Bebí de la copa dejando de lado el amasijo de nervios que subían desde mi pecho hasta la punta de los dedos en contra del helado cristal que reflejaba el tono carmín del vino.

Luke había pedido a domicilio algo de pasta con una salsa buenísima encima, y a pesar de haber llegado en moto la comida estaba intacta y aún caliente para su consumo. Me pidió que preparara la mesa de afuera, lo cual resultó sencillo hasta que me topé con una gigantesca araña que tuve que aplastar con la palma para después lavarme la mano con asco. Odiaba los insectos.

Ayudé también a sacar la comida y los platos, mientras que él terminaba de acomodar detalles afuera, como lo eran la iluminación y las dos sillas, una junto a la otra.

—está muy buena— elogié ocultando mi sonrisa al tener pasta en la boca

Sonrió de lado acercando su pulgar a la comisura de mis labios, limpiando el exceso de salsa que salía de mi boca. Por un momento mi mente impura pensó que se lo llevaría a la boca, sin embargo lo limpió en la servilleta antes de reanudar la comida.

—Luke— mencioné con un cosquilleo en la boca del estómago

Había tantas cosas de él que quería conocer.

—¿solo exportas vinos o haces algo además de eso?

—¿a que viene la curiosidad, linda?— cuestionó subiendo ese par de hipnotizantes orbes hacia mi. Hermoso—. ¿Algunas vez has oído que la curiosidad mató al gato?

Si, muchísimas veces, pero con él no me importaba averiguarlo por las malas.

—terminé de comer, supongo que podemos hablar

Entrelace las manos sobre la mesa dedicándole toda mi atención a aquellos ojos gélidos y rizos de ensueño. Su comisura se torció en una sonrisa socarrona antes de levantarse y ofrecerme su mano.

—quiero que veas algo— ofreció con tranquilidad

Tomé su mano con la mía sintiendo un remolino de sensaciones agolparse en mi estómago, no eran mariposas ni esas tonterías, era algo más, algo que ninguna chica debería sentir por un hombre mayor. Aunque irremediablemente Luke era el culpable de todo eso.

Me llevó adentro justo al lugar que me había dicho era una bodega para pintura y libros, pero no era todo. Al soltar mi mano y acercarse a descubrir los cuadros quedé embelesada por la belleza de los colores y la suavidad del tacto con el que cada trazo estaba hecho. Había cuatro cuadros, todos de una mujer desnuda en posiciones diferentes y que más allá de provocar morbo estaban ahí para impactar con su belleza.

—son bellísimas— musité acercándome lentamente hacia donde se encontraba el primer lienzo—. Supongo que está mujer significó algo para ti

—lo hizo en algún momento— correspondió detrás de mi, sosteniendo su tono masculino y grave que me erizaba—. Era mi musa

Me giré a mirarlo con un atisbe de inexplicable emoción.

—¿aún pintas?

Negó.

—la poesía es lo que me viene ahora, no obstante es complicado seguir cuando no tengo una motivación para llevar a cabo ninguna de las dos— se encogió de hombros acercándose a comenzar a cubrir las pinturas con las mantas blanquecinas.

Entonces lo pensé. Podía ser la musa de Luke, resultaría interesante y excitante ir por ese camino.

Entendía bien que apenas nos conocíamos, sin embargo estaba consciente de que todo eso era en nombre del arte y de su inmensa belleza al proyectarse correctamente.

Quería ser algo que pudiera proyectar eso.

—Luke— pronuncié en cuanto cubrió la última—. ¿Crees que podrías dejarme hacer esto?

Frunció el ceño. Si, no me había explicado bien.

—dejarme ser tu musa

Suspiró profundamente caminando con languidez hasta donde estaba de pie con las piernas temblorosas en espera de una palabra que se vio remplazada por sus dedos tocando mi mentón con suavidad.

—esa mujer es adulta, Ivette

—¿eso de verdad importa? Podría hacer un excelente trabajo, Luke— insistí tratando de ignorar la calidez de su roce—. ¿O es que acaso no soy lo suficientemente bonita?

—es que ahí está el conflicto— habló bajando el tono—, tu no eres solo bonita— continuó llevando su mano a mi mejilla—. Eres preciosa

—¿y donde está el problema?

—nena, no es donde está el problema sino a quien se lo vas a provocar.

Desde aquí empieza lo bueno.