Capítulo 11
Llevo todo el día esperando a que me conteste.
La última vez que nos vimos fue el pasado domingo. Hoy es domingo también y no me escribió en toda la semana. Lo hice yo el día jueves recordando que en uno de nuestros encuentros mencionó que su comida favorita es el espagueti. No soy muy buena cocinera, pero estoy dispuesta a invitarle la cena cuando él quiera.
Y obviamente que el paladar exigente de este hombre está acostumbrado a muchos sabores gourmet. Compraré la comida lista, no me queda tanto dinero pero lo haré.
La primera vez que me prostituí, con el dinero me compré un dinero. El mismo que él estaba y esto sirvió para entablar conversación, permanecer en la conversación y captar su atención bajo las reglas que mi mentora estableció cuando empecé en esto: estar instruida. Un hombre millonario quiere buen sexo, pero también una buena conversación.
Él me respondió con su ubicación. Estaba de viaje, pero anunció que llegaría el domingo a la noche, así que aproveché para coordinar el encuentro.
El asunto es que fui la última en responder.
Me estaba muriendo de ansiedad. Quería que respondiera como antes, pero desde hacía unos encuentros atrás que el caballero empezó a desaparecer, dejando sólo el buen amante, ávido de sexo.
La última vez lo noté un poco apresurado. Hasta ofreció devolverme a mi casa, yo me opuse un poco, pero se mostró insistente.
Llegué y lloré como loca. Me sentí realmente prostituta. No me pagó, sólo lo hizo la primera vez. Ahora, en cambio, estaba siguiendo cada una de las normas que se me habían indicado y no lograba más que tenerlo más lejos que nunca.
Le llamé a mi mentora.
Ella se puso en línea de inmediato y se preocupó al verme. No podía hablarle coherentemente; en cambio, ella propuso inmediatamente hacer uso del protocolo de auxilio ante emergencias en caso de que una de las chicas de la agencia online haya sido violentada.
Pero este no era el caso.
"¿Entonces qué sucede?" me preguntó.
Y le expliqué que me sentía para el demonio porque me sentía involucrada sentimentalmente con un idiota millonario.
"¿Acaso no seguiste el protocolo?" me interceptó. "No puedes dejar fluir tus sentimientos si piensas hacer esto de manera profesional. Equivale a que él te golpee. Sales de tu rol profesional y haces sentir mal a la otra persona."
Me sorprendió que soltase una sarta sobre violencia emocional. Equivale a cuando queremos obligar a que otra persona se vincule con una; no está obligado. Él llega acá buscando sexo, no problemas. Comparó esto como buscar placer y recibir una paliza.
No entiendo por qué semejante comparación, le dije.
"Si alguien te golpea, eso te traerá problemas físicos y emocionales. Si tu intentas enamorarte de él o obsesionarte, le podrías traer graves problemas. Muchos de los hombres que solicitan nuestros servicios tienen una imagen detrás que los respalda, inclusive una familia como pantalla y grandes inversores con quienes negocian a cambio de mantener la imagen de los millones de dólares que mueven constantemente. Ninguno de ellos va a temer arriesgar toda su fortuna para satisfacer las necesidades de una de sus putas".
Wou.
Sus palabras me impactan como un inmenso puñetazo.
"¿Al menos lo has investigado?" me propone.
Y la verdad es que no, he buscado en redes, aunque no de manera asidua. Creo que tendré alguna posibilidad.
Entonces...sólo soy una más de sus putas.
Conoces mucho de esto, le respondí a mi mentora. Gracias.
"No hay problema, cariño, para eso me pagas y yo te ayudo. Que tu quieras trabajarle gratis a esos magnates, no significa que todas seamos tan malas para negociar".
Admito que me arrancó una risita. Tiene razón.
Bueno, contesto sin más, a la mierda todo. A la mierda este imbécil y lo que a él atañe.
"Cariño, tampoco así. Sigue haciendo tus cosas. Si llega algo más, sucederá en su momento. No ahora, enfócate en subsistir".
Sus palabras me llenan de aliento.
Para cuando hemos cerrado la conversación, opto por conectarme nuevamente a los contactos cercanos de la agencia.
Sin embargo, tras dejar en ON mi estado de conexión opto por abrir mi buscador de Instagram donde coloco el nombre de Isaac. Me aparecen algunas personas famosas, cuentas privadas, otros que ni siquiera se llaman así. Pero una en particular me genera dudas ya que al abrir su perfil, tiene de foto el logo de una marca que creo haber visto antes bordado en algunas camisas. Se trata de un cangrejo rojo.
Abro.
Perfil privado. Si lo empiezo a seguir será para peor, aunque saco su apellido y lo introduzco en el buscador de Google: "Isaac Point".
Y una catarata de noticias me impacta.
Todas tienen que ver con el mundo de los negocios. Está vinculado al ámbito de minería, posee varios bienes inmobiliarios valuados en sumas millonarias y además...tiene dos lindos hijos que los exhibe en todas partes.
Me produce ternura verlo, pero siento mal conmigo misma por haber estado con él. Esos chicos no deben hacerse una idea de las cosas que su padre hace. Parecen tener unos 12 y 16 años, no más que eso.
Quién querría que su padre está con una puta muerta de hambre como soy yo... o como me acabo de empezar a sentir ahora mismo.
Ellos nunca estarán en mi situación.
Viajan, conocen el mundo, aparecen en las noticias, se los ve felices abrazados a su papá.
Yo soy la que está aquí encerrada sin saber qué hacer con su vida, intentando despegar entre proyectos que no tiene forma alguna.
¿Tendré alguna oportunidad igual? ¿Podré encontrar a un hombre como es él?
Santo cielo.
Mi corazón se encoge mientras más indago.
Pero un mensaje nuevo me distrae solo por un momento.
Un tal Jack Enterprises acaba de escribirme:
"Hola, linda. Necesito tu compañía para un evento. ¿Estarás disponible toda la noche?".
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