Capítulo Siete: El elfo encadenado
⚠⚠⚠ Trigger warning: Esta trama puede abordar temas o intentar envolver al lector en determinadas sensaciones que pudieran ser detonantes para aquellos que han tenido episodios fuertes de depresión o ansiedad, así como de abuso o violencia. Si este es tu caso, te pido que no continúes leyendo, porque puede ser contraproducente para ti. Tengo más historias en mi perfil que pueden gustarte :D. Recuerda poner como prioridad tu salud antes que el entretenimiento.
Si te sientes solo o necesitas hablar de tus sentimientos con alguien, he dejado números de atención psicológica para varios países en el primer capítulo :3. Ten presente que ir al psicólogo, no es algo malo o vergonzoso, por el contrario es bueno para cada uno de nosotros.
El corazón de Mundriak temblaba a cada minuto mientras esperaba a su madre en el lugar de siempre. La chica se sentía honestamente afectada, no tenía ni la más mínima idea de qué tipo de reacción tendría su madre en cuanto se enterara de que había estado fingiendo todos los apuntes para poder escribir mientras estaba en la escuela.
El auto de Mary giró en la manzana de la escuela y se fue acercando lentamente a Mundriak. La ventana bajó hasta quedar derrotada, como una muralla en la guerra, dejando notar el duro gesto que sostenía la mujer mientras sostenía el volante con fuerza.
—¿Tienes algo que decirme, Stacey? —preguntó mirando de reojo a su hija al tiempo que comenzaba a avanzar sobre la calle.
—No —contestó casi sin pensarlo.
—Me hablaron a la oficina hoy, era de tu escuela. Te repito, ¿tienes algo que decirme? —repitió Mary sin afectar el gesto severo.
Mundriak sintió cómo temblaba en el interior con las palabras de su madre. No, esta vez no permitiría que destruyera aquello que le brindaba felicidad.
—No sé qué es lo que quiera —respondió con timidez—. No le agrado.
—Solo te advierto que no quiero escuchar queja alguna contigo —recordó la mujer girando violentamente hacia su hija.
Las palabras volaron varias veces por la cabeza de la chica y rebotaron reprochantes por romper el silencio. Ese horrible silencio que siempre se armaba en el automóvil de camino a casa.
Los árboles pasaban imponentes junto a su ventana cuando, de repente, ella pidió su ayuda. Era un nuevo personaje: Emily
Ella lo sabía, ella la entendía, porque en cuanto vio a Emily con los labios cocidos, pudo comprender la sensación de no ser escuchada.
Emily había nacido en una cruel y despiadada familia. Su padre, un alcohólico sin remedio, no soportaba escuchar su risa. Esa delicada y fresca risa que le recordaba lo amargo de su vida.
Una triste tarde, la madre de Emily no pudo soportar más y abandonó a la niña con su padre. El llanto de la niña perduró por varios días hasta que taladró la paciencia del hombre, orillándolo a tomar medidas extremas.
Con aguja e hilo en mano entró a la habitación de su pequeña y zurció los labios de la chica.
La risa de Emily no se volvió a escuchar jamás. Ni su llanto, ni el susurro de sus penas. Condenada a vivir así para siempre. Eternamente, como un "reclamo omitido".
La idea fascinó a Mundriak. Claro que no podía desarrollar el relato con su madre a un lado, pero, definitivamente, trabajaría en ella en cuanto pusiera un pie en casa.
Mary abrió la puerta con una fuerza impresionante. Parecía querer impresionar con su entrada, sin embargo, eso no era lo que ocupaba la mente de Mundriak en ese momento; por alguna razón no podía dejar de pensar en Emily.
—Entrégame tus cuadernos, revisaré cada detalle. Si en verdad no hiciste nada, le demostraré a esa entrometida que no se debe meter con las ganadoras.
—Sí —respondió en voz baja la chica abriendo su mochila para sacar los cuadernos y entregárselos a su madre.
—Sube a tu habitación. Quiero que adelantes la lectura de los libros que te he prestado —ordenó la mujer con un tono serio.
Mundriak asintió y se fue temblando hacia su cuarto.
Si tan solo tuviera a alguien. Alguien que volteara a ver a Mary y le gritara: "¡Déjala tranquila, ella sólo quiere vivir en paz!". Cerró la puerta de su habitación con esa idea en la cabeza y luego se desplomó en la silla de su escritorio. Con la poca fuerza que poseía, presionó el botón de "encendido" en la computadora y se llenó de ánimo para escribir la historia de Emily.
No, no, no lo iba a permitir. Si su madre descubría que no había estado poniendo atención a la escuela, seguramente explotaría. No sabía hasta dónde sería capaz de llegar, pero, simplemente, no lo podía permitir. No podía dejar que su madre la alejara de todos sus seguidores. Ni de sus historias.
Definitivamente, no lo permitiría.
Abrió un nuevo documento en la computadora y comenzó a escribir: "Reclamo omitido", a toda velocidad.
Sabía que no podía perder tiempo, así que se forzó hasta quemar lo último de su energía para después sacar las hojas en las que había escrito "Aparición" para pasarlas inmediatamente a la computadora.
Los pasos de su madre se escucharon por la escalera y el cursor de "Mundriak" se movió ágilmente hasta presionar el botón de "suspender". Corrió a toda velocidad hasta tomar un libro y caer sobre su cama con un marcatextos en la mano.
—He revisado tus cuadernos —dijo Mary abriendo la puerta—. Todo está en orden. Dime, Stacey, ¿qué es lo que sabes de esa consejera?
—No hablo con ella —respondió la chica sin mirar a su madre—. Solo quiere molestarme.
—¿Tiene hijas de tu edad? —preguntó la mujer cerrando la puerta tras ella.
—¿Qué?
—Es lo más lógico —puntualizó Mary cruzando los brazos—. Seguramente ha de tener una hija en la escuela. Nota que tú eres la mejor y quiere ponerte trabas.
—¿Lo crees? —dijo la chica aliviada.
—No voy a permitir que quiera destruir tu historial —exclamó Mary mirando al horizonte, casi como si tuviera a la consejera frente a sus ojos—. Esa mujer me va a escuchar mañana.
—Lo merece —comentó Mundriak cerrando el libro para mirar a su madre con alegría. Tal vez no la descubriría.
—Tus cuadernos están en la sala para que puedas comenzar tus tareas —finalizó la mujer y cerró la puerta tras de ella.
No lo podía creer, se había salvado de que su madre descubriera todo. Regresó a la computadora y terminó de escribir para después subir las dos historias.
Estaba tan inspirada y se sentía tan bien, tan libre que no quería dejar de hacerlo. Tomó todos sus cuadernos para poder realizar las sencillas tareas falsas y después se fue a dormir.
⟿
Vueltas y vueltas en la cama. No podía conciliar el sueño, algo le paseaba por la mente una y otra vez sin dejarla descansar.
Finalmente, cedió y abrió los ojos para observar el reloj. Era la una de la mañana en punto.
Flick, Flick, Flick, ese nombre no la dejaba sola. Pero, ¿quién era Flick? ¿Por qué la estaba buscando?
Mundriak respiró profundo y miró a su computadora con aflicción. ¿Estaría bien que se levantara y siguiera su instinto? Escribir sobre Flick, sea quien fuera.
La mano de la chica comenzó a temblar y su cuerpo le indicó que si no se levantaba en el momento explotaría de ansiedad. Sin más, hizo caso a la advertencia y salió de la cama tropezando hasta alcanzar su computadora.
Tenía que hacerlo. Tenía que escribir la historia de Flick.
⟿
Hubo un reino muy antiguo, en donde existía una especie de elfos rechazados por la sociedad. De rostros verdaderamente horrendos y ropajes roídos y descuidados. La leyenda contaba que una antigua bruja había lanzado una maldición sobre ellos. Los elfos estarían atrapados en sus desgracias, sequías e infortunio hasta que alguien pudiera hacer un trato con aquella bruja.
Las generaciones fueron pasando y ninguno de los elfos podía descifrar cómo liberarse de aquella maldición. Todos y cada uno de los habitantes fue perdiendo la esperanza hasta que él nació: Flick.
Flick no tenía el tipo de personalidad que deslumbra. No era popular, tampoco muy brillante, pero siempre conservó en su corazón la esperanza de poder encontrar a aquella bruja y rescatar a su pueblo.
Cuando Flick cumplió los veinte años, una terrible sequía azotó al pueblo. La agricultura fue detenida y los habitantes comenzaron a resentir los efectos de la hambruna.
El humor de la población estaba por los suelos, Flick no se quedaría cruzado de brazos así que consultó con el sabio de la comunidad.
"Todo está perdido, chico", dijo el viejo con amargura. "Pensar que hay algo que hacer solo sería caer en necedad".
El joven regresaba a su casa cabizbajo cuando observó una estrella fugaz pasando sobre el cielo. Sintió una sensación maravillosa, ¡esa era la respuesta!
Al siguiente día, Flick acudió a la biblioteca de su pueblo y encontró el libro de hechizos astronómicos, una especie de magia negra que se practicaba en aquel reino hacía muchas décadas. La mayoría aún tenía miedo de esos hechizos, pero Flick quería salvar a su pueblo y no se iba a detener en miedos ridículos.
Flick se llevó el libro a casa, y en la noche, cuando nadie lo miraba, se dedicó a invocar a los dioses de las estrellas para que lo ayudaran a traer a la bruja ante sí.
Quemó un mechón de su cabello, vertió un poco de pócima sagrada y agregó hierbas especiales a la ofrenda.
Los dioses no tardaron en manifestarse y la bruja hizo su esperada aparición en el patio de la casa de Flick.
"¿Qué es lo que quieres, detestable elfo?", preguntó la bruja mirándolo con repulsión.
"Quiero que liberes a mi pueblo".
"Primero tendrás que traerme algo a cambio para que los libere", dijo la mujer sonriendo maliciosamente.
"¿Qué es lo que quieres, sagrada bruja?", cuestionó Flick poniendo mucha atención.
"Hace años, descubrí que el hombre más sabio del pueblo era oscuro. Quiero que me traigas su corazón fresco, para cobrar mi venganza".
Hecho entonces el trato, Flick salió al siguiente día en búsqueda del hombre sabio. Aquel que le había deshecho las esperanzas.
Le distrajo hábilmente para poder introducir, con la destreza de un espadachín, una daga en el corazón del hombre. Así, con la esperanza de salvar a su pueblo, le llevó el corazón fresco a la bruja.
"Flick, nadie había tenido el valor", dijo la bruja con emoción. "Has ganado la libertad de tu pueblo", proclamó y con un movimiento de mano rompió el hechizo.
Sus rostros dejaron de ser deformes, sus ropajes se volvieron de oro y las sequías y la hambruna se eliminaron.
En la tierra se escribió un mensaje: "Flick será siempre el orgullo de los elfos". Los habitantes leyeron tal leyenda. Flick pasó de ser un elfo insignificante a ser el orgullo de toda su gente. Para siempre, el héroe del reino.
⟿
Mundriak subió la historia en cuanto terminó. El progreso marcó el cien por ciento cuando su despertador sonó. No había descansado nada.
La cabeza le seguía latiendo cuando su madre la llevó a la escuela. La reunión con la consejera sería ese día, pero Mundriak no estaba nerviosa, sabía que cuando algo se le metía a su madre en la cabeza, era imposible quitarlo. Toda la reunión ella estaría a la defensiva.
Por lo tanto, la chica entró a clases sin preocupaciones y se sentó en su banca revisando las notificaciones de sus tres historias.
⟿
Mary caminaba por los pasillos con una fuerza impresionante. Esa mujer intimidaba a cualquiera que la conociera. Su mirada era penetrante y sus palabras marcadas y frías.
—Buenos días, señora Tyler —dijo la consejera recibiéndola con una sonrisa.
—¿Para qué me ha convocado? —respondió Mary rechazando la mano que le habían extendido.
—Señora Tyler, la razón por la cual la traje es porque he notado un par de situaciones con Stacey —expresó la consejera preocupada.
—Quiero dejar muy claro que mi hija no tiene problemas.
—Estoy de acuerdo, es solo que, en ocasiones, algunos problemas pueden pasarnos desapercibidos por...
—No —dijo la madre de Mundriak riendo—, ¿usted está insinuando que no atiendo adecuadamente a mi hija?
—Claro que no, señora Tyler....
—Es increíble que ustedes, como autoridades escolares, tengan el atrevimiento de cuestionar mi crianza. Nosotros estamos confiando en que ustedes los educarán en el área académica. Nada más que eso, el resto es asunto privado —dijo la mujer con furia en cada sílaba.
—Señora...
—Creo que ya he escuchado suficiente —expresó Mary levantándose con fuerza—. Me retiro.
La consejera se quedó mirando la puerta perpleja, jamás había tenido una charla tan difícil y breve con una madre de familia. Tomó un poco de aire y se levantó para seguir revisando los expedientes que leía antes de que llegara Mary Tyler a su oficina.
La mujer caminaba triunfante de regreso al auto cuando encontró al profesor Maiden saliendo de un salón de clases. Ese hombre que también se encontraba obsesionado con el rendimiento académico de Mundriak.
—Señor Maiden, ¡qué gusto! —dijo Mary acercándose a él.
—Señora Tyler, que bueno que la veo —saludó el hombre con una sonrisa casi macabra.
—¿Por qué lo dice?
—Stacey va muy mal —expresó él con seriedad—. No ha traído ni una tarea y se la pasa escribiendo en su celular todo el día.
—Pero...
—Así es, señora Tyler. Hablé con una de sus compañeras, dice que ha visto en su pantalla el nombre del sitio web para escritores —explicó el profesor provocando que el color rojo invadiera el rostro de Mary.
—No sabe cómo le agradezco, profesor. Yo me encargaré —concluyó estrechándole la mano al hombre.
⟿
La hora de la salida llegó y Mundriak subió al auto de su madre con toda la tranquilidad que decidió desde la mañana. Había estado muy cansada todo el día, así que solo se dedicó a revisar sus notificaciones y a escribir sus apuntes falsos.
Apenas tocó el asiento, pudo percibir que algo no iba bien. Mary no le dirigió la palabra hasta que llegaron a casa. El silencio perturbaba el camino en demasía. Las manos de Mundriak temblaban y sudaban. Siempre que ese silencio reinaba, seguía una tormenta segura.
Apenas entraron a la casa, Mary le arrebató la mochila a su hija con una fuerza impresionante.
—¿Me crees una estúpida, Stacey?
—¿Qué?
—Te pregunto, ¡¿me crees estúpida, maldita niña?! —repitió ella con la furia saliendo de cada poro de su ser.
—Yo no creo eso —respondió Mundriak muerta de miedo.
—Entonces dime, ¿cómo es que pensaste en engañarme? —Mary abrió violentamente la mochila para sacar un cuaderno.
—No sé, no sé... —tartamudeo la chica.
—¡¿Cómo que no sabes?! —gritó la mujer lanzándole el cuaderno a la muchacha—. ¡¿Qué me has traído todo este tiempo en tus cuadernos?!
—Mamá...
—¡Dímelo! —repitió provocando que su hija temblara más y más—. ¡Has gastado tu tiempo en este maldito sitio! Pero esto acaba aquí.
La mujer caminó con rapidez hacia la habitación de Mundriak. La chica la siguió con las pocas fuerzas que encontró.
—No dejaré que nada te distraiga de tu éxito —dijo Mary entrando a la habitación entre los sollozos de su hija.
—Mamá, ¿qué haces? —Mundriak admiró cómo su madre tomaba la computadora de escritorio entre sus manos.
—¡Nada impedirá que seas una ganadora! —gritó la mujer lanzando la máquina contra la pared—. ¡Nada!
—¡No! ¡No, mamá! —lloraba Mundriak con intensidad—. ¡Es lo único que tengo!
—¡Dame tu celular! —exigió Mary con la mirada perdida.
—Por favor —suplicó Mundriak con el rostro empapado por el llanto—. No lo hagas, mamá.
—¡Dámelo! —repitió tajante y la chica le entregó el teléfono—. Ni una sola distracción.
Aquella humillación no tuvo comparación. Lloró hasta que sus ojos estuvieron tan hinchados que le parecía imposible abrirlos.
Su madre la había dejado encerrada en su cuarto una vez que recogió el celular. No le brindó ni un poco de comida aquella tarde. Todo se había arruinado.
Jamás podría escribir de nuevo.
Su vida, volvía a ser un caos.
⟿
La oscuridad cayó más rápido de lo usual, sin embargo, la chica no lo sintió así, porque la oscuridad que había en su interior ahora era más grande.
No había nada que pudiera remediar lo que acababa de suceder, o al menos eso creía.
Se recostó en su cama resignada y apagó la luz para dar paso a un día peor que el que acababa de vivir. Horrible y solitario.
"Tan solitario".
—Nadie me quiere —susurró Mundriak dejando resbalar una lágrima sobre su almohada.
—¿Mi reina? —dijo alguien entre las sombras provocando que la chica se sobresaltara.
¿Lo había imaginado? Alguien había hablado, estaba segura. Sin más, se quitó las sábanas de encima y caminó hacia el armario.
—¿Hay alguien aquí? —exclamó la chica en voz baja.
El corazón se le aceleró cuando colocó una mano sobre la puerta del armario. ¿Qué sucedía? Y más importante, ¿sería algo bueno o algo terriblemente malo?
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