Capítulo 9 - El Mensaje


 Era otro día, y continuamos con el llamado entrenamiento, que no me parecía ser tal cosa. Es decir, ¿escuchar el tranquilizante sonido de mí alrededor? A menos de que estuviera haciendo yoga no podía considerarse un entrenamiento. Pero Sam sabía lo que hacía.


-Inhala el limpio aire de este ambiente y retenlo en tus pulmones por un corto período de tiempo, luego exhala con lentitud – decía.

Yo obedecía, sumida en una profunda concentración. No entendía la razón de esta práctica para algo por venir, pero debía confiar en Samuel, estaba segura de que él sabía mucho más que yo, mucho más de lo que podía decirme.

-Bien, ahora visualiza un entorno en el cual la noche prevalece, una noche estrellada, tranquila, sin sonidos perturbantes ni luces de ciudad...

Hacía lo que podía, imaginé una hermosa noche en un campo muy lejano de cualquier ciudad o pueblo, veía unas colinas oscurecidas, como parte del paisaje, las estrellas podían observarse sin problema alguno. Noté una constelación en el cielo: Orión, mi constelación favorita. Algo que siempre me llamó la atención de aquella constelación es su «cinturón», aquellas tres estrellas que forman el Cinturón de Orión, o también conocido como los Tres Reyes Magos. Tan brillantes y titilantes en un baile universal de estrellas. Pero mi imaginación parecía jugarme una broma; nuevamente observé a aquel gran lobo blanco que había visto en mis sueños, alumbraba la oscuridad de la noche como lo hace la Luna en su fase llena. Me miró pero no me asusté, fue todo lo contrario, lo sentía protector, después de eso aulló hacia el cielo en un cántico largo, hermoso y majestuoso.

Cuando acabó, abrí mis párpados, no podían mantenerlos cerrados y Samuel me observó intrigado por lo que hubiera podido pasar en mi mente, pues se percató de que no le escuché más.

- ¿Estás bien Madeleine?
Aún sin responder, le miré, totalmente pensativa.

Más tarde, habiendo vuelto a mi hogar, Samuel comenzó a realizarme preguntas.
- ¿Viste algo peculiar?
-¿A qué te refieres con peculiar? – interrogué.
-Diferente, algo que no ves siempre – fue su respuesta.

Me mantuve en silencio un momento, recordando lo que vi, y como si lo viera por primera vez frente a mí, observándome con un brillo azulado en sus hermosos ojos, aullando nuevamente aquel cántico hermoso.

-Sí... vi el paisaje que deseabas yo imaginara, pero también vi algo viviente, un lobo... un lobo gigante, blanco, hermoso.

Dicho esto, Samuel sacó del bolsillo de su pantalón un teléfono, supuse que era suyo, pero no se lo había visto en el tiempo que había estado conmigo. En el dispositivo inteligente buscó lo que parecía ser una imagen.
-¿Un lobo parecido a este? - Lo mostró.

Observé la imagen atenta, y anonadada por el parecido.
-Es ese, estoy segura. Es hermoso... pero me intriga. Mientras me hablabas jamás escuché que mencionaras a un lobo, tampoco estaba imaginando algún ser vivo, solo el paisaje...y que mi conocimiento indique, los lobos andan en manadas, no solitarios - informé -. ¿Dónde hallaste esa imagen?
-Es una interpretación artística realizada por un personaje anónimo, se basó en leyendas narradas por antiguas civilizaciones indígenas. Todas mencionaban a este lobo en particular. – Respondió.
-Y bien... ¿por qué lo vi? ¿Por qué me aulló?
-Probablemente se trata de tu protector. – Comentó tranquilamente.
-¿Mi protector? ¿De qué estás hablando, Samuel? -Pareció no escuchar o no prestar atención a mi pregunta.
-¿Viste a la Luna en tu interpretación mental? – Me preguntó.
-No, en ningún momento vi a la Luna. ¿Por qué?

Sin responder, se retiró hasta su dimensión, parecía decidido a hacer algo, le exigía una respuesta desde mi posición, pero se fue sin aún responderme. Había olvidado su teléfono, lo tomé y volví a ver la imagen con detalle, accidentalmente mi dedo se movió sobre la pantalla táctil y cambió hasta la próxima imagen:

Esa imagen la vi hermosa, pero algo llamó totalmente mi atención y fueron los ojos del lobo blanco... eran exactamente idénticos a los del lobo que había visto en mi mente. Detallé el otro lobo, también tenía ojos brillantes, pero ahora rojos, y él era de un pelaje oscuro, a él no lo había visto, pero pensé que algo tendría que ver en todo esto también. Busqué en el dibujo digital alguna firma, pero no lo hallé, no podía saber quién lo había realizado.


Tenía muchas preguntas para Samuel, sin embargo lo dejé ir, ni siquiera pensé en seguirlo.

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