El Camino A Harem
Saga y los dos Dioses guerreros se habían quedado en la explanada cuando llegaron Mu y Aioria con los dos espectros.
-Radamanthys, Myu... ¿Cómo llegaron aquí?- Preguntó Saga algo irritado por la presencia del primero.
-Digamos que una criatura nos ayudó a cruzar- Dijo Myu de manera amable.
-¿Digamos?- Preguntó Alberich uniéndose a la conversación.
-Si ¿Y ustedes quienes son?- Radamanthys los miró de manera asesina.
-Somos los Dioses Guerreros de Asgard, venimos a rescatar a la señorita Hilda- Sigmund habló antes que Alberich.
El Wyvern se les quedó viendo, en cambio el espectro de Papillon se les acercó y se presentó. Después de unos minutos se veía a Camus a lo lejos, acompañado de dos personas más. Los Caballeros Dorados se les quedaron viendo hasta que reconocieron que eran Isaac de Kraken y Sorrento de Siren. Al llegar con ellos Mu saludo a los dos, Aioria y Saga saludaron con ademán de mano.
-¿Kanon que haces aquí?- Preguntó Sorrento e Issac sorprendidos.
-Yo no soy el estúpido de mi hermano, soy Saga de Géminis- Dijo él algo molesto.
Le molestaba que a cada rato lo confundieron con su gemelo, eso le irritaba.
-Oh, disculpe señor Saga de Géminis- Sorrento se inclino un poco en señal de disculpa.
-No te preocupes Sorrento-
-¿Si conoces quien es él como es que él no te conoce?- Radamanthys miró confundido al Géminis.
-Lo conozco por Kanon, pero él jamás me había visto o sabía de mi- Lo miró con seriedad.
-Bueno bueno bueno, supongo que todos los que estamos aquí estamos buscando a nuestros Dioses... Así que ¿Qué les parece si nos unimos para poder encontrarlos?- Dijo Myu mientras miraba a todos.
Los Generales Marinos aceptaron, los Caballeros Dorados se quedaron pensativos y los Dioses Guerreros no estaban de acuerdo con la idea.
Después de perder quince minutos en decidir si sí irían juntos o no, dijeron que se unirían para buscar y encontrar a los Dioses. Así que Mu y Aioria fueron a la cabeza para guiar a los demás para llegar al pueblo de Harem. Los Generales iban detrás de ellos, después los Espectros seguidos de los otros dos Caballeros Dorados. Quienes cuidaban la retaguardia eran los Dioses Guerreros.
Llevaban una hora de viaje cuando llegó la noche, se encontraban en medio de una montaña, así que no les quedó de otra más que entrar a una cueva y dormir ahí.
Antes de prender la fogata Saga y Sigmund fueron por palos para el fuego, entre Mu y Sorrento acomodaron las pocas cosas que traían para poder dormir después, Radamanthys y Aioria fueron a buscar comida mientras Camus y Alberich creaban un pequeño muro para evitar que entrarán criaturas mientras ellos dormían. Issac y Myu fueron a buscar agua.
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Saga había conseguido un buen número de palos de madera, Sigmund había encontrado palitos y algunas rocas para ayudar a delimitar el fuego.
-Con estos son suficientes- Dijo Saga mientras se acercaba a Sigmund.
-Entonces volvamos- Dijo el Dios Guerrero con su bonche de palitos y las rocas.
Ambos se dieron la vuelta para volver a la cueva, no muy lejos de ellos vieron unos ojos amarillos que brillaban con la poca luz de luna que había. Ambos se quedaron estáticos. De las sombras salió un felino un tanto grande, tenía manchas en todo su cuerpo y en sus ojos tenía dos rayas que bajaban hasta los lados de su hocico.
-¿Eso no es un guepardo?- Preguntó Sigmund a Saga en voz baja.
-Según yo si, pero ¿Qué hace aquí, que no viven en África?- Saga miro a Sigmund rápidamente y después al felino.
Ni si quiera le pudo contestar cuando el guepardo les gruñó, ambos lo miraron para después ver como el gran felino sacaba a mostrar sus alas negras. Parecidas a las de un dragón. Se escuchó un ruido a lo lejos, los dos voltearon por instinto hacia su izquierda. Cuando volvieron la mirada el felino alado ya no estaba, solo se veían unas hojas moviéndose señal de que había corrido.
-Si el se fue será mejor que nosotros también- Saga empezó a caminar.
Sigmund lo siguió de cerca para no perderse, el bosque daba miedo a cualquier parte que voltearas a ver.
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Aioria y Radamanthys habían conseguido cazar un conejo y un venado, o bueno, tenían forma de conejo y venado. Ambos iban de regreso cuando escucharon unos árboles caer a lo lejos, ambos detuvieron el pasó por unos minutos para poder voltear, después reanudaron la marcha.
-¿Cómo fue el secuestro de la Diosa Athena?- Preguntó Radamanthys con curiosidad.
Aioria lo volteó a ver por unos segundos, después tomó aire y volvió a ver el camino.
-El Viejo Maestro nos dijo que entró al Salón Principal y el lugar estaban en penumbras. Después encontró el báculo de Athena tirado en el suelo y un pedazo de tela del vestido de ella... Ahí supo que había pasado algo y tomamos medidas para encontrarla- Dijo Aioria neutralmente.
Radamanthys lo miró sin mover la cabeza, después volvió a ver el camino.
-¿Por qué la pregunta?- Aioria lo miró.
-Quería saber eso solo para ver si era la misma persona quien secuestró a mi Señor... Y parece ser que si- Radamanthys habló de manera calma.
-Entonces esto es algo que planeó una sola persona- Concluyó el leonino.
Los dos siguieron el camino en silencio hasta llegar a la cueva.
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Issac había encontrado un pequeño tronco hueco, ahí echaron agua hasta que se llenó completamente. Myu había echó operaciones para saber si con eso alcanzaría para todos, lo cuál descubrió que iba a faltar agua para dos días más. O por lo menos hasta llegar al pueblo.
-Debemos de llevar más agua, solo alcanzará para esta noche- Dijo Myu mirando a Issac.
-Entonces toma, deja creo un jarrón de hielo- Le dio el tronco.
Myu agarró el pequeño tronquito con agua, Issac usó su Cosmos y creó un jarrón de cincuenta centímetros de largo y treinta de ancho. Lo lleno hasta el tope de agua y después lo tapó con su Cosmos, ya listo todo se dirigieron de regresó a la cueva lo más rápido posible. Pues se vio que algo se movió en el agua y ambos apuraron el paso.
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Ya se encontraban todos en la cueva, estaban comiendo algunos y otros ya estaban dormidos. Saga, Issac, Radamanthys y Alberich estaban en la fogata para ponerse de acuerdo sobre el día de mañana. Mu estaba arriba del muro viendo las estrellas, se imaginó como sería conocer a todas esas criaturas que solo se les veía en cuentos y pinturas.
Después de cinco minutos apagaron el fuego y se fueron a dormir, Aioria se ofreció para hacer guardia en caso de que alguna criatura se acercará e intentará entrar.
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Ya era de mañana y todos ya estaban de camino hacia el pueblo, iban a la mitad del viaje y la mayoría ya estaban cansados. Se detuvieron unos momentos para descansar.
-¿Cuánto falta para llegar?- Preguntó Camus a Aioria.
-No lo sé con exactitud, pero nos falta como medio día- Aioria tomo agua y después respiró profundo.
-Siento que me voy a desmayar...- Dijo Myu tirado en el pasto.
-Jamás creí... Que la superficie... Fuera tan caliente... Me estoy deshidratando...- Sorrento estaba sentado y recargado en un árbol, estaba sudando a lo extremo.
Issac le dio de su agua, Sorrento dio las gracias y se la tomó. En todo el camino y estancia ahí, ni Camus ni Issac se habían dirigido la palabra. Y eso le incomodaba al Kraken y le dolía al Acuario.
-Bueno, retomemos la...- El comentario de Radamanthys fue interrumpido por un árbol que había caído muy cerca.
Todos guardaron silencio, miraron hacia atrás y se quedaron quietos. Segundos después se escuchó un rugido aterrador que hizo caer las hojas de algunos árboles. El sonido de unas pisadas apresuradas se escuchaban e iban directo hacia ellos.
-¡Corran!- Grito Sigmund.
Todos se levantaron y empezaron a correr lo más rápido posible, Alberich y Myu voltearon hacia atrás y pudieron ver a una especie de pantera con seis patas y sin ojos. Esta venía con velocidad hacia ellos, parecía que ellos serían el menú de hoy.
En una parte del tramo el piso se había vuelto hueco, cualquier paso fuerte rompería la superficie y los haría caer a un lugar desconocido. La pantera saltó hasta ellos, no logró agarrar a nadie pero había roto el piso en muchas fracciones, los dos líderes miraron la situación y gritaron que apuraran el paso. Cada que se caía un pedazo se veía una oscuridad total, por el miedo a caer apuraron la carrera y lograron llegar al otro lado, al hacerlo se detuvieron. La pantera había rugido por el enojo de no haberlos alcanzado pero, eso ocasionó que otro pedazo del lugar donde estaban ellos se empezará a desprender, lo malo era que ahí se encontraban Sorrento, Issac y Alberich. Issac los vio a ambos y los empujó antes de que el pedazo de tierra se desprenderá por completo. Por instinto paternal o por preocupación, Camus corrió para agarrar a Issac...
Pero había sido demasiado tarde, Issac cayó a la oscuridad y desapareció de la vista de todos.
-¡Issac!- Gritó Camus mirando la oscuridad.
Sorrento se asomó y quedó en shock, su compañero lo había salvado a costa de su vida. Alberich miraba por donde había caído Kraken, le había salvado la vida. Mu se acercó a los tres y los miró.
-No podemos hacer nada, debemos de seguir adelante- Dijo Mu lo más sutil posible.
Sorrento cerró con fuerza los ojos, apretó sus manos por la impotencia de no haber echo nada. Volteó y se dirigió con los demás, Alberich lo siguió, en cambio Camus seguía ahí estático.
-Camus... Tenemos que irnos- Dijo Mu poniendo una mano en su hombro.
El Acuario cerró los ojos, medito por un segundo lo que estaba a punto de hacer, después los abrió.
-No, ustedes vayan, yo iré después...- Dejó sus cosas en el piso.
-¿Qué diablos estás pensando Camus de Acuario?- Preguntó Saga mirándolo.
-Voy a ir por Issac- Se acercó al risco, justo donde Issac había caído.
-Es una misión suicida ¿Lo sabes, no?- Sigmund había tomado la palabra ahora.
-Lo dejé solo una vez y lo perdí, no lo volveré a perder ahora que estoy presente- Los miró- Los alcanzaremos después, sé como llegar, ustedes sigan
-Camus...- Mu lo miró preocupado.
-Estaré bien, lo prometo- Camus le sonrio de lado y miró a los demás- No pierdan tiempo
Sin esperar a que le dijeran algo más, se dejó caer y desapareció en la penumbra. Mu y Sorrento no querían irse, sino fuera por Myu y Alberich no se hubieran movido. Retomaron el camino hacia el pueblo.
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Había sido una mala idea dejarse caer, se dio cuenta Camus cuando empezó a rodar por lo que parecía ser, era un pequeño risco. Cuando llegó a lo que parecía ser el piso no podía ver nada, ni si quiera sus manos.
-Carajo, no veo nada-.
Al hablar pudo ver una onda blanca que recorrió todo el lugar, esta le dejó ver el lugar. Pero solo se veía negro y blanco, era como si tuviera la capacidad de ver las cosas como los murciélagos... Por medio de la ecolocalizacion.
-Muy bien...- Se levantó y pudo volver a ver el lugar.
Tenía una estructura rocosa a su izquierda y parecía ser que había un camino que seguía derecho. A su derecha había un hueco enorme, como un tipo de zanja. No vio a Issac por ningún lado así que empezó a caminar con cuidado. Sus pisadas ayudaban a crear ondas de sonido que rebotaban en las cosas, pero cuando tenía que ver más allá hablaba o solo decía algo.
-Eco...- Dijo nuevamente y pudo ver.
A lo lejos vio que las ondas se volvieron rojas, señal de peligro, empezó a tener cuidado por donde pisaba. Al llegar dio un pequeño paso algo ruidoso, la cosa que irradiaba las ondas rojas gruñó y se movió. Él se quedó quieto por unos segundos, memorizo el camino antes de que la oscuridad lo invadiera otra vez, después de ver que era seguro siguió caminando en silencio. Unos metros más adelante pudo ver que las ondas se habían vuelto azules, había agua ahí o eso pensaba él.
-Issac ¿Donde estás?- Susurró lo más bajo que pudo.
Dio una pisada algo fuerte y pudo ver que la cosa de ondas rojas ya estaba muy lejos y no lo escuchaba, volvió a caminar normal. Necesitaba ver más allá así que volvió a hablar, pero como no se le ocurría que decir pues soltó lo primero que se le ocurrió.
-Eo...- Dijo y después se avergonzo de si mismo.
A lo lejos vio un bulto con forma humana, se acercó rápidamente y con el corazón a mil por hora, el bulto no se movía y eso le preocupaba mucho. Llegó y si, era Issac, pero parecía que estaba inconsiente.
-Issac, Issac despierta- Dijo Camus sacudiendolo un poco.
Él no se inmutaba, el Acuario se asustó y le tomó el pulso, seguía respirando. Soltó un suspiro de alivio. Lo levantó y lo abrazó, después lo cargó y lo pegó a su pecho. Empezó a caminar nuevamente, ahora debía de encontrar la salida.
-Eo- Dijo nuevamente.
Se pudo ver no muy lejos otro risco que subía hacia algún lado, pero antes de llegar había ondas azules, debía de cruzar un lago antes. Se acercó y piso lentamente, cuando vio que era seguro empezó a caminar.
Pero no contó con que el agua era muy ruidosa, tanto que escucho el gruñido de hace rato. Se detuvo y maldijo en voz baja, el agua le llegaba hasta el abdomen. Después de unos momentos de calma volvió a caminar lo más lento posible para evitar hacer un ruidajal. Si no fuera porque volvió a oír el gruñido se hubiera caído a una cueva submarina. El agua le llegaba al pecho y eso le preocupaba ya que su alumno seguía inconsiente.
-Carajo ¿Cuánto falta?- Miro hacia adelante- Eo
Las ondas demostraban que estaba a menos de seis metros de llegar a la orilla. Tomó aire y siguió avanzando, al ver que el agua lo cubría más tomo a Issac de la espalda y sus piernas y lo alzó. Tomó lo más que pudo de aire y siguió caminando, pero el terreno lo traicionó y se creó un socabon. Camus se hundió y dejó caer a Issac, lo había soltado y entró en pánico. Tanto que le valió un comino si hacía ruido o no y empezó a buscarlo, su vista se empezaba a normalizar, podía ver debajo del agua sin tener que hacer ondas de sonido. Vio a Issac no muy lejos de él y nado rápidamente, lo tomó de la cintura y subió.
Al llegar a la superficie nado hasta la orilla y ahí dejó a Issac a salvo y después subió él como pudo, en tres segundos ya estaba arriba y sentado. Issac empezó a toser y sacar el agua de sus pulmones, Camus lo sentó para que no se ahogara. Ya estando estable Camus lo abrazo sobreprotector.
-¿Ma... Maestro?- Dijo apenas audible Issac.
-Si Issac, soy yo- Camus no lo había soltado, seguía abrazandolo.
Issac lo abrazó algo débil pues apenas había despertado, el mayor se sentía más aliviado. Su alumno se encontraba bien y eso le daba paz. Se separaron después de un tiempo, Issac se estaba acostumbrando a la oscuridad del lugar, pero podía ver a su maestro.
-¿Maestro, por qué vino a salvarme?- Preguntó Issac algo cansado.
-Eres mi alumno, aún después de muchos años, tenía que venir por ti... Tenía que venir por mi hijo- Camus acarició levemente la cabeza del menor.
Issac sonrió, él creía que el mayor no le tenía afecto alguno pues no le habla dirigido la palabra en todo lo que llevaban juntos ahí en ese lugar. Así que lo volvió a abrazar, Camus correspondió al abrazo y lo estrujo un poco.
-Entonces salgamos de aquí, maestro- Issac se separó y lo miró con decisión.
-Si, pero debemos de buscar la salida antes- Camus había vuelto a su actitud seria.
Ambos voltearon y vieron un túnel que ascendía, al final de este se veía una luz. Ambos se miraron decididos, empezaron a subir por el túnel, al estar muy estrecho decidieron ir a gatas.
Minutos después salieron de ahí y volvieron a lo que era el bosque, miraron a todos lados pero no reconocían donde estaban.
-Estamos perdidos- Dijo Issac viendo el alrededor.
Camus escuchó un graznido proveniente del cielo, sonrio de lado y miró a Issac.
-No por mucho-.
Issac sólo lo miró confundido, después el mayor chiflo lo más fuerte que pudo. Se volvió a oír un segundo graznido, de los cielos bajó una criatura no muy gigante pero si con el tamaño para llevar a dos personas. Enfrente de ellos aterrizó el hipogrifo gris, quien extendió sus alas y grazno.
-Vamos, tenemos que llegar al pueblo de Harem- Dijo Camus y se acercó al hipogrifo.
Este lo miro y restrego su cabeza en el pecho de Camus, él solo sonrió de lado. Ya le estaba tomando cariño a ese animal, se subió a su lomo y le extendió la mano a Issac. El menor lo miro confundido, pero era cierto, debían llegar al pueblo. Así que se acercó, tomó la mano de su maestro y subió. Ya arriba el hipogrifo alzó vuelo y empezó a volar, Issac estaba maravillado mientras Camus temía caerse e iba aferrado del cuello de la criatura.
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Había pasado medio día y no había señales de Issac ni de Camus, los ocho podían ver el pueblo a lo lejos. Apuraron el paso para llegar lo más rápido, cuando vieron a una criatura voladora que llegaba del lado Este. Esta llevaba a dos personas en su lomo, un hombre de cabellera aguamarina que iba aferrado el animal y otro de cabellera verde que disfrutaba del vuelo.
-Parece ser que ya nos ganaron- Dijo Sigmund sonriendo.
-Apuremos el paso entonces, no los hagamos esperar- Dijo Radamanthys antes de seguir.
Todos asintieron y apuraron el paso para llegar al pueblo lo más rápido posible.
Siento que esta historia se están llendo al caño, porque me la imaginaba más chida en mi cabeza pero ahorita que la leo y la siento de la verga.
Ustedes que dicen:
Le sigo?
O la borro?
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