Capítulo 10. Dormir en casa de Law
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia que será importante de cara a próximos capítulos.
Una semana más de relación entre Law y ___. Poco a poco florecía por la sinceridad que tuvo el moreno cuando estuvieron en la noria. Ese día Kid los regañó por estar muy acaramelados. Y lo mismo hizo Bonney porque nunca había visto el lado cariñoso de su compañera. Pero la pareja no le importaba en absoluto los comentarios de esos dos. Estaban a gusto. ___ no podía aguantar tanto tiempo sin estar con Law. Ese hombre tenía algo que la cautivaba de una manera sin igual. Y no encontraba la explicación. Solo se dejaba llevar por esa infinita sensación que nunca pensó experimentar.
Un viernes por la tarde, estando aburrida en la casa, Law la llamó, pidiéndole que se quedara este fin de semana en su casa para estar más tiempo juntos. ¡Era una gran oportunidad! Solo esperaba que su amiga la peli-rosa no hiciera ninguna de sus locuras estando sola en casa. Capaz compraría una mesa grande y colocarla en el salón. ¿Por qué? Porque su intención era clara: crear cantidades de comida y zampar como podía. El estómago de Bonney era un agujero negro. Comía y comía sin parar, aunque no la molestaba en absoluto. Más bien le divertía el hecho de ver a su mejor amiga manchar sus camisas de kétchup y sin importarle mucho.
Esa misma noche él se acercaría al apartamento para recogerla. ___ buscaba con desesperación las cosas necesarias: ropa, champú del cabello y del cuerpo, zapatos, perfume... ¡Lo necesario! Era mujer, al fin y al cabo. De seguro que Law le dirá que no se preocupase por los geles porque podía compartirlos con ella, pero ___ era tozuda en ese aspecto y no le daba la real gana. Estaba tan centrada en preparar la maleta que no se dio cuenta que Bonney la observaba desde la puerta con su sonrisa ensanchada. Al girarse la muchacha se llevó la mano al pecho porque se asustó sola.
—¡Bonney no aparezcas así sin más! ¡Avisa! —le gritó.
—Me hace gracia que prepares todo, como si te fueras de vacaciones —dijo—. Que no se te olviden los condones, por cierto.
—¡Bonney!
—¿Qué? No quiero ser tía pronto. Ni que tampoco tengas una enfermedad de transmisión sexual.
—No creo que a Law le interese que pase eso. Ni mucho menos el primero.
—Yo solo comento. Ya sabes que los mocosos tienen las hormonas revolucionadas y luego pasa lo que pasa —iba explicando.
—Oh, yo pensaba que no te importaba esas cosas —comentó muy impresionada—. ¿Acaso tú y Kid os estáis acostando más de lo normal?
—¡Cállate!
___ rio por lo bajo al ver a su amiga muy sonrojada ante la pregunta. Se estaba muriendo de la vergüenza y era normal. La peli-(c/c) no tenía pelos en la lengua a la hora de decir la absoluta verdad. Una llamada llamó su atención a lo que corrió inmediatamente al móvil que se encontraba en la cama, antes de que Bonney lo tomara e hiciera una broma. Pero la peli-rosa era más rápida que ella y contestó la llamada.
—La señorita ___ no está disponible en estos momentos. Por favor, si desea dejar un mensaje pulse uno.
—¡Dame el móvil, pelo chicle! —exaltó. Se abalanzó sobre ella, donde ambas cayeron a la cama y de un movimiento rápido cogió el móvil—. No hagas caso a lo que diga la peli-rosa.
—Y yo te quiero preguntar una cosa: ¿siempre dejas el móvil a la vista para que ella lo coja?
—No es mi culpa que ella sea más alta que yo y encima rápida.
—La próxima vez cómprale una correa y amárrala en cualquier sitio de la casa —le sugirió.
—¡Te he oído, doctorcito!
—¿Ya estás por aquí? —preguntó, ignorando a su compañera.
—Sí, y pienso subir a ayudarte la maleta.
—No hace falta, Law.
—Demasiado tarde, ya estoy subiendo por las escaleras.
Este hombre era de armas tomar. Y encima sabía cuál piso y que puesta estaba ella. Maldecía esos momentos en abrir la boca, pero ¿qué le podíamos hacer? Era su novio, al fin y al cabo. Estaban a punto de cumplir un mes. ¡Un mes! El tiempo pasaba volando delante de sus ojos. ¿Quién imaginaba que ocurriera todo eso? Solo el destino lo sabía. Estaba tan sumida en su mundo que no se enteró que tocaron el tiempo y que la única que acudió fue Bonney. Eso sí, los comentarios la despertaron de su trance.
—Habrás comprado condones, ¿verdad?
—Soy doctor y sé perfectamente que es lo que debo hacer.
—¡Bonney! —la regañó, aproximándose a los dos individuos—. No hagas comentarios de ese tipo.
—Encima que me preocupo por ti —chasqueó la lengua muy molesta.
—¿Dónde tienes la maleta? —preguntó Law.
—La tengo en mi cuarto, pero voy a buscarla.
Demasiado tarde. El moreno fue volando hacia el cuarto que, no supo cómo, averiguó cual era. ¿Debería sentir miedo por él? Era verdad que lo invitó una vez a su casa, pero solo en el salón. En ningún momento entró a las habitaciones. A no ser que aprovechó esas ocasiones de ir al baño y echar un vistazo el resto de la casa. Law apareció con la maleta en sus manos. Él era fuerte. Ni pesaba para él, o eso creía.
—¿Qué has metido aquí? ¿Piedras?
—Lo necesario.
Law arqueó la ceja no sabiendo si creerla o no. Sus ojos grises se clavaron en Bonney, quien tenía la mano en sus labios intentando no reír. Hizo caso omiso al comentario de ___.
—Entonces, vamos —sugirió el moreno, ya caminando en dirección a la salida.
—Pórtate bien, Bonney —le dijo.
—No te preocupes. No voy a destrozar la casa y la que la vieja nos eche a patadas.
—Bueno, a ti porque yo cumplo con el pago. —Eso fue muy directo y doloroso para la peli-rosa.
—Eso me ha ofendido, señorita ___.
Ambas rieron al mismo tiempo. Tantos años siendo amigas ya era una tradición para ellas ser insultadas de todas las maneras posibles y que se lo tomasen a broma. ___ se despidió de Bonney con toda la amabilidad del mundo y siguió a Law, quien la esperaba fuera, ya que no le gustaría que se perdiese por el camino. Su excusa era que era enana. Y menos mal que no lo dijo en alto porque la muchacha no dudaría en darle un manotazo en la cabeza. Ella podría ser agresiva cuando quisiera y eso, crea o no, le gustaba muchísimo. Se veía muy mona cuando se enfadaba.
Law fue directo al maletero, mientras que ___ se sentaba en el copiloto esperando a que su novio estuviera a su lado. Novio. Que palabra más convencional. Prefería la palabra pareja, era más bonito. El moreno apareció ya arrancando el motor. Por alguna razón, vio que sus ojos grises brillaban aún más. ¿Ilusión? Era posible. Ojalá vivir juntos, pero era muy precipitado. A quien le gustaría que sucediera eso era a Cora-san. ¿Y por qué lo llamaba así y no por su nombre? A lo mejor porque lo quería así o tendrá otro motivo. Debería preguntárselo cuando lo tuviese en persona.
La casa de Law no estaba lejos por lo que no tardaron en llegar allí. Se sentía afortunada de estar con un hombre que tuviese principios en su vida. Que no tuviera miedo en decir la absoluta verdad. Sincero, maduro. Aunque tuviese esos momentos de frialdad que parecía que te iba a sacar el corazón con solo una mirada. Ya con ella lo hizo, pero enamorándola perdidamente de él. El chico se dio cuenta que ___ no paraba de mirarlo. Su cara estaba fija en un punto, en su rostro. Con la mano movió de un lado para otro a ver si reaccionaba y lo consiguió.
—¿Tengo monos en la cara? —preguntó a modo de broma.
—No, más bien estaba impresionada con lo atractivo que eres —confesó.
—Oh, eso es un halago bien bonito por tu parte —dijo. Aparcó el vehículo dentro de la casa, ya que tenía un garaje.
—¿Pensabas que era una grosera?
—No, para nada.
No podía enfadarse con él. Era imposible. Hablar con él era divertido. Ambos bajaron del vehículo y Law fue atrás a coger la maleta. Aún pensaba que a lo mejor ella se hubiera pasado un poco en traer unas cuantas cosas. A él no le importaba en absoluto en compartir los geles, por ejemplo. Pero bueno, era mujer. Y las mujeres, a veces, eran complicadas.
—¿Has preparado la comida? —preguntó ___.
—Preparé unos onigri y ramen de panceta de cerdo y verduras.
—Dios, que hambre tengo. Menos mal que no soy Bonney porque ella es capaz de comerse todo eso.
—No me hagas recordar cuando fuimos al parque de atracciones. ¿Cómo es posible que exista alguien así? ¿Ni siquiera ha tenido dolores de estómago? —Law hacía más preguntas, mientras entraban a la casa.
—En los años que hemos pasado juntas, no —respondió sin tapujos—. A veces pienso que devoró un agujero negro para no sentirse llena y satisfacerse.
—Es una buena teoría.
Era lo único que se le ocurría a ella, en base a la hambruna que pasaba Bonney en ciertos momentos. No podía estar dos horas sin comer algo. Hasta dudaba si tenía ansiedad, pero nunca fue al médico para que se la diagnosticaran. Cambiando de tema, la casa era un sitio acogedor y eso que solo había estado una vez ahí. El olor a comida llegó a sus fosas nasales recordando esos pequeños momentos en que iba a los restaurantes con sus padres. Siempre la comida era fundamental para uno sobrevivir y crecer. El olfato la guio hasta la cocina, sin necesidad de la ayuda de Law.
Ese comportamiento le hizo mucha gracia al oji-gris. Le daba la sensación de que la influencia de Bonney haya afectado a la chica. La siguió para ver cuál era su siguiente paso. ___ abrió la tapa del caldero para oler el exquisito aroma que desprendía el ramen. Ya tenía ganas de probarlo.
—Veo que tengo cierta novia que le gusta husmear en la cocina —bromeó Law.
—Perdona, no lo pude evitar —se disculpó con un leve sonrojo—. No tengo culpa que mi pareja cocine bien.
—Estoy muy seguro que tú también.
—Lo dudo mucho. Solo sé hacer platos sencillos. Una cosa: ¿los fideos son sin gluten?
—Por supuesto que sí. ¿Me veías capaz de envenenarte? No quisiera que te pusieras mala del estómago y no disfrutemos este fin de semana.
—Bueno —ella se aproximó lentamente para colocar los brazos alrededor de su cuello—, mi novio es doctor. Así que, por esa parte, no me preocuparía mucho.
Law, por instinto, apoyó las manos en sus caderas para atraerla lentamente a su cuerpo. ¿Hacía cuanto que echaba de menos esta exquisita sensación? Solo tuvieron un solo encuentro. Un encuentro sexual. Y la tensión se estaba formando como nunca. Él no aguantó en besarla como nunca había hecho antes. Sus manos se colocaron en su trasero y ___, por inercia, dio un salto para rodear su cintura con las piernas. Menos mal que estaba la mesa ahí para sentarla y que estuviera cómoda. Los besos no cesaban en ningún momento y quería llegar más.
No solo se dedicaba a devorar sus labios, sino también su cuello. No paraba de mordisquearlo una y otra vez, solo quería escuchar los gemidos de su dulce ___. Ella no los acallaba porque Law conocía a la perfección los puntos sensibles del ser humano con solo rozar sus labios. Pero sus dedos también eran de gran ayuda. Sin embargo, sus ojos se fijaron en el caldero y en un táper que se encontraba los onigris. El hambre apretaba.
—Law —lo llamó en suspiros, pero él lo ignoraba porque, para Law, era una iniciativa de que siguiera—. La comida.
—Eso puede esperar más tarde —sugirió. El calentón no se lo quitaba nadie.
—Pero se enfriará. —Buscaba alguna manera para deshacerse de esos besos tan calientes.
—Eso se puede calentar perfectamente en el microondas —gruñó muy cerca de su oído por la excitación que estaba teniendo—. Además, fuiste tú quien empezó esto.
Ahí le dio la razón. Fue su culpa. Pero ¿quién no podía resistirse a esos brazos tan marcados? Era un hombre atractivo y con un toque de encanto en su rostro, sobre todo en la tonalidad de sus ojos grises. Eran hermosos. Únicos y preciosos en un ser humano divino como Law. Un dios griego nacido de un artista cuyas manos eran destacables y capaces de crear una maravilla de la naturaleza. Un ser creado por la propia madre de la naturaleza. La lengua de Law se paseaba por todas las venas visibles de su cuello haciendo un recorrido la mar de interesante, mientras que sus dedos se entretenían con los botones de su camisa.
Facilidad tenía para acceder más a su piel exquisita. Le pedirá que se ponga habitualmente ese tipo de ropa. Y más le llamó mucho la atención era el sostén. ¿Acaso sabía lo que iba a ocurrir? Una adivina tenía enfrente de sus ojos. O tal vez una provocadora. No lo sabía, pero le estaba gustando mucho. En cuanto al sostén era de color blanco cremoso y de rayas negras con dibujos de estrella de color rosa pálido. Rezaba que su ropa interior fuese de encaje. ___ no se quedó atrás empezando a quitarle esa camisa azul eléctrico que parecía que los botones iban a estallar en cualquier momento.
Law la acostó completamente para seguir explorando su cuerpo, mientras que la chica tocaba esa piel bronceada al igual que sus músculos. Pero sus manos descansaron en el cabello revuelto y negro del hombre, y no dejaba de suspirar como una verdadera loca. Un dedo colocó Law en una de las tiras del sostén y bajarla un poco, y besar su hombro e incluso morderlo. Estaba claro que su bestia interna estaba saliendo poco a poco. No aguantó de quitarle ese dichoso sostén que le estorbaba de una manera sin igual. Sus pechos le volvían loco cada vez que los veía. Dedos y lengua utilizó para torturar sus pezones cómo era debido. Quería escuchar más de ella.
___ notaba la hombría de Law tocar muy cerca de su muslo. Él estaba realmente excitado. Esa lengua lamía ese botón provocando que gimiera más y más. Sus manos estaban entretenidos con el pantalón quitándolo lentamente, sin dejar de lado su labor. El hambre del placer era más grande que cualquier comida que existía en este mundo. Y las bragas sí que encajaban con el sujetador. Sonrió muy complacido lo que estaba viendo. Sus dedos se colocaron por encima de ellas, muy cerca de la entrada y de su clítoris. Estaba presionando esa zona porque quería que gimiera más.
___ gimió por lo bajo y presionaba con sus manos la cabellera negra de su pareja. Él quitó esa prenda, otro estorbo más, e iba descendiendo poco a poco pasando por su vientre hasta llegar a la zona baja de su sexo. Estaba dispuesto a realizar sexo oral. Más gemidos y altos que cualquiera vecino pudiera escuchar. La lengua de este hombre era magnífica porque se movía dando pequeños círculos y metiéndola en su interior. Su espalda no dejaba de arquear por cada espasmo que recibía su cuerpo. El placer era tan grande que era imposible ignorar. Law estuvo un buen rato dándole la mejor lujuria posible y que llegase al orgasmo sin ninguna dificultad.
Y fue así porque los dedos de ___ presionaron con fuerza su cabellera. Poco a poco iba recuperando el aire y sus ojos se fijaron en el cuerpo de Law. Era espléndido. No podía apartar la mirada. Una figura tan humana y tan bella que daban ganas de tocarlo y explorarlo detalladamente. Él, antes de desabrocharse los pantalones, sacó del bolsillo un preservativo porque estaba más que preparado. Lo iba rompiendo con los ojos puestos en ella. Su físico le gustaba demasiado. No pararía de explorarla con la mirada una y otra vez. Se iba poniendo el condón teniendo mucho cuidado en no romperlo. No le gustaría que tuvieran una sorpresa al pasar las semanas.
Ambos se unieron sin que nadie se interviniera. El interior de ___ era caliente y apretaba. Le gustaba demasiado y querrá repetirlo una y otra vez. Poco a poco se iba moviendo, donde la mesa hacía movimientos a causa de los suyos. Solo esperaba que las patas resistieron y no se rompiesen. Los besos volvieron, no dejando que la chica respirase por cada gemido. Sus piernas descansaban alrededor de sus caderas queriendo que profundizará aún más. Sus manos estaban juntas. No tenían pensado en separarlas. Realmente ambos lo estaban disfrutando demasiado. Se notaba que llevaban mucho tiempo sin tener sexo. Se notaba que hacía tiempo que no tenían relaciones sexuales.
Law no paraba de morder sus labios, su cuello y su hombro porque el placer lo inundó tanto que no dudaría en hacerle el amor una y otra vez. Y ___ lo disfrutaba tanto que no deseaba que se acabase pronto. El amor era mucho más grande. Si tenían que compartir una vida juntas, lo harán. Al cabo de un rato, ambos llegaron al orgasmo donde gimieron al mismo tiempo. Por un momento el moreno iba a desvanecerse porque el clímax fue enorme.
—¿Estás bien? —preguntó, intentando recuperar la compostura.
—Sí —respondió con un jadeo—, eso fue intenso.
—Bueno, eso pasa por no mantener relaciones sexuales conmigo —bromeó. Ella le pegó flojo en el hombro.
—No tengo culpa que siempre estés ocupado.
—Cierto. Mis disculpas —se disculpó con una sonrisa. Pero se puso serio al cabo de unos segundos—. ¿Te acuerdas lo que dijo Cora-san la semana pasada?
—Sí, de ir a la casa. ¿Por eso me invitaste a quedar en tu casa?
—Así puedo asegurarme de que estés bien.
—Hay algo que te preocupa mucho. —Se sienta en la mesa para mirarlo bien a los ojos—. Es por Doflamingo, ¿verdad?
El silencio reinó por unos momentos en la cocina. Law torció un poco sus labios y con la mirada desviada. Eso ya indicaba que era verdad: tenía miedo de Doflamingo. Escuchó muchas cosas de ese hombre y desconocía si eran ciertas o no. Colocó las manos en su rostro acariciando con ternura sus pómulos.
—No debes preocuparte. Sé cuidarme de mí misma. Todo irá bien mañana.
Palabras que llegaron al corazón de Law. No le preocupaba que Doflamingo ligase con ella, sino el temor era que él le contase la verdad. Una verdad que no quería revelar y que ___ lo dejase. De verdad, era feliz estando con ella.
—Ahora vamos a cenar que me muero de hambre.
—¿No te importa comer desnuda?
—Si a ti no te molesta.
—Para nada.
Misión importante de Law: protegerla de Donquixote Doflamingo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top