Capítulo Quince: Morte
⚠⚠⚠ Trigger warning: Esta trama puede abordar temas o intentar envolver al lector en determinadas sensaciones que pudieran ser detonantes para aquellos que han tenido episodios fuertes de depresión o ansiedad, así como de abuso o violencia. Si este es tu caso, te pido que no continúes leyendo, porque puede ser contraproducente para ti. Tengo más historias en mi perfil que pueden gustarte :D. Recuerda poner como prioridad tu salud antes que el entretenimiento.
Si te sientes solo o necesitas hablar de tus sentimientos con alguien, he dejado números de atención psicológica para varios países en el primer capítulo :3. Ten presente que ir al psicólogo, no es algo malo o vergonzoso, por el contrario es bueno para cada uno de nosotros.
Sus ojos respondieron negativamente a la luz de la mañana. El ajetreo del día anterior había logrado que aquellos se hincharan hasta que, al tocarlos, parecieran ajenos a ella.
Cuando su mirada podía enfocar sin provocarle un dolor parecido al de una aguja pinchando su retina, Mundriak se levantó para alistarse.
Su habitación lucía más solitaria que nunca. Las esquinas del lugar parecían esconder el más misterioso de los secretos si se les veía por demasiado tiempo, y las paredes, vaya, nunca habían lucido tan demacradas.
Mundriak sabía perfectamente por qué tenían esa apariencia, también sospechaba que el mismo hecho provocaba que su interior se sintiera como la habitación: tan miserable.
El agua de la regadera comenzó a caer sobre su cabeza al tiempo que miraba hacia el lavabo. Tan solo imaginar la muerte de Tom le causaba nauseas, era una sensación que la recorría de inicio a fin tomando lo más bueno en ella para estrujarlo y recordarle lo asqueroso que era el hecho de quitarle la vida a alguien.
El sonido del agua se volvió más intenso al tiempo que Mundriak clavaba los ojos con mayor fuerza en el lavabo de su baño.
Casi podía ver la sangre cayendo hacia el piso, la impotencia del chico y el olor a arrepentimiento.
"Miseria", pensó antes de regresar a la realidad para tomar el bote de shampoo con las manos temblorosas. "Asquerosa miseria".
No quería verlos. No quería ver a nadie, pero sabía que era inevitable al tiempo que Mary esquivaba un bache para llegar a la escuela. Había estado reflexionando sobre el tema toda la noche tratando de justificar a Michaella. Repasaba una y otra vez las formas en las que uno puede matar a alguien sin querer, sin embargo, su inteligencia y los antecedentes de Michaella le hacían pensar que ella decía la verdad. Lo había hecho por venganza.
—Hoy visitaremos a tu tía —anunció su madre mirando a Mundriak antes de que bajara del auto—. Pasaré puntual e iremos a comer con ella.
—Claro —respondió la chica mostrando una sonrisa temblorosa.
Mary volvió a desaparecer en la calle con la misma rapidez con la que se había estado escabullendo cada día de su vida. Casi como si adorara los momentos en los que su hija estaba en la escuela sin fastidiarle.
Mundriak suspiró antes de comenzar a caminar hacia la escuela. Sabía que en ese momento era más probable que ellos aparecieran. Ahora estaba sola e indefensa. ¿No era en ese instante cuando son cazadas las presas?
Sus pasos sonaron un poco más débiles de lo habitual al tiempo que acomodaba su mochila.
No le emocionaba para nada visitar a su tía después de clases. Ella siempre había sido muy grosera con ella y jamás le había tomado en cuenta como al resto de sus sobrinas.
Parecía que la inconstancia de sus eventos desafortunados en los últimos días había provocado que éstos se acumularan por montones hasta generar una nube color negro profundo que ahora soltaba relámpagos sobre ella.
Tomó la manga de su suéter con fuerza esperando que lo peor que le sucediera antes de llegar al salón de clases fuera únicamente el enterarse de que debería visitar a su tía saliendo de clases.
Miró al interior del aula con alivio y se sentó con sigilo procurando no llamar demasiado la atención.
—Buenos días —irrumpió el profesor sentándose en el escritorio antes de aclararse la garganta—. Necesito que todos se comporten... ellos requieren de su ayuda.
Mundriak levantó la vista confundida al tiempo que la puerta del salón volvía a abrirse para dejar entrar un par de policías.
Un escalofrío aterrador recorrió a la chica antes de que alguno pudiera siquiera abrir la boca. ¿Ellos lo sabrían? ¿Sabrían que fue Michaella la que lo hizo? Si era así, ¿qué sucedería con ella? No tenía idea de cómo explicar todo lo que le estaba pasando y, mucho menos, las razones por las cuales Michaella había cometido algo así. La chica cerró su cuaderno para clavar sus uñas en la contraportada con miedo.
—Buenos días, jóvenes —dijo el oficial con un tono de voz serio al tiempo que repasaba con la mirada a todos los presentes—. Necesitamos que nos apoyen con información sobre su compañero Tom Hill. El departamento de policía local está llevando el caso del asesinato del menor.
—Oficial —interrumpió una chica del frente—, mi madre dice que el asesino puede estar en la escuela. Ella quiere que nos vayamos de este pueblo lo más pronto posible. ¿Qué tanto debemos temer por nuestra seguridad?
Los murmullos comenzaron a inundar el ambiente y los policías cambiaron su semblante con discreción.
—Las investigaciones continúan —dijo el hombre con fingida tranquilidad—. No podemos afirmar ni negar absolutamente nada.
—¿Qué quieren decir, exactamente? —preguntó otro muchacho del frente—. ¿No observaron nada extraño en la escena del crimen?
—Jovencito —reprendió el policía mirándolo con fuerza—. Esa es información confidencial.
—Lo que queremos saber, específicamente, es otro asunto —explicó el otro oficial acomodando su gorra—. Necesitamos que piensen si existió algún tipo de riña o evento inusual antes de los sucesos.
—No es necesario que respondan ahora —dijo el primero mirando al profesor—. Si cualquiera de ustedes recuerda algo, estaremos en la dirección. ¿Queda claro?
Se escuchó un débil y unísono "sí". Nadie tenía ganas de hablar con la policía en esos momentos y, mucho más importante, nadie sabía absolutamente nada. Tom era el tipo de chico que no tenía enemistades. Era popular, atractivo, inteligente y agradable, claro... en la mayoría de las situaciones. Era curioso como aquello era posible. Que el chico más lindo de la Tierra fuera cruel únicamente con ella.
La concentración de todo el alumnado para la primera clase se escapó junto a los policías que abandonaban el aula.
Los murmullos y las notas y mensajes que comenzaban a esparcirse sobre las razones por las que alguien mataría a Tom Hill empezaban a abrumar a la chica. Maldita sea, ¿por qué esos policías tenían que irrumpir en la tranquilidad de la primera clase?
Los ojos de Mundriak repasaban la mirada de todos, con miedo a que, en cualquier momento, alguien se levantara y dijera: ¡Fue el personaje de la bruja! Sabía que nadie le creería. Todos pensaban que ella era extraña y nunca entenderían los motivos de su, ¿amiga, podría llamarle ahora?
El timbre que anunciaba el final de la primera clase salvó a Mundriak de sus propios pensamientos. Cómo odiaba todo esto, ¿por qué Michaella tenía que cometer tal atrocidad?
Comenzaba a levantarse de su asiento para moverse de salón, cuando la bibliotecaria entró con gesto serio al aula.
—Vuelvan a sentarse, de inmediato —ordenó la mujer con un tono de voz tan severo que estremeció a todos los presentes—. Haré un breve anuncio —aclaró mirando al profesor que parecía tan intimidado como los alumnos—. Ayer en la tarde ocurrió otra desgracia... La señorita Spencer ha sufrido un terrible accidente...
—¿Quién es ella? —se escuchaba murmurar a los muchachos.
—"Ella" es nuestra querida consejera escolar —explicó la bibliotecaria provocando que el estómago de Mundriak comenzara a sentir algo extraño—. Sufrió, como les decía, un accidente automovilístico y se encuentra muy grave en el hospital del pueblo. —La mujer repasó con la mirada a todos los jóvenes, en busca de alguna risa inapropiada o de gestos inusuales, sin embargo, una vez que no halló nada, miró de nuevo al profesor y aclaró su garganta—. Mi punto aquí es... Encontraron que el auto de la señorita Spencer fue alterado. Ese automóvil estaba estacionado aquí mismo en la escuela, así que quiero advertirles una cosa: Si fue una de aquellas bromas que parecen inocentes... es momento de confesarlo, porque el director encontrará al responsable del accidente de la señorita Spencer. Así que mucho cuidado, chicos. Cautela.
La mujer se fue llevándose la poca tranquilidad que quedaba en los presentes.
Mundriak había contenido la respiración durante las palabras de la bibliotecaria. ¡Por culpa de Oliver! ¡Por su culpa! Definitivamente no quería verlos, no quería ver a nadie.
Caminó lo más rápido que pudo a su siguiente clase.
Estaba harta, estaba harta de sentir tanta ansiedad, tanto miedo.
La fuerza de su incertidumbre comenzó a consumirla hasta que eliminó las pocas posibilidades que ella poseía para mantenerse en calma. Sentía que alguien la observaba desde fuera del salón y eso no la dejaba en paz.
Es que todo era tan raro que no podía evitar todo el miedo que comenzaba a escurrirse por sus poros. Odiaba que ellos comenzaran a tomar decisiones por ella. Parecía tan tonto y tan... vaya, tan inusual e increíble.
Mundriak caminaba por el pasillo hacia el arbusto en donde comía el almuerzo, cuando volvió a sentir una mirada atravesando su nuca.
Se giró lo más rápido que pudo para lograr capturar a la persona que había estado alterando sus nervios en todo ese tiempo, pero no alcanzó a ver a nadie. Un escalofrío la recorrió sin piedad, algo a lo que su corazón ya estaba acostumbrado.
¿Por qué no podía tener otro día tranquilo, como cuando sus amigos la visitaron? Eso sería tan ideal.
Rodeó el jardín hasta alcanzar el sitio deseado, y cuando se disponía a dar la primera mordida a su sándwich, sintió una punzada increíble en el corazón, levanto su rostro para admirar a nada más y nada menos que a Morte, que se ocultaba detrás de unos chicos que ignoraban su presencia.
La tierna niña se encogió un poco cuando notó que Mundriak la miraba, parecía apenada y asustada, así que la muchacha soltó un suspiro y le hizo un gesto con la mano para que se acercara.
Tímida, y de mirada fuerte, Morte se apareció junto a su creadora para mirarla con franca devoción.
—¿Qué haces aquí? —preguntó la chica soltando una risa amarga.
Morte tan solo miró con tristeza el suelo y después a ella.
—¿Estás tan sola como yo, ¿verdad? —dijo partiendo un pedazo de su sándwich—. Sé lo que es ser invisible.
Mundriak le extendió un poco del sándwich a Morte y ésta lo tomó para engullirlo con alegría. La mirada de la chica recorrió por completo a su creación, era cierto que la niña conocía mucho de lo que ella había vivido, es decir, tampoco había sido tomada en cuenta por nadie. Además, no parecía llevarse muy bien con los otros. Siempre se alejaba, al igual que Emily.
Claro... era ella quien necesitaba ser su amiga.
Comprendía lo incomprensible que podían ser las personas. Lo crueles y egoístas. Como ella, Morte sabía que poco necesitaba el mundo para encontrar una excusa para lastimar... para abandonar.
Mundriak sintió una compañía tan completa estando con la niña, que no dudó en invitarla al resto de las clases.
◇─◇──◇─◇
Las voces de los profesores inundaban el aula pero evadían hábilmente a Mundriak para darle paso a la maraña de pensamientos que rondaban en su mente. Morte se había sentado a su lado en clases y la miraba como si quisiera decirle algo.
"No puedo hablar ahora", pensó con tristeza posando sus ojos en la niña. "Debe haber otra forma". La chica comenzó a pensar en alternativas que le permitieran entablar una conversación medianamente normal con su personaje, al fin, se le ocurrió la idea más obvia y giró su cuaderno a una hoja totalmente limpia.
"Hola", escribió la chica lamentándose por la simpleza de su charla.
Morte pareció mostrar una leve mueca de alegría para después tomar el lápiz de la chica y dibujar una sonrisa. Mundriak volvió a tomar el lápiz y escribió: "Si te cuido, ¿tú me cuidas?".
El personaje admiró esta última frase en la hoja y acto seguido recargó su cabeza en el hombro de su escritora, con tanta ternura, que era imposible negarse a su amistad.
Morte pasó el resto de las clases con su creadora
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