1. Día difícil
—Off, cariño, estás atrasado para tu primer día de clase. Ploy ya está lista desde hace diez minutos.
—Jesús, mamá, no me voy a morir por llegar tarde un día. Y dile a Ploy que se vaya sin mí.
La señora Jumpol lo miró con una ceja enarcada, y Off le sonrió nerviosamente, rogando para que la mujer no le golpeara por haber reaccionado así.
—Es tu primer día de clases. Y no le diré eso, son hermanos, deben irse juntos —el de cabello castaño se giró para contestarle, pero entonces su mamá le dio un suave manotazo—. No te atrevas a contradecirme, Off Jumpol. Soy tu madre.
Off asintió, enfurruñado, y terminó de lavarse los dientes, antes de agarrar su mochila, bajando a paso apresurado la escalera. Su hermana menor, por un año, Ploy, le contempló con las mejillas infladas en actitud enojada, fastidiada por haber tenido que esperarlo.
—La próxima vez que tardes, ¡me llevaré el auto yo! —dijo ella, saliendo detrás de él.
El mayor le miró con burla, abriendo la puerta del copiloto.
—No eres capaz ni siquiera de encender el auto sola, boba —se burló, y antes de que ella le respondiera, cerró la puerta.
Rodeó el auto, subiendo por la entrada del piloto, y Ploy otra vez comenzó a reclamar que iban a llegar tarde, así que se limitó a ignorarla, en especial cuando sus reclamos aumentaron en el momento en el que se desvió del camino principal, deteniéndose frente a una casa donde una chica ya esperaba fuera.
—Pasa para atrás —le dijo Off, mientras Davika se acercaba con una sonrisa enorme.
Ploy lo miró con mala expresión.
—Pero me toca ir delante —reclamó.
Off suspiró y Davika abrió la puerta trasera, entrando en tanto Ploy le sonreía a su hermano mayor con superioridad.
—Hola Ploy —saludó la chica de cabello negro, con una sonrisa dulce—, hola, Off.
Off se volteó, sin dejar de mirarla con sus labios curvados hacia arriba y Ploy fingió una tos.
—Hola, Davika —saludó Ploy—, ¡ya vamos, Off, estamos atrasados!
—¿Acaso no puedo tener un momento con mi novia? —se quejó Off, volviendo a andar.
—¡No si yo estoy presente!
Davika se rió con diversión, sacudiendo la cabeza, pero no parecía incómoda con la interacción de los dos hermanos: después de todo, llevaba siendo novia de Off ya casi un año y sabía muy bien que esas peleas eran sólo bromas entre los dos.
Minutos después llegaron al instituto, Ploy bajándose apenas el auto se detuvo, y Off sacudió la cabeza mientras veía a su hermana menor perderse entre la multitud de personas. Sin embargo, no se bajó tampoco, esperando que Davika se sentara delante para saludarla como correspondía.
La bonita chica estaba a su lado segundos después, inclinándose para darle un pequeño beso, y Off se sintió feliz de esa simple acción.
Off realmente estaba enamorado de Davika.
Y, ¿por qué no sentirse feliz? Tenía una vida perfecta: poseía buenas notas, era el Presidente del Consejo de Estudiantes, su familia lo quería, su novia le amaba, ¿por qué no ser feliz con eso?
Davika se alejó, sonriendo tímidamente, acomodando sus libros en su regazo. Ella también era una chica inteligente, siendo además la Delegada de último curso y una especie de secretaria para Off.
—¿Tienes listo tu discurso? —le preguntó Davika, acomodando la corbata de Off.
El chico asintió con torpeza, avergonzado por ser incapaz de hacer el nudo bien.
—¿Revisaste tu correo? —Off negó y la chica le miró con reproche—. Te he dicho miles de veces que lo hagas.
—Lo siento, se me olvida —se disculpó torpemente.
Davika le dio otro beso.
—Bueno, te recuerdo que este año se recibirán nuevos chicos con capacidades diferentes —le dijo ella—, y tenemos una reunión al acabar las clases, que no se te olvide.
—Jamás —prometió Off.
La chica lo miró unos segundos, sus suaves dedos tocando su rostro.
—¿Ocurre algo? —Preguntó Davika—. Has estado algo callado.
El mayor hizo una mueca, sabiendo que ocultarle algo a Davika no sería lo mejor porque se conocían bien.
—Ayer discutí con papá —admitió, mordiendo su labio inferior—, está enojado porque todavía no sé bien si quiero estudiar Medicina y es nuestro último año y...
—Hey, hey —Davika lo calmó, preocupada—. Está bien, Off, te entiendo —le sonrió con dulzura—. Todavía tienes tiempo para decidirlo, así que no te apures. Estoy segura que cualquiera que sea tu decisión, tendrá su apoyo.
No, no lo tendré. ¿Cómo voy a decirle que quiero dedicarme a la música?
—Tienes razón —mintió con una sonrisa titubeante, porque Off no era bueno para mentir.
Davika asintió, mirando la hora brevemente.
—¡Oh, demonios! —maldijo—. Vamos tarde, Off.
Off también miró la hora, notando que el timbre tocaría en un minuto, y todavía no había ido a buscar las cosas a su casillero. Se despidió apresuradamente de Davika, agarrando su mochila mientras la chica se marchaba corriendo, dejando el auto con seguro al correr hacia el interior del edificio.
Muchos chicos se detuvieron a saludarlo, pero Off no hizo caso, apresurado. Una vez llegó al casillero dejó sus cuadernos, sacando sólo uno, maldiciendo porque sabía que ese día iría mal desde que despertó (todavía seguía peleado con su papá, se levantó tarde, ahora iba más atrasado), y todo empeoró cuando se volteó bruscamente, chocando con otro chico.
No habría sido tan horrible si de pronto no hubiera sentido algo quemando en su pecho.
Bajó la vista, jadeando por el dolor, y se fijó en que el chico con el que tropezó derramó su café sobre su inmaculada camisa blanca.
La poca gente allí, contuvo la respiración al observar la escena.
El chico retrocedió, abriendo la boca, pero antes de que pudiera decir algo, Off lo empujó contra los casilleros, el choque resonando en el pasillo.
Bueno, tal vez no tuvo que haber reaccionado así, ¡pero las cosas no podían ir peor! Todo estaba saliendo horriblemente mal, ¿por qué tenía que pasarle eso? Y ese chico no tuvo cuidado y ahora él estaba pagando las consecuencias, pero aun así–
—¡Mierda! ¿Eres acaso un idiota? —Los ojos oscuros del chico se abrieron por la sorpresa y su piel perdió color—. ¡Era una camisa nueva! ¡¿Sabes que las manchas de café no salen fácilmente?! —el chico negó con la cabeza, aterrado—. ¡Maldita sea, vas a tener que pagarme la camisa, ¿me oyes, tonto?! ¡No creas que–!
—¡Gun!
Off se giró al escuchar la voz chillona de Fluke Natouch.
El chico de cabello desordenado y café contemplaba solamente al que parecía ser su amigo, que aprovechando que Off ya no lo miraba a la cara, se dejó caer en el suelo, abrazando sus piernas, encogiéndose mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
Off pensó que Fluke le diría algo, pero el menor solo pasó de largo, yendo directamente a su amigo e inclinándose, una mano acariciando su cabello mientras la otra levantaba su rostro, tratando de que lo mirara a la cara.
—Gunnie, estoy aquí —murmuró Fluke, cuando sus ojos se conectaron.
Antes de que Off pudiera decir algo ante la extraña escena, Fluke comenzó a mover sus manos. Temblorosamente, Gun le contestó con señas, solo concentrándose en su amigo.
Todos miraban la escena en silencio atónito.
Entonces, Natouch observó a Off. Sus ojos, normalmente nerviosos y asustadizos, lucían ahora un poco molestos y enfadados.
—Gun pide disculpas. Dice que no fue su intención hacerlo tropezar, y que pagará por la camisa si es necesario, Phi —dijo el menor, antes de volver su vista a su amigo.
¿Qué?, quiso decir Off. Pero observó al chico con el que tropezó, que seguía encogido en el suelo, y su cerebro pareció reaccionar.
Recordó a Davika, comentándole minutos atrás que ese año iban a recibir a chicos con capacidades diferentes, y su estómago se encogió por la forma en la que había reaccionado por un simple accidente. Por la forma en la que había agarrado al muchacho, comenzando a gritarle porque su día comenzó mal y ahora todo estaba peor.
Ese chico –Gun– debía ser uno.
Le gritó a un chico sordomudo, al parecer.
Genial. Simplemente genial.
Los estudiantes comenzaron a dispersarse, algunos cuchicheando en voz baja. Avergonzado, Off, iba a marcharse, pero sus ojos se dirigieron otra vez al menor.
Parecía perdido en sus pensamientos. Natouch le hablaba en voz baja —que estúpido, pensó, el idiota no te escucha—, como si tratara de calmarlo.
—Gunnie, no vayas allí, estás aquí, conmigo, con Flukie, no estás allí, mírame, por favor —susurraba su amigo con voz suplicante.
Gun hizo algo extraño, entonces. Sus labios se curvaron en una sonrisa apretada, aunque sus ojos parecían lejanos y vacíos.
«Aquella sonrisa mandó escalofríos por su espina dorsal.»
Fluke le revolvió el cabello, inclinándose para quitar las lágrimas de sus mejillas, y le dio un manotazo en actitud compungida.
—¿Te sientes mejor? —le preguntó, hablando en voz alta mientras movía sus manos.
Los ojos de Gun revolotearon, apoyando su mejilla contra la madera.
—Sí, ratoncito.
Fluke asintió, sacando su cuaderno mientras la profesora ingresaba a clases.
—No te separes de mí —añadió Fluke, sus palabras yendo acompañadas del lenguaje de señas.
Gun le sonrió, agarrando el lápiz de madera para rayar en la mesa, sus ojos fijándose en la profesora de Química. La mujer hablaba en voz alta, sus labios moviéndose, y volvió a fijarse en Fluke, que le repetía lo que decía la profesora con el movimiento de sus manos.
—Este año al parecer tendremos alumnos nuevos —dijo la profesora al terminar la explicación general del curso—, ¿por qué no se presentan? Tengo entendido que en este curso tenemos a dos nuevos chicos —tomó la lista, buscando los nombres—. New Thitipoom, ¿quién es? ¡Bienvenido!
Hubo un silencio en el salón de clases, todos los ojos volteándose hacia sus compañeros de puesto para saber de quién hablaba.
—¿New? —aventuró la profesora otra vez.
—¿Debo responder? —preguntó un chico con tono confundido, más adelante de ellos. A sus palabras le siguieron unas risas.
La profesora, pacientemente, asintió.
—Preséntate frente al resto.
Otro silencio.
—Pero si... si usted ya me pre-presentó... —balbuceó el chico con tono monótono.
—Hazlo tú también —insistió la profesora.
De forma torpe, el chico se puso de pie, sin voltearse ni mirar a nadie, su vista baja mientras volvía a hablar con tono aburrido:
—Mi nombre es New Thitipoom —y se sentó.
Las risas explotaron.
Gun no entendía bien que estaba pasando porque Fluke había dejado de hacerle señas, sus labios apretados en una mueca de molestia.
La profesora lucía irritada, sin embargo, pareció no volver a insistir, buscando el nombre del otro chico.
—Gun Atthaphan.
Fluke lo miró, haciéndole un gesto, sus manos moviéndose.
—Te están pidiendo que te presentes.
Gun ladeó la cabeza, parpadeando, poniéndose de pie mientras todos los estudiantes se volteaban hacia él, y sintió ansiedad y miedo carcomiendo su estómago. No le gustaba ser el centro de atención, nunca le gustó serlo, porque eso significaba que si cometía un error, nunca lo iban a olvidar.
Miró a la profesora, que esperaba que dijera algo, y abrió su boca.
Por supuesto, no salió sonido alguno, sus manos hablando por él, y bajó la vista por el miedo.
—Me llamo Gun Atthaphan —dijo Fluke en voz alta, presentándolo— tengo dieciséis años, ¡por favor, cuiden de mí!
Gun pareció querer decir algo más, pero terminó por bajar sus manos, sentándose otra vez, y Fluke le sonrió en señal de apoyo.
—Espero que todos aquí les den un caluroso recibimiento —prosiguió la profesora—. Ahora, volviendo a la clase...
El chico levantó la vista, todo en silencio a su alrededor, y tragó saliva cuando vio unas maliciosas miradas puestas en él.
Sintió que se ahogaba, porque conocía muy bien esas miradas, y se preguntó si tal vez no se equivocó al insistirles tanto a sus padres para que dejaran las clases personales y lo mandaran al colegio, para así conocer el resto del mundo.
Pero Gun quería sentirse un estudiante normal, aunque no hubiera nada normal en su vida y él lo tuviera claro.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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Un adelanto para ustedes...
Empezaremos de lleno con esta historia, apenas termine de subir Intereses ok.
¡Gracias por leer!
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