Epílogo
Un gran calor sintió en su cuerpo. El dolor había pasado. Respiraba normal. Trafalgar D. Water Law abrió sus párpados queriendo saber si estaba muerto o no. Una luz le cegó por completo porque estaba sumido a la oscuridad. Los volvió a abrir y reconoció el lugar. Él estaba en una de las salas del hospital. Su mente estaba en blanco queriendo recordar lo sucedido, pero lo único que recordaba era que estaba en la casa de Rocinante y que lo estaba llevando con urgencia al hospital. Ya luego se oscureció.
¿Era un simple sueño o era la realidad? Algo notaba en su mano, como si alguien la estuviera agarrando. Su curiosidad se activó que giró la cabeza para encontrarse una escena la mar de tierna. ___ estaba dormida en la cama. Desde que le inyectaron la vacuna no se separó del moreno. No era un sueño. Él estaba vivo. Despacio, levantó un poco las sábanas para ver indicios de manchas provocadas por la enfermedad. Y para su sorpresa no había rastro. ¿Todo acabó? ¿Estaba curado?
Iba liberando poco a poco su mano para no despertar a la joven, pero sus intenciones era tocar su rostro pacífico y lleno de dolor. Estaba claro que lloró mucho porque tenía unas ojeras horribles e hinchadas. La consideraba su ángel de la guarda por no separarse nunca de él. ___ hizo gestos de molestia por las caricias que iba despertando lentamente. Al ver la mano de Law en movimiento se reincorporó rápidamente para verlo. Él solo pudo dedicarle una pequeña sonrisa.
Lágrimas volvieron a surgir en el rostro de ___, pero esta vez eran lágrimas de felicidad. No evitó abrazarlo con fuerza recibiendo un quejido por su parte. Aún estaba delicado por todo lo que había pasado, pero lo importante es que estaba relativamente curado.
—Pensé que te iba a perder —dijo la joven—. Te veías tan mal.
—Creo que me diste las fuerzas necesarias para seguir luchando —comentó, muy tranquilo.
Desde la ventana de la habitación, los observaba Rocinante, Bonney y Kid, que este último llegó más tarde porque se enteró a través de la peli-rosa. La joven pareja se relajó al saber que todo fue bastante bien. El pelirrubio mantenía una sonrisa serena, muy feliz de que la vacuna haya surtido efecto. No quería imaginar que hubiera pasado si no se hubieran dado tiempo. Ahora solo miraba como esos dos hablaban y se acariciaban, temiendo la pérdida del otro. Eso era amor. Un sentimiento que le hacía falta al moreno.
Las ganas de abrazarlo eran tan grandes que fue directo a la puerta para entrar. Casi estuvo a punto de abalanzarse en los dos jóvenes, pero se contuvo enormemente. La otra pareja también aprovechó para estar en el cuarto. Law nunca se imaginó ver a esos dos por aquí, pero se imaginaba toda la historia. Se sintió acogido por todos ellos, como si hubiera revivido entre los muertos. Sin embargo, lo que más le importaba al hombre era que ___ estaba con él. No lo abandonó en ningún momento. Esa era su mayor felicidad del mundo.
Kid, como siempre, lo insultó unas cuantas veces por hacerle preocupar demasiado. Pensó que iba a perder su amigo y, encima, no le contó nada de su enfermedad. La próxima vez que le mentía, se llevaría una paliza. Esas palabras sorprendieron a Law no creyendo que el pelirrojo estuviese muy preocupado por él. Eran amigos desde que se conocieron en el instituto. Él era un cabrón, pero sentía lealtad hacia sus amigos. El hombre no evitó esbozar una pequeña sonrisa y le dijo: «gracias».
Ese día era un momento especial para todos ellos.
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Habían pasado cuatro meses después de lo sucedido. Law visitaba al hospital de vez en cuando para que los médicos revisaran su estado por si tenía indicios o restos de la enfermedad. Su recuperación fue rápida y lo más probable era que nunca más lo volviera a tener. Era buenas noticias para el moreno y para ___ porque eso significaba que Law viviría por más tiempo. La vacuna fue cien por cien efectiva. Ahí fue cuando se dio cuenta que debería aprovecharlo. Estar más tiempo con la joven era una de sus mayores prioridades en este mundo.
¡Decidieron vivir juntos como pareja!
Ese día fue un poco desastroso porque las cosas de ___ no cabían en la maleta. Bonney tuvo que ayudarla junto con Kid y Law. Ah, cierto, al final esos dos decidieron declararse su amor, pero a su manera. Y era a base de insultos y de bromas. Law y ___ no entendían ese método, pero fue muy efectiva. Eso sí, la ropa interior se encargaban las mujeres porque había dos pervertidos sueltos en la casa. Con todo listo, la joven peli-(c/c) le pidió a su amiga que tuviera mucho cuidado y que pagara a la casamentera, si no quería que la echara.
Aunque era muy probable que en cualquier momento se harte de pagar y decida vivir con el pelirrojo. Y eso será a corto plazo. Luego el jaleo era donde colocar la ropa. Era verdad que la casa de Law era grande, pero no lo suficiente. Sin embargo, siempre había solución para todo eso: comprar un armario más grande. Quien se ofreció a ayudarlos fue Cora-san quien llamó a la empresa que solía acudir para los muebles. Tardaron como una semana y media en retirar las cosas, la madera y colocar las nuevas. Finalmente, el resultado fue maravilloso.
La relación con Rocinante iba en viento en popa. El pelirrubio era demasiado bueno, aunque hubo momentos en que se moría de la vergüenza por su torpeza. Un día fueron de picnic ellos tres junto con Bonney y Kid, y esos momentos en que el hombre mayor aprovechó para fumar su abrigo comenzó a quemarse y sin darse cuenta. Pero a los segundos corrió al lago más próximo y se tiró de una zambullida. A veces era divertido, pero otras muy preocupantes. ¿Alguna vez habrá ido al hospital por quemaduras? El único que lo sabía con creces era Law.
Los meses pasaban y la joven ___ terminó su carrera y consiguió un nuevo trabajo gracias a los contactos de Rocinante. Era profesora en una escuela para niños con discapacidad. Estas criaturas necesitaban la ayuda de alguien que los comprendiera y ella la candidata perfecta. Siempre le pedía consejos a Law sobre alguno en particular porque no todos tenían la misma condición. El moreno se los daba o los consultaba con alguien más experto. ___ era feliz con esos niños sumamente especiales y ellos con ella. La parte favorita de los pequeños era cuando su nueva profesora les contaba cuentos. Experiencia ganada gracias a la biblioteca.
De vez en cuando, la joven pensaba tener un niño con el moreno. Se lo imaginaba ser un buen padre para el pequeño porque le daría amor y sabiduría con su gran experiencia en la vida cotidiana. Law estaba de acuerdo, pero le dijo que era muy pronto. Debían esperar un poco más. Tal vez dentro de tres años. Ambos convivían en armonía y llena de felicidad absoluta. Ninguno deseaba separarse del otro por miedo a que sucediera algo horrible.
___ estaba leyendo un libro con mucha tranquilidad, mientras Law se estaba tomando una ducha. Oh, sí, volvió al trabajo después de un largo tiempo porque necesitaba recuperarse de aquel trágico momento. El moreno salió del baño y la joven recibió todo el vapor de la ducha. Pues sí que se tomó un buen baño caliente.
—Pues sí que has tomado tu tiempo —comentó, sin apartar la vista en el libro.
—Tuve un trabajo muy duro. Me merezco uno por lo menos, ¿no?
—Eso no lo discuto.
Ya el moreno estaba vestido con sus pantalones y el pecho descubierto dejando ver sus hermosos tatuajes. Él caminó en dirección a la cama gateando y se acostó a su lado. Apoyó la mejilla en el hombro de la chica para ver de reojo lo que estaba leyendo. Se sorprendió.
—¿"Pulgarcito"?
—Los niños me pidieron que en la próxima clase les contase la historia de este enigmático personaje.
—Cuéntales uno de miedo.
—No quiero asustarlos y tengan miedo luego —dijo, mirando de reojo a Law.
—Está bien. No vamos a ser crueles con los niños.
—No te quiero imaginar asustando a nuestros futuros hijos —ríe por lo bajo.
Dejó el cuento en la mesa pequeña e iba acomodándose para luego abrazar al moreno con mucha fuerza. Su postura favorita era apoyar la cabeza en el pecho del moreno, y él aprovechaba para acariciar su hombro.
—No seré malo. Solo los asustaré para que aprendan que no deben temer.
—Te amo.
—¿Ahora saltas a eso? —preguntó con la ceja alzada.
—¿Está prohibido acaso?
—No. Yo también te amo —le devolvió a ese sentimiento que compartían ambos.
Un beso recibió a cambio de ella no deseando romper ese momento mágico. El poder del amor era suficientemente poderoso como para curar la soledad y las heridas que lo atormentaban en su pasado. Un hombre musculado podía amar a cualquier mujer, siempre y cuando no le temiese por su pasado.
Law y ___ encontraron su media naranja y aprovecharán para estar juntos hasta que la muerte los separe.
P. D.: Muchas gracias nuevamente por recibir este libro. Sé que hubo un momento en que ya no he recibido tanto apoyo (ya sea a través de votos o comentarios), pero decidí que eso no me decayese y pudiera seguir escribiendo.
Espero verlos en el próximo libro.
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