29. Miedo

Leer con prudencia

-----

Yuly Thitipoom nunca antes estuvo en esa posición, y si era sincera, no sabía cómo manejarlo. No sabía qué hacer, porque no se preparó en algún momento para ello.

—Newwie, ¿qué estás haciendo? —preguntó con voz dulce y amorosa.

New, su bebé, la miró mientras sostenía el juguete de tiranosaurio que su abuela –su mamá– le regaló tantos años atrás. La abuela de New siempre le quiso a pesar de todo, a pesar de los dichos del resto de su familia, y Yuly siempre lloró su pérdida, pues a New le afectó horriblemente también.

Los labios de New temblaron.

—Es domingo —murmuró, observando otra vez sus dinosaurios repartidos por el suelo del comedor—, gatito viene todos los domingos a jugar conmigo —miró la hora, ansioso—. Pero viene tarde. Viene una hora tarde...

La mujer se sentó al lado de New, tomándole la mano para llamar su atención. Recordaba la expresión del muchacho el día anterior, cuando llegó a casa, con Gun detrás y otro chico que no conocía, pero sin Tay ni Off por algún lado. Gun lucía alterado en tanto Ohm, que salió con ellos (le dijo después), le explicaba que ocurrió un problema y venía a dejar a New para que nada malo les pasara.

Una vez a solas, le preguntó a su hijo qué ocurrió. New habló con tono monótono y rostro inexpresivo, pero en sus ojos observó sentimientos que no veía casi nunca: tristeza, pena y dolor. Sentimientos que vio sólo cuando su abuela falleció.

‹‹Tay dijo que no soporta verme y que me perdiera, pero no lo entiendo. No sé qué quiso decir. Mami, siento mi garganta apretada, ¿me voy a enfermar? No me siento muy bien...››.

Yuly sólo pudo abrazarlo, tratando de contener las lágrimas, incapaz de llorar porque no quería asustarle.

Y ahora...

—No creo que Tay venga, Newwie —le dijo, sin perder el tono suave.

Pero New se crispó, viendo su rutina interrumpida.

—¿Por qué no vendría? —replicó—. Está bien si no soporta verme, siempre puede vendar sus ojos y venir. Pero sigo averiguando eso de perderme, tú me dices que debo tener cuidado para no perderme, entonces es contradictorio. Tal vez...

—Newwie —le interrumpió—, puedo jugar yo contigo. O puedo llamar a Gun y Fluke para que...

—No, ¡tiene que venir Tay! —Contestó New—. ¡Tay viene todos los domingos a jugar, debe venir hoy también!

—Bebé...

—¡Tay es mi novio y los novios nunca se dejan plantados! —la voz de New se quebró—. Él es mi novio, aunque diga que está harto de mí, ¿cierto, mamá?

Yuly no sabía qué decirle y sólo lo abrazó, escuchando los murmullos de su hijo contra su hombro, tratando de no llorar por todo el dolor que estaba sintiendo.

Off observó su celular, apretando su mano en un puño, mientras volvía a teclear un séptimo mensaje en el día que no dudó en enviar.

Off:

Gun, ¿podemos hablar?

Por favor, no he vuelto con Davika.

Necesito verte.

Te lo ruego, siento mucho lo de ayer, creí que sería lo mejor en su momento.

Te quiero, perdóname.

Deja de ignorarme, bebé.

Por favor. Por favor, por favor, Gunnie, respóndeme.

Esperó varios minutos, pero no hubo respuesta, y suspiró antes de enterrar su rostro en la almohada. Envió más mensajes el día anterior, luego de dejar a Davika y Fluke en su casa, queriendo que se vieran ese día para hablar sobre lo ocurrido, sin embargo, Gun no parecía dispuesto a responderle de alguna forma.

Y Davika le estuvo enviando mensajes también, lo que le hartaba a más no poder.

Davika:

Off, hemos vuelto, ¿cierto?

¿Por qué no respondes?

No me ignores, por favor.

Ni siquiera quería responderle, no luego de que la chica hubiera asumido que ellos volvieron. No luego de ver la forma en la que ignoró a Fluke después, aun cuando su hermano menor se fue llorando todo el camino a casa en silencio.

—Off, gracias por esto —estaba parloteando la muchacha el día anterior, cuando se iban del parque—, eres el mejor chico...

Off miró por el espejo retrovisor, viendo a Fluke sentado atrás, mirando sus rodillas y con silenciosas lágrimas caían por sus ojos, sus hombros sacudiéndose por el ahogado llanto que soltaba. Davika le estaba ignorando descaradamente, aunque podía ver su espalda tensa.

—No somos novios —le dijo Off con voz tranquila y furiosa, callándola—, sólo hiciste un desastre hoy, Davika.

La expresión de Davika era ofendida.

—¿Qué dices? ¡No fue mi culpa! New fue un grosero y Gun me golpeó —se volteó hacia Fluke—. Y Ohm te abandonó por ellos, ¡eso demuestra cómo son en realidad! Voy a presentarte mejores personas para que...

Fluke sollozó con más fuerza.

—Basta —le dijo Off, estacionando el auto fuera de la casa de los Natouch, e ignorando a la muchacha, se giró también hacia el chico—. Nada de esto es tu culpa, Flukie, te lo prometo. Las cosas van a mejorar, ya verás.

El menor asintió, pero lucía como si no lo creyera en realidad.

Davika hizo el amago de darle un beso, pero Off se echó hacia atrás, enojado todavía. Para su fortuna, ella no hizo presión alguna, bajándose del auto junto a Fluke, y una vez solo, golpeó el manubrio con rabia.

Eso fue sólo el día anterior, y sumado a todos esos problemas, Tay no dio señal de vida, qué demonios...

Su celular sonó, viéndose un número desconocido en pantalla, y contestó con el ceño fruncido.

—¿Sí? —preguntó.

—Hey, Off, soy Max.

Off parpadeó al escuchar la grave voz del hermano mayor de Tay, repentinamente asustado del motivo por el que le estaba llamando.

—¿Sí, Max? ¿Qué ocurre?

Escuchó un suspiro.

—Mi hermano me ha llamado hoy en la mañana para que le vaya a retirar de la comisaría, ¿quieres ir conmigo? Me ha pedido que te lo cuente.

Quería fingir estar sorprendido por la caída de Tay en la cárcel, sin embargo, no le llamaba demasiado la atención. Tay podía lucir como un chico callado y controlado, pero cuando uno le conocía, se daba cuenta de que sólo era una fachada. Su amigo era bastante impulsivo y parlanchín.

Y si lo que dijo Fluke era cierto, que New apareció solo de pronto y murmurando algo de que Tay le gritó...

Se puso de pie.

—¿Pasas a buscarme?

—Llego en diez minutos.

Cortó la llamada, agarrando su chaqueta para después bajar las escaleras. Se encontró con sus padres en el comedor, viendo la televisión, en tanto oía a Ploy cantando desde la cocina, porque ese día le tocaba lavar los platos del almuerzo.

—Off —llamó su atención mamá—, Davika nos ha llamado hace un instante para invitarnos a comer a su casa, ¿ustedes...?

Se tropezó al oírla hablar, pero logró no caer al suelo. Levantó la vista y frunció el ceño.

—No hemos vuelto —dijo, viendo como las expresiones de felicidad de sus padres desaparecían—, ayer sólo la llevé a casa luego del parque junto a Fluke, nada más.

—Tal vez tú...

—No me gusta —aclaró, con tono más firme ahora—, Davika dejó de gustarme hace mucho así que no seré su novio por eso. Tengo que salir ahora, vuelvo en una hora.

Sus padres no reaccionaron a tiempo para detenerlo porque Off se apresuró en salir, sin querer conversar un poco más sobre eso. No quería saber nada de Davika por un par de días, aunque sabía que sería imposible, pero evitaría tocar ese tema.

Dios, ¿desde cuándo ella se volvió tan desquiciada?

Subió al asiento del copiloto al ver al hermano mayor de Tay estacionarse fuera, partiendo hacia la comisaría.

—¿No sabías que estaba allí? Me comentó ayer que iban a salir al parque en una cita y pensé que se quedó a dormir contigo —dijo Max—, pero me ha llamado hace una hora para contarme esto. Según lo que me dijo, se metió en una pelea callejera.

—La cita no resultó bien ayer —admitió Off—, y nos separamos. Él se fue con su pareja y no lo vi más. Luego no contestó su celular.

—Ah, ese mocoso —murmuró Max entre dientes—, no le dije nada a nuestros padres porque no quiero preocuparlos, pero le daré una patada en el culo por esto.

Off no dijo cosa alguna, a pesar de que sabía que Max no lo decía en serio, pues así era la relación de los dos hermanos.

Llegaron minutos después a la comisaría, bajándose del auto, y al entrar el mayor se hizo cargo de todo el papeleo, Off limitándose a escuchar lo ocurrido.

—Hubo una pelea en un club —explicó el policía—, varios involucrados. Según los testimonios, tu hermano derramó la bebida de otro hombre y sólo le dijo que se fuera a la mierda, comenzando la pelea. El alcotest que le hicimos arrojó que estaba borracho como una cuba, y quisimos llevarlo a casa, pero entonces se lanzó a golpear a mi compañero por lo que no nos quedó más que llevarlo detenido, aunque sea menor de edad.

Arrugó el ceño al escuchar el relato del policía. ¿Cuánto alcohol consumió Tay para quedar borracho, cuando era el que mejor aguante tenía? Incluso su hermano mayor estaba frunciendo el ceño, algo confundido, en tanto pagaba la fianza para sacarlo.

Minutos después trajeron a su amigo: andaba con las mismas ropas, sólo que sucias e incluso con manchas de sangre, su cabello estaba desordenado por completo, lucía pálido y hacía una mueca de fastidio. Tenía una mejilla moreteada y los labios partidos, además de que sus nudillos estaban violetas.

—¿Qué hora es? —preguntó al verlos. Su voz incluso sonando ronca y quebrada, abriendo sus ojos con sorpresa.

Off miró su celular.

—Las cinco de la tarde, ¿por qué...?

—¡Mierda!

Tay dio dos pasos para salir de allí, pero Max lo sostuvo del hombro, deteniéndolo.

—¿Qué te pasa? —Preguntó Max—. ¡Nos vamos a casa! Apestas a cerveza... —sacudió su cabeza, arrastrándolo hacia fuera.

—¡Suéltame! —Gritó Tay—. ¡Voy tarde para la casa de New!

Off lo agarró del hombro.

—¿Qué pasó ayer? —le preguntó, sin una pizca de diversión en sus ojos.

Tay dejó de removerse, sus hombros cayendo con derrota y pasando una mano por su rostro y cabello. Los ojos tristes lo observaron.

—Lo he arruinado —dijo, y su tono se rompió— la jodí en grande, Off. Newwie no va a perdonármela jamás.

—Hey —ambos subieron atrás, con Max encendiendo el auto, pero también escuchando— ¿qué estás diciendo?

Tay cubrió su rostro con ambas manos, destrozado a más no poder. Off nunca le vio así de afectado.

—Ayer me fui con Newwie —masculló— pero vio un peluche y comenzó a pedírmelo. Todo eso me alteró porque él insistía a pesar de que yo le decía que no, no era posible, que mejor le daba otra cosa, pero él continuaba pidiéndolo, y terminé gritándole. Le dije que me tenía harto, que no le daría ese peluche, que desapareciera de mi vista, y le dejé solo. Le abandoné, aunque lo primero que me dijo su mamá fue que nunca le dejara solo.

El silencio se volvió pesado, casi insostenible, en tanto Tay tomaba aire para no romper a llorar como un bebé.

—Fui al baño para calmarme, entonces reparé en lo que hice y salí a buscarlo, pero no le encontré. Lo llamé, pero tampoco contestó, y una hora después su mamá me envió un mensaje diciendo que no quería verme por el resto del día, que Newwie llegó a casa y estaba muy decepcionada de mí. Luego de eso fui a tomar algo porque quería despejarme y tú sabes, pelear...

—Oh Dios —Off ahogó un ruido— ¿no estabas borracho? ¡Te metiste en la pelea a propósito!

Tay hizo una mueca, casi una sonrisa rota.

—Me lo merecía luego de la forma en la que actué —contestó el chico.

Dios. Dios.

Off no sabía si reír o llorar, porque los dos fueron un par de estúpidos el día anterior: él decidiendo quedarse con Davika, y Tay gritándole a New. Por algo ambos eran mejores amigos.

Max soltó un bufido.

—¿Y te vas a echar a morir? —Preguntó con un bufido, llamando la atención de los dos—. Eres un idiota, Tay, ¿lo sabes? Nunca te vi tan estúpido por otra persona, ¿y lo vas a perder porque cometiste un error?

—A Newwie no le gustan los gritos... —excusó Tay.

—¡Pues lo arreglas, entonces! —Gritó Max—. ¡No te echas a morir como un cobarde! ¡Mañana vas a solucionar todo esto, ¿me oyes? Ahora vas a llegar a quitarte ese apestoso olor a alcohol que traes encima y a sacar la nieve de la entrada, ¿está claro?

Tay frunció el ceño.

—Pero esa es tu tarea —respondió.

—Le diré a papá y mamá lo que hiciste.

—¡Vaya, quitar la nieve suena fabuloso! —Se apresuró a decir Tay—. Mi mejor amigo Off me va a ayudar, ¿cierto?

Off lo observó, enarcando una ceja, antes de suspirar cuando vio la mirada necesitada de Tay.

Idiota.

—Me deberás una —masculló.

Aunque él sabía que le debía demasiado a Tay por todo lo que hizo por él. Sin embargo, eso, su mejor amigo, no tenía por qué saberlo.

Gun observó su celular, mirando los mensajes de Off, antes de leer los que Fluke le dejó, pero los ignoró por completo, bajando las escaleras.

—¿Vas a salir? —preguntó su abuela cuando lo vio, sentada en el sofá.

La observó, ladeando la cabeza, y luego de unos minutos de tenso silencio, Gun sonrió.

Iré a casa de Newwie —respondió—. ¿A qué hora mamá y papá van a llegar?

La mujer miró a Tommy, a su lado, que tenía el ceño ligeramente fruncido, como si estuviera pensando bien lo que iba a decir.

Gun mordió su labio inferior.

—Volverán cerca de las ocho de la tarde —respondió Tommy.

Pero Gun frunció sus cejas.

¿Qué dijo, tío Tommy?

Ambos soltaron suspiros bajos.

A las ocho de la noche, Gun —dijo su abuelita.

Gun asintió.

¡Volveré en dos horas, antes que ellos! —se apresuró a decir, saliendo lo más rápido que pudo de la casa, ya que necesitaba algo de aire para despejarse un poco.

La noche anterior volvió a tener pesadillas.

«Gun no sabía qué estaba pasando con él, por qué dentro de sus sueños veía tanta sangre y sentía tanto dolor. Por qué se veía a sí mismo más pequeño con un vestido de tul, inexpresivo y quieto, dentro de un cuarto con más niños como él.

No entendía por qué Señor Sira lo tenía boca arriba, acostado, con la falda del vestido levantada, y dos dedos provocando dolor. Dolor, dolor, dolor, tanto que se ponía a llorar sin emitir ruido alguno, pues no lo soportaba bien.

Bien hecho —murmuraba Señor Sira en sus sueños, viéndolo llorar, pero ahora ya no eran dos dedos sino tres, y quería soltar un gemido porque sufría mucho, sin embargo, lo aguantó—. Buen Muñequito. Eres muy bueno, precioso, naciste para esto, ¿lo sabes? Para ser el Muñequito Perfecto.

Muñequito Perfecto. Así solía llamarlo. Los otros Muñequitos recibían nombres como Muñequita Pelirroja, Muñequito Príncipe o Muñequita Pecosa. Pero él no, él era Muñequito Perfecto porque no fue mutilado en ningún momento. No tenía feas cicatrices en su cuello u ojos blancos por la ceguera. No, él estaba completo, y eso lo hacía Perfecto.»

Aquellos recuerdos enviaron un escalofrío por su espina dorsal.

Esas pesadillas, sumadas al día anterior...

Gun se sentía mareado, confundido, perdido y ahogado. Sabía qué tenía que hablar con Off y pedirle perdón por la forma en la que reaccionó la tarde anterior, por haberle dicho esas cosas, pero no quería hacerlo ahora. No se sentía preparado para ello.

Y Fluke...

El pensamiento de su mejor amigo (¿o ex?) envió una ola de furia por todo su cuerpo, por lo que hizo, por haber llevado a la tonta y patética de su hermana a esa salida que se suponía era de ellos seis. Incluso pensó y tenía preparado decirle la verdad de Off esa tarde, luego de salir, pues Fluke los habría visto interactuar juntos, se habría convencido de que eran una bonita pareja, pero ¿ahora?

Ahora Gun no quería decirle cosa alguna, porque ya vio que Fluke prefería a su hermana que a sus amigos.

Fluke sólo provocaba desastres, pues, además, provocó que hubiera estado a punto de romper la regla más importante que Señor Sira le enseñó. Estuvo a punto de colapsar y gritar por la frustración y rabia.

Humedeció sus labios, cruzando la calle, y su móvil sonó en señal de un mensaje. Observó el número.

Ya estoy aquí.

¿En cuánto llegas?

Contestó con rapidez, sus dedos tamborileando la carcasa del celular, y pocos minutos después llegó a un café ubicado en el centro de la ciudad. No tardó en entrar, aunque los nervios parecían comérselo de a poco.

No estaba preparado para eso, lo sabía, pero esa mañana sintió el tonto impulso de hacerlo ya que necesitaba aclarar muchas cosas.

Observó el rostro conocido de Bas, sentado en una esquina, con un café a medio tomar, así que se acercó a él.

Una chica estaba en una esquina cantando, pero Gun ni siquiera la miró. Se sentó al frente a Bas, que levantó la vista.

El muchacho era bonito: una cara preciosa, pálido y cabello castaño oscuro. Sus ojos eran grandes, además que era bajito, como él, y debía verse bien con Off a su lado.

Pensar en eso, en Bas junto a Off, envió una ola de celos por su estómago, peor aún que cuando lo veía al lado de Davika, porque sabía que lo de Davika era algo falso, algo sin sentido.

Pero con Bas...

Sacó su cuaderno, escribiendo algo torpe. Cuando estaba nervioso, sus letras salían más feas y temblorosas:

"Gracias por darme un poco de tu tiempo."

Bas bebió un poco de su café, recibiendo el lápiz que Gun le tendió.

No es nada. La verdad es que debo cantar luego, como en una hora más.

Gun lo leyó, queriendo escribir algo más, pero Bas se le adelantó con una expresión inocente.

Aquí nos conocimos Off y yo. Él me vio cantar.

Los celos ardieron otra vez, más porque Bas sonrió.

De seguro debía cantar bonito, después de todo, ¿Off no era un amante de la música? Componiendo y rapeando...

Off tuvo que haberlo querido mucho, porque en esas semanas que llevaban juntos, no lo mencionó en ningún momento. De seguro hasta le escribió una canción, y pensar en eso provocó que sus manos se apretaran en puños.

"¿Cómo fue?, escribió, apretando su boca, ¿cómo se conocieron?"

Bas ladeó la cabeza.

Yo estaba cantando y él estaba con su amigo, ¿Tay? Off no podía dejar de mirarme y yo de mirarlo. Al final, cuando bajé del escenario y algunas personas me dieron propina, él se acercó a dejarme algo. Luego volvió solo. Una y otra y otra vez, hasta que comenzamos a salir.

Frunció el ceño.

Coincidimos además varias veces en D-Town. Ambos congeniamos bien, muy bien, tanto que apenas nos despegábamos, pero siempre cuando él estaba solo. Muchas veces iba con Tay y nos portábamos como amigos, pero a solas era otro cuento. Siempre fue otro cuento. Él decía que era mejor mantenerlo a escondidas porque sus padres no gustarían de ello y yo lo entendía, así que no tenía problema alguno.

Gun leyó todo, apretando sus labios en una mueca iracunda, sin saber por qué sentía tanta molestia, por qué los celos eran como ácido en su estómago, y él sólo quería borrar la estúpida sonrisa de autosuficiencia que Bas tenía en su rostro.

"¿Y la relación?"

Era torpemente lindo, escribió Bas, adorable y vergonzoso. Pero eso ya debes saberlo, ¿no es así? Off es cálido e interesante. Puedes mantener una conversación con él sin aburrirte, y es muy inteligente. Solíamos salir por las noches y me mostraba las estrellas y constelaciones. Se burlaba mucho de mí, además, por mi altura y por ser su Phi.

A medida que escribía, la sonrisa de Bas iba desapareciendo poco a poco, sus ojos llenándose de pena y dolor, con sus labios temblando. Se veía más pequeño y desorientado, tanto que incluso a Gun le dio algo de lástima.

Fueron sólo unos meses, pero para mí fue una eternidad, porque cada día a su lado valió la maldita pena. Off tiene una capacidad increíble para hacerte sentir el chico más afortunado con una simple mirada, ¿no? Yo sabía que él me adoraba cuando me observaba, cuando me tocaba. Él fue mi primera vez y yo fui la suya.

Gun lo sabía. Lo tenía claro, porque cuando Off fijaba sus ojos sobre él, su mundo entero se sacudía y se sentía incapaz de dejar de mirarlo. Off era como el sol, y él se sentía como Ícaro queriendo alcanzarlo, queriendo volar cerca del chico, aunque eso significara ser quemado.

Su mano tembló cuando escribió lo siguiente:

"¿Y qué ocurrió?"

Bas hizo una mueca.

Dejé de verlo por un par de días y no respondió mis mensajes. Yo sabía que estaba teniendo algunos problemas familiares porque me dijo que decidió decirles la verdad a sus padres, pero cuando volvimos a vernos... cuando apareció otra vez, me dijo cosas realmente horribles. Que sólo fui un juego para él, que no estaba enamorado de mí y que fui una apuesta con Tay, que fui un experimento, nada más. Que yo jamás podría gustarle, porque dos chicos juntos era incorrecto.

No era difícil que Gun se lo imaginara, pues sabía que muchas personas trataban así a Fluke.

El pensamiento del chico envió una ola de dolor por su cuerpo ya que, a pesar de todo, él le seguía queriendo mucho, y pensar en cómo muchos compañeros le trataban sólo por ser abiertamente gay provocaba que se sintiera triste y mal.

El muchacho frente a él volvió a escribir, ahora con furia.

Por eso te digo que Off te está mintiendo. Con toda probabilidad también te está usando y aprovechando de ti, porque sabe convencernos bien de estar a su lado. Pero él no es buena persona. Nunca ha sido buena persona.

Gun leyó sus palabras, una parte suya dándole la razón, asintiendo porque todavía estaba enojado y furioso con Off, pero sabía, en el fondo, que eso no era cierto. Que Bas estaba hablando desde la rabia y la ira, desde el dolor, y escribía cosas irracionales por ello.

Off era un buen chico, uno de los mejores que había conocido.

"No. Off me quiere, realmente lo hace. Él sólo tiene miedo, mucho miedo, pero me quiere tanto como yo le quiero."

Ese simple pensamiento le hizo sonreír, culpabilidad ahora golpeándolo por haber ignorado todos los mensajes de Off, y sintió deseos de verlo. De abrazarlo y dejarse envolver en sus brazos, sentir su rostro lleno de besos.

El enfado pareció desaparecer de pronto y sólo se sintió triste, muy triste, porque él no entendía por qué las relaciones eran tan complicadas cuando debían ser tan sencillas.

Bas le observó.

Eres un tonto, le escribió, te acordarás de mí cuando él te rompa el corazón.

De forma repentina, Bas esbozó una sonrisa triste.

Pero si eres feliz con eso, entonces adelante. Ya habrá tiempo para lamentarlo después.

Gun entendía a Bas, porque él no era malo. Gun sabía que las personas no eran de color blanco o negro, sino que eran grises, una amalgama de infinitos colores difíciles de entender.

Bas muy bien podía estar saliendo con otro chico, pero tenía claro que la herida que Off hizo no era fácil de sanar. Puede que nunca sanara por completo, porque la cicatriz iba a quedar allí en un constante recordatorio de lo ocurrido.

Se puso de pie, arrancando una hoja del cuadernito y escribiendo algo rápido.

"Gracias, P'Bas. Espero que seas muy feliz, ¡eres un buen chico!"

Bas sonrió de lado, y Gun comprendió por qué a Off le gustó tanto. Era muy tierno y adorable a pesar de su edad.

—Nos vemos, Gun.

E incluso su voz...

Mantuvo la sonrisa en su rostro cuando se dio cuenta para dónde se dirigían sus pensamientos.

No. No. No.

Inclinó su cabeza, girándose para salir del café, saltando unos segundos cuando el frío golpeó su rostro. Sacó su celular, observando el último mensaje que Off le envió.

Off:

Por favor. Por favor, por favor, Gunnie, respóndeme.

Gun:

¡Phi!

¿Podemos vernos en un ratito?

Te echo algo de menos :c

La respuesta fue inmediata.

Off:

¡Gun!

¿No estás enojado?

Yo también te extraño.

Gun:

¡Veámonos en el parque en veinte minutos!

¿Puedes?

No me digas que no, ¡no puedes decirle que no a mi carita!

Off:

Estaré en quince minutos.

Eres precioso.

Gun:

No, tú lo eres.

¡Nos vemos, Phi!

Off:

Nos vemos, bebé.

La última frase casi lo hizo volver a saltar de la emoción, sonriendo sin poder evitarlo, y se apresuró en caminar para poder llegar pronto al parque que quedaba a varias cuadras del café. Al ser un domingo por la tarde no estaría tan lleno, además de que podrían ocultarse entre los árboles para poder abrazarse y besarse, lo que Gun ansiaba casi con desespero.

Quería demasiado a Off como para permitir que la tonta de Davika arruinara su relación con él. Esa chica estaba algo desquiciada y Gun le creía al mayor cuando decía que no pensaba en volver con ella, entonces ¿por qué iba a desconfiar de él?

Y sobre Fluke...

Bueno, estaba molesto y enfadado todavía, pero tal vez con el pasar de los días eso iría desapareciendo. No quería envenenarse con tantos malos sentimientos, sentía que no valía la pena, así que sólo debía alejarse un tiempo.

Se detuvo ante un semáforo conglomerado, impaciente por cruzar, ambos lados llenos de personas, y esperó a que marcara verde. Segundos después, se dio la señal para cruzar.

Iba tan apresurado y abriéndose paso entre todas las personas que terminó chocando con un adulto, provocando que soltara su maletín, así que se inclinó para recogerlo.

—Cuidado, muñeco.

Se quedó congelado.

El hombre, con parsimonia, recogió el maletín y Gun se enderezó, retrocediendo unos pasos.

—¿Te he asustado, muñequito? —preguntó Señor Sira.

Gun sintió el pánico atenazándose en su estómago, escalofríos recorriendo su cuerpo y apareciendo ganas repentinas de vomitar. Volvió a retroceder, sus hombros golpeando con la multitud de personas que seguía cruzando.

—Vaya, estás muy guapo —Señor Sira miró el semáforo, el verde parpadeando—. Nos vemos, muñeco.

Y se giró para seguir caminando.

Gun se volteó, corriendo lejos de allí, con su mente confundida y perdida, apenas respirando por lo que acababa de ocurrir.

¿Acaso...? ¿Realmente...?

La bilis subió por su garganta, volteándose una vez cruzó, pero Señor Sira ya no estaba por ninguna parte, y continuó corriendo lejos de allí en dirección al parque, sin querer girarse porque no quería pensar que le estaban siguiendo, que...

No, no, tuvo que haberlo imaginado. Tuvo que haber sido otra persona y los confundió, era la única explicación posible, porque, ¿qué estaría haciendo Señor Sira allí? ¡Eso no tenía sentido alguno!

Entró al parque, sus ojos desesperados buscando por entre las personas, y corrió sin dudarlo hacia Off. Lo vio apoyado en un árbol, jugueteando con su celular.

Casi a tropezones, jadeando, lo abrazó y le sacó un susto por su repentina aparición.

—Hey, heeeeey... —Off le devolvió el abrazo, sorprendido, sintiendo como Gun ocultaba el rostro en su hombro y lo rodeaba con fuerza—, bebé, bebé, ¿qué pasa?

Pero Gun no lo miró, ya que ahora estaba entre los brazos de Off y eso significaba que estaba protegido, estaba a salvo, y nadie le haría daño.

Muñequito estaba a salvo.

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top