Vínculos

Tras la angustiosa fuga de Caenis, salvadas por la oportuna intervención de Istryn y Dinna, el grupo se adentró en el bosque. Las heridas de N 13 eran profundas, y su capacidad regenerativa se había visto severamente afectada.

N 13: —Esa lunática no sé qué tiene en ese arma, pero ha logrado bloquear mi poder regenerativo.

Nisha: —Jamás pensé que volvería a ver a una Santa Signora.

N 13: —¿Santa Signora?

Nisha: —Son Mutant Queens al servicio de la Iglesia. Son un peligro de proporciones aterradoras; ni siquiera Shirkele podría compararse a su fuerza.

N 13: —Irónico, ¿no? Esa Iglesia nos considera escoria, pero al final nos utiliza como armas.

Nisha: —Vamos a descansar un poco y esperar a la medianoche.

N 13: —De acuerdo. Además, debo esperar a que mis heridas sanen.

V: —Joder, sentí que mi vida estaba en peligro con esa loca del tridente.

N 13: —Solo te aprovechas de los débiles, ¿verdad, V? Qué asco me das.

V: —¡Asco me das tú por no entrenar y solo dedicarte a proteger a esos miserables y a esa estúpida chica que solo sigue viva por ti!

N 13: —Más te vale no volver a llamar estúpida a Nisha, porque te juro que acabaré contigo. ¿Entendido?

V: —¿Crees que podrás contra mí, si ni siquiera pudiste con Caenis?

En ese momento, Nisha, habiendo encontrado un refugio adecuado, interrumpió la tensa conversación. Ante ella se alzaba un árbol con una cueva modesta.

Nisha: —Acuéstate en esa cueva, N 13. Yo iré a buscar cosas para hacer una fogata y preparar algo de comida.

Nisha tomó la muñeca de N 13, y por primera vez, la amazona vio en sus ojos una humanidad inesperada.

N 13: —Muchas gracias por todo... Gracias por estar a mi lado.

Nisha: —No es nada. Ahora descansa, por favor.

N 13 se recostó, observando los rayos del atardecer filtrándose a través de las hojas y ramas del bosque.

Mientras tanto, Dinna e Istryn continuaban su lucha contra Caenis, el campo de batalla reducido a escombros que atestiguaban el poder apocalíptico de las combatientes.

Caenis: —¡Maldita sea! ¿Cómo es posible que ustedes dos hayan mantenido mi ritmo? ¡Yo, la Gran Caenis!

Dinna: —Hemos estado observándote desde las sombras. Tu cabeza tiene un alto precio para nuestra facción de cazarrecompensas.

Istryn: —Y al saber que eres la máxima General de la Iglesia, hemos entrenado para este momento. Así que, ríndete, Caenis.

Caenis: —No me dejas otra opción. Tendré que acabar con ustedes usando mi verdadera forma.

Cuando Caenis comenzó a transformarse, un viento misterioso comenzó a soplar, levantando una cortina de polvo. El dúo de mercenarias sintió un poder abrumador.

Istryn: —¡Dinna!

Dinna: —¿Qué?

Istryn: —¡¿Sientes el mismo poder que yo?!

Dinna: —¡Así es! ¡¿Pero quién posee este poder que escapa a nuestra comprensión?!

Aleister: —Basta de jugar, querida Caenis. Es hora de regresar a la base.

Caenis: —¡Cardenal Aleister!

Istryn: —¿Cardenal?

Dinna: —Pensé que esos bastardos eran solo un mito de la Iglesia para asustarnos.

La caballera se arrodilló, sudando frío por el miedo y respeto que le inspiraba la presencia del Cardenal.

Caenis: —Lo siento, mi señor, pero he fallado en mi misión. Estas dos ayudaron a escapar a Nisha y a la Número 13.

Aleister: —Así que ustedes son las mercenarias que se dedican a cazar a los miembros de la Iglesia. Caenis me ha hablado de ustedes.

Permítanme presentarme. Soy Aleister, uno de los Cinco Cardenales de la Iglesia.

Dinna: —Nunca pensé que vería a uno de esos infames Cardenales. He oído que ustedes han cometido muchas atrocidades; son demonios en la tierra.

Aleister: —¿Solo por mantener el orden y la justicia nos llamas demonios? Esa es la voluntad de la Petrificada y de Su Santidad Dumas.

Todo hereje que rompa las reglas del Nuevo Orden merece el castigo más severo, como ustedes.

El Cardenal levantó su cetro, el cual comenzó a brillar con un resplandor esmeralda. El terror paralizó al dúo mientras sentían el poder abrumador de Aleister.

Dinna/Istryn: —¡No puedo moverme!

Aleister: —Podría acabar con ustedes de una vez por todas, pero tengo asuntos más urgentes. No son prioridad por ahora.

Así que considérenme un dios misericordioso por dejarlas vivas aún. No suelo ser tan condescendiente, jejejejeje.

Caenis: —Mi señor, yo...

Aleister: —Silencio, mujer. Estoy profundamente decepcionado. Debemos regresar. Es hora de poner fin a esta guerra de una vez por todas.

Caenis: —Sí, mi señor.

Aleister: —Y ustedes dos, aprovechen lo que les queda de vida. Cuando vuelvan a estar en la mira de la Iglesia... les sacaré poco a poco su sangre y órganos. ¡Jajajajajaja!

El Cardenal desapareció junto con Caenis, dejando tras de sí un viento gélido que arremetió contra las dos mujeres. Ambas cayeron de rodillas, temblando de un miedo primitivo que las paralizaba.

Istryn: —¿Por qué sentí tanto miedo? ¿Por qué?

Dinna: —Me sentí como una presa en las garras de una serpiente, incapaz de articular palabra, abrumada por el terror.

Istryn: —¿Qué querrán esos bastardos de las dos chicas que ayudamos?

Dinna: —Para que nos hayan dejado vivir, deben considerar a Nisha y a la Número 13 como objetivos clave. Debemos informar a la base sobre lo sucedido y explorar el bosque donde se han refugiado.

Istryn: —De acuerdo.

En ese momento, Caenis maldecía su fracaso con furia contenida.

Caenis: —¡Maldita sea! ¡Estuve tan cerca de acabar con ellas!

Shirke: —Cálmate, Caenis. Tendrás tu oportunidad.

Aleister apareció, acompañado por Hansel y Wayland.

Wayland: —Si no hubieras sido tan confiada, Caenis, quizás hubieras derrotado a ese par de mercenarias.

Shirke: —Pensé que querías matar a Nisha.

Hansel: —¡Yo lo que quiero es acabar con esa puta de N 13! ¡Pagará por la muerte de mi hermano!

Aleister: —Tendrás tu venganza, Hansel. Es tiempo de comenzar la ofensiva final esta noche.

Mis espías han informado que Balederik está planeando una fuerte ofensiva. Quiero que tú, Hansel, seas el comandante del primer frente.

Shirke: —¿Está seguro, mi señor?

Wayland: —¿Qué planea, mi señor? Lo veo muy seguro de usted.

Aleister: —Aunque hemos perdido a Gretel, he encontrado su reemplazo. Solo espero que soporte los experimentos del proto parásito que le hemos inoculado.

Shirke: —¿Y quién es el afortunado?

Aleister caminó hacia el techo, donde descendió un capullo de aspecto repugnante y de color rojo carne. Se movía inquietantemente, sugiriendo la presencia de alguien en su interior.

Aleister: —Se llama Dalia. Es la madre de aquel que alguna vez fue el prometido de la hija de Wayland.

Shirke: —Interesante.

Aleister: —Y creo que tú conoces bien a ese chico.

El siniestro Cardenal se acercó a Shirke, y ella vio en sus ojos de reptil el reflejo del cuerpo destrozado de Urk, devorado por los Gorilas de la Neblina.

Shirke: —Vaya, cómo juega el destino.

Wayland: —Lamento interrumpir, pero las mujeres que hemos secuestrado están preñadas. Dentro de sus vientres, llevan más Gorilas de la Niebla.

Aleister: —Cuanto más, mejor, mi estimado general. No me pasé años estudiando genética para modificar el esperma de esos monstruos y hacerlo compatible con óvulos humanos en vano.

Los Antiguos Humanos quisieron jugar a ser dioses, pero el destino tenía otros planes tras la caída de los cometas. Ahora, gracias a la magia y a la ciencia, he logrado lo que ellos nunca pudieron: crear un ejército de monstruos.

En el sótano del castillo, mujeres eran brutalmente violadas por esos seres. Los gritos de dolor y placer resonaban. Algunas habían enloquecido, mientras que otras mostraban las criaturas moviéndose en sus vientres.

Una de ellas estalló grotescamente, y de su cuerpo emergieron bebés gorilas que crecieron a una velocidad aterradora.

Aleister: —En este nuevo orden, no existe ética en los experimentos. No hay limitaciones. Quien se oponga a la iluminación de nuestra Iglesia, solo encontrará tormento eterno.

Progreso y orden es lo que desea Su Santidad. Si hacen bien su trabajo, pronto alcanzarán la verdadera iluminación.

Shirke: —Haremos la voluntad de nuestra Iglesia.

Caenis: —Por favor, mi señor, quiero una segunda oportunidad.

Aleister: —Primero debes curar tus heridas, Caenis. Debes entrenar más y reflexionar sobre tu fracaso.

Wayland: —¿Pero quién acompañará a Hansel en la Nueva Uruk?

Aleister: —¿No es obvio, estimado general? Yo iré.

Al escuchar esto, todos se sorprendieron. El Cardenal se acercó a una ventana, mirando el bosque de la antigua ciudad.

Aleister: —Tengo cuentas pendientes en esa ciudad. Disfrutaré viendo cómo esos malditos herejes corren y gritan.

No mostraremos piedad, Hansel. Todo pecado será consumido por el fuego de la justicia, como siempre ha sido en el Nuevo Orden. ¡Jajajajajaja!

La joven amazona regresó con N 13, cargando ramas y provisiones.

Nisha: —Ya he vuelto. ¿Cómo te encuentras?

N 13: —Mejor, mi poder regenerativo ha comenzado a volver.

Nisha: —Ahora comprendo lo que Gladius mencionaba sobre los generales de la Iglesia. Espero que las dos hayan logrado derrotar o al menos escapar.

N 13: —¿Qué sabes realmente sobre esas llamadas Santas Signoras?

Nisha empezó a preparar la fogata, sus movimientos reflejando una determinación fría.

Nisha: —Lo poco que sé es que son siete. Son una recreación de los Arcángeles de una religión antigua que desapareció hace siglos. Cada una posee un poder único. A diferencia de una Mutant Queen común, han sido sometidas a experimentos atroces y un entrenamiento despiadado.

La Iglesia se divide en tres facciones. Primero, está Su Santidad, una figura que sólo sus más cercanos han visto. Nadie sabe cómo luce en realidad.

La segunda facción son los famosos Cardenales, considerados casi mitos entre los que resisten la dictadura. Son cinco en total, cada uno controlando territorios clave del continente de Aura. Son los encargados de difundir la palabra de Su Santidad y de erradicar a los que ellos llaman "herejes". Usan cualquier medio para ello, desde tecnología hasta magia, y controlan numerosas instituciones y gobiernos.

Las Santas Signoras son las que se encargan de cazar y ejecutar a los pecadores, por debajo de ellas están los predicadores y presidentes.

N 13: —Esto parece más grave de lo que imaginaba.

Nisha: —Pero no es el único peligro. También están los monstruos de la zona astral. Vivimos en un mundo hostil, nadie está a salvo y seguimos cometiendo los mismos errores.

Como Comandante del Reino, siempre he llevado una pesada carga. Es agotador. Muchos ni siquiera me ven como humana. La disciplina extrema se ha vuelto normal para ellos, pero lo que no saben es que tengo mis propias razones para ser así. Quiero acabar con esta pesadilla de una vez por todas.

N 13: —Has pasado por muchas cosas, y todo ha sido demasiado rápido: la muerte de tu prometido, el hecho de que tu padre sea el causante de todo esto.

Nisha: —Aún no he procesado todo. Si ya me odiaban antes, ahora con la muerte de mi escuadrón, sus familiares buscan matarme. Ya viste lo que pasó con Dalia.

Nisha terminó de preparar las ramas y encendió la fogata con magia de fuego.

Nisha: —Aunque parezca impasible, tengo miedo de lo que pueda suceder. Desde el sacrificio de Urk, siento que mi coraje y mis razones para seguir luchando se han desvanecido.

N 13: —Cuéntame más de él.

Nisha: —Era un chico amable, atento, algo torpe, pero nunca dudaba en lanzarse a la batalla. Fue uno de los pocos que me ayudó. Mi escuadrón, Gladius y Urk, eran mis pilares, pero ahora solo queda uno...

La morena miraba el fuego con tristeza, y N 13 notó el dolor en su mirada. Colocó una mano reconfortante en su hombro, y Nisha la miró, sorprendida por la sonrisa que la mutante le ofrecía.

N 13: —No estás sola, Nisha. Ahora estoy aquí contigo.

Nisha: —Gracias. Tu sonrisa es hermosa. Es la primera vez que la veo.

N 13 se sonrojó visiblemente ante el cumplido.

N 13: —¿De verdad lo crees? Bueno... digamos que no soy del tipo que muestra emociones con frecuencia.

Ser una Mutant Queen es un verdadero tormento. A pesar de todo el poder que tengo para proteger, temo que me consuma y...

Nisha: —Entiendo. Al final, no somos tan diferentes. Ambas llevamos un pasado tormentoso. Debo acabar con lo que mi familia desató.

N 13: —¿De verdad piensas acabar con tu padre?

Nisha: —Tengo vagos recuerdos de él, siempre me llevaba a pasear, pero constantemente me enviaban a las batallas. Quizás Balederik tenía razón y mi padre murió, convirtiéndose en un fantasma sediento de sangre, igual que Shirke.

Ahora tengo aún más razones para odiar a esos bastardos de la Iglesia. Si no fuera por ellos, mi vida podría haber sido diferente. Podría haberme quedado con mi padre y vivir una vida feliz, pero ahora solo veo cómo se ha convertido en el demonio conocido como Wayland.

N 13: —Te prometo que todo saldrá bien, Nisha. Yo te protegeré.

Nisha: —Gracias. Pero quiero ser más fuerte. Al verte pelear contra esa cosa en el Mundo Astral, me sentí insignificante e inútil. Ahora quiero saber más sobre ti, N 13. ¿Qué te motiva a seguir adelante?

V: —¿Vas a contarle lo que hiciste en Arcadia? Jajajaja, a ver si no pierde el respeto hacia ti.

N 13: —¡Cállate!

La rubia se mostró nerviosa y angustiada, pero estaba decidida a revelar todo lo que había pasado desde su amargo despertar en un mundo hostil y desconocido.

N 13: —¿Qué puedo decirte, Nisha? Mi vida es un enigma para mí. Apenas recuerdo mi niñez, ni quiénes fueron mis padres, ni qué diablos ocurrió en el mundo mientras yo yacía como la Bella Durmiente durante más de diez mil años. Despertar y ver que el mundo que vaguamente recordaba se ha desmoronado es desconcertante. Sentir esa presencia en mi mente tratando de apoderarse de mi cuerpo no es nada agradable.

Nisha: —¿Te refieres a ese tal V, verdad?

N 13: —Exactamente. Él quiere que me convierta en una versión de Shirke, que destruya todo a mi paso, según él, para fortalecerme.

Nisha: —¿Qué provocó su furia en Arcadia? Esa masacre es un tema recurrente en todo el reino de Aura y más allá de sus fronteras.

N 13: —Recuerdo... Recuerdo que una familia humilde me ofreció refugio. Me dieron comida y agua. Me contaron que me encontraron tirada en el suelo cerca de su casa. Estaba deshidratada y hambrienta. Eran cinco niños y sus dos padres, que, a pesar de vivir en condiciones precarias, se apiadaron de mí.

Pero esa ciudad estaba bajo el yugo de un tirano y una Mutant Queen que, aunque no era una Santa Signora, trabajaba para la Iglesia en su beneficio. Brunilda fue la que me detectó y comenzó a darme caza. Luché contra todos sus emisarios que enviaban a la zona pobre de la ciudad.

Uno de esos soldados me confesó que eran meros distractores para llegar a la familia. En efecto, fueron tras ellos y...

La morena observó cómo lágrimas empezaban a brotar de los ojos de la rubia, y sus manos comenzaron a temblar.

N 13: —Sus propios vecinos los entregaron por dinero. Cuando llegué para intentar salvarlos, vi cómo los quemaban vivos. Pude haberlos salvado, pero algo me lo impidió... Miedo... ¿Egoísmo? No lo sé. Pero mi corazón se llenó de odio y furia. Fui tras los traidores y los maté a sangre fría, sin dejar uno con vida.

Fue entonces cuando Brunilda apareció, y tuvimos una pelea brutal mientras el fuego devoraba la ciudad. Al final, la derroté y la devoré. Luego llegué a la casa del conde...

Todos sus mejores soldados murieron bajo el filo de mis garras. El poder de Brunilda me fue útil. Torturé al conde de forma sangrienta, sin piedad. Fue en ese momento cuando descubrí mi verdadera naturaleza... Era un animal sin control, un auténtico Berserk. V aprovechó ese momento para intentar tomar el control de mi cuerpo. Fue la primera vez que tuve una lucha interna.

Todo era sombrío, pero al final logré desplazar a V. Sin embargo, me sentía vacía y triste por no haber podido salvar a esa familia. Caminé durante meses sin un destino fijo, enfrentándome a las criaturas del Mundo Astral, cazando animales para alimentarme. Gracias a mi poder, puedo sentir a las bestias que serían mi sustento.

Nisha: —Vaya. ¿Qué te motivó a volver a luchar?

N 13 sacó un medallón hermoso usando su magia, y Nisha se sorprendió al verlo.

Nisha: —Es hermoso.

N 13: —Este medallón me lo encargó una niña llamada Amelia. Cuando la salvé de un ataque del Mundo Astral, su padre y los habitantes de ese pueblo humilde me hicieron sentir querida de nuevo. La madre de Amelia los había abandonado hace años y se mudó a la ciudad de Sodoma.

Nisha: —¿Se fue a vivir a la sede de la Iglesia?

N 13: —Así es. Debo encontrarla y decirle que su hija no la odia, y darle esto como prueba. Gracias a ti y a Amelia, tengo claro qué hacer. Aunque el anciano del pueblo me advirtió que mi misión va más allá de entregar este relicario a la madre de la niña. Quizás el destino quiso que nos conociéramos.

Ahora tengo claro mi propósito. Quiero descubrir qué pasó en estos siglos, quién soy realmente, acabar con la Iglesia y entregar este medallón a la madre de Amelia.

Nisha: —Parece que ya no temes a la incertidumbre. Me has enseñado mucho.

N 13: —Tú también, Nisha. Si no fuera por ti y los demás que he conocido, ahora mismo estaría como Shirke. He aprendido de la manera más dura que no puedes salvar a todos, pero los que logras salvar, puedes ofrecerles un futuro mejor para ellos y sus hijos.

N 13: —No me considero un "héroe". Simplemente hago lo que creo correcto, a mi manera.

Nisha: —Debemos estar preparadas para la medianoche. Iremos por esa reliquia.

Mientras acampan en la penumbra, el dúo de mercenarias, Istryn y Dinna, recorren el terreno en busca de un lugar donde la señal de comunicación sea lo suficientemente fuerte para contactarse con su base.

Dinna: —Maldita sea, no hay señal aquí.

Istryn: —Algo lo está bloqueando. Debe ser obra de la Iglesia.

Dinna: —Eso significa que debe haber una base de ellos cerca.

Istryn: —Posiblemente. Espera, Dinna, parece que estás captando señal.

El comunicador comienza a emitir una estática que se aclara cuando se acercan a una gran roca, revelando la voz de un hombre.

Voz: —¿Hay alguien ahí?

Dinna: —¿Hinaeres tú?

Hina: —¿Qué ha pasado? Perdimos comunicación con ustedes hace más de tres horas.

Istryn: —Es una larga historia.

Dinna: —No sé por dónde empezar, pero en nuestra misión de reconocimiento nos encontramos con una de las Santas de la Iglesia.

Istryn: —Así es, ni más ni menos que con Caenis. No sabemos qué buscaba con esas dos chicas, pero una era una Mutant Queen como nosotras. La otra parecía una habitante de Uruk.

Hina: —¿Y qué pasó con ellas?

Dinna: —Huyeron al bosque. Luchamos contra Caenis, pero no logramos capturarla.

Hina: —¿Por qué? Ustedes dos son nuestras mejores cazadoras.

Un silencio incómodo se instala mientras ambas se miran a los ojos.

Hina: —¿Qué ocurrió?

Istryn: —Los rumores eran ciertos. Los Cardenales existen.

Hina: —¿Qué diablos estás diciendo?

Dinna: —Desearía que fuera una broma, pero no lo es. Cuando íbamos a atacar a Caenis, apareció un tipo vestido con ropas ceremoniales egipcias. Supimos que era un Cardenal por el terror que infundió en la Santa. Nosotras también sentimos un miedo paralizante.

Istryn: —Nunca en mis años como cazadora he sentido un miedo tan abrumador. El nombre del Cardenal es Aleister.

Hina: —¡Mierda! Las cosas están empeorando. ¿Qué piensan hacer ahora?

Dinna: —Estamos intentando encontrar a esas chicas. Quizás sepan algo sobre lo que está ocurriendo, pero el bosque es denso.

Hina: —Por su localización, parece que están cerca del reino de Nueva Uruk. Hace tiempo que no escuchaba nada de ese reino después de lo que pasó hace 14 años. Irónico, mañana se cumplen 15 años de la caída de esa ciudad en manos de la Iglesia.

Dinna: —¿Algún consejo?

Hina: —Les aconsejo que encuentren a esas chicas. Puede que me llamen loca, pero tengo un mal presentimiento.

Istryn: —Entendido. Cambio y fuera.

En una sala de control, la enigmática Hina, cuya silueta y orejas parecidas a las de una kitsune apenas se distinguen en la penumbra, observa el mapa del continente con intensidad.

Hina: —Algo enorme se acerca, lo siento en el aire. ¿Tendrán algo que ver esas chicas con esto? Solo el destino revelará la verdad.

Cerca de la base de los soldados, el General Gladius avanza con prisa, solo para escuchar un alboroto proveniente del bar cercano a la base. Al entrar, encuentra a Valederik y algunos soldados relajándose.

Gladius: —¡Su Majestad! ¿Está bien?

Valederik: —Gladius, te he estado buscando con urgencia.

Gladius: —¿Ha ocurrido algo en mi ausencia?

Valederik: —Aún no, pero siento que se avecina algo terrible. Necesito que todos nuestros hombres de confianza estén listos.

Gladius: —Pensé que no era el único que lo sentía. Parece que has aprendido a percibir estas señales.

Valederik: —¿Sabes algo de N 13 y de Nisha?

Gladius: —Desafortunadamente, no, Su Majestad. Además, no podemos revocar su estatus de terroristas. Nuestros enemigos infiltrados lo sabrían y no dudarían en emboscarnos.

Valederik: —Solo espero que estén bien. No tengo pruebas, pero espero que sepan lo que están haciendo.

El fornido general saca un cigarro y lo enciende, mientras Valederik bebe cerveza de su tarro de madera, buscando algo de alivio en medio de la creciente inquietud.

Gladius: —Lo espero con la misma ansiedad. Ellas son las únicas capaces de acabar con esos bastardos. La situación empeora cada día, y la incertidumbre aterra a los habitantes.

Balederik: —Así como inicié esta guerra, el conflicto es inevitable. He estudiado los viejos conflictos humanos, y me sorprende que no se extinguieran a sí mismos.

Gladius: —El conflicto es intrínseco a nuestra naturaleza. No todos compartimos los mismos ideales; unos son más oscuros que otros. Y aquellos que realmente desean la paz a menudo se corrompen por el poder.

Balederik: —Como dice el dicho, "si quieres paz, prepárate para la guerra".

El monarca fija su mirada en el reloj de la sala, observando cómo las manecillas marcan las once en punto. Con un gesto serio, contempla el artefacto ante él.

Balederik: —Es mejor que empecemos ahora. Solo procura no levantar sospechas, Gladius.

Gladius: —Entendido.

En el bosque, Nisha y N 13 apagan la fogata y se preparan para regresar a la ciudad.

Nisha: —No podemos perder más tiempo, N 13. Debemos ir por la reliquia y usarla para rastrear a mi padre y su ejército.

N 13: —De acuerdo. ¿Conoces algún pasaje secreto que nos lleve a la reliquia?

Nisha: —Conozco el castillo como la palma de mi mano. No en vano me llamaban la experta en memorizar los pasillos de fortalezas durante las expediciones con Urk y los demás.

N 13: —Me dejas sin palabras con todo lo que sabes, Nisha. Eres una gran guerrera.

Nisha: —Y sé que puedo hacerlo aún mejor. Vamos.

El dúo se adentra en la oscuridad, corriendo hacia su destino. En la base enemiga, Aleister convoca a su ejército de engendros corrompidos, observando a las criaturas con una mirada que las pone nerviosas.

Aleister: —Es curioso que me teman. Supongo que mi poder abrumador les resulta halagador. Jajajajaja.

Wayland: —Mi señor Aleister.

Aleister: —Dime, General Wayland. ¿Qué inquieta tu mente?

Wayland: —¿Por qué desea usted ir personalmente a enfrentarse a nuestros enemigos? ¿No ve el peligro de enfrentar a N 13?

Aleister: —N 13 aún no ha desatado todo su potencial. Aunque haya derrotado a Gretel, solo fue un golpe de suerte. Además, no voy a enfrentarme a ella. Mi objetivo es encontrar a alguien más.

Wayland: —¿Se refiere a...?

Aleister: —¡Hansel!

Hansel: —¡A sus órdenes, mi señor!

Aleister: —Dentro de media hora partiremos hacia Nueva Uruk. Esta noche, veremos cómo arden los herejes en el fuego del infierno. ¡No mostremos piedad a esos seres impuros cuyas almas están irremediablemente perdidas! En nombre de la Santa y de su Santidad, purificaremos este terreno impío.

Las criaturas y generales estallan en júbilo ante el discurso del Cardenal.

Todos: —¡Gloria a la Santa y a la Iglesia! ¡Que los pecadores ardan en el fuego del infierno y que los puros hereden este Nuevo Orden Mundial!

Aleister: —Esta vez, N 13, no tendrás escapatoria a tu destino. Muajajajajaja.

Continuará.

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