IV. El Continente Demoniaco II.
IV. El Continente Demoniaco II.
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El viaje había sido pesado, las noches son increíblemente frías y los días ardientes como supongo esta el infierno. Los ataques de los monstruos eran en gran cantidad. Nos atacaban de manera constante, pero Eris y el señor Ruijerd se encargaban de todos los monstruos sin que yo tuviera que atacar, no es como si quisiera hacerlo, pero comenzaba a sentirme como una carga.
En fin, después de varios días de viaje en los que la rutina solo era caminar, pelear, despellejar monstruos, comer y dormir; conseguimos llegar a un muy silencioso asentamientos que usaba caparazones de tortugas gigantes para vivir bajo ellas, eso en verdad era muy llamativo. Llegamos a lo que parecía ser la entrada al pueblo y pude ver a un chico que se veía muy joven.
«Rowin, ¿podemos tomar un pequeño descaso en el pueblo?» Pregunto el señor Ruijerd a aquel chico que de cierta manera se me hacía familiar.
«Ruijerd, sabes que no puedo hacer eso tan fácilmente. Además, ¿Quiénes son esos niños?» Preguntó mirándonos para después observar al señor Ruijerd quien nos miró de manera breve para después volver su mirada.
«Los encontré en el desierto, al parecer se vieron envueltos en algo que los envió hasta aquí. Tienen que volver a su hogar así que me encargaré de que lleguen seguros». Explicó nuestro inesperado protector mientras aquel chico suspiraba rindiéndose para colocarse en guardia con su espada en mano nuevamente mientras dejaba que un niño se acercara a Ruijerd quien comenzó a juguetear con el.
«¿Ehm Señor Ruijerd?»
Dejó de jugar con aquel niño para mirarme, creo que notó mi preocupación por lo que solo sonrió para volver a jugar con aquel niño.
«Ellos se comunican por telepatía, deben estar hablando de la situación en este momento, solo nos queda esperar.»
Me respondió, en verdad el señor Ruijerd es muy perspicaz.
«Bien, el jefe da la aldea los recibirá. Síganme.»
Comentó Rowin para comenzar a guiarnos. Mientras caminábamos por la aldea, Eris estaba encantada por la naturaleza desértica y peligrosa de una planta que devoró con facilidad lo que parecía ser un murciélago, aunque no estoy del todo seguro, pero era algo muy peludo. Aunque tampoco puedo culparla, era fascinante ver todo dentro de aquella aldea.
Los enormes caparazones tenían ventilas en la parte superior que también daba paso a la luz. Tenían sus propios cultivos y sistema de agua, era muy austero, pero funcional y supongo que gracias a ser una zona árida, aunque sea tener esa poca cantidad de agua era algo bueno.
Admito que todo eso era maravilloso, pero lo que más llamaba mi atención era la increíble cantidad de Roxy's en la villa, eran demasiado parecidas a mi hermosa maestra, pero no podía ceder a ellas, ¡le seré fiel a mi diosa Roxy!
«Aquí estamos.»
El grupo entró a donde se encontraba el jefe de la villa solo para ver como el estaba preparando todo para crear una fogata dentro de aquel caparazón. Con un gesto de la mano nos dio permiso para tomar asiento, aunque no entiendo en donde ya que solo había piso por lo que seguimos a Ruijerd quien se sentó. No lo había notado, pero aún seguía con aquel niño pequeño, parece que ambos estaban muy divertidos.
«Rowin me explicó lo ocurrido. Creo que la mejor forma en la que pueden volver a su hogar sería a pie mientras ganan dinero en el camino.»
Nos dijo el anciano, pero en verdad me causaba conflicto, lo mejor sería viajar en barco ¿no? Nos ayudaría a reducir el tiempo de viaje.
«¿No sería mejor ir en barco?» Tenía que preguntar.
«Imposible, la gente de los mares controla todas las rutas, así que solo algunas son permitidas. Aparte de ser muy reducidas no les ayudarán a llegar rápido a su destino, solo los llevará a ciertos puertos.» Comenzó a hablar el anciano comenzando a encender el fuego ya que la noche comenzaba a caer, sí, incluso el clima era extraño en el continente demoniaco. En cuanto cayera el sol, no tardaría en surgir una agresiva noche. «Lo primero que deberían hacer es ir a la ciudad cercana, Ricaris. Después, ir al puerto de Wenport para poder dirigirse al continente Millis. Deberán cruzar por Millis y entonces podrán llegar al continente central.»
¿En serio? ¿Solo podemos ir a pie? Nos tomará mucho poder cruzar el continente demoniaco.
«Y unos niños como ustedes lo tendrán aún más difícil. Por no mencionar el dinero, necesitaran para poder tomar un barco en Wentport.»
Ya lo tenía en mente anciano, deja de poner más presión sobre mi.
«Lo se, pero no se preocupe, puedo conseguir dinero.»
«No tiene que preocuparse por eso, los llevaré al continente de Asura.» Había olvidado al señor Ruijerd. Posiblemente nos traerá más problemas, sobre todo viajando con un Superd.
«Pero Ruijerd, tu no puedes entrar a las ciudades.» ¡Lo sabia! ¡Solo será más complicado viajar junto a el! «Seguramente aún existen los grupos de caza que enviaron por ti hace cien años. No podrás protegerlos si no puedes ingresar a las ciudades.»
«Si algo les llega a suceder dentro de la ciudad, entonces mataré a todos para poder salvarlos si es necesario. »
El señor Ruijerd tiene unas ideas muy ...extremas. El viejo solo suspiró y comenzó a fumar de una pipa ¿De donde rayos la saco?
«Cuando se trata de niños dejas de actuar de manera racional. Así no serás capaz de cumplir tu objetivo.»
«¿Su meta?»
No pude evitar sentir curiosidad por lo que había dicho el anciano.
«Tiene planeado limpiar el nombre de los Superd.»
«¿Pero ...eso no es algo muy complicado? Después de todo los Superd atacaron a sus aliados durante la guerra, ¿no?»
«¡Eso es una mentira!» El señor Ruijerd gritó de manera agresiva, incluso me sorprendió que Eris siguiera dormida después de tal grito que más parecía un violento rugido. «¡Todo eso fue inventado por Laplace! El nos traicionó.»
Su voz fue más tranquila, creo que se dio cuenta de que estaba gritando y aquel pequeño niño que llevaba con el desde que llegamos podría llegar a despertarse.
«¿Podrías contarme más?»
«Tomará un tiempo.»
«Esta bien, Por favor, quiero saberlo, quiero comprender la historia detrás de esto.»
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Hace años, el Dios Demonio Laplace unió a todas las razas demoniacas en contra de los humanos. Los Superd trabajamos para el, bajo sus ordenes directas. Éramos respetados, guerreros poderosos y de gran honor. Pero, durante la guerra Laplace nos ofreció unas nuevas lanzas. No nos dimos cuenta en ese momento, pero se trataba de armas que estaban malditas.
Nosotros los Superd nacemos con una cola que con el tiempo se vuelve rígida hasta que se desprende y se convierte en nuestras armas, parte de cada uno de nosotros, nuestras almas. Sin embargo, dejamos de lado nuestras propias almas para poder confirmar nuestra confianza a nuestro señor, nuestra lealtad a Laplace.
Fuimos invencibles con esas lanzas, desgarramos a nuestros enemigos, ganamos batallas una tras otra, convirtiéndonos en ejércitos de una sola persona. Pero no nos dimos cuenta de que estábamos a punto de caer en la tragedia.
En cierto punto de la guerra, no fuimos capaces de distinguir a nuestros propios aliados. Asesinamos a todos los que teníamos a la vista. Esas malditas lanzas nos comenzaron a arrebatar todo lo que éramos. Cada uno de los aliados que habíamos tenido, todo el respeto y nuestro honor. Perdimos todo, absolutamente todo.
Antes de darnos cuenta, acabamos con nuestras propias familias, maté a mi esposa.
La voz del señor Ruijerd flaqueó. Amenazaba con quebrarse en llanto.
Yo ...yo, devore sus entrañas, la masacre, arranque sus extremidades. No deje nada de ella más que una bola pulposa de carne que aún emitía vapores.
Mi hijo me salvó, logro destruir la lanza maldita que nos dió Laplace. Pero solo pudo liberarme a costo de su propia vida, cuando volví en mi, cuando por fin reaccione, el solo me sonrió para después caer muerto a mis brazos.
Después de reaccionar, destruí todas las lanzas de nuestros guerreros. Pero la mayoría desapareció, nadie les impidió irse, sabíamos que no llegarían al suicidio después de saber lo que habíamos hecho con nuestras familias. Sobre todo, porque aún teníamos a un enemigo. Después de estar varios años oculto, tomé la lanza de mi hijo e intervine en la pelea entre los Grandes Héroes y Laplace. Después de atacarlo fueron capaces de acabar con el, pero aún así, la reputación de los Superd siguió igual. No importa si soy el único que queda, no dejaré que la reputación de los Superd terminé así.
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Que historia tan triste. Se que seguir de esta manera estaré bailando directo en la mano del Dios Humano, pero ya no me interesa. Necesitaba conocer esa historia, ahora estoy seguro que el señor Ruijerd es solo una victima de terceros, no voy a dejar que le sea negada un poco de paz.
«¡Señor Ruijerd! ¡Por favor permítame ayudarle! Usted nos protegerá fuera de las ciudades y nosotros dentro. Será dar y recibir para ayudarnos a cumplir nuestras metas.»
Extendí mi mano a el y la estrechó, parece que estaba de acuerdo con el trato.
(...)
El camino se había vuelto más peligroso, varias veces tuvimos que ocultarnos para evitar ser atacados. Ghislaine se había tomado muy en serio su promesa de mantenernos a salvo. Estaba cubierta de sangre y se le notaba cansada por lo que ahora mismo nos dirigíamos a una especie de aguas termales para poder tener un pequeño descanso.
En solo un día más cumpliríamos un mes de viaje constante y dos semanas de no tomar un baño, habíamos aprovechado para darnos un remojón cuando llovía, pero comenzaba a ser molesto que nuestra ropa siguiera con el mismo olor.
Cambiando de tópico, la señora Hilda comenzó a recuperarse lentamente. Aún no intercambiaba palabra con nosotros, pero con unos gestos, ya sea con su rostro o manos, era capaz de indicarnos algunas cosas. Ya no observaba a todos lados como si estuviera buscando a alguien. También, había algo que ni Ghislaine ni yo habíamos notado. La señora Hilda llevaba siempre en sus manos una pequeña joya que, cuando la vi, note que era la que normalmente usaba el señor Phillip como adorno en el cuello de sus finas camisa. No se si eso significaba que había aceptado la muerte de su esposo, pero creo que poco a poco estaba haciendo lo posible por salir adelante.
[...]
Por fin habíamos llegado a aquellas aguas termales que conocía Ghislaine, para mi sorpresa, eran muy elegantes. Supongo que los aventureros habían hecho lo posible para mantener en un buen estado aquel lugar.
Fuimos a un pequeño lugar en el que, sin pudor alguno, Ghislaine se desnudó para dirigirse a sumergirse en las aguas dando un lindo gemido felino que nos asombró a la señora Hilda y a mi. Que, hablando de la matriarca de cabellos rojos, me fui hacía otro lugar para que ella pudiera desnudarse sin que se sintiera incomoda. Cuando escuche de nueva cuenta el agua, pude ver como ya había entrado también.
Al saber que ambas ya estaban bajo el agua, hice lo mismo y cuando vi que se distrajeron, entre al agua. Me sentía incomodo al ser visto desnudo, no porque no estuviera mal dotado, de hecho, para tener diez años, era ...robusto. Supongo que ser hijo de Paul tuvo esa ventaja.
Hablando de Paul, ¿Cómo estarán todos? ¿Ellos también se habrán visto envueltos en aquel desastre? Solo espero que estén bien. Sobre todo Rudy y Eris. Si algo le pasa a ella, no creo que la señora Hilda sea capaz de soportar más. Confió en ambos, pero siguen siendo niños, por mas que Rudy sea un genio, hay cosas que no es capaz de hacer, solo debo ver mi cuerpo destrozado para saberlo. Por ahora confiaré en que Rudy cuidará de Eris, en cuanto la vea ...no puede ser que cuando comenzaba a sentirme más cautivado por ella haya ocurrido todo esto.
Había cerrado mis ojos, estaba lejos de Ghislaine y la señora Hilda para no incomodarlas, aunque en mayor parte por esta última, Ghislaine no parece muy preocupada por ser vista desnuda, bueno, viendo su vestimenta creo que es obvio.
«¿Qué te preocupa tanto?»
«Solo me preguntaba si mi familia se había visto envuelta en esto.»
«No te aflijas. Quizá Paul no sea alguien respetable, pero es un aventurero de renombre, puede mantener a salvo a Zenith y tus hermanas.»
«Si, eso creo.»
Sonreí un poco para abrir mis ojos notando como Ghislaine estaba de pie frente a mi, solo que inclinada hacía mi rostro. No pude evitar ver su torneado cuerpo, desde sus fuertes piernas con pequeñas cicatrices hasta sus marcados abdominales. Esta bien, no pienso mentir, no a ti mi hermoso lector, vi su entrepierna, sus labios para ser exactos y, para mi sorpresa, su vagina estaba adornada por una ligera mata de vellos platinados. Si es tan suave como su cabello, creo que se sentiría bien tocarla. No te preocupes, seguiré describiendo el perfecto cuerpo frente a mi, solo que no puedo evitar perderme en dicha perfección. Sus pechos eran lo segundo mas cercano a mi después de su rostro, eran grandes, muy grandes, aunque quizá se trataba de que seguía viendo el mundo con los ojos de un niño. Claramente no los toque, pero por su piel y el duro entrenamiento diario, estoy seguro de que son suaves pero firmes. Y por último, unos bellos pezones que contrastaban con su color de piel canela.
No dejaba de verla, pero la escuché sonreír con cierta diversión en su voz.
«Quizá eres mas parecido a Paul de lo que pensé.» Cuando dijo eso, rápido devolví mi vista a su rostro solo para ver que, efectivamente, estaba sonriendo.
Creí que regresaría con la señora Hilda quien frotaba su cuerpo quitando de su piel toda la suciedad posible. Mientras yo miraba en dirección de la señora Boreas, Ghislaine se colocó detrás de mi y me arropó en un abrazo que me tomó por sorpresa.
«No te preocupes, voy a protegerte y hacer que vuelvas a casa. Te lo prometo.»
Solo atiné a sonreír mientras dejaba descansar mi barbilla en sus fuertes antebrazos. Lleve mi mano sana a sus antebrazos y los acaricié mientras asentía con calma al tiempo que ella apretaba un poco más el abrazo, si, toco mi espalda con sus ahora comprobados suaves y firmes senos, sin embargo, en ese momento no sentí lujuria alguna, solo cariño hacía mi maestra que me demostraba lo mucho que me apreciaba haciéndome una promesa como aquella.
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Nuevo capítulo y con este cuatro actualizaciones seguidas, muchas más que el año pasado xD.
Como sea, espero que les guste y así. Nos leemos la próxima.
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