Final

Off perdió de vista a Gun cuando más patrullas policiales llegaron de pronto junto con las ambulancias. El lugar se llenó de oficiales por todas partes y él estaba algo mareado por el dolor, su costado ardiendo gracias a la bala que lo golpeó en esa parte, pero el chaleco anti-balas logró repeler.

Lo subieron a una ambulancia, separado de Gun, y llevaba ya muchos minutos metido en un cubículo del hospital sin saber qué estaba pasando, hasta que su mamá llegó de pronto.

—¿Off? —levantó la vista al oír la suave voz de su mamá, chocando con sus ojos asustados—. Oh, Off, ¿qué pasó...?

Ella se adelantó y lo abrazó con desesperación, provocando que se pusiera a llorar. Off volvió a llorar porque tenía miedo de lo que acababa de ocurrir, porque no podía sacarse de la cabeza la visión de Gun ensangrentado y herido, porque su cuerpo dolía y todo estaba muy mal.

Off sabía que las cosas ya no serían iguales para nadie.

—Lo si-siento, mamá... —sollozó apenas.

—Está bien —dijo ella con su tono apretado—, con papá también lo sentimos mucho. No hemos... —la mujer besó su cabello—, no hemos sido buenos padres. Perdónanos, Off.

Sorbió por su nariz, limpiándola con la manga de su sudadera y dejando que su mamá lo meciera para tranquilizarlo. Pasados unos minutos, la cortina fue abierta otra vez y dos rostros más se asomaron: Ploy y su papá. Ambos entraron con rapidez, con Ploy casi corriendo a su lado.

—Hermanito, tenía mucho miedo —dijo Ploy, tomándole la mano—, no entendimos mucho, ¿qué ha pasado?

Off negó con la cabeza, incapaz de hablarlo en ese momento, pues sería contar toda la historia desde el inicio. Desde que Gun tenía tres años, el contar todo lo que le hicieron, explicar qué estaba haciendo él ahí.

Él no podía lidiar con todo eso ahora.

Poco después, llegó un doctor que le dio pequeñas indicaciones: le quedaría un moretón por el impacto, pero no había ningún hueso roto u órgano dañado, además que debía descansar los siguientes días. Luego, aparecieron dos policías para recoger su testimonio.

—¿Y el policía Gulf? —preguntó, aturdido.

Ambos oficiales se miraron.

—Ha sido quitado del caso —respondió uno.

Off quiso discutirles, sin embargo, sabía que eso podía ser considerado una falta de respeto, así que les contó todo desde un inicio: su discusión con Gun.

Cuando acabó, uno de los hombres dijo que probablemente sería llamado de testigo para el juicio, por lo que seguirían en contacto con él, retirándose de allí. Sus padres lo miraron con ojos como platos, con Ploy casi temblando.

—¿Gun estará bien? —preguntó la chica.

Off no lo sabía, así que no respondió, ya que no iba a mentirle nunca más.

En el pasillo, Fluke también fue interrogado junto a Ohm, que le tomaba la mano y hacía círculos en su piel para calmarlo un poco. El mayor notaba lo tenso que estaba, además de que todavía no vieron a Gun en ningún momento, sólo recibieron una llamada que el tío de Gun, Tommy, contestó y partieron al hospital. La abuela Lara y Tommy desaparecieron junto a Mew, que trató de tranquilizarlos dentro de lo posible, pero ahora no tenían mayor contención que al otro.

Los policías se despidieron cuando recogieron la información suficiente, dejándolos solos. Fluke miró de reojo a Ohm.

—Gracias —le dijo, aunque su voz salió como un graznido—, por... por esto. Por estar aquí conmigo.

Ohm asintió.

—Es lo mínimo que puedo hacer por ti —respondió, el dolor pintando sus palabras.

—No hemos regresado. Tú y yo —agregó Fluke con tristeza.

—Lo sé —Ohm le dio un apretón—, pero te sigo queriendo como la primera vez que te vi, ratoncito.

Fluke sintió sus ojos llenos de lágrimas y Ohm lo abrazó, el silencio instaurándose entre ellos, ambos sin saber qué hacer porque tenían claro que se vendrían días muy difíciles.

Gun no volvió al colegio a las dos semanas. Tampoco a las tres. Pasó un mes y no aparecía todavía.

—¿Dónde está? —preguntó New, el tercer lunes desde que todo ocurrió—. ¿Por qué Gun no vuelve?

Tay le dio un beso en la mejilla, sus ojos tristes. Off desvió la vista mientras que Fluke sintió ganas de llorar. Ya no sabían qué decirle a New para que pudiera entender todo lo que ocurrió, al chico le era difícil comprender las cosas que le hicieron a su amigo.

—No puede volver —explicó Tay—, no por ahora, New. Él se está recuperando y no puede venir.

—¿Todavía se sigue recuperando de lo que le hizo ese monstruo? —preguntó New.

Puede que nunca se recupere, quiso decir Off, pero sólo permaneció callado.

—Cuando esté mejor lo iremos a ver —prometió Tay.

Ni Off ni Fluke lo habían visto, aunque siguieron callados, comiendo entre conversaciones superficiales. Ambos fueron el día anterior a la clínica privada a la que trasladaron a Gun días atrás, encontrándose con Leo en el pasillo. Cherreen no estaba allí.

—Está durmiendo —dijo Leo con voz apagada—, Singto le dio unas pastillas para dormir porque no logra conciliar el sueño. Tommy la está cuidando, supongo que vendrán más tarde. No le gusta estar lejos de aquí.

Fluke se removió nervioso en su lugar.

—¿Gun?

—Sigue igual —Leo hizo un gesto extraño con su boca—. Las heridas superficiales han sido curadas y las más graves están en proceso de. Pero... —lo vieron tragar saliva— sigue sin reaccionar. No se mueve, no habla y finge no escuchar. Han decidido no llevarlo al juicio que le harán a Sira, pues no saben cómo podría comportarse y las pruebas para condenarlo a cadena perpetua son las suficientes.

No pudieron decir algo para consolarlo, ya que tenían claro lo horrible que debía ser para ellos volver a vivir todo eso. Nadie, excepto sus padres, tenía autorización para visitar a Gun hasta que se recuperara lo suficiente y pudiera volver a casa, aunque no sabían en qué momento podría ocurrir eso.

Se quedaron hasta que Cherreen apareció junto a Tommy. Los tres adultos lucían bastante cansados y destrozados por la situación.

—¿Podemos pasar a verlo? —preguntó Fluke con timidez.

Cherreen sacudió su cabeza.

—No queremos que lo vean en este estado —dijo la mujer—, cuando esté mejor.

Off quiso decir algo más, pero no lo hizo porque sabía que no correspondía. La culpa en su interior seguía siendo mucha y, siendo honesto, le complicaba hablar frente a los padres de Gun ya que tenía miedo de que le acusaran de algo –aunque una parte suya sentía que se lo merecía.

¿No fue, después de todo, su culpa que Sira se hubiera llevado a Gun?

Tuvo que cuidarlo mucho más, protegerlo y entenderlo, pero sólo pensó en sus intereses personales. En sus motivos egoístas que valían una mierda, porque ahora sus papás ya no parecían interesados en si tenía una novia o qué iba a estudiar. Sus papás sólo querían que no le pasara nada malo.

Todas las decisiones que Off tomó fueron un maldito desastre, y terminó haciéndole daño a Gun cuando él sólo quiso hacerlo feliz.

¿Cómo todo pudo acabar así?

Muñequito no sabía qué ocurría.

Sentado contra unos cómodos almohadones, observaba el movimiento de esa bonita mujer por el cuarto. Ella decía ser ‹‹mamá›› y le hablaba con cariño, con dulzura en su voz, pero Muñequito estaba esperando el momento en que comenzara a usarlo. Todos los días creía que por fin le usaría, sin embargo, ella sólo le daba de comer, le llevaba al baño a hacer sus necesidades y le bañaba sin dobles intenciones.

Ese hombre cálido se comportaba igual que mamá, él se llamaba ‹‹papá›› y le llevaba unos papeles junto a unos lápices de colores, diciéndole que podía pintar. Muñequito nunca se movía porque eso sería cometer un error, señor Sira se enojaría y lo castigaría, aunque a veces si quería aprender a pintar.

Pintar se veía muy divertido.

Mamá abrió las cortinas antes de sentarse a su lado. Muñequito trataba de mirar la pared, pero a veces no podía evitar observarla porque era realmente bonita, aunque lucía algo enferma y cansada.

—Mira, he traído gelatina para ti, Gun —le dijo ella, sacando un pequeño envase de su cartera—, papá traerá más tarde, ¿quieres, cariño?

No pudo evitarlo: humedeció sus labios en anticipación ya que la gelatina le gustaba mucho.

Reparó en su error y levantó los ojos con pánico, esperando el golpe, aunque mamá sólo le sonrió suavemente. Abrió el envase, sacando un poco de gelatina con una cuchara de plástico. Recibió la comida con ganas.

—¿Quieres pintar, Gunnie? —preguntó mamá una vez acabó, dejando sobre la cama otra vez ese cuadernito con lápices—. Puedes hacerlo mientras esperamos a papá —agregó, abriéndolo y dejándolo en una página donde había una casita sin pintar.

Cherreen, a su lado, se puso a leer un libro que llevó, sin embargo, fingía hacerlo, mirando de reojo lo que hacía su hijo. Los minutos pasaron lentamente, con Gun sin moverse. Diez, quince, veinte...

Cuando pasó casi una hora estuvo a punto de rendirse, pero se quedó quieta al ver a Gun agarrar el cuaderno del borde, acercándolo a su regazo y tomando el color azul. Con timidez, también mirándola, Gun comenzó a pintar el techo de la casa.

Cherreen sintió como la esperanza volvía a renacer.

»A finales de mayo el juicio contra Yai Sira se llevó a cabo.

Off, Ohm y Fluke tuvieron que ir como testigos, al igual que Cherreen y Leo; incluso Iron y Tiger fueron citados para dar declaraciones frente a la corte. Gun, la semana anterior, fue dado de alta, aunque los avances seguían siendo pocos, a pesar de que ahora estaba en casa –pero sus amigos seguían sin poder verlo.

—Hey, niño bonito —dijo Iron cuando vio a Fluke junto a Ohm. El mayor soltó un bufido bajo—. Estoy decepcionado, porque no me has dado mi cita.

Fluke sintió el color en sus mejillas y parecía querer desaparecer de allí.

—No he tenido tiempo, lo siento —se justificó—, pero el colegio ya está acabando, si todavía quieres...

—Siempre quiero —Iron pasó un brazo por los hombros de Fluke, olisqueando su cabello. El rubor aumentó en el rostro del menor—, sigues muy bonito como recuerdo, Flukie.

Fluke balbuceó unas palabras torpes, mientras Iron se marchaba hacia donde Tiger le esperaba. Ohm dejó salir otro bufido.

—Como odio a ese tipo —murmuró Ohm.

—Tu odias a todo el mundo —replicó Fluke.

Ohm fingió no escucharlo.

Durante el juicio, Off no podía dejar de mirar a ese monstruo, sentado en un banco con una expresión de calma, como si no estuviera allí a punto de ser condenado a cadena perpetua. Se veía tranquilo, sólo más delgado, pero no demostraba mayor sentimiento aparte de esos. El odio ardió en su interior.

—Señor Sira —dijo el juez cuando estaba siendo interrogado—, ¿entonces no niega haber violado y abusado sexualmente de más de veinte niños? ¿No niega haberlos golpeado, torturado, asesinado?

—No —respondió Sira con ese tono de voz suave y casi paternalista—, no me arrepiento. Lo haría mil veces más.

—¡Eres un monstruo! ¡Un maldito monstruo! —gritó una persona del público.

—Silencio —ordenó el juez—. Lo estás admitiendo, pero aun así no quieres decirnos donde tienes a los niños.

—¿Y para qué? —Sira se rió—. Ellos ya no son niños, son juguetes. Son juguetes que sólo sirven para follar y romper, si no, miren a Muñequito.

Cherreen soltó un grito de rabia poniéndose de pie, dispuesta a golpearlo, pero Leo la tuvo que sacar de allí junto a un policía para que no lo hiciera.

Lo condenaron a cadena perpetua sin derecho a ningún beneficio, aunque si decidía colaborar en la investigación podría acceder a ellos. Sin embargo, Off supo con sólo una mirada que Sira no iba a decir cosa alguna así que con desánimo salió de la sala con Fluke y Ohm.

Fuera, Cherreen estaba sentada en un banco, bebiendo un vaso con agua mientras Mew le tomaba una mano, midiendo su presión. Leo estaba conversando con su abogado, por lo que ellos se acercaron hacia la mujer.

—Señora Atthaphan —preguntó Fluke con voz tímida, llamando su atención—, ahora que Gun está en casa...

—Oh —Cherreen le sonrió débilmente—, ¿será bueno que lo vean, chicos?

—Es mi mejor amigo —respondió Fluke.

Es mi novio, trató de decir Off, pero la culpa volvió a golpearlo.

—Sí —Cherreen cerró sus ojos por el dolor—, pero él ha bloqueado muchas cosas otra vez. Cuando los nombro frente a Gun, no los reconoce.

Un silencio tenso entre ellos. Ohm agarró la mano de Fluke al verlo con ojos llorosos.

—Sigue sin reaccionar mucho —continuó Mew, al ver que Cherreen ya no podía hablar—, come, si va al baño camina, pero regresa a acostarse y dibuja. No hace nada más. Y sólo lo hace frente a Cherreen y Leo, si es otra persona, sólo se queda quieto mirando la pared —Mew suspiró por el agotamiento—. A Singto y a mí esto ya nos supera totalmente.

—¿Qué...? —balbuceó Off, hablando por primera vez desde que llegó.

Cherreen comenzó a llorar quedamente.

—Nos iremos —dijo con voz temblorosa— lo hemos decidido con Leo. Nos vamos a mudar a otra ciudad, con mejores especialistas que lo traten para que pueda... Para que él se recupere. Esta ciudad... —limpió sus ojos— es un trauma para él. Ya no más. Gun merece comenzar de nuevo lejos de aquí.

Fluke abrió su boca para poder decir algo, pero terminó cerrándola porque todos sabían, en el fondo, que la mujer tenía razón. Todos tenían claro que ellos ya no podían hacer mucho por el bienestar de Gun, y tal vez alejarse de allí era lo que el chico necesitaba.

Off, por otro lado, sentía que su alma caía a sus pies ante lo que Cherreen dijo porque... porque...

Dios, que fracasado era.

Al día siguiente, se juntó con Tay en una cancha vieja que quedaba cerca de D-Town, viéndolo lanzar una pelota de básquetbol y encestando con poca facilidad. Tay se le acercó, el sudor cayendo por su rostro.

—Entonces se marcha —dijo Tay en voz baja.

—En menos de un mes, poco después que las clases terminen —dijo Off.

—No sé cómo vamos a explicárselo a New —Tay hizo rebotar la pelota en un gesto distraído antes de volver a mirarlo, sus ojos entrecerrados—. ¿Y tú?

—¿Yo qué?

—No te hagas el idiota —espetó Tay—. Puedo entender que las primeras semanas hayan sido horribles, pero ya me estás hartando con tu actitud de mierda.

—¿Disculpa?

—Te disculpo —Tay le lanzó el balón y lo atrapó apenas—, ahora dime qué mierda ocurre.

Off no sabía por dónde comenzar, por lo que permaneció en silencio varios minutos luego de devolverle el balón a Tay, que lo hizo rebotar varias veces. El tiempo pasaba con lentitud, tanta que su amigo encendió un cigarrillo y se lo ofreció. Off lo aceptó, dando varias caladas.

—Extraño a Gun —dijo finalmente, y sintió que todo se resumía en eso—. Lo extraño y quiero que esté conmigo y sé que las cosas jamás serán como antes y siento que... siento que en parte es mi culpa todo esto. Tal vez suene tonto, pero si... Si yo hubiera sido un mejor novio, si lo hubiera tomado en cuenta, no habríamos discutido, así que...

—Tarde o temprano, iba a pasar —respondió Tay con frío cálculo—, tú mismo lo dijiste. Ese tal señor Sira lo estaba buscando desde hace mucho.

—Lo sé —Off sollozó—, pero eso no arregla nada, me sigo auto-culpando. Auto-culparme es mucho mejor que asumir que soy un inútil de mierda que tiene miedo de verlo. No quiero verlo, porque eso va a destrozarme, porque él se irá y ya no puedo hacer algo para ayudarlo, sólo soy un tonto adolescente que lo arruinó todo.

El cigarrillo entre ellos se consumió a medida que Off hablaba y Tay encendió otro. Su amigo se encogió de hombros cuando le dirigió una mirada acusadora.

—Lo estoy dejando —se defendió— pero no veré a New hasta mañana, él no va a enterarse.

—Todos estos años he ocultado quien soy realmente —continuó Off—, y fue Gun quien realmente me veía, quien realmente me conocía, y yo no pude protegerlo un poco. Y ahora él va a irse y tengo miedo de volver a ser ese tonto niño que fingía todo. Mierda, ni siquiera quiero ser presidente estudiantil, ¡apesta! —Soltó una risa rota—. No quiero estudiar Medicina, ¡siempre he querido ser compositor y rapear, y Gun me estaba ayudando! Incluso... incluso...

Incluso le hice una letra, le escribí una canción, trató de continuar, pero eso era muy privado. Esa canción era sólo de Gun, de nadie más.

—Tienes que verlo una vez más —dijo Tay cuando acabó—, no sólo por ti, sino también por él.

—Sus padres dicen que no nos recuerda —contestó Off.

—Nos tiene bloqueados —corrigió Tay, liberando el humo de su boca—. Yo iré con New para despedirnos, sé que deberíamos ir más, pero tengo claro que eso puede alterarlo y alterar a Newwie.

Los padres de Gun se lo dijeron a él y Fluke, que les permitirían visitarlo, pero antes de irse pues no querían hacer el proceso más doloroso. Gun ahora estaba en una especie de limbo que no sabían controlar y lo único que querían era su bien.

Off se sintió un poco mejor luego de hablarlo con Tay, a pesar de que el miedo seguía allí (¿el miedo se iba alguna vez?). Incluso el resto de la semana pasó bien... hasta que Davika apareció.

Esos dos meses la chica se mantuvo alejada de él, por lo que Off estaba agradecido con que ella entendiera la situación y sabía que debía enfrentarla en algún momento, sin embargo, esperaba que no fuera tan cerca de la partida de Gun.

—Off —tartamudeó ella, después de clases—, ¿po-podemos hablar...?

Off suspiró, asintiendo, por lo que fueron a un parque cercano al colegio y se sentaron en las bancas. El verano llegaría en unas semanas, así que el día estaba fresco.

—Lo siento —dijo Off sin mirarla, observando el césped—, por... por ilusionarte y haber fingido que tú yo podíamos tener algo serio. Por... por romperte el corazón, Davika.

—Todavía te quiero —admitió ella con dolor en su voz—, pero ya... ya sé que tú no lo haces y lo nuestro acabó. Lo... lo siento también por mi actuar —Davika rompió a llorar—. No era yo, lo siento tanto, actué como una loca, como una arrastrada, y le hice daño a tantas personas...

—Davika...

—Le pedí perdón a Fluke —Davika limpió sus ojos, pero no dejaba de llorar—, y él me perdonó porque Fluke es muy bueno. Fui una mala hermana para él, la peor, y aun así me perdonó —lo abrazó entre llantos—. Perdóname tú también, Off.

Lo hizo, ¿cómo iba a guardarle tanto rencor? Al final, sólo eran tontos adolescentes cuyo sueño máximo era ser el orgullo de sus padres, por lo que harían lo que fuera para eso, incluso si implicaba actuar contrario a sus ideales. Off sabía muy bien lo que era estar bajo la presión de sus papás.

Le devolvió el abrazo, consolándola con calma.

—Algún día —dijo Off—, vas a encontrar a un chico mejor que yo, que realmente te quiera por ser tú y a quien vas a amar por completo, Davika. Estaré muy feliz de que ese día llegue pronto para ti.

Ella lloró más, destrozada por completo, pero Off sintió que ellos dos estaban sanando de alguna dolorosa manera.

El dolor seguiría ahí, pero las heridas se iban a cerrar poco a poco, y al final, eso era lo importante.

—¿Entonces te vas?

Fluke sonrió con dolor en su mirada ante el atónito rostro de New, con su boca abierta por completo. Tay suspiró con cansancio.

—Sí —dijo Fluke, su voz temblorosa—, voy a mudarme con mamá en julio y ella quiere que vaya a otro colegio —tragó saliva—. Mamá lo sabe todo, sobre los chicos que me molestan y... y no quiere que esté más aquí.

—Pero... pero ¿no te voy a ver más? ¿Y a Gun tampoco? —balbuceó New, conmocionado—. ¿Ya no seremos amigos?

Natouch sorbió por su nariz, sus ojos picando por la situación. Las clases acabarían en poco más de dos semanas y las cosas en su casa estaban muy tensas. Su padre apenas le hablaba, Sol no le dirigía ninguna mirada y la única persona con la que conversaba en la cena era con Davika, que lucía también muy triste por todo. No soportaba más ese lugar.

—Podemos seguir siendo amigos —afirmó Fluke— pero ya no nos veremos todos los días, Newwie.

New miró hacia todos lados como tratando de orientarse, pues todo lo que le estaban diciendo le provocaba demasiados nervios.

—Pero me voy a quedar solo —dijo, su voz como un hilo—, Gun, Tay y tú se van.

Ese era el último año académico de Tay en la secundaria junto con el de Off. New tenía mucha razón, volviendo todo más difícil de lo que ya era.

—Yeri se queda y Ploy también —recordó Fluke.

—Pero ellas no son mis amigas —replicó New, comenzando a enfadarse—. ¡No quiero que te vayas, eres mi amigo! —golpeó la mesa con su mano—. ¡Los amigos no se dejan solos!

—Newwie...

—¡Tú no eres mi amigo entonces si te vas! —soltó New—. ¡No eres un verdadero amigo!

—New, vamos —dijo Tay al ver como Fluke hacía una mueca al escucharlo—, no digas esas cosas —el mayor le tomó la mano a su novio que seguía soltando palabras, levantándolo de la silla.

—¡Los amigos de verdad nunca se dejan solos!

—Te lo voy a explicar...

Tay se llevó a New a rastras, importándole poco si estaban llamando la atención de otras personas, y Fluke frotó sus ojos para alejar las lágrimas punzantes por salir. Sabía que New estaba algo alterado, pero eso no quitaba que sus palabras hubieran dolido.

Él también estaba asustado, además, porque iniciar un nuevo año escolar en otro lugar, con completos desconocidos, provocaba que su ansiedad se disparara. Mamá habló de llevarlo a un psicólogo, ya que le preocupaba los sentimientos tristes que tenía.

Siguió comiendo sin compañía, suspirando por el cansancio que todo le estaba provocando. Extrañaba mucho a Gun, no quería que se fuera, porque a pesar de la pelea que tuvieron, él le quería demasiado.

Guardó sus cosas con calma. El timbre tocaría en pocos momentos.

—Hey, Flukie...

Se giró al oír la conocida voz.

—¿Qué ocurre...? —enmudeció al ver a Ohm de pie ante él.

Ohm le sonreía con timidez, pero Fluke no podía hablar. Todos los ojos estaban puestos en ellos dos.

—¿Recuerdas esa vez —comenzó a decir Ohm con la voz temblando— que Tay se disfrazó de un dinosaurio para que New lo perdonara? ¿Qué fue lo que te dije yo?

El recuerdo apareció en su mente como un destello y sintió demasiada vergüenza, así que cubrió su rostro con ambas manos para ocultar el rubor.

—Eres un idiota —dijo, aunque no pudo esconder la sonrisa que comenzó a formarse en su rostro.

—Te dije que me vestiría como Iron Man si peleábamos alguna vez —continuó Ohm, tendiéndole un ramo de flores—. ¿Me perdonas, Flukie?

Fluke comenzó a llorar y se puso de pie, abrazando a Ohm que estaba muy incómodo en ese traje de Iron Man, pero no le importaba un poco. No si con eso podía tener a su chico en sus brazos para siempre.

Muñequito a veces sentía que soñaba.

Cuando despertaba cada día, acostado en una cómoda posición, llevando un pijama que lo cubría entero, en una cama y cubierto con frazadas, sin dolor en su cuerpo, siempre existía ese pequeño instante en el que su mente decía ‹‹que lindo sueño estoy teniendo››.

De forma repentina, mamá tocaba la puerta y entraba, llevando una bandeja con su desayuno. Él se recostaba con miedo esperando el golpe que nunca llegaba y comenzaba a comer con ganas. Luego papá aparecía, tomándole la mano, poniéndolo de pie para llevarlo al baño caminando y hablándole con esa suave voz que tenía. La bañera estaba llena de agua, por lo que papá le limpiaba para ponerle un pijama que oliera bien y devolverlo a la cama.

Mamá y papá nunca le dejaban solo, siempre estaba uno en su cuarto o los dos, y Muñequito confiaba en ellos, porque... porque...

Bueno, no sabía por qué confiaba en ellos, pero lo hacía, así que, si uno de los dos le acompañaba, Muñequito se ponía de pie y caminaba por todo el cuarto, comenzando a hurgar en él. Encontraba más cuadernitos de dibujos, pinturas y fotografías que se quedaba observando en todo momento. También encontraba juguetes con los que podía jugar toda la tarde.

Pero nunca salía.

A veces, mamá o papá le tomaban la mano y le decían si quería ir a la cocina, pero él corría a esconderse bajo la cama o se metía en el armario. Las primeras veces llegó a orinarse por el miedo y eso le provocaba mucha vergüenza, temiendo que ellos lo golpearan, pero sólo volvían a limpiarlo y le acostaban para calmarlo.

Muchas veces, por las noches, despertaba y encendía la luz, poniéndose de pie y quitándose el pijama antes de mirar su reflejo en el espejo. Empezaba a tocar las cicatrices.

Tenía una en su mejilla izquierda, allí donde Señor Sira lo quemó con un cigarrillo. Tenía también otras quemaduras en los brazos y un par más en la espalda.

Además, Señor Sira le hizo cortes en los brazos, no profundos para que se desangrara, pero si para dejar cicatrices. Cortos y finos, los cortes los hizo con su cuchillo favorito. En los muslos había más. En su pecho tenía uno sobre el pezón derecho.

Que feo soy, todo marcado, pensaba, antes de girarse para dejar de verse, cubriéndose con ropa para volver a dormir.

—Gun...

Papá y mamá le llamaban siempre Gun. Ellos decían que significaba ‹‹todo estará bien incluso en los momentos difíciles›› y él no lo comprendía por completo, pero sí le gustaba mucho. Gun era mejor que Muñequito, sin embargo, no quería acostumbrarse a ese nombre por si Señor Sira volvía. Si su Dueño veía que no estaba actuando como correspondía, se iba a enfadar demasiado.

Levantó la vista cuando lo llamaron, con mamá de pie en la puerta. Él estaba arrodillado en el suelo, jugando con dos carritos de autos, haciéndolos chocar entre sí. Le parecía un juego muy divertido.

—Hey, bebé —dijo ella, arrodillándose junto a él—, guardamos tus juguetes...

Muñequito miró hacia la caja y luego a ella con una expresión de interrogación. ‹‹¿No debía sacarlos?››, parecían decir sus ojos.

Mamá revolvió su cabello dulcemente.

—Nos iremos de esta casa en tres días —le dijo mamá con amor—, por eso estaban en la caja. Pero déjalos fuera, te puedes ir con ellos.

Se encogió de hombros, dejando que mamá le tomara la mano para llevarlo a la cama otra vez.

—Debo hablar contigo —continuó mamá—, porque me gustaría que... que vieras a unas personas. Ellos son tus amigos. Tus amigos y tu novio —le dirigió una mirada en blanco—. Ellos te quieren mucho.

‹‹No sé de qué hablas. ¿Me puedes devolver mis autitos?››, decían los ojos de Muñequito.

Mamá besó su mejilla.

—Sólo... —los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas—, sólo... ellos quieren despedirse de ti, Gunnie, ¿puedes soportarlo una hora, bebé? Sólo una hora.

Hizo un mohín, sin embargo, terminó aceptando a regañadientes. Se acostó en la cama, recostando su espalda contra los almohadones para estar sentado, y miró la pared como si hubiera algo muy interesante allí. No iba a moverse con esas otras personas pues no las conocía, ¿qué tal si Señor Sira los mandó para espiarlo? No, sólo mamá y papá podían verlo moverse, nadie más.

El primero en entrar fue New junto a Tay.

New, al ver a Gun, casi corrió para tomarle el brazo, pero Tay lo sostuvo con firmeza.

—Recuerda lo que nos dijo su mamá, bebé —le dijo Tay con voz grave.

Tay usaba tres voces con New y él ya las identificaba bien: la primera era su voz normal y ronca, con la que le contaba todo su diario vivir; la segunda era cuando debía explicarle algo, así que era más suave, más dulce, tan comprensiva con él; y esa última, grave y casi dura, diciéndole que debía hacer caso, aunque no lo comprendiera. Mamá también usaba esas voces con él, por lo que las conocía sin problema.

Abultó sus labios en una mueca de disgusto, cediendo a regañadientes.

—Hola, Gun Atthaphan —dijo New una vez se sentaron a su lado.

Muñequito no se movió. Los padres de Gun se lo advirtieron a todos.

—Tus papás dijeron que te ibas a ir —continuó New, comenzando a ponerse más nervioso porque Gun no le miraba, con su rostro carente de emociones mientras observaba la pared, como si no le estuviera escuchando—, así que debíamos despedirnos de ti. Bueno... adiós.

Silencio.

New apretó la mano de Tay.

—¿Me estás escuchando? —espetó New, algo alterado—. Dije que adiós. Adiós. No vamos a vernos más. Adiós.

No hubo respuesta. Tay mordió su labio inferior ya que nunca llegó a imaginarse... Se lo dijeron, pero una cosa eran las palabras y otra verlo en vivo y directo.

Santo Dios...

—¿Ya no quieres ser mi amigo? —Soltó New—. ¡Porque vas a irte y no me dices nada, ni siquiera me miras! ¡Adiós! ¡Adiós!

Tay se puso de pie.

—New, es suficiente —Tay volvió a hablar con ese tono que no admitía réplica, así que le imitó, levantándose—. Gun, espero que te mejores y... —no sabía qué más decirle porque sentía que no era suficiente— y fue un gusto conocerte. Adiós, Gun.

—Adiós —insistía New con la voz temblando—, adiós...

Tay tiró de él para sacarlo de allí y llevarlo al comedor.

Fluke y Ohm entraron después.

El menor se sentó en la silla, en tanto Ohm permaneció de pie. Un momento de silencio se instaló en el lugar, en el que Fluke trataba de buscar las mejores palabras qué decir.

—Sé que no vas a reaccionar —comenzó a decir Fluke con la voz quebrada, apenas siendo capaz de mirar a Gun, que parpadeaba cada tantos segundos y siendo la única señal de que estaba allí con ellos— y fingirás no haberme escuchado, Gunnie, pero... yo... Sólo quiero darte las gracias. A... pesar de nuestra pelea, de todo lo que nos dijimos, tú... Tú fuiste mi primer amigo y único amigo durante mucho tiempo, y siempre te voy a estar agradecido por eso. Porque tú me quisiste cuando yo... yo sentía que nadie debía quererme y estuviste ahí conmigo.

Ohm le ofreció unos pañuelitos y Fluke notó que estaba llorando, no obstante, le importaba una mierda, por lo que sólo sonó su nariz.

—Nosotros fuimos amigos, mejores amigos —continuó Fluke sin muchas fuerzas—, y te amo mucho, con todo mi corazón. Perdóname por... porque pude ser un mejor amigo, pero no lo fui y... y si nos volvemos a ver en el futuro, sí lo seré. Seré mucho mejor, ¿vale? —limpió sus mejillas con fuerza—. Eres increíble y un chico muy genial y te amo. Te amo, Gunnie.

Fluke se puso de pie y sintió ganas de abrazar a Gun, aunque sabía que si lo hacía, muy probablemente lo iba a alterar. Sólo le tomó la mano a Ohm para poder mantenerse de pie sin volver a romper a llorar.

—Nos vemos algún día, Gun —le dijo Fluke, conteniendo el llanto.

—Fue un gusto conocerte, Gun —dijo Ohm, también afectado por la situación—, lamento también mi comportamiento. Ojalá mejores...

La pareja salió del cuarto entre jadeos bajos. La puerta se cerró y Muñequito permaneció quieto cuando volvió a abrirse, ahora entrando sólo un chico.

Off Jumpol caminó hacia la silla, sentándose antes de levantar la mirada y chocar con el vacío rostro de Gun.

Tragó saliva.

—Estás hermoso —dijo con su voz aguda antes de aclarar su garganta.

La última vez que lo vio fue cubierto de sangre, sosteniéndose a su mamá desesperado, y ahora estaba allí, frente a él, sano pero roto por dentro.

—Soy Off, ¿te acuerdas de mí?

Tres parpadeos. No hubo otra respuesta.

Gun tenía sus ojos abiertos y su mandíbula apretada, se notaba enseguida, pero no daba señales de estar con él. Sus brazos estaban extendidos sobre las sábanas, con sus manos abiertas.

Off sacó su celular, apenas agarrándolo por sus dedos temblorosos.

—Somos novios —continuó, su tono quebrado—, yo... Aunque nosotros comenzamos muy mal, ¿no? Me derramaste el café encima y yo me puse agresivo contigo —sorbió por su nariz—. Lo siento tanto por eso, fui realmente un idiota contigo las primeras semanas.

Off pasó una mano por su cabello.

—Nosotros... teníamos una conexión, ¡nos encontrábamos en todas partes! Y eras muy malo y juguetón conmigo, me gustabas mucho. Me gustas mucho, Gunnie...

Silencio. Ninguna reacción.

—¿Sabes qué también me gusta de ti, bebé? Me... me gustan mucho tus besos. Cuando me abrazabas y me llenabas de besos, y a veces te colgabas de mí como un mono, ¡eres muy pegote, pero yo era feliz con eso! —Off se rió apenas, con lágrimas en los ojos—. Yo quería darte todo el amor del mundo, así que era feliz con que tú me lo pidieras porque nunca iba a negártelo, mi amor.

Para ese punto no dejaba de llorar, las lágrimas cayendo por su rostro hacia su barbilla, y las limpió con la manga de su camisa.

Gun seguía quieto.

—Lo siento tanto, Gunnie —sollozó Off—, por ser el peor novio del mundo y haberte hecho llorar tanto. Por no comprenderte y ser egoísta y arruinarlo todo. Perdóname, por favor, perdóname algún día...

Off encontró lo que buscaba en su celular y lo puso. Inmediatamente le marcó pausa.

—Antes... a-antes de que... que te vayas, debo... debo darte mi regalo de cumpleaños —tartamudeó Off—, que-quería dártelo hace mucho, lo siento también por eso, pero... pero ahora lo haré. Tú... tú siempre me dijiste que querías oírme rapear, entonces... Preparé la pista con Supreme B, lo conociste cuando hicimos esos grafitis, ¡la pasamos muy bien esa noche! Así que... a-aquí está...

Volvió a su celular y le dio play al archivo de música.

La música comenzó a reproducirse y Off tragó saliva antes de abrir su boca. Su voz, al inicio, fue un tartamudeo torpe hasta que sólo pudo pensar en la dedicación que le puso a esa canción. En que era de Gun y él se la merecía por completo. Era sólo de él.

Nacimos de la luz de la luna,

No es ninguna fantasía.

Sin poder respirar a la luz del sol,

Tienes que esconder tu corazón.

Nacimos para estar tristes, tristes, tristes, tristes...

Sufrimos para sentirnos felices, felices, felices, felices...

El tiempo sin rapear le pasó la cuenta varias veces, pero lo mandó a la mierda. En ese instante, todo importaba una mierda.

Vamos, hijos de la luna,

Así es como se supone que debe ser.

Todo este dolor y esta pena,

Ese es nuestro destino, ¿entiendes?

Nuestras vidas son así.

Debemos bailar bajo la lluvia,

Bailar en el dolor,

Aunque nos estrellemos

Bailaremos en el avión.

Necesitamos del paisaje nocturno más que nadie,

Yo mismo soy mi consuelo, nadie más.

Está bien derramar lágrimas,

Pero no te hagas daño...

No lo miró. Off cerró sus ojos, no quería mirarlo en ese instante, así que sólo se concentró en sus recuerdos, en la sonrisa de Gun cuando se miraban, en su toque suave, en sus ojos cerrados mientras se reía sin ruido alguno.

Hijo de la luna, tu brillas,

Cuando salga la luna, es tu momento...

Vamos, hijo de la luna, no llores,

Cuando salga la luna, es tu momento...

Vamos, hijo de la luna, tu brillas,

Cuando salga la luna, es tu momento...

Supreme lo alabó por esa letra y Off sólo quería cantársela a Gun. A su bebé. A su hijo de la luna.

Nunca te vayas, aunque te marches,

Gritándote que quieres morir, pero vives con tanta diligencia,

Dices que quieres dejarlo ir, pero te pones otro peso encima,

"No pensar" es todavía un pensamiento, ¿sabes?

Simplemente, este es nuestro destino,

Riendo con un dolor infinito,

No hay más libertad en el momento de gritar, ¿sabes?

¿Tú lo sabes?

A la hora de la luna, miro el cielo a través de mi alma,

Voy a mostrarte tu ventana, tu hora,

Esa farola también tiene un montón de espinas ¿sabes?

Observa con atención esa destellante luz.

¿No es la vista nocturna algo tan cruel?

Una vista magnífica hecha de las espinas de alguien más,

Seguramente, alguien se consolará mirando tus espinas,

Somos nuestra noche, nuestra luna...

Somos nuestra noche, nuestra luna...

Somos nuestra noche, nuestra luna...

Su voz se quebró. Para el último coro, se sacudió y se quebró por completo.

Hijo de la luna, tu brillas,

Cuando salga la luna, es tu momento...

Vamos, hijo de la luna, no llores,

Cuando salga la luna, es tu momento...

Vamos, hijo de la luna, tu brillas,

Cuando salga la luna, es tu momento...

La música se alargó, fue apagándose y no abrió sus ojos hasta que ésta murió, hasta que el silencio volvió a extenderse entre ellos, aunque las lágrimas seguían cayendo por su rostro.

Abrió los ojos.

Gun, frente a él, estaba llorando también en silencio, con sus ojos cerrados con fuerza, mordiendo su labio inferior, y Off le tomó la mano de manera automática.

—Oh, Gun...

Se puso de pie y Gun se movió, abrazándolo de golpe y dejando de apretar su labio. Cuando lo hizo, empezaron los sollozos, los gimoteos, los jadeos, el llanto ahogado, porque el dolor estaba volviendo de pronto y no podía controlarlo.

Recuerdos duros volvían y no los comprendía, pero sólo pensaba que la voz de ese chico era muy dulce y llena de sufrimiento y él quería abrazarlo para amarlo.

Él quería abrazarlo por la eternidad, pues había mucho amor en Off y quería recibirlo hasta la eternidad.

—Está bien —lloró Off apenas, oyendo el ruido que Gun soltaba, un gemido herido—, está bien, bebé...

Gun se deshizo en lágrimas una última vez en brazos de su primer amor.

Cuatro días después, esa casa quedó vacía por completo y Gun Atthaphan se marchó de esa ciudad para siempre.

𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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Aun nos quedan pendientes el epílogo y un extra

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