Capítulo 7. El pelirrojo
___ estaba distraída, mirando las gotas caer y chocar en la ventana de su apartamento. Un día lluvioso que mostraba signos de tristeza y, al mismo tiempo, paz para la naturaleza. Recibir esa agua que saciaba la sed de las plantas, aunque todas no eran buenas, como, por ejemplo, la lluvia ácida. Menos mal que estaban en una ciudad donde no había mucha contaminación. Las horas pasaban y solo escuchaba el canto de las plantas, incluso los ronquidos de su amiga. Law estaba trabajando ese día e iba a ser un día tranquilo, pero esa paz se esfumará en cualquier momento. ___ estaba aburrida con la mirada perdida.
Un día. Un día que no daban ganas de salir, sino echarse en el sofá y ver la televisión. Mierda y más mierda. Los programas cada vez más eran basura. Lo único que le entretenía eran las películas que echaban en un canal. Ella no era muy fan de película románticas porque se echaba a llorar y no pararía de imaginarse cómo sería la relación entre la joven y Law. De vez en cuando, en sus descansos rutinarios, le mandaba un mensaje para saber cómo estaba. Detrás de ese rostro serio y frío, se escondía un ser tierno y amoroso que solo necesitaba cariño. Se imaginaba esas manos frías volver a tocar su piel aterciopelada buscando sus puntos sensibles.
Un leve escalofrío. Pelos de punta como gallina. No era frío. Miró de reojo al reloj y eran las doce del mediodía. «Hora de preparar el almuerzo», alegó, levantándose de su sitio para caminar en dirección a la habitación de Bonney. Quería preguntar si ella deseaba cocinar algo. Tocó con suavidad la puerta antes de abrir.
—Bonney —murmuró—. ¿Estás despierta?
—Ya no —gruñó. La peli-rosa se sentó, estirando los brazos—. Tengo mucha hambre.
—Te iba a decir que es la hora de preparar algo. A no ser que prefieras comer ensalada.
—¡Puaj! Mucho verde de por medio.
___ rio por lo bajo porque ya conocía los gustos culinarios de su mejor amiga. Ambas fueron directas a la cocina y Bonney se dedicó a hacer unas buenas hamburguesas, mientras que la otra chica iba cortando las verduras para hacer su ensalada. Una comida sana y bien rica libre de gluten, no obstante, debía leer los envases en caso de que no lo fuera. El hambre era grande para Bonney, no aguantaba nada. Aprovechaba las ocasiones en picotear algún chocolate o fruto seco. ___ se controlaba. No era como su amiga. Las hamburguesas que preparaba tenían buena pinta. Recordó que había pan sin gluten, así que no estaría mal probar uno.
Pasaron las horas y el almuerzo estaba listo. La peli-rosa devoraba sin cesar, no dejaba ni una miga en el plato y ___ lo hacía despacio, como un pajarito picoteando su comida. El móvil estaba en la mesa y no se esperó la vibración del aparato. Era un mensaje de Law, o más bien, una foto de su plato de comida. Onigiri. Que rico. Le tentaba ir allí y comer con él. ___ imitó al muchacho sacando una imagen al plato de ensalada cesar y la hamburguesa. Él dijo «odio el pan». Ella esbozó una sonrisa capaz de desaparecer las nubes negras que inundaban el silencio. No se atrevía a sacarse un selfie porque se veía horrible con el pelo hecho un cristo.
—Deja de sonreír que pareces una boba enamorada.
—Que gran amiga eres, Bonney.
A la peli-rosa no le agradaba para nada las cosas cursis, y menos aún si veía a ___ en ese estado. «Envidiosa», pensó en sus adentros aun manteniendo esa sonrisa para ponerla nerviosa. Sus ojos volvieron a la ventana para seguir viendo la lluvia caer en los cristales. Hoy iba a ser un día bastante aburrido y desinteresado.
—¿Cómo te está yendo en el trabajo? —preguntó ___. Bonney estaba muy centrada en la comida.
—Hemos tenido percances con un cliente, pero Kid lo solucionó sin ningún problema.
—¿Y no habéis hablado de lo vuestro?
—Te he dicho un millón de veces que entre él y yo no hay nada —confesó a regañadientes.
—Ya, ya.
Esto se estaba poniendo divertido para ___ que no evitaba reír por lo bajo. Al terminar de almorzar, recogió los platos y los utensilios para lavarlos en el fregador. No disponían de una lavavajilla, así que no tenían otra opción. No le importaba fregarlos, ya que se entretenía bastante. No le daba asco retirar los trozos de comida. De repente, escuchó el tono de una llamada de un móvil. El suyo propio. Y ella con las manos ocupadas. Paró unos segundos para secarse las palmas y corrió, pero había alguien que se interponía en su camino. Bonney sujetaba el móvil con una sonrisa socarrona.
—Vaya, tu doctorcito te está llamando —bromeó.
—Dame el móvil, Bonney.
—Oblígame. —Sacó la lengua.
___ infló los mofletes muy molesta por el comportamiento infantil de su amiga. Pero le gustaba este tipo de juegos. Fue a por ella sin dudarlo. Las dos corrieron por todo el salón haciendo un escándalo enorme. La peli-rosa atacaba con los cojines, la otra joven los esquivaba como podía. No paraban de reír a carcajadas. Eso fue un momento mágico para ambas porque les hacía recordar esas jugarretas que hacían de niñas. Ambas se tiraron al sofá dándole la oportunidad a la peli-(c/c) coger el móvil y responder a la llamada.
—¿Sí?
—Te noto agitada —respondió Law. En su mente perversa se imaginaba otra cosa.
—Tuve que pelearme con mi amiga roba móviles —se excusó.
—Que mala educada.
—¡Que te escucho! —gritó Bonney casi muy cerca del oído de la chica.
—¿Necesitas algo? —preguntó ___ empujando a su amiga.
—Me preguntaba si estarías aburrida, pero veo que estás bien entretenida.
—Oh, sí, mirando por la ventana cuantas gotas han caído —exageró.
—Ojalá estuviera ahí para entretenerte.
—Pero estás trabajando.
—Pero un poco aburrido. Hoy me tocó una paciente bastante loca y hablaba un montón. Ni me dejaba irme para tomar un café. —Escuchó a la chica reír—. Que cruel eres.
—No lo soy —corrigió—. Me hizo gracia.
Hablar con Law era entretenido. Las tardes aburridas se convertían en conversaciones divertidas y aleatorias que le ocurrían al doctor. Era como ver una telenovela recién sacada de la tele. La peli-rosa se fue adentro para seguir durmiendo, dejando a su amiga hablar con su ya ahora pareja. ___ cambiaba de posición de vez en cuando para estar cómoda, pero la conversación estaría a punto de acabar porque el moreno tenía que seguir trabajando. Un hombre serio muy afortunado de encontrar a alguien que lo entendía a la perfección. Ella quería vivir más momentos únicos con ese hombre y eso que solo se conocen poco, pero suficiente para comprender que los dos eran como el agua y el aceite.
Otra vez miró a la ventana para contar de nuevo las gotas. Definitivamente, iba ser una tarde muy aburrida para la pobre ___. Solo cambiaba de canal en la tele buscando algo de interés. Un bostezo salió de sus entrañas mostrando un aburrimiento atroz. Un día aburrido.
🌹🌹🌹🌹
—No creo que sea buena idea.
—¿Por qué no? Me gustaría conocerlo.
___ quedó con Law para hacerle compañía en la cafetería tomando un buen desayuno. Ella estaba insistiendo de conocer a la persona que lo cuidó desde muy pequeño. El moreno no estaba muy seguro de ello, se mostraba en su cara.
—Sería como conocer a mi suegro —dijo.
Law estuvo a punto de atragantarse con el café.
—¿No lo consideras así?
—No sé. Pienso que es demasiado pronto —se excusó.
—¿Quieres que ponga fecha? —preguntó con educación.
—Yo te aviso. Él trabaja y no quisiera que se asustara.
—Ni que fuera fea. —Infló los mofletes.
—Oh, lo eres —bromeó un poco apoyando la punta de sus dedos en sus mejillas—. Lo digo porque es una persona... digamos especial.
¿Especial o que intentaba esconderlo por todos los medios posibles? ___ no iba a discutir el tema. Revisó su móvil viendo que había recibido un mensaje por parte de Bonney diciéndole que estaba maldiciendo a cierta persona que estaba en la casa. ¿Kid en la casa? ¿Por qué? Todo era muy sospechoso para ___. Además, su amiga ya debería haber ido a trabajar.
—Tengo que irme. Parece ser que hay cierta emergencia —explicó.
—¿Incendió la casa? —cuestionó con la ceja alzada. Él se imaginaba cualquier cosa que pudiera hacer Bonney.
—No, es mucho peor y diría que la peor pesadilla de mi amiga.
«Interesante», pensó Law con ganas de investigar ese dato que le proporcionó su ahora pareja. ___ se despidió, dejando dinero en la mesa y marcharse cuanto antes del hospital. Ésta sería la tercera vez que verá a Kid merodear en el apartamento. Si estaba ahí era por algo. Sus pasos se volvieron rápidos para llegar al coche y arrancar el motor. Ese pelirrojo siempre ponía de los estribos a Bonney. La razón de todo este caos era que el muchacho quería llevarla en su vehículo, como una especie de cita. Y ella, claramente, se negaba rotundamente porque no era su tipo. «Bonney siempre será Bonney», se dijo así misma.
El camino hacia el apartamento no fue largo porque no había mucho tráfico. A lo lejos divisó el coche negro de Kid. «Lo sabía», su instinto nunca le fallaba. Seguramente que la peli-rosa estaba maldiciendo al otro a que se largue sino quería que lo despidiesen. Y él diría que él era el jefe de ese lugar. No tardó en aparcar, subir las escaleras y encontrar al pelirrojo con una cara de pocos amigos y que demostraba que sería capaz de derribar la puerta. El muchacho daba miedo con esa cicatriz que le recorría en la cara hasta el cuello. Lo más triste era que perdió un brazo y tuvieron que colocarle uno artificial.
—¡Ábreme la puerta, Bonney! —vociferó, importándole poco si los vecinos le escuchaban.
—¿Problemas de amorío? —preguntó ___ ya muy cerca de él.
—Métete en tus asuntos, mocosa —dijo a modo agresivo.
Ella lo ignoró completamente porque Kid era como Bonney. Un tipo maleducado que no tenía pelos en la lengua para decir las cosas bien claras. Esos dos eran tal para cual. ___ sacó las llaves del apartamento para abrir la puerta y se encontró a su amiga haciendo una barricada con los muebles del salón. Menos mal que la casamentera no estaba en ese preciso momento.
—Bonney vuelve a poner los muebles en su sitio.
—¡No! ¡Que se vaya!
—¡Vine aquí por ti! —le gruñó el pelirrojo.
En serio, parecía que estaba viendo la típica película de dos personas que se odiaban a muerte, pero en el fondo se querían y no deseaban aceptarlo. La joven peli-(c/c) observaba con detenimiento la discusión de esos dos. Bonney no quería ir con él por obvias razones que eran estúpidas para los oídos de ___. Por favor, si se notaba a mil leguas que esos dos tortolitos se gustan. Los insultos era parte de su forma de quererse. Si estuviera ahí Law, se estaría partiendo la caja como ella.
—Daos un beso y dejad de dramatizar tanto.
—¡Cállate, ___! —gritó Bonney, muy roja.
—La verdad es que ya nos dimos un beso y no lo quiere reconocer —anunció el pelirrojo. Los ojos de ___ se agrandaron al escuchar esa noticia.
—¡Eso fue sin querer!
—¡Admite que querías uno!
—¡Vete al infierno, Kid!
—¿Y por qué no vais a un motel para desfogaros? Se ve que tenéis ganas —saltó la joven.
Al mismo tiempo ambos callaron y se pusieron colorados ante tal comentario. Bonney estaba maldiciendo a su amiga por decir eso y Kid le pareció buena idea el plan, pero dudaba mucho que a ella le agrade. Y no se esperó que la peli-rosa agarrase su camisa y tirase de él para llevarlo hasta la salida.
—¡Vámonos antes de que mate a mi amiga de la infancia!
¿Al final irán a trabajar o a un motel? Esa duda siempre estará en los confines de su cerebro.
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