¿Kanojo wa dokodesu ka?
¿Donde está ella?
A la mañana siguiente, los Caballeros de Escorpio y Leo fueron al Salón Principal. Si bien, habían escuchado sobre el intruso y ellos querían hacer el interrogatorio para saber donde estaba su Diosa.
El Santuario no se caía a pedazos gracias a que Shaka y Mu estaban turnándose para elevar su Cosmos y crear una fuente alterna de poder para este mismo.
Los dos caballeros llegaron a las celdas, al entrar no vieron a nadie, haciendo que entrarán en pánico. Aioria estaba a punto de llamar a los demás.
-Estoy aquí- Dijo una voz algo aguda.
Ambos voltearon a la celda de su derecha, en efecto, ahí estaba el ser extraño que Saga había localizado la noche anterior. Pero ¿Qué ahí no había nada? Según ellos, revisaron todas las celdas y no lo habían visto.
-Odio a los seres mágicos- Dijo Milo en voz baja.
Aioria abrió la celda y sacó al prisionero, este estaba amarrado de pies y manos. Lo llevaron a un cuarto oscuro y muy silencioso, parecía interrogatorio policíaco. Sentaron a la criatura y lo amarraron a la silla, Milo se coloco enfrente de él y Aioria a su lado izquierdo.
-Responderas las preguntas con verdad... Si no lo haces- Dijo Milo para después saca su aguijón y casi enterrarlo en la mejilla de él.
-Sin contar que también recibirás una descarga eléctrica- Dijo Aioria mostrando su puño con algunos pequeños rayos.
-¿Qué desean saber entonces?- Dijo Sirek sin emoción alguna.
-Empecemos con algo simple ¿Quien te envió?- Dijo Milo con ojos de pistola.
-Mi amo y señor- Sirek los miró a ambos.
-¿Quien es él, como se llama?- Aioria se acercó a él amenazante.
-Es el hechicero de las tierras oscuras, pero no puedo decir su nombre- Mira a Aioria y después a Milo.
-¿Por qué no?- Dijo Aioria con seriedad.
-Su nombre está prohibido y no debe ser mencionado en ningún momento y bajo ninguna circunstancia-.
-Bien, entonces ¿Donde está Athena?- Esta vez Milo se levanta.
Sirek agacha la cabeza, sonríe de lado y ríe leve, después alza la vista y lo mira a los ojos.
-Esta en los dominios Oscuros... Nadie puede entrar ahí, a menos que quiera morir-.
-Dinos como llegar ahí- Dijo el Caballero de Leo.
-Aunque les dijera como llegar y fueran ahí, no llegarían si quiera al primer pueblo mágico- Dijo Sirek sonriendo.
-¿De qué estás hablando?- Ambos lo miraron.
-Tal vez ustedes no sepan, pero...- Se acomodó en la silla- Humanos y Criaturas Mágicas han estado en guerra por más de millones de años, y digamos que no va por buen camino el Tratado de Paz entre las dos especies.
-Milo...-.
El mencionado lo voltea a ver, esta igual de perdido que el leonino.
-Yo no sé nada de eso-.
-Tampoco yo- Mira a Sirek- Aún así, dinos como llegar hasta la señorita Athena, no nos importan los riesgos.
Sirek recargo su cabeza en el respaldo de la silla y rió burlesco, después solo soltó aire y los miró con una sonrisa en el rostro.
-Ustedes no entienden la situación tan crítica, apenas entren al mundo mágico van a morir, los Ingen Magi no poseen la fuerza suficiente para resistir el golpe de magia de la barrera... Y si lo hicieran, los Rockers terminarían aplastandolos- Los mira- ¿Ahora entienden porque ustedes no pueden pasar?
-No sé si no entiendes...- Milo sacó su Aguja Escarlata y la enterró en el pecho de Sirek.
Él grito de dolor, podría ser mitad serpiente pero ese veneno era más letal que el suyo... Sintió su cuerpo arder y que explotaria en cualquier momento.
-Queremos saber cómo llegar hasta ahí ¿Entiendes o necesito usar otro método para que lo digas?- Milo se acercó más hasta estar frente a frente y sin sacar su aguja.
-¡Está bien... Lo haré... Lo haré!- Gritó Sirek mientras respiraba entrecortado por causa del dolor.
-Te escucho- Su voz se volvió seria e intimidante.
-Deben de... Pasar por el pueblo de Harem... Seguido del mercado Giant... Después seguir por el bosque de Tinher... Cruzar el desierto de Sahalem y llegar a los riscos del Dragón Dorado... Ahí verán el bosque Blek y solo tienen que entraaar... ¡¡SACA ESA MALDITA AGUJA!!- Respiraba con dificultad pues el dolor había aumentado.
Milo espero tres segundos, tres segundos que fueron eternos para Sirek. Después saco su Aguja Escarlata y se enderezó.
-Gracias, por tu cooperación- Sonrió Milo como si nada.
Sirek había dejado caer su cabeza hacia adelante, respiraba ahogado y estaba sudando.
-No... Me queda... Tiempo... Él... Me matará...- Dijo Sirek asustado.
-¿Quien te matará?- Aioria lo miró.
-Él...- Sirek lo miró pero se quedo estático.
Ambos se quedaron confundidos, miraban al ser mágico con atención. Sirek empezó a hacer una mueca de dolor, sin previo aviso se movió bruscamente hacia atrás, rompiendo el respaldo de la silla. Ambos Caballeros dieron pasos hacia atrás, por primera vez en sus vidas, tenían miedo de lo que estaban viendo.
El cuerpo de Sirek se movió solo, su hombro se rompió al igual que sus rodillas, se arqueo y se vio como una por una, sus costillas se rompían como si alguien las tronara con sus manos. Sus ojos se pusieron blancos y al final su cuello se movió tan brusco que al hacerse hacia atrás se lo rompió mostrando los huesos que perforaron la piel.
Milo y Aioria estaban boquiabiertos, tenían miedo y asco a la vez, sin contar que estaban en el piso y respiraban agitado. Querían dejar de ver la escena pero no podían voltear la mirada, como si algo los obligará a ver que estaba pasando con el pobre ser.
Sirek, o más bien su cuerpo, escupió sangre negra por la boca. Al final su columna se dobló y se rompió al instante... El cuerpo dejó de moverse después de eso. Ya estaba muerto.
Esto es solo una amenaza, Caballeros, atrévanse a entrar y el cuerpo que ven delante de ustedes, serán los suyos
Esa voz se había oído desde el techo, ambos voltearon a ver y después al cadáver delante de ellos. El cadáver se volvió cenizas y desapareció.
No podían moverse, estaban impactados por lo que acababan de ver. Se sentían como en una película de terror, pero aquella que no censura las escenas de muertes súbitas.
-¿Lograron sacarle algo al... Donde está?- Dijo Saga antes de entrar al lugar.
Ambos seguían viendo la silla vacía, su corazón seguía acelerado y no podían reaccionar.
-¡Hey, reaccionen ustedes dos!- Saga se arrodilló y los movió un poco.
Ambos saltaron por el susto pero regresaron a la realidad, miraron a Saga con confusión y algo de temor.
-¿Y bien... Donde está el prisionero?- Volvió a decir Saga.
-Él... Él... Él... S... Se...- Apenas pudo decir Aioria.
No podía formular palabra alguna ¿Qué había pasado? Se preguntó el leonino.
-Lo mató... Lo asesinó...- Dijo Milo volviendo a ver la silla.
-¿Quién?- Saga miró la silla.
-Su amo y señor- Al fin pudo decir algo Aioria.
Saga no sabía que pasaba, pero ambos se veían asustados. Decidió sacarlos de ahí y llevarlos a Piscis para saber que habían conseguido sacarle al ser antes de que se muriera.
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-Y eso nos dijo antes de que se... ¿Muriera?- Dijo Milo ya más calmado.
-¿Quiénes van a ir y quiénes se van a quedar?- Preguntó Mu.
-No debemos dejar desprotegido el Santuario, así que cuatro irán y los demás se quedarán- Dijo Dohko mirando a los demás.
-Deberan de ir los que mejor sepan cuidarse solos... Así que...- Dijo Aioros mientras analizaba quienes irían.
-Hasta donde sé, los mejores para ir al mundo mágico son Mu, Saga, Aioria y Camus-Dijo Aldebaran con los brazos cruzados.
-¿Por qué lo dices hijo?- Preguntó Dohko mirándolo.
-Mu es la voz de la razón y es más tranquilo que los demás, no actuará por impulso y los mantendrá a salvo. Saga es el mayor y a la vez uno de los Caballeros más poderoso del Santuario, no habrá inconvenientes con él cerca. Aioria sabe como llegar al lugar, será el guía por ello. Y Camus posee la capacidad de analizar las situaciones y resolverlas de la mejor manera, es el Caballero más analítico de todos- Respondió Aldebaran mirando a cada uno.
-Con ese tipo de analogía no tengo que contradecir algo- Dijo Afrodita mirándolo.
-Bien, entonces ellos cuatro irán mañana a primera hora, Aioria- Dijo Shura quién miró al leonino- Espero no pierdas el camino.
-No lo haré- Aioria dijo con seriedad.
Después de organizarse todos se fueron a sus templos a dormir. A excepción de los Caballero de Leo y Escorpio, pues seguían algo traumados por lo que habían presenciado.
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El mismo joven traía un costal, pero este estaba totalmente negro. Al llegar con el mismo sujeto de ojos rojos hizo lo mismo que con el costal anterior. En cambio esta vez se escuchó un quejido y una maldición.
-Solo uno más y podrás empezar- Dijo el joven y se fue.
El hombre abrió el costal y se maravillo al ver al Dios dentro.
-¡Oh por Mørke! El Dios del Inframundo vino a visitarnos, que maravilla- Sonrio mostrando sus dientes puntiagudos.
Hades quiera hablar pero la tela en su boca se lo impedía, al final también terminó encadenado y encarcelado.
Sería un tiempo muy largo hasta que los rescatarán.
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