Capítulo 20
Isaac me tira hacia atrás en el asiento trasero de su Range Rover con una fuerza despiadada. Ni siquiera soy capaz de verme venir sus intenciones cuando ya lo tengo encima de mí, con mi cabeza dando contra la puerta trasera.
Volver a rodearlo con mis manos y con mis débiles brazos me llena de fuerza, como si fuese un alimento vivo para mí. Su perfume metiéndose en mis fosas nasales y su masa muscular a mi alrededor son combustible vivo para mis apetitos que llevan su nombre clavado en en ancla de mis necesidades.
Es inmenso, es bellísimo, es un hombre brutal y es, por esta noche, completamente mío. De la manera que solamente un hombre que está prohibido lo puede ser.
Mi respiración se acelera levantando mi pecho de manera intermitente, dándome cuenta de que no es que me sienta más tensa que antes, sino todo lo contrario. ¿Es posible que me esté sintiendo ahora mismo, protegida, de alguna manera? Mi sed de él va a mil, pero la voracidad con la que me devora los pechos mientras me abre la blusa que me puse a duras penas al salir solo da cuenta de lo mucho que me ha extrañado y de lo muñeco que yo he necesitado de él a lo largo de estos días.
—¿P...por qué te marchaste de mí?—le pregunto, a sabiendas de que probablemente no obtenga la respuesta que quisiera.
Todo, hubiese preferido cualquier cosa, antes que saber que soy una suerte de segunda opción quien ahora parece tener prioridad alguna.
—Mi esposa...—declara—. Pero no pensemos en eso ahora, Ema. Eres mía y de nadie más, por favor, dime que no estuviste con otros hombres y que no lo estarás. Prométemelo.
¿Qué? No puedo prometer tal cosa. Pero temo que decirle lo contrario provoque que lo pierda y esta vez para siempre.
Así que asiento:
—Soy solo tuya, Isaac...
—Ufff, me encanta—gruñe como un león y se mete entre mis senos para chuparlos como si fuesen frutas exóticas a jugosas que lo deleitan de manera bestial. Me envuelve entre sus brazos haciéndome sentir protegida mientras su boca termina por impactar contra la mía y accedo a sentir su presión contra mi entrepierna.
¡Su pene!
¡Su maravilloso y magnífico pene al que tan he ansiado! Una verga dura, gruesa, venosa y jugosa que la quiero completa dentro de mí.
—Oh—gimoteo al sentir la presión contra mi sexo.
—¿Te gusta? ¿Extrañabas esto, muñeca?
—Y...yo... Sí. Mucho.
—Dilo—insiste, mordiéndome el labio—, di que me extrañaste. Di que me necesitas tanto como yo a ti, Muñeca Mía.
—Yo... Te extraño y te necesito muchísimo, Isaac.
En otras condiciones, decir algo así me hubiese parecido cosa desquiciada e imposible de asimilar, pero esta vez me siento entregada a él de manera absoluta.
Quizá parecerá estúpido, pero decirlo así. Decirlo en voz alta. Reconocer a viva voz cuánta falta me hace sentir viva, me hace sentir una fiera enloquecida con ganas de él.
—Yo...te amo Isaac—le digo, casi sin podérmelo contener.
Él parece detenerse solo un segundo hasta emitir una risita gutural y empujarse dentro de mí, sintiendo su virga hinchada penetrándome sin rodeos.
—¡Aghhh!—gimo.
Entrando ambos en una oscura y densa marea de placer y embestidas que me hacen brincar contra el auto, sintiendo su peso inmenso y varonil empujándose ardientemente contra mí.
—Me encanta—declara él—. Me encanta que seas mi muñeca.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top