023
Ni me molesté en decirle algo. El silencio parecía lo único entre nosotros por el paso de los días. A veces ni siquiera lo veía, despertaba temprano y solo dejaba notas que con su letra me ordenaban a leer el libro escrito en ese trozo de papel. No importaba cuanto tiempo me tomara hacerlo, podían ser horas e incluso días enteros en mi habitación con el libro sobre mi regazo mientras la lluvia de la tarde se cargaba contra las ventanas, provocando ese sonido extraño que me relajaba y volvía imposible mis lecturas porque al final siempre me quedaba dormida.
Eso de la recompensa era una enorme mentira y él lo sabía, amaba jugar con mi mente hasta desbaratarme y hacerme creer cosas que llegaron a ser imposibles.
Había perdido todo forma de sentido común. Ahora todo estaba reducido al silencio de la casa y al montón de cosas que me vagaban por la cabeza sin ningún sentido obvio, así que mis instintos tomaron las riendas un momento. Lancé el libro sobre mi cabeza, escuchando el sonido seco y duro que sonó al chocar y caer al suelo, pero por si no fuera poco ese sonido perduró. No en la pared sino en la puerta de entrada.
Bajé como alma del diablo casi cayéndome en las escaleras, sin embargo pude llegar al frente para abrir la puerta y encontrarme con la única persona que podría darle un sentido a mi vida de monotonía y tormentos; Bastian. Dios, le debía una enorme disculpa después de lo qué pasó por culpa de Luke, lo había dejado sin explicaciones afuera de la casa, posiblemente hasta creyó que había jugado con sus sentimientos, era una maldita insensible.
—de verdad lo lamento— las palabras salieron de mi boca como un remolino imparable, deshaciéndose de su saludo.
—no pasa nada, de verdad— respondió encogiéndose de hombros con esa adorable timidez que lo caracterizaba—. Gloria me dijo que saliste con el señor Hemmings por algunos asuntos personales
Asuntos personales mi culo. Ese hombre era un hijo de puta a magnitudes astronómicas.
—espero poder recompensarlo
Negó con una mano ligeramente alzada. Por la mirada en su rostro supe enseguida que algo no andaba del todo bien, y es que si lo evaluaba todo minuciosamente me daría cuenta de que en verdad todo estaba mal, porque si no lo estuviera entonces Bastian habría ido a verme al día siguiente de lo qué pasó y claramente no hizo eso hasta semanas después.
—de todas formas quería decirte algo, bueno, aclararlo— ladeó cobrando un color rojizo en las mejillas—. ¿Recuerdas que dijiste que era una cita?— asentí—. Pues no creo que pueda haber nada entre nosotros con esa magnitud, Ivette
En cuanto quise abrir la boca alzó ambas manos parándome en absoluto solo para continuar con toda la letanía.
—en ese momento no consideré lo confundido que estaba, pero no sobre ti— siguió y siguió y la única verdad era que ni siquiera estaba enfadada, solo perdida—. Tu eres muy bonita y me gusta hablar contigo.
—¿pero?— alcé una ceja al verlo hacer una mueca
—tengo novio
Todo eso me cayó como balde de agua helada, atrofiándome los pensamientos como si de un corto circuito se tratara. Quizá había confundido una vocal en la oración, le pasa a todos.
—novia, tienes novia— instigué
—novio— corrigió mareándome el doble
No estaba mal que lo tuviera, eso de las parejas del mismo sexo jamás había sido un problema para mi, sin embargo eso era extraño, ya que no era algo que me pasara muy a menudo. Ninguno de los chicos con los que llegué a hablar me habían dicho algo similar, y en todo caso siempre se trataba de una mujer.
—vale— suspiré con una diminuta sonrisa
—¿te sientes bien? Estás muy pálida— recalcó con su mano en mi brazo
—¿si seguiremos siendo amigos, verdad?
No se porque pero tenía más pánico a perder a mi primer amigo que a un posible enamorado.
Sonrió de oreja a oreja.
—claro que si, esto no cambia nada
—cielos— resoplé sonriéndole de regreso—. ¿Crees que pueda darte un abrazo?— pregunté con una mueca y el labio inferior entre los dientes—. De verdad me vendría bien uno
—ven acá— tiró de mi mano atrapándome entre sus brazos, y aunque no se sintiera como Luke seguía siendo cálido—. ¿Días difíciles?
—no tienes idea— refuté
Todo por culpa de ese hombre que me proponía ignorar, pero siempre que lo veía era inevitable traer esos bochornosos recuerdos de sus labios por fin tocando los míos. Deshaciendo todo a su paso, volviéndome cenizas que difícilmente volverían a la normalidad.
—¿que coño crees qué haces, Ivette?
Mierda, ¿que hacía Luke tan temprano en casa?
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