XI. UN MAL DÍA
NARRA ELIZABETH:
El centinela estaba frente a mí y yo trataba de calmarme para que no pudiese detectar en lo absoluto, estos robots no eran para nada tontos, y si huía les estaría dando la razón de que era mutante. Un hombre de cabello largo, me tomó del hombro y comenzó a hablarme.
— Elizabeth, cariño, ¿qué haces aquí?, tenías que volver a casa hace media hora — dijo, mientras me empujaba para que saliéramos de la vista del gran robot.
El centinela nos seguía mirando cuando de pronto se apagó y quedó detenido, comenzó a sonar una alarma diciendo que debían ir a repararlo de inmediato y muchos policías, entre otros centinelas más pequeños, llegaron casi al instante.
—Eso fue peligroso, no deberías exponerte así, al menos no aquí — volvió a decir el hombre.
— No sé por qué se detuvo frente a mí, esa chatarra debe estar descompuesta, ya que yo no soy mutante — dije.
— Lo eres, no debes ocultarlo, eres Elizabeth Burton, hija de Aida Burton, es normal que tengas el gen x.
—¿Conoció a mi madre? — era primera vez que oiga hablar de ella después de tanto tiempo — ¿Quién es usted?
— Si claro que mal educado he sido — dijo— ven, te invito un café, me gustaría hablar en un lugar más tranquilo después de la exhibición de recién, no quiero que la gente nos observe.
Caminamos hasta un Restaurante para conversar.
—¿Quieren algo mis amores? —nos preguntó la mesera, apenas nos sentamos.
—Una cerveza y una malteada de Chocolate para la niña —dijo.
—Muy bien, siéntense donde gusten y les iré a dejar su orden cuando estén listas.
—¿Malteada de Chocolate? — pregunté.
—Todos aman las malteadas de chocolate, si no te gusta el chocolate realmente eres alguien fuera de lo común— dijo.
—Más aún no lo creo — contesté.
— Déjame presentarme, me llamo Charles Xavier, soy el director en una escuela de chicos cómo tú, Jóvenes superdotados.
—¿Y usted que tiene que ver con mi madre? — pregunté.
— Pues tu madre era parte del escuadrón de los X-men, mutantes que luchan contra el mal y otros seres ya sabes, de hecho la ropa que tú llevas puesto recuerdo muy bien que tu madre la usaba.
—¿Entonces mi madre trabajaba con usted?
—Éramos compañeros, pero después ella hizo su vida como la mayoría de los demás que pensaron que era mejor tener una vida tranquila, algunos se aburren de estar en el ojo del huracán.
La camarera llegó con nuestra orden y comenzó a ordenarla, Charles solo me miraba como analizándome.
—Gracias Cariño —dijo a la Camarera.
— ¿Cómo sabías que estaba en peligro? — Pregunté.
—Te estaba buscando, creo que serías un buen elemento para mi escuela, aquí solo estás desperdiciando ese talento.
—Lo mío no es un talento — contesté.
—Hay mucha gente cómo tú, si te interesa saber más de tu madre y descubrirte a ti misma, ¿qué te detiene a seguir aquí? — volvió a decir.
Por alguna razón el no irme debía ser mi padre, pero en ese momento pensé en Prieto, ¿Qué era lo que pretendía yo pensando en él?, solo éramos dos mutantes viviendo cosas distintas.
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