Capítulo VII: Reencuentro en la Nieve.

Capítulo VII: Reencuentro en la Nieve.

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La nieve crujía bajo mis botas, había tenido que bajar de mi caballo cuyo nombre ahora sí que debía pensar con mucho cuidado; íbamos a estar recorriendo un largo camino juntos como para solo llamarle caballo, aunque a decir verdad, tengo miedo de tomarle cariño y perderlo, justo como a los demás.

Mientras avanzaba por el sendero helado que me llevaba al norte. Había dejado atrás el reino de Shirone, con la sensación de que mi venganza estaba completa, pero la oscuridad que había desatado aún persistía en mi mente.

La masacre en el castillo de la familia real había sido necesaria, o eso me repetía una y otra vez. Pero las imágenes de sangre derramada y el sonido de espadas chocando seguían atormentándome. ¿Había valido la pena? ¿Había encontrado paz al derramar sangre que visto desde otra forma hubiera sido llamada inocente? No, para nada, no había logrado nada más que romper mi espada, derramar sangre y llenarme de olor a metal que parecía que no podía dejar atrás.

Seguía en mi camino, sintiendo como mis botas habían dejado de crujir en la nieve para pasar a hundirse en la suavidad de la nieve, lo mismo era para mi acompañante, sus patas se hundían con facilidad, creo que ambos ya nos comenzamos a agotar, pero al menos aún éramos capaces de avanzar, con cierta dificultad, pero podíamos avanzar.

Suspiré, no exhausto sino con hastío por la nieve que parecía indomable, solo seguir era lo que teníamos, no había lugar alguno donde pudiéramos descansar y debíamos aprovechar antes de que una ventisca pudiera caer sobre nosotros, no se porque, pero lo único que recordaba en ese momento, con el frío picando en mi nariz, eran las historias de Ghislaine cuando recién se convirtió en aventurera buscando sobrevivir.

Gracias a eso, mis pensamientos se volvieron hacia Ghislaine. La última vez que nos vimos, su ira fue comprensible. Había cometido un error, uno que no podía deshacer, por mi culpa murió el señor Sauros y no había manera en la que pudiera negar eso, ella había logrado liberarlo, pero solo un error mío fue suficiente para hacer que el viejo muriera frente a mis ojos y ella me lo hizo saber con un puñetazo que aún sentía resonar en mi mejilla.

Ghislaine, mi maestra, la persona que me había enseñado las artes de la espada y la táctica en batalla. Mis pensamientos me habían golpeado como un recordatorio constante de mis errores. ¿Cómo me recibiría ahora? ¿Habría perdido su respeto? Era probable, la fuerza con la que me golpeó, logrando atravesar mi Touki aunque claro, era más débil en ese entonces, pero aún así, me hizo daño tanto físico como emocional.

Decidí dejar de lado mis pensamientos cuando el viento frío mordió mi piel mientras avanzaba. El paisaje se volvía más desolado a medida que me adentraba en tierras aún más frías. Reflexioné sobre mi propósito actual: llegar a la tierra sagrada de la espada y buscaría a Ghislaine, no solo por la espada que podría resistir mi poder, sino también para enfrentar mi pasado y a mi maestra, ¿Pero en serio quería eso, quería enfrentarme a ella y que me dijera de manera clara que no volviera a cruzar mi camino con el de ella? Si soy honesto conmigo mismo, creo que no sería capaz de soportar eso, siento que ya he sufrido demasiado.

Seguir pensando en que debía hacer solo me hizo cuestionar si mis sentimientos hacia Ghislaine eran meramente de admiración y respeto, o si algo más había crecido en mí. A lo largo de los años de viaje juntos después del cataclismo magico, había conocido su fortaleza, su nobleza y por supuesto, su belleza, que fuera con ese conjunto tan revelador a todos lados hacia difícil no fijar mis ojos en sus bellos y bien dotados encantos femeninos que se veían resaltados por su piel morena y su cuerpo atlético, carajo se supone que estoy teniendo un razonamiento profundo, debo concentrarme o me perderé en mis recuerdos de esos grandes y firmes ¡Carajo!
Vi todo lo mejor de ella, sin embargo, también había visto su dolor y su ira, no solo la vi, la sentí en carne propia. Comencé a preguntarme si lo que sentía era algo más profundo, algo que trascendía la admiración de un estudiante por su maestra.

Los recuerdos de nuestros momentos juntos flotaban en mi mente: las lecciones en la espada, las conversaciones junto al fuego, y la mirada de Ghislaine cuando me reprendía con dureza pero también con amabilidad. En mis recuerdos, a pesar de que se supone deberían estar Eris y Rudy, solo parecíamos ser nosotros dos, incluso en los momentos más trágicos como lo fue viajar con la señora Hilda, mis memorias solo se dirigían a Ghislaine y los sentimientos que comenzaban a surgir por ella.

A medida que avanzaba por el sendero helado, mi corazón se debatía entre la culpa y la esperanza. ¿Cómo sería nuestro reencuentro? ¿Podría enfrentarla y enfrentar mi pasado? Mis pensamientos se perdían en el paisaje nevado, mientras el viento seguía susurrando preguntas sin respuesta.

La tierra sagrada de la espada se acercaba, y con ella, un futuro incierto y un reencuentro que podría cambiarlo todo. La nieve continuaba cayendo, cubriendo el camino detrás de mí y marcando el camino hacia adelante. Mientras avanzaba, una pregunta seguía resonando en mi mente: ¿Quién era yo, y quién sería después de este reencuentro con Ghislaine?

La nieve caía en copos densos mientras avanzaba por el sendero helado en dirección a la tierra sagrada de la espada. El viento gélido soplaba a mi alrededor, y la quietud del paisaje me hacía sentir una sensación de soledad y reflexión.

Pero esa tranquilidad se rompió cuando un rugido gutural se alzó en el aire. Ante mí se alzaba una manada de osos de nieve, criaturas imponentes con pelaje blanco que se camuflaban perfectamente en el entorno invernal.

Mis ojos se estrecharon al ver la amenaza que se avecinaba. A pesar de estar en el norte, esta era la primera vez que me encontraba con estas bestias. El líder de la manada, un oso de nieve masivo con garras afiladas, se alzó en posición de ataque, sus colmillos al descubierto. Los otros osos le siguieron, listos para el combate. Sabía que no había espacio para el miedo. Mis años de entrenamiento y el poderoso Touki que ardía alrededor de todo mi cuerpo me habían preparado para enfrentar situaciones como esta sin mencionar mi ojo que me daba ventaja en el campo de batalla dejándome ver a todos los enemigos así como sus ataques permitiendome esquivar con facilidad.

Con un movimiento rápido, desenfundé mi espada rota. A pesar de su apariencia deteriorada, la hoja seguía siendo afilada, y confiaba en ella. Enfoqué mi Touki en mis puños cuando el trozo de metal en mi mano derecha comenzó a fallar en los cortes que daba, gracias al Touki en mis manos logré sentir cómo la energía fluía a través de mis extremidades.

Una sensación de calma me envolvió mientras los osos avanzaban. El líder de la manada se abalanzó primero, pero con reflejos felinos, esquivé su ataque y respondí con un corte preciso de mi espada rota. El pelaje blanco del oso se manchó de sangre mientras caía al suelo. Los otros osos continuaron su avance, rugiendo con ferocidad. Los recibí con movimientos fluidos y precisos. Bloqueé los ataques de las garras con mi espada, desviando las embestidas de los osos. Mi Touki me proporcionaba la fuerza y velocidad necesarias para mantenerme un paso adelante de mis oponentes.

Con calma y destreza, lancé puñetazos potentes que enviaban a los osos tambaleándose. Uno por uno, fueron cayendo ante mi habilidad en el combate. El líder de la manada yacía inmóvil en la nieve, y el último oso de nieve se retiró, temeroso y herido. La escena quedó en silencio una vez más, solo interrumpida por el viento y la nieve que continuaba cayendo. Miré a los osos abatidos y suspiré.

Había prevalecido en el enfrentamiento, pero me pregunté si era una señal de que mi camino hacia la dichosa espada estaría lleno de desafíos y peligros aún mayores. Empuñé mi espada rota con firmeza y proseguí por el sendero, sabiendo que la tierra sagrada de la espada y mi reencuentro con Ghislaine estaban cada vez más cerca.

Después de varios metros más, al fin llegue a un camino donde la nieve dejo de ser problema. Un camino hecho con piedras me daba guía hacia lo que parecía ser un enorme templo de estilo japonés. Podía decir con facilidad que ahí debía encontrarse Gal Farion. Si era tan poderoso como Orsted dijo, tenía que hacer uso de la técnica que me enseñó.

Las puertas del templo son enormes, podría decir que la menos diez metros y estoy seguro que no me equivoco. Entro a la enorme sal y ante mi visión mejorada, soy capaz de ver a lo lejos a Gal Farion, sentado en lo que se podría definir como un trono, con una sonrisa confiada y su espada descansando en su lado derecho.

—¿Buscas entrenamiento? No recibo a cualquiera.
Habla con su voz imponente y serena.

—No, estoy buscando a una Reina de la Espada llamada Ghislaine. Tiene algo que me pertenece.

—Oh si, Ghislaine. Supongo que una espada. Volvió con armas extra y una estudiante nueva.

—Solo estoy interesado en la espada, no en su vida. Así que si puedes hacer fácil y rápido esto para los dos, ¿Podrías decirme dónde está?

—No lo creo. Ghislaine es una de mis estudiantes favoritas. Si sabes a lo que me refiero, ¿Verdad?

Estoy seguro de que quiere provocarme y ahh hijo de puta si está funcionando.

—Ya te lo dije, no me interesa más que la espada.

—Oh bien, supongo que sí es así está bien. No podría dejar que se vaya contigo. Esas tetas y ese culo en verdad son celestiales. Créeme, cuando se trata de sexo, ella es una diosa de la espada de carne.

No te dejes llevar, solo dice mierda.

—Ya te lo dije...

—¿Sabes algo? A pesar de que la he usado tanto, su coño sigue tan apretado como la...

no resistí mas y me lance contra el con tal fuerza, con tanta maldita furia corriendo en mis venas que el suelo debajo de mi estallo y el viento fue cortado solo con ese avance.

Sin armas, solo mis puños, como lo haría un hombre contra maldita puta basura. Mi puño derecho está escurriendo sangre por la fuerza con la que estaba presionando. Estaba por impactar mi puño que escurría mi líquido vital y estaba envuelto en viento y rayo contra su maldita boca, pero alcanzó a defenderse colocando su espada frente a el, supongo que pensó que todo le saldría bien ya que seguía sonriendo, tal vez pensó que mi brazo sería cortado a la mitad con el filo de su espada y si que sentía como cortaba pero podía aguantarlo hasta llevar mi puño a su cara, pero de nuevo esquivó para que mi golpe terminará por destrozar su mierda de trono y parte del suelo dónde estaba.

—Ya imaginaba que esto sería divertido.  Esa mirada muerta y tu atuendo son parecidos a los de Orsted. Si soportarse mi filo debiste haber entrenado con el, así que espero que seas capaz de entretenerme.

El santuario resonaba con la intensidad del enfrentamiento entre Zephyr y Gal Farion. La sala de entrenamiento, envuelta en una penumbra iluminada por destellos de magia, presenciaba la colisión de dos fuerzas poderosas.

Gal Farion, el Dios de la Espada, se erguía con majestuosidad, su figura imponente destacándose contra el fondo oscuro. Su espada, que a Zephyr le parecía casi divina, se encontraba parpadeando con una luz celestial, reflejando la maestría que poseía en el arte de la espada.

Zephyr, por otro lado, estaba envuelto en un aura ardiente. El Tōki fluía a través de sus puños, y los torbellinos de viento y rayo se formaban a su alrededor. Con cada respiración, su determinación se manifestaba en la energía que emanaba de su ser.

El choque inicial fue como el rugir de un trueno. Espada y puño chocaron con una fuerza que resonó en todo el santuario. Los destellos de energía iluminaban la sala, revelando el enfrentamiento épico que se desarrollaba.

Gal Farion atacaba con una gracia divina, sus movimientos eran precisos y mortales. Cada tajo llevaba consigo la promesa de un golpe devastador. Pero Zephyr, alimentado por la ira y la necesidad de causar el mayor daño posible a Gal, respondía con una agilidad felina. Esquivaba los ataques con movimientos fluidos, anticipando cada movimiento del dios de la espada.

En un giro sorprendente, Zephyr canalizó su Tōki en sus puños y lanzó un puñetazo cargado de energía. Gal Farion bloqueó con su espada, pero la fuerza del impacto lo hizo retroceder unos pasos.

La sala tembló con la magnitud de la colisión. —¡Zephyr! !Ese es tu nombre! ¡¿Cierto?! —gritó Gal Farion, su voz resonando como un trueno directo en sus oidos. Zephyr solo frunció más su seño, sintiendo como con solo escuchar la voz de Gal, su sangre hervía y la necesidad por destruir su cara aumentaba. —¡Cierra la boca! —Zephyr grito, intensión asesina en cada una de sus palabras. —Hahaha ¡Ella siempre grita tu nombre! ¡Es molesto pero por tenerla en mi cama puedo soportarlo! Zephyr se quedó como piedra al escucharlo, Gal Farion no perdió su oportunidad y apunto directo al cuello de Zephyr con la intención de decapitarlo. Sin embargo, Zephir detuvo solo con sus dedos la hoja de Gal Farion el ataque pareció ignorar el cuello de Zephyr para aparecer un enorme corte al otro lado de donde se detuvo el arma.
—Callate. Gal Farion retrocedió al ver la mirada asesina y llena de muerte de Zephyr quien se lanzó al ataque de nueva cuenta.

La batalla continuó con una ferocidad aún más intensa. Los ataques se movían a velocidades que desafiaban la percepción. Cada impacto generaba ondas de energía, haciendo que las paredes del santuario vibraran.

Zephyr, decidido está vez a matar a Gal Farion solo con sus puños, canalizó su Tōki de manera intensa. Su cuerpo comenzó a brillar con una luz sobrenatural mientras el viento y el rayo se entrelazaban a su alrededor. Un aura deslumbrante, —El "Aura del Dios Dragón" —Incluso un dios de la espada como Gal Farion se vio intimidado, pero emocionado por el reto al ver que esa extraña aura envolvía al joven guerrero que encantaba.

Gal Farion, impresionado por la transformación, elevó su espada con seriedad.

—De verdad entrenaste con el Dios dragon. Esto en verdad será divertido.

El enfrentamiento alcanzó su punto álgido. Cada puñetazo de Zephyr llevaba consigo la fuerza de un dios. La sala se llenaba con el estruendo de la batalla con toques casi divinos. Gal Farion respondía con cortes hábiles, su espada trazando arcos luminosos en el aire.

En un momento crucial, Zephyr desató una ráfaga de viento y rayo concentrada en su puño derecho. El impacto hizo retroceder a Gal Farion, pero el dios contraatacó con una serie de movimientos rápidos. La sala se convirtió en un campo de batalla caótico, donde la realidad y la fantasía chocaban en un choque violento.

La lucha continuó, con Zephyr y Gal Farion intercambiando golpes poderosos. El joven guerrero canalizaba su Tōki con cada puñetazo, mientras que el dios de la espada respondía con tal maestría que parecía tener siglos de experiencia.

En un momento de pura intensidad, Zephyr se sumergió en el "Aura del Dios Dragón" con una explosión de energía. Sus movimientos alcanzaron una velocidad sobrenatural, esquivando cada ataque de Gal Farion y respondiendo con una ráfaga de golpes imparables.

Finalmente, un puñetazo colosal envuelto en energía tal energía letal se estrelló contra Gal Farion. El dios de la espada cayó al suelo dónde Zephyr tomó su espada para atravesar las extremidades de Gal Farion y después hacer cortes que comenzaron a sangrar profusamente, lleno de cortes y cubierto con sangre pero con vida. La sala se sumió en un silencio roto solo por la respiración agitada de Zephyr.

Estaba agitado, y cuando su Aura del Dios Dragon termino, su cuerpo estuvo por colapsar, el cansancio y las heridas que hasta ahora observaba que había sufrido comenzaron a debilitarlo, sin embargo, la llegada de Ghislaine junto a Eris lo mantuvo en pie, no quería que su maestra lo viera caer de rodilla y mucho menos se mostraría débil ante Eris, jamás ante ella.

Ghislaine, Eris y un chica que desconocía, pero tenía cierto parecido con Gal Farion, aparecieron en el amor me salón solo para ver el estado de Gal Farion.

Eris se lanzó para atacarme, mi sangre de nuevo hirvio con furia, ¿Cómo mierda se atrevía a atacarme ahora? ¿Es que no me había hecho suficiente daño ya? Tome sus muñecas y presione, podría haber destrozado sus manos pero pude recordar a esa pelirroja que hacía coletas para pedir un favor, solo la desarme y golpee en su estómago lanzando la en dirección a Ghislaine y La otra chica, creo que dijeron algo, pero lo ignore debido a mi enojo. Usando lo que ya parecía una habilidad patentada mia, use viento para moverme a mayor velocidad llegando frente Ghislaine, justo frente a ella.

Antes de la pelea, antes de que Gal Farion dijera todo eso, ya fuera mentira o no; antes de todo eso tenía la intención de hablar con ella, disculparme, incluso decirle lo que sentía. Lo supe en medio de la batalla, lo supe cuando las palabras de Gal Farion me lastimaron tanto que me paralice. Sentía algo por Ghislaine, creí que solo era fascinación de un alumno por su maestra, pero no era así, estaba enamorado de ella, de su fuerza, de su ingeniudad, de su cuerpo, de su fortaleza, todo de ella me gustaba, pero ahora, si ya no quería que doliera, tenía que hacer lo mismo que con Eris, enterrar esos sentimientos en lo más profundo de mi ser y olvidar los hasta que dejen de doler.

—Ghislaine, ¿Aún tienes mi espada?


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Nuevo año, nuevo capítulo pibes, la verdad es que ya lo tenía, pero me hice tan pendejo, si, aún más, que decidí esperar solo un poco jajaja.

Bueno, espero que les haya gustado, díganme que les parece y eso, nos leemos la próxima.

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