Capítulo 15

—La prueba de ADN ha confirmado que el niño encontrado la noche del tres de noviembre es su hijo, señores Jung.

Taeyeon comenzó a sollozar sin control alguno en ese momento, sintiendo mil emociones que no podía explicar bien. Alivio. Dolor. Alegría. Sufrimiento.

Jongwoon también se puso a llorar en silencio, abrazando a su esposa, que se apoyó en su marido para poder sostenerse.

—La policía insiste en hablar con él —prosiguió el doctor—, pero Hoseok... Debemos hacerle exámenes, al parecer su hijo perdió la capacidad del habla, y tampoco escucha lo que le decimos.

Ambos se congelaron por lo que dijo el doctor, mirándose en shock porque lo que estaba diciendo el doctor, eso último...

—Pero... pero Hoseokie... —balbuceó Jongwoon—, él podía hablar...

El doctor hizo una pequeña pausa, arrugando sus cejas.

—Cuando terminen de ver al muchacho, hablaremos sobre ello —dijo con voz profunda.

Los padres asintieron, sus estómagos apretándose cuando el hombre abrió la puerta donde estaba el niño que encontraron.

El cuarto era blanco, limpio, impecable, la ventana dando hacia el patio interior de la clínica donde estaba interno el niño. Una enfermera los recibió con una sonrisa suave, haciéndose a un lado, y sobre la cama...

Taeyeon rompió a llorar una vez más, en tanto Jongwoon sentía su garganta apretada.

El niño estaba delgado, casi desnutrido, su cabello largo y desordenado, su piel pálida y enfermiza. Pero sus ojos...

Sus ojos estaban vacíos, sin expresión alguna en su rostro, su boca cerrada, posados en la pared, ajeno a todo el mundo.

—Ha comido —susurró la enfermera—, no ha cambiado su mirada, pero cuando le di el postre, pareció animarse un poquito más.

—Hoseok... —susurró Taeyeon dando un paso—. Hobi, soy yo, soy mami...

Hoseok no reaccionó, pero cuando la mujer lo agarró del brazo, pareció actuar: tembló sin control, sobresaltándose, y salió de la cama con rapidez, sus ojos abiertos y llenos de terror. Antes de que alguien pudiera decir algo, el niño se metió bajo la cama.

Taeyeon estaba congelada, sorprendida, y Jongwoon se movió a sostenerla cuando vio que se pondría a llorar otra vez.

—No le gusta que desconocidos lo toquen —explicó el doctor con rapidez.

—¡No soy una desconocida! —gritó Taeyeon, destrozada—. ¡Soy su... su mamá! ¡Es mi bebé!

Taeyeon se arrodilló para sacar a Hoseok debajo de la cama, quedándose quieta cuando lo vio hecho una bolita, apegado en la esquina, un charco de orina a su alrededor. Estaba llorando sin hacer ruido alguno, sus manos moviéndose sin control, como si... como si...

Jongwoon tuvo que sacarla de allí a la fuerza, el doctor pidiéndoles que era lo mejor, pero Taeyeon nunca pudo sacarse esa imagen de la cabeza: su pequeño Hoseok parecía estar pidiendo perdón.

Perdón como si hubiera cometido un terrible, horrible crimen que merecía un castigo.

Hoseok estaba dejando que mamá lo meciera como un bebé, ambos sentados en el sofá, y sonrió por la felicidad.

Mamá era protección, era calidez. Mamá jamás dejaría que nada malo le pasara.

Jongwoon entró cargando un paquete de galletas, que no dudó en entregarle a su hijo, y el hombre los abrazó también. A Hoseok no parecía importarle que tuviera dieciséis años, que ya estuviera grande: él quería mucho esos abrazos porque eran lo mejor en el mundo.

Eso, y los besos de Jungkook.

Taeyeon le quitó el pelo de los ojos.

¿Mejor, bebé? —preguntó, sonriendo con amor.

Hoseok asintió, dándoles un beso en la mejilla. Ese día estaban solo los tres, pues Heechul acompañó a la abuela a comprar, y volverían más tarde.

Se puso de pie, contento, olvidando todo el miedo, todas las pesadillas.

Iré donde Jinnie—dijo Hoseok—, me quedaré a dormir en la noche, ha estado algo desanimado estos días.

Taeyeon hizo un gesto extraño, pero Jongwoon habló:

¿No crees que has estado mucho tiempo fuera de casa, Hoseok? —preguntó Jongwoon—. . Casi todos los fines de semana vas a casa de Seokjin o Taehyung.

Hoseok hizo un gesto tratando de restarle importancia, aunque sabía que tenían algo de razón. Estaban terminando noviembre, y cada fin de semana solía mentir diciendo que se quedaría con Jin o Tae (aunque el último era verdad), en una noche de amigos, saliendo en realidad con Jungkook, Yoongi y Tae a D-Town.

Amaba mucho esas noches, porque en el club podía tomarle la mano, abrazar y llenar de besos a Jungkook sin que nadie le mirara mal. Excepto Jinho, a quien vio sólo una vez más, lejos de él.

Se sentía muy feliz, porque Jungkook ahora era sólo suyo, el chico torpe y tierno con él. Cada día que pasaba, Hoseok sentía que lo quería un poquito más.

Jungkook era demasiado dulce con él.

¿Puedo ir, o no? —preguntó, poniendo una expresión tímida.

Sus padres se miraron, algo indecisos, y terminaron suspirando.

El próximo fin de semana te quedas aquí —señaló Taeyeon.

El muchacho asintió, feliz, dándole un beso a cada uno, corriendo a ordenar su mochila. Se quedaría unas horas donde Jin para después ir con Tae. Jungkook le había dicho que esa noche no irían a D-Town, sino que a otro lado, y estaba entusiasmado por ello.

Quince minutos después tocó la puerta de la casa de Jin, su amigo abriéndole, y en silencio fueron al cuarto del muchacho. La madre de Seokjin le dio un frío saludo en tanto Soyeon le ignoraba, pero ya se acostumbró a ello.

Desde que Jungkook y Soyeon habían terminado, que la chica tenía una actitud más hosca y antipática con todos. En especial con Jin.

Hoseok cerró la puerta de la habitación, corriendo a abrazar a su mejor amigo para levantarle algo el ánimo.

Jin se rió.

Ya, ya, Hobi, ¿qué pasa? —preguntó con tranquilidad, acariciándole el cabello.

Estás desanimado, y no me gusta verte así —habló Hoseok en lenguaje de señas—. ¿Estás bien, Jinnie?

El chico hizo una mueca.

La verdad era que su relación con Soyeon se había roto definitivamente luego del término con Jungkook gracias a las palabras que ella le dijo, semanas atrás. Jin trató de que no le afectaran demasiado, sin embargo, habían sido muy crueles, y aunque Jimin le llenó de besos, le abrazó e hizo el amor, seguían marcándole como fuego vivo.

Soyeon ahora le hacía el quite, no quería irse con él, le trataba como si tuviera una enfermedad, pero por sobre todo... por sobre todo, le ignoraba en el colegio, en especial ahora que Dongsung se estaba vengando por ya no querer ser su juguete personal. Jimin estaba a su lado en gran parte de los momentos, sin embargo, Dongsung ya no le protegía de todo el mundo que quería dañarlo a él y a sus amigos.

Tae, afortunadamente, tenía a Yoongi, que se le pegaba como una sanguijuela al chico, pero Hoseok...

A Hobi le molestaban, pero al chico no parecía importarle, seguía tan feliz, o más, como nunca.

Noona ha estado muy pesada —dijo, algo afectado—, pero está bien, sólo espero que se dé cuenta pronto de su actitud.

Hoseok puso una mala expresión, sin querer decirle a su amigo que muy probablemente Soyeon seguiría así, en especial porque nada de lo que estaba haciendo la chica funcionaba. Sabía, porque Jungkook se lo mencionó de forma superficial, que ella seguía empeñada en que volvieran, sin asumir que la relación se había acabado.

Incluso, en el colegio ella decía que sólo se tomaron un tiempo, preocupados por la época de estudios, y ni siquiera les había dicho la verdad a sus padres. Ellos todavía creían que su hija salía con Jungkook.

Eso le irritaba un montón, queriendo acercarse a Soyeon a decirle (escribirle) que dejara en paz a su chico.

Hoseok era su chico, no de ella.

Estoy seguro de que asumirá la realidad en algún momento —dijo en cambio, volviendo a sonreír—. ¿Vemos una película, Jinnie?

Los ojos del chico brillaron por la emoción.

¿Te quedarás a dormir? ¡Podríamos llamar a Tae para que venga! —dijo animado, porque hace mucho que no hacían eso.

Hoseok se sintió culpable.

No, no puedo —contestó—, tío Heechul está de cumpleaños y haremos una cena con él.

La expresión de Seokjin decayó, asintiendo, entonces Hoseok pensó que la próxima semana, como no le dejarían salir, podría invitar a sus amigos a su casa. Todo para levantarle el ánimo a Seokjin, a quién volvió a abrazar.

Hoseok era un muy mal amigo, lo sabía, pero no sabía qué hacer. Moría por contarle la verdad a Jin, pero... pero... ¿qué pasaría si se enteraba que Jungkook terminó con su hermana, debido a él? ¿Qué quizás la actitud de su hermana con él se debía a lo que provocó Hoseok?

No quería perder a su mejor amigo. No quería que pelearan.

Más adelante. En otro momento.

Veamos una película, entonces —suspiró Jin, encendiendo su portátil.

Hoseok llamó su atención.

Te quiero, Seokjinnie—dijo.

Su mejor amigo sonrió.

Yo también te quiero, Hobi—contestó.

Sí, más adelante, cuando las cosas estuvieran mejor.

Jungkook suspiró al ver la llamada de Soyeon, pero sólo cortó, considerando seriamente bloquear su número.

La chica le llamaba cada día, con la esperanza de que contestara, con la esperanza de que pudieran verse para hablar sobre su relación, pero Jungkook siempre le decía que no, y ya no sabía cómo hacerlo para evitarla.

En especial ahora que sus padres sabían de lo ocurrido, sus expresiones volviéndose heladas al enterarse de que ya no salía con la perfecta hija de los Kim. Insistieron unos días en saber el porqué, aunque no quedaron conformes con las palabras de ya no la quiero, que dijo Jungkook.

Wheein, por otro lado, le apoyó en todo, pero se sentía algo incómodo a su alrededor ahora que buscaba formas de declarársele a Hoseok. Jugkook no sabía cómo hablar de aquello con el chico tampoco, sin querer verse celoso aunque por dentro moría por eso.

Volvió a suspirar.

—Si sigues teniendo esa cara de idiota, voy a golpearte —dijo Yoongi, sentado en el asiento trasero del auto. Ambos estaban esperando a Taehyung y Hoseok.

El único que parecía realmente feliz era Yoongi y Taehyung, aunque el último poco lo demostraba.

Pero dejaba que Yoongi le diera besitos sin reclamar, y le abrazara de pronto. Incluso permitía que su novio le tomara la mano en todo momento.

—Eres un imbécil —se quejó Jungkook.

Antes de que Yoongi pudiera contestar, las puertas del auto fueron abiertas. Hoseok se sentó en el asiento del copiloto en tanto Tae ingresaba atrás, junto a Yoongi.

Una nueva rutina fue establecida: cada vez que Taehyung veía a Yoongi, debía darle un beso donde quisiera. Ese día, Taehyung se inclinó, presionando sus labios contra los de Yoongi, y el chico se alejó con una sonrisa boba.

Hobi besó a Jungkook en la mejilla, feliz.

¿Todo bien? —preguntó Jungkook con algo de torpeza, aprendiendo el lenguaje de señas.

¡Todo perfecto! —respondió Hoseok poniéndose el cinturón de seguridad—. ¿A dónde iremos? —dijo a continuación.

Jungkook encendió el auto, pidiéndole la libreta a Hoseok, y el chico se la entregó. Namjoon se la dio a Yoongi, que la recibió para responderle porque su amigo estaba conduciendo.

Iremos cerca de D-Town, a una carrera de autos. De vez en cuando se juntan distintos grupos a interactuar.

Taehyung leyó la respuesta, frunciendo el ceño.

—¿Carreras de auto? ¿Cómo las que se ven en televisión?

Yoongi pareció un poco indeciso, porque no le había dicho de eso a la mamá de Taehyung, que le vigilaba más que nunca ya que ahora su hijo tenía un novio. De forma oficial. Además, ya habían tenido la conversación.

—Nada de sexo, Yoongi —le dijo Yuwon, mientras esperaba a Taehyung para salir a comer helado—. Nada de propasarte con él. Tae está recién aprendiendo a relacionarse con otras personas, así que no entiende bien todas esas sensaciones, ¿está claro? Sé que ustedes, los adolescentes, experimentan más temprano ciertas cosas, pero...

—Se lo prometo —balbuceó Yoongi con las mejillas coloradas—. Yo no... Yo sé que Taehyungie es especial y sólo quiero hacerlo feliz.

—Por otro lado —Yuwon no parecía satisfecha, lo que hizo que Yoongi sudara más—, Tae me ha dicho que aprendió que no decirme las cosas no es mentirme, sino omitir información.

—Yo... Um...

—Si mi hijo vuelve a decirme eso, no le compraré más dinosaurios, y te echaré la culpa a ti.

Esa mujer era el diablo.

Pensó un instante qué decirle a Tae. No quería mentirle, pero sabía también que si Yuwon se enteraba, no estaría feliz por ello.

—Son carreras distintas, con otros autos —contestó, para luego rebuscar en su mochila—. Mira, te traje un regalito, Tae.

—Pero no es navidad, ni mi cumpleaños —balbuceó Taehyung, algo descolocado de pronto.

—No, es un regalito de novios —se apresuró a decir Yoongi.

—Pero yo no tengo nada para ti —la expresión de Taehyung decayó, sin saber por qué de pronto se sentía triste.

—Si me das un besito, es suficiente regalo para mí, bebé.

—¿Seguro, gatito?

—Cinco besitos, ¿es más justo? —le entregó el regalo—. Míralo mejor, y me dices cuantos besos vale.

Jungkook parecía a punto de vomitar porque esos dos eran demasiado empalagosos, e incluso Hoseok parecía algo incómodo. Buscó relajarlo dándole la mano, y pensó que quizás debería darle también un regalo. Lo que le recordó que a inicios de febrero Hoseok iba a cumplir años, así que debería buscarle un bonito regalo.

Tae terminó de abrir el regalo, sus ojos brillando por la emoción.

—¡Es un yingshanosaurus! —balbuceó—. ¿Dónde lo conseguiste, gatito? ¡Mamá no ha podido encontrarlo!

—E-bay, bebé —contestó Yoongi, satisfecho—. ¿Merezco cinco besitos?

Tae parpadeó, enfocando sus ojos en el dinosaurio para luego mirar a Yoongi, su expresión tornándose extraña.

—Esto vale para como... uh... —farfulló, algo indeciso—, como cincuenta besos, pero de esos besos que incluyen tu... tu lengua en mi boca...

Yoongi se atragantó con su saliva.

Jungkook se rió por la diversión, tomándole la mano a Hoseok, que le sonrió ampliamente, y ambos trataron de ignorar los repentinos ruidos de besuqueo que resonaron en la parte trasera del auto.

Quince minutos después, Jungkook estacionó el auto en una calle, todos bajándose (aunque Taehyung estaba colorado y sus labios hinchados junto a los de Yoongi), y Jungkook le tomó la mano a Hoseok, tirando de él para que caminaran juntos.

Le gustaba mucho la mano de Hoseok, se acoplaba tan bien a él, y en todo ese casi mes que llevaban viéndose, se sentía más feliz que nunca. Hoseok parecía comprenderle mejor que nadie, siendo un apoyo constante cuando no se sentía demasiado bien (sobre todo ahora que sus padres parecían enojados con él por la situación de Soyeon), y sonriéndole siempre con esa preciosa sonrisa que tenía.

Darle besos, abrazarlo, todo se sentía hermoso para él.

Se alejaron bastante de las casas y bares que había, llegando a una enorme bodega que ocupaba toda la siguiente cuadra, donde un chico conocido estaba apoyado en la puerta.

—¿Te tocó cuidar esta noche, Loco? —preguntó Jungkook.

El aludido levantó la cabeza, mirándolos con una sonrisa de resignación.

—Me engañaron —dijo con pesar, haciéndose a un lado para hacerlos pasar—. No pensé que vendrían. Las carreras no son lo suyo.

Yoongi se encogió de hombros, pagando la entrada de los cuatro.

—Queríamos cambiar de aires —contestó Yoongi—, además, no vamos a participar.

—Diviértanse —les dijo Loco—, saben cuáles son las entretenciones de aquí.

Se despidieron de su amigo, Hoseok parpadeando un poco por el pasillo oscuro que dio paso a...

Abrió la boca, sorprendido, porque los primeros metros de la bodega eran una fachada. No tenía un techo, las pocas latas estaban sueltas, y sólo había focos en las paredes. No tenía puerta ni pared trasera, sólo paredes laterales con amplias ventanas que daban al exterior, donde además había unas gradas construidas torpemente en donde ya varias personas estaban ubicadas. Había un segundo piso que consistía sólo en dos pasillos pegados a la pared con una escalera de metal que permitía subir. La carencia de pared daba a otra cuadra que servía como basural, que luego se desviaba a una carretera de tierra. Cinco autos ya estaban en el centro, encendidos.

Tae parecía sorprendido también.

—¿Fanta, TaeTae? —preguntó Yoongi, tirando de él hacia un pequeño bar construido en una esquina.

Hoseok se pegó más a Jungkook, maravillado, y escribió torpemente en su libreta, rápido por la excitación.

¡Es muy genial, hyung! ¿Vamos a ver las carreras?

Jungkook sonrió, llevándolo a sentarse a una de las gradas.

Veremos la primera. Luego, los dos haremos otra cosa.

Hoseok le dio un beso, emocionado, y Jungkook respondió entre risas.

Mientras esperaban a que la carrera comenzara, Jungkook le fue señalando a todos los competidores porque Hoseok reconoció a varios chicos y chicas que estaban en D-Town allí también: Hyuna, por ejemplo, estaba besando a uno de los competidores, a quien Jungkook nombró como E-Dawn. Otro competidor era Jackson, que estaba conversando con su grupo de amigos. A un lado estaba Kai, también con su novia, Soojung. Sentado ya en su auto se hallaba JR, riéndose por algo que había dicho uno de sus amigos. La única mujer que iba a competir era Jessi, que se estaba pintando los labios en ese momento.

A pesar de que Hoseok no los conociera mucho, le gustó demasiado el ambiente que se generó en el lugar. Todos iban a competir, pero... pero...

Pero no era una competencia tóxica, todos se hablaban entre sí y se reían como hermanos.

Se preguntó, entonces, por qué Jungkook lo había dejado. Él se veía muy feliz allí también, saludando a todo el mundo, presentándolo al resto, bromeando y riendo. A Hoseok le gustaba mucho verlo feliz.

¿No quieres apostar?

Observó la pregunta de Jungkook, algo divertido, y sacudió la cabeza en una negativa.

¿Quién crees que ganaría, hyung?

Hoy la competencia es fuerte. Jessi, con toda probabilidad. Es buenísima conduciendo, además de que los chicos creen que, al ser mujer, es intocable. Jessi suele patear culos por eso.

¡Apostemos por ella, hyung!

—Pero si pierde...

No pudo negarse, no cuando Hoseok le miró con ojos grandes y amplios, rogando que apostaran.

Terminó acercándose a Iron, que dirigía las apuestas ese día, pero sólo apostó dieciocho mil wons.

Al volver, vio a Yoongi sentado con Tae y Hoseok.

—Me gusta el lugar porque se ve el cielo —balbuceó Taehyung—, mira, Yoongi, allí están Alnitak, Alnilam y Mintaka, las estrellas que forman el Cinturón de Orión, se conocen más como las Tres Marías o Tres Reyes Magos. No se ve muy bien la figura de Orión, eso me disgusta mucho, Orión es una constelación muy bonita, aunque no tanto como la Osa Mayor, esa es una de mis favoritas —tomó aire para luego beber de su lata de bebida mientras Yoongi le acariciaba el cabello, fascinado.

—La única que conozco es la Cruz del Sur —dijo Yoongi.

Taehyung lo miró con reprobación, frunciendo sus labios.

—Es porque eres idiota, pero no importa, yo voy a enseñarte —contestó antes de voltearse a Hobi para decirle algo.

Yoongi sonrió con más fuerza, inclinándose hacia Jungkook.

—Es su forma de decir que me quiere mucho —le confesó.

Jungkook creía que Yoongi era estúpido.

Pero no dijo nada, sentándose cuando Iron habló de pronto:

—¡Son las once, comencemos con esto, competidores a sus autos! —dijo Iron, ganándose muchos aplausos—. ¡Primera ronda, con estas cinco maravillosas personas que nos deleitaran con una rápida carrera! —agregó mientras los cuatro chicos y la chica se acomodaban en sus autos—. ¡Nada de violencia, saben las reglas! ¡Hwasa, cariño, ¿quieres hacer los honores?!

Una hermosa chica morena caminó al centro de la pista con una bandera roja, vistiendo sólo unos shorts cortos y una playera a pesar del frío, ganándose silbidos y gritos de ánimo.

—¡El ganador tendrá un beso de nuestra diosa! —agregó Iron, entusiasmando más a la gente.

Hwasa le sacó el dedo del medio antes de girarse, dándoles la espalda a los competidores, y agitar la bandera con un grito de partida.

Los cinco autos partieron, el ruido del motor resonando en todo el lugar.

Hoseok parecía estar rebotando en su asiento por la emoción mientras Taehyung abrazaba a Yoongi, algo disgustado por todo el ruido.

Los autos salieron de la bodega, y todo el mundo corrió hacia las ventanas o la salida para ver qué ocurría. Jungkook llevó a Hoseok al segundo piso, pegándose al vidrio, viendo los autos en la oscuridad gracias a las luces.

¡Va primero Kai... no, lo acaba de pasar JR...! —balbuceó con velocidad Hoseok, tanta que Jungkook se perdió un poco—. ¡Ahora Jessi... E-Dawn... Jackson...!

Jungkook se desorientó en sus gestos, pero no le importó, no cuando podía ver la felicidad en sus ojos.

Diez minutos después volvieron a sus lugares cuando vieron todos los autos acercándose, el público ansioso por el resultado.

JR en primer lugar. Jessi segunda.

Hoseok pateó el suelo, berreando, pero Jungkook sólo se rió, dándole un abrazo.

—Vamos a ver las estrellas —pidió Tae de pronto a Yoongi—, vamos, vamos gatito...

—Te dará frío, Taehyung—contestó Yoongi.

—No, no, quiero verlas —insistió Taehyung—, por favor, por favor... Quiero mostrarte Orión...

—Un instante —cedió Yoongi, que no podía negarle nada a Taehyung. Se volteó a Jungkook—. Nos juntamos en tu auto a las una, ¿no?

—Sí —respondió Jungkook—, si ocurre algo, me llamas.

Yoongi le hizo un gesto de aprobación.

Jungkook tomó la mano de Hoseok, tirando de él hacia la salida por la puerta trasera mientras volvían a prepararse los nuevos competidores.

¿A dónde vamos? —preguntó Hoseok, dejando que Jungkook le guiara por entre la multitud de personas.

Afuera —fue su respuesta—, vamos.

Hoseok parecía querer insistir, pero dejó que su novio (¡su novio!) le llevara hacia el exterior, el chico pasando un brazo por sus hombros para atraerlo, dándole un beso en la frente.

Caminaron por la abandonada calle a esa hora, los gritos de todo el mundo dentro de la bodega escuchándose de fondo. Dieron vuelta a la cuadra, observando las latas que servían como pared, y al cruzar al otro lado, donde había fábricas abandonadas, se encontraron con otro grupo de chicos.

—¡JK! —saludó uno de ellos—. ¡Viejo, hace mucho no te pasas por aquí!

—Hey, Kidoh —respondió Jungkook, sonriendo al verlo—. Hace mucho no te veo en las batallas de rap.

—Estoy yendo los viernes, los sábados trabajo —contestó Kidoh, mirando con curiosidad a Tae—. ¿Un amigo?

—Es J-hope —dijo Jungkook—, es mi novio —el chico tomó la libreta de Hoseok—. Es sordomudo.

Hoseok, él es Kidoh, uno de mis viejos amigos.

—¡Woh, eso suena genial! —dijo Kidoh sin borrar su sonrisa—. ¿Lo traes aquí para divertirse un rato? ¡Hey, chicos, Jungkook tiene nooooooooooooooooovio!

Las mejillas de Jungkook se colorearon de rojo, y Hoseok pareció adivinar lo que había ocurrido al ver las expresiones divertidas de todo el mundo, ampliando su sonrisa también, acercándose para saludar a todos con una inclinación.

Jungkook tuvo que escribir apresuradamente el nombre de todas las personas que se acercaron.

Él es Mino.

Él es Supreme Boi.

Ella es Zinni.

Él es Bobby.

Ella es Lucy.

—¡Tú chico es adorable! —dijo Zinni agarrándole las mejillas a Hoseok, que sólo se rió—. Es una cosita muy linda.

—Hey, hey, no lo toquen —se quejó Jungkook, tirando del chico a su lado—. Me lo asustan.

—Qué dices —respondió Bobby—, te pones celoso, nada más —se acercó, agitando una lata de pintura—. ¿Vienes a colaborar con nuestro arte, JK?

—A Hope le gusta el arte —comentó Jungkook, quitándose la mochila—, así que quiero que pinte algo.

Hoseok le miró, expectante, y abrió la mochila, mostrándole todos los aerosoles que trajo para esa ocasión. Los ojos de Hoseok brillaron por la emoción, casi saltando, causando que todo el mundo volviera a reírse por lo bonito que se veía.

—Hay una pared libre por allí —dijo Mino, señalando a unos metros—, ¡pueden hacer lo que quieran!

Jungkook les dio las gracias, llevando a Hoseok que abría y cerraba la boca, observando todavía las latas con admiración.

¿Vamos a pintar? ¡Nunca lo he hecho, hyung!

¿Qué quieres dibujar? Podemos hacer el diseño que quieras, bebé.

El bebé salió tan natural que no se dio cuenta hasta que terminó, y Hoseok lo leyó, su rostro iluminándose.

Dibujemos... ¡un león Ryan! A ti te gusta mucho Ryan, hyung, ¡hagamos uno!

¿Era posible que ese chico dejara de ser tan tierno? Jungkook quería llenar su rostro de besos en todo momento.

Sacó la pintura en lata naranja, negra y blanca, agitándola. Se le había ocurrido llevar a Hoseok a ese lugar cuando, una de las tardes en las que estaban juntos, el chico le mostró sus dibujos. El arte que el muchacho hacía era algo... abstracto, pero Hoseok era feliz con eso, así que ¿por qué no llevarlo allí?

Le enseñó al chico cómo usar la lata, sabiendo que Hoseok captaría con rapidez porque era bastante inteligente, y pronto el menor estuvo pintando las paredes, haciendo líneas sin orden alguno, sólo rayando, su sonrisa ampliándose.

Hoseok se veía demasiado feliz en tanto Jungkok también rayaba, a su lado, tarareando un nuevo rap que estaba haciendo, y de pronto el chico le tomó la mano, llamando su atención.

¿Esto es ilegal, hyung?, preguntó Hoseok con inocencia.

Jungkook puso una expresión pensativa.

Esto es tan legal como las carreras, Hobi.

Hoseok frunció el ceño, algo confundido al inicio, y luego su expresión cambió.

¡ES MUY ILEGAL, HYUNG!

Jungkook se rió. Meses antes se habría sentido mal y culpable por hacer eso, pensando siempre en las expresiones reprobatorias de sus padres y Soyeon, pero en ese instante, con Hoseok algo escandalizado a su lado, sólo se rió.

Y Hoseok también se rió segundos después, sin hacer ruido, y Jungkook deseó entrañablemente poder escuchar su voz. Poder escucharlo alguna vez.

Sin pensarlo, escribió en la libreta.

Hobi, ¿tú naciste sordomudo?

Se arrepintió enseguida de preguntar aquello cuando vio la expresión del chico cambiar, la risa desapareciendo, el dolor cubriendo su mirada.

Hubo un instante de vacilación en el que ambos se miraron, ignorando las conversaciones y gritos a su alrededor.

Mamá y papá decían que sí. Que yo podía hablar. Pero yo no lo recuerdo, Jungkook hyung. Pienso que sólo lo dicen porque tienen la esperanza de que pueda hablar a futuro, pero no es así. Yo no hablo. Yo no escucho.

Un instante de vacilación.

Yo tampoco debería ver.

Jungkook no entendió eso último, confundido por sus palabras.

¿Por qué no deberías ver?

Hoseok parecía desorientado en ese instante, su rostro pálido, sus ojos perdidos.

Porque los muñecos no ven.

Jungkook frunció el ceño.

—¡LA POLICÍA!

Se sobresaltó ante el grito de Lucy, girándose y viendo a lo lejos las luces azules y rojas, escuchando la sirena, y supo que las carreras se habían acabado por esa noche.

Sus amigos agarraron sus cosas.

—¡Que no los atrapen! —gritó Supreme Boi riéndose.

Hoseok volvió en sí, confundido, y Jungkook agarró su mano, tirando de él, botando los aerosoles, olvidando momentáneamente lo que le había escrito Hoseok.

¿Qué ocurre? —preguntó Hoseok, perdido.

Jungkook señaló hacia todos los adolescentes que estaban corriendo, los autos que salían de la bodega, los repentinos policías que aparecieron, y Hoseok pareció entender por qué se aferró más a su mano, comenzando a correr a su lado.

No era la primera vez que perseguían a Jungkook (ni tampoco a Yoongi, que debía estar corriendo en ese instante junto al pobre de Taehyung), porque antes de terminar con Jinho, cuando frecuentaba casi todos los fines de semana D-Town y sus alrededores, las redadas de los policías para clausurar las carreras clandestinas eran pan de cada día. Así que Jungkook conocía bien esos barrios por lo que no dudó en doblar en una esquina, subiendo unas escaleras que dieron a una pasarela.

—¡Eh, mocosos, deténganse! —gritó un policía.

Hoseok se giró, sacándole el dedo corazón, riéndose en silencio mientras Jungkook estallaba en carcajadas, volviendo a tomarle la mano.

La adrenalina en ese instante estaba en su punto alto, escapando de aquellos adultos que estaban cansados de su vida, evitando ir presos. Hoseok nunca había estado tan excitado en ese punto, contento, feliz, dejando que Jungkook le guiara por esas abandonadas calles, alejándose de todo el mundo.

Jungkook podría llevarlo al fin del mundo, y Hoseok lo seguiría, se dio cuenta en ese instante.

Media hora después se apoyaron en una pared, metidos en un callejón, detrás de un basurero, buscando recuperar el aire.

¡Fue increíble! ¡Fue lo mejor, hyung! ¡Esos policías...!

El menor no pudo seguir hablando porque Jungkook lo besó en ese instante, también emocionado y alegre, sus labios juntándose en un beso torpe, sus narices chocando.

Jungkook se alejó con un quejido, pero Hoseok volvió a besarlo, pasando sus brazos por el cuello del mayor, sintiendo la lengua de su novio entrando en su boca, pero no le importó. No le importaba, porque los besos de Jungkook eran lo mejor de la vida, y eran sólo de él.

De él, de nadie más.

Quince minutos después estaban saliendo del callejón, el silencio del barrio relajándolos, y comenzaron a caminar en dirección al auto. En eso, su móvil vibró.

Yoongi:

¿Dónde estás?

¡Tuve que abrir el auto a la fuerza porque Tae empezó a tener frío!

No me digas que te atraparon.

Oh dios, ¿tendré que encender el auto también?

Jungkook :

Voy para allá, idiota.

Espera.

¿Rompiste una ventana?

Por favor, no me digas que lo hiciste.

Yoongi:

Claro que no, imbécil.

La mamá de Tae no me dice delincuente por nada.

Jungkok rodó los ojos, sintiendo a Hoseok temblar por el frío, y tiró de él en un abrazo de oso, volviendo a besarse. Comerse la boca, en realidad.

Pensó que al llegar al auto vería a Taehyung quejándose por la situación, pero Yoongi era un mentiroso de primera, porque los vidrios estaban empañados. En el interior, en los asientos traseros, Yoongi estaba sobre Taehyung, besándolo (o chupando su alma, Jungkook no sabía y no quería averiguarlo).

Frunciendo el ceño, sacó el segundo de las puertas delanteras, sobresaltando a los dos chicos.

—Me dejaste lleno de babas... —murmuraba Taehyung cuando entraron.

—Te las quito con mis labios si quieres —ofreció Yoongi.

—¿Eso es posible?

—Sí, mira...

Volvieron a resonar más ruidos asquerosos que Jungkook ignoró en tanto Hoseok trataba de no mirar hacia atrás, sus mejillas coloradas por la situación.

Los mayores fueron a dejar a Taehyung y Hoseok a la casa del chico de cabello naranja, y antes de salir, Hoseok volvió a besar a Jungkook.

Te quiero —dijo Jungkook en lenguaje de señas, sonriendo.

Te quiero —respondió Hoseok, feliz.

Feliz, feliz, muy feliz, viviendo en una nube que no parecía notar que se acercaba a una inevitable tormenta.


Dedicado a : tu_pan_con_nutella HobitaJk KimwendyJung y a todos los que leen. ♡

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