El despertar más valiente. El enfrentamiento más difícil.

     MARCOS

Accedo al coche de mi padre. Está serio; tenso.

    —Hola, papá.

    Asiente con solemnidad.

    —Hablabas en serio cuando decías que preferías dedicarte al mundo de la música, ¿verdad?

    Se me encoge el estómago. Eso ha sonado a sentencia de muerte.

    —¿Por qué lo mencionas?

    Tiene preparado el vídeo de una seguidora nuestra en YouTube.

    —¿Qué es esto?

    Quiero ser valiente. Quiero ir de cara. Que sepa qué sueños quiero cumplir.

    —En mis ratos libres me dedico a la música.

    —Como si no tuvieras otra cosa que hacer. —Se pinza el puente de la nariz. Cierra los ojos—. El negocio familiar no es una broma, hijo. El día de mañana, cuando yo falte, ¿quién ocupará mi lugar si tú te dedicas a estas tonterías? ¿Cómo van a tomarte en serio? Explícame, por favor.

    —¿Has probado a preguntarle a Pablo?

    —Me mira iracundo.

    —¿En serio, hijo? ¡Confiaba en ti! ¿Por qué no puedes complacerme? ¡Esto es bueno para ti!

    —¿Bueno para mí? ¿Qué sabrás qué es bueno para mí? Ni siquiera lo sabes. Y eres mi padre.

    Su ceño arrugado me dice que su cabreo va de mal en peor a nivel: «estoy a punto de asesinarte, hijo».

    —¿Por qué no puedes tomarte nada en serio? ¡Ni siquiera con Claudia!

   —Claudia tendrá su prestigio. Pero solo buscaba rollo.

    —Rollo... —repite muy despacio. Asiento. Tuerce la sonrisa con disgusto—. Esto ya es el colmo.

    —El colmo es que mi grupo y yo podemos tener pronto una oportunidad para impulsarnos a la fama y quiero aceptarla.

    —¡No!

   —¿Qué?

    —No debería de haberte dejado que te relajaras.

    —¿Qué? ¿Pero qué...?

    —Puede que seas mi hijo. Pero también eres un trabajador. Podría echarte de patitas en la calle —me amenaza.

    Necesito el dinero. Y el trabajo. Me arriesgo de todos modos. Total, ya encontraré algo aunque sea con menor salario.

    —Hazlo. No me importa.

   Lanza un gruñido que retumba en la cabina.

    —No creas que vas a salirte con la tuya.

    —Prueba —lo reto, elevando el mentón con altivez, saliendo de inmediato del coche. Sé que acabo de hacer algo malo. Sé que voy a pagarlo con creces. Pero quiero que me tenga en cuenta. Como la tuvo con Pablo, al cual le dejó huir de sus propias obligaciones. Si no, que venda la empresa y eche el cierre. Podría vendérsela a alguien interesado. Tampoco es que él esté ya para tanto trote.

    Regreso al piso. Paula me ve entrar tan angustiado que no dice nada. Simplemente me abraza fuerte y luego me besa en la mejilla.

    —Todo va a salir bien.

    Sé que debería de ser responsable como adulto que soy. Sé que debería de tomar las riendas de mi vida profesional y aceptar el trato con mi padre. Pero es que mi otra parte rebelde cree que mi carrera como música está ante mis ojos, y la voy a perder por idiota.

    Me separo de ella despacio, pero con decisión.

    —Tengo que irme a casa de César. —Le entrego un manojo de llaves—. Tengo otro juego de llaves para ti. Vuelve cuando quieras. Cierra bien al salir —le aconsejo como lo haría una madre. Según su mirada, ahora mismo está dudando de mí. Siento que me acabo de alejar miles de kilómetros de ella en un instante. Ahora mismo dudo qué quiero hacer. Qué voy a hacer. Solo que, precisamente a ella, aunque no lo parezca o lo demuestre, quiero seguir teniéndola a mi lado, por feo que se ponga el puñetero panorama.


    Les cuento a los chicos el encuentro con mi padre. Sus rostros lo dicen todo.

    —¿Y ahora qué? —inquiere César.

    —Suerte que todavía no le hemos dado una respuesta a ese tipo que está interesado en nosotros —mascullo lamentándolo.

    —Pensaba que todos estábamos de acuerdo en esto.

    —Muy a mi pesar lo siento. Pero tendré que hacer un cambio de planes.

   ¿Acabo de decir eso? ¿En qué me estoy convirtiendo? ¿En qué lugar estoy colocando mis sueños?

    —¿No hablarás en serio?

   —Pensaba que lo entenderíais.

    —¿Entenderlo? —alza la voz César—. ¿Y ahora qué? ¿Nos buscamos otro cantante?

    Me encojo de hombros. Quiero gritar que no. Pero no estoy seguro de qué quiero. Acabo de bloquearme.

    —Supongo que sí. Que tendréis de improvisar.

    —¿Incluso para esta tarde?

    —Esta tarde cumpliré para no dejaros tirados. Hasta la próxima vez, os deseo toda la suerte del mundo.

    —¡No puedo creer lo que estás diciendo! —me grita César.

    —Yo... yo... ¡Eres un gilipollas! ¡Manda a tu viejo a por saco! ¿Qué pasa con lo que tú quieres?

    —Lo que yo quiero se sale de lo correcto. Así que...

    Niegan con molestia.

    —No pienso tocar estar tarde contigo. Ahora mismo voy a anular todo —sisea César, saliendo de mi vista después de fulminarme con la mirada.

    —Eres idiota, tío. Vaya si lo eres.

    —Gracias por poneros en mi lugar y comprenderme —digo, tomando rumbo hacia la salida de aquella casa.

   Tengo ganas de gritar, de llorar. De dar puñetazos contra algo. De decirle al mundo que me deje en paz. Quiero llorar hasta quedar agotado. Quiero desaparecer. Quiero llegar cuanto antes a mi piso y atrincherarme allí mismo. ¿Por qué ni siquiera un tipo adulto puede tomar sus propias decisiones y ser apoyado? ¿Por qué no puedo arriesgarme sin que nadie se ofenda? Estoy cansado de estar atado.


    Me he atrincherado en mi salón. Llevo como tres birras y no tengo ganas de parar porque quiero coger un ciego. ¿Cuándo fue la última vez que me emborraché? Llevo tanto tiempo siendo responsable...

    Entro a YouTube. Las visitas a nuestros vídeos siguen subiendo. Los comentarios buenos se están multiplicando. Los que nos han visto tocar nos felicitan porque somos muy buenos. Al menos hay pocas críticas negativas. Parece que los haters no nos han tomado manía y eso es bueno, o tal vez hasta les gustamos. Hay muchos seguidores que nos ruegan que vayamos más allá y hagamos conciertos, giras, vídeos musicales, porque somos demasiado buenos para mantenernos en las sombras.

    «Sois buenos, tío. ¡Créetelo! Aunque papá se ponga borde tienes que ejercer ese papel de Marcos polifacético que hace vibrar cualquier pequeño escenario».

   ¿Qué hago? ¿Qué es ya correcto? ¿Qué decisión es la buena, y cuál debo de tomar?

    Apuro esta birra. Todavía voy lo suficientemente lúcido para saber lo que me hago. Así que decido darme una ducha fría. Lo he decidido. Desgasta2 van a actuar esta tarde sobre el escenario, le pese a quien le pese.

    Mando un mensaje a los chicos:

    • «No anuléis nada. Actuaremos»


    PAULA

He llamado a Marcos. Tenía miedo de que cometiera cualquier locura. Llevaba prisa. Pero me ha contado todo por teléfono. He apoyado su valentía. Porque ellos lo valen. Sería una lástima que les influenciaran y lo dejasen siendo tan buenos. El padre de Marcos debería de apoyar a su hijo, aunque sí, sé que es su futuro heredero, ya que su otro hijo se niega a llevar adelante la empresa. Pero es que Marcos no es menos y merece esta oportunidad. Es lo que creo. Aunque si bien la decisión, viéndolo desde el plano adulto, sería acatar las órdenes y seguir con el protocolo para convertirse en el próximo CEO de la empresa. ¡Qué difícil es esta puñetera vida! Y si no, que me lo digan a mí que ya he tragado suficiente tierra como para ahogarme.

    Voy a prepararme. Voy a ir hasta allí. A animar a los chicos. Quiero que Marcos se sienta con fuerzas para plantar cara a su destino. Demostrar cuanto vale. Porque lo vale. Sería una chorrada que tirase su talento por los suelos. Suspiro abrumada. Si yo estuviera en su lugar, también tendría mi cabeza echa una maraña impresionante. Resulta difícil ponerse en su mismo lugar. «Calzarse sus propios zapatos». Lo reconozco.

    Paso por delante del retrato de Guillén. Su sonrisa eterna me produce una amarga punzada.

    —¿Qué crees que debo hacer? ¿Estás molesto conmigo por encontrar a alguien que pronto ocupará tu sitio?

    Al pronunciarlo en voz alta me siento culpable. Suena mucho peor de lo que sonaba en mi cabeza.

    —Lo siento, Guillén. Pero no quiero estar sola. No quiero acostarme cada noche en una fría cama. No quiero que me duelas tanto como para no dejarte marchar jamás. Como si tuviera que conservar a tu fantasma a mi lado. Espero que lo comprendas. Aun así, jamás te dejaré de querer —farfullo frente a este.

    Juro que estoy haciendo una promesa de amor. Juro que jamás lo sacaré de mi corazón, aunque otro lo ocupe. Siempre tendré ese espacio para Guillén por haber sido ese ser tan especial que me ha amado por encima de todo. Marcos quiere entrar en mi vida. Todavía estoy ahí, sujetando la puerta. No sé si, en un momento dado, me arrepienta y lo eche de un puntapié. Solo sé que hay sentimientos importantes que necesito experimentar para entender qué quiero hacer con mi vida después del hueco tan grande que me ha dejado Guillén. Solo sé que soy demasiado joven para seguir con mi vida sola. Soy de esas mujeres que necesitan una muestra de cariño, compañía. Compartir y amar incluso cuando el corazón esté hasta los topes y no quepa más.

    Miro el reloj. Recuerdo que me he de marchar. Entonces, consigo despegar la mirada de la foto, y los pies del suelo. ¡Por fin he decidido algo! Juro que voy a terminar loca perdida.

    Finalmente, han decidido ensayar en casa de César para mayor tranquilidad y privacidad. Aunque nos hemos reunido todos allí. Los más cercanos no somos molestias, salvo que quieran hacer algo en lo que formemos parte del público que vaya a recibir una sorpresa: una canción nueva que quieran que se saque del tirón y en el momento indicado. Aunque seguramente, antes la escucharíamos nosotros. Porque, digamos que ya nos han pasado algún trozo por WhatsApp para que vayamos abriendo boca. Para que demos nuestra opinión. Y, a continuación, esa canción se ha ido directa a YouTube, tras editarla y darle el visto bueno final, y han acabado tocándola en uno de sus conciertos privados, sea para un cumpleaños, o para las fiestas del pueblo en donde han tenido la gran suerte de participar.

    Marcos me ha recibido con un abrazo. El beso en los labios se lo ha reservado. Puede que se corte delante de todos. O puede que esté esperando a que yo dé la aprobación.

    —Oye, te felicito por tu valentía. Tu padre tiene que saber cuáles son tus deseos. Tus sueños. Aunque es complicado cuando eres quien lo relevará en la empresa.

   —Podría hacerlo. Podría estar en varios lados si mi hermano me echara un cable.

    Sacudo la cabeza y sonrío.

    —A menos que tengas un clon, en el mundo de los negocios, suficientes horas no son demasiadas para dedicarte a ello. Son muchas, muchas horas de dedicación —aclaro—. Sería casi imposible, por no decirte imposible, dedicarte a ambas cosas.

    Pone las manos en las caderas observándome con desagrado.

    —¿De repente has dejado de apoyarme en esto?

    —Solo digo que no sé si podrías surfear algo así de complicado.

    —Podría. Podría capear el temporal si tuviera apoyo.

    Sonrío y asiento. Sé que de repente va a pensar que estoy del lado de su padre. Pero, pensándolo adecuadamente, ¿qué empresario puede dedicarse a otra cosa que ocupe muchas horas, viajes, ensayos...?

    Sonríe, aunque sin ganas. Ya he aprendido a descifrarlo.

    —Tengo que ensayar —añade, tocándome el rostro con delicadeza. ¿Y el beso? ¿Por qué no le anuncia a todo el mundo que estamos juntos?

    «¿Pero tú no eras la que no lo tenía claro?»

    —¡Cállate, vocecilla molesta! —murmuro al cuello de mi camisa.

    Marcos se detiene. Me pregunta.

    —¿Has dicho algo?

    —No. Yo... era solo que... —Levanto el pulgar—. ¡Suerte! —largo, dedicándole un guiño cómplice.

    Uno de sus amigos aparece y le da un codazo.

    —¡Vaya por Dios! Ya la tienes en el bote —susurra. Arrugo la nariz discrepando. Estoy ruborizada, fijo. ¡Dios, qué bochorno!

   Marcos sonríe más abiertamente observándome durante unos segundos de soslayo. Me alegra haberle hecho sonreír.


    No hemos tenido tiempo siquiera a dedicarnos algún que otro gesto cariñoso durante los descansos. Él sigue esquivándome porque yo me estoy manteniendo en la distancia. ¿Pero qué coño estamos haciendo? Cuando el resto de las parejas demuestra su amor libre sin tapujos ni pegas habidas o por haber.

    Me decido y ataco. Se está bebiendo un vaso de agua para atacar a la sequedad de su garganta después de unas cuantas canciones. Espero a que termine.

   —¿Qué pasa? —pregunta intrigado en cuanto me acerco y llevo mi mano hacia su cara. Se ha puesto rojo como un tomate. Es como si de repente hubiera borrado con una mancha de agua al resto de los presentes como si fueran acuarelables. Entonces le beso.

    De fondo escucho soniditos divertidos que ignoro. Puedo imaginar la expresión de sorpresa de todos ellos. Yo me centro con lo mío. Con demostrarle a Marcos, sin esconderme, que me gusta. Con la vocecilla de mi conciencia aún dando por saco.

    El beso termina. Nos apartamos un poco sin dejar de mirarnos.

    —¿Qué ha sido eso?

    —Me apetecía demostrar lo que siento sin esconderme. ¿Por qué no? —susurra.

    —¿Estás segura de que es lo que quieres?

    Aunque en realidad no lo estoy del todo asiento.

    Sus amigos empiezan a palmearle la espalda.

    —¡Mira que os ha costado! —rezonga Borja, con ese tonillo travieso que se reconoce con claridad.

    —¡Si forman la pareja perfecta! Lo que no quieren verlo —larga Hugo.

    —Eso animará a las musas para que componga más canciones para el grupo —dice César desde donde está haciendo un sonido estridente con su guitarra que hace que nos tapemos los oídos.

    —Sus musas hace tiempo que están activas —reconoce Julián guiñándole un ojo.

    Se aparta un poco más de mí. Levanta los brazos para pedir tiempo.

    —¡Dejad de meteros conmigo! Me estáis avergonzando.

    Se nota que lo dice con retintín. Que no está enfadado con nadie. Entonces sé que soy libre de demostrar lo que quiera. Y no va a oponerse en nada. Y recuerdo que esto se asemeja al comienzo que tuve con Guillén. Solo que él no cantaba en ningún grupo. Lanzo un suspiro al aire. Tengo una parte de oxígeno que sigue siendo pesado.

    Estamos a la hora indicada en Las Vistillas. El público ya se va agrupando. Estoy segura de que habrán muchos seguidores famélicos de su música. He mirado por YouTube y cada vez son mucho mejores las críticas. Seguro que aquel tipo que se interesó por ellos espera una respuesta positiva. Y también sé que Marcos se lo va a pensar demasiado. Tiene que decidirse por algo. Ya que este tren no puede estar por mucho tiempo detenido en la estación o terminará por quedarse obsoleto.

    Y la música suena. Dan todo lo mejor de ellos. Porque se nota que es pasión por lo que hacen. Porque ya me voy aprendiendo la letra de muchas de sus canciones. El tono correcto para cantarlas. Es como si estuviera en un concierto de esos famosos. Así empezarían, seguramente.

    En mitad del repertorio se toman un descanso para hidratarse. Un chico alto y moreno se acerca hasta Marcos. Cuando este lo ve, su mirada se congela. Su boca se abre de par en par. Luego se enreda en una pataleta que me hace adivinar de quién se trata. Su hermano ha venido a verlo. Tiene que ser él.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top