Capítulo 05.
Hoseok a veces soñaba con el momento en el que despertaba en el hospital, aturdido, sin saber dónde estaba ni por qué estaba acostado cuando solía estar sentado siempre.
Siempre.
Su orientación era un desastre en ese instante, sobre todo porque apenas recordaba algo de lo ocurrido horas atrás, su mente siendo un lío de ideas inconexas que no podía desentrañar con facilidad.
Levantó la vista, viendo que en su brazo había una aguja enterrada, y el pánico se apoderó de él.
Su mano tembló cuando agarró ese extraño artefacto y se lo arrancó, punzante dolor estallando en su brazo mientras sangre escapaba de la herida, pero no lo preocupó en ese instante, sólo podía pensar en averiguar dónde estaba a pesar de que una de las primeras reglas que le habían enseñado era asesinar la innata curiosidad que podía tener.
Salió del cuarto, viendo el pasillo vacío, y al volverse a mirar por la ventana notó que era de noche. Arrugó el ceño, confundido, su cuerpo moviéndose automáticamente, y comenzó a caminar por el lugar, pensando en qué estaba haciendo allí.
Lo último que recordaba era como unas manos callosas lo sostenían por las axilas, dejándolo sentado en el lugar de siempre y la oscuridad hacía acto de presencia, sus piernas pegajosas, su ropita destrozada.
Cuando dobló en una esquina se quedó quieto.
Una mujer vestida de blanco le devolvió la mirada, sorprendida, y vio sus labios moverse, pero el pequeño niño no entendió nada.
Retrocedió cuando la mujer dio unos pasos para acercarse, asustado, pero antes de poder correr la enfermera lo agarró del brazo deteniéndolo.
Su primer instinto fue morderla salvajemente, gruñendo como un animalillo acorralado, y pudo ver la expresión de dolor en su rostro. Pero ya lo había soltado, así que se giró, corriendo de allí.
No llegó lejos, por supuesto: unos hombres vestidos de negro aparecieron, agarrándolo, tratando de calmarlo, pero Hoseok recordaba el miedo, el pánico, el temor.
Una persona normal gritaría; Hoseok sólo lloró.
Despertó entonces empapado en sudor mientras su pecho subía y bajaba por el pánico, repitiéndose a sí mismo que no estaba en el hospital, que no estaba en la comisaría, y que, por supuesto, no estaba en esa horrible casa que había sido su pesadilla durante tanto tiempo.
No, estaba en su hogar, estaba en casa de sus papás y abuela, estaba a salvo.
Aun así Hoseok se bajó de la cama, su rostro empapado en lágrimas, y corrió al cuarto de sus padres, viéndolos dormidos en la cama. Se acercó, titubeante, indeciso sobre despertarlos porque, a veces, producto de la bruma del sueño y del miedo, pensaba que esas personas allí acostadas también le harían daño.
―¿Hobi?
Vio a su madre abrir los ojos, media dormida, y abrió la boca, pero por supuesto no salió palabra alguna.
Taeyeon parpadeó, viendo a su hijo de pie ante ella, y se sentó en la cama, estirando su brazo para alcanzarlo. Notó como se encogía, pánico en sus ojos, pero no hizo otro movimiento para así no asustarlo: se había acostumbrado a esos episodios, no le eran nada nuevo.
―¿Qué pasó, bebé? ―preguntó Taeyeon, despertando de paso a su esposo―. ¿Tuviste una pesadilla?
Hoseok la observó, sus labios temblando, y dio un paso indeciso.
Antes de darse cuenta se lanzó a los brazos de Taeyeon, llorando en silencio, y su mamá, por supuesto, no dudó en atraerlo a su pecho, moviéndose para dejarlo entremedio de ella y Jongwoon que le hizo espacio, arropándolo con las frazadas.
―Estamos aquí, príncipe ―murmuró Jongwoon con cariño, dejando que Hoseok lo abrazara y acurrucara contra su cuerpo como un gatito―, siempre estaremos para ti.
Asintió por inercia, pero sus expresiones amorosas, llenas de infinita ternura, eran suficiente para él, para que su corazón se calmara y sintiera algo de alivio en medio de todos esos confusos y dolorosos sentimientos.
Jin le sonrió a Taehyung mientras Hoseok, a su lado, terminaba de copiar la tarea mientras mordía su lengua en señal de concentración.
―Los saurópodos son mis dinosaurios favoritos ―le estaba diciendo Taehyung a Jin en tono atropellado, sosteniendo el juguete del dinosaurio mientras lo movía―. Eran grandes y enormes y gigantes, pero no se dedicaban a comer carne, eran bastante tranquilos ―tomó aire―. Le pedí a mamá un saurópodo para mi cumpleaños, pero me dijo que era imposible, ¿sabes por qué, Kim Seokjin... Jinnie?
El chico sonrió, contento de que Taehyung le estuviera hablando a pesar de los nervios, de su tono a veces plano y otras veces exaltado. Normalmente Taehyung se mantenía en silencio, dejando que él llevara toda la conversación, pero cuando Jin le preguntó sobre algo que le gustara, pareció animarlo a hablar todo lo que quisiera.
―Supongo que es porque están extin–
―¡Porque mamá no sabe dónde comprar un huevo de dinosaurio que sea barato! ―completó Taehyung ansioso, pero Jin no se sintió ofendido por la interrupción―. Mamá no tiene mucho dinero, tiene que trabajar para cuidar de mí porque papá se fue, uh... Mamá siempre dice que fue a comprar cigarrillos, pero no lo entiendo, si puede comprar cigarrillos en la esquina, ¿por qué no ha vuelto?
Jin parpadeó, repentinamente apenado por las palabras inocentes de Taehyung, que seguía sosteniendo el dinosaurio con el ceño ligeramente fruncido.
Se sobresaltó cuando Hoseok le tendió su cuadernito de notas.
¿De qué hablan?
―¡De dinosaurios! ―farfulló Taehyung―. No sé cuál será el sonido de un saurópodo, pero... ―Taehyung dejó el juguete sobre la mesa, rebuscando en su mochila, sacando ahora otro dinosaurio―. ¡El tiranosaurio hacía Raaaaaawr! ¡Rawr! ¡Rawr!
Hoseok ladeó la cabeza, sin escuchar, pero sonreía feliz porque parecía comprender lo que estaba diciendo Taehyung mientras el chico agitaba el dinosaurio en sus manos, arrugando los labios mientras fingía rugir.
Jin se reía, divertido al ver a Taehyung tan expresivo después de un mes de estar asistiendo a clases, y se sintió mucho más conmovido porque comprendió que si Taehyung estaba hablando tanto y comportándose así era porque, de alguna forma, ya los veía como parte de su círculo interno.
¿Qué otras cosas te gustan, Tae?
Taehyung leyó la pregunta.
―¡Las estrellas! ―balbuceó, para luego repetir en el lenguaje de señas―. Las estrellas, el cielo, la luna, los cometas, el universo entero–
―Miren, el trío de mariconcitos.
Taehyung dejó de mover sus manos, tensándose repentinamente mientras Jin levantaba la vista y Hoseok parpadeaba.
Dongsung les sonreía desde su altura, aprovechando que los amigos estaban sentados contra los casilleros, siendo seguido de sus otros dos compañeros, Hyosang y Hyunho.
Jin se puso de pie, tomando las manos de Tae y Hoseok para que le imitaran.
―Vámonos ―murmuró, pero antes de dar un paso, Dongsung lo agarró del hombro.
―¿Para dónde vas, Jinnie? ―dijo sin perder esa sonrisa divertida―. Anda, te venimos a ver a ti y a tus amigos raritos, ¿y así nos agradeces?
―¡Eh! ¿Qué tienes ahí, retrasado? ―se adelantó Hyunho, observando el juguete que tenía Taehyung en sus manos―. ¿Tienes un dinosaurio de juguete? ¿Cuántos años tienes, enfermo? ¿Ocho años?
―Tengo dieciséis ―farfulló Taehyung torpemente, su tono temblando.
―¡Anda, pásalo, retrasado! ―se rió Hyosang.
Antes de poder detenerlo, Hyunho se adelantó y empujó a Taehyung, arrebatándole de las manos el juguete con brusquedad.
―¡No, devuélvelo! ―gritó el de cabello naranja, nervioso, sus ojos llenándose de lágrimas.
―¡El bebé retrasado tiene un juguete! ―se burló Hyunho, y Hyosang se reía con más fuerza―. ¡Anda, ponte a llorar, maricón enfermo!
―Dongsung, por favor... ―pidió Jin mientras Hoseok trataba de calmar a Taehyung, que comenzó a llorar en tanto los otros dos chicos le hacían burla.
Dongsung, su compañero de curso, ladeó la cabeza con indiferencia, soltándolo y caminando como si no le aburriera estar allí.
―Vamos, chicos ―dijo Dongsung.
Hyunho y Hyosang asintieron, sin dejar de reírse, alejándose a pesar de los débiles reclamos de Taehyung para que le devolviera el juguete, pero los otros dos chicos lo ignoraron, desapareciendo al doblar en la esquina.
Jin suspiró internamente por el alivio de que al menos no se hubieran detenido a agredirlos con golpes como solían hacer, al menos con él, para después voltearse. Se sintió culpable al notar a Taehyung llorando con Hoseok consolándolo, y se acercó.
―Te compraré otro dinosaurio, Tae―le dijo Jin agarrándolo de las mejillas.
Taehyung lo manoteó, sorbiendo por su nariz.
―No, e-ese dinosaurio me... me lo regaló mi... mi abuela... ―lloró.
Jin mordió su labio inferior, teniendo el fugaz pensamiento de ir al comedor donde todo el mundo debía estar almorzando, y buscar a Jimin para preguntarle si podía acercarse a Dongsung y amenazarlo para que le devolviera el juguete. Sabía que Jimin se veía delicado, sonriente e incluso débil bajo esa apariencia alegre que tenía, sin embargo, cuando Jimin se enojaba, daba miedo.
Y sabía también que a Jimin no le haría gracia alguna que lo estuvieran molestando a él y a sus amigos.
Pero Jimin debía estar con sus compañeros, ¿cómo iría a molestarlo? Y además Jimin se iría ese año, luego él quedaría solo, así que debía aprender por sí mismo a defenderse de esos matones que eran sus compañeros.
Pero Dongsung...
Dejó salir el aire, viendo a Tae todavía sollozando.
―Lo recuperaré ―le dijo para luego girarse hacia Hoseok, que le contemplaba inquisitivamente―. Regreso enseguida, Hobi, lleva a Tae al baño para que se calme, ¿bueno?
―¿Qué harás? ―preguntó Hoseok arrugando el ceño.
―Nada, no te preocupes ―contestó Jin sonriendo mientras agarraba su mochila, apurándose en alejarse de allí.
Caminó por los pasillos vacíos del colegio, saliendo al patio interno y dirigiéndose directamente detrás de las gradas del gimnasio, su corazón latiendo a mil por hora a medida que se acercaba. Se detuvo cuando notó a Dongsung apoyado contra la pared de los vestidores, fumando un cigarrillo mientras Hyosang almorzaba y Hyunho jugaba con su celular, el juguete de dinosaurio en el suelo.
―Pensé que tardarías más ―saludó Dongsung con tono burlón.
Tragó saliva, sin acercarse.
―¿Me lo devuelves, por favor, Dongsung? ―preguntó hastiado.
Dongsung enarcó una ceja en tanto Hyunho silbaba.
―Tu putita se está revelando, Dong ―comentó Hyosang con la boca llena de arroz.
Jin se tensó ante las palabras del chico.
Kim Seokjin era gay, eso lo sabía todo el mundo, porque Jin no era alguien que gustaba de ocultar sus preferencias. Sin embargo, en el colegio habían también otros dos tipos de personas homosexuales aparte de él: personas como Jimin, que no eran declarados gay abiertamente pero tampoco se molestaban en ocultarlo, y por otro lado, estaban los chicos como Dongsung, que jamás iban a decir que eran homosexuales ni aunque les apuntaran con una pistola en la cabeza.
Antes de estar saliendo con Jimin, sólo siete meses atrás, Jin solía tontear sin compromiso alguno con Dongsung, siempre y cuando este último lo quisiera. A Jin no le interesaba porque Dongsung no le gustaba de una forma más personal, sin embargo, había averiguado demasiado tarde que era alguien posesivo con lo que creía suyo, y para su propia desgracia, él lo seguía buscando aunque supiera que estuviera en una relación con Jimin.
―No soy su putita, terminé con tu amigo tiempo atrás ―le contestó a Hyosang bruscamente, dando otro paso.
Jimin, por supuesto, no sabía sobre Dongsung porque era lo mejor. Porque así como Jimin no demostraba que era un demonio cuando estaba enojado, tampoco demostraba ser alguien celoso, pero Jin sabía mejor que nadie que ese pequeño cuerpo albergaba una gran maldad en su interior.
Dongsung se encogió de hombros.
―¿Quieres el tonto juguete de tu amigo, Jin? ―preguntó Dongsung―. Anda, sabes lo que tienes qué hacer, sé cuánto te gusta comerme la polla, putito.
Jin sintió como la bilis le subía a la garganta, porque una mirada de Dongsung le decía que no iba a ceder con eso.
Hoseok rebuscó en sus bolsillos, desesperado, encontrando el paquete de pañuelos que su mamá le daba todas las mañanas, y torpemente sacó uno, procediendo a sonar la nariz de Taehyung que seguía llorando, sosteniendo con su mano el saurópodo como si ese simple gesto fuera suficiente para calmarlo.
―No llores, Tae, me harás llorar a mí ―le dijo llamando su atención.
Taehyung sorbió, hipando.
―¿Por qué vas a llorar tú? A ti no te quitaron tu juguete ―Hoseok le miró sin comprender, y Taehyung repitió con torpeza―. ¿Por qué vas a llorar?
Hoseok le revolvió el cabello, secándole las lágrimas de su colorado rostro.
―Porque si lloras, me rompe el corazón ―le contestó seriamente.
―¿Cómo tu corazón se puede romper?
―Es una metáfora, Tae.
―Odio las metáforas ―Taehyung hizo un puchero inconsciente, y Hoseok le sonrió al notarlo más tranquilo.
Sin embargo, no duró mucho porque la puerta del baño se abrió y Taehyung se sobresaltó. Hoseok se giró, esperando que fuera Jin, pero sólo parpadeó cuando notó que era el Presidente de Estudiantes con su amigo, el chico pálido que lucía siempre con sueño.
Los ojos de Jungkook se dirigieron hacia él, confundido, en tanto el otro chico se quedó mirando a Taehyung.
―¿Qué está pasando?
―¿Por qué lloras, Taehyung?
Hablaron los dos chicos al mismo tiempo.
Taehyung trató de ocultarse detrás de Hoseok mientras él los observaba sin entender.
Yoongi frunció el ceño mientras Hoseok se apresuraba en sacar su libreta, haciendo malabares porque Taehyung no quería soltarlo.
Nada grave, Taehyung sólo tuvo un accidente.
No sabía por qué mintió. No sabía por qué simplemente no decía la verdad.
Tal vez porque estar cerca de Jungkook lo ponía nervioso, lo cohibía un montón, lo hacía sentir más torpe que nunca. Jungkook lucía como una persona seria, dura y poco accesible, aunque podía notar cierto tono apagado en sus ojos que lo desconcertaba porque, a pesar de todo eso, a pesar de que Jungkook fuera alguien en ese colegio, lucía infeliz.
Y una parte suya quería conocerlo más, pero también podía leer en los gestos del mayor que él no le era de su agrado.
Yoongi tomó la libreta, leyendo el mensaje, sin embargo, no lució conforme.
¿Y Seokjin? ¿Qué ocurrió?
Hoseok se puso ansioso porque nunca fue bueno para mentir.
Mordió su labio inferior.
Yoongi no parecía demasiado paciente, porque vio cómo dio un paso más, y Hoseok pensó que iba a golpearlo así que cerró sus ojos.
Sin embargo, se sorprendió cuando, a pesar de la expresión en su rostro, Yoongi lo separó con cuidado de Taehyung, llamando la atención del chico de cabello naranja.
―Hey, Taehyungie―le dijo con tono dulce.
Taehyung se crispó.
―No, es Kim Taheyung, ese es mi nombre ―soltó Taehyung―. Aléjate, apestoso.
Yoongi sonrió.
―Hoy no apesto, no he fumado ―contestó Yoongi, pero Taehyung no lucía conforme―. Venga, ¿quieres olerme? ―bromeó.
Por supuesto, se sobresaltó cuando Taehyung se inclinó, olisqueándolo, pero se forzó a mantenerse quieto.
―Bueno, sí... ―concedió Taehyung indeciso.
Yoongi sacudió su cabeza, mirando a Hoseok primero, que le observaba en silencio, y volvió su vista a él.
―¿Por qué llorabas, Taehyung? ―preguntó sin perder el tono suave.
Taehyung se revolvió, sus ojos tornándose llorosos otra vez.
―Mi dinosaurio ―sollozó levantando el saurópodo―. Le estaba explicando a Jin y Hoseok que mi dinosaurio hacía rawr y llegaron esos chicos horribles y me lo quitaron y me empujaron y empujaron a Jin y luego se fueron con mi dinosaurio y ese dinosaurio me lo regaló mi abuela y es mío y lo he cuidado mucho para que no se rompa y Jin dijo que lo iba a recuperar y Hoseok me trajo aquí y quiero mi dinosaurio, apestoso ―Taehyung tomó aire.
Yoongi pestañeó mientras Jungkook abría la boca, atónito.
Hoseok le tendió otro pañuelo a Taehyung para luego agarrar la libreta que Jungkook le tendía, observando las palabras que el mayor había escrito mientras Yoongi limpiaba la nariz de Taehyung.
¿Su dinosaurio?
Mordió su labio inferior.
A Tae le gustan los dinosaurios.
Jungkook asintió, levantando la vista, chocando entonces con la tímida sonrisa que Hoseok le daba, y algo se agitó al reconocer que era una sonrisa muy bonita.
―¿Quiénes te quitaron el dinosaurio? ―dijo Yoongi en voz alta, haciendo que Jungkook desviara la vista con las mejillas coloradas―. Voy a recuperarlo ahora mismo.
―No es necesario.
Todos se voltearon al ver a Jin entrar con una expresión tranquila.
―¡El tiranosaurio! ―chilló Taehyung alejándose de Yoongi, caminando torpemente para quitarle a Jin el juguete, tomándolo con una sonrisa balbuceante.
Hoseok observó a su mejor amigo, que le sonreía a Taehyung con felicidad al notarlo ya tranquilo y contento con su juguete en sus manos, pero notó que en sus ojos había algo parecido a dolor y pena.
―Gracias, Kim Seokjin... Jinnie... ―farfulló Taehyung levantando la vista, titubeante, y antes de poder decir algo, abrazó a Jin de forma vacilante.
Jin se quedó quieto mientras los tensos brazos de Taehyung lo rodeaban, para luego sonreír al notar todo el esfuerzo que le suponía a su amigo llevar a cabo esa acción.
―No fue nada ―Taehyung se separó, volviendo la vista al dinosaurio, y Jin parecía dispuesto a decir algo más, pero antes de poder hacerlo, Yoongi se le adelantó, tomándolo del brazo―. ¡Hey! ¿Qué pasa?
Yoongi arrugó los labios.
―Necesito hablar contigo ―le dijo tirando de él hacia fuera, dejando en el baño a su mejor amigo con Hoseok y Taehyung.
Sin embargo, Taehyung estaba mirando su juguete con fascinación, ignorando a los otros dos chicos.
Jungkook mordió el interior de su mejilla, y antes de pensarlo dos veces, levantó el cuadernito de Hoseok.
¿A ti también te gustan los dinosaurios?
Hoseok leyó la pregunta, sorprendido, dispuesto a escribirle que no era necesario que buscara algún tema de conversación cuando lo detestaba, sin embargo, respondió otra cosa en cambio:
Me gusta el baile. ¿Y a ti, hyung?
Jungkook leyó la pregunta, y su primer impulso fue que le gustaba componer música, escribir letras y rapear cuando nadie lo veía, pero titubeó entonces.
No, no podía escribir eso.
Me gusta leer.
Aburrido. Predecible. Lo que se esperaba de él.
Hoseok leyó la respuesta, arrugando el ceño, luciendo inconforme.
También me gusta la fotografía, hyung. ¿A ti?
Jungkook tragó saliva, observando de reojo la insistente mirada de Hoseok.
Me gusta estudiar.
Hoseok agarró el cuaderno, escribiendo furiosamente.
No mientas. No me gusta que la gente mienta.
Jungkook se exaltó ante la acusación, observando los ojos exigentes de Hoseok, y sintió algo removiéndose ante ello para luego llenarse de molestia por lo que el chico le estaba escribiendo.
¿Quién se creía que era?
Jungkook tenía todo cuidadosamente establecido en su vida, ¿por qué Hoseok aparecía con esa mirada salvaje y esas palabras acusadoras, pretendiendo conocerlo, pretendiendo averiguar sus gustos? ¿Acaso esas tonterías, como le decía su papá, eran importantes?
Jungkook realmente lo odiaba. ¡Él quería llevarse bien con ese chico a pesar de que lo pusiera incómodo, pero Hoseok realmente era imposible!
Le entregó el cuaderno con brusquedad.
―Vete al diablo, Hoseok―le dijo enojado.
Hoseok, a pesar de que no podía oírlo, pareció entender lo que le dijo porque le contempló con más rabia, dando un paso, y para su total sorpresa, el menor lo empujó bruscamente, su boca apretada en un rictus de molestia.
Era la primera vez que una persona le trataba de esa forma, le enfrentaba sin temor alguno, a sabiendas de que era el Presidente del Consejo Estudiantil, uno de los mejores alumnos de la institución y proveniente de una familia de buena posición. Hoseok parecía, por lejos, el único chico de ese lugar que no se intimidaba ante él, ante su mirada.
Algo ardió en su interior.
Jungkook lo odió un poco más por eso.
―Eh, ¿qué está pasando aquí?
Se volteó, encontrándose con Yoongi y Jin entrando, el mayor mirándole con una ceja enarcada mientras Jin arrugaba el ceño en señal de confusión. Le hizo un gesto a Hoseok, que contestó con señas, para después agarrar su mochila y pasar a su lado, empujándolo con su hombro. Jungkook tuvo que contener las ganas de detenerlo, enfurecido.
Yoongi se acercó, pero antes de voltearse a él, se detuvo frente a Taehyung que parecía metido en su propio mundo, observando el dinosaurio de juguete.
―La próxima vez que te hagan llorar, Taehyung―le dijo Yoongi llamando su atención, sin tocarlo, manteniendo su distancia pero con una expresión dulce en su rostro―, ven conmigo y te ayudaré a solucionarlo.
Taehyung parpadeó, mirando a Yoongi, para luego desviar sus ojos a Jin, sin saber exactamente qué decir.
―¿Aunque llore cuando me pegue en el dedo pequeño del pie? ―preguntó extrañado, bajando la vista.
Yoongi sonrió, complacido.
―Aunque llores por eso ―Yoongi parecía querer hacer algo más por el movimiento de su mano, pero a último momento pareció pensarlo mejor, y sólo retrocedió―. Nos vemos, chicos.
―Adiós, Yoongi y Jungkook hyung ―dijo Jin en tono bajo.
Jungkook salió sin decir nada, ignorando la furibunda mirada de Hoseok.
Caminó al lado de Yoongi, arrugando el ceño y frunciendo los labios, y su mejor amigo le dirigió una mirada de reojo.
―¿Por qué luces como si quisieras golpear a alguien? ―preguntó Yoongi con tono perezoso.
Jungkook se crispó.
―No me agrada Hoseok―confesó en voz baja, observando como los pasillos se llenaban de a poco con los estudiantes.
Los ojos de Yoongi se iluminaron por la diversión.
―¿No? A mí me parece interesante ―Jungkook lo observó―. Pareciera sacarte de quicio, Kookie, ¿no? Y me gusta cuando ya no eres Jeon Perfecto Jungkook.
Jungkook soltó un chasquido bajo.
―No sé de qué estás hablando ―le dijo tratando de lucir indiferente.
Su mejor amigo le miró directamente, diciéndole de esa forma que a él no iba a poder engañarlo.
No, nunca pudo engañar a Yoongi.
―Me gusta que quieras hacer que tus padres estén orgullosos de ti, Jungkook―dijo Yoongi con tono suave―, pero también me gustaba mi amigo cuando quería dedicarse a ser músico y compositor, cuando querías hacer lo que te hace feliz.
Jungkook apretó sus labios en una mueca infeliz, tratando de no desviar la vista porque sabía que, si lo hacía, le estaría dando la razón a Yoongi.
―Soy feliz ―dijo Jungkook.
Yoongi sonrió.
―Puedes engañar a tu familia, a tu novia y a todo el mundo, Kook―replicó Yoongi―, pero no a tu mejor amigo. Y, al parecer, tampoco a Hoseok.
Jungkook no supo cómo contestar aquello.
Dedicado: HobitaJk tu_pan_con_nutella ♡
Foto de los novios porque si:
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