¿Qué Sucedió?

Había llegado la mañana, y con ello el deber de despertar y cuidar el Santuario. Dohko estaba subiendo los templos para ir con Athena pues le había pedido que fuera apenas despertará, quería hablar con él sobre algo importante. Fácil eran las siete de la mañana o más temprano, él solía ser más madrugador que los demás.

Al llegar al Salón Principal tocó la puerta, esta se abrió apenas dio el primer toque.

-Algo anda mal- Dijo él y se puso a la defensiva.

Entró a paso lento, se supone que las puertas no se abrían hasta que la señorita Athena te dejase entrar. Si se abrieron tan fácil solo significa una cosa.

Todo estaba en penumbras, no había ninguna luz que le ayudará a ver por donde iba. Llegó hasta el trono donde Saori estaría sentada, miró el lugar y lo único que encontró fue el báculo tirado en el piso y un pedazo de tela. Se arrodilló y tomó el pedazo de tela con cuidado, al verlo de cerca y tocar su suavidad supo de donde venía.

-No puede ser...- Dijo Dohko con los ojos abiertos como platos y con una cara llena de terror.

Se levantó rápidamente y fue corriendo al Coliseo, necesitaba hablar con todos sobre lo que acababa de pasar... Athena había desaparecido.

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Los Caballeros Dorados más jóvenes seguían en sus templos, recibieron el llamado de Dohko y se vistieron rápidamente para después ir al Coliseo lo antes posible.

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Todos los Caballeros, de todos los rangos se encontraban en el Coliseo. Apenas llegaron los Caballeros Dorados apareció Dohko en el palco donde debería de estar Athena.

-¡Pongan atención todos!- Dijo Dohko con voz firme.

Todos se callaron, incluyendo los más grandes. Lo miraron con un semblante serio y le prestaron toda su atención.

-¡La señorita Athena a desaparecido, acabo de ir a verla y solo encontré su cetro y un pedazo de tela de su vestimenta...!- Dijo Dohko mirando a todos.

Se escucharon murmullos, Athena había desaparecido y no se habían dado cuenta.

-¡Silencio Caballeros!- Gritó Saga con voz firme e imponente.

Todos guardaron silencio al instante, algunos sabían sobre el carácter del gemelo mayor, y sabían que no era bueno hacerlo enojar.

-Gracias Saga- Dohko volvió la vista a todo el Coliseo- ¡Debido a estás circunstancias habrá que hacer patrullaje y misiones para buscarla, la debemos de encontrar rápido y sin tener que culparnos por esto... Me han entendido!

-¡Sí!- Dijeron todos al unísono.

Después de ese pequeño discurso de Dohko se organizaron las búsquedas, solo pocos se quedaban en el Santuario. Los Caballeros de Plata y de Bronce buscaban a la señorita Athena, los Caballeros de Oro se quedaban para vigilar que ningún enemigo entrará al Santuario, se podría decir que se encontraba casi abandonado el Santuario al solo estar la presencia de los guerreros de élite.

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Tan sólo habían pasado cinco días y no había señal de Athena, el Santuario comenzaba a caerse como casa abandonada. Al no estar el Cosmos de Athena este se deterioraba poco a poco.

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Un joven de cabello oscuro, piel blanca, ojos azules y con una vestimenta básica; pantalón gris, una camisa de manga larga de color negro, un chaleco de cuero y unas botas negras con adornos plateados, caminaba con un costal que venía arrastrando desde hace mucho tiempo, este era demasiado grande y se movía un poco.

-Deja de moverte ya- Dijo el joven con una voz gruesa.

Pateó el costal y sólo se oyó un quejido, el siguió arrastrando el costal hasta llegar a una puerta, tocó tres veces y espero a que abrieran.

Un hombre con bata blanca y ojos rojos le abrió, el joven de cabello negro lanzó el costal hacia el interior del lugar.

-Ahí está el segundo, solo faltan dos más y podrás empezar lo que acordamos- El joven lo miró.

-Estoy impaciente por empezar a drenarlos- Sonrió el hombre de manera macabra y mostrando sus dientes picudos.

El joven se dio la vuelta y se fue, en cambio el hombre cerró la puerta y se dio media vuelta. Agarró el costal y fue a una de las celdas vacías, sacó lo que estaba adentro y le sujetó las muñecas con cadenas y le amarró los pies.

La pobre víctima empezó a despertar, cuando abrió los ojos vio al hombre sonriendo e intentó gritar, pero tenía una tela que no le dejaba hacer ningún ruido.

-Pero si ya despertó... Juju, será divertido ver que capacidades tienes... Señor de los Mares- Rió al último de manera psicópata.

Poseidon se movió e intentó decir algo, pero todo fue en vano. El hombre salió de la celda y la cerró. Se dio media vuelta y se fue, Poseidon miró su alrededor, al ver a su lado izquierdo quedó en shock.

En la otra celda se empezaba a despertar una joven de cabellos lilas, estaba igual que él, atada de pies y manos. Cuando vio como se encontraba entró en pánico y empezó a hacer ruido.

El hombre regresó y entró a la celda, golpeó a la joven para que se callara, al hacerlo le abrió un poco la cabeza dejando correr un delgado hilo de sangre.

-Para ser la Diosa de la Guerra eres muy débil... Un simple golpe te deja noqueada, que patético- El hombre la volvió a golpear dándole una cachetada.

Athena casi se desmaya, sus golpes eran muy fuertes a decir verdad. Levantó la vista lentamente, vio a Poseidon a un lado y abrió los ojos como platos.

-Ambos se quedarán sin comer un día, por ser tan molestos- Él salió de la celda, la cerró y se volvió a ir.

Poseidon intentó usar su Cosmos para hablar con Athena, pero no sabía cómo hacerlo. Era como si todo su conocimiento sobre su Cosmos se hubiera ido, no sabía cómo usarlo ni cómo encenderlo. No sabía y eso le daba más miedo.

Athena estaba en las mismas, quería usar su Cosmos pero ni sabía que era eso... Lo había olvidado, solo recordaba la palabra pero no sabía que significaba.

Ambos estaban en serios problemas.

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Ya era de noche y Shaka junto con Saga estaban en el Salón Principal buscando más pistas.

-Llevamos casi seis días sin saber donde esta Athena, somos un fracaso de Caballeros- Dijo Saga golpeando la mesa con frustración.

-Esto no da ningún camino para seguir...- Shaka se frotó la frente con estrés.

En las sombras había alguien que los vigilaba, su amo y señor le había encomendado quitar todo rastro de ellos. Debían de evitar que los guardaespaldas de los Dioses los siguieran, o sino todo se iría por el caño.

Saga sintió otra presencia en el lugar, lo había notado desde hace días pero pensó que era su frustración haciéndole sentir cosas que no eran.

-Me temo que ya no podremos recuperar a la señorita Athena- Dijo Saga dándose por vencido.

Shaka lo miro confundido, pero el ser rió en lo bajo. Pero no logro pasar desapercibido por Saga, apenas lo localizó se dio media vuelta rápidamente y lanzó su Satan Imperial hacia él.

El ser cayó al suelo como peso muerto, Shaka se volteó y lo pudo ver. No podía creer que él no se diera cuenta de la presencia extraña en el lugar, su compañero de armas caminó hasta el sujeto. Lo levantó y mostró su cara.

Tenía algunas escamas en la cara y ojos de serpiente, Saga se asustó y lo soltó haciendo que cayera de cara contra el suelo.

-¡¿Qué diablos es esa cosa?! - Preguntó Saga a Shaka quién estaba a un lado de él.

-No es un ser humano, eso es seguro- Shaka levantó al sujeto.

Este respiraba agitado y sólo podía mover los ojos, miro a ambos.

-¿Quien eres?- Preguntó Saga ya con seriedad.

El ser mitológico soltó un quejido, después tosio.

-No... Tengo porque... Responderte... A ti...- Dijo a duras penas el ser.

-No lo diré dos veces...- Dijo Saga perdiendo la paciencia- ¿Quien eres? Y ¿De dónde vienes?

El ser solamente rió y sonrió.

-Me temo que vas a ser presa de él- Dijo Shaka y lo dejó en el suelo.

-¿Q... Qué?- Apenas lo dijo y miró al rubio.

Saga perdió la paciencia restante, su cabello se volvió blanco y sus ojos se volvieron rojos. Sujeto al ser por el cuello y la estampó contra la pared. Él sólo soltó un quejido.

-No quisiste por la buenas... Entonces responde ¿Quien eres y quien te envió?- Dijo su contra parte... Arles.

Aún que fuera un ser mitológico y peligroso en su clase, ese nuevo sujeto le daba cierto miedo. Y le intimidaba mucho.

-Me... Me llamo Sirek y... Me envió un hechicero- Tragó grueso.

-¿Qué hechicero?- Arles apretó el agarre en su cuello.

-Él... Él... No dijo... S... Su... Nombre...- Sus ojos empezaron a volverse negros y sus escamas perdían brillo.

-Basta Arles, no lo mates aún, nos servirá para saber donde esta Athena- Dijo Shaka poniendo una mano en el hombro del mencionado.

Arles odiaba a todos, pero al ser Shaka quien lo pedía sabía que si lo retaba terminaría perdiendo sus cinco sentidos. Así que, sólo soltó a Sirek y lo miro de reojo.

-Gracias- Dijo Shaka y se acercó al ser- Te quedaras aquí hasta que digas donde esta la señorita Athena

Sirek solo respiraba agitado, casi le rompen el cuello y se moría asfixiado. Miró a Shaka para después agachar la mirada.

-Si no nos es útil... Yo mismo lo mataré- Dijo Arles antes de darse la vuelta e irse.

Shaka solo lo miró irse, después levantó al ser y lo encerró en una celda. Tenían que sacarle algo, por lo menos una pista.

No les quedaba mucho tiempo.

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