme.
El aire se tornó pesado cuando, con un gesto sutil, las rocas a su alrededor comenzaron a levitar bajo el control de Destra. Los fragmentos de piedra se deformaban, alargándose hasta convertirse en letales lanzas que surcaban el aire hacia ellas. Las chicas, con reflejos afilados por la batalla, destruyeron las lanzas con sus armas, pero el verdadero ataque de la cyborg aún estaba por venir. Un rayo láser se disparó de sus ojos, cortando el brazo derecho de N 13 como si fuera papel.
Joan: —¡N 13!
Destra: —Este es tu fin.
La cyborg, con una sonrisa fría, transformó su cetro en una espada y se lanzó hacia N 13, como un ave de rapiña descendiendo sobre su presa. Pero Joan, en un acto desesperado, se interpuso en su camino, bloqueando el ataque con sus guanteletes. El choque de las armas creó una onda expansiva que desmoronó lo poco que quedaba del recinto en ruinas.
Destra: —¡Eres una molestia constante!
Joan: —Créeme, no has visto hasta dónde puede llegar mi poder.
Con un grito, Joan lanzó a Destra por los aires, pero la cyborg, en pleno vuelo, desató una lluvia de esferas mágicas que caían como pequeños cometas. Joan no se quedó atrás: transformó su brazo derecho en un cañón de plasma, destruyendo las esferas antes de que pudieran alcanzarla.
Mientras tanto, N 13 regeneraba su brazo y con una mirada feroz, invocó su poder de magma. Sus pensamientos oscurecidos por el dolor se convirtieron en pura telequinesis destructiva, atacando a Destra desde todas las direcciones. Pero la cyborg, cansada de los mismos trucos, lanzó una onda expansiva de plasma que destrozó las piedras de magma.
Destra: —¡Me aburren sus ataques repetitivos!
Sin embargo, de los restos de magma comenzó a emanar un espeso humo negro que cegó a la cyborg.
Destra: —¡¿Qué significa esto?!
Joan aprovechó el momento, lanzándose hacia Destra con una fuerza inhumana. Su golpe hizo que la cyborg saliera volando, estrellándose contra varias estructuras. Destra, furiosa, intentó contraatacar, atravesando el aire como un misil. Su espada se dirigía directo al corazón de Joan, pero la chica esquivó el ataque en el último segundo. La batalla se volvió una danza mortal, con espadas y golpes surcando el aire, cada choque resonando como el eco de una tormenta.
N 13 se unió a la refriega, pero Destra, lejos de sentirse intimidada, invocó una segunda espada mágica, bloqueando los ataques con la maestría de una guerrera imbatible. Las tres combatientes libraban una guerra silenciosa y feroz, sus poderes y habilidades haciendo temblar la tierra bajo sus pies. Cuando el clamor de la batalla finalmente cesó, las tres se miraron con fiereza, el viento azotando los escombros a su alrededor.
Destra: —Debo admitirlo, han demostrado estar a la altura de su fama. Hace tiempo que no enfrentaba una pelea de este calibre... pero veo que su resistencia está agotándose. En cambio, gracias a mi núcleo de ergo y el Gran Elixir, puedo luchar durante mil años.
N 13: —Je... aunque tengas ese núcleo, todos tienen un punto débil. No eres invencible, Destra. Lo supe cuando luché contra Wyland y Shirke.
Destra: —¡Ja! Solo estás fanfarroneando. No tienes el poder para siquiera tocarme.
Joan: —¿Estás segura?
Un crujido comenzó a resonar en el aire. Destra, con el ceño fruncido, miró su brazo derecho y vio cómo su armadura se quebraba lentamente. Su rostro, antes altivo, se transformó en una máscara de ira y desconcierto.
Destra: —¡¿Qué demonios han hecho?! ¡Esto no puede ser!
Joan: —Mis golpes generan vibraciones al impactar con algo sólido, debilitando cualquier armadura, por más fuerte que sea. N 13 hizo el resto con sus ataques.
N 13: —Así que tenías todo planeado, Joan.
Joan: —Desde el principio. Sabía que romper la armadura de un atacante de distancia sería complicado. Pero gracias a nuestras habilidades combinadas, hemos logrado lo imposible.
Destra apretó los dientes, transformando de nuevo sus espadas en un cetro mientras arrancaba un pedazo de su armadura rota.
Destra: —Mis cálculos indicaban una probabilidad del 30% de que pudieran vencerme... ¡Eso es inaudito!
La cyborg aplastó el fragmento de su armadura, y rayos azules comenzaron a rodearla, su poder aumentando exponencialmente.
N 13: —Creo que ahora sí la hemos enfurecido de verdad.
Joan: —¡Mantente alerta!
Mientras tanto, en la sala principal del recinto, las lecturas del cuerpo de Destra se salían de control.
Laurent: —¡Malditas sean! Esas dos están llevando al límite a mi creación. Si pierdo esta batalla, mis superiores me ejecutarán por este fracaso...
De vuelta al campo de batalla, Destra rugió con furia desmedida.
Destra: —¡He servido a la Iglesia durante años! ¡Ningún hereje ha sobrevivido a mis ataques, ni guerreros, ni metahumanos, ni siquiera las Mutants Queens! ¡Pero ustedes dos... son la peor plaga a la que me he enfrentado! ¡No me subestimen!
Joan: —Esto no pinta nada bien...
V: —Jejeje... Espero que tengas un plan para calmar a esa bestia sin mi ayuda, N 13. Sabes que tu poder no será suficiente.
N 13: —No me importa cuánto poder tenga. Lucharé hasta el final. Jamás volveré a usar tu sucio poder, V.
V: —Je, tarde o temprano, caerás en la desesperación. Nadie te ayudará, porque todas las Mutants Queens son demonios. Siempre estarás sola.
N 13: —¡Cállate!
Destra seguía incrementando su fuerza, pero algo extraño comenzó a suceder. De la parte arrancada de su armadura brotó un líquido rojo, sangre. Al ver el fluido, un temblor de duda y confusión comenzó a agitarse en su interior, como si estuviera enfrentándose a una verdad que no podía aceptar.
Destra: —¿Qué es esto? ¿Sangre? ¿Por qué está saliendo de mi cuerpo? ¿No soy un robot?
Las manos de la cyborg comenzaron a temblar, su rostro reflejando una tormenta de emociones incontrolables. La batalla dejó de ser una cuestión de fuerza para convertirse en una lucha interna.
N 13: —¿Qué está pasando?
Joan: —No lo sé, pero eso no es aceite ni elixir. Es sangre humana.
N 13: —Eso quiere decir que ella es...
Joan: —Humana...
Destra, atrapada en un torbellino de pánico, comenzó a hablar con una desesperación casi frenética.
Destra: —Error del sistema. Base de datos alterada. ¿Qué soy en realidad? Mi creador... no, yo soy una cyborg creada para servir a la Iglesia.
Las alarmas en la pantalla de datos de Destra empezaron a parpadear con una alerta grave, señalando un fallo crítico en su cerebro cibernético.
Laurent: —¡No! ¡Esto es imposible! ¡No permitiré que te salgas de control!
El científico, enloquecido por la desesperación, tecleaba frenéticamente en la computadora, intentando desesperadamente estabilizar a su creación. Sin embargo, su esfuerzo era en vano mientras observaba cómo Destra se desplomaba de rodillas, mirando su reflejo distorsionado en un charco de agua y sangre.
Destra: —¿Qué me han hecho? ¿Es este realmente yo? No puedo controlar mi cuerpo...
Laurent: —¡No dejaré que te escapes de mi control, Destra!
En un arranque de locura, Destra comenzó a golpear su cabeza contra el suelo, rompiendo aún más su máscara con cada impacto. Su grito devastador resonaba en el recinto, como si estuviera librando una batalla interna con alguien que solo ella podía ver.
N 13: —Parece que está luchando contra algo dentro de su mente.
Destra: —¡Estoy cansada de esto! ¡No permitiré que me humillen más! ¡Acabaré con esta pelea de una vez por todas!
Con una fuerza renovada, Destra se levantó, tomando su cetro y transformándolo nuevamente en espadas. Su ira se concentró en sus armas, cuyo brillo mágico aumentó de intensidad. El viento se levantó, arrastrado por la liberación de su energía, mientras la cyborg se lanzaba hacia el dúo con una velocidad devastadora.
Joan: —¡Aquí viene!
Las espadas de Destra chocaron con el brazo mecánico de Joan y el brazo cuchilla de N 13, creando una explosión de escombros que se elevaron al cielo. La intensidad del impacto hizo temblar el suelo, y los espectadores se dispersaron en busca de refugio. Lilith y Arius, desde la cima de la torre, y Rivu y su grupo, desde lo alto de un edificio, observaban la escena con una mezcla de asombro y temor.
Ivory: —¡Nyaaaaa! ¡Eso fue un choque de poder increíble!
Luna: —Sí, están demostrando un gran poder, especialmente N 13.
Rivu: —Deberíamos seguir nuestro camino mientras la gente está en pánico total.
Destra continuó atacando con una ferocidad implacable, presionando a Joan y a N 13. Sin embargo, ellas resistieron, empleando toda su fuerza para soportar el embate de su formidable adversaria.
Destra: —¡Ríndanse! ¡No podrán detenerme! ¡Mi poder no tiene límites!
Joan: —Si crees que el poder por sí solo puede vencer a tus enemigos, Destra, entonces te han programado mal.
En un ataque sorpresa, Joan transformó su brazo derecho en un blaster y disparó a quemarropa al pecho de Destra. El disparo la hizo retroceder y, debido a la ruptura de su armadura, el núcleo interno de Destra quedó expuesto.
Destra: —No... No puede ser... ¡Grrrrr! ¡No voy a perder contra ustedes!
Destra, furiosa y desesperada, transformó su cetro en un arco y disparó flechas mágicas hacia el cielo. Una lluvia de proyectiles se dirigió hacia el dúo. Pero N 13 conjuró un escudo mágico que repelió la mayoría de las flechas antes de que el escudo se rompiera por el desgaste.
Destra, al ver su núcleo expuesto, decidió evitar el combate cuerpo a cuerpo y optó por ataques mágicos a distancia. Desde su cetro, disparó una lluvia interminable de esferas mágicas explosivas. Joan y N 13 esquivaban las esferas o las destruían con sus habilidades y armas.
Destra: —¡Ganaré esta batalla! ¡No podrán detener a la Iglesia! ¡Serán juzgados por sus pecados, malditas herejes!
Joan: —Debe haber alguna manera de llegar hasta ella.
N 13: —Tengo un plan, pero no estoy segura de que funcione.
Joan: —¿Cuál es tu plan?
N 13: —Si lo que V me dijo es cierto, algunas Mutants Queens pueden controlar sus miembros amputados y transformarlos en otras criaturas que siguen sus órdenes al pie de la letra.
Joan: —¿Pero cómo harás eso si tú...?
La joven rubia recordó el instante en que Destra le había cortado el brazo derecho con un disparo láser. La desesperación en sus ojos se tornó en determinación.
Joan: —Ya recuerdo. Inténtalo, N 13. Ya no tenemos nada que perder.
Destra: —Jajajaja. ¡Parecen como moscas atrapadas en una telaraña! Pero pronto su resistencia se desmoronará, y podré acabar con ustedes para siempre. Su lucha fue en vano.
Mientras Destra se regocijaba en su presunta victoria, N 13 comenzó a concentrar sus poderes telequinéticos. Su cerebro conectó con el brazo cortado, que comenzó a moverse por sí mismo y a transformarse en una criatura rastrera llena de tentáculos.
Destra: —¿Qué hay de nuevo? Parecen exhaustos. No se preocupen, pronto descansarán eternamente, jajajaja.
Laurent: —¡Acaba con ellas, Destra! ¡Es una orden!
Destra: —Como ordene, Maestro Laurent.
La cyborg acumuló su poder y creó una supernova de energía destructiva.
Destra: —¡Llegó la hora de morir, jajajajaja!
N 13: —Te basas tanto en tu fuerza que ni siquiera eres estratégica al atacarnos. Eso te costará caro.
Destra: —¡Solo hablas tonterías, idiota!
N 13: —Lo lamento mucho por ti.
En ese preciso momento, la criatura de tentáculos saltó hacia Destra, envolviéndola y obligándola a soltar su cetro.
Destra: —¡¿Qué clase de truco es este?! ¡Suéltame, maldita criatura!
Joan: —¡Ahora!
El dúo atacó a la cyborg con una serie de golpes implacables en su cuerpo y rostro, causando severos daños a la ya deteriorada armadura de Destra. Con un golpe certero en la quijada, Joan lanzó a Destra por los aires. Observando cómo la máscara de su enemiga se desintegraba, Joan se lanzó con fuerza hacia el núcleo expuesto, impactándolo con una potencia devastadora. Ambas cayeron como asteroides, y un estruendoso impacto sacudió el suelo, enviando escombros al aire. Finalmente, la máscara de la cyborg se rompió por completo, revelando el rostro oculto.
Cuando la nube de polvo se disipó, Joan observó el rostro de su enemiga. Era el rostro de una mujer que ya no tenía nariz ni labios, con partes mecánicas visibles. Pero al ver los ojos de Destra, Joan sintió una punzada de reconocimiento.
Destra, con una voz suave y sus ojos transformados en un azul cielo sereno, giró su mirada hacia Joan.
Antonieta: —Joan... ¿Eres realmente tú?
Joan: —¿Madre? ¿Eres tú de verdad?
Antonieta: —Ha pasado mucho tiempo, hija. Te has vuelto muy fuerte...
Las lágrimas de Joan comenzaron a fluir mientras abrazaba a su madre con un amor desesperado.
Joan: —¡Mamá! ¡No sabes cuánto he esperado este día! ¡Pensé que habías muerto!
Antonieta: —No, hija mía. No llores. Mi bella princesa guerrera.
Joan: —Mamá, ¿qué te hizo ese maldito?
Antonieta: —Lo mismo que a ti, mi princesa. Nos arrebató la humanidad a tu padre y a mí. Luchamos contra la voluntad de Laurent, pero no tuvimos la fuerza que tú tienes. Estábamos atrapados en nuestras propias mentes, conscientes de todo lo que ocurrió, pero sin poder actuar. Éramos zombis a las órdenes de Laurent.
Joan: —Lo siento tanto, mamá... No pude salvarlos...
Antonieta: —Tus lágrimas demuestran que tu voluntad humana prevaleció sobre los ideales de Laurent.
Con ternura y calidez maternal, Antonieta limpió las lágrimas de su hija. N 13 observaba el emotivo reencuentro, luchando contra sus propias emociones.
Antonieta: —Me siento tan feliz de sentir tus brazos, hija mía. Ahora sé que tu padre y yo criamos a una verdadera guerrera.
Joan: —Papá... ¿Es él tu compañero, cierto?
Antonieta: —Así es. Void es tu padre...
Joan: —Lo sabía. Sus ojos me recordaban a alguien...
Antonieta: —Ya no hay tiempo, hija. Salva a tu padre y a esos niños de las garras de la Iglesia y de Laurent. Ahora podré descansar en paz, sabiendo que mi hija nunca se volvió un monstruo.
Mientras Antonieta comenzaba a escupir sangre y a toser por la destrucción de su núcleo, Joan estaba al borde del abismo emocional.
Joan: —No quiero perderte de nuevo, mamá...
Antonieta: —Debes ser fuerte, hija. Sé que es difícil, pero al final lograste salvarme. Me devolviste algo que ellos me habían arrebatado: mi humanidad. Y mi corazón humano me permite despedirme de ti.
Antonieta tomó las manos de su amada hija y las besó con amor.
Antonieta: —Siempre estaré a tu lado, Joan. Ahora ve, salva a nuestra gente. No mires hacia atrás. Sigue adelante y lucha por tu libertad y por la de nuestra gente. Los niños están en la zona principal de las instalaciones. Solo tienes que cruzar todo el patio para entrar a la torre principal.
Confío en ustedes... Si lograron derrotarme, podrán acabar con ellos...
Las manos de Antonieta se separaron lentamente de las de su hija hasta que cayeron inertes. Antonieta había muerto, y Joan quedó sola, abrazando el cuerpo sin vida de su madre mientras lágrimas ardientes caían de sus ojos. Era un llanto incontenible, desgarrador, que confirmaba las palabras de Antonieta: ella nunca se convirtió en un monstruo.
N 13, con el corazón pesado por el dolor, observaba el trágico momento mientras Joan lloraba sobre el cuerpo de su madre.
Joan: —Mamá... Mamá, te prometo que protegeré a todos... No permitiré que esos malditos se salgan con la suya, lo juro por mi vida...
Con un último gesto de ternura, Joan recostó a su madre en el suelo, cerrando sus ojos y limpiando sus lágrimas. En ese instante, N 13 extendió su mano, y Joan, con la mirada fija en los ojos de la mutante, vio el espíritu inquebrantable de lucha que esta poseía. Joan tomó la mano de N 13 y se puso de pie, dejando que la pequeña criatura que había creado se uniera de nuevo a su carne, sin dejar rastro de su existencia anterior.
N 13: —Terminemos con esto.
Joan: —Sí... Adiós, madre.
El dúo reanudó su marcha, mientras Laurent, observando la escena desde su escondite, se sumía en la desesperación. Lanzó una botella de vino contra la pared, haciendo un berrinche infantil.
Laurent: —¡Esto es inaudito! ¡Malditos sean! No permitiré que se burlen de mí. ¡No dejaré que me ridiculicen ante mis superiores! Ha llegado la hora de que pruebes tus mejoras, Void. ¡Acaba con ellas de una maldita vez!
Una criatura colosal emergió, volando hacia donde estaban las chicas. Ellas, con determinación férrea, aceleraron el paso hacia su destino.
N 13: —Ya casi llegamos. No debemos detenernos.
En ese momento, soldados diésel aparecieron, disparando sin piedad al dúo.
N 13: —Parece que tenemos compañía.
Joan: —¡No tenemos tiempo para esto!
Con eficacia letal, las chicas aniquilaron a los Diesel Soldiers, abriéndose camino hacia el patio principal mientras masacraban a sus enemigos con implacable ferocidad.
Finalmente, alcanzaron su destino, pero se encontraron rodeadas por una multitud de Diesel Soldiers.
N 13: —Ja, jamás pensé que esos bastardos se esconderían como ratas cuando están acorralados.
Joan: —¡Laurent, sal de tu maldito escondite, bastardo!
Void: —¡Suficiente! ¡Yo me encargaré de ellas dos a partir de ahora!
N 13: —Esa voz...
Joan: —Él ya está aquí.
Los Diesel Soldiers se retiraron, y el dúo vio cómo el sol se desvanecía bajo una sombra ominosa. Void apareció, su camuflaje óptico desactivado, revelando su apariencia aterradora: un monstruo armado con cañones y garras, con alas mecanizadas de dragón y un cuerpo serpentino, sus patas mecanizadas terminaban en afiladas cuchillas.
Joan: —Finalmente nos vemos las caras después de tantos años... Padre.
La criatura respiró profundamente y se dirigió a Joan con una voz amenazadora.
Void: —Aquel que conocías como Steven ha desaparecido. Solo queda yo, Void, un inquisidor de la Santa Iglesia. Ustedes dos pagarán por el asesinato de Destra. No permitiré que continúen destruyendo el orden, especialmente tú, Joan, o también llamada Proyecto 1012.
N 13: —Nunca llames a una hija de esa forma fría. Ella se llama Joan, y no es un juguete para ese maldito Laurent.
Void: —Basta de juegos. Es hora de que sientan el frío filo de mis garras mortales. No tendré piedad alguna.
Joan: —Estamos listas, padre. Te demostraré que no soy débil. ¡Vamos!
La bestia se lanzó hacia el dúo, iniciando una batalla contra reloj mientras la noche se acercaba con rapidez.
¿Podrán N 13 y Joan derrotar a Void antes de que la luna roja asome en el cielo?
Continuará...
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