39. Roto

El lunes llegó más rápido de lo que lo hubiera querido.

Fluke observó su desayuno, oyendo a la señora Natouch parlotear con Davika incansablemente, y apenas tragó algo. Su mamá le ofreció quedarse con ella el domingo también, pero Fluke lo rechazó ya que necesitaba su uniforme para ir al colegio, además de que su papá le estuvo llamando de manera incansable, diciéndole que su hogar era esa casa, no estar con su mamá.

Fluke estaba cansado de todo. Quería que llegara pronto fin de año para poder mudarse con su mamá, lo decidió, y necesitaba decirle eso a su familia, sabiendo que cuando eso ocurriera, quizás le quitarían el apellido y fingirían que no lo conocían.

Dejó el café a medio tomar, con su estómago apretado.

—Davika, ¿cuándo invitarás a Off a cenar? —preguntó Sol con el ceño fruncido. A su lado, su hermana se tensó—. Ya ha pasado su tiempo, ¿está todo bien con él?

—Mamá, Off ha estado ocupado estudiando, sabes que necesita buenas notas para entrar a Medicina —Davika se encogió de hombros—, pero él también los extraña, no–

La chica se interrumpió cuando Fluke soltó una risa baja, agotado, derrotado, casi histérico por la situación.

Ah, Davika, Davika, ¿realmente...?

Off tuvo que haberse reído tanto cuando ella insistía en estar con él, ¿qué diría su hermana si supiera que a su ex le iban más los penes?

Qué ironía.

—¿Ocurre algo, Fluke? —preguntó Davika.

—¿Qué es tan gracioso? —dijo Sol, irritada.

Fluke miró a su media hermana: había súplica en los ojos de Davika para que permaneciera callado, aunque Fluke no se sentía empático con ella ahora. Gun lo acusó de preferirla por sobre el mundo, pero eso no era así. Si Fluke hubiera tenido que elegir, habría escogido siempre a Gun. A Ohm. A New. Incluso a Tay y Off.

Sin embargo, ellos eran igual que Davika: manipuladores, mentirosos, siempre dejándolo de lado.

—Nada —dijo en respuesta, poniéndose de pie. Davika bufó cuando Fluke agarró su mochila—, pero ya deberías decirle a la señora Natouch que Off terminó contigo hace meses, hermanita.

—¡Fluke!

—¿Qué?

No se quedó para ver el desastre pues se apresuró en salir de casa; para su propia fortuna, su papá se marchó minutos atrás al trabajo. Corrió para agarrar el bus, suspirando apenas y recordando el abrazo de su mamá cuando llegó a casa el sábado por la noche.

Ella le aseguró que él no tenía la culpa de nada, que cometió errores antes pero ya los reparó, que las mentiras no eran de su responsabilidad, pero eso no le hizo sentir mejor. Sólo le hizo sentir más triste porque, si era una buena persona, ¿por qué todos le mintieron? Tal vez no era un buen amigo, como decía Gun. Tal vez siempre sería la mierda, no sólo de papá y mamá, sino también de sus amigos.

Frotó sus ojos para alejar las lágrimas.

Llegó a los pocos minutos al colegio, quedándose quieto un momento en la reja del patio, observando hacia la entrada. New estaba de pie allí, jugueteando con sus manos por los nervios. En un minuto serían las ocho de la mañana, hora a la que se juntaban los tres para entrar al salón.

Dio unos pasos, comenzando a caminar hasta que alguien lo empujó. Se volteó, viendo la sonrisa creída de Mond frente a él, y retrocedió.

—¿Qué quieres? —le preguntó hoscamente.

—Fue un accidente —se excusó Mond, sin borrar esa sonrisa.

Fluke frunció el ceño.

—Deja de joderme, imbécil —le escupió con rabia, molesto con todo el mundo, hasta consigo mismo.

La sonrisa de superioridad de Mond desapareció al notar a Fluke tan hosco, pues el chico frente a él no solía comportarse así. No cuando estaba solo.

—Quién te crees...

—Márchate si no quieres que te rompa la nariz, Mond.

Fluke hizo un mohín al escuchar la grave voz de Off a su lado. Mond soltó un bufido de molestia antes de marcharse de allí a paso enojado. El menor miró a Off de reojo, sintiendo la ira burbujeante en su estómago.

—Déjame en paz tu igual —le soltó— mejor ve con Gun, no te quiero ver.

Off lo agarró del brazo.

—Fluke —suspiró el mayor— lo siento...

—Ahora todos lo sienten —se alejó de su agarre— pero en el momento tuvo que ser muy divertido reírse de mí.

—No malinterpretes las cosas, Fluke —regañó Off.

Fluke lo observó unos segundos.

—Vete a la mierda —le respondió, volteándose para entrar al edificio.

New lo miró, abriendo su boca para decir algo, aliviado de verlo llegar, pero Fluke sólo sacudió su cabeza y se apresuró en entrar. El rostro de New se desencajó, atónito, sin entender qué ocurrió, luciendo más perdido ahora por la extraña situación.

Off decidió acercársele al ver lo desorientado que lucía New, llamando su atención cuando lo vio mover su pie de forma errática.

—New —le dijo con amabilidad, llamando su atención— ¿estás esperando a Tay?

—No, yo... —lo miró de reojo—, Fluke... ¿dónde está Gun, P'Off?

Rascó su nuca, sin saber exactamente qué decir, aunque de pronto apareció Tay, que le dirigió una severa mirada antes de suavizar su expresión y mirar a New. El día anterior le contó lo ocurrido por teléfono, ganándose varios regaños por parte de su mejor amigo, diciéndole que le advirtió lo que ocurriría si seguía mintiendo.

—Hola, bebé —le dijo Tay a New, agarrándolo de las mejillas para darle un pequeño beso fugaz— ¿qué ocurre?

—Fluke no me saludó —dijo en voz baja New, confundido— no entiendo por qué, él sólo pasó de largo...

—Quizás tiene algo qué hacer —explicó Tay— no lo presiones ¿está bien? A veces, las personas necesitamos un tiempo a solas del resto.

New asintió, bajando la vista.

—¿Tú vas a necesitar un tiempo de mí, entonces? —le preguntó apenas.

—Jamás —aseguró Tay.

Off suspiró, viendo llegar a Gun, pálido y ojeroso, con una mirada triste en su rostro. El timbre tocó en ese instante.

Hola, Newwie —saludó Gun, apenas.

New frunció el ceño, sintiendo el ambiente tenso, pero sin comprenderlo. ¿Por qué las cosas parecían tan raras ese día? ¡En definitiva, eso no le gustaba para nada!

—Vamos a clase —barboteó, tan perdido que habló en voz alta, y Gun sólo asintió.

Off le hizo un gesto rápido.

Nos vemos después —le dijo con rapidez. Gun volvió a asentir, dejándose llevar por New.

Al entrar al salón pudo sentir ganas de llorar cuando vio a Fluke sentado al otro lado de dónde solían estar ellos, solo y sin compañía, rayando su cuaderno.

Quiso acercarse a él para llamar su atención. Incluso New parecía desorientado de todo, sin saber qué hacer, porque ahí no se sentaba Fluke. Sin embargo, la profesora entró en ese momento.

Después lo haría, entonces, cuando el timbre tocara para el primer receso.

Aunque, contrario a lo que esperaba, el primero en acercarse fue Fluke con una expresión de piedra y ojos apenados, reflejando su estado de ánimo, pero sin querer lucir como un niño llorón. Fluke ya no quería ser ese niño llorón del que todos se burlaban.

—Gun —le dijo en voz alta una vez el salón quedó sin nadie— quería pedirte perdón.

El chico frente a él parpadeó. New no sabía qué hacer o decir. Fluke esperó unos segundos antes de continuar.

Lo que dije el sábado en D-Town no fue lo correcto —continuó, ahora luciendo avergonzado— no lo dije en serio. Lo dije por la ira del momento. Tú... no te mereces lo que ocurrió.

Gun tragó saliva, su mano temblando.

Flukie —dijo apenas— por favor, perdóname. Deja que te explique...

No —Fluke retrocedió— no hay nada qué explicar. Tú... ya dejaste todo claro. Nunca fui tu amigo —se volteó—. Quizás al inicio me habría molestado si me lo hubieras contado, pero... pero tarde o temprano lo habría terminado aceptando sin problema. Ahora ya no. Pueden estar juntos como lo deseen, pero... Pero no sé si tú y yo podamos volver a ser amigos, al menos... no con la confianza de antes —suspiró, derrotado—. Los dos... necesitamos un tiempo, ¿está bien?

No, no —Gun se puso de pie bruscamente, sobresaltando a New, que seguía sin entender algo—. Fluke, por favor, sé que podemos hablarlo bien, puedo arreglarlo, te lo prometo, esto no volverá a ocurrir otra vez...

Pero lo que Gun estaba diciendo fue ignorado, pues Fluke se marchó a paso rápido, sin querer verlo ya que sabía que rompería a llorar otra vez.

Gun fue su mejor amigo. Su primer y mejor amigo, y ahora las cosas ya no serían nunca como meses atrás, lo tenía claro. Ese sólo pensamiento lo estremecía por completo, porque se dio cuenta de que otra vez estaba sin nadie a su lado, como a los doce años.

Sin amigos. Sin novio. Casi sin familia, y a la única persona que tenía era a su mamá.

¿Cómo todo se torció tan de pronto?

Por lo normal, Off siempre veía a Gun cuando las clases acababan, pero ahora, su novio le preguntó si podían juntarse a la hora de almuerzo ya que necesitaba un abrazo.

Off jamás le diría que no, menos a su chico.

Le dio un beso suave en la frente, limpiando el borde de sus ojos para alejar las lágrimas que parecían salir en cualquier momento.

Le expliqué a New lo que pasó —dijo Gun apenas—, pero no lo entiende bien. Tay tuvo que entrar a decírselo...

Fue extraño porque el chico de cabello naranja estaba muy confundido con todo. Incluso Tay se veía complicado con ello.

—No lo entiendo —decía cuando Gun acabó—, Fluke ya lo sabe, pero ¿por qué está comiendo solo y no con nosotros? Esto no me gusta...

—Bebé, Fluke está molesto porque le mentimos —dijo Tay, pero New frunció los labios.

—Pero no le mentimos —replicó New—, sólo le ocultamos la verdad. Eso no es mentir —sacudió su cabeza, desconcertado—. ¿Y no puede comer con nosotros sí está molesto? No me gusta verlo allí, sin nosotros.

—Por ahora necesita su espacio para poder calmarse solo —dijo Tay.

—Pero es nuestro amigo —insistió New—, los amigos siempre se apoyan y están en todo, ¿acaso ya no somos amigos? Aun así, podría sentarse con nosotros, aunque no lo fuéramos...

Tay no supo responder a ello.

Gun lo abrazó con más fuerza.

—Gun... —murmuró Off— sólo hay que darle su tiempo —le dijo—, debemos respetar eso, bebé.

El menor no lo miró, frotando su brazo contra su hombro, apenas asintiendo por sus palabras. Off quería decirle más cosas, pero el timbre en ese momento sonó, anunciando el inicio del último bloque. Gun no quería alejarse de él.

—Hay que ir a clases, cariño —le dijo, haciendo que levantara la vista, y le dio un beso suave—. ¿Te parece si salimos juntos a pasear a T̄h̀ānh̄in el sábado? Tal vez así te relajes un poco...

Gun asintió con la cabeza, recibiendo otro beso y saliendo del salón de música a paso apresurado para correr a clases. Off se quedó un momento más, arreglando su ropa y salir a los pocos segundos, caminando también a la clase que le tocaba. La cabeza le estaba doliendo por todo lo ocurrido los últimos días, además de que Tay también estaba algo hosco gracias a la situación. Ni hablar de Ohm, que los evitaba a toda costa.

Su pequeño círculo de amigos estaba cayéndose a pedazos poco a poco.

Su irritación aumentó cuando, de pronto, apareció Davika en su campo de visión. La chica le estuvo buscando toda la mañana y él la evitaba como fuera, sin embargo, ahora parecía que no podría librarse.

—Off —saludó, plantándose frente a él, con ojos desesperados y una mirada urgida en su rostro— por favor, ¿podemos conversar?

—Hay que ir a clases, Davika —le contestó, queriendo lucir amable, pero sin conseguirlo muy bien.

Davika parecía a punto de llorar.

—Off, ¿podemos ser novios otra vez? —sollozó la chica— por favor, Off... Mamá quiere que cenes con nosotros y Fluke le ha dicho...

—¿Qué? —Off parpadeó, con el pánico en su estómago. ¿Acaso Fluke le dijo a todo el mundo que estaba saliendo con un chico? ¿Qué era gay?—. ¿De qué estás hablando, Davika?

—¡Ha dicho que ya no somos novios y mamá le está creyendo! —lloró Davika. El alivio llenó a Off por sus palabras—. Off...

Fluke no dijo cosa alguna, permaneció en silencio respecto a su relación con Gun. Se sintió un poco culpable, entonces, porque Fluke estaba enojado y furioso con ellos, pero se mantuvo callado respecto a su noviazgo con su amigo, ya que...

Ya que Fluke entendía mejor que nadie lo que era el rechazo, el miedo, el abandono.

La culpabilidad se mezcló con la tristeza.

—Tenemos clases —le dijo a Davika con voz grave— y tú, Davika, deberías dejar esto. Ya no somos novios y no lo seremos nunca más —hizo una pausa, sabiendo que sería muy hipócrita decir eso, pero aun así lo hizo—. Las mentiras no son buenas, así que deja de decir que somos novios, porque ya no estamos juntos.

Davika soltó balbuceos desesperados para llamar su atención, pero Off la ignoró simplemente, agotado, queriendo que esos días pasaran rápido pues, en definitiva, todo se estaba complicando mucho.

»El resto de la semana pasó lentamente para todo el mundo.

Fluke se dedicaba a huir de Gun y Ohm, el primero buscándolo en los recreos para insistirle en hablar mientras que el segundo solía seguirle a la salida, también queriendo conversar con el menor ya que bloqueó su número.

New seguía sin entender bien las cosas, hablándole a Fluke aun cuando Tay quiso explicarle que era mejor que no lo hiciera. Fluke, por supuesto, no lo ignoraba ni le trataba mal, sólo le respondía entrecortadamente y le insistía que eso era lo mejor por ahora.

—¿Ya no somos amigos? —había preguntado New cuando le dijo eso.

Fluke suavizó su voz y expresión.

—Lo que hicieron... no estuvo bien, Newwie, y estoy triste por eso —le explicó—, necesito un tiempo para poder digerirlo.

—¿Digerir qué? —New parpadeó, confundido—. Pero Gun dijo que fue por tu bien, porque tú terminaste con Ohm y no quería hacerte sentir mal...

Eso enfureció más a Fluke, aunque no lo demostró, negando con la cabeza.

—Cuando todo esté mejor —aseguró, aunque no sabía si eso llegaría en algún momento—, volveremos a ser amigos, Newwie.

—Pero... ¿ya no haremos los trabajos juntos? ¿Los tres?

Fluke lo observó unos segundos, con una sensación desoladora invadiéndolo, pues él reconocía a la soledad casi como una amiga. Y por mucho que estuviera enojado con todo el mundo, no les deseaba el mal. El enojo pasó, ahora sólo quedaba la pena.

—No, pero puedes hacerlos con Gun —le aseguró con una sonrisa débil— y si necesitan a alguien más, le pueden preguntar a Ploy. Yo me las arreglaré solo.

Su voz se quebró en la parte final, así que decidió irse antes de ponerse a llorar.

Gun, en tanto, se sentía más y más miserable con el pasar de los días, porque la culpabilidad no hacía más que aumentar, más cuando veía a Fluke sin compañía alguna mientras él seguía integrado a un grupo.

Se supone que todo fue para que Fluke no la pasara mal, ¿cómo pudo haberse equivocado tanto? ¿Cómo una decisión arruinó completamente su amistad con su mejor amigo? Gun no entendía bien cómo funcionaban las cosas.

Así que, el viernes, mientras Off se despedía de él dándole un beso en la frente, fue que se le ocurrió una idea fugaz.

Más tarde, tomó en brazos a T̄h̀ānh̄in, que se dedicó a lamerle la carita con alegría, y bajó a ver a sus papás. Su mamá conversó con su papá para explicarle todo lo que ocurrió, y aunque Leo se sentía triste por la situación entera, no quería que Gun se sintiera más mal de lo que ya estaba.

¿Mamá? ¿Papá? —preguntó, llamando su atención.

Los adultos lo miraron, viendo a su hijo dejando al cachorrito en el suelo, con una expresión tímida en su rostro.

—¿Qué ocurre, Gun? —preguntó Leo.

Gun se balanceó en su lugar.

Sé que estoy castigado —dijo con vergüenza— y no tengo permiso para salir por un mes, pero... ¿puedo salir a pasear a T̄h̀ānh̄in mañana con P'Off? Será sólo un ratito, es que... quiero conversar algo con él —puso ojos apenas—, por favor.

Cherreen miró a su esposo.

—Estás castigado —le dijo la mujer.

Asintió, bajando la vista, y los adultos suspiraron ahora, pues nunca podían decirle que no a Gun.

—Puedes salir a las cuatro y debes volver a las seis —dijo Leo, luego de intercambiar una mirada con su esposa.

Gun les sonrió, feliz por primera vez en días, y corrió a darles un abrazo fuerte. Los besó en sus mejillas gracias a la emoción para luego agradecerles por su permiso aunque luego se ruborizó cuando Cherreen le dijo que la próxima semana debía invitar a Off a cenar con ellos.

Se los prometió, subiendo a su cuarto para mensajearse con Off, sin poder esperar a que llegara el próximo día.

Quedaron en juntarse con Off a dos cuadras de su casa para así no llamar la atención de todo el mundo, saliendo con T̄h̀ānh̄in atado a una correa, el perrito emocionado por el paseo. Una vez vio a su novio, corrió a tomarle la mano, con Off algo más animado al verlo sonriéndole con timidez.

—Te ves bonito —le dijo Off mientras caminaban hacia el parque central de la ciudad.

Gun le dio un apretón en su mano, los nervios carcomiendo su estómago, pero buscando la valentía para poder decírselo.

Llegaron al enorme parque varios minutos después, con el lugar lleno de gente porque era un sábado por la tarde y ese día, extrañamente, amaneció con un cálido sol de invierno. Los niños corrían por todas partes, jugando y riéndose entre ellos, con los padres sin perderlos de vista, y carros de comida en las calzadas atraían a las personas que tuvieran hambre.

Gun le quitó la correa al cachorro, que comenzó a correr por todas partes, ladrando con fuerza mientras Off le daba ahora un beso en la mejilla.

¿Quieres comer algo? —le preguntó—. ¿Qué tal brochetas de cordero?

El menor asintió, viendo a Off alejarse hacia un carro de comida, y Gun agarró un palito para jugar con T̄h̀ānh̄in, haciéndole cosquillas e incluso molestándolo hasta el punto en que el cachorro se lanzó a morderle la mano juguetonamente.

Off llegó y ellos comieron, sin dejar de molestar a T̄h̀ānh̄in y disfrutando del día aun cuando hiciera algo de frío. Una vez acabaron de merendar, Off sugirió seguir caminando, pero Gun lo detuvo, agarrándole la mano.

Su novio lo miró.

—¿Ocurre algo? —le preguntó al notar la expresión seria de Gun.

Ya no quiero que sigamos así —le dijo Gun, ganándose una expresión confundida de Off—. A escondidas. Fluke ya lo sabe y mis papás también, ¿para qué vamos a seguir de esta forma?

El mayor parpadeó, aturdido, con sus ojos llenándose de pánico al entender las palabras de Gun. ¿Qué? ¿Gun acaso quería que...?

¿De qué hablas? —dijo apenas—. Bebé, ¿por qué dices eso de pronto? Estamos bien así...

¡No! —Gun fue enfático con su gesto—. Ya no quiero ser tu secreto, ¡quiero tomarte la mano en todas partes, incluso en el colegio! Ya es momento de decir la verdad, no quiero más mentiras.

‹‹Puede que no lo hayamos demostrado, Off, pero esas acciones duelen, y mucho. A nadie le gusta ser el vil secreto de la persona que quiere››.

Se estremeció porque casi podía escuchar y ver a Bas frente a él, hablando mientras sus palabras daban justo en el clavo. Off creía que podía esperar, que podía mantener todo eso en secreto hasta irse a la universidad, cuando estuviera rodeado de nuevas personas y no dependiera tanto de sus padres, pero ahora...

No —dijo, sacudiendo la cabeza—, no, Gun, estás diciendo tonteras. Sí, ahora más gente lo sabe, pero eso no significa que debamos comportarnos como novios frente a otros.

La expresión de Gun mostraba que no fueron las mejores palabras para decir, con su rostro desencajado, sus ojos abiertos de par en par.

Pero la sorpresa se transformó rápidamente en molestia, en enojo.

¿Qué estás diciendo? ¿Te doy vergüenza? —Gun dio un paso—. ¡Somos novios y tengo todo el derecho de exigirte esto, Off! ¡Si te lo pedí antes fue por Fluke, pero eso ya no corre más!

Bueno, ¿y qué van a decir mis padres? —Preguntó Off—. ¡Las cosas no son sencillas, Gun!

—¡Sí lo son! —Replicó Gun, con el enojo aumentando más, más y más, sus emociones comenzando a desbordarse—. ¡Tú lo complicas todo, Off, la opinión de tus padres debe valer una mierda porque tú me quieres!

Off frotó su frente, tomando aire y sintiendo como se estaba descontrolando de a poco. ¿Cómo Gun le pedía eso? Él ya pasó por el rechazo y el desprecio de sus padres por haber salido con Bas, ¿cómo se lo pedía otra vez?

¡No quiero mentir más! ¡Estoy harto de mentir! —Gun soltó unas lágrimas, destrozado—. ¡Yo seré bueno, seré un buen chico!

Gun, hablémoslo en otro momento.

¡Eres tan terco, tan malo, Off! —siguió acusando Gun, y T̄h̀ānh̄in comenzó a ladrar como desquiciado—. ¡Decir la verdad solucionará todo!

¡Decir la verdad complicará todo, no le diré a mis padres que eres mi novio!

Gun chasqueó su lengua, con sus labios temblando y el llanto aumentando.

Nunca defendiste a Fluke, escondiste a Bas y ahora pretendes que yo sea tu secreto —acusó Gun— ¡todo por tus padres y tu tonto orgullo!

Gun, no es el momento, de verdad...

¡No! ¡No! ¡No!

Podemos hablarlo después, ahora...

—¡No! ¡No quiero!

Off se quedó quieto. Gun tomó y botó aire, el llanto deteniéndose, su boca entreabierta. T̄h̀ānh̄in dejó de ladrar.

La gente a su alrededor siguió caminando, riéndose y jugando, pero Gun sintió como su mundo se detuvo.

Off, frente a él, estaba pálido.

Llevó sus manos a sus labios abiertos, cubriéndolos.

Tengo una muñeca vestida de azul...

—¿Gun? —Murmuró Off, su voz ahogada—. ¿Tú...?

—No —susurró Gun, haciendo gestos negativos también, su tono siendo un graznido roto. T̄h̀ānh̄in ladró con más fuerza—. No.

Off sintió su mundo desestabilizarse mientras Gun retrocedía un paso, con sus ojos dilatados por el terror. La voz de Gun era grave, baja, ronca, apenas un jadeo, pero la escuchó. La escuchó fuerte y clara.

Gun. Su voz.

—Gun —masculló Off, conmocionado, dando un paso también para alcanzarlo.

Con su camisita y su canesú...

Gun se movió más rápido: agarró a T̄h̀ānh̄in, que ladraba hacia los árboles que los rodeaban, y lo apretó contra su pecho.

—No —repitió apenas, sintiendo la bilis subiendo por su garganta, todo dando vueltas—. ¡No!

—¡Gun!

Off no alcanzó a agarrarlo cuando se giró, corriendo con T̄h̀ānh̄in en sus brazos y las lágrimas cayendo con más fuerza, esquivando a la gente, queriendo huir. Necesitando huir, pues se equivocó.

La saqué a paseo, se constipó...

Cometió el peor error de la vida. El peor error que le enseñaron que no podía cometer. Hablar merecía un castigo gigante, castigo que recibieron los otros Muñecos: cortarle las cuerdas vocales.

Se lo advirtieron mil veces.

Sabía que Off le estaba siguiendo, pero Gun necesitaba perderlo de vista, necesitaba estar solo y colapsar. Ni siquiera sabía para dónde estaba corriendo, lo único que deseaba era huir lejos de las personas a su alrededor para poder castigarse.

La tengo en la cama con mucho dolor...

Malo, malo, malo, era un Muñeco malo, siempre lo sería. ¿De qué valió tanto entrenamiento si al final terminó cometiendo un error tan grande? ¿Era acaso el Muñeco de Porcelana perfecto? No, falló por completo.

Siguió corriendo aun cuando la voz de Off desapareció del aire, cuando los autos empezaron a pasar menos y las calles ya estaban vacías de gente. Siguió corriendo, aunque no sabía dónde estaba, con T̄h̀ānh̄in lloriqueando en sus brazos.

Terminó derrumbándose en un callejón sucio pero vacío, sin dejar de llorar. T̄h̀ānh̄in saltó al suelo cuando lo soltó, y miró sus manos temblorosas, con su cabello cubriendo su rostro.

Muñequito se golpeó en la mejilla.

—Malo —jadeó—, malo, malo, malo, malo...

Con cada palabra se daba una nueva bofetada hasta que su mejilla ardió y las lágrimas impidieron que pudiera ver bien.

T̄h̀ānh̄in comenzó a ladrar una vez más.

Gun vomitó la brocheta de cordero, ignorando su móvil sonando.

—Calla —le ordenó a T̄h̀ānh̄in, pero el cachorro ladró con más fuerza.

Muñequito malo, Muñequito desastroso, ¿qué había hecho?

Fluke, sus padres, Off... a todos les mintió. ¿Acaso su existencia también era una mentira? Sí, pretendiendo vivir como Gun cuando sólo era Muñequito, que ilusión más tonta creó.

Gun no existía, no era real, él sólo era un Muñeco de Porcelana.

—¡Calla! ¡Calla! —le gritó a T̄h̀ānh̄in, girándose.

Y se quedó quieto.

—Ah, Muñequito —dijo Señor Sira, de pie en la entrada del callejón, sonriéndole de manera indulgente—, mira todo el desastre que has hecho, bebé, todo por ser un mal muñeco. No te preocupes, yo voy a arreglarte.

Muñequito se rompió.

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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