18. Besos y pesar

Gun apenas le había dirigido la mirada en todo el camino de regreso.

Off tamborileó sus dedos alrededor del manubrio, incómodo porque no sabía qué decirle al muchacho para preguntarle el motivo de su comportamiento. Gun estuvo más... apagado esa noche, su cambio de actitud fue repentino, y varias veces le preguntó si se sentía bien, si quería regresar a casa.

Pero Gun se limitó a negar con la cabeza, tirando de él para darle besos en la boca, cortos y seguidos, llenos de necesidad, y Off decidió hacerlo feliz. Luego, New y Tay apareciendo y se pusieron a hablar entre los cuatro, y las cosas parecieron mejorar un poco.

Sin embargo, acababa de dejar a New y Tay en la casa del menor, y una vez solos, la incomodidad volvió a aparecer.

Off se detuvo fuera de la casa de Gun, pidiéndole el cuaderno. El menor se lo tendió.

Si hice algo que te haya desagradado, lo siento, Gun.

Gun leyó las palabras, sintiendo ahora ganas de llorar, y sacudió la cabeza en una torpe negativa.

"No ha pasado nada. Es sólo que..."

El papel en su bolsillo pesó como un ladrillo, pero no sabía cómo expresarse bien, porque tampoco entendía esos sentimientos en su interior. ¿Celos? ¿Rencor?

¿Odio?

"Es sólo que me puse triste porque he recordado a Fluke. Triste y culpable."

Off suspiró al leer el mensaje, entendiendo la postura en la que estaba el chico porque a nadie le gustaba mentirles a sus mejores amigos. Sobre todo Gun, que parecía tan apegado a Fluke.

Si no estás seguro de esto, Gun, podemos dejarlo hasta aquí.

No quiso sonar tan categórico e incluso frío, pero sentía que necesitaba decírselo para saber qué tan seguro estaba Gun de lo que ellos podían tener. En especial, porque Off necesitaba un pequeño (gran) impulso para poder terminar con Davika pronto.

Gun leyó las palabras, sus labios frunciéndose en disgusto.

Estoy seguro. El chico lo miró un instante. Te quiero. Te quiero para mí, como mi novio. La mano de Gun tembló. Te quiero, te quiero, te quiero, te qui–

Off detuvo el movimiento errático de la mano de Gun, repentinamente asustado por su forma de actuar, y al voltear a verlo notó su llanto silencio y sus ojos lagrimosos, mordiendo su labio inferior con fuerza.

—Oh, Gun... —susurró Off, abrazándolo de golpe porque no sabía qué otra cosa hacer en ese instante, porque su corazón se rompió al ver a Gun llorar así.

Off no quería verlo llorar nunca en la vida.

Lo meció, sintiendo como los hombros del chico se sacudían por los sollozos, y le revolvió el cabello. Le murmuró palabras tranquilizadoras para que así se calmara, para que volviera a sonreírle con esa bonita sonrisa que poseía.

Al sentirlo más calmado se alejó, limpiando sus mejillas con los dedos, y dándole pequeños besos seguidos.

Te quiero —dijo Off en lenguaje de señas.

Te quiero —respondió Gun.

El mayor volvió a agarrar el cuaderno.

Gun, yo también te quiero mucho y quiero estar contigo, ¿bien?

Te quiero tanto que a veces temo que te des cuenta de que no valgo la pena para ti, y eso me asusta mucho porque me gustas demasiado.

Gun leyó sus palabras, pero negó con la cabeza, acurrucándose contra él y queriendo que el aroma de Off lo envolviera, lo hiciera sentir feliz y amado. Los brazos del mayor se sentían muy bien para él porque parecían encajar perfectamente.

"No, tú eres importante, muy importante para mí.

¿A ti no te molesta... que yo no pueda hablar o escuchar?

¿No te molesta que sea defectuoso?"

Off leyó aquellas palabras con su garganta apretada: notaba algo extraño y perturbador en ellas, como si tuvieran un doble sentido. Como si Gun se refiriera a otra cosa.

Trató de no darle muchas vueltas al asunto.

Me encantas así como eres, Gunnie.

Y no eres defectuoso. Eres perfecto para mí.

Podía ver la duda en los ojos de Gun, pero el chico volvió a sonreír a pesar de que sus mejillas seguían un poco ásperas por las lágrimas. Off decidió que darle besos era una buena forma de hacer que estuvieran suavecitas otra vez.

Minutos después el chico se estaba bajando del auto, más feliz que nunca en la noche, y se despidió de Off para correr a su casa una vez lo vio marcharse, entrando con el corazón acelerado.

Se sobresaltó cuando vio a su papá en el cuarto de estar.

—¿Gun? Pensé que te quedarías con Fluke —dijo su papá, algo confundido.

Salimos, pero decidí venir a dormir a casa —contestó, tratando de lucir despreocupado.

¿Te vinieron a dejar en auto? —Preguntó su papá—. Vi uno afuera.

Salimos con la hermana de Fluke y el novio de ella —respondió—, él tiene un auto así que se ofreció a traernos.

Leo frunció el ceño, sin embargo, no dijo otra cosa, por lo que Gun subió hacia su cuarto, sabiendo que su mamá y abuela debían estar durmiendo. Al abrir la puerta, T̄h̀ānh̄in saltó de su cama, corriendo y saltando para recibirlo, y Gun lo agarró en brazos, sonriendo.

Segundos después se recostó sobre la cama, T̄h̀ānh̄in lamiendo su rostro, y Gun sacó un papel.

La letra de Bas envió un escalofrío por su espina dorsal.

Salí con Off por casi un año, así que lo conozco bastante.

No te enamores de él, porque va a romperte el corazón. Off Jumpol sólo está jugando contigo.

Él realmente no te quiere.

Gun arrugó el papel, furioso y enojado, lanzándolo a su basurero, y se maldijo por ser tan débil, por no estar preparado para esas cosas, por creer que todo el mundo era bueno.

Bas estaba mintiendo. Bas estaba celoso y era malo, porque Off nunca jugaría con él. Off realmente le quería.

Off realmente podía querer a ese muñequito sucio y defectuoso.

Yuly terminó de preparar el almuerzo de New, y se volteó a mirarlo, sonriendo cuando lo vio comer con cuidado de no derramar su leche de la taza.

—Te eché unas galletitas, Newwie —le dijo ella, llamando su atención—, sólo tres de colación, ¿entendido?

—Sí, mami —contestó New, antes de arrugar las cejas—. Pero echaste muchas galletas.

—Sí, el resto son para tu novio —respondió Yuly—, son las que tú hiciste, así que tienes que decirle eso.

New puso una expresión extraña en su rostro, medio duda, medio tristeza.

—Pero son las galletas más feas —dijo desganado, entendiendo poco el por qué se sentía así, si eran sólo galletas.

Yuly le revolvió el cabello.

—A él no le van a importar si le dices que las hiciste pensando en él —contestó con voz dulce—. Y si te dice algo malo, entonces significa que no es tu novio, ¿entendido?

—Bueno, mami.

Yuly sonrió, satisfecha de que New pudiera entender bien lo que ella le decía. Sin embargo, su sonrisa desapareció con rapidez cuando un pensamiento fugaz recorrió su mente.

—Newwie —dijo, llamando su atención otra vez—, ¿Tay te ha besado en los labios?

New puso otra vez una expresión extraña, aunque si Yuly lo pensaba un poco, no era tan extraña, sólo que no estaba acostumbrada a verla en el rostro de su hijo. Gran parte de su vida New no se expresaba mucho, en especial en los colegios donde estuvo, porque no tenía amigos. Ni siquiera se llevaba bien con sus primos, con quienes se veía poco ya que, como su hijo tenía Asperger, sus hermanos solían tratar a su bebé como si fuera un monstruo.

La gota que rebasó el vaso fue cuando una de sus hermanas le dijo que tuvo que haber botado a New al basurero apenas se enteró de su condición, y desde ese día, Yuly decidió cortar relaciones con esas personas.

Así que ahora sólo eran ellos dos contra el mundo, y Yuly lo prefería así. Por muy difícil que fueran las cosas, por muchos turnos que tuviera que hacer en el hospital, jamás se arrepentiría de tener a New en sus brazos, porque su niño era el niño más maravilloso del mundo.

Por lo que pudo adivinar, la expresión de New era una mezcla entre vergüenza y contradicción.

—Gatito dijo que no podía decirte esto —respondió New.

Yuly enarcó una ceja, sabiendo que Tay le estaba haciendo competencia por la atención de New.

—New, ¿me estás mintiendo? —preguntó ella.

—No es mentir, es no decirte las cosas —replicó New, y Yuly supo que sólo estaba repitiendo las palabras de otra persona. De Tay, con toda probabilidad.

Decidió cambiar de estrategia.

—Yo pensaba comprarte un nuevo dinosaurio —dijo ella con fingida tristeza, viendo como los ojos de New se iluminaban—. ¿Cuál es el último que estás estudiando? ¿El dinosaurio amargado?

—El amargasaurus —farfulló él.

—Ese mismo —Yuly suspiró—, pero no te lo compraré porque me estás ocultando cosas, Newwie.

—No, no —balbuceó New—, te lo diré, pero ¿prometes comprarme el dinosaurio, mami?

Yuly sonrió.

—Claro que sí, cariño.

New comenzó a juguetear con sus manos, sus labios temblando, como si todavía estuviera indeciso.

—Gatito me da besitos en los labios —confesó, sus mejillas tornándose rojas, y New no entendía por qué sentía de pronto calor—, como piquitos, muy rápidos y seguidos.

La mujer ladeó la cabeza, aunque por dentro se sentía muy feliz de que New estuviera conociendo a alguien tan bueno y amable como Tay. También estaba un poco asustada, pero sabía que a su niño le haría bien relacionarse con otras personas.

—¿Puedes hablarme de cómo fue su primer beso, Newwie? —insistió con voz suave.

New bajó la vista.

—Fue luego de que Tay me rapeara una canción —contestó—, y me llevó a un pasillo algo oscuro, donde no había nadie...

New podía recordar muy bien ese momento, aunque no entendía por qué lo consideraba tan importante cuando fueron sólo unos minutos. Tampoco podía entender los sentimientos que le invadían, el por qué sus manos sudaban cuando Tay le decía algo bonito, o por qué su estómago se contraía como si se sintiera enfermo.

Me siento enfermo —le había dicho a Tay en ese momento.

Tay le miró con preocupación, tocándole la frente, pero sin sentir fiebre.

¿Qué sientes, H̄wạng? —preguntó Tay.

New tragó saliva.

Mi estómago se mueve —trató de explicar—, se sacude mucho cuando estás tú cerca, gatito.

Tay sonrió.

Se te pasará —aseguró—, será mucho más rápido si cierras los ojos, bebé.

New obedeció, aunque no estaba seguro de las razones por las que confiaba en Tay.

Sintió de pronto otro aliento contra su boca, pero antes procesar lo qué ocurría, los labios de Tay estuvieron sobre los suyos en un beso tranquilo, dulce y amable, su boca moviéndose contra la suya, y New sintió sus piernas temblar cuando la mano del mayor acarició su cintura.

No entendía esas sensaciones, pero no eran malas. No eran... no eran dañinas.

Tay se alejó unos segundos después

Eso fue un beso —le explicó con calma—, ¿te gustó, Newwie?

New lo pensó un instante, viendo sus pros y sus contras.

Contras:

-Compartieron saliva, lo que era malo porque podían pegarse enfermedades.

-Tay cruzó la línea que consideraba como su espacio personal.

-Sentía abejas asesinas en su estómago que podían matarlo si seguían zumbando tan fuerte.

Pros:

-Tay cruzó la línea que consideraba su espacio personal, pero no entró en pánico como ocurría con otras personas.

-Las abejas no eran tan malas, tal vez no eran abejas, sino mariposas, aunque ¿cómo podían llegar abejas y mariposas a su estómago? ¿Era posible? New lo iba a averiguar.

-Tay no tenía ninguna enfermedad, así que no le contagió nada.

-Se sintió bonito.

Sí me gustó —aseguró—. ¿Los novios se besan siempre?

Tay sonrió, y New decidió que su sonrisa igual era bonita.

Sí, aunque si tú no quieres un beso, sólo debes decirme —contestó Tay—. Si hay algo que no te guste, tienes que decírmelo, Newwie —Tay le dio otro beso—. Por ahora, nos besaremos cada vez que nos veamos.

Pero esos son muchos gérmenes...

No pasa nada mientras no me enferme —un beso más—. Cuando me enferme, te avisaré, ¿está bien?

New asintió.

Su mamá lo observó cuando terminó de hablar, y le revolvió el pelo.

—Está bien, Newwie —dijo, algo aliviada de que esos besos hubieran sido inocentes—, pero si alguna vez Tay llega a hacerte algo que no te gusta, si actúa de una forma que te desagrada, debes decírmelo, ¿está bien? No importa si él te dice que no lo hagas, tienes que decírmelo igual, ¿lo entiendes?

Su hijo frunció el ceño, confundido, pero terminó asintiendo.

—Mami, ya vamos tarde al colegio —le dijo, apuntando al reloj.

Yuly lo mandó a lavarse los dientes, pensando que New estaba feliz. Y si él era feliz, ella también lo era.

Lo único que ella deseaba era eso: que New pudiera ser feliz.

Davika le sonrió con timidez, sus ojos brillando cuando se acercó a él, creyendo por fin que podría tener un tiempo a solas con Off luego de tantas semanas de tensión. Ya estaban a mitades de noviembre, así que pronto deberían empezar a hablar qué harían para las vacaciones de navidad.

—Hola —saludó Davika, poniéndose de puntillas para darle un beso.

Off ladeó la cabeza, recibiendo el beso en la mejilla, y suspiró con algo de cansancio. Observó el patio del colegio, notando que ya no quedaban personas, para luego voltearse hacia Davika, que lucía algo ansiosa.

—Tengo que hablar contigo —le dijo, su voz seria y llamando la atención de la muchacha.

—¿Qué ocurre, Off? —preguntó Davika.

Off la miró.

Ellos llevaban siendo amigos desde los catorce años, cuando Davika se volvió la tutora de Ploy para ayudarla en sus clases, y congeniaron de forma inevitable. Ella era inteligente y divertida gran parte del tiempo, pero desde que se volvieron novios, desde que ella se volvió la presidenta de su clase y él el presidente del Centro de Estudiantes, las cosas parecían haberse tornado raras y tensas.

La seguía queriendo, era inevitable, pero no como una novia. No como algo más que una amiga.

No, en ese instante, su corazón se aceleraba sólo por Gun.

Y recordar la imagen de Gun, dándole besos pequeños, sus ojos tristes, fue el único impulso que necesitaba para poder hablar:

—Quiero terminar contigo.

Davika abrió su boca.

Pasaron unos segundos en silencio.

—¿Qué? —murmuró Davika, sin perder la expresión atónita en su rostro, pálida, perdida.

Off rascó su nuca.

—Esto no está funcionando —prosiguió, tratando de que su voz saliera fuerte—, lo mejor es terminar, Davika. Yo no... —Humedeció sus labios—, no te quiero de esa forma.

Davika soltó una risa débil, sacudiendo su cabeza.

—¿Qué estás diciendo, Off? —preguntó—. Eres mi novio, claro que me quieres así —agarró con más fuerza su bolso—. Anda, llévame a casa, podemos...

—Davika, basta —le interrumpió Off con voz amable—, no estoy bromeando. Ya no quiero seguir con esto.

La chica parpadeó, y acto seguido, sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Pero ¿qué dices? —Insistió, sorbiendo por su nariz—. Tú y yo hacemos una pareja bonita, Off —su voz se quebró—. Yo te quiero, ¿por qué...?

—Porque no te quiero de esa forma —repitió—, te quiero sólo como amiga. Yo no... De verdad lo intenté, Davika, pero es mejor que esto quede hasta aquí.

Davika se estremeció, sin embargo, permaneció en su lugar, sin moverse, lágrimas cayendo por sus mejillas.

—No lo entiendo —murmuró Davika—, nosotros estamos bien juntos. Nos íbamos a casar, Off —la chica hipó—. Mis papás, ¿qué van a decir de esto? ¿Y tus padres, Off? ¡Ellos me quieren!

Off frunció el ceño cuando ella lo agarró del brazo, apretándoselo, y trató de mantener la calma, de no perder la paciencia.

—Ellos no tienen por qué meterse en esto —dijo Off—, la relación es nuestra, Davika, así que la opinión de nuestros padres importa una mierda.

—¡Off! —Ella lucía espantada—. ¿Cómo puedes hablar así? Dios, ¿qué te pasa? Desde hace días andas muy extraño, ¿necesitas que pasemos más tiempo juntos? Por favor, si me lo dices...

—Davika —quitó la mano de la chica de su muñeca—, ¿es que no me estás escuchando? Esto se acabó, ya no quiero que seas mi novia.

—Pero nuestro matrimonio...

—¡No quiero casarme contigo, Davika!

La chica comenzó a llorar ahora con fuerza, y Off quería sentirse mal, quería sentirse culpable, pero Dios, ¿por qué ella no podía entenderlo? Estaba bien, comprendía que no quisiera que eso acabara, sin embargo, seguir insistiendo, seguir comportándose así...

Off estaba siendo claro, no estaba dándole vueltas al asunto, ¿por qué no se daba cuenta de lo que ocurría?

—O-Off, por... por favor... —gimió Davika.

—Es lo mejor —Off se giró, abriendo la puerta del auto—, nos vemos, Davika.

—¡No! ¡Off!

Entró y cerró inmediatamente, la chica comenzando a tocar la ventana con una expresión de desesperación. Off se vio obligado a mirar hacia el frente e ignorarla, fingiendo que Davika no estaba llamando su atención, y salió del estacionamiento unos segundos después.

Off sintió el alivio recorrer su cuerpo cuando se dio cuenta de lo que hizo. Cuando se dio cuenta de que no tendría que seguir fingiendo una relación que no le interesaba, el peso quitándose de sus hombros y, aunque trataba de no sentirse demasiado alegre porque era a costa del dolor de Davika, la tranquilidad que sentía era real.

Era lo que necesitaba, sabiendo ahora que Davika no estaría detrás de él en todo momento, que no la estaba engañando. Que Gun se pondría feliz ahora que terminó con ella, y Off quería hacerlo feliz.

Incluso pensaba en enviarle un mensaje para contarle sobre lo ocurrido, así que mientras subía hacia su cuarto, casi saltando por la emoción, sacó su celular.

No esperaba que, al abrir la puerta, Gun ya le estuviera esperando, el chico lanzándose a sus brazos con una enorme sonrisa pintando su rostro.

—Wow, wow —balbuceó, agarrando a Gun para que no se cayera, cerrando la puerta detrás de él y poniéndole el seguro—. ¿Cómo...?

Gun apuntó a la ventana de su cuarto, abierta, el color coloreando sus mejillas porque entró sin avisarle a Off. En cualquier otra situación, el mayor se habría molestado, se habría enojado, pero en ese momento estaba demasiado contento por la repentina sorpresa de Gun frente a él.

Antes de que Gun pudiera hacer otro gesto, Off lo besó repetidas veces en la boca, riéndose en voz baja. El menor recibió los besos con total gusto.

Media hora después, los dos estaban acostados en la cama. Gun se encontraba acurrucado a su lado, sin dejar de sonreír por la felicidad del momento y olvidando por completo lo que ocurrió el fin de semana. Su corazón latía de forma descontrolada por el dulce toque de Off.

El mayor agarró la libreta de Gun, escribiéndole algo:

Acabo de terminar con Davika, Gun.

Gun abrió sus ojos como platos, sorprendido por lo que dijo, y se enderezó para mirarlo, observando la seriedad en los ojos de Off.

Sin poder evitarlo, otra enorme sonrisa se extendió por su rostro.

"¡¿De verdad?! ¡¿No está bromeando?!"

Off iba a responderle, pero decidió que darle besos era mejor que perder el tiempo escribiendo.

Gun se marchó unas horas después, con las mejillas doliendo debido a la sonrisa que no podía ser eliminada de su rostro, e incluso Off parecía a punto de lanzar flores a todo el mundo. Ambos se prometieron encontrarse en el colegio a escondidas para compartir algunos momentos a solas, y Gun llegó a prometer que le acompañaría a D-Town cada vez que quisiera.

Off se sentía en una nube.

Una nube que pareció reventarse demasiado rápido cuando la puerta de su cuarto fue tocada.

Abrió, encontrándose con el rostro de su hermana.

—¿Ploy? —le preguntó, frunciendo el ceño—. ¿Qué ocurre?

—Off —la chica entró, cerrando la puerta y suspirando de forma soñadora—. Necesito hablar contigo para que me aconsejes, porque eres un chico.

Off ladeó la cabeza.

—¿Bueno?

—Es que voy a necesitar tu ayuda —Ploy puso una expresión triste—, porque tú sabes cómo son papá y mamá, y ellos no van a estar de acuerdo si tengo algo con este chico.

Su hermano mayor se encogió de hombros, echándose sobre la cama.

—Si puedo ayudarte en algo, pues lo haré —contestó.

Ploy se acostó a su lado, volviendo a sonreír.

—Me gusta Gun —dijo ella—, y lo voy a invitar a salir.

Off sintió que iba a desmayarse de pronto.

𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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