016

Cumplió con su palabra. De alguna manera me sentí tan horrorizada que en cuanto quise levantarme y andar hacia la puerta me congelé de pies a cabeza por su figura extendiéndose delante de mi, pidiéndome con un rugido que fuera al sillón y pusiera mis manos sobre el recarga brazos, dándole a espalda a él y al insistente sonido del cuero chocando contra su mano mientras iba de lado a lado en la habitación seguramente examinando las partes de mi cuerpo que se retorcerían por el escozor.

—son cinco por vocabulario— formuló—. Más cinco por desobediente, nos da un total de diez

Apreté la tela del sillón con fuerza, sintiendo sus manos subir ligeramente mi camiseta para poder tomar el elástico de los pantalones.

—bájalo— murmuró contra mi oído mandando una ola imparable de escalofríos por mi espalda

¿Que más podía hacer? Ya estaba ahí y las opciones eran escasas, Luke siempre me dominaría en tamaño, edad y todo lo demás. Yo solo era un minúsculo punto en el infinito. Desabotoné los pantalones con manos temblorosas y los ojos aguados, lo que más odiaba al ponerme así era el asqueroso moco que salía como si hubiera comido chile por montones.

—esto pasa porque fuiste mala, cariño— limpió una lágrima ayudándome a quitar el botón del camino

¿Fui mala? ¿De verdad había dicho eso? Solo quería salir con alguien como una jodida adolescente normal, no le estaba pidiendo que me bajara el cielo y la estrellas, era algo banal y simple, algo que me negó con ojos cerrados, sin considerar que tenía voz y voto; me había ignorado.

—no fui mala, Luke— susurré con voz entrecortada logrando que me besara en la sien, posando su mano en mi mejilla sin señales de agresividad

—lo fuiste, rebelde y mala, y eso no me gusta para nada— se alejó bajando la mano con el cinturón—. Inclínate hacia adelante, ya sabes cómo funciona. Contaras los diez y si no lo haces se te suma uno más— escuché su voz ronca y profunda al posicionarse detrás de mi

Otra vez tenía la ropa interior puesta, por lo que me fie, a veces creía que cuando los niños se portaban mal y se les castigaba, la ropa interior disminuía el dolor aunque fuera un poco, sin embargo ese fue el peor error que mi mente cometió al asimilarlo. Chillé al contacto del material frío y duro golpeando mi trasero por primera vez, atiné a cerrar los ojos con fuerza víctima del terrible escozor que se extendía por el área. No quería volver a sentirlo, pero lo hice porque no conté, diablos, lo olvidé. Ese segundo me hizo enterrarle las uñas al recarga brazos.

—dos— balbucee incapaz de hablar bien por el nudo en mi garganta

—fuerte— espetó golpeando nuevamente con un golpe seco que me hizo gritar

—¡dos!— gimoteé subiendo la voz

Para ser honesta no sabía si llegaría siquiera a los cinco. Luke no era delicado ni mucho menos cuidadoso, era todo lo contrario, parecía que los castigos para él eran necesarios y lo disfrutaba, añoraba verme como estaba en ese momento; anhelante y sumisa.

Soporté los diez por obra maestra antes de tumbarme sobre mis rodillas con la frente en el sillón, deshaciéndome en llanto silencioso por el dolor tan abrumador que poseía mi cuerpo, agudizándose con cada latido y ardiendo como una vívida llama. Sus manos me sujetaron con ligereza por los brazos, sirviendo como apoyo al tener que subirme los pantalones. Solté un quejido por el ardor de la tela sobre los golpes y casi incapaz de mantenerme de pie por las temblorosas piernas me dejé caer sobre su pecho. Inmediatamente sus brazos me albergaron al levantarme del suelo ya que se estaba sentando en el sillón, acomodándome sobre su regazo de tal manera que mi nariz quedaba en la hendidura de su cuello, inhalando el dulce aroma de su colonia que por un breve instante me hizo ignorar el dolor y todo ese odio que estaba creciendo hacia él.

—no quiero tener que volver a castigarte, linda— dijo con voz baja al acariciar mi espalda

Te odio, Luke, de verdad.

Quería decirle eso, lo juro, pero algo me lo impedía, probablemente el hecho de que esas palabras podían no ser ciertas en su totalidad o que el llanto me lo volvía imposible. Se llevó una de mis manos a la boca besando mis nudillos con dulzura, un toque cálido que definitivamente ayudó a que dejara de llorar. Se estuvo mimándome por un rato, frotando mis brazos, pasando los dedos por mi espalda sobre la tela de la camiseta e incluso besándome la frente incontables ocasiones hasta que mi ritmo cardiaco se normalizó, calmándome los nervios y el hipo por el llanto.

—¿lista para ir a la cama, cariño?— preguntó recorriendo una hebra de cabello de mis ojos, teniendo una vista completa hacia mi rostro y mirada cansina. Se mordió los labios levantándose conmigo en brazos, siendo cuidadoso por algún movimiento en falso que me sacara un quejido del dolor—. ¿Puedes dormir así o te pondrás la pijama?

—sería horrible dormir con estos pantalones— farfullé adormilada por su calor y su aroma

Rió por lo bajo acordando con mis palabras. Al subir las escaleras y llegar a mi habitación logró recostarme. Lo siguiente fue escucharlo pidiéndome que le dijera en donde guardaba las pijamas, así que entre sonrisas infantiles le señalé un cajón, de ahí tomó un pantalón corto de color rosa, acercándose a mi para ayudarme a ponérmelo, lo que claramente indicaría que tendría que quitarme los pantalones y dejarlo verme en ropa interior. Oh bueno.

Me sentó al borde de la cama sacándome vaqueros ajustados, apreciando la vista que tenía al estar hincado frente a mis piernas. Sonrió de lado antes de ponerme los pantalones y volver a recostarme con un quedo beso en la mejilla.

—descansa, cariño

—descansa, Luke

Espera, ¿Por que carajo estaba sonriendo si se supone que lo odiaba?

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