[15]

Decimocuarta noche.
Sin memorias.

Había sido un día largo.

Con la muerte a un suspiro de distancia, que un día se volviera largo tendría que ser algo por lo que estar agradecido. Sin embargo, Seokjin pasó todo el día con su familia y Hoseok, perdiéndose en sus pensamientos con demasiada facilidad. Las dudas asaltaban su mente con frecuencia ante el paso de los minutos, y odiaba no tener a nadie quien pudiera ayudarlo a resolverlas. Al final del día, cuando la noche llegó y quizás la conexión con una nueva memoria lo ayudaría, no supo si sentirse decepcionado o temeroso de aparecer en la infinita oscuridad.

Seokjin recordaba perfectamente la última vez que se sintió a la deriva de aquel vacío, pues fue exactamente 15 noches atrás, cuando Cupido se atrevió a invadir su sueño, revelándole el final de sus días para concederle sus privilegios. Pero no se suponía que tenía que volver ahí. Aún le quedaban 2 noches con Yoongi, según decían los datos de sus antepasados, así que, ¿por qué estaba ahí?

Alzó su vista cuando un brillo llamó su atención. Como un estallido de luz, un hermoso joven apareció frente a él, mirándolo fijamente. Seokjin sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando este le dedicó una sonrisa.

―Kim Seokjin, veinteavo descendiente del clan de Kim Seokmin, es un gusto conocerte al fin

―No eres Cupido ―fue todo lo dijo Seokjin, preguntándose quién era aquel que interrumpía su sueño―.

―Lo siento, me temo que no es el turno de mi hermano mayor para presentarse ante ti ―continuó sonriendo―. Mi nombre es Anteros

Seokjin lo estudió al escuchar su nombre. Mientras Cupido tenía rizos dorados y desordenados, luciendo como un niño, Anteros era un joven atractivo de largo cabello sedoso y la postura de un noble. Cupido no había dudado en revolotear sus pequeñas alas alrededor de él hace unas noches, transmitiendo burla con su sonrisa, a pesar de sus ojos vendados, mientras que Anteros permanecía tranquilo y sus majestuosas alas de mariposa estaban quietas, sin buscar su admiración. Por último, Anteros no cargaba flechas, a diferencia de su hermano que parecía bastante orgulloso de ellas.

Pero, ¿por qué Anteros había querido verlo?

Seokjin intentó recordar todos los detalles posibles de su investigación pasada sobre Cupido y todo aquel que se le relacionaba, y un dato mucho más importante que su apariencia vino a su mente.

Cupido era el Dios del amor. El primer amor. El amor inocente, ciego y egoísta. El amor que carece de lógica y sentido común, que dura tanto como una primera impresión o una simple idealización. Como si de un juego se tratara, Cupido lanzaría flechas de oro a los humanos para hacerlos caer de amor, solo para luego dispararles flechas de plomo que los harían olvidar y perder lo que alguna vez desearon.

Mientras que Anteros...

Anteros era todo lo que Cupido no podía conseguir. Anteros era el Dios del amor correspondido, apasionado y sabio. Anteros era la representación madura del amor que su hermano mayor no podía ver. Y por eso las leyendas presumían de su mala relación.

Sin embargo, ahí estaba el menor ahora.

―Sabes quién soy ―murmuró el Dios con convicción ante la mirada de admiración del joven―. Pero quieres saber qué hago aquí

―Mi antepasado fue castigado por Cupido, no por ti

―Mi hermano y yo somos contrarios, pero necesitamos estar juntos para subsistir. El amor no es solo su extremo o el mío ―explicó con delicadeza―. Tu amor por Min Yoongi no es solo obra de Cupido ―sentenció finalmente, arrodillándose frente al confuso humano―. Desde que Kim Seokmin, tu antepasado, intentó manipular el amor y fue castigado, muchas generaciones lucharon por conseguir lo que tú. Es cierto, varios desistieron, pero también varios hicieron todo por su destinado, esperando alcanzar la profecía prometida por mi hermano

―¿Así que te apareciste ante ellos también? Porque eso no está en el diario

―No, no fue así con ellos ―reconoció―. Todos tus antepasados que llegaron tan lejos como tú, contando con el final de los días de su persona amada, modificaron sus memorias a favor de ellos. Por quince noches, todos crearon la historia de amor con la que siempre soñaron. No les importó cuánto tuvieron que sacar o poner en esas memorias, y no les importó si los corazones de sus destinadas buscaban lo mismo que ellos, hicieron todo lo posible para conseguir su felicidad personal

―Los haces ver como seres egoístas ―murmuró con amargura―.

―Egoístas ―repitió, levantándose con una sonrisa―. Egoístas es lo que todos fueron. Egoísta fue que Seokmin luchara con una fuerza más grande que él, solo por beneficio personal. Egoísta es el amor de mi hermano, quien se encargó de castigar a sus sucesores. Egoístas fueron ellos también, al modificar memorias sin considerar el corazón de su persona predestinada ―dijo con una mirada resentida―. ¿Egoístas? No importa cuán desgraciada haya sido tu vida, si al momento en que tu muerte se acerca, solo eres capaz de pensar en ti, olvidando el significado de altruismo y compasión, no puedes llamar a ese sentimiento amor

Seokjin sintió un sabor amargo en la boca. No quería juzgar a sus familiares, pues se encontraba en los zapatos de ellos ahora, pero tampoco comprendía sus decisiones. ¿No sintieron que el corazón de su predestinada estaba en primer lugar?

―Hay algo que tus antepasados no entendieron, Seokjin ―volvió a hablar Anteros, con más calma―. La maldición condenaba tu amor, pero, a su vez, te permitiría conocer a la persona que ha nacido para amarte y ser amada por ti. Eso es lo que nosotros llamamos un alma gemela. Y, encontrar a tu alma gemela en tu mundo, es una bendición en vida. Porque hay millones de humanos ahí afuera que morirán sin haberla conocido. ¿Rechazarías conocer a tu alma gemela, a cambio de no recibir esta maldición?

―No ―contestó rotundamente―. Maldito o no, Yoongi es, y debe seguir siendo, parte de mi vida ―aclaró, levantándose con molestia―.

―Entonces... ―Anteros se elevó sobre él, mirándole inexpresivo―. Felicitaciones, Kim Seokjin, porque tu amor ha sido bendecido por mí

Seokjin lo miró, sin comprender, y Anteros se limitó a posar su mano sobre su cabeza.

―Por 13 noches, has buscado el bienestar de tu pareja. Un discípulo de Cupido jamás haría algo así. Elegiste su vida por sobre la tuya, y ese es un sacrificio que no será en vano. Te reconozco esta noche como mi seguidor, porque tu amor, desinteresado e incondicional, da cuenta de tu corazón. Eso es el amor verdadero, Kim Seokjin. Y ese es, por tanto, tu amor correspondido ―Se alejó de él, dedicándole una sonrisa amable y triste―. Pero solo hay dos cosas que podemos hacer por ti, y sólo puedes elegir entre una de ellas

―¿Me-Me están premiando? ―Anteros asintió bajo sus ojos expectantes―. ¿Mi amor es correspondido?

―Creo que lo has confirmado por ti mismo la noche anterior

Seokjin llevó una mano a su corazón, recordando los mensajes en el frasco que Yoongi aún guardaba.

Entonces, a pesar de que él jamás buscó su amor, ¿resultó que Yoongi igualmente terminó enamorado de él? ¿Cómo dos personas destinadas a estar separadas, habían pasado tantos años soñándose a la distancia? ¿Qué tan devoto debía ser ese amor para sobrellevar tantas adversidades?

―Escucha, esto es importante ―Anteros buscó su atención de regreso―. Como eres el primer descendiente de Kim Seokmin en conocerme, eres el único que puede tomar esta decisión. Es difícil, pero, sea lo que sea que elijas, está bien si lo decides tú ―le aseguró―. Tienes que saber que no podemos ir contra el tiempo de vida, Seokjin. Tanto la vida de Yoongi, como la tuya, han sido decididas desde el día de su concepción. No hay nada que, mi hermano o yo, podamos hacer contra el Dios de la muerte

―¿Por qué me dices esto? ―preguntó despacio, pues ni siquiera, en el mejor de sus momentos, soñó con tal milagro como la vida―.

―Porque, contrariamente a lo que he dicho, hay algo que sí podemos hacer. No podemos cambiar tal cosa como el destino, pero... podemos negociar una semana con él

―¿Una semana?

―Una semana es lo único que el Dios de la muerte podría otorgarnos. Una vida larga y prospera, es un destino que no les pertenece ―confirmó con pesar―. Yoongi y tú vivirán por una semana más. El castigo será revocado y las memorias modificadas serán conservadas. Puedes hacer con ese tiempo todo lo que gustes. Puedes pasar esa semana con Yoongi, de hecho, tal como siempre soñaste

Los ojos de Seokjin se iluminaron, sin poder creer lo que escuchaba. Quizás una semana no podría reemplazar toda una vida, pero era mucho más que todo lo que alguna vez imaginó. ¡Sería en la vida real! ¡Sería junto a él!

―Pero existe otra opción ―continuó Anteros―. Podemos no negociar un trato con el Dios de la muerte y, por tanto, permitir al destino seguir su curso. Sin embargo, si así lo elijes, mi hermano estará dispuesto a perdonar a tu familia

―¿Perdonarla? ―preguntó, incrédulo―. Pero no habrá extensión de vida

―No ―confirmó, mirándolo con tristeza―. Ni extensión de vida, ni memorias modificadas ―agregó―. Todo lo que hiciste por Min Yoongi en estas 13 noches... se convertirán en sueños y nada más. Su pasado volverá a él, junto al dolor que querías reemplazar por felicidad, pero, a cambio, nadie en tu familia volverá a sufrir el destino que a ti te ha tocado

Seokjin permaneció en silencio, sintiendo su corazón caer. Su decisión estaba entre Yoongi y su familia, y él no quería poner a las personas que amaba en una balanza. ¿Qué era una semana de felicidad junto a su amado, si a cambio sacrificaría la que podría ser la única salvación para su familia? Porque sí, quizás alguien en el futuro podría repetir sus pasos e intentar salvar a los Kim, pero, ¿cuál sería el precio? ¿Sobrellevar el mismo infierno que generaciones pasadas y él vivieron?

Pero Yoongi perdería sus recuerdos modificados también. Y ellos morirían dentro de muy poco.

―Puedes ser egoísta esta vez, Seokjin ―susurró Anteros al ver su aflicción―.

―Moriremos mañana... ¿no es así? ―murmuró, alzando la vista hacia él, sintiendo su vista arder―.

―Si tomas el segundo camino... será mañana, cuando el amanecer llegue ―asintió―.

―Amo a Yoongi ―respondió―. Pero sé... sé que él lo entendería

―Seokjin-

―Debo elegir a mi familia esta vez ―finalizó, las lágrimas escapando de sus ojos―. No puedo permitir que más personas inocentes sigan pagando por un pecado que no cometieron

Anteros suspiró, retrocediendo un paso. Extendiendo su mano hacia el joven, esperó que este la tomara para presionarla con fuerza. Por alguna razón inexplicable, el dolor abandonó el corazón de Kim, a pesar de las lágrimas que no se detenían.

―Cuando despiertes, será el amanecer del 24 de diciembre de 2019, tu último día de vida ―miró sus ojos―. Pero, como la maldición acaba aquí, contigo, aún quedarán unas horas para que puedas buscarlo a él ―sonrió débilmente―. Ese es mi regalo, lo único que puedo hacer para recompensar lo que ha hecho mi hermano. Vive esta víspera a tu manera, Seokjin, y despójate de cualquier miedo. Te aseguro que, si hay alguien que te entiende en vida, ese es Min Yoongi ―soltó su mano―. Despierta ahora

La imagen del bello joven se volvió difusa hasta finalmente desaparecer. La oscuridad se volvió claridad, pero igualmente se sintió caer en el vacío hasta su despertar. Sobresaltado, Seokjin encendió su lámpara, notando que aún estaba muy oscuro en el exterior.

Eran apenas las 6 de la mañana. Eran apenas las 6, pero, a su vez, las últimas 24 horas de su vida. Y había tanto por hacer, por entender y por buscar, que lo único que sí hizo, fue correr hacia el libro de sus antepasados. Porque, a partir de aquella mañana, la maldición llegaba a su fin, junto a las tristes experiencias de aquellos que padecieron de la maldición y la guardaron en las hojas de aquel diario.

Su historia sería la última por contar.

Nota:
Wujuuuuu, ¡por fin actualicé temprano!
Quizás varias aquí no lo sepan, pero este es el penúltimo capítulo del fic u_u. ¡Así que solo quedan dos partes! (último capítulo y epílogo). Por eso mismo, decidí que este lunes no habría actualización, porque quiero extender la intriga y sufrimiento de esperar el final. JAJAJAJA. Ya, pero hablando en serio, el sábado volveré a actualizar xD. ¡Hasta entonces!

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