20. Antes de una inevitable tormenta

«—La prueba de ADN ha confirmado que el niño encontrado la noche del tres de noviembre es su hijo, señores Atthaphan.

Cherreen comenzó a sollozar sin control alguno en ese momento, sintiendo mil emociones que no podía explicar bien. Alivio. Dolor. Alegría. Sufrimiento.

Leo también se puso a llorar en silencio, abrazando a su esposa, que se apoyó en su marido para poder sostenerse.

—La policía insiste en hablar con él —prosiguió el doctor—, pero Gun... Debemos hacerle exámenes, su hijo no da señales de hablar o escuchar lo que le decimos.

Ambos se congelaron por lo que dijo el doctor, mirándose en shock porque lo que estaba diciendo el doctor, eso último...

—Pero... pero Gunnie... —balbuceó Leo—, él podía hablar...

El doctor hizo una pequeña pausa, arrugando sus cejas. Podía observar la confusión en su mirada, y ambos padres no sabían cómo reaccionar ante la noticia que escuchaban.

—Cuando terminen de ver al muchacho, hablaremos sobre ello —dijo con voz profunda.

Los padres asintieron, sus estómagos apretándose en el momento en que el hombre abrió la puerta donde estaba el niño que encontraron.

El cuarto era blanco, limpio, impecable, la ventana dando hacia el patio interior de la clínica donde estaba interno el niño. Una enfermera los recibió con una sonrisa suave, haciéndose a un lado, y sobre la cama...

Cherreen rompió a llorar una vez más, en tanto Leo sentía su garganta apretada.

El niño estaba delgado, casi desnutrido, podía notarse en los brazos que se asomaban por el camisón. Por otro lado, su cabello caía largo y desordenado alrededor de su cara, enmarcando una carita infantil de mejillas huesudas y labios resecos. Su piel se veía pálida y enfermiza, sin vida alguna. Pero sus ojos...

Sus ojos estaban vacíos, sin demostrar expresión en su rostro, posados en la pared y ajeno a todo el mundo. Su boca permanecía fuertemente cerrada.

—Ha comido —susurró la enfermera—, no ha cambiado su mirada, pero cuando le di el postre, pareció animarse un poquito más.

—Gun... —susurró Cherreen, dando un paso—. Gunnie, soy yo, soy mami...

Gun no reaccionó, pero cuando la mujer lo agarró del brazo, pareció actuar: tembló sin control, sobresaltándose, y salió de la cama con rapidez, con sus ojos abiertos y llenos de terror.

Antes de que alguien pudiera decir algo, el niño se metió bajo la cama.

Cherreen estaba congelada, sorprendida, y Leo se movió a sostenerla al ver que se pondría a llorar otra vez.

—No le gusta que desconocidos lo toquen —explicó el doctor con rapidez.

—¡No soy una desconocida! —gritó Cherreen, destrozada—. ¡Soy su... su mamá! ¡Es mi bebé!

Cherreen se arrodilló para sacar a Gun de debajo de la cama, quedándose quieta cuando lo vio hecho una bolita, pegado a la esquina, con un charco de orina a su alrededor. Estaba llorando sin hacer ruido alguno, sus manos moviéndose sin control, como si... como si...

Leo tuvo que sacarla de allí a la fuerza, el doctor pidiéndoles que era lo mejor, pero Cherreen nunca pudo sacarse esa imagen de la cabeza: su pequeño Gun parecía estar pidiendo perdón.

Perdón como si hubiera cometido un terrible, horrible crimen que merecía un castigo.»

Gun dejó que mamá lo meciera como un bebé, ambos sentados en el sofá, y sonrió por la felicidad.

Mamá era protección, era calidez. Mamá jamás dejaría que nada malo le pasara.

Leo entró cargando un paquete de galletas, que no dudó en entregarle a su hijo, y el hombre los abrazó también. A Gun no parecía importarle que tuviera dieciséis años, que ya estuviera grande: él quería mucho esos abrazos porque eran lo mejor en el mundo.

Eso, y los besos de Off.

Cherreen le quitó el pelo de los ojos.

¿Mejor, bebé? —preguntó, sonriendo con amor.

Gun asintió, dándoles un beso en la mejilla. Ese día estaban solo los tres, pues Tommy acompañó a la abuela a comprar, y volverían más tarde.

Se puso de pie, contento, olvidando todo el miedo y las pesadillas.

Iré donde Flukie —dijo Gun—, me quedaré a dormir en la noche, ha estado algo desanimado estos días.

Cherreen hizo un gesto extraño, pero Leo habló:

¿No crees que has estado mucho tiempo fuera de casa, Gun? —Preguntó Leo—. Casi todos los fines de semana vas a casa de Fluke o New.

Gun hizo un gesto tratando de restarle importancia, aunque sabía que tenían algo de razón. Estaban terminando noviembre, y cada fin de semana solía mentir diciendo que se quedaría con Fluke o New (aunque el último era verdad), en una noche de amigos, saliendo en realidad con Off, Tay y Newwie a D-Town.

Amaba mucho esas noches, porque en el club podía tomarle la mano, abrazar y llenar de besos a Off sin que nadie le mirara mal. Excepto Bas, a quien vio sólo una vez más, lejos de él.

Se sentía muy feliz, porque Off ahora era sólo suyo. El chico era tan torpe y tierno con él. Cada día que pasaba, Gun sentía que lo quería un poquito más.

Off era demasiado dulce con él.

¿Puedo ir, o no? —preguntó, poniendo una expresión tímida.

Sus padres se miraron, algo indecisos, y terminaron suspirando.

El próximo fin de semana te quedas aquí —señaló Cherreen.

El muchacho asintió, feliz, dándole un beso a cada uno en las mejillas y corriendo a ordenar su mochila. Se quedaría unas horas donde Fluke para después ir con New. Off le dijo que esa noche no irían a D-Town, sino que a otro lado, y estaba entusiasmado por ello.

»Quince minutos después tocó la puerta de la casa de Fluke, su amigo abriéndole, y en silencio fueron al cuarto del muchacho. La madre de Fluke le dio un frío saludo en tanto Davika le ignoraba, pero ya se acostumbró a ello.

Desde que Off y Davika habían terminado, la chica tenía una actitud más hosca y antipática con todos. En especial con Fluke.

Gun cerró la puerta de la habitación, corriendo a abrazar a su mejor amigo para levantarle algo el ánimo.

Fluke se rió.

Ya, ya, Gun, ¿qué pasa? —preguntó con tranquilidad, acariciándole el cabello.

Estás desanimado, y no me gusta verte así —habló Gun en lenguaje de señas—. ¿Estás bien, Flukie?

El chico hizo una mueca.

La verdad era que su relación con Davika se rompió definitivamente luego del término con Off gracias a las palabras que ella le dijo, semanas atrás. Fluke trató de que no le afectaran demasiado, sin embargo, fueron muy crueles y, aunque Ohm le llenó de besos, le abrazó e hizo el amor, seguían marcándole como fuego vivo.

Davika ahora le hacía el quite, no quería irse con él, le trataba como si tuviera una enfermedad, pero por sobre todo... Por sobre todo, le ignoraba en el colegio, en especial ahora que Mond se estaba vengando por ya no querer ser su juguete personal. Ohm estaba a su lado en gran parte de los momentos, sin embargo, Mond ya no le protegía de todo el mundo que quería dañarlo a él y a sus amigos.

New, afortunadamente, tenía a Tay, que se le pegaba como una sanguijuela al chico, pero Gun...

A Gun le molestaban, pero al chico no parecía importarle. Seguía tan feliz, o más, como nunca.

Mi hermana ha estado muy pesada —dijo, algo afectado—, pero está bien, sólo espero que se dé cuenta pronto de su actitud.

Gun puso una mala expresión, sin querer decirle a su amigo que muy probablemente Davika seguiría así, en especial porque nada de lo que estaba haciendo la chica funcionaba. Sabía, porque Off se lo mencionó de forma superficial, que ella seguía empeñada en que volvieran, sin asumir que la relación se había acabado.

Incluso, en el colegio ella decía que sólo se tomaron un tiempo, preocupados por la época de estudios, y ni siquiera les dijo la verdad a sus padres. Ellos todavía creían que su hija salía con Off.

Eso le irritaba un montón, queriendo acercarse a Davika a decirle (escribirle) que dejara en paz a su chico.

Off era su chico, no de ella.

Estoy seguro de que asumirá la realidad en algún momento —dijo en cambio, volviendo a sonreír—. ¿Vemos una película, Flukie?

Los ojos del chico brillaron por la emoción.

¿Te quedarás a dormir? ¡Podríamos llamar a New para que venga! —dijo animado, porque hace mucho que no hacían eso.

Gun se sintió culpable.

No, no puedo —contestó—, tío Tommy está de cumpleaños y haremos una cena con él.

La expresión de Fluke decayó, asintiendo. Gun pensó que la próxima semana, como no le dejarían salir, podría invitar a sus amigos a su casa. Todo para levantarle el ánimo a Fluke, a quién volvió a abrazar.

Gun era un muy mal amigo, lo tenía claro, pero no sabía qué hacer. Moría por contarle la verdad a Fluke, pero... pero... ¿qué pasaría si se enteraba que Off terminó con su hermana debido a él? ¿Qué, quizás, la actitud de su hermana con él se debía a lo que provocó Gun?

No quería perder a su mejor amigo. No quería que pelearan.

Más adelante. En otro momento.

Veamos una película, entonces —suspiró Fluke, encendiendo su portátil.

Gun llamó su atención.

Te quiero, Flukie —dijo.

Su mejor amigo sonrió.

Yo también te quiero, Gunnie —contestó.

Sí, más adelante, cuando las cosas estuvieran mejor.

Off dejó salir un bufido al ver la llamada de Davika, pero sólo cortó, considerando seriamente bloquear su número.

La chica le llamaba cada día, con la esperanza de que contestara, con la esperanza de que pudieran verse para hablar sobre su relación, pero Off siempre le decía que no, y ya no sabía cómo hacerlo para evitarla.

En especial ahora que sus padres sabían de lo ocurrido. Sus expresiones se volvieron heladas al enterarse de que ya no salía con la perfecta hija de los Natouch. Insistieron unos días en saber el porqué, aunque no quedaron conformes con las palabras de ‹‹ya no la quiero››, que dijo Off.

Ploy, por otro lado, le apoyó en todo, pero se sentía algo incómodo a su alrededor al saber que buscaba formas de declarársele a Gun. Off no tenía idea de cómo hablar de aquello con el chico tampoco, sin querer verse celoso, aunque por dentro moría por eso.

Soltó un suspiro bajo.

—Si sigues teniendo esa cara de idiota, voy a golpearte —dijo Tay, sentado en el asiento trasero del auto. Ambos estaban esperando a New y Gun.

Los únicos que parecían realmente felices eran Tay y New, aunque el último poco lo demostraba. Dejaba que Tay le diera besitos sin reclamar y le abrazara de pronto. Incluso permitía que su novio le tomara la mano en todo momento.

—Eres un imbécil —se quejó Off.

Antes de que Tay pudiera contestar, las puertas del auto fueron abiertas. Gun se sentó en el asiento del copiloto, en tanto New ingresaba atrás, junto a Tay.

Una nueva rutina fue establecida: cada vez que New veía a Tay, debía darle un beso donde quisiera. Ese día, New se inclinó, presionando sus labios contra los de Tay, y el chico se alejó con una sonrisa boba.

Gun besó a Off en la mejilla, feliz.

¿Está todo bien? —preguntó Off con algo de torpeza, aprendiendo el lenguaje de señas.

¡Todo perfecto! —Respondió Gun, poniéndose el cinturón de seguridad—. ¿A dónde iremos? —dijo a continuación.

Off encendió el auto, pidiéndole la libreta a Gun, y el chico se la entregó. Off se la dio a Tay, que la recibió para responderle porque su amigo estaba conduciendo.

Iremos cerca de D-Town, a una carrera de autos. De vez en cuando se juntan distintos grupos para competir entre ellos.

New leyó la respuesta, frunciendo el ceño.

—¿Carreras de auto? ¿Cómo las que se ven en televisión?

Tay pareció un poco indeciso, porque no le dijo de eso a la mamá de New, que le vigilaba más que nunca ya que ahora su hijo tenía un novio. De forma oficial. Además, ya tuvieron la conversación.

«—Nada de sexo, Tay —le dijo Yuly, mientras esperaba a New para salir a comer helado—. Nada de propasarte con él. New está recién aprendiendo a relacionarse con otras personas, así que no entiende bien todas esas sensaciones, ¿está claro? Sé que ustedes, los adolescentes, experimentan más temprano ciertas cosas, pero...

—Se lo prometo —balbuceó Tay, con las mejillas coloradas—. Yo no... Yo sé que Newwie es especial y sólo quiero hacerlo feliz.

—Por otro lado —Yuly no parecía satisfecha, lo que hizo que Tay sudara más— New me ha dicho que aprendió que no decirme las cosas no es mentirme, sino omitir información.

—Yo... Um...

—Si mi hijo vuelve a decirme eso, no le compraré más dinosaurios y te echaré la culpa a ti.

Esa mujer era el diablo.»

Pensó un instante qué decirle a New. No quería mentirle, pero sabía también que, si Yuly se enteraba, no estaría feliz por ello.

—Son carreras distintas, con otros autos —contestó, para empezar a rebuscar en su mochila—. Mira, te traje un regalito, Newwie.

—Pero no es navidad, ni mi cumpleaños —balbuceó New, luego de unos segundos en silencio y luciendo repentinamente descolocado.

—No, es un regalito de novios —se apresuró a decir Tay.

—Pero yo no tengo nada para ti —la expresión de New decayó, sin saber por qué de pronto se sentía triste.

—Si me das un besito, es suficiente regalo para mí, bebé.

—¿Seguro, gatito?

—Cinco besitos, ¿es más justo? —Le entregó el regalo—. Míralo mejor, y me dices cuantos besos vale.

Off parecía a punto de vomitar porque esos dos eran demasiado empalagosos, e incluso Gun lucía algo incómodo. Buscó relajarlo dándole la mano, y pensó que, quizás, debería darle también un regalo. Eso le recordó que a fines de diciembre Gun iba a cumplir años, así que tenía que buscarle un bonito regalo.

New terminó de abrir el empaque, sus ojos brillando por la emoción.

—¡Es un yingshanosaurus! —balbuceó—. ¿Dónde lo conseguiste, gatito? ¡Mamá no ha podido encontrarlo!

E-bay, bebé —contestó Tay, satisfecho—. ¿Merezco cinco besitos?

New parpadeó, enfocando sus ojos en el dinosaurio para después mirar a Tay, su expresión tornándose extraña.

—Esto vale para como... uh... —farfulló, algo indeciso—, como cincuenta besos, pero de esos besos que incluyen tu... tu lengua en mi boca...

Tay se atragantó con su saliva.

Off se rió por la diversión, tomándole la mano a Gun, que le sonrió ampliamente, y ambos trataron de ignorar los repentinos ruidos de besuqueo que resonaron en la parte trasera del auto.

Quince minutos después, Off estacionó el auto en una calle, todos bajándose (aunque New estaba colorado y sus labios hinchados, al igual que los de Tay), y Off le tomó la mano a Gun, tirando de él para que caminaran juntos.

Le gustaba mucho la mano de Gun, se acoplaba tan bien a él, y en todo ese casi mes que llevaban viéndose, se sentía más feliz que nunca. Gun parecía comprenderle mejor que nadie, siendo un apoyo constante cuando no se sentía demasiado bien (sobre todo ahora que sus padres parecían enojados con él por la situación de Davika), y sonriéndole siempre con esa preciosa sonrisa que tenía.

Darle besos, abrazarlo, todo se sentía hermoso para él.

Se alejaron bastante de las casas y bares que había, llegando a una enorme bodega que ocupaba toda la siguiente cuadra, donde un chico conocido estaba apoyado en la puerta.

—¿Te tocó cuidar esta noche, Tiger? —preguntó Off.

El aludido levantó la cabeza, mirándolos con una sonrisa de resignación.

—Me engañaron —dijo con pesar, haciéndose a un lado para hacerlos pasar—. No pensé que vendrían. Las carreras no son lo suyo.

Tay se encogió de hombros, pagando la entrada de los cuatro.

—Queríamos cambiar de aires —contestó Tay—, además, no vamos a participar.

—Diviértanse —les dijo Tiger—, saben cuáles son las entretenciones de aquí.

Se despidieron de su amigo, Gun parpadeando un poco por el pasillo oscuro que dio paso a...

Abrió la boca, sorprendido, porque los primeros metros de la bodega eran una fachada. No tenía un techo, las pocas latas se veían sueltas, y sólo estaban unos focos en las paredes. No tenía puerta ni pared trasera, sólo paredes laterales con amplias ventanas que daban al exterior, donde además había unas gradas construidas torpemente en donde ya varias personas estaban ubicadas. Poseía un segundo piso que consistía sólo en dos pasillos pegados a la pared con una escalera de metal que permitía subir. La carencia de pared daba a otra cuadra que servía como basural, que luego se desviaba a una carretera de tierra. Cinco autos ya estaban en el centro, encendidos.

New parecía sorprendido también.

—¿Sprite, Newwie? —preguntó Tay, tirando de él hacia un pequeño bar construido en una esquina.

Gun se pegó más a Off, maravillado, y escribió torpemente en su libreta, rápido por la excitación.

"¡Es muy genial! ¿Vamos a ver las carreras?"

Off sonrió, llevándolo a sentarse a una de las gradas.

Veremos la primera. Luego, los dos haremos otra cosa.

Gun le dio un beso, emocionado, y Off respondió entre risas.

Mientras esperaban a que la carrera comenzara, Off le fue señalando a todos los competidores, porque Gun reconoció a varios chicos y chicas que estaban en D-Town allí también: Gina, por ejemplo, estaba besando a uno de los competidores, a quien Off nombró como Dawn. Otro competidor estaba conversando con su grupo de amigos. Otro de ellos con su novia. Sentado en su auto se otro corredor, riéndose por algo que había dicho uno de sus amigos. La única mujer que iba a competir se estaba pintando los labios en ese momento.

A pesar de que Gun no los conociera, le gustó demasiado el ambiente que se generó en el lugar. Todos iban a competir, pero... pero...

Pero no era una competencia individualista y tóxica, todos se hablaban entre sí y se reían como hermanos.

Se preguntó repentinamente por qué Off lo dejó. Él se veía muy feliz allí también, saludando a todo el mundo, presentándolo al resto, bromeando y riendo. A Gun le gustaba mucho verlo feliz.

¿No quieres apostar?

Observó la pregunta de Off, algo divertido, y sacudió la cabeza en una negativa.

"¿Quién crees que ganaría?"

Hoy la competencia es fuerte. Jessi, con toda probabilidad. Es buenísima conduciendo, además de que los chicos creen que, al ser mujer, es intocable. Jessi suele patear culos por eso.

"¡Apostemos por ella, Phi!"

—Pero si pierde...

No pudo negarse, no cuando Gun le miró con ojos grandes y amplios, rogando que apostaran.

Terminó acercándose a Iron, que dirigía las apuestas ese día, pero apostó poco.

Al volver, vio a Tay sentado con New y Gun.

—Me gusta el lugar porque se ve el cielo —balbuceó New—, mira, Tay, allí están Alnitak, Alnilam y Mintaka, las estrellas que forman el Cinturón de Orión, pero se conocen más como las Tres Marías o Tres Reyes Magos. No se ve muy bien la figura de Orión, eso me disgusta mucho, Orión es una constelación muy bonita, aunque no tanto como la Osa Mayor, esa es una de mis favoritas —tomó aire para beber de su lata de bebida mientras Tay le acariciaba el cabello, fascinado.

—La única que conozco es la Cruz del Sur —dijo Tay.

New lo miró con reprobación, frunciendo sus labios.

—Es porque eres idiota, pero no importa, yo voy a enseñarte —contestó, antes de voltearse a Gun para decirle algo.

Tay sonrió con más fuerza, inclinándose hacia Off.

—Es su forma de decir que me quiere mucho —le confesó.

Off creía que Tay era estúpido.

Pero no dijo nada, sentándose cuando Iron habló de pronto:

—¡Son las once, comencemos con esto, competidores a sus autos! —Dijo Iron, ganándose muchos aplausos—. ¡Primera ronda, con estas cinco maravillosas personas que nos deleitaran con una rápida carrera! —Agregó, mientras los cuatro chicos y la chica se acomodaban en sus autos—. ¡Nada de violencia, saben las reglas!

Una hermosa chica morena caminó al centro de la pista con una bandera roja, vistiendo sólo unos shorts cortos y una playera a pesar del frío, ganándose silbidos y gritos de ánimo.

—¡El ganador tendrá un beso de nuestra diosa! —agregó Iron, entusiasmando más a la gente.

La chica le sacó el dedo del medio antes de girarse, dándoles la espalda a los competidores, y agitó la bandera con un grito de partida.

Los cinco autos partieron, el ruido del motor resonando en todo el lugar.

Gun parecía estar rebotando en su asiento por la emoción, mientras que New abrazó a Tay, algo disgustado por todo el ruido.

Los autos salieron de la bodega, y todo el mundo corrió hacia las ventanas o la salida para ver qué ocurría. Off llevó a Gun al segundo piso, pegándose al vidrio, viendo los autos en la oscuridad gracias a las luces.

¡Va primero Kai... no... —intentó decir con velocidad Gun, tanto que Off se perdió un poco—. ¡Ahora Jessi...!

Off se desorientó en sus gestos, pero no le importó, no cuando podía ver la felicidad en sus ojos.

Diez minutos después volvieron a sus lugares cuando vieron todos los autos acercándose, el público ansioso por el resultado.

Jessi llegó segunda.

Gun pateó el suelo, berreando, pero Off sólo se rió y le dio un abrazo.

—Vamos a ver las estrellas —pidió New de pronto a Tay—, vamos, vamos gatito...

—Te dará frío, New —contestó Tay.

—No, no, quiero verlas —insistió New—, por favor, por favor... Quiero mostrarte Orión...

—Un instante —cedió Tay, que no podía negarle nada a New. Se volteó a Off—. Nos juntamos en tu auto a la una, ¿no?

—Sí —respondió Off—, si ocurre algo, me llamas.

Tay le hizo un gesto de aprobación.

Off tomó la mano de Gun, tirando de él hacia la salida por la puerta trasera mientras volvían a prepararse los nuevos competidores.

¿A dónde vamos? —preguntó Gun, dejando que Off le guiara por entre la multitud de personas.

Afuera —fue su respuesta—, vamos.

Gun parecía querer insistir, pero dejó que su novio (¡su novio!) le llevara hacia el exterior. El chico pasó un brazo por sus hombros para atraerlo, dándole un beso en la frente.

Caminaron por la abandonada calle a esa hora, los gritos de todo el mundo dentro de la bodega escuchándose de fondo. Dieron vuelta a la cuadra, observando las latas que servían como pared, y al cruzar al otro lado, donde había fábricas abandonadas, se encontraron con otro grupo de chicos.

—¡Pick! —saludó uno de ellos—. ¡Viejo, hace mucho no te pasas por aquí!

—Hey, —respondió Off, sonriendo al verlo—. Hace mucho no te veo en las batallas de rap.

—Estoy yendo los viernes, los sábados trabajo —contestó Kit, mirando con curiosidad a Gun—. ¿Un amigo?

—Es Rome —dijo Off—, es mi novio —el chico tomó la libreta de Gun—. Es sordomudo.

Gun, él es Kit, uno de mis viejos amigos.

—¡Woh, eso suena genial! —Dijo Kit, sin borrar su sonrisa—. ¿Lo traes aquí para divertirse un rato? ¡Hey, chicos, Off tiene nooooooooooooovio!

Las mejillas de Off se colorearon de rojo, y Gun pareció adivinar lo que ocurrió al ver las expresiones divertidas de todo el mundo. Su sonrisa se amplió también, acercándose para saludar a todos con una inclinación.

Off tuvo que escribir apresuradamente el nombre de todas las personas que se acercaron.

Él es Min.

Él es Supreme B.

Ella es Ninni.

Él es Bob.

Ella es Lucy.

—¡Tú chico es adorable! —dijo Ninni, agarrándole las mejillas a Gun, que sólo se rió—. Es una cosita muy linda.

—Hey, hey, no lo toquen —se quejó Off, tirando del chico a su lado—. Me lo asustan.

—Qué dices —respondió Bob—, te pones celoso, nada más —se acercó, agitando una lata de pintura—. ¿Vienes a colaborar con nuestro arte, Pick?

—A Rome le gusta el arte —comentó Off, quitándose la mochila—, así que quiero que pinte algo.

Gun le miró, expectante, y abrió la mochila, mostrándole todos los aerosoles que trajo para esa ocasión. Los ojos de Gun brillaron por la emoción, casi saltando y causando que todo el mundo volviera a reírse por lo bonito que se veía.

—Hay una pared libre por allí —dijo Min, señalando a unos metros—, ¡pueden hacer lo que quieran!

Off les dio las gracias, llevando a Gun que abría y cerraba la boca, observando todavía las latas con admiración.

"¿Vamos a pintar? ¡Nunca lo he hecho, Phi!"

¿Qué quieres dibujar? Podemos hacer el diseño que quieras, bebé.

El bebé salió tan natural que no se dio cuenta hasta que terminó, y Gun lo leyó, su rostro iluminándose.

Dibujemos... ¡un león! A ti te gusta mucho, Phi, ¡hagamos uno!

¿Era posible que ese chico dejara de ser tan tierno? Off quería llenar su rostro de besos en todo momento.

Sacó la pintura en lata de color naranja, negra y blanca, agitándola. Se le había ocurrido llevar a Gun a ese lugar cuando, una de las tardes en las que estaban juntos, el chico le mostró sus dibujos. El arte que el muchacho hacía era algo... abstracto, pero Gun era feliz con eso, así que ¿por qué no llevarlo allí?

Le enseñó al chico cómo usar la lata, sabiendo que Gun captaría con rapidez porque era bastante inteligente, y pronto el menor estuvo pintando las paredes, haciendo líneas sin orden alguno, sólo rayando, su sonrisa ampliándose.

Gun se veía demasiado feliz en tanto Off también rayaba, a su lado, tarareando un nuevo rap que estaba haciendo, y de pronto el chico le tomó la mano, llamando su atención.

"¿Esto es ilegal, Phi?", preguntó Gun con inocencia.

Off puso una expresión pensativa.

Esto es tan legal como las carreras, Gun.

Gun frunció el ceño, algo confundido al inicio, y luego su expresión cambió.

"¡ES MUY ILEGAL, PHI!"

Off se rió. Meses antes se habría sentido mal y culpable por hacer eso, pensando siempre en las expresiones reprobatorias de sus padres y Davika, pero en ese instante, con Gun algo escandalizado a su lado, sólo se rió.

Y Gun también se rió segundos después, sin hacer ruido, y Off deseó entrañablemente poder escuchar su voz. Poder escucharlo alguna vez.

Sin pensarlo, escribió en la libreta.

Gun, ¿tú naciste sordomudo?

Se arrepintió enseguida de preguntar aquello cuando vio la expresión del chico cambiar, la risa desapareciendo, el dolor cubriendo su mirada.

Hubo un instante de vacilación en el que ambos se miraron, ignorando las conversaciones y gritos a su alrededor.

"Mamá y papá decían que sí. Que yo podía hablar. Pero yo no lo recuerdo, P'Off. Pienso que sólo lo dicen porque tienen la esperanza de que pueda hablar a futuro, pero no es así. Yo no hablo. Yo no escucho."

Un instante de vacilación.

"Yo tampoco debería ver."

Off no entendió eso último, confundido por sus palabras.

¿Por qué no deberías ver?

Gun parecía desorientado en ese instante, su rostro pálido, sus ojos perdidos.

"Porque los muñecos no ven."

Off frunció el ceño.

—¡LA POLICÍA!

Se sobresaltó ante el grito de Lucy, girándose y viendo a lo lejos las luces azules y rojas, escuchando la sirena, y supo que las carreras se acabaron por esa noche.

Sus amigos agarraron sus cosas.

—¡Que no los atrapen! —gritó Supreme B. riéndose.

Gun volvió en sí, confundido, y Off agarró su mano, tirando de él. Botó los aerosoles a un lado, olvidando momentáneamente lo que le escribió a Gun.

¿Qué ocurre? —preguntó Gun, perdido.

Off señaló hacia todos los adolescentes que estaban corriendo, los autos que salían de la bodega, los repentinos policías que aparecieron, y Gun pareció entender por qué se aferró más a su mano, comenzando a correr a su lado.

No era la primera vez que perseguían a Off (ni tampoco a Tay, que debía estar corriendo en ese instante junto al pobre de New), porque antes de terminar con Bas, cuando frecuentaba casi todos los fines de semana D-Town y sus alrededores, las redadas de los policías para clausurar las carreras clandestinas eran pan de cada día. Así que Off conocía bien esos barrios, por lo que no dudó en doblar en una esquina, subiendo unas escaleras que dieron a una pasarela.

—¡Eh, mocosos, deténganse! —gritó un policía.

Gun se giró, sacándole el dedo corazón y riéndose en silencio mientras Off estallaba en carcajadas, volviendo a tomarle la mano.

La adrenalina en ese instante estaba en su punto alto, escapando de aquellos adultos que estaban cansados de su vida, evitando ir presos. Gun nunca estuvo tan excitado en ese punto, contento y feliz, dejando que Off le guiara por esas abandonadas calles, alejándose de todo el mundo.

Off podría llevarlo al fin del mundo, y Gun lo seguiría, se dio cuenta en ese instante.

»Media hora después se apoyaron en una pared, metidos en un callejón y detrás de un basurero, buscando recuperar el aire.

¡Fue increíble! ¡Fue lo mejor, Phi! ¡Esos policías...!

El menor no pudo seguir hablando en señas porque Off lo besó en ese instante, también emocionado y alegre, sus labios juntándose en un beso torpe, con sus narices chocando.

Off se alejó con un quejido, pero Gun volvió a besarlo, pasando sus brazos por el cuello del mayor. Sintió la lengua de su novio entrando en su boca, pero no le importó. No le importaba, porque los besos de Off eran lo mejor de la vida, y eran sólo de él.

De él, de nadie más.

Quince minutos después estaban saliendo del callejón, el silencio del barrio relajándolos, y comenzaron a caminar en dirección al auto. En eso, su móvil vibró.

Tay:

¿Dónde estás?

¡Tuve que abrir el auto a la fuerza porque New empezó a tener frío!

No me digas que te atraparon.

Oh Dios, ¿tendré que encender el auto también?

Off:

Voy para allá, idiota.

Espera.

¿Rompiste una ventana?

Por favor, no me digas que lo hiciste.

Tay:

Claro que no, imbécil.

La mamá de New no me dice delincuente por nada.

Off rodó los ojos, sintiendo a Gun temblar por el frío, y tiró de él en un abrazo de oso, volviendo a besarse. Comerse la boca, en realidad.

Pensó que al llegar al auto vería a New quejándose por la situación, pero Tay era un mentiroso de primera, porque los vidrios estaban empañados. En el interior, en los asientos traseros, Tay estaba sobre New, besándolo (o chupando su alma, Off no sabía y no quería averiguarlo).

Frunciendo el ceño, sacó el seguro de las puertas delanteras y sobresaltó a los dos chicos.

—Me dejaste lleno de babas... —murmuraba New cuando entraron.

—Te las quito con mis labios si quieres —ofreció Tay.

—¿Eso es posible?

—Sí, mira...

Volvieron a resonar más ruidos asquerosos que Off ignoró, en tanto Gun trataba de no mirar hacia atrás, con sus mejillas coloradas por la situación.

Los mayores fueron a dejar a New y Gun a la casa del chico de cabello naranja, y antes de salir, Gun volvió a besar a Off.

Te quiero —dijo Off en lenguaje de señas, sonriendo.

Te quiero —respondió Gun, feliz.

Feliz, feliz, muy feliz, viviendo en una nube que no parecía notar que se acercaba a una inevitable tormenta.

𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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