Capítulo 13


Jamie no ha parado de escribirme.

Piensa que estoy enojada con él, me ha pedido que hablemos "seriamente". Inclusive ha intentado tentarme con acompañarlo a un acto político donde busca involucrarse.

Cuando empecé a salir con él, creía que tenía un cargo alto en el espacio donde me dijo que trabajaba. Me hizo pensar que era mucho más importante de lo que en verdad era, y resulta que antes de que me quedase enganchada a él, descubrí que no era tan importante como decía.

No es que yo sea una perra desalmada que abusa de la buena honestidad de otros; de hecho él se metió conmigo porque necesitaba de una chica linda que levantara su imagen.

El asunto es que Jamie sí quedó enganchado, yo decepcionada.

"Quiero que hablemos" me escribe.

"Tengo algunas cosas que hacer, mañana sí?"

"Vamos a cenar esta noche. Te invito".

"Te estoy rechazando la propuesta".

"Prefiero que me rechaces cara a cara, no puedes hacer esto".

"Simplemente no tengo ganas de hacer esto, sabes que soy una persona sumamente solitaria y no acostumbro tener que rendir cuenta a nadie que no sea yo misma".

"Ahora eres solitaria".

"Sí".

"Bravo. Igual corresponde una vez que nos veamos. Y listo. Pero dejemos las cosas claras".

Que yo sepa, hace rato que intento dejarle las cosas claras. La única ventaja es que él es la única persona que se ofrece para ayudarme y no sé hasta qué punto me conviene rechazarlo definitivamente.

Así que evalúo las posibilidades y contesto sin más:

"Dónde nos juntamos?"

"Te invito a cenar en mi casa. Te cocinaré yo".

"No tienes que hacerlo, con un café está bien".

"Quiero cocinar para ti, cenar contigo. Prometo que será solo eso, no me propasaré con nada. Hablaremos. Nada más. Si?"

"Está bien. Pero no puede ser hoy".

Es que ya hice planes para esta noche...espero mi cuerpo esté en condiciones para seguir soportando sexo hasta mañana.

Todo a cambio de la cena o del dinero.

Sólo espero que esto esté funcionando como una inversión. De pronto recuerdo las lecciones de mi mentora y sus motivos: no debo preocuparme por la dignidad, esa ya la perdí el día que me pusieron a fregar pisos por doce horas seguidas a cambio de monedas.

Aquí vamos.

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