015

Llegamos a casa más tarde de lo que pensaba, ayudé a Luke a bajar la caja de libros de historia que me había conseguido, según él en el fondo había géneros que me gustarían porque era joven y esas cosas, y la verdad me pareció tierno que quisiera preocuparse por mis malos hábitos al sentarme a devorar un libro.

—buenas tardes, señor Hemmings— saludó Gloria sosteniendo su bolso color lavanda a punto de irse a su casa—. Oh, mi niña, creí que te habías marchado— intuyó con un atisbe de melancolía

¿Irme a donde? Ni siquiera conocía el lugar, resultaba muy fácil que de tan solo dar un paso me perdiera y jamás viera la luz del sol.

—la llevé conmigo, está bien— se acercó a la mujer besándole ambas mejillas, y ante la notoria caja que ocupaba sus manos ella abrió la puerta de entrada.

Abracé a Gloria con una media sonrisa teniendo intenciones de caminar a mi habitación, tomar la camiseta más grande que tuviera y bajar a indagar entre los libros de mis próximas lecciones, pero por supuesto que eso se vio interrumpido por la dulce voz de Gloria.

—casi se me pasa— se reprendió con una risilla—. Un chico estuvo aquí desde temprano, esperó casi dos horas a que llegarás.

Mierda. Bastian

—llamé al móvil del señor Hemmings pero nadie me contestó, así que creí que estaría ocupado

Eso explica las veces que sonó el móvil mientras comíamos e íbamos a la biblioteca en busca de los libros. Luke lo sabía, había evitado mi primera cita como un asqueroso tirano incapaz de dejarme hacer algo por mi cuenta. Entonces todo ese espectáculo del hombre agradable que me deja ordenar y compra cosas era solo para encubrir mi mala memoria. Para evitar que saliera con el primer chico agradable desde que llegué.

Agradecí a Gloria por su honestidad esperando a que se marchara y así darme vuelta hacia la puerta sin percatarme del rascacielos parado delante de mi. Choqué con su pecho tambaleándome hacia atrás, sin embargo sus manos sujetaron las mías volviendo imposible que me fuera de culo al suelo.

—cuidado— murmuró con tranquilidad

Tiré de mis manos soltándome de su agarre, inmediatamente recordando el enfado que tenía hacía él y sus infantiles acciones. Endurecí la mandíbula cerrando ambas manos en puños, no se de que me valdría hacerlo pero nada perdía con intentarlo.

—¿no se te olvidó decirme algo, Luke?

Miró hacia arriba pensando por un breve momento que al finalizar devolvió sus zafiros a los míos, llameantes de furia contenida, aunque a su lado era algo así como un bebé haciendo berrinche. Resoplé echando las manos al aire queriendo entrar a la casa, resultando en un intento fallido, o más bien a medias. Su agarre sobre mi muñeca me dio media vuelta justamente cuando llegué a la sala, obligándome a victimizarme bajo el yugo de sus ojos.

—Bastian estuvo aquí y te importó una mierda— acusé picándole el pecho con el índice sin recibir advertencias ni una mirada acusadora, simplemente se paró delante de mi sin formular ni una palabra—. ¿Quieres joderme la vida? ¿Eso quieres?— di un respingo al sentir su mano sujetar la mía, impidiendo que mi dedo volviera a tocarle ante mi acusación.

—esa boca tuya me tiene muy disgustado, linda.

—tu no fuiste honesto conmigo— rebatí

—estás en mi casa, son mis reglas, si me sale de los cojones no te dejo ni ver la luz del día, y mucho menos por ese comportamiento soez que tienes— refutó sin perder la compostura

Caminé hacia atrás ante la inercia de sus pasos insistentes por estrellarme contra la pared. Sujeto mis mejillas con una mano enterrándome los dedos en la carne de tal manera que tuve que sujetarme de su muñeca sin éxito alguno, los forcejeos no bastaban para quitarme a ese mastodonte de encima. Solté un quejido por el dolor que me provocaban sus dedos hincándose en mi piel, si, dolía pero no me iba a quedar ahí a verle maltratarme así, claro que no.

—golpéame, vamos— provoqué—. Apuesto a que eso es lo quieres. Golpéame, Luke

Sonrió de lado inclinándose hacia mi rostro, faltando centímetros para que esa distancia separándonos se volviera historia. Su aliento chocando con el mío volviéndose uno, me tenía bien sujeta y lo reconocía.

—entre todas las cosas que quiero, eso no forma parte de mis preferidas, pequeña— siseó

—oh vamos— ironicé

—silencio— ordenó con sorna—. Quiero que te quedes callada

—¿y que si no quiero? ¿Volverás a castigarme? Eso ni de puto chiste— rechisté rasguñándole la muñeca

Sus labios se volvieron una fina línea de molestia tras escuchar lo que salía de mis labios. Claro que le iba a molestar, ese era el plan, ¿que podía hacerme?

—mira, corazón— señaló con los ojos ennegrecidos por la rabia—. Puedo ser todo lo bueno que quieras, darte lo que sea, pero si empiezas a joderme entonces te mostrare para que soy bueno— trague duro y en seco, no tenia ni idea que que podría hacerme—. Así que voy a tener que callarte esta hermosa boquita por las malas

—¿que diji...? ¡Ay!— abruptamente soltó mis mejillas pasando a sujetarme fuertemente de ambas muñecas, haciéndome caminar hacia la biblioteca—. ¿Que me vas a hacer?

—callada— siseó con seriedad—. Dijiste que no querías que te golpeara, vale, yo no tocaré nada— me aventó al sillón antes de sacarse el cinturón y doblarselo sobre las manos.

Carajo.

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