Nuevo año, misma cagada
* Es ridículo posar tus esperanzas en el cambio de la ultima cifra del año ¿sabes por qué? Porque vas a seguir igual de amolado...
- ¡BIGGY! -gritó la fica horrorizada obligándose a retroceder-. ¿QUÉ PERCEBES LE PASÓ A TU CABELLO! -si, la larga y lacia cabellera de Bi se había convertido en un simple corte masculino en el que su cabello a penas rozaba sus orejas, la orca se encogió de hombros.
- Una señora compraba cabello a buen precio, y no pienso quedarme sin comer un solo día así que le fui ahorrando, además, es año nuevo y... nunca me había cortado el pelo, se siente bien.
- ¡PERO TU PELO! ERA HERMOSO... ¿CÓMO PUDISTE HACERLO! ¡IMBECIL!
- Calmate, calmate -pidió la orca impactada-. Es solo cabello...
En verdad la razón por la que se lo había cortado era porque algunos mamíferos de la calle se lo jalaban a veces etiquetándolo de asesino, pronto sería año nuevo y quería cambiar esa imagen que toda la ciudad tenía de él, la de Mnyama también pero a ella solo para restregárselo en la cara, necesitaba hacer ese cambio por él, y por nadie más...
Aunque no tiene caso mentirles, si se vio muy influenciado por el precio al que compraba cabello esa mujer.
Maki empezó a reclamarle acariciando horrorizada los ondulados y suaves mechones que caían a penas por su nuca cuando su mirada magnética a chismes vio a cierta manta raya risueña bromear y charlar con una medusa bronceada.
- Baia, baia -se cruzó de brazos pícaro viendo al chico que convertía el gris de su piel en el color más alegre del mundo trenzar el cabello de la morenaza tal como el suyo y dejándose regañar por la foca fue hacia los pingüinitos-. Ola hola chicos -dijo tranquilo viendo a Larry observar su nuevo look con normalidad agradeciendo eso profundamente y a la medusa sonreír gentil.
- Hola, tu debes de ser Bi ¿cierto? Te queda bien el corte
- Gracias, al fin alguien a quien si le agrada... -recriminó discretamente hacia la foca-. ¿Y tu que opinas Larry?
- Muy original, no muchos tienen las agallas de cortarse el cabello a mitad del invierno Bi
¡Percebes, por eso compraba cabello tan caro! Ahora no se iba a morir de hambre ¡sino de frío! Se quejó por lo bajo mientras el de cabellos rojizos tejía una trenza con empeño que usaría en una tela, o un atrapa sueños, quería que Kaskazini quedara impactada con el resultado, quería ser la razón de su sonrisa, a pesar de que ella fuera feliz por todo. En muy pocas horas se pudo dar cuenta de que no podía ser capaz de odiar a una persona que se sentía tan feliz por detalles que todos, incluyéndolo, pasaban desapercibidos por la presión de la vida diaria. Quizá así era como se sentían los demás respecto a él, quizá así se sentía estar enamorado.
Finalizó la trenza y la vio impaciente, esperando su reacción, la cual por supuesto fue una sincera y hermosa sonrisa.
- Oh Larry, luce preciosa, gracias -dijo la aqualisina acariciando su cabello ahora arreglado.
- No hay de que -como siempre toda su paga era una sonrisa, pero la suya... bueno, con la suya no le molestaría atender como un esclavo a los hombres mas avaros y maliciosos de la Tierra, o al menos no si ella le sonreía.
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- Vaya ¿en serio?
Y después de rendirse luego de una breve conversación de 15 minutos que lo había dejado algo herido Ucstav, impulsado como siempre por su miedo a perder al amor de su vida, acudió desesperado a casa de sus padres para que este pudiera conocerlos, y bueno, no fue tan grave como el pulpo había descrito, de hecho sus padres eran super geniales.
Mardal y Sheilik eran ex miembros de una banda de rock retro super genial, y lo que era mejor, es que una de sus canciones favoritas había sido interpretada por su banda: Los Esqueletos de la Destrucción Inflamable Fluorescente Artificial LEDIFAs.
Ucstav suspiraba tranquilo viendo como su padre Sheilik le enseñaba a Kaikei a tocar su batería ante un póster que contrastaba horrible con la bola de grasa y calvicie en la que se había convertido ese hombre musculoso y peludo del que su padre Mardal se había enamorado. Mientras tanto el hombre calvo y salvaje que gritaba en el póster con un tatuaje temporal de una burbuja en el ojo entraba a la sala de música con una mata de cabellos rubios naranjinos adornando su cabeza, un delantal rozado, una bandeja de mini sándwiches y una pacífica sonrisa.
- Hola queridos, ¿alguno tiene hambre? La música puede ser agobiante a veces
- Yo Mard -dijo el narval gordinflón mientras el tiburón martillo le ofrecía algunos sonriente.
- ¿Usted es Mardal Ahuyentador de la Violencia Brutal? -preguntó Kaikei atónito, el mencionado sonrió más.
- Mardal Ahuyentador de la Violencia Brutal... vaya, hacia tiempo que no me llamaban así, se siente bien. Si, soy yo, cuidar 38 niños puede alterar un poco la figura pero puedo asegurarte que mi voz sigue en forma
- ¡Genial! Ucstav ¿por qué no me dijiste nada de esto? -el mencionado sonrió incómodo y se encogió de hombros, parecía tan emocionado de saber de ellos... se sentía un poco celoso, quería ser él aquello que lo emocionara tanto, pero toda su vida tuvo que soportar vivir a la sombra del mar y de sus propios padres, ¡hasta de su gemelo!
- Oh, Ucstav hermoso ¿tu también quieres mini sándwiches? -preguntó su padre Mardal atento, este tomó un mini sándwich y lo masticó algo deprimido mientras Kaikei imitaba una de las sonadas de una de las canciones de sus padres con estos ellos tocando el resto del instrumental y él se sintiéndose tan... tan inútil. Salió de inmediato de la habitación para tomar un poco de fresco, ya pronto sería año nuevo y, bueno, seguiría con el corazón roto.
...
- Chicos, están por ser las 12:oo -gritó Sheilik emocionado viendo el reloj.
- Oh, hay que avisar al resto de los niños, Ucstav, ven y ayúdame con... ¿y Ucstav? -preguntó el rubio contrariado buscando su cabellera albina, y lo halló pasando por el pasillo-. ¡Ucstav, tenemos que advertir a los otros, ya casi es hora!
- Soy Galeaan, y si, ya lo hago -murmuró el gemelo algo soñoliento dirigiéndose a la sala, el rubio jaló sus mechones negro metálico frustrado.
- ¿Dónde está Ucstav! -el pez globo se levantó preocupado y abandonó la habitación.
- Ahora vuelvo
Buscó entre más de 20 habitaciones cada una más extraña que la otra al albino de los ojos azul zafiro y despues de casi quedarse clavo entre arrancones de cabello lo encontró sentado afuera de la casa brillando en la completa oscuridad del exterior.
- Ucstav, ya casi es la cuenta regresiva ¿qué haces aquí afuera?
- Nada -sorbió el moqueo lo mas discreto posible y cubrió su cara con sus mechas blanco brillante.
- No, ¿cómo que nada? ¿qué tienes?
- Me siento algo culpable por haberte mentido respecto a mis padres, ellos son lo más genial que hay, pero al menos no te menti cuando mencioné el pacto que hicimos mis hermanos y yo de ni presentarle nuestra pareja a nuestros padres, ellos siempre acaparan la atención, perdón por haber sido tan egoísta al respecto, al menos alguien si se la está pasando grandioso ¿no?
- Oh... Ucstav, tu me gustas, no tus padres, bueno, me gusta su música y su banda pero sabes a lo que refiero -se sentó junto a él en la arena-. Perdón si te perdí de vista un rato hablando con tus padres, pero al menos ahora veo de donde sacaste esa personalidad tan irresistible -bromeó alegre.
- ¿Entonces no estás molesto porque traté de ocultarlos de ti?
- ¿Qué? No, imposible -dijo sonriente, aunque por lo oscuro no lograra verse. Ambos se sumieron en un silencio muy cómodo después de eso, Kaikei le acariciaba la mejilla al otro mientras era acercado a él por uno de sus tentáculos traviesos. El clímax se vio obligado a apresurarse por la cuenta regresiva de adentro, Kaikei entró bajó presión y dispuesto a dar su primer beso en año nuevo lo tomó de los cabellos y falló horrible cuando la cuenta llegó a cero y su falta de certeza le hizo darle un beso con mucha pasión en la nariz.
- Jajajajaja ¿qué rayos? -dijo Ucstav risueño tocándose la nariz mientras el pelirrojo gritaba sus disculpas.
- ¡Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo-
- Cállate -lo tomó de la nuca y esta vez atinó a darle en darle en la boca, y se besaron imperfecta pero hermosamente, porque no todo en la vida debe ser perfecto para ser hermoso...
Y mientras tanto en el interior se echaban a carcajadas disfrutando de haberlos trolleado tan épicamente faltando 2 minutos para el año nuevo. Tener padres metaleros es lo mejor
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Mientras tanto en el arrecife todos estrenaban sus mejores movimientos para ver quienes serían los reyes del baile, Kaskazini en serio quería ganar, pero se lo tomaba con calma.
Dos sirenas con unos extraños documentos se presentaron en el pequeño escenario callando pronto al publico, eran los jueces del concurso, y estaban por dar los resultados.
Mientras comenzaban con un pequeño discurso de introducción con palabras irrelevantes Kaskazini tomó la mano de Larry con fuerza, y él sintió la mas cálida y hermosa opresión en el pecho, correspondiendo de inmediato a su agarre.
- Muy bien, y el rey... del baile de la noche... de año nuevo... es... -si, ya saben cono sin de dramáticos los presentadores, tengamosle paciencia-. Es... -ya todos sabían quien era pero necesitaban que él lo dijera para coronarlo-. Es... -su compañera ya sabía que el chico tenía problemas respiratorios así que lo mas amable posible tomó la palabra y la carpeta de resultados.
- ¡Larry! -todos aplaudieron y vitorearon como si sus vidas dependieran de ello y el mencionado fue contento emocionado donde por el resto de la noche tendría una corona de flores doradas que lo declararían rey del baile, colocada en esta única ocasión por la princesa Kinda, ya que su propósito de año nuevo también era estar en una fiesta de año nuevo. Larry se hincó respetuosamente y agachó la cabeza para que la dulce niña le colocara la corona de flores.
La manta raya se levantó sonriente buscando con la mirada a Kaskazini y saludándola, ella también saludó contenta.
- Y ahora, la reina del baile de esta noche es... -todos se mantuvieron en silencio y Larry deseó con todas sus fuerzas que fuera la adorable morena con los ojos mas brillantes que había visto-. ¡La princesa Kinda! -evitó su desilusión indiscretamente aplaudiendo mientras la princesa sonreía tan atónita que parecía que quería llorar, debió imaginar que algo similar sucedería con la presencia de la princesa en el baile, pero en fin, no le molestaba, Kinda sería muy feliz. Volvió a buscar la mirada de la Aqualisina, quien aplaudía tan emocionada como si ella hubiese ganado, pero con una sonrisa que él conocía demasiado bien: una sonrisa triste...
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