IV. Trato.

IV. Trato.

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Tomar el liderazgo de una compañía de mercenarios no fue tan complicado como esperaba, pero mantenerlos, eso es una historia completamente distinta. Ahora soy capaz de entender por qué en las grandes historias de fantasía los protagonistas solo tienen tres o cuatro acompañantes con ellos.

Darles alimento y posada es algo difícil cuando cincuenta tipos cuya labor principal es matar son a los que les tienes que dar eso. Así que es momento que decida el tipo de líder que quiero ser. Uno justo y comprensivo o un desgraciado que mate a sus seguidores solo por no seguir sus órdenes. Bueno, la respuesta es sencilla, ya fui un desgraciado en mi vida anterior y solo me dejó soledad. Así que lo bueno aquí será dirigirlos con puño firme, comenzando con los que solo piensan que tuve suerte por lograr sorprender a su jefe anterior

Pero antes de eso, debo enviar un par de cartas, creo que y se de un buen trabajo que nos de dinero y sacie la sed de sangre de estos tipos.

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—Muy bien, no debo ser muy listo para saber que hay muchos que no están de acuerdo conmigo tomando el liderazgo y cambiando el nombre. Por eso, les propongo un trato.

Saque todo el dinero, joyas y tesoros que eh conseguido en mis trabajos, incluso materiales raros, todo lo que tocará la avaricia de estos sujetos.

—Que aquellos insatisfechos den un paso al frente.

Creo que fue mala idea sacar todos mis objetos de valor, tener a cuarenta de mis cincuenta hombres al frente es algo desalentador.

—Bueno, el que me mate, se queda todo, liderazgo, mis tesoros, todo. Sin embargo, si gano, solo quiero una cosa de ustedes.

—Dejame adivinar, respeto.

Dijo uno de los mercenarios que salto al frente en cuanto propuse un trato.

—No, lo que quiero es que me sigan, no me ganaré su respeto humillandolos o haciendo que traguen lodo cada que los derribe. Solo pido eso, siganme y si gano su respeto más adelante, que así sea.

—Bien.

Dijo aquel mercenario con un bufido. Se trataba de una clase de hombre bestia, pero tenía características de un león albino, gruesa melena blanca con algunos tintes negros, cuerpo fibrado y definido, su arma principal era un hacha de dos manos.

Cuarenta guerreros contra un niño de trece, eso si que podría llamarse desventaja, pero no cuando se trata de mi.

Con solo desenfundar la espada, Zephyr ya se encontraba frente al león blanco que llevando el mango de su hacha defendiendo el ataque para después, elevando el filo de su rama intentar cortar al chico que lo atacaba quien se vio obligado a alejarse cuando un par de lagartos armados con cimitarras intentaron cortarlo con tajos a la cabeza y piernas.

Zephyr de nuevo tomó distancia, el claro de bosque donde se encontraban no era tan amplio, pero pensó que por la cantidad de enemigos estos también tendrían problemas, pero para su sorpresa se lograban cordinar de manera perfecta haciendo que el niño tuviera que ponerse a la defensiva debido a los constantes ataques que le impedían corregir su postura para comenzar a atacar.

Ninguno de sus enemigos estaba cometiendo errores por lo que se vio obligado a aumentar el ritmo.
Relajando su respiración, activó su ojo demoníaco, y comenzó a transmitirle magia para permitirle ampliar su rango de visión y tratar de predecir el próximo ataque, está vez sería un ataque mágico que trataría de congelar el suelo para hacerlo resbalar. Cómo lo habían visto evadir, ya sabían lo que haría pero de igual manera Zephyr pudo deducirlo.

Se quedó en el suelo sin evadir el ataque, vio como un par de hambres bestia lobo se lanzaban a atacarlo con lo que parecían guadañas. Cada una en uno flanco listos para decapitarlo. En apenas un pestañeo, Zephyr hizo volar el hielo con magia de viento, que uso al instante para recubrirse y comenzar a atacar.

Los lobos fueron los primeros, empuñó su espada y con sus manos solo cubiertas en unos guantes, golpeó ambos contra el suelo logrando dejarlos inconscientes en un cráter creado por sus cráneos.

Los próximos fueron los lagartos con cimitarras a los que golpeó en el estómago logrando sacarlos volando contra gruesos árboles.

Y así como si nada, sus cuarenta enemigos comenzaron a ser reducidos. Al menos una tercera parte de ellos hasta que el león tomó el liderazgo comenzando a mover a los mercenarios para frenar los ataques de Zephyr.

Con defensas mágicas, aumentos de defensa mismos y curaciones lograron frenar los ataques de Zephyr quien de nueva cuenta tuvo que tomar distancia debido a los constantes ataques magicos.

—¡Ataquen sus flancos! Y comiencen con las tácticas terrestres.

Zephyr alcanzó a escuchar las indicaciones del león y rápido se vio obligado a evadir ataques de hombres bestia tipo caballo e insecto que se habían movido rápido a su posición.

Salto retrocediendo y recuperó su postura solo para sentir el suelo moverse bajo sus pies y después este agrietarse dejando ver a un hombre topo que sujeto sus piernas para que el león se moviera a gran velocidad al tiempo que ajustaba su postura para lanzar un ataque con su hacha.

Zephyr se impresionó por la táctica, seguro y era algo planeado, pero no dejaba de impresionarsd ya que su ojo demoníaco no había captado cambio alguno bajo sus pies por lo que también debía aprender de eso.

De nuevo, controlando su respiración, dió una patada logrando sacar al topo de la tierra y lanzarlo contra el león quien evadió a su camarada pero no contó con Zephyr también yendo al frente para encarar al león quien solo vio llegar el puño de Zephyr directo a su boca para terminar en el suelo apenas conciente.

Con su líder improvisado derribado, el resto fue un poco más sencillo para Zephyr, le tomo treinta minutos más derribar al resto de enemigos, pero al fin tenía a todos lo que respondieron a su reto en el suelo.

Zephyr tuvo que arrancar su capa así como los trozos de su armadura de cuero que había sido alcanzada con tajos o ataques magicos. Terminó quedando solo en una camisa negra de algodón que tenía ligeros cortes.

—¿Y bien?

Dijo sentándose junto al león quien solo miraba al cielo que poco a poco se volvía de un tono naranja.

Tomó un paño de sus bolsillos y seco el sudor de su frente para también mirar el cielo.

—Un trato es un trato.

Dijo el león y Zephyr procedió a extender su mano hacia el para comenzar a curar su nariz herida.

—¡Todos los heridos que puedan ponerse en pie ayuden a quienes estén más heridos y formen una línea para sanarlos!

Ordenó Zephyr poniendose de pie para también ver cómo el resto que no habían peleado, ya tenían el campamento listo.

Después de una mañana tan movida, se sentía bien relajarse con un plato de sopa caliente y buena compañía, o eso me gustaría decir pero todos me siguen apartando ¿Qué hago mal? ¿Tal vez debí matar a unos cuantos?

—Eras Zephyr ¿Verdad?

Levanté la cabeza para ver al león acompañado de uno de los lobos y uno de los lagartos.

—Si.

No dijeron nada más y tomaron asiento formando un pequeño círculo.

—Soy Hir-ya.
se presentó el león.

—Zirla.
Uno de los lagartos que por su tono de voz creo que es hembra.

—Iowe.
Dijo el lobo para después comenzar a comer.

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Cada día después de aquella pelea, cada vez más se unían a comer con nosotros hasta que los cincuenta formaban círculos cercanos al nuestro para poder comer juntos, poco a poco todo se volvió más divertido, pequeños trabajos en diferentes unidades para saber cómo se desarrollaban en combate.

Todo se volvió perfecto, nos hicimos de un nombre, los trabajos no dejaban de llegar y la unidad de la compañía se volvió tan cercana que ya éramos como una familia tercermundista, viviendo apretados pero felices.

Al menos hasta que respondieron mis cartas.

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El entrenamiento había sido mucho mas complicado de lo que había esperado, el maestro de Ghislaine parecía estar obsesionado con también vencer al dios dragón, incluso parecía tener algún tipo de estrategia o al menos una idea para hacerle frente.

Creo que solo por esa razón decidí afrontar todo el infernal entrenamiento por el que eh estado pasando.

Siento que me vuelvo más fuerte, pero aún no soy capaz de superar la técnica del dios del agua, que me falta calma dicen, pero simplemente no soy capaz de centrarme en algo más que no sea atacar hasta ver a mi enemigo caer.

Han pasado un par de años desde que llegué, no estoy del todo segura, son pocas las noticias que llegan hasta aquí. Lo único que eh escuchado es como todo lo que ocurria en la zona de Conflicto por fin llegó a su final. Estoy feliz por eso y solo deseo que cada uno de los que levanto su espada ahí haya tenido una muerte horrible. Ahí abusaron de mi madre y masacraron a mi padre, así que solo deseo que hayan muerto de la manera más degenerada posible.

—Eris.

Escuché a Ghislaine llamarme.

—Ya debemos regresar. Continuaremos mañana por la mañana.

—Bien.

Creo que de no ser por Ghislaine ya hubiera matado a alguien en este lugar.

Los veinte minutos de camino entre la cascada helada y el santuario son los más apacibles, caminar junto a Ghislaine, a pesar del silencio, tiene la capacidad de darme una calma que no recordaba.

—¡Ghislaine! ¡Eris!

Nina corrió en nuestra dirección con una expresión de horror en el rostro.

—¿Que ocurre Nina?

Pregunto Ghislaine con preocupación.

—V-Vino un sujeto preguntando por ti, Ghislaine. Dijo que tenías algo que era suyo. M-Mi padre lo reto a un duelo y-y no pudo vencerlo.

No puede ser, quien podría vencer a Gal Farion. Ghislaine comenzó a correr y Nina y yo detrás de ella, las tres con las manos en nuestras espadas.

Entramos en el gran salón solo para ver a Gal Farion con su propia espada clavada en su pierna derecha.

—Maestro

Ghislaine llegó a su lado y Nina y yo de igual forma, sus heridas no parecían graves, pero si profundas.

—Mientras no se mueva está fuera de peligro. Se desangrara si no es tratado rápido.

Esa voz, era tan gélida que mi corazón comenzó a latir como aquel día en el paso congelado. Al girar a verlo, ahí estaba, esa maldita sensación de miedo y frío que me dejaba en el suelo como si tuviera raíces por pies.

No podía ver sus ojos pero ese cabello blanco, su abrigo largo blanco con detalles negros junto a esta jodida sensación de miedo, estoy segura de que es el.

—¿Quien eres?

Ghislaine pregunto cómo si nada, espera, ¿no debería estar paralizada también?

Entonces, si puedo moverme, ¡Puedo atacar!

Eris sujeto con firmeza el mango de su espada y se lanzó al ataque a gran velocidad.

—¡Eris no!

Gritaron Ghislaine y Nina, pero fue demasiado tarde, aquella figura de largo abrigo blanco levanto sus puños para tomar por las muñecas a la chica pelirroja, desarmarla y lanzarla de vuelta a la loba negra y Nina Farion las cuales estaban en shock, pero no por el ataque a Eris, sino por como aquella figura ya estaba frente a Ghislaine quien no se veía capaz de sacar su arma a tiempo.

—¿Aun tienes mi espada?

Preguntó mientras se quitaba la capucha del abrigo que solo dejaba ver rastros de cabello blanco. Cuando terminó de retirar la capucha, los ojos de Ghislaine se abrieron con sorpresa en primer lugar y terror después de ver bien los ojos azules de quién estaba frente a ella, podía jurar que era la misma mirada que había visto en

—Zephyr.

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Este capítulo es para todos aquellos que tuvieron fe jajaja.

En fin, espero que les guste, nos leemos la próxima, que no tomara tanto tiempo así que no desesperen y sigan teniendo fe.

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