32. Promesa

Cherreen soltó un bufido suave al sentir a Gun a su lado, abrazándola con fuerza mientras veía la televisión con los ojos brillando gracias a la curiosidad, acariciando a T̄h̀ānh̄in en su regazo. Su hijo, a pesar de todo, seguía asombrándose de cosas tan pequeñas como los programas que transmitía la TV.

Revolvió su cabello al ver a Leo entrar al living llevando un vaso con agua, y apretó sus manos en un gesto nervioso.

—Gun —llamó Leo.

Gun le miró.

Hubo un instante sin que nadie dijera algo mientras Cherreen bajó el volumen de la televisión. Gun desvió la vista, sus labios temblando en una actitud ansiosa, y su mamá procedió a acariciarle la nuca para relajarle.

Leo se sentó delante de él, sobre la mesita, impidiendo que pudiera seguir viendo la película que estaban dando en ese momento.

¿Pasa algo? —preguntó con señas, frunciendo el ceño levemente.

Cherreen besó su frente, llamando su atención.

—Sabes que te amamos, Gunnie, ¿cierto? —dijo con voz cariñosa Leo, agarrándole la mano con ternura.

Gun parecía contrariado, su expresión algo enfadada por la extraña situación. No entendía por qué mamá y papá le hablaban sin señas, ¿es que acaso olvidaron que él no debía escuchar? ¿Qué querían lograr con eso? Y no sólo ellos, sino también su abuelita y tío Tommy... Incluso Mew, en la última sesión que tuvieron, le habló en voz alta en lugar de usar las señas durante varios momentos.

¡Le estaban haciendo cometer más errores de lo debido! Si Señor Sira llegaba a enterarse...

Mordió su labio inferior con más fuerza.

Cherreen llamó su atención otra vez al notar que Gun parecía haberse reprimido.

—Te amamos —le insistió, tratando de que su voz fuera amorosa y llena de un infinito afecto para así no asustarlo.

No asustarlo, porque sabía que Gun fue criado en base al susto y el terror, y era eso una de las cosas que más les dolía a ellos. Ellos quisieron tanto llenarlo de amor, pero sólo recibió castigos y horror en cambio.

Gun fue forjado con miedo y dolor, sin embargo, ellos querían que se llenara otra vez con todo el cariño que se forzaban a entregarle.

El niño vaciló un instante.

Yo igual los amo —contestó pausadamente, pensando bien en sus siguientes movimientos—, ¿pasa algo? No entiendo por qué me hablan...

Leo le dio un apretón a su mano.

—Sólo queremos que sepas, Gunnie... —comenzó a decir su papá—, que si, en algún momento, tú... llegas a equivocarte, a romper alguna regla, no vamos a enojarnos contigo, ¿está bien? —Besó sus nudillos—. No vamos a castigarte. No vamos jamás a hacerte daño alguno.

Parpadeó, confundido, sin entender lo que estaba diciendo. ¡Por supuesto que mamá y papá jamás le iban a agredir! Ellos eran... eran calidez, eran hogar, así como Off lo era.

No, él sabía que no sería castigado.

Pero si Señor Sira se enteraba, entonces iba a pagar las consecuencias. Y tal vez era un miedo irracional, sin embargo, Gun sentía que Señor Sira estaba más cerca de lo que pensaba, aunque no podía decírselo a papá y mamá, porque le hizo una promesa.

Y Muñequito no podía romperla por nada del mundo.

El día dos de febrero hubo un sol inusualmente fuerte a pesar de ser pleno invierno, pero aun así, los estudiantes fueron aquel día con ropa más ligera para capear un poco el calor.

Al menos, la mayoría de los estudiantes.

—Mamá dice que no debo desabrigarme —estaba diciendo New, con un gorrito de lana sobre sus cabellos, sólo sus orejas asomándose—, dice que estos días son perfectos para enfermarse, ¡y no me puedo enfermar!

New comenzó a mover su pie nerviosamente porque el profesor de Ciencias no fue y no tuvieron clase, desarmando su rutina por completo. Ahora acababan de irse de receso para el almuerzo, pero el muchacho seguía algo molesto.

—Pero tu mamá es enfermera... —dijo Fluke.

—¡Mamá va a celebrar mi cumpleaños! —explicó New, desviando la vista por completo—. Están invitados, ¿van a ir? Debo confirmarle a mi mamá —su voz titubeó un instante—, así ella no compra comida de más, no celebramos mis cumpleaños con más gente desde mis catorce años, no me importa mucho, pero ella quiere hacer algo especial y...

—Está bien, está bien —se apresuró a decir Fluke al ver que New parecía a punto de tener un colapso nervioso—, vamos a ir con Gun, ¿cierto?

Gun lo observó.

Fluke le miró con insistencia, como si no le hubiera hablado directamente. Conservó días atrás con los padres de su mejor amigo, así que, aunque estuviera algo contrariado, iba a obedecer en sus instrucciones.

Sí, yo voy —dijo Gun con gestos, casi con desgana.

—¡Ves! —Se animó Fluke—. ¿Vas a invitar a Tay?

—Mmm... —New pareció pensarlo un instante—, pero si me deja plantado...

—No creo que–

Fluke se interrumpió a sí mismo cuando vio a alguien avanzando hacia ellos. Gun abrió la boca con incredulidad. Off quería que la tierra lo tragara.

Todas las conversaciones del comedor se interrumpieron, con un silencio extraño llenando el lugar.

—¿Qué pasa? —Farfulló New—. ¿Por qué...?

—¡New! —Gritó Tay detrás de él—. ¿Sabes qué día es hoy?

—Alguien máteme —murmuró Off, realmente afligido.

New se giró, con una respuesta a punto de salir de sus labios, pero quedó totalmente sorprendido cuando vio a Tay de pie ante él... con un disfraz de dinosaurio. De un Tiranosaurio Rex.

—¿Qué? —balbuceó New, totalmente desconcertado por la situación.

Off se sentó al lado de Gun, queriendo desaparecer de allí pronto.

Tay no lucía amedrentado, sino que su expresión parecía cada vez más decisiva.

—¿Qué día es hoy? —insistió, moviendo los brazos cortos del disfraz.

New sacudió la cabeza.

—Dos de febrero —contestó.

—¡No! —Regañó Tay—. ¡Hoy es el día del dinosaurio!

Otro silencio.

Fluke se hundió en su asiento mientras Gun sonreía ampliamente.

—¿Cómo es eso? —Dijo New, arrugando el ceño con enfado—. ¡Si fuera el día del dinosaurio, yo lo sabría!

Tay esbozó una sonrisa.

—No está establecido, en realidad —le dijo, tomándole la mano—. ¡Pero para mí, hoy es el día del dinosaurio! ¿Y sabes qué significa eso?

—No entiendo —tartamudeó New, pero no se alejó.

—¡Off, dámelo!

Off parecía a punto de llorar por la vergüenza, pero asintió, y le entregó una bolsa que cargaba. De allí, Tay sacó un peluche de dinosaurio: era el que estuvo en el parque de diversiones, un braquiosáurido de color verde, tierno y bonito.

—¡Que el fan número uno de dinosaurios merece un regalo! —dijo Tay, ofreciéndoselo, contento de ver la mirada iluminada de New al observar el peluche.

—¿Es mío? —balbuceó New.

—¡Sí, anda, tómalo! —Tay lucía a unos segundos de saltar por la emoción, importándole poco ser el centro de atención en ese lugar, pendiente sólo de la reacción de New.

—Gatito...

—¿No lo quieres? —la emoción pareció desaparecer del rostro de Tay, a tal punto que incluso Off se alarmó. Puede que su mejor amigo no fuera muy expresivo, pero era bastante sensible, más si se trataba de New.

—Pero... yo... —New parecía perdido—, yo no te-tengo nada para ti...

Más que eso: New no sabía cómo reaccionar, porque su mamá no le dijo nunca qué debía hacer en esos casos. Sobre Tay, ella sólo le dijo que debía darse un tiempo para relajar las cosas y que podía acercarse a él (o volver) sólo si su corazoncito dejaba de doler, pero que mientras doliera, no era bueno ser novio de él otra vez. New no lo entendía muy bien, sin embargo, le haría caso porque era su mamá y ella siempre tenía la razón en todo.

—No quiero nada —afirmó Tay—, sólo... Newwie, es tuyo. Siempre ha sido tuyo.

Tay no le diría, además, que le costó mucho sacarlo del juego de ese horrible señor, estuvo toda la tarde del sábado y domingo metido en ese maldito juego, e incluso quedó endeudado con su hermano mayor porque le pidió prestado dinero cuando se le acabó a él.

New todavía no lo recibió, pensativo un momento, y se dio cuenta de que ya no se sentía mal con Tay. Qué extraño.

Ya no había un dolor de estómago malo, sino uno bueno, pero ¿cuál era la diferencia entre los dos? Le preguntaría a su mamá cuando regresara a casa.

—Yo... ah... —New parecía contrariado consigo mismo, tratando de decir algo que pudiera gustarle a Tay, pero no sabía qué. Le costaba mucho eso, ¿por qué?—. ¿Tú... uh... qui-quieres salir conmigo por un helado después?

Tay bajó el dinosaurio, su boca abierta en una mueca atónita.

—¿Qué? —preguntó.

—Por el peluche —soltó New—, para... darte algo a cambio del peluche...

—¿Salir? ¿En una cita? —los ojos de Tay brillaron.

New hizo un puchero extraño.

—¿Sí?

—¡Por supuesto! —Tay casi le lanzó el peluche y New lo agarró contra su pecho, emocionado, pero sin demostrarlo mucho—. ¡Claro, Newwie!

La escena era extrañamente conmovedora y graciosa, con un feliz Tay a segundos de bailar en un traje de dinosaurio.

—¡Voy a cambiarme y regreso, bebé! —gritó, corriendo mientras movía sus brazos, sin dejar de sonreír.

Fluke parpadeó.

—Eso fue lo más extraño que he visto en mi vida —dijo.

—Algún día haré eso por ti —dijo de pronto Ohm, apareciendo por detrás, sobresaltándolo—, cuando peleemos, voy a vestirme de Iron Man para que volvamos.

El menor se coloreó ante la perspectiva.

Gun parecía feliz por lo recién ocurrido, sintiendo la mano de Off acariciando su palma por debajo de la mesa, deslizando un pequeño papel entre sus dedos.

Cuando Fluke no estaba prestando demasiada atención, discutiendo con Ohm, fue que leyó el mensaje.

¿Podemos vernos después de clases, en el salón de música? Sólo los dos.

Gun le sonrió a Off, asintiendo, pero volvió su vista hacia sus amigos para que nadie más se diera cuenta de lo recién ocurrido.

Así que, a la salida, mientras recogían sus cosas, Gun le hizo un gesto a Fluke. New se marchó con Tay a por el helado, sin tomar demasiado en cuenta que el mayor le llevara de la mano, porque la mano de Tay era cálida contra la suya.

Debo quedarme un rato aquí —le dijo como si nada—, mamá me ha enviado un mensaje que pasará a buscarme para ir a comprar unas cosas.

Fluke asintió, algo confundido pues no vio a Gun con el celular, pero no le tomó demasiada importancia. Se despidió de su mejor amigo, encontrándose con Ohm, que le sonrió, aunque sus ojos vieron a Gun desaparecer.

Ohm se estaba impacientando demasiado con toda esa situación. Pasó más de un mes desde que sabía todo ese asunto de Off y Gun, pero no parecía que estuvieran cerca de decirle la verdad a Fluke. Eso le molestaba mucho, cada día sintiéndose peor por estarle mintiendo a su novio, por guardarle secretos cuando odiaba hacer esas cosas.

—¿Y Gun? —preguntó, luego de darle un beso.

Fluke arrugó las cejas.

—Supongo que ha ido al baño mientras espera a su mamá —contestó, rascando su nuca—. ¿Vamos...?

—Oh, sí —Ohm le acarició la mejilla—, pero ¿me esperas un poco? Acabo de recordar que debo hablar con mi profesora de Literatura sobre un trabajo.

—No hay problema, te acompaño...

—No es necesario —le interrumpió, demasiado urgido y entregándole unas llaves—, ve al auto, Flukie, regreso en menos de diez minutos.

Sin darle tiempo a responder, Ohm le dejó solo.

Fluke se sintió algo triste de pronto, pero trató de no darle demasiada importancia mientras suspiraba.

Gun, en tanto, entró al salón de música, viendo a Off sentado detrás de una mesa, y le sonrió antes de abrazarlo. Le llenó de besos en el rostro, los brazos del mayor rodeándolo por la cintura.

—Ya, ya —se rió Off—, me haces cosquillas...

Gun besó su nariz, cómodo al estar allí, sintiendo las caricias de Off sobre su ropa. Le gustaba demasiado eso, estar rodeado de tanto amor, ¿acaso no era la mejor sensación del mundo?

Te he extrañado mucho —le dijo Off una vez se alejó—, y la verdad es que quería estar a solas contigo, aunque sea un instante.

Yo igual te he extrañado, Off —respondió Gun—, quería...

Se vio interrumpido cuando la puerta de la sala se abrió, y un agitado Ohm entró, aunque su expresión no parecía amigable.

—¿Ohm? —Preguntó Off—. ¿Qué ocurre?

—Son unos descarados —escupió Ohm—, cada vez son más obvios y siguen callando, ¿cuándo le van a decir la verdad a Fluke? Estoy cansado de ocultarle todo esto.

Off enmudeció, pero el rostro de Gun se deformó por el miedo.

¡No, no! —dijo en señas—. No, Ohm, por favor... —se adelantó, tomándolo del brazo—. Lo haré pronto, pero debo esperar un poco, acabamos de pelear y... y no es buen momento, Ohm, tú debes entenderlo, tú sabes que Fluke...

No quiero mentirle más a él —respondió Ohm, también en lenguaje de señas—. ¡No es correcto! ¡No se lo merece! Fluke confía en nosotros y le hacemos esto, es incorrecto, cómo...

¡Por favor, por favor! —Lloró Gun con desespero—. No puedo decírselo ahora, no puedo... —sus manos temblaban, apenas entendiéndose lo que quería decir—, él está buscando a su mamá, está pensando en otra cosa, esto sería agregarle una carga, ¿por qué no lo entiendes?

Ohm apretó sus manos en puños, con sus labios también temblando, pensando en su novio. En lo mucho que decía quererlo, que decía amar a sus amigos, en lo ilusionado que estaba por encontrar a su mamá. Ese viernes irían a visitar a las dos mujeres que tenían el nombre de quien decía ser su madre, y Fluke estaba demasiado ansioso por eso, porque creía que todo estaba mejorando y...

Y...

¿Ohm sería capaz de arrebatarle eso?

—Le diremos —afirmó Off, abrazando a Gun para calmarlo—, sólo... necesitamos un poco más de tiempo para que las cosas se ordenen.

Ohm se sentía enfermo por seguir siendo partícipe de toda esa mentira, pero sólo asintió.

Gun sorbió por su nariz y Off vio que su tarde ya fue arruinada.

Ve a casa —le dijo a Gun—, nos veremos después. Sales con Ohm, ¿está bien? Yo saldré después.

El menor asintió, limpiando sus ojos antes de recibir un beso suave en los labios. Salió del salón detrás de Ohm, adelantándose y agarrándolo de la mano.

Gracias —le dijo, bajando la vista con vergüenza.

Ohm deslizó sus dedos por las mejillas de Gun, limpiando sus ojos.

Tarde o temprano, tendrás que decirle —dijo Ohm, con su mandíbula apretada—, porque yo ya no puedo mentirle más a Fluke.

Gun lo abrazó.

Dos personas vieron esa escena.

Fluke retrocedió para que no lo vieran, cubriendo su boca con su mano para no soltar ruido alguno, y salió corriendo hacia el auto de Ohm, sintiéndose demasiado entumecido por lo que acababa de contemplar.

Gun abrazando a Ohm. Los dos en un salón a solas.

¿Acaso...?

Fluke no quería ni imaginárselo.

La otra persona se escondió detrás de la pared cuando Ohm desapareció y Gun fue al baño, viendo salir a Off también del salón, y comenzó a unir los puntos en su mente de todo lo que estuvo ocurriendo esos últimos meses.

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top