022
Solté mis mejillas de su agarre, sosteniéndole firmemente la mirada, sin miedo de lo que fuera a pasar en fracción de segundos. ¿Que otra opción me quedaba? ¿Más castigos? Bueno, de eso estaba casi segura. Asintió con una mueca de disgusto por toda la cara, lo cual en realidad me era indiferente.
—me queda muy en claro que no eres para nada inocente, princesa— murmuró mordiéndose el labio inferior en algún burdo intento por callarse lo que restaba de la oración
Pero tan solo el hecho de verlo hacer eso volvía de mis pensamientos un completo desastre que tenía nombre e imagen; Luke Hemmings.
—y a mi me quedó clarísimo que te encanta jugar con las menores, Hemmings— siseé con una sonrisa
Intentaba provocarlo, llevarlo al estrés, obligándolo a hablar de todo lo que me había callado desde que pisé por primera vez esa casa. Se le notaba a leguas que yo no había sido la única de mi edad que había pasado por sus provocaciones, ni mucho menos por su manera tan formal de camuflajear el sexo. Una cajita de sorpresas que me encantaría descubrir en su totalidad, lastima que la llave estaba enfrente de mi con una sonrisa de picardía.
—¿eso crees?— se inclinó recargándose en ambas de mis piernas con sus palmas encendiendo esa parte de mi cuerpo como fuegos artificiales—. ¿Que te hace creer que se trata de eso y no de un juego limpio, cielo?
¿Limpio? Ese hombre no tenía nada de eso, era tan impuro y de mente tan sucia que costaría creerlo en primera estancia.
Enarqué una ceja con una leve sonrisa, encrespando un rizo de cabello entre mis dedos . Pero claro que por dentro era algo muy distinto. Tenía que mantener mis ojos lejos de la forma en que sus manos apretaban ligeramente y sus labios se movían al hablarme bajo, como si hubiera alguien en el sitio escuchándonos de cerca.
—tu dímelo— musité rozando sus labios con mi nariz
Dejó salir un suspiro de frustración ante mi provocación, sin embargo no se retiró, sino que apretó mis piernas distrayéndome de su aliento chocando contra el mío.
—te encanta incitarme, ¿no es así, jovencita?
—mira que si tú accedes a ello entonces no es mi culpa del todo— contrarresté burlándome en su cara
Sentía que me iba a desmayar, estaba tan cerca de él que podía hasta inhalar su loción. Solo quería pasar por eso viva y sin ninguna marca de por medio, aunque al jugar con el depredador nada me aseguraba que saliera sana y salva.
—¿vas a castigarme o no?— instigué con sorna
—¿quieres que te castigue?
Negué.
—¿entonces por qué me lo preguntas?
—porque siento que es lo sigue
Se relamió comenzando a trazar círculos sobre mis piernas, subiendo a mis muslos con un atisbe de diversión, el cual no detendría por lo bien que se sentía.
—¿sabes que esto está mal, Ivette?— cuestionó acercando sus labios a mi oreja, hablando tan bajo que erizaba cada parte de mi cuerpo.
Bien o mal ya no sabía realmente la diferencia, si eso estaba mal pero se sentía así de bien entonces que más me daba, solo lo sabríamos los dos, nadie más.
—apenas me conoces— reiteró
Por Dios, me había desnudado frente a él y ahora me conocía hasta los lunares, para mi eso bastaba. Mientras tanto el que yo llegara a conocerlo no se daría de la noche a la mañana, llevaría su tiempo y dedicación, sin embargo no sabía cuanto más podría pasar con él adueñándose de mis pensamientos de día y de noche.
Oculté el rostro en su pecho al sentir su boca en mi cuello, dejando besos húmedos y pequeños. Suspiré profundamente cerrando los ojos ante el inminente silencio y el calor de sus caricias en ese sitio tan estimulante, apreté la camisa entre mis manos moviendo la cabeza a un lado, dándole espacio. Sentí su sonrisa contra mi piel y eso terminó conmigo. Sus manos seguían en su sitio para cuando ese camino de besos subió por mi mentón hacia la comisura de mis labios, recargando su frente contra la mía en un intento de controlar las ganas de poseer mi boca.
—creí haberte dicho que no se repetiría— habló suavemente retirándome el cabello de la cara.
Al carajo con que se repitiera o no, necesitaba quitarme la curiosidad así tuviera que probar un centenar de veces.
Encontré el camino a sus labios al atrapar su labio inferior con los míos, iniciando un beso húmedo y bastante erótico a mi parecer. En cuestión de segundos su lengua tomó posesión de mi boca, deshaciéndome en mi lugar, haciéndome olvidar por completo mi habla, mis sentidos, todo. Intenté llevar mis manos a su cabello, consiguiendo que entrelazara nuestros dedos, colocando mis manos aprisionadas son las suyas a cada lado de mi cuerpo contra el sofá, profundizando el beso, volviéndolo todo un desastre de jadeos entrecortados.
Joder, definitivamente no veía venir esa parte de Luke.
Mi pecho se hundía al exhalar con dureza por la nariz, estaba olvidándome por completo de respirar, todo por culpa de su lengua jugueteando en mi cavidad, despertando a la mía a una experiencia más madura y completamente nueva. Lamió mi labio inferior mientras sus ojos me observaban completamente oscuros, escondiendo el bellísimo azul que alguna vez se paseaba en ellos.
Quería tocarlo, de verdad lo deseaba, pero sus manos me apretaron al notar la desesperación creciendo en mi mirada.
—cielo, si esto es lo que quieres entonces vas a tener que seguir reglas— sonrió con algo más que deseo—. Mis reglas. ¿Lo entendiste?
Asentí rápidamente recobrando el aliento después del mejor beso de toda mi vida.
—buena chica, probablemente te recompense pronto.
Dijo antes de besarme la mejilla y soltarme las manos.
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