38. Mentiras

«Los días eran un infierno para Fluke Natouch.

La profesora de Física había terminado de dictar su clase segundos atrás, entregándoles la actividad a realizar en ese momento, y Fluke mordió su labio inferior, porque le costaba mucho entender esa materia. Las Ciencias y Matemáticas, en general, se le hacían difícil de comprender por lo que prefería irse por las Humanidades. Aun así, trataba de ponerle todo su empeño ya que quería buenas notas para así no decepcionar más a sus padres.

Miró de reojo el asiento vacío a su lado, ignorando las conversaciones y risas bajas a su alrededor, todos sus compañeros hablando y riéndose entre ellos.

Fluke a veces se sentía como un fantasma, como si realmente no existiera, como si fuera invisible. Cuando todos te ignoraban, ¿significaba que no eras real?

Que deprimente pensamiento para un chiquillo de catorce años.

—Bien, chicos y chicas —dijo la profesora, poniéndose de pie y llamando la atención de todo el mundo— ¿van avanzando bien?

Se escuchó una afirmación colectiva. Fluke permaneció en silencio, con la vista baja.

—Recuerden entregarme sus cuadernos a medida que vayan terminando —añadió— pero ahora, antes de que continúen, no haremos un examen para esta unidad —se oyeron gritos felices—,pero sí un trabajo grupal.

Más gritos felices. Fluke dejó la tarea, apretando sus manos en puños por la repentina ansiedad. Ya sabía lo que vendría a continuación y lo odiaba.

—Debe ser de a tres, ni más, ni menos —continuó la profesora—, y para que vean que soy buena, dejaré que se organicen ustedes. Deben entregarme un papel con los integrantes y les asignaré el proyecto.

Todos sus compañeros comenzaron a moverse para organizar sus grupos, con el salón llenándose de risas, pero Fluke permaneció sentado, observando su cuaderno, fingiendo ignorar lo ocurrido, fingiendo estar concentrado en su tarea.

Una parte suya tenía la esperanza de que alguien se acercara y le preguntara si deseaba formar grupo con ellos. Sin embargo, no ocurrió, y eso no era una decepción, porque todos los trabajos en grupo eran así desde que tuvo diez años y el mundo entero supo que era gay.

Pasaron varios minutos hasta que tomó aire, poniéndose de pie, sin levantar la vista, aunque sabía que ahora varios chicos del salón le estaban mirando. Podía sentir la burla sobre él.

Caminó hacia donde estaba la profesora, llevando su cuaderno, y se lo entregó. La mujer comenzó a corregirle la tarea, devolviéndosela pocos minutos después, pero no se retiró.

—¿Ocurre algo, Natouch? —preguntó la mayor con poco interés.

Mordió su labio inferior antes de hablar.

—Quiero hacer el trabajo solo, profesora —contestó en voz baja, pues no quería llamar la atención de nadie más.

—¿Otra vez? —la mujer chistó—. Llevo haciéndote clases dos años y siempre es lo mismo, Fluke —añadió con un suspiro, y Fluke escuchó las risitas detrás de él, ya que la profesora no bajó su tono de voz.

Sintió sus mejillas calientes y sus ojos empezaron a picar, así que parpadeó con fuerza.

—No tengo un grupo —se excusó con vergüenza—. Por favor...

La mayor frotó su frente con irritación, exasperada.

—Siempre complicando todo —murmuró—, Davika jamás me ha dado un problema así. Bien, puedes hacerlo solo, este será tu tema...

Fluke lo escuchó en silencio, retirándose poco después y volviendo a su asiento, a pesar de que los ojos seguían puestos en él.

—Que tonto...

—¿Lo viste? Parecía que iba a llorar...

—¿Y quién querría ser con él? Es un maricón...

Lo ignoró todo, como si esos comentarios le rebotaran por completo, aunque no fuera así.

Quince minutos después el timbre tocó, anunciando la hora de almuerzo, todos corriendo hacia la salida para ir al comedor. Fluke permaneció sentado hasta que quedó solo, agarrando su mochila y jugueteando con la correa mientras caminaba para ir a comer también.

Esa era la hora más difícil de todo el día, la que más le costaba enfrentar. En los recreos, por último, podía ir a la biblioteca o al baño para esconderse unos minutos, pero acá estaba a la vista de todo el colegio.

Entró a la enorme habitación, la fila avanzando poco a poco, con ya varias mesas ocupadas por los estudiantes. En una vio a su hermana mayor, Davika, sentada junto a Off y Tay, conversando sobre algo junto a otras amigas. A ella le gustaba Off, decía que era guapo y muy inteligente, un buen partido, pero por ahora sólo eran buenos amigos. Lo poco que sabía de él es que era el primero de su clase.

Agarró su bandeja con comida, buscando una mesa vacía, y cuando encontró una fue hacia ella, tratando de tomar una ruta rápida antes de que más personas se fijaran en él. Pero Jack apareció, empujándolo con su hombro y haciendo que tropezara. Salvó su comida, aunque el jugo se derramó en su camisa.

Hubo risas burlonas a su alrededor y sus labios temblaron, levantando la vista un poco. Davika, a varias mesas de él, le miró con vergüenza ajena mientras algunas de sus amigas se reían también. Off frunció el ceño, pero le ignoró cuando Tay le dijo algo.

Caminó con mayor rapidez hacia la mesa vacía, sentándose allí. Al menos ahora era capaz de estar en ese lugar, porque las primeras veces se encerraba en el baño a llorar y comer.

Él lo intentó, de verdad, cuando entró a la secundaria quiso hacer amigos. Los primeros días incluso estaba en un pequeño grupito de personas, pero de forma repentina se enteraron de que era gay y empezaron a ignorarlo. Pronto, la noticia llegó al colegio completo, y ya fue marginado por todos.

Una vez terminó de comer decidió ir al baño para limpiar su camisa un poco, todavía le quedaban varios minutos antes de que comenzara el último bloque.

Entró a uno de los cubículos y sintió ganas de llorar cuando leyó uno de los muchos mensajes que, algunos estudiantes, dejaban anotados en las paredes.

Fluke Natouch es la zorra de todos los profesores.

Humedeció unos trozos de papel higiénico y trató de borrarlo, pero apenas logró algo, por lo que buscó en su estuche sus lápices, sacando uno de tinta para cubrir, por último, su nombre.

El timbre tocó pocos minutos después.

Dos horas más tarde estaba frente a una casa, respirando con más alivio porque ese día acabó. Todo terminó por ahora, así que tocó el timbre, balanceándose mientras esperaba que le abrieran, y cuando ocurrió...

Se rió con fuerza al sentir el abrazo que Gun, su mejor amigo, le dio.

—Oye, oye...

Gun se alejó, sonriendo por la felicidad.

—¡Viniste! ¡Viniste! —le dijo como un niño pequeño en lenguaje de señas, casi rebotando gracias a la emoción, y tiró de él para entrarlo a su casa—. ¡Te extrañé, Flukie!

Apenas logró saludar a la madre de Gun junto a su abuela, pues su mejor amigo lo llevó al patio trasero para jugar con él. El chico estaba todo el día en casa, estudiando con profesores privados, hasta que Fluke llegaba en la tarde a verlo. Iba casi siempre, sólo llegaba a faltar si tenía exámenes importantes, pero trataba de no hacerlo porque estar con Gun le hacía muy feliz.

Los días eran más felices que cuando tenía once años y no tenía amigo alguno, sin embargo, ahora con Gun allí, las cosas resultaban un poco más fáciles.

Se pusieron a jugar un ratito, con Gun preguntándole cómo le fue y Fluke contándoselo superficialmente ya que no quería preocuparlo. Aunque Gun no era tonto; por el contrario, era muy inteligente y sabía leerlo con facilidad.

—¿Son muy malos? —le preguntó cuándo estaban merendando.

Fluke se encogió de hombros.

—Ya estoy acostumbrado —respondió bajando la vista.

Pero Gun le levantó la vista.

—¡Eso no lo hace mejor! —le dijo con seriedad—. ¡Que estés acostumbrado significa que es muy malo, Flukie!

Desvió la vista, porque sintió que iba a llorar en cualquier momento al escucharlo hablar así. Gun, al notarlo, suavizó su expresión y le dio un abrazo.

Permanecieron así un instante hasta que Fluke logró calmarse. Entonces–

—Eres mi mejor amigo.

Se quedó quieto cuando escuchó el susurro de Gun contra su oído, ronca, grave, apenas un jadeo. Sintió las manos de su amigo apretadas contra su camisa, aferrado a él con desespero, y Fluke sólo lo sostuvo con mayor fuerza.

No dijo algo al alejarse, sorprendido todavía. Gun escribió algo desesperadamente en su cuaderno, con sus piernas temblando.

No le digas a nadie, por favor, no le digas a nadie.

Fluke lo leyó, levantando la vista y observando los ojos llenos de lágrimas de su amigo. Su mejor amigo.

Será nuestro secreto. Te lo prometo. No se lo diré a nadie. Para eso estamos los mejores amigos.

Gun lo leyó antes de volver a abrazarlo con fuerza, contento, y Fluke sonrió. Unos meses antes, los padres del chico hablaron con él, explicándole todo lo que le ocurrió a su hijo. Fluke recordaba llorar mucho en ese momento, destrozado por completo, y se prometió cuidar siempre a Gun.

—¿Seremos mejores amigos por siempre? —preguntó el muchacho al alejarse otra vez con señas, su mirada llena de esperanza.

Fluke le revolvió el cabello.

—¡Por siempre! —aseguró.»

No sabía de dónde salían tantas lágrimas, pero una vez comenzó, no pudo parar.

Frotó sus ojos, sorbiendo por su nariz y temblando por el frío de la noche, aunque no se movió tampoco porque no sabía a dónde ir. Ohm fue quién lo trajo, no iba a devolverse con él ya que no quería verlo nunca más; era más de medianoche y los buses dejaron de pasar hace mucho, además de que ni siquiera sabía dónde había un paradero; ni siquiera estaba seguro de dónde estaba y temía que lo asaltaran. Eso terminaría por rematar todo.

Soltó una risa derrotada.

Gun y Off. ¿Qué tan estúpido sonaba eso? Juntos desde hace meses, ocultándole su relación, pues temían que se enojara con ellos. Gun decía que era mal amigo y no confiaba en él.

Qué fracaso como mejor amigo. Qué fracaso pues dijo, además, cosas horribles para herir a Gun, cosas de las que se arrepentía en ese momento. Pensó brevemente en enviarle un mensaje a Gun, pero eso significaba encender su móvil y no quería eso, porque Ohm le estuvo marcando. Ohm y Off.

Todos se lo ocultaron, todos se pusieron de acuerdo para cubrir la relación de Gun y Off, haciéndolo parecer como un idiota, riéndose de seguro por su estupidez. Tuvo que haber sido muy divertido todo eso, burlándose por no saber qué ocurría, por...

Su cabeza empezó a doler gracias al llanto y, de pronto, recordó el día en el parque de diversiones. La cita triple. Jesús santo, ¿cómo no lo vio? Poniéndose de acuerdo para ir en parejas y él arruinándolo al llevar a Davika. La forma en la que Gun se comportó en todo ese día, con rabia hacia él, como lo empujó cuando todo se fue a la mierda, las cosas que le dijo.

¿Era su culpa entonces? Haber sido mal amigo, ¿era su culpa? Fluke no lo comprendía del todo.

Pero ellos le mintieron tanto tiempo, desde el inicio. Quizás cuantos meses...

Otro pensamiento lo golpeó: ¿qué estaban haciendo ellos dos en ese club? ¿Cómo era que lo conocían? Si iban seguido los sábados por la noche... ¿cuántos planes canceló Gun con él para ir allí con su novio? ¿Cuántas veces le hizo el quite a él para estar con Off?

¿Desde cuándo Gun decidió que mentirle a su mejor amigo era lo correcto?

—Hey, niño bonito.

Levantó la cabeza con brusquedad al escuchar la voz grave cerca de él. Luego de salir del club, caminó por las calles de ese lugar de la ciudad que apenas conocía, perdiéndose poco después y entrando a un callejón para poder llorar en paz. No sabía cuánto pasó desde eso, sólo tenía claro que estaba cansado y tenía sus ojos hinchados y quería llorar con más fuerza, porque todo estaba mal.

—Hola —saludó con la voz sacudida por las lágrimas, y un pensamiento estúpido apareció—. ¿Me vas a asaltar? No tengo dinero...

Se escuchó una risa divertida y la persona frente a él caminó más. Fluke reconoció al chico que los hizo entrar a D-Town, ¿se llamaba Iron?

—Pero tienes un celular —dijo Iron, señalando el aparato en el suelo.

Fluke lo miró y se encogió de miedo. Iron era un poco más alto con él, con cabello negro desordenado junto a algunos tatuajes que podía ver en sus brazos.

—Ahora, ¿necesitas un aventón, niño bonito? —preguntó Iron, inclinándose—. La verdad es que no te ves muy bien y hace mucho frío. No haría esto por cualquier persona, pero tienes un culo realmente lindo.

Fluke mordió su labio inferior un momento.

—¿Quieres follarme? —le preguntó, con su tono plano, casi indiferente, y se puso de pie—. ¿Me llevarás a mi casa si te dejo follarme? No tengo problema con eso.

Iron soltó un silbido de diversión al verlo frente a él, sin embargo, terminó sacudiendo su cabeza.

—Vamos —le dijo—, eres menor de edad. La policía me llevaría preso si supiera que metí mi polla en tu culo.

El menor lo observó un instante cuando se volteó.

—¿Realmente me ayudarás? —preguntó en voz baja.

Iron giró su cabeza y permanecieron así un instante.

—Eres más bonito cuando no estás llorando —dijo Iron con una sonrisa torcida, caminando con Fluke siguiéndolo casi tímidamente. Miró para ambos lados de la calle al ver a Iron subiéndose a un auto viejo—. Anda, sé que luce como si fuera a desarmarse, pero es realmente duro.

Fluke obedeció, sentándose en el asiento del copiloto y viendo a Iron subirse a su lado, para luego decirle su dirección. Sabía que su actuar fue algo descabellado, ¿cómo se le ocurría seguir a un desconocido hacia su vehículo? Más conociendo el historial de Gun...

Pero Fluke no estaba pensando bien. Sus ideas eran como gelatina, sacudiéndose con cualquier movimiento, recordando a Gun frente a él, a Off abrazándolo, a Ohm sosteniéndolo a él.

Toda la verdad que mantuvieron oculta ya que lo veían a él como una persona en la que no se podía confiar, y eso era lo que más dolía de todo.

Fluke creía que eran amigos, todos ellos, que ahora tenía una familia que le quería, aunque no compartieran sangre, pero le hicieron a un lado también como hizo su padre junto a su esposa.

—Hay papel higiénico en la guantera —dijo Iron cuando Fluke comenzó a llorar otra vez.

El menor sentía demasiada vergüenza por estar llorando frente a un desconocido, pero bajo esas circunstancias poco podía hacer pues la pena era muy grande, inundándolo por completo, y las lágrimas salían por sí solas, sin poder controlarlas.

¿A quién tenía ahora? Sólo a su mamá, por supuesto, hasta que ella se aburriera también y decidiera dejarlo. A Fluke no le extrañaría si lo llegaba a hacer pronto, después de todo, si lo hizo Ohm, si lo hizo Gun, ¿por qué ella no lo haría?

—Supongo que peleaste con tu novio —comentó Iron en el momento en que se calmó un poco.

Fluke hizo sonar su nariz, sus ojos hinchados, su rostro húmedo por completo.

—Ya no somos novios —le dijo, y ese pensamiento dolió mucho, porque era su Ohm.

Ohm, su bonito Ohm, que le perseguía para todos lados queriendo llenarle el rostro de besos, que le hacía sentir muy especial cada día, que le volvía todo torpe y tonto.

Su Ohm, que le engañó también.

—¿Sí? —Iron hizo un gesto—. Mejor para mí, supongo...

—Eres un pedófilo —le soltó Fluke.

Iron sólo le sonrió, sin dejar de conducir.

Se detuvo minutos después fuera de la casa de su mamá, que tenía las luces apagadas, y su estómago se apretó ante la perspectiva de bajar, tocar la puerta y que nadie abriera. O que su mamá lo mandara donde su padre.

Fluke, a esas alturas, sólo quería un abrazo.

—¿Vas a querer que te chupe la polla por haberme traído? —preguntó de forma repentina, sin filtro alguno, porque él sabía que gran parte de las personas no hacía favores sin otra cosa a cambio.

Iron tarareó.

—Nah, en otro momento —le dijo con expresión comprensiva—, cuando seas mayor de edad te lo cobraré.

Fluke asintió.

—Gracias —murmuró, abriendo la puerta, sin embargo, antes de salir, Iron llamó su atención otra vez.

—Cuídate —se despidió—, no dejes que los malos pensamientos te ganen, niño bonito.

Asintió apenas, bajándose y viéndolo partir. Una vez solo, caminó hacia la puerta de entrada, tocando la puerta con un suspiro tembloroso y esperando varios segundos hasta que fue abierta.

Cuando vio a su mamá, volvió a derrumbarse.

»Gun tampoco dejaba de llorar.

Sentado en el auto, al lado de Off, que miraba al frente, se deshacía en lágrimas pues lo arruinó todo. Dijo cosas horribles gracias a la rabia, porque Fluke se enteró de la verdad de una forma que no debía, y ahora él ya no iba a hablarle más. Fluke jamás le perdonaría lo que hizo.

—Gun...

Se volteó para mirar a Off, que lucía cansado y agotado por todo, y sorbió su nariz antes de moverse para abrazarlo. Su novio le devolvió el abrazo, tirando de él y dejando que el menor enterrara su rostro en su hombro para que siguiera llorando.

Ohm, una vez Fluke desapareció, se volteó a verlos con una mirada de desolación, de enojo, de tristeza y decepción.

—Sabía que esto iba a pasar —les dijo, sacudiendo su cabeza—. Ahora si lo hemos arruinado en grande. Fluke jamás va a perdonarnos esto.

Antes de que Gun u Off pudieran responderle, se marchó de allí en busca de Fluke, y fue Off quien tuvo que sacar a Gun del club, ya que el muchacho apenas podía moverse cuando todo lo ocurrido cayó sobre sus hombros como un balde de agua fría.

Fluke se enteró de todo. Fluke ya sabía que su novio era Off, se enteró de la verdad, y ya no iba a ser más su amigo por la forma en la que le dijeron lo ocurrido. Por haberle mentido tan descaradamente, dejándolo fuera de su grupo, dejando que sus miedos y temores se alimentaran más y más.

Ellos ya no serían mejores amigos y ese sólo pensamiento estaba provocando que sus lágrimas salieran sin control.

—Ya, ya, Gun... —le susurró Off, besando su mejilla—, las cosas estarán bien, lo prometo...

Mentira. Gun sabía que no sería así porque él y Fluke no eran amigos, no luego de lo que hizo.

—Fluke lo entenderá —agregó Off, como si pudiera leer sus pensamientos—, sólo hay que darle un tiempo...

No. No sería así. Ellos rompieron la confianza de Fluke, y sin confianza, ¿en base a qué se construía una amistad?

—Te iré a dejar a casa —terminó de decir Off—, ya es tarde y necesitas dormir un poco.

Off sintió su corazón doler por la visión de su novio deshecho en llanto, sin saber bien qué hacer para hacerlo sentir un poco mejor. Tenía claro que las cosas se estaban arruinando entre ellos lentamente, pues Fluke era muy importante para Gun, y no tenerlo a su lado...

Las cosas no tuvieron que acabar así, ¿cómo lo arruinaron de esa forma?

Le tomó la mano a Gun, dándole un apretón suave, pero no hubo respuesta alguna, así que sólo condujo para llevarlo a casa. Se supone que esa noche le iba a mostrar su canción, se la iba a presentar, y ahora todo se derrumbó de golpe. Bas, Fluke, sus miedos, todo parecía haber llegado de golpe.

A los pocos minutos, dejó a Gun fuera de su casa, dándole un beso en la mejilla.

—Cualquier cosa —le dijo en voz baja, sosteniéndolo de la barbilla y obligándolo a mirarlo a los ojos—, me envías un mensaje, ¿está bien, bebé?

Gun sorbió por su nariz una vez más, tembloroso, y entró a su casa, volviendo a llorar cuando, al llegar al living, vio a su mamá sentada en el sofá.

No sólo a Fluke le mintió, sino también a sus papás. A sus padres, a su familia, quienes le convirtieron en Gun cuando sólo era un Muñeco roto y destrozado.

Cherreen se volteó a mirarlo al escuchar el ruido, la sonrisa desapareciendo de su rostro al ver a su hijo, su príncipe, llorando a lágrima viva bajo el umbral de la entrada, con sus ojos rotos y sus labios temblando.

—¿Mi amor? —Dijo con evidente preocupación, poniéndose de pie y dando un paso—. Bebé, ¿qué ocurre...?

Soltó un jadeo cuando Gun la abrazó de golpe, sin dejar de llorar. Era más alto que ella, pero lucía como ese niñito de diez años que permanecía acostado en la camilla del hospital.

—Gun, mi amor...

Su hijo no dejaba de llorar contra ella, acurrucado en sus brazos, aferrándose con una desesperación que le causaba dolor a su mamá de una forma inexplicable. ¿Qué era lo que ocurrió para que estuviera así?

Pasaron los minutos, más de quince para que Gun pudiera, por fin, calmarse un poco, dejando de llorar con dolor. Cherreen lo llevó al sofá, sentándolo y limpiando las lágrimas secas de su rostro.

—Cariño, ¿qué ocurrió? —le preguntó con dulzura.

Gun la miró sintiendo nuevas ganas de llorar, pero se forzó a no hacerlo.

Solamente tomó aire para mirarla a los ojos.

Mamá, te mentí.

Cherreen permaneció en atónito silencio mientras Gun comenzó a explicarle todo lo que ocurrió esos últimos meses, todo lo que les estuvo ocultando, todas las mentiras que le dijo. Absolutamente todo, incluso lo que pasó hace pocos instantes, soltándoselo entre lágrimas otra vez ya que la pena lo estaba inundando sin descanso alguno.

Cuando acabó, Cherreen volvió a limpiar su carita hinchada por el llanto con triste cariño, sonriendo, aunque había dolor también allí.

—Ah, Gunnie... —le dijo en voz baja—, tomaste unas decisiones que no fueron las correctas y sé que vas a martirizarte por eso durante mucho tiempo, pero está bien —peinó su cabello, abrazándolo otra vez—. Somos humanos y nuestra esencia es equivocarnos, cariño...

Gun no lo entendía, ¿por qué las cosas tenían que ser tan complicadas? ¿Por qué el mundo era tan difícil de comprender? Él creía haber tomado las mejores decisiones, pensando en que Fluke no la estaba pasando bien. Pensando en que sus padres le iban a sobreproteger. Pero no fue así, se equivocó, y ahora estaba pagando por ello.

—Estoy muy triste de que nos hayas mentido, mi amor —continuó Cherreen, llamando su atención otra vez—, y vas a ser castigado por ello. Mentir está muy mal, no sólo a nosotros, sino a las personas que quieres también. Además, hiciste mentir también al resto de personas y eso lo hace peor —asintió con la cabeza, destrozado—, pero eres capaz de reconocer tus errores aun así, y eso es bueno. A pesar de todo, Gunnie, tu papá y yo te seguiremos queriendo, ¿está claro?

Eso lo rompió más. ¿Cómo podían quererlo luego de todo el daño que les hizo? No sólo sus mentiras, sino el haber estado desaparecido, todos los tratamientos, todo lo que gastaron en él, ¿cómo podían amarlo cuando sólo era un gasto innecesario?

Lo siento —les dijo apenas, sus labios temblando—, lo siento, mamá...

—Lo sé, cariño —Cherreen lo abrazó otra vez—, lo sé...

¿Cómo podían amarlo cuando era un Muñeco malo?

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top