O1.
No lo pensó, no hubo tiempo.
O mejor dicho, sí que lo pensó, pero no creyó que su acto desembocaría en tremendo resultado. Su cuerpo se paralizó y su rostro se tornó pálido, casi tan pálido como el del criminal yaciendo sin vida a sus pies. Podría tratar de convencerse de que simplemente se había desmayado –cosa que sería factible tras el impacto que recibió en la parte trasera de la cabeza–, pero la sangre que manchaba la pared y la nariz del contrario, y el diagnóstico que Karen le había dado hacía pocos segundos no indicaban no mismo.
Muerto. Estaba muerto. Había matado alguien. No era más un héroe; era un asesino.
Comenzó a temblar de pies a cabeza mientras hacía su mayor esfuerzo por arrodillarse. Cuando estuvo a la altura de aquel desconocido, sus titiriteantes manos bajaron para acunar la cabeza del otro, y sus ojos comenzaron a tornarse acuosos. El sentimiento de culpa incrementaba a medida que observaba el rastro de sangre que se había comenzado a formar bajo sus fosas nasales, dando a entender que había sido víctima de una fuerte contusión.
Con cuidado volvió a dejar la cabeza en el suelo, teniendo la estúpida sensación de que si utilizaba la más mínima fuerza iba a dolerle al cadáver frente a él.
La culpa era tan intensa que aquel balazo que recibió en el hombro había pasado a segundo plano; o quizá a tercero, ya ni siquiera lo recordaba. La adrenalina, el miedo y el sentimiento de suciedad tanto interna como externa de algún modo habían ocasionado que su cerebro no tuviera el funcionamiento necesario para percibir el dolor, cosa que en otra situación definitivamente no hubiera ocurrido.
Sus manos enfundadas en aquel traje habían adoptado un rojo aún más intenso producto a la sangre que había tocado, y dios, cuánto deseaba que esa sangre fuera suya y no ajena.
Trató de convencerse a sí mismo de que no había sido su culpa, que fue aquel hombre quien lo atacó primero y que él sólo se defendió. Pero por favor, pudo simplemente envolverlo en telarañas y no haberlo azotado contra la pared con tanta intensidad. Era definitivamente culpa suya, si tan solo hubiera pensado mejor, si tan solo hubiera tenido la suficiente cabeza para darse cuenta de que eso iba a causar daños graves, si tan solo fuera un héroe... si tan solo fuera héroe esto no habría pasado.
Se suponía que él era «el buen vecino Spiderman», no «Spiderman el que mata vecinos».
Quizo alejarse del caso, quedar absuelto de cualquier consecuencia y culpabilidad, pero era imposible, por más que se columpiara lejos de aquel callejón ubicado la calle 63 por alguna razón se sentía más y más cerca, como si el fantasma de aquel hombre fuera a perseguirlo de por vida para pagar lo que hizo.
Pero él no quería asesinar a nadie, ¡fue un accidente!
Claro, un accidente que costó la vida de alguien.
Había planeado que su primer destino fuera su departamento, como de costumbre, pero luego pensó en May; estaría tan decepcionada de él. ¿Cómo le diría? ¿Cómo la miraría a los ojos? ¿Cómo iba a soportar la penetrante mirada de la única persona que le quedaba reprendiéndole de una forma tan intensa que llegara a sentir su corazón estrujándose hasta volverse polvo y nada más? Dios, no podía hacerle esto. No podía, tanto por ella como por él mismo.
Sin tener noción del tiempo –y poco a poco comenzando a sentir una punzada en donde la bala se incrustó en su cuerpo– terminó sobre la descuidada azotea de un edificio no tan alto.
El torno reinaba el silencio... en la ciudad no había ni un alma... los escaparates de las tiendas y los bares miraban el mundo melancólicamente, como fauces hambrientas; en sus mediaciones no había ni siquiera méndigos. Pero él... él estaba vuelto un caos interno, con la cabeza inundada con los gritos en los que su conciencia le recriminaba sus acciones y no podía hacer nada para enmendarlo.
De seguro aquel hombre, a pesar de que sus decisiones no fueran las correctas, tenía una familia, y él acababa de arrebatar de forma abrupta lo que podía ser un padre, un hijo o un hermano que hacía lo posible por sobrevivir.
Su cuerpo dejó de temblar, pero su vista daba vueltas; su estómago se revolvía y daba por sentado que no tardaría en vomitar. Apretó los ojos y tragó el nudo de su garganta con esfuerzo, dolió.
Su cabeza le brindó una segunda opción: la Torre Stark.
Definitivamente no sería del mayor agrado de Tony tenerlo por ahí merodeando a altas horas de la noche, pero no sabía qué más hacer.
Se balanceó, sin siquiera ocurrírsele hacer una llamada previa para avisar. No. Simplemente él siguiendo sus instintos y apretando los ojos al sentir la insistente punzada en su brazo; debía sacarse la bala lo más pronto posible.
La velocidad con la que se dirigió al Upstate de Nueva York fue increíble, o al menos para él. No recordaba haberse movido tan rápido antes, o quizá simplemente era la adrenalina haciéndole ver y sentir sensaciones erróneas sobre la realidad. Y en cuanto menos lo pensó, ya se encontraba a punto de entrar por la puerta principal.
Observó las dos puertas de cristal frente a él, y una oleada de aire frío le hizo encogerse sobre sí mismo. No iba a entrar, F.R.I.D.A.Y. avisaría al señor Stark que estaba ahí y eso no le convenía. Peter no quería entablar una conversación ni ser regañado, él sólo quería un lugar conocido (que no fuera su casa) para descansar.
Se sentó en el suelo, recargando su debilitado cuerpo sobre el vidrio de las puertas y soltó un suspiro de cansancio. Llevó su mano hasta su brazo perforado, dejándola uno o dos centímetros más abajo de la herida; en otra circunstancia sus poderes de curación acelerada lo hubieran dejado intacto en pocos minutos, pero con la bala aún rozando las paredes de su carne y músculos el asunto se ponía más complicado.
Su rostro se deformó en una mueca de dolor al apretar la zona, sin tener ni la más remota idea de cómo iba a hacerle para arrancarse el pedazo de acero de su anatomía. No estaba en las mejores condiciones para pensar, y se dio cuenta de aquello al sentir un intenso dolor en la zona afectada tras haber presionado.
¿Qué creía que iba a suceder?, ¿que la bala saldría volando?
Genial, aparte de criminal, idiota.
Pero aún y con las repercusiones físicas que aquella acción le trajo, la repitió. Lo merecía, merecía el dolor.
No quería gritar, era una forma vaga de desahogarse y sufrir menos, y el sufrimiento era lo que tenía que soportar tras sus actos. Echó la cabeza para atrás violentamente, sintiendo su cráneo chocar contra las puertas pero sin importarle lo más mínimo. Hizo más presión. Su respiración estaba agitada y ni siquiera estaba seguro de cómo se había estado aguantando las ganas de ponerse a llorar todo este tiempo.
Cerró los ojos con fuerza y de su garganta se liberó un gruñido. Se hizo bolita pero sin dejar de hacerse daño, no siendo consciente de lo que ocurría a su alrededor. Ya comenzaba a aturdirse e inclusive con los ojitos cerrados sentía que todo le daba vueltas.
Fue hasta que sintió una presencia que todo pareció acomodarse de golpe, más que nada al escuchar cierta voz que sinceramente no quería oír.
Sus ojos se abrieron con lentitud, siendo testigo de como aquel reconocido hombre parecía flotar con ese traje que jamás dejaría de asombrarle. Tony estaba frente a él, y la confusión en el ser del billonario era más que entendible. ¿Qué hacía el niño tirado frente a su edificio... con un balazo?
—Niño —habló con volumen alto, pero apenas si recibió una reacción del contrario —, ¿qué te pasó?
Peter no respondió, o al menos no con palabras. Sus orbes se dirigieron a la parte frontal del casco de Stark, como si lo mirara a los ojos, y Tony casi siente cómo su alma se desvanece de su cuerpo.
No hacía falta que alguien se lo dijera, Peter estaba herido; no sabía si mentalmente traía algo que le pertubara, pero al menos físicamente se veía devastado.
Y su mirada... oh dios, su mirada... parecía desbordar un sentimiento de vacío y tristeza que Tony jamás esperó (y deseó) que Peter fuera víctima de.
〔 我很內疚 〕
—Si te mueves te va a doler más.
Peter hizo una mueca al oír la advertencia de Stark, apretando sus manos en los bordes de aquella mesa de metal donde se encontraba sentado. Tony deslizaba un algodón remojado en alcohol por el agujero en el brazo del chico, mientras el menor se enfocaba en mantener la vista en la bala extirpada y cubierta de sangre en un platito no muy lejos de ambos, convenciéndose de que lo peor ya había pasado.
En momentos como este, Tony se arrepentía de no escuchar a Pepper cuando ésta le pidió poner una sección médica en edificio, así que por el momento debían conformarse con uno de los muchos laboratorios del lugar.
Peter soltó un pequeño grito de dolor que inmediatamente calló mordiéndose el labio inferior, pero aún así demostrando que la estaba pasando mal con la mueca pintada en su faz. Tony ladeo su rostro, tratando de acabar pronto y terminar de hacer sufrir al chico.
Tomó una gasa y con mano experta la envolvió alrededor de la herida, escuchando como Peter suspiraba en alivio.
—Sé que tu sistema de curación es muy rápido —comenzó —, pero no está de más prevenir.
Se cruzó de brazos, observando de arriba a abajo a Peter. Ninguno habló por una buena cantidad de segundos.
Parker estaba incómodo, no estaba seguro de qué debía hacer, o si siquiera debía hacer algo. Quizá a veces la mejor opción era quedarse quieto y esperar. Pero en esta ocasión Stark no tenía ni la más mínima intención en aguardar otro segundo para recibir explicaciones.
—¿Qué pasó? —preguntó firme, esperando a que Peter uniera su mirada con la de él, cosa que no sucedió.
—Nada —barboteó, mirando al suelo.
—¿Nada? —alzó la ceja —¿Me estás tratando de idiota?
—No señor Stark —Peter negó con la cabeza pero seguía sin alzarla, a este punto terminará más adolorido, pensó Tony.
—Bien, entonces dime qué estabas haciendo y cómo terminaste con un balazo.
Parker soltó un suspiró, obviamente no le diría. No, no quería que Tony también estuviera decepcionado.
Todos estarían decepcionados de él.
—Un hombre malo —dijo finalmente —. Lo vi robando y quise detenerlo, pero no reaccioné muy rápido y me dio.
—¿"Quisiste"? —repitió —¿Significa que no lo lograste?
Peter se sentía horrible al mentir, pero sabía que si decía la verdad estaría peor. Si de por sí ya le escocía las entrañas saber que estaba mintiendo, creía que si Tony se enteraba de su acción vilmente conocería la muerte en vida.
—No, escapó.
Stark asintió con lentitud, y Peter comenzó a asustarse. ¿Y si no le creía? Sería una doble decepción.
—Bien —dijo Tony, tomando su celular de su bolsillo trasero —, le llamaré a May para que sepa que estás aquí.
—¡No, no, no! —no sabía ni de dónde había vuelto a sacar las fuerzas para levantarse de golpe y arrebatar el celular de Tony de entre sus manos. Al notar la mirada desaprobadora de Stark reaccionó sobre lo que hizo y devolvió el aparato —. No le hables a mi tía May, por favor.
Peter comenzó a temblar de miedo, pero no porque Tony estuviera a punto de hablarle a su tía, sino porque le había arrebatado el teléfono a Tony Stark. ¿Qué le estaba pasando? ¿Se estaba volviendo criminal? ¡No quería! ¡No podía serlo! ¿De cuándo a acá se comportaba tan mal? No merece ser idolatrado, no merece un traje híper caro, no merece ser un héroe. Por más que quiera serlo, no lo merece.
—¿Por qué? —ahora Tony estaba intrigado, tanto por la repentina reacción de Peter como el porqué no quería que llamara a May.
—Nos peleamos —mintió rápidamente con lo primero que le vino a la cabeza —. Nos peleamos en la tarde porque salí de clases porque vi a alguien robando una tienda y me dijo que estaba dejando de lado la escuela y que no estaba bien.
—Okey... —era evidente que no sabía si confiar en las palabras del niño, ya que conociéndolo simplemente hubiera ido a disculparse. A menos que algo más grave estuviera pasando y se lo estuviera ocultando.
—Señor Stark —y de nuevo volvió el aura depresiva —, me siento sucio.
—Comprendo, también lo sentía las primeras veces en las que alguien se me escapaba —en parte entendía al muchacho, era la primera vez que dejaba que alguien se saliera con la suya y debía sentirse culpable —. ¿Quieres darte un baño para relajarte?
Peter se lo pensó un poco, no estaba seguro sobre si ambos tenían la confianza suficiente. Pero bueno, era Tony quien lo ofrecía, y quizá negarse se tomaría como algo de mala educación.
—Sí, por favor.
Tony dio un asentimiento, para luego hacer un ademán e indicarle a Peter que lo siguiera y así guiarle a una de las habitaciones para invitados. Dejaría que se duchara, quizá incluso que durmiera en la torre, y mientras tanto, él se encargaría de asegurarse que mañana comenzara a instalarse una zona de medicina y emergencias para cuando se ocupe.
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