V. Desechables.

V. Desechables.

En mi vida anterior no recuerdo haberme ganado el respeto de nadie de esta manera. Siempre se trato de mi, de lo bueno que era en todo lo que me proponía. Pero hora todo es diferente y soy capaz de ver la diferencia, es como con Rudy, soy responsable de todos ellos, soy su líder y quiero pensar que un modelo a seguir, al menos en fuerza, por eso mismo de o dar lo mejor de mi.

Tienen buenas estrategias, pero no los veo capaces de enfrentar a un grupo organizado y dispuesto a morir por una causa, estos son mercenarios, con el suficiente dinero apuñalarian a cualquiera y no soy capaz de sacar eso de su forma de pensar, pero al menos hacer que peleen por protegerse entre ellos será suficiente para mi.

—Jefe, ya los reuní a todos.

Hir-ya me sacó de mis pensamientos, le pedí reunir a todos para poder explicarles lo que haríamos a continuación, la que sería nuestra más grande misión haya ese momento.

—Bien, es hora.

Salí de la carpa en la que terminaba de leer algunas cartas y me encontré a todos hablando entre ellos. Ahora ya no eran solo "aquel tipo" o " esa maldita lagartija" conocían sus nombres, se respetaban.

—¡Escuchen!

Exclamó Hir-ya en un rugido que los hizo guardar silencio y prestar atención.

Me puse a un lado de Hir-ya y aclare la garganta para comenzar a hablar.

—Como ya sabrán por algunos rumores, fuimos contratados por el reino de Shirone para dar apoyo a sus tropas, creo que saben que significa.

—Nos quieren enviar como carne de cañón.

Comentó uno de los mercenarios en el centro del grupo.

—Asi es, pero como en las otras misiones, vamos a salir adelante. Vamos a completar está misión y, como en las otras misiones, vamos a terminar con alcohol, comida y mujeres hasta saciarnos.

Por todo el apoyo pareciera que esas palabras son mágicas, nunca fui alguien que diera discursos por lo que creí que quedó bien.

—Por ahora, todos vayan a descansar, afilen sus armas y preparen su equipo. Nos pondremos en marcha en cuanto salga el sol. Que nadie se retrasé.

Para mí sorpresa, recibí un grito de euforia, como si quisieran salir en ese mismo momento a pelear, pero después de unos segundos, todos se calmaron para comenzar a retirarse.

[...]

La marcha a la mañana siguiente fue más movida que cualquier otra, toda nuestra empresa se encontraba con ganas de pelea, y siendo honestos, yo también, desde esa pelea con aquellos wyvern no me sentía en una buena pelea, al menos una que fuera capaz de llenarme.

Aunque si debo adivinar, creo que lo que más cautiva la atención de estos guerreros en definitiva es la posibilidad de salvar un reino y por fin tener lo que les prometí, nuestro propio lugar de descanso, un castillo una torre, lo que sea va a ser mejor que dormir en el suelo duro mientras tratamos de resistir el frío del continente demonio por las noches.

Ya les debía eso y era hora de compensarlo.

Para la tarde, cundo el ocaso comenzó a surgir, llegamos por fin a nuestro destino, cansados, con hambre y sedientos, pero todos firmes esperando por el emisario que se encontraría con nosotros.

Volver a este sitio fue, algo enfermizo, vino a mi mente que el cuerpo del señor Phillip se quedó en ese bosque al que ahora, mirándolo con los tonos naranjas del cielo causa cierto temor, al menos sobre mi persona, nunca fui experto en psicología, pero creo que me faltan así tos por resolver en ese lugar. Ojalá y no, de poderse, prefiero evitar ese lugar lo más posible.

—Zephyr, aquí viene.

Hir-ya llamó mi atención, obligando a desviar mi vista del bosque hacía un jinete envuelto en armadura que se dirigía a nuestra posición.

—Bien. Ya podemos relajarnos un poco gente.

Comunique bajando de mi cabello. Pensar que lleva conmigo desde ...bueno, desde aquel día. No lo ate o asegure, siempre era así, cuando dejaba de montarlo y acariciaba su hocico, el solo se iba con un trote lento a esperar hasta que volviera a llamarlo con un silbido.

Hir-ya palmeo mi hombro volviendo a llamar mi atención.

—Parece que ese tipo trae prisa.

De nuevo ví en dirección al emisario y tenía razón. A pesar de ser poca la distancia que nos separaba, aquel jinete no reducía su velocidad en absoluto, entonces, una antorcha se encendió en su mano izquierda la cuál comenzó a mover captando la atención de todos.

Conoce alguien un dicho que va "si me engañas una vez l culpa es mi. Si lo haces dos veces entonces es tuya". O algo así, nunca me interesó ese tipo de lecciones escondidas tras la palabras.

En fin, algo así llegó a mi mente cuando las enormes bolas de fuego comenzaron a llover sobre nosotros. Pero no tenían la intención de hacernos arder, nos hicieron juntarnos en un zona que fue estrecha para cincuenta personas. Al encerrarnos en un círculo de fuego, lo siguiente fue destruir el suelo bajo nuestros pies, logré enterrar mi espada en uno de los muros para sostenerme pero incluso los muros parecían estar listos para eso. Varios picos se podían ver por todos lados. Algunos de mis camaradas lograron hacer lo mismo que yo, pero otros ya fuera por su posición o por su lentitud, terminaron en el fondo de aquel foso en el que estábamos.

Mi cerebro solo se concentro en una cosa que se que estuvo mal, pero no llegue a razonar al más, salvate, eso era lo único que resonaba en mi cabeza. No ví por los demás, mis camaradas no importaron, simplemente debía salir vivo yo, o eso recorrió mi cabeza hasta que mis ojos se cruzaron con los de Hir-ya, no se que vio en mi mirada, pero dejo de verme para comenzar a ayudar a quienes fueron capaces de sostenerse. Y era hora de reaccionar y cambiar, sobre todo cuando más fuego estaba por caer sobre nosotros.

Salte usando mi viento y lo usé para alejar las llamas de los pocos colegas que aún tenía. Al bajar, ví como comenzaban a salir todos, por lo que mis ideas cambiaron a protege a todos.

Ayude a salir algunos mientras trataba de ver desde donde llegaban los ataques. Para mi mala suerte se encontraban muy lejos, podría alcanzarlos, pero tendría que dejar a todos.

—¿Qué esperas Zephyr? —Mire a Hir-ya quien saca sus armas. —Podemos defendernos, pero necesitamos muertos a esos magos. ¡Así que ve y acaba con ellos!

Ni siquiera lo tuve que pensar, salí corriendo entre las llamas y silbe a mi caballo quien parecía no haberse asustado por los ataques ya que no tardó en aparecer. Cabalgue tan rápido como pude apoyándolo con mi magia para que ganará más impulso. No tarde en llegar y mucho menos en comenzar a cortar. Supongo que pensaban eliminarnos con ese ataque porque apenas y tenían soldados protegiéndolos. Mi espada los cortó con facilidad, los magos no lograron reaccionar y terminaron muertos. Me asegure que todos los magos estuvieran muertos para poder retirarme, cuando verifique que así era, me retire en dirección a mi caballo para regresar con mi gente.

Todos mis sensores de alarma se calmaron, ya me sentía mejor, comencé a recriminarme por el pensamiento de abandonarlos, tendría que dar una gran disculpa al regresar.

Recuerdan eso de mis sentidos mejorados, de nuevo volvieron a joderme.

—Acaben ya con todos estos perros. No puedo creer que tarden tanto con unos miserables como estos.

No reconocí la voz y debido a eso, los latidos de mi corazón comenzaron a alterarse, baje de mi caballo y le ordene irse para comenzar a correr y llegar a dónde las llamas se encontraban alumbrando a caballeros de Shirone masacrando a los pocos que habían salido del pozo. Hir-ya se encontraba resistiendo, pero la cantidad comenzó a superarlo hasta que dos espadas lo atravesaron de lado a lado por las costillas y por último una lanza fue clavada directo a su pecho. Creí que me miraría, pero no, simplemente murió en el acto en cuanto a mi, cuando mi conciencia regresó los caballeros que habían atacado se encontraban destrozados a mis pies, completamente deshechos, con las extremidades que había regadas ahora era imposible saber cuántos habían atacado.

De nuevo había ocurrido, me quedé en blanco como aquel día del cataclismo mágico, simplemente deje salir todo y así es como terminó está vez, conmigo cubierto en sangre, con mi espada llena de muescas y a quienes debía proteger, todos muertos.

Silbe a mi caballo y este llegó a mi lado, como si supiera lo que había pasado, uso su hocico para darme algo de confort, yo solo devolví el gesto con un caricia, estaba en shock por lo que solo monte y me retire.

Ya no más lágrimas, ya no más confianza, lo único que quiero ahora, es matar a cada maldito caballero de la realeza de Shirone, no me importa si no estuvieron aquí, sino levantaron sus armas, si no sabían de este plan, ya fue suficiente de poner la otra mejilla, ¿Quiero tener un nombre? Que así sea, que me conozcan como el peor maldito que hayan conocido.

—Lo siento chicos, no volverá a pasar—.

Y no volverá a pasar, no pienso volver a perder a nadie más.

Pero para eso, necesito otra espada, una que resistió esa sensación de vacío la primera vez.

—No quisiera esto, pero debo encontrar a Ghislaine—.

...     ...     ...

...     ...

...     ...     ...

Y tenemos un nuevo capítulo mis deliciosos lectores, espero que les guste y esas cosas.

Siento tardar tanto, pero voy leyendo la novela al mismo tiempo xD y a veces me quedo dormido jajaja, en fin, que entre los próximos 2 o 3 capítulos, Zephyr se va a reencontrar con Rudy y de ahí, nos vamos a Begaritto porque la boda y la disfunción eréctil y las muñecas de Zanoba, todo eso solo va a ser mencionado más no detallado porque pues que flojera, aquí queremos fuckin acción jajaja

En fin, muchas gracias por la espera y seguir teniendo fe.

Se que digo esto mucho pero trataré de escribir más seguido, bueno, eso es todo, nos leemos la próxima.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top