Capítulo 25

Advertencia: Muchas emociones, no me hago responsable de crisis emocionales, estabilidad emocional quebrada y solo ofrezco pañuelos -saca una caja y los pone en una mesa-

Muñequito se había acostumbrado al dolor. Al terror. Al pánico envuelto en su estómago, subiendo por su garganta pero quedándose allí, sin salir, porque si salía, iba a significar que todo se derrumbaría a su alrededor.

Él no entendía bien lo que ocurría, pero sólo sabía que dolía y debía soportarlo porque era lo que se esperaba de él.

Así como se esperaba que estuviera quieto, sin moverse, mientras dejaba que su Dueño le usara como mejor le placiera.

Como estaba ocurriendo en ese momento.

Su Dueño le había comprado un nuevo vestidito que le había puesto esa noche, diciendo que se veía bonito y precioso, combinando con su cabello largo, desordenado, que a veces cubría incluso su rostro. Ahora miraba el techo, sus ojos encandilados en la luz, tratando de ignorar los gemidos que Dueño soltaba a medida que se movía entre sus piernas abiertas y extendidas, y trató de ocultar el estremecimiento cuando de pronto sus muslos estuvieron pegajosos, la sensación conocida de que eso había terminado llenándolo.

Su Dueño suspiró con alivio, subiéndose los pantalones, mirando a Muñequito con gusto.

—Qué bonito te ves así —alabó, para después tomarlo en brazos—. Cada día te pones más precioso, Muñequito, ¿no? Llevas casi dos años conmigo y estás muy guapo.

Muñequito no lo miró, sin entender sus palabras, sin reaccionar cuando lo besó en la boca.

El adulto lo cargó hacia el armario, sin importarle un poco si estaba sucio, abriéndolo y sentándolo en la repisa que tenía allí escondida, rodeada de cojines para su muñequito, y lo recostó, cerrando la puerta.

Muñequito se vio envuelto en la oscuridad en ese instante, apenas respirando, para cerrar sus ojos y ponerse a dormir, acostumbrado a estar acostado en ese lugar.

Lo que no se esperaba fue que su sueño fuera interrumpido tan violentamente.

La puerta se abrió de golpe y él no sabía qué ocurría, sobresaltándose por todo el ruido, por todos los gritos, por la luz sobre él.

—¡Señor! —gritó un desconocido—. ¡Señor, tenemos...! ¡HAY UN NIÑO AQUÍ, SEÑOR!

¿Niño? ¿Qué niño? Ahí sólo estaba Muñequito.

Hubo más gritos, más luces apuntándolo, y retrocedió de forma automática, aterrado por esa extraña situación, porque no entendía que estaba pasando.

Quiso gritar cuando esos desconocidos lo agarraron, pero no salió voz alguna, sólo gruñidos y jadeos extraños que no pudo reconocer como suyos. Se revolvió y batalló contra esas manos ajenas, sus piernas acalambradas por el tiempo que estuvo acostado en tan incómoda posición, aunque no pudo luchar cuando lo sostuvieron, murmullos suaves tratando de tranquilizarlo, sin embargo, Muñequito no se sentía bien.

Todo se le revolvía, su mundo daba vueltas, veía borroso, y de pronto vomitó.

Vomitó antes de que todo se volviera oscuro.

Entonces despertó otra vez en un lugar desconocido, recostado en una camilla, y sus piernas habían encontrado una extraña fuerza para ponerlo de pie, tratando de huir de allí, confundido y perdido. Una mujer lo descubrió, comenzando a gritar, teniendo que ponerle un calmante cuando quiso salir corriendo.

Todo ocurría como si fuera un sueño, sin entender nada, sin comprender qué estaba ocurriendo con él. ¿Quiénes eran esas personas? ¿Dónde estaba su Dueño? ¿Dónde estaba Señor Shin? Quería volver con Señor Shin, porque era bueno y lo cuidaba, le daba caramelos cuando era bueno, ¿por qué no iba a rescatarlo?

Muñequito sería un mejor Muñequito si aparecía, se prometía.

Después llegaron esas personas desconocidas que decían ser "Mamá" y "Papá", pero ¿a qué se referían con eso? ¿Qué era una "Mamá"? ¿Qué era un "Papá"? ¿Por qué allí nadie le tocaba como Dueño y Señor Shin hacían? ¿Por qué allí todos eran tan... tan...?

Tan distintos.

Muñequito no lo comprendía, no lo entendía, pero de pronto, quería quedarse con esas personas que le hablaban con dulzura, le traían regalos y no le pedían nada a cambio.

Muñequito ya no quería ser Muñequito y quería ser Hoseok.

Todavía quería ser Hoseok.

Seokjin tembló entre jadeos bajos, sus ojos llorosos, antes de abrazarse a Jimin, que le dio un beso en los labios. Un beso devorador, exigente, de esos que le dejaban sin aire, queriendo más de su novio, posesivo y duro.

Jimin se veía suave, dulce y amable con todo el mundo, pero cuando estaban a solas, sin ropa, acariciándose, se transformaba en un chico al que Seokjin buscaría complacer como fuera.

—Eres hermoso —le murmuró Jimin contra su boca, su voz ronca por el orgasmo, sin alejarlo—, ¿sabes cuán bonito eres, Jinnie?

Le devolvió el beso, sin querer moverse de ese lugar, sabiendo que estar en los brazos de Jimin era el lugar correcto para él.

—Te amo —le soltó, sus mejillas coloradas por la timidez, dándole otro beso y viendo como los ojos de Jimin se arrugaban, una sonrisa amplia decoraba su rostro—, yo... re-realmente te amo, Jimin.

—¿Sí? —Jimin se volteó, dejándolo bajo su cuerpo—. Yo también te amo, Seokjinnie. Mucho, mucho...

Jin quería oírlo. Necesitaba oírlo para poder aferrarse a Jimin como fuera y ahogar esos pensamientos de que podría terminarle en cualquier momento.

—¿Sí? —le dijo, acariciando el cabello del mayor, sintiendo su cuerpo todavía sensible por el orgasmo—. ¿Si-siempre seré tu chico, Mochi?

Jimin lo observó, sin dejar de sonreírle.

—Claro que sí —afirmó el más bajito—, mi único y precioso chico.

Con eso Seokjin era feliz. Con que su mamá le quisiera y Jimin también, no necesitaba a nadie más.

Media hora más tarde ambos estaban ya bañados y vestidos, sabiendo que los padres de su novio habían llegado hace poco, bajando para cenar con ellos.

—Hola, Seokjinnie—saludó Park Hyungsik, el padre de Jimin, que estaba terminando de servir la cena.

—Hola, señor Park —respondió Seokjin—, ¿cómo está?

—Bien, bien —Hyungsik le hizo un gesto para que se sentara a comer—, Jimin ya nos debía esta cena contigo, la verdad es que te preferimos a ti por sobre él.

—¡Papá! —regañó Jimin.

Se escuchó una risa suave y la madre de Jimin, Park Seyoung, apareció llevando la comida.

—Buenas tardes, Jin—saludó amorosamente la mamá de su novio.

—Hola, señora Park —dijo Seokjin, feliz porque en esa casa también le querían, y mucho.

Al inicio estuvo muy indeciso de conocer a los padres de Jimin porque tenía miedo de que no estuvieran de acuerdo con que su hijo saliera con un chico, pero el mayor le había asegurado que ellos ya sabían que gustaba de chicos también así que no tenían problema alguno con eso. Seokjin seguía sin estar seguro y durante ese almuerzo estuvo muy tenso, apagado y callado, los nervios carcomiendo su estómago, pero las constantes bromas de los dos adultos le habían ayudado a relajarse poco a poco.

Además, el hecho de que le hubieran tratado tan bien terminó por lograr ganarse su aprecio, contento de que allí no le estuvieran mirando de mala forma o le ignoraran como a veces sus padres hacían en la mesa.

Los señores Park eran muy buenos con él.

—Estás creciendo tan bien, Jin—dijo la madre de Jimin—, ¿Jimin te trata como se debe?

—¡Por supuesto que sí! —saltó Jimin—. ¿Cierto, bebé?

Humedeció sus labios.

Creo que me está engañando.

—A veces se pone terco y tenemos que ir a dónde él quiere —delató con inocencia.

Jimin comenzó a quejarse otra vez, negando sus palabras apresuradamente en tanto sus papás volvían a reírse, y Seokjin le tomó la mano, dándole un apretón cariñoso.

Más tarde ambos estaban volviendo a la casa de Seokjin uno al lado del otro, la noche ya caída, conversando en voz baja sin despegarse un poco, y el menor estaba feliz de eso, de tener esos momentos con su novio, de que se hubiera alejado un poco de Hoseok. Esas últimas semanas lo notó, que ya no interactuaban tanto desde el cumpleaños de Taehyung, medio mes atrás, y eso estaba bien, ¿o no? Estaba perfecto porque eso significaba que quizás ya no se veían a escondidas.

Que quizás...

—Podríamos salir este fin de semana —sugirió Jimin—, sólo los dos, ¿qué tal? Oí de un club...

—¿A bailar? —preguntó Seokjin.

—No tanto así —se encogió de hombros—, Taemin me ha invitado, en realidad.

—Mmm... ¿debería preocuparme? —bromeó. Jimin le besó la punta de la nariz, riéndose.

—Bueno, me ha dicho que conoció un lugar donde hacen competencias de canto, ¡deberías intentarlo, Jin!

Seokjin arrugó sus cejas.

—¿Canto? ¿Qué estás diciendo, Jimin?

—Cantas muy lindo —ambos se detuvieron fuera de la casa de Seokjin y Jimin le agarró las mejillas, apretándoselas—. ¿Cantarías por mí?

—Me daría pánico escénico —respondió Jin, balbuceante apenas.

Jimin ahora le dio un beso, sin dejar de sonreír.

—Yo estaré allí —le contestó con confianza—, ¿eso es un sí?

—No.

—Vamos... —bajó su voz un octavo—, si lo haces, luego de eso, podemos ir a un motel, Seokjinnie...

—Somos menores de edad —le observó, confundido, aunque el rubor pintó sus mejillas.

—Tú lo eres, yo no —la sonrisa de su novio era coqueta, provocativa—, y puedo conseguirte un carnet falso...

—Eres un delincuente —afirmó Jin, pero se rió también porque Jimin sabía cómo convencerlo—. Está bien... Podemos intentarlo —recibió otro beso feliz—. ¿Cómo se llama el lugar?

Jimin le pellizcó el labio.

D-Town.

Jungkook suspiró por décima vez en el día, observando de reojo a Hoseok sentado a su lado pero sin mirarlo, y rascó su nuca algo incómodo por el ambiente tenso entre ellos dos.

No sabía qué había pasado entre ellos, pero esas últimas semanas Hoseok parecía algo lejano y poco... comunicativo a su lado, por lo que su relación básicamente se había enfriado mucho entre ellos, hasta el punto en que Hoseok le estuvo evitando con claridad, sin querer verlo mucho y sólo respondiéndole por mensaje de texto.

Trataba de pensar y se reventaba la cabeza queriendo adivinar qué había hecho mal como para que su novio se estuviera comportando de esa forma, pero no encontraba una explicación concreta para ello.

Entonces pensó que, tal vez, Hoseok ya no le quería como antes y estaba buscando la forma de terminar con él.

Ese sólo pensamiento lo alteraba demasiado, provocando que su estómago se revolviera por completo.

—Hoseok—llamó.

El chico se volteó a mirarlo, sus ojos abriéndose por la sorpresa, su mandíbula apretándose.

La tráquea de Jungkook se apretó cuando se dio cuenta de que había hablado en voz alta hacia su novio. Pero también notó la forma en la que la expresión de Hoseok parecía alterarse por su desliz.

¿Estás enojado conmigo? —preguntó con velocidad haciendo señas.

Hoseok mordió su labio inferior, la mirada perturbada de su rostro desapareciendo, tomando aire.

No, ¿por qué dices eso? —respondió desviando sus ojos, observando por la ventana.

Ambos se habían escapado, por insistencia de Jungkook, hacia la biblioteca luego de clases, yendo hacia el final de todos los estantes, hacia la mesa más escondida del lugar. Tampoco es como si fueran muchas personas a esas alturas del día, así que estaban bien protegidos de otras miradas.

Hoseok, en tanto, trataba de pensar alguna forma de escapar de allí porque no soportaba ver a Jungkook, ver su expresión decaída, verlo tan necesitado de él. Una parte suya estaba desesperada por abrazarlo, enterrar su rostro en su cuello, dejarse mimar por él, sin embargo, su otro lado gritaba que no lo hiciera porque Jungkook podía tocarlo.

Podía tocarlo de esa forma y todo en él entraba en pánico.

Esas últimas noches había estado teniendo más pesadillas que nunca y corría a la cama de sus papás a dormir con ellos, porque era el único lugar seguro para él. Sus papás lo protegerían, jamás dejarían que algo malo le pasara.

Me has estado evitando —explicó Jungkook, haciendo una pequeña pausa—. Tú sabes, si quieres terminar conmigo, puedes decírmelo con total confianza. No voy a enojarme.

Hoseok lo observó, congelado, parpadeando, y algo dentro de él se quebró al entenderlo.

¿Terminar? —sus movimientos fueron lentos, titubeantes—. Pero... pero yo te quiero.

Jungkook trató de suavizar su expresión al notar el rostro decaído de Hoseok.

Yo también te quiero —dijo con cariño—, pero Hobi, para que esto funcione, los dos tenemos que comunicarnos bien. ¿Por qué no me dices qué ocurre para así solucionarlo? Quiero que todo sea como antes, cuando no me evitabas y me llenabas de besos en todo momento.

Hoseok sintió su rostro colorado por sus palabras, pero más aún porque sintió vergüenza ya que no quería hablar de ese tema. Comprender todo lo que Seokjin le había explicado semanas atrás todavía le ponía nervioso, más aún si se trataba de conversarlo con Jungkook, pero sabía que debía soltarlo o lo seguiría evitando.

Y él también extrañaba sus besos y abrazos

Bajó la vista, buscando su cuadernito para escribirle lo que ocurría, porque siendo sincero, no se veía capaz de expresárselo con gestos.

Es que yo... Lo he pensado mucho, sobre lo que ocurrió hace unas semanas. Sobre tener sexo, hyung.

Jungkook leyó sus palabras y de forma inmediata el color pintó su rostro.

Oh.

¿Es eso, Hoseok? ¿No quieres tener sexo conmigo?

Hoseok apenas levantó la vista, sus ojos cristalinos, y negó con la cabeza de forma torpe. El mayor dejó salir el aire de sus pulmones.

Hoseok, está bien. Lo prometo. Si no te sientes listo en este momento, no tenemos por qué hacerlo. No te sientas mal por no querer hacerlo, ¿bueno?

El muchacho sorbió por su nariz, asintiendo de forma torpe.

¿No te molesta? Es que si tú quieres yo podría intentarlo y

Jungkook no lo dejó terminar, quitándole el cuaderno, un rayón marcando las hojas. Hoseok lo miró con sorpresa.

No, Hoseok. El sexo es algo muy íntimo y los dos tenemos que estar cómodos para eso, ¿entendido? Yo puedo esperar el tiempo suficiente para que tú te sientas preparado, te quiero mucho y no deseo que te fuerces a eso. Estaré bien con cualquier decisión que tomes, ¿entendido?

Hoseok leyó sus palabras, sintiendo como algo dentro de él pareció estrujarse ante lo que Jungkook le estaba diciendo, y de pronto sus ojos se llenaron de lágrimas porque esas simples frases guardaban demasiado significado para él.

Señor Shin jamás le había dicho algo así. Su Dueño tampoco.

Y Jungkook, que le trataba tan bien, que se preocupaba por él, estaba interesado en que Hoseok se sintiera bien para tener sexo.

Sin poder evitarlo, se lanzó a los brazos de Jungkook, enterrando su rostro en el hombro del mayor, sus brazos rodeando su cuello, y se pegó a él con desesperada necesidad, tratando de demostrarle con ese gesto lo importante que era eso para él.

Jungkook hizo un ruido de sorpresa, agarrándolo por la cintura, y sólo sonrió cuando Hoseok levantó la vista, ojos brillantes observándolo, para entonces comenzar a repartir besos por su rostro.

Media hora después Jungkook dejó a Hoseok a unas cuadras de su casa, besándolo otra vez, prometiendo encontrarse al próximo día e ir a comer un helado. Al verlo desaparecer se marchó de allí pero no hacia su casa sino en dirección contraria, acelerando un poco porque había prometido llegar en unos minutos.

Estacionó su auto fuera de la pequeña casa pero no caminó hacia la puerta principal sino hacia el garaje, observando a su amigo sentado como si nada, de espaldas en su dirección.

—Hey, Donghyeok —dijo, y su amigo se sobresaltó, volteándose.

El aludido lo miró con el ceño fruncido para luego bufar.

—Jungkook—saludó Donghyeok—, ya pensé que no vendrías y me dejarías plantado. Anda, dime, ¿qué quieres de mí?

Jungkook observó todo el material que Donghyeok tenía a su alrededor: micrófonos, una computadora, audífonos aislantes de ruido...

—¿Cuánto me cobrarías por una grabación? —le preguntó.

Donghyeok se recostó en su silla, observándolo en silencio varios segundos, como si lo estuviera pensando bien.

—Anda, baja la lata —chasqueó su lengua—, ¿qué quieres grabar?

—Un regalo —Jungkook sonrió—, un regalo para mi novio.

Su amigo rodó los ojos, sin embargo, sólo sacudió la cabeza mientras Jungkook sacaba la letra que ya había terminado para Hoseok, y pronto esperaba regalar.

Sólo esperaba que Hoseok estuviera muy, muy feliz con eso.

Taehyung siempre había sido muy reacio al contacto físico a menos que viniera de su mamá, pero cuando Yoongi le sostenía la mano, sus dedos entrecruzados con los suyos, se sentía bien aunque su estómago diera mil vueltas.

No entendía muy bien eso. Mamá le había dicho que eso ocurría cuando estaba enamorado y Tae entonces pensaba que no quería sentirse enamorado para evitar esas situaciones, pero entonces Yoongi le miraba, le sonreía y...

Y...

—¿Tae-ah? —Yoongi llamó y Taehyung lo miró. Los dedos de su novio le dieron un apretón—, ¿pasa algo? Te noto distraído.

—Estaba pensando —dijo, su tono plano, bajo, pero Yoongi le escuchó sin problema alguno.

—Mmm... ¿y en qué pensabas? —preguntó Yoongi.

—En como aceleras mi corazón cuando sonríes —respondió.

Yoongi lo miró, color pintando su pálido rostro y a Tae le costó entender qué había pasado. ¿Acaso dijo algo malo?

—Eres muy lindo —murmuró Yoongi débilmente.

—¿De verdad?

—Eres lindo y adorable.

Antes de que Taehyung pudiera echarse hacia atrás recibió un beso fugaz en sus labios, y pensó un instante en quejarse pero pensó otra vez que esos besos se sentían muy bonitos. Cuando Yoongi lo abrazaba por la cintura con suavidad también se sentía bonito.

—Te quiero —le dijo Yoongi con cariño, deteniéndose, y Tae se dio cuenta de que estaban fuera de la casa de Hoseok.

Se sintió algo extraño y molesto consigo mismo porque quería que esa caminata durara más para así estar con Yoongi, pero lo reprimió porque eso se le hacía extraño.

Yoongi lo agarró de la barbilla para levantar su mirada y que así se observaran a los ojos.

—¿Tú me quieres? —le preguntó su novio, y Tae se estremeció.

No entendía con claridad ese concepto de querer. Mamá se lo había tratado de explicar muchas veces, sin embargo, todavía no lo entendía muy bien.

—Sí —dijo apenas, de pronto retrayéndose.

Pero Yoongi le sonrió, dándole otro beso suave luego de empujarlo hacia él, así que Taehyung lo aceptó.

Yoongi se sentía bien.

—¿Hasta qué hora te dio permiso tu mamá, bebé?

También se sentía bien cuando le decía apodos cariñosos. Tae trataba de hacer lo mismo, de demostrarle cuán importante era para él, pero tenía que esforzarse mucho y eso provocaba que se pusiera ansioso y entonces se estresaba y...

—A mediodía —barboteó apenas.

Yoongi asintió.

—Pasaré a buscarte a esa hora, así que espérame, ¿bueno?

—Está bien, gatito bonito —farfulló nervioso.

Su novio sonrió, mostrando sus encías, sus ojos arrugándose, y Tae pensaba que era muy, muy bonito.

Yoongi le dio otro beso y Tae se marchó hacia la casa de Hoseok, despidiéndose del mayor, para luego tocar la puerta. Su amigo lo invitó a quedarse a dormir junto a Seokjin y su mamá le dio permiso, así que ahora estaba allí.

La mamá de Hoseok le abrió, invitándolo a pasar, diciéndole que los chicos estaban en el cuarto de su hijo, y luego de saludar a todas las personas de allí subió al segundo piso, tocando la puerta.

—¡Pasa! —gritó Seokjin, por lo que Tae entró.

Los dos amigos estaban jugando algo de autos de carrera con la PlayStation de Hoseok, mirando la pantalla de forma concentrada.

—¡Tae! —Seokjin pausó el juego, ganándose un berrinche de su mejor amigo—. Hey, ¿quieres jugar?

—Hola —Tae se balanceó en su lugar—. No sé jugar eso.

¡Deja tu mochila sobre mi cama! —dijo Hoseok sonriendo—. ¡Vamos, yo te enseño!

Tae lo observó, algo confundido.

Pero hablé en voz alta —dijo, desorientado.

La sonrisa de Hoseok se congeló. Seokjin se tensó. Taehyung no entendía qué estaba ocurriendo.

Seokjin fue el primero en moverse, poniéndose de pie con calma aunque el pánico estaba invadiéndolo al notar la forma en que Hoseok comenzó a mover sus manos, formando y deshaciendo sus puños.

—¡Tae, ¿trajiste tus dinosaurios para jugar?! —preguntó de golpe, casi rebotando en su lugar. Los dos chicos se sobresaltaron con la acción de Seokjin, Hoseok parpadeando, Tae luciendo más perdido aún.

—Sí, los tengo en mi mochila...

—¿Jugamos con ellos? —ofreció Seokjin, agarrando a Hoseok del brazo, levantándolo.

—¡Está bien! —saltó Tae, dirigiéndose a su mochila, abriéndola.

Seokjin aprovechó que Tae estaba distraído para abrazar a Hoseok.

—Estoy aquí —le susurró en voz baja contra el oído, estremeciéndolo—, cualquier cosa, estoy aquí para ti, Hobi.

Hoseok le dio un apretón, devolviéndole el abrazo, e incluso permitió que Seokjin le besara la mejilla al alejarse de manera cariñosa, volteándose para ir donde Tae y escuchar lo que estaba diciendo al sacar sus juguetes.

Hoseok estaba echando todo a perder, lo sabía, y todo a su alrededor parecía estar desmoronándose poco a poco.

Antes fue el mejor Muñeco de todos, pero ahora parecía estar convirtiéndose en el peor.

Las cosas iban mejorando.

Jin recibió un beso de Jimin, feliz de la vida, su novio sonriéndole también luego de estacionarse, y luego de varios segundos se bajaron tomándose la mano. El invierno estaba acabando pero seguía haciendo mucho frío, en especial durante las noches, así que comenzaron a caminar con rapidez por la vereda.

—¿Seguro que es por aquí? —le preguntó el menor a Jimin.

—Sí, mira... —Jimin levantó su brazo libre hacia alguien—. ¡Hyung!

La persona se enderezó y Seokjin reconoció a Taemin, el mejor amigo de su novio. Lo saludó con timidez, manteniéndose junto a Jimin en todo momento, algo nervioso por lo que estaban haciendo: el lugar en el que estaban no era uno de los mejores barrios de la ciudad, no lo conocía mucho, y eso le ponía algo temeroso.

—Vamos, ¡D-Town queda en la siguiente cuadra! —animó Taemin—. Ahora están en batallas de rap, el canto viene después. Jimin me dijo que ibas a participar, ¿no, Jin?

Seokjin miró a su novio con sorpresa, el rubor iluminando su rostro para sacudir la cabeza de manera apresurada.

—¡No, no! —chistó Seokjin—. No soy bueno, me avergonzaría, cómo...

—¡Lo harás genial! —dijo Jimin con fe.

Taemin se rió.

—Bueno, si quieres participar, debes pagar tu inscripción, lo puedes hacer en el momento o antes. No es mucho, son cuatro mil quinientos wons por querer entrar y puedes cantar las veces que quieras.

Jin bajó la vista, indeciso todavía, pero Jimin le dio un apretón suave, sonriendo con ánimo.

—Lo pensaré —dijo débilmente.

Eso fue suficiente para su novio, al parecer.

—¿Cómo conociste este lugar? —dijo cuándo se detuvieron fuera de una bodega donde alguien estaba apoyado al lado de la puerta.

—Kibum quiere intentar el rap ahora —suspiró Taemin—. Hey, Iron, ¿qué tal?

El desconocido bajó el cigarrillo de sus labios, moviendo su cabeza en señal de reconocimiento hacia Taemin para después observar a Jimin y Jin.

Seokjin casi se esperaba el comentario grosero cuando sus ojos se estrecharon sobre ellos dos, tomados de la mano, pegados como...

—¿Son de confianza? No quiero que la policía aparezca en un par de horas —le dijo a Taemin.

El menor parpadeó.

—Uno es menor de edad —dijo Taemin, rascando su nuca para entonces apuntar a Jin.

Iron bufó, recibiendo el dinero para que entraran.

—Nada de alcohol para ese chico, entonces —gruñó haciéndose a un lado—, si lo veo con una lata de cerveza, haré llorar al niño bonito.

Seokjin ya quería llorar sólo con eso. Jimin se rió aunque su novio notó la tensión en el cuerpo al lado suyo.

—Yo me encargaré de cuidar a mi novio, gracias —dijo Jimin.

Iron soltó un silbido, rodando los ojos, y Taemin los apuró a entrar, despidiéndose del guardia.

—¡Lindo culo, niño bonito! —se burló Iron una vez avanzaron.

Jimin gruñó dispuesto a volver atrás pero Taemin y Seokjin lo empujaron hacia delante, apresurando el paso.

—No puedes actuar así —comenzó a regañar Jin—, él sólo te está tomando el pelo.

—¡Te estaba mirando el culito! —reclamó Jimin.

—¡Jimin-ssi!

—¡Honoríficos, Seokjin-ah!

Taemin también rodó los ojos, sacudiendo su cabeza por el comportamiento infantil frente a él de la pareja.

Antes de que pudieran seguir discutiendo, entraron a la bodega de dos pisos, llena de gente por todas partes, mesas repartidas hasta en los pasillos del segundo piso mientras el bar se hallaba en una esquina. Un gran escenario estaba en el centro del lugar donde se llevaba a cabo una competencia de rap entre dos chicos, la gente aclamando a gritos, riéndose, divirtiéndose, bebiendo.

¿Jimin pretendía que cantara frente a todas esas personas? ¡Estaba desquiciado!

Apenas podía hablar por la impresión del lugar, pero por sobre todo, porque nadie allí se estaba fijando en su mano entrelazada con la de Jimin. No había miradas con malas intenciones ni comentarios maliciosos.

—¡Pueden ir a beber! —dijo Taemin—. ¡Y si quieren cantar algo, acércate a Zico, es el chico que está en medio de la batalla de rap, debes pagarle a él y decirle qué pista cantar! ¡Debo buscar a Kibum ahora!

Jimin se despidió de su mejor amigo, ignorando los balbuceos débiles de su novio, y tiró de él hacia el bar, donde muchas personas estaban atendiendo a la gente.

—¿Quieres una bebida? —preguntó Jimin—. ¡Yo te invito a la primera!

Seokjin lo observó.

—¡Tú me invitaste aquí, en primer lugar! —le reclamó.

Jimin sonrió, tirando de él, y antes de que Seokjin pudiera protestar recibió un beso del mayor en sus labios, pasando un brazo por su cintura, importándole poco si los veían hacer eso.

Al alejarse, Jin apenas podía respirar, torpe y avergonzado.

—Eres muy lindo, Jinnie—le susurró Jimin, pellizcándole el labio—, ¿recuerdas lo del motel? Tengo tu identificación falsa así que...

—No puedes estar hablando en serio —se rió Seokjin, recibiendo otro beso—. Si te subes a cantar...

—¡Voy a ponerme a llorar si eso ocurre!

—Pero yo voy a estar allí para ti —Jimin acarició su cabello, sabiendo lo tímido y cerrado que era Seokjin—, si todo resulta mal, yo voy a sostenerte, Seokjinnie.

El menor no sabía cómo era posible que, con esas simples palabras, estuviera dispuesto a hacer todo por Jimin. Incluso si se lo pedía, era capaz de lanzarse de un puente por él.

Lo odiaba tanto.

—Está bien —dijo débilmente—, pero me deberás dar algo a cambio.

—Lo que quieras.

—La última figurita de Mario Bros.

Jimin parpadeó antes de comenzar a reírse, asintiendo con gusto, y pidieron algo para tomar. El mayor se decidió por una cerveza para él y una Coca-cola para Jin, para luego dirigirse hacia Zico una vez recibieron su pedido.

Aprovecharon que el MC detuvo la competencia para un breve descanso, las personas dispersándose, y pagaron la inscripción de Jungkook, anotando la canción.

—Te llamaremos por el micrófono —dijo Zico, que si bien se veía algo malo con sus tatuajes, tenía una actitud relajada—, ¿no quieres un sobrenombre? Muchos utilizamos uno aquí —Jin negó con la cabeza, torpe, y Zico pareció compadecerse por él—. Hey, no te preocupes. Aquí la gente no va a abuchearte si te equivocas o algo así.

No le ayudó mucho pero aun así le dio las gracias.

Después caminaron hacia una mesa vacía, sentándose cerca para conversar y beber, y Seokjin se sentía bien allí metido por algún extraño motivo, sin entenderlo muy bien. Jimin estaba siendo cariñoso con él, haciéndolo reír, tan cerca que nadie podría confundir que ellos eran amigos, pero tampoco nadie estaba interesados en ellos por lo que no había ojos maliciosos encima de Jimin o de él.

Y eso se sentía muy bien. Se sentía... perfecto. Muy perfecto.

Fue a las once de la noche en que Jungkook y Hoseok entraron a D-Town tomados de la mano, sonriéndose ampliamente, y fueron hacia el bar para pedir algo, yendo a su rincón para ver el espectáculo.

Hyung, ¿cuándo vas a rapearme? —le preguntó el menor a Jungkook con un puchero ligero.

Jungkook le sonrió, pellizcándole la mejilla y haciendo que Hoseok se pegara más a él en busca de sus abrazos. El mayor no escatimó un poco, sentándolo en su regazo, dándole un beso en la mejilla.

Estoy trabajando en ello —le dijo con unos gestos—, voy a entregarte tu regalo pronto.

Hoseok lo rodeó por el cuello, recostando su cabeza contra el hombro de Jungkook, suspirando de felicidad por ese toque.

—¿Hobi?

Se sobresaltó, girándose y volteándose, Jungkook también levantando la vista.

Le sonrieron a Jinho, que iba de la mano con Yuto. El chico más pequeño les devolvió la sonrisa, saludándolos con la cabeza al igual que su novio.

—No venían hace tiempo —comentó Jinho, por sobre la voz de la persona que cantaba.

—Hemos estado algo ocupados —contestó Jungkook, sosteniendo a Hoseok contra él, tratando de ignorar el hecho de que el menor respondió al llamado de Jinho que fue hecho en voz alta.

—Mmm... —Jinho se balanceó—, tampoco has vuelto al rap.

Jungkook sonrió un poco incómodo.

—He perdido experiencia —admitió apenas.

Hoseok besó su mejilla.

—Ajá, claro —Jinho rodó los ojos—, nos vemos por ahí...

La pareja se retiró sin decir algo más, perdiéndose entre las personas, y Jungkook se sintió algo irritado de pronto por la actitud de su exnovio. Se supone que no había rencor, ¿qué forma de actuar era esa?

Hoseok lo miró y su molestia aumentó.

Le hizo un gesto para que se pusiera de pie.

Iré a hablar algo con Jinho —le dijo, aunque no sabía para qué lo hizo con gestos, ¿no era Hoseok más obvio?—, espérame aquí, ¿está bien? Regreso enseguida.

Hoseok puso una expresión de contradicción pero sólo asintió, abultando sus labios, viéndolo partir.

Jungkook buscó a Jinho por entre las personas, viéndolo entrar al baño a lo lejos. No era difícil identificarlo, después de todo, su altura era algo llamativo, así que se apresuró en ir detrás de él.

Ingresó al lavabo, viéndolo mojar su rostro. Jinho le devolvió la mirada a través del espejo.

—Si tienes un problema conmigo, dímelo —le soltó Jungkook.

Jinho enarcó una ceja.

—No tengo ningún problema contigo —contestó el más bajo—, sólo que me sorprende que sigas siendo el mismo chico cobarde que conocí hace un tiempo.

Jungkook lo observó.

—No me conoces —le dijo.

—¿Le has dicho a tus padres de Hoseok, Jungkook? —le preguntó Jinho con un ruido de desprecio—. ¿O lo escondes como tu sucio secreto, así como hiciste conmigo?

El más alto apretó sus manos en puños.

—Y eso qué te importa a ti, Jinho —le espetó.

—Puede que no lo hayamos demostrado, Jungkook—dijo Jinho, alzando su barbilla—, pero esas acciones duelen, y mucho. A nadie le gusta ser el vil secreto de la persona que quiere —el chico dio un paso—. Hoseok me cae bien, y si sigues comportándote así, sólo vas a terminar haciéndole daño, ¿eso es lo que quieres?

—Deja de reflejarte en Hoseok—le soltó Jungkook—, eso es lo que estás haciendo, reflejando el fracaso de nuestra relación en Hoseok, sabiendo que no deberías hacer eso, ¿sabes por qué? —Jungkook hizo un mohín de desprecio—. Porque los dos sabemos que quiero más a Hoseok de lo que te quise a ti.

Jinho lo observó, sus ojos abiertos por la sorpresa, congelado por completo, una mirada conmocionada en su rostro. Jungkook sólo pudo observarlo, quieto también, sin saber qué añadir.

—Sigues siendo el mismo cretino de siempre —declaró Jinho duramente, saliendo de allí, dejándolo solo y culpable por sus duras palabras.

Hoseok, mientras esto ocurría, se removía de manera impaciente en su silla, sintiendo cómo su cita había quedado arruinada por lo ocurrido, y se puso de pie para ir a buscar a Jungkook con la intención de decirle que ya quería marcharse.

Al menos, eso pretendía cuando se detuvo a mitad de camino.

—¡Hoy tenemos un nuevo chico que quiere cantar, así que espero que todos sean amables con él, eh! —dijo Zico a través del micrófono—. ¡Seokjin, anda, ven!

Hoseok tuvo que haber fingido no oír eso. Tuvo que fingir no escucharlo, como hizo tanto tiempo, y seguir de largo para así buscar a Jungkook e irse.

Pero su cerebro estaba fallando. Las órdenes de Señor Shin parecían desvanecerse por momentos y eso provocaba que todo su entrenamiento se arruinara.

Se volteó para ver a su mejor amigo, Seokjin, subir el escenario con una expresión de nervios.

¿Qué estaba haciendo él allí?

Jin se detuvo en el centro, recibiendo el micrófono, sintiendo su rostro completamente ruborizado, los nervios atenazando su estómago hasta el punto de querer hacerlo vomitar, y ese pensamiento hizo que sus ojos se pusieran llorosos. Cuando se ponía ansioso eso solía ocurrirle.

Las primeras notas de la canción comenzaron a escucharse, los ojos puestos en él, y Jin buscó a Jimin por entre la gente. Lo vio allí, de pie, sonriéndole con fe, totalmente enamorado, y llevó el micrófono a su boca.

Su voz salió temblorosa, casi quebrada al inicio por la situación, moviendo sus caderas levemente al ritmo de la música. Apenas logró terminar la primera estrofa, sólo mirando a Jimin, que no dejaba de sonreírle con emoción.

Jin agarró entonces un poco más de confianza, su voz resonando con mayor fuerza. Su voz era más grave que la cantante original, pero de alguna extraña forma parecía adecuarse bien a Adult Ceremony, la gente comenzando a gritarle con emoción, en especial cuando movió su cuerpo. Jimin siempre le decía que era bueno bailando y cantando, pero no le creía mucho.

Jimin lucía más entusiasmado al ver a Seokjin allí, de pie en el escenario, las personas adorándolo con facilidad: Jin no se daba cuenta de ello, pero era un chico que realmente se hacía querer sin problema alguno, y Jimin estaba dispuesto a demostrárselo, a hacer que tuviera más seguridad en sí mismo, sabiendo que todo ese temor se debía a esa horrible familia que le había criado.

Incluso lo aplaudió y chifló cuando, terminando la segunda estrofa, cerró sus ojos y se meció con una actitud más sexy, sacudiendo su cabeza en una negativa incrédula, pensando que–

Jung Hoseok lo estaba mirando a metros de él.

La sonrisa permaneció en su rostro por el shock, Hoseok apenas sosteniéndole la mirada, y el primer pensamiento de Jimin fue un rápido "¿qué está haciendo él aquí?"

Entonces lo vio escabullirse, una mirada de pánico en su rostro, y el enojo invadió a Jimin porque supo enseguida que no estaba solo. De seguro Jungkook estaba allí también y...

Y...

Y ese par seguiría mintiéndole a Jin.

Seokjin abrió los ojos al terminar el segundo coro, buscando a Jimin, percatándose de que ya no lo estaba mirando a él sino a...

Jung Hoseok.

Hoseok entre la multitud, observando a Jimin también.

Su voz se sacudió, se quebró, pero logró disimularlo.

Jimin. Jimin, Jimin, mírame. Jimin, por favor, mírame.

Jimin no lo miró. No cuando Hoseok se metió entre las personas para marcharse y Jimin lo siguió con velocidad.

Su tono tembló otra vez pero se obligó a concentrarse en la canción, en terminarla, porque lo otro sería bajar del escenario corriendo a buscar a Jimin para... para... ¿para qué?

El chico de cabello rubio vio a Hoseok meterse por un espacio oscuro, sin saber para dónde se dirigía pero sólo tenía la intención de detenerlo, así que apuró su paso y lo agarró del brazo. Hoseok se sobresaltó, girándose, ojos llenos de terror posados en él, sin embargo, Jimin no sintió compasión.

Lo empujó contra la pared para que así no pudiera escapar de él.

¿Qué estás haciendo aquí? ¿Estás solo? —preguntó Jimin velozmente, sus movimientos apenas entendiéndose por la ira.

¡No! ¡No! Estoy en una cita con Jungkook, voy a irme ahora —respondió Hoseok con torpeza, desesperado por irse de allí.

Jimin apoyó su mano contra la pared, estirando su brazo, reduciendo el espacio entre ellos.

—¡Estoy harto, Hoseok! —le dijo ahora, incapaz de hacer gestos, sobresaltando al menor otra vez—. ¡De verdad que ya no puedo más, no puedo hacerle esto a Seokjin! ¡No pareciera que tienes intención de decirle la verdad!

¡Si la tengo! —se defendió Hoseok—. ¡Tú no entiendes nada, Jimin!

—¿Qué no entiendo nada? —Jimin soltó un chasquido furioso—. ¡Le estoy mintiendo a mi novio por ti! ¡Los dos le estamos mintiendo y sólo porque tu...!

—¿Ustedes son amantes?

Jimin dejó de hablar. La respiración de Hoseok aumentó.

Seokjin los observó con ojos cristalizados, su tono quebrado. Una vez la canción terminó bajó del escenario de manera inmediata, ignorando los aplausos, siguiendo la dirección de Jimin, viéndolos discutir tan pegados uno del otro que Jin sintió algo roto en su interior. Su corazón, quizás.

Jimin se volteó, viendo a Seokjin a varios pasos de ellos, alejándose de manera inmediata. Hoseok permaneció quieto.

—¿Qué, Jin? —preguntó Jimin.

Seokjin sorbió por su nariz.

—Eso, ¿crees que no lo he visto? —Seokjin frotó sus ojos—. Ustedes me están escondiendo algo y... y te vi salir del salón de música con Hoseok después de clases. Los dos juntos, diciendo que debían decirme la verdad —tragó saliva—. ¿Están juntos, Jimin? —enfocó su mirada en su mejor amigo—. ¿Hoseok?

¡No! —dijo Hoseok, sus ojos también llenándose de lágrimas—. ¡Seokjin, no es así! ¡Jimin y yo no tenemos nada!

Seokjin soltó una risa cansada.

—¿Sí? ¿Debería creerte? —sollozó Jin—. No lo hago. No te creo, Hoseok.

—Kook...

—Yo sólo... —Seokjin rompió a llorar—, yo creí que podía compartirte con Hobi. Que podía compartirte mientras me quisieras más que a él, pero... pero no puedo. Sólo pensarlo...

—Estás confundiendo las cosas, Seokjin—dijo Jimin, dando un paso para alcanzarlo, pero el menor retrocedió—. Jin, jamás yo...

—¡Lo hiciste! —Seokjin frotó con más fuerza sus ojos queriendo detener el llanto, incapaz de hacerlo—. Jimin, ¡lo hiciste!

—¡No! —Jimin explotó—. ¡No, Seokjin, jamás te engañaría, lo sabes bien!

—¡¿Cómo quieres que te crea?!

—Porque Hoseok es mi novio —habló una grave voz detrás de Seokjin.

El menor dejó de llorar, sorprendido al escuchar esa voz, girándose para ver a Jungkook de pie ante él, su expresión cansada, agotada, pero grave.

—¿Qué? —susurró Jin, atónito.

Jungkook suspiró.

—Eso —dijo, caminando hacia Hoseok, que no dejaba de llorar en silencio—, Hoseok y yo estamos saliendo, Jin, desde hace más de tres meses.

Seokjin observó a Jimin, su expresión suplicante, para luego desviar su atención hacia Hoseok y Jungkook. Hacia el abrazo que Jungkook le dio a su amigo.

Volvió a reírse.

—¿Qué? —repitió—. ¿Ustedes...? ¿No eras heterosexual, Jungkook hyung? —escupió, sacudiendo su cabeza—. ¿No saliste con mi hermana por más de un año, hyung? Esto es una jodida broma...

—Jin—dijo Jungkook—, no estamos bromeando, ¿bien? Mira, antes de tu hermana, yo salí con un chico. Bisexual, homo, llámame como quieras, da lo mismo. Eso no quita que estoy con Hoseok.

Hoseok, contra él, lo abrazó con fuerza sin dejar de llorar, su mundo desestabilizando, su voz atrapada en su garganta.

—De todas las excusas... —Seokjin miró a Jimin—, ¿qué, metiste a Jungkook para cubrirte en todo esto?

—¡Dios, Jin! —gritó Jimin, desesperado, su voz quebrada—. ¡Ellos llevan saliendo, son novios, ¿sabes cómo lo descubrí?! ¡En el cumpleaños de Hoseok, los interrumpí besándose en el cuarto de tu maldito mejor amigo!

Seokjin retrocedió, sacudiendo su cabeza con desesperación. ¿Qué? ¿Cómo...?

Observó a Hoseok.

—Dijiste que Jungkook no te gustaba —murmuró, buscando encajar las piezas—. Hoseok, ¡dijiste que no te gustaba!

Bueno, ¡y si me gusta qué! —espetó Hoseok, enojado de pronto también—. ¡¿Sabes por qué no te lo dije, Jin!? ¡¿Quieres saber por qué?! —se revolvió y Jungkook tuvo que sostenerlo—. ¡Porque siempre has puesto a la loca y patética de tu hermana por sobre todo el mundo, por eso!

Seokjin endureció su mirada aunque seguía temblando.

—Bebé, vamos, tienes que calmarte —se adelantó Jimin, agarrándolo del brazo para llevarlo al auto, pero Jin se soltó, dándole un empujón.

—¡No me toques, Jimin! —le espetó—. ¡Tú lo sabías! ¿El cumpleaños de Hoseok, dices? ¡Eso fue hace dos meses, y tú me lo ocultaste! —más piezas comenzaron a encajar. Los comentarios. Las miradas—. Tae . Yoongi. ¿Ellos lo sabían? —Jimin permaneció callado. Se volteó hacia Hoseok—. ¡¿Ellos lo sabían, Hoseok?!

¡Por supuesto que sí! —soltó Hoseok , sin dejar de llorar, sus emociones desbordantes, sólo sintiendo rabia y tristeza e ira y dolor y tantas cosas a las que no podía darles nombres que el vómito estaba por salir—. ¡Ellos sabían todo desde el inicio porque han sido mejores amigos que tú, Seokjin!

—¡Vete a la mierda! —le gritó Seokjin—. ¡Puedes irte a la real mierda, Hoseok, te mereces todo lo que te pasó!

Hoseok se soltó del agarre de Jungkook, lanzándose a Seokjin con una mirada de enojo y cólera, dispuesto a hacerle daño, a herirle también por sus palabras.

Jungkook alcanzó a agarrar a su novio al igual que Jimin hizo con Seokjin.

—Tienen que calmarse —dijo Jungkook y Seokjin escupió a sus pies.

—¡¿Calmarme?! ¡¿CALMARME?! —Jin empujó a Jimin para que le soltara—. ¡¿Sabes lo que hizo la loca de mi hermana el día que la terminaste, hyung?! ¡Me gritó! ¡Me echó la culpa de todo, me gritó, me hizo sentir miserable! ¡Ella... ella...! —su voz se quebró, las lágrimas corriendo otra vez—. Ella dijo que yo siempre sería la mierda de papá y mamá...

—Seokjin...

—¡Y tú...! ¡Tú disfrutando de todo a escondidas con Hoseok mientras yo tenía que cargar con las consecuencias! —se rió, destrozado—. ¡Pero eso no es lo peor, ¿sabes por qué, Jungkook hyung?! ¡Porque a ti jodidamente te gustan los chicos también, y aun así... aun así, tú permitiste que todos esos bastardos me hicieran la vida imposible en el colegio! ¡Tú sabías lo difícil que es todo esto y lo permitiste, permitiste que me jodieran una y otra y otra vez!

Jungkook permaneció en silencio, avergonzado, apenas sosteniendo a un más calmado Hoseok, que respiraba aceleradamente en sus brazos. Se estremeció cuando Seokjin lo miró una vez más, sólo llorando, la ira pareciendo desaparecer.

—Y tú... tú sabiendo cómo estaba Soyeon, decidiste ocultarlo también —sollozó apenas—. Yo te lo contaba todo y decidiste mentirme. Decidiste... —Jin sorbió por su nariz—, decidiste hacerme ver como un idiota, todo el mundo sabiéndolo, y aun así... Aun así tuviste el descaro de llamarme peor amigo —lo miró, su rostro inundado por el llanto—. Te contuve. Fui tu contención para ti, para todo lo que te pasó, y eso te valió una mierda, Hoseok.

Seokjin...

El muchacho sacudió su cabeza, retrocediendo, y Jimin le agarró de la muñeca pero Jin se alejó de golpe.

—No quiero verte más —le dijo entre sollozos—, sabiendo todas mis inseguridades, todos mis temores, también decidiste mentirme, Jimin.

—Bebé... —sollozó Jimin.

—Terminamos —murmuró Jin—, puedes irte a la mierda igual, Park Jimin.

Seokjin no se volteó cuando se marchó de ese pequeño escondite, su vista baja, yendo sin mirar hacia atrás en dirección a la salida, sus hombros sacudiéndose por todas las lágrimas que no dejaba de derramar.

Hoseok lo único que pudo hacer fue aferrarse a Jungkook, llorando también, un solo pensamiento en su mente.

Muñequito malo, Muñequito malo, Muñequito malo...

Y un Muñequito malo merecía un doloroso y triste castigo para que no volviera a actuar así.

Dedicado a anisequeescribirz aeseemeere KimwendyJung HobitaJk y todos los que leen :3

Este capítulo es la mitad de la lloradera que habrá próximamente, preparen su estabilidad emocional, pañuelos, y por favor no quiero reclamos por emociones encontradas. Porque yo tmb llorando ando con lo que viene.

Los tqm!

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