6-. El tiburón blanco de cualquier orca

Las orcas no solo son fanáticas de cazar focas sino también de molestar tiburones blancos, aunque a veces suelen ser intimidadas por ellos.

- Bueno chicos, les haré algunas preguntas respecto a lo ocurrido para hacer un informe. Ustedes estaban en la oficina de correos y llamaron a las 11 horas ¿por qué?

- Bueno, nuestro amigo Larry trabaja ahí hace unas semanas y se ha estado comportando de modo casi robótico: siempre trabaja, solo dice correo, ¡no tiene pupilas! -volvió a dar su versión de los hechos-. Y supimos que algo estaba mal cuando notamos la semejanza que tenia con... el resto de las manta rayas de la población mayores de edad, así que fuimos a su oficina y notamos pues, que toda la oficina estaba repleta de mantarrayas de ojos blanqueados diciendo "correo", y los llamamos a investigar -explicó Maki para la compañera de Mnyama.

- Correcto, chicos, ahora, parece que las mantarrayas se han recuperado por completo, solo bastó privarlos de sus pastillas para que lo hiciesen, así que vendrán conmigo y me indicarán cual de ellos es su amigo ¿de acuerdo? -asintieron un poco nerviosos por volver a ver a Larry y la acompañaron a la habitación de hospital correspondiente, donde una serie de hileras con hamacas se apoderaban de toda la estancia. Sin más nadaron entre un laberinto de sirenas adormiladas hasta que encontraron al dichoso Larry. Mantenía sus parpados sellados mientras se removía con cierta inquietud, por fin abrió sus ojos color aguamala y sonrió tímidamente a sus conocidos.

- Oh, lo siento chicos, me quedé dormido -se llevó una mano a la cabeza y cerró los ojos aturdido, la foca y la orca se vieron entre sí sin una expresión en específico.

- ¿Qué es lo último que recuerdas?

- ¿Lo último que recuerdo? Bueno, estábamos buscando un buen piso para Bi en el arrecife, llegamos a una cueva con un olor realmente fuerte y... -frunció el ceño, forzándose a decir algo más, pero no, nada-. No lo recuerdo, pero debió haberme puesto tan mal como para acabar aquí, y me duelen todos los músculos, pero seguro debe ser porque estuve mucho tiempo dormido ¿no?

- No, Larry, lo que dices fue hace semanas. Estuviste trabajando hipnotizado todo este tiempo.

- ¡Bi! –regañó la foca sin dudarlo antes de propinarle un buen zape en la nuca, soltarle todo tan de repente no parecía lo más adecuado.

- Bueno, eso explica mucho -expresó divertido acomodándose en la hamaca-. Y bien ¿cuándo me darán de alta? Este cuarto es realmente lindo, aunque le falta color y dibujos. Apuesto a que a los niños les encantaría un naval por ahí arriba... ¡Oh, oh! ¡Caballitos de mar! -a Larry una mierda con sangre le parecía una lindura en potencia, era como un daltónico capaz de ver un arcoíris en la más densa de las oscuridades. Bi suspiró.

- Ahora mismo, te acompañaremos a casa.

- Espera Bi, ¿no quieres despedirte de Mny-

- ¡Larry debe estar muy hambriento! ¡¿Verdad que sí?! ¡Hay que llevarlo a comer con urgencia, debemos irnos! –bramó a una velocidad a la que ni los raperos podían llegar.

- Bueno, tal vez si tenga un poco de hambre... Y que me llevaran a comer sería un gesto muy lindo -expresó con una sonrisa y un parpadeo cansado, delatando que le faltaba dormir un poco más.

- Perfecto, súbete a mi espalda y vámonos.

- Buenas tardes, chicos, ¿Se van tan pronto?

¡Bendita su madre que estaba de vacaciones en Cancún! Se quedó tieso y parapléjico cuando notó el cómo utilizaba su voz para denotarles confianza y cercanía, haciendo provecho de su nombre para demandarlo a cometer todo lo que a ella se le viniera en gana. Una sirena por donde quiera que la viese, su belleza física no hacía más que terminar de hacerlo caer bajo sus encantos y la intensidad dentro de sus ojos olas empujando sus defensas, y llevándoselas lejos de él.

Su figura corpulenta pero moderada no tardó en entrar por la puerta con una sonrisa a labio cerrado y sus ojos achicados por la altura de sus mejillas. Si seguía siendo tan cautivadora necesitaría que le hiciesen un espacio en la lista de pacientes en el hospital.

- Sí, es que Larry tiene hambre, pero si él comiera algo tal vez podamos quedarnos un rato mas ¿verdad Bi..? -oh, cuánta maldad cabía en una sonrisa, el aludido accedió ante la atenta mirada de su acompañante, agradeciendo para sus adentros que lo le hubiese dicho Biggy esta vez.

- Por supuesto, ya ordené una buena cena para las mantarrayas. Escuche que hoy sirven rodofíceas con carne de estrella de mar.

- Muchas gracias, Mnyama.

- Cuando quieran, los necesito como testigos para el tribunal de ese farsante mafioso que hipnotizó a su amigo, a él también. Nuestro caso todavía está en espera, pero estimo a finales de este mes podamos darle un juicio a ese horrible hombre, espero que puedan asistir. Hasta luego –nada más salió de la habitación la foca estalló en estruendosas carcajadas que tuvo que guardarse para no molestar a todas las mantarrayas que ahí descansaban, aunque debía admitir era difícil con su amigo imitando a un témpano de hielo: estático y helado.

- Entonces... seremos testigos para el tribunal de un criminal demandado por Mnyama, eh –departió con picardía.

- Eso supongo –balbuceó jugando con sus dedos, ciertamente incómodo, sintiéndose como un niño pequeño y torpe.

Intentó rememorar alguna vez en la que se había sentido semejante, pero todos esos escenarios eran negativos. Las experiencias que más vividas mantenía en su mente era en la secundaria, donde sus compañeros se burlaban de él por su complexión.

Es decir, él era una orca, y todas las orcas a las que conocía, incluso menores que él, lo doblegaban en tamaño. No era nada común que un cetáceo como él no rebasase la estatura promedio de un pez, y cuando se lo ponían en cara así, entre burlas y comentarios crueles, se sentía tan patético e inferior como lo hacía al lado de Mnyama. ¿Sería que ella le recordaba a alguno de sus agresores? ¿O acaso era su imponente presencia la que lo hacía sentir minúsculo a comparación? No sabía cómo tomarse todo aquello, y se negaba a decir que Maki tenía razón y lo que sentía era atracción, porque ello era exactamente lo opuesto a querer salir disparado de ahí cuando la veía, justo como lo había estado haciendo todo el día.

- Ella realmente le gusta mucho, como a mí me gustan los animales bebé –comentó Larry con una sonrisa.

- Seguro que sí. Ni siquiera recuerdo si alguna vez le gustó alguien, debe de estar súper oxidado en ese tema, pero me hace muy feliz que finalmente lo descubra –el castaño asintió, compartiendo su opinión.

- Te hace feliz verme sufrir, ese es tu placer -murmuró enfadado.

- No te equivocas en eso -le guiñó el ojo y marcó a Rastyn para excusar su ausencia, abandonando así la habitación.

En medio de su espera por la comida Larry estuvo comentándole de su reciente idea de llenar de murales alegres las paredes del hospital, mientras que él se aseguró de mantenerlo al tanto de todo lo sucedido durante su ausencia.

-¡Vaya! ¡No puedo creer que hayas visto uno! Seguro que daban ganas de abrazarlo... ¡Debiste tomarle una foto!

- No, Larry, esas mierdas son horribles. ¡Mira nada más cómo me dejó! Y todo por unos cuantos mangos –bramó señalando su brazo herido. La mantarraya pasó de dedo aguamarina por la cáscara de su rasguño con cuidado, y luego jaló su muñeca hacia sus labios para darle un beso sanador.

- ¡Listo! Ahora no te dolerá –eso no tenía sentido, y claro que le seguía doliendo, pero no le apetecía contradecir a su optimista amigo, a quien le agradaba tener de vuelta.

___

Había una mini-trama súper innecesaria a partir de aquí que quité para concentrarnos en temas más importantes que no tuvieron la oportunidad de ser tocados en el libro, así que el resto del libro sin editar y este estarán bastante desconectados, pero descuiden, estoy trabajando en ello ;)

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