[14]
· 22 de diciembre de 2019.
―Llevaré estas flores
La florista asintió al pedido de Seokjin, alabando su buena elección, antes de irse a hacer el arreglo para él.
Ese día Seokjin lo pasaría con sus padres y, sabiendo cuánto amaba su madre las flores, no dudó en entrar a aquella tienda en cuanto pasó de casualidad por fuera. No recordaba que hubiera una florería ahí antes, así que aprovechó la espera para seguir curioseando entre la diversidad de hermosas flores. Sus ojos se detuvieron en una especie en particular, que trajo recuerdos de su infancia como un rayo, y un escalofrío recorrió su espalda sin razón aparente.
"¿Qué flor es esta?"
"Smeraldo"
―Disculpe... ―llamó a la señorita con cierta duda, señalando la flor―. Esta flor... ¿podría ser smeraldo? ―preguntó―.
―Está en lo cierto, joven ―ella sonrió―. No muchas personas saben de ella o su significado, es una sorpresa que logre reconocerla
―Y... ¿cuál es su significado? ―quiso saber ante la mención de este, pues, a pesar de conocer su nombre gracias a Yoongi, jamás se dio el tiempo de investigar más allá de cómo lucía―.
―La verdad que no pudo ser contada ―respondió, obteniendo una mirada atenta del joven―. Suena triste, ¿no es así? Pero la leyenda que le dio vida es tan trágica como su significado
Seokjin volvió a mirar la flor, esta vez con pena, y no pudo evitar pensar en Yoongi. En él, regando a diario aquella flor que jamás creció, pero que escondía un significado tan triste como la historia de ambos. De existir las coincidencias, habría apostado a que esa era una muy amarga. Como si todo en sus vidas, desde su nacimiento, estaba determinado de cierta forma para llegar a un único trágico final.
―¿Le gustaría llevarla?
―No por ahora ―sonrió apenas― Pero, gracias
♡ ⇝ ♡
Decimotercera memoria.
24 de diciembre de 2018.
Las fiestas no solían ser una fecha especial para Yoongi, Seokjin lo sabía. Tanto en navidad como año nuevo, la mayoría se reunía con su pareja o familia, por lo que el menor siempre terminaba aislándose de alguna manera durante festividades. Ciertamente, hubo años excepcionales en que se unió a la familia de Jungkook o Namjoon, pero el 2018 no fue el caso.
Ese año Yoongi se había quedado solo, y Seokjin lo supo gracias a que Jungkook no dejó de gruñir al otro lado de la línea, quejándose con Taehyung, porque Yoongi no había querido viajar con él para reunirse con su familia. Como siempre, el menor era la vía directa para saber todo lo que acontecía en la vida de Yoongi. Así que, ese día, los primos Kim se miraron en silencio, preguntándose si habría una forma de hacer la navidad de Yoongi más especial; y la encontraron.
La familia Kim se caracterizaba por hacer fiestas a lo grande, aprovechando la oportunidad para hacer eventos a beneficio y comida para aquellos menos afortunados en noche buena. Desde pequeños, tanto Taehyung como Seokjin habían sido inculcados para valorar todo lo que poseían y compartirlo con el de al lado, por lo que se habían acostumbrado a cenas gigantes, llenas de desconocidos, que agradecían un delicioso plato de comida en esa noche tan fría. Y siempre había música de fondo, niños cantando villancicos y corriendo por la sala de eventos, y hasta un escenario donde alguien se encargaría de animar la noche. Esa era la vida que ellos conocía y también, justamente, la que querían compartir con Yoongi.
Así fue, como hace un año, Seokjin juntó a sus primos pequeños y a su hermano menor, con la misión de ir hasta casa de Yoongi para cantar villancicos a su puerta. Un poco de espíritu navideño no le hacía mal a nadie, y una invitación para pasar navidad con alguien más mucho menos. Sin embargo, aunque Yoongi sonrió y miró con una mezcla de vergüenza y dulzura a los pequeños coristas en su puerta, nunca llegó a la fiesta. Y Seokjin, que había pretendido esconderse solo para que Yoongi fuera capaz de disfrutar la navidad ahí, se sintió realmente decepcionado con su ausencia.
Estaba seguro de que Yoongi había rechazado el que, quizás, se habría convertido en uno de los momentos más bellos de su vida, así que esa noche estaba decidido a volver sobre sus pasos para convencerlo de asistir, si es que los ojos de cachorro de sus pequeños familiares no eran suficiente.
―Confía en mí ―dijo Taehyung a su lado, tal como en ese entonces―. Nadie tiene resistencia ante mis hermanitos ―se jactó―.
Seokjin rió en voz baja, mirando fijamente a los niños que tocaban el timbre de la casa de Yoongi. Tomó poco tiempo para que este saliera a ver de quién se trataba y el mayor apreció mediante un suspiro el brillo en sus ojos que describió su hermano menor en el pasado. No, él no había estado ahí para verlo antes, siempre conformándose con los rumores que llegaban de alguna manera a sus oídos, pero ahora era distinto. Ahora, Seokjin podía confirmar con sus propios ojos la manera en que Yoongi miró a esos niños, como si acabaran de calentar su corazón un poquito.
―¡Gracias por escucharnos! ―fue el hermanito de Seokjin quien tomó las riendas de la charla tras terminar de corear villancicos―. Ahora, hyung, queda humildemente invitado a la fiesta de navidad organizada por nuestra familia ―aclaró, inclinándose ante él mientras le extendía la invitación―.
Seokjin rodó los ojos y rió en voz baja, enternecido por la extravagancia de su hermanito. Viendo lo bueno que era desenvolviéndose con los mayores, sintió un poco de amargura al recordar que no podría verlo crecer para convertirse en un jovencito encantador.
―Gracias... ―Yoongi recibió la invitación, mirándolo un tanto curioso―. Por cierto, ¿han venido hasta aquí solos? Porque no es bueno para unos niños ir tocando la puerta de extraños sin vigilancia, ¿saben?
―¡No se preocupe, hyung! ―el hermanito de Seokjin dio un brinco, señalando hacia donde se encontraban los mayores a metros de él―. ¡Mi primo y mi hermano están cuidando de nosotros!
Yoongi siguió la dirección del dedo. Taehyung hizo un pequeño gesto con la cabeza, a modo de saludo, y Seokjin sonrió algo cohibido ante sus atentos ojos; aún era extraño ese contacto visual. Las mejillas de Min parecieron sonrosarse por algo más que el frío invierno.
―Así que... ―Seokjin aclaró su garganta, enseñándole una pequeña sonrisa―. ¿Nos darías el honor?
El contrario no necesitó pensarlo más. Si en el pasado existió duda, ese no fue el caso ahora. El menor asintió distraído, aun pareciendo procesar lo que sucedía, pero no tardó en buscar su abrigo y bufanda para irse con ellos a dónde sea que fueran.
A Yoongi le sorprendió la iniciativa de la familia Kim, a decir verdad. La sala de eventos que habían arrendado estaba calefaccionada y mesas largas llenaban más de la mitad del lugar, con personas acomodándose en espera de un plato de comida. Familiares de los chicos iban de aquí para allá, haciendo sentir a todos bienvenidos mientras les servían y les deseaban una feliz navidad. La gente ahí lucía feliz, olvidándose de los problemas, incluso si era por un momento, y disfrutando de la velada. Niños corrían y se divertían por la zona, siendo ruidosos tal y como se esperaba, pero incluso su felicidad era contagiosa. Desde sus días en el hogar de menores, él no veía una escena tan cálida. Era cierto que el más mínimo de los detalles se volvía un todo cuando no tenías nada.
―Este lugar... es bonito ―se atrevió a murmurar junto a Seokjin, quien le estaba sirviendo un café―. ¿Suelen hacer cosas como estas?
―Todos los años ―reconoció con una sonrisa―. Tenemos una cuota mensual cada año, en espera de estos días. Comida, ropa, regalos, esperamos cooperar con algo, por mínimo que sea ―miró hacia su hermano, quien reía junto al resto de los niños―. Honestamente... a veces siento que ciertas personas de mi familia hacen este tipo de cosas, deseando el favor de un ente todopoderoso ―rió entredientes, recibiendo una mirada atenta del menor―. Pero, al final del día, sigue siendo una buena causa. Y lo importante es que conozco mis propias razones para estar aquí, solo... me gustaría que las vidas de todos fueran un poco mejor
―Has hecho de mi vida algo mejor
Seokjin giró hacia Yoongi, sorprendido de una declaración tan contundente. Hasta donde él veía, jamás había participado de la vida de Yoongi directamente, por lo que le costaba entender que los pequeños detalles modificados en sus memorias repercutieran tanto en ese instante. ¿Qué tanto había cambiado para que el menor dijera aquello? ¿Por qué Yoongi lo miraba con tanta determinación, como si hubiera estado reteniendo esas palabras por demasiado tiempo?
―Seokjin, ¿por qué no subes al escenario y nos cantas una canción? ―preguntó su padre de repente, quebrando la pequeña burbuja entre ambos―. Vamos, seguro tu amigo estará encantado de oírte ―lo forzó a sostener una guitarra, sonriendo de oreja a oreja.
El joven intentó esconder la vergüenza que sentía por la intervención de su padre, o quizás realmente estaba nervioso ante la idea de tocar frente a Yoongi por primera vez en su vida. Había escrito tantas canciones pensando en él, hablándole a él, cuando sólo lo recibía la nada, que su corazón comenzó a latir rápido a medida que se dirigía al escenario. Y, de pie ahí, frente a las miradas de todos, fueron los ojos curiosos de Yoongi los únicos que lo hicieron temblar como gelatina. Solo tenía que actuar como siempre, cantar como siempre y finalizar como siempre, pero temió que su voz se quebrara tras el primer acorde de guitarra.
Seokjin decidió que no cantaría una canción de amor esa noche. Jamás había esperado llegar tan lejos, jamás había deseado mucho en su vida, la sola presencia de Yoongi era suficiente para hacerlo feliz, incluso si no había un lazo amoroso que los unía. Así que, tal como en la vida real, no hubo una confesión para él. Su amor, su dolor, su devoción, todo se iría con él a la tumba, tal como la maldición lo premeditaba. Pero, definitivamente, expresaría abiertamente el consuelo que siempre quiso darle.
Seokjin cantó con dulzura una canción cálida para los corazones que temían a las largas noches del crudo invierno. Y cuando acabó de cantar, con la mirada húmeda por la emoción de tener a su amado ahí, fue su hermosa sonrisa lo que guardó con recelo.
¿Un amor correspondido? ¿Ojos que solo lo miraban a él? ¿Un amor más intenso que esa jodida maldición? Seokjin no necesitaba eso de Yoongi; sólo verlo feliz, lo hacía sentir completo.
El resto de la noche pasó rápido, entre conversaciones triviales y risas que jamás pudieron compartir fuera de ese mundo. Cuando ya era pasado de medianoche y los asistentes se habían retirado con una sonrisa, Seokjin se dispuso a llevar a Yoongi en su auto, pues no permitiría que el menor se fuera solo en un taxi. Como el perfecto caballero que era, lo dejó justo en la puerta de su casa, escondiendo sus manos en sus bolsillos ante los nervios que le provocaba estar a solas con él.
―Gracias por traerme ―dijo el menor, abriendo la puerta―. Creo que esta noche es de esas que no podré olvidar nunca, por una buena razón ―sonrió, mirándolo directamente a los ojos―. Así que...
―Feliz navidad, Yoongi ―susurró, mirándole con cariño―. Me alegra saber que disfrutaste la velada, quizás... quizás el próximo año deberíamos repetirlo
―Me encantaría ―admitió en voz baja, mirando por sobre su hombro el interior de su hogar―. Yo... uhm...
―Claro, entra ―se adelantó Seokjin a decir, dando un paso hacia atrás para despedirse―.
―En realidad, me preguntaba si te gustaría entrar ―confesó, soltando una risita nerviosa―. Es decir, sé que es tarde, pero... aún no tengo sueño, y pensé... pensé que quizás podría invitarte a tomar algo caliente, si es que te apetece. Y si no-si no... no tienes que sentirte obligado a aceptar ―se apresuró en aclarar―.
Seokjin ladeó su cabeza, mirándole con curiosidad, y una sonrisa se deslizó por sus labios al verlo removerse con incomodidad e intentar toquetear su oreja, a pesar de estar usando un gorro. Si Yoongi quería compañía, no sería él quien se la negaría.
―Me gustaría seguir charlando contigo ―aceptó―.
Los ojos del menor se iluminaron, apresurándose en dejar espacio para que el contrario ingresara. Yoongi se quitó los zapatos y prácticamente corrió a la sala, invitándolo a seguir sus pasos. Seokjin quiso reír enternecido al verlo ir directamente a la chimenea, queriendo encender el fuego para ambos, y se ofreció a terminar por él al verlo tan atolondrado.
El fuego, por supuesto, hizo la diferencia en el ambiente; o quizás Seokjin sólo era un romántico empedernido cuyos pensamientos estaban saliendo del camino amistoso que él mismo había determinado. Reprimiéndose mentalmente por soñar despierto con Min, dio vueltas por la sala, disfrutando del tarareo de Yoongi desde la cocina, incluso si no era el más afinado.
Sus ojos se posaron en los cuadros, en el piano, en los estantes llenos de libros, en los colores, en cada detalle que llevaba la esencia de su amado y que tanto hubiera querido conocer de él, compartiendo su vida. No obstante, sin darse tiempo de pesimismos, algo sobre uno de los estantes llamó su atención. El corazón de Seokjin comenzó a latir más rápido, a medida que se acercaba al objeto que puso su piel de gallina. Y, deteniéndose frente a él, confirmó con sorpresa que era justamente lo que creía: el frasco con papeles que un día lleno en su infancia, queriendo hacerle saber a Yoongi lo especial que era para él.
―¿Seokjin? ―llamó Min detrás de él y el mayor por suerte no dejó caer el frasco que ahora tenía entre sus manos, sino que sólo volteó de manera mecánica, enseñándolo―. Oh... ―el menor por fin comprendió lo que sucedía―. ¿Te sorprende que aún lo guarde después de tantos años?
―Hablas como-como si supieras...
―Que lo hiciste para mí ―completó, sonriendo con delicadeza―. Por supuesto que lo sabía. No lo hubiera conservado por tantos años, de no tratarse de ti. Te dije que has hecho de mi vida algo mejor, ¿no? ―le recordó―.
Seokjin no respondió, solo lo miró sin parpadear. ¿Yoongi lo sabía? ¿Sabía que había sido él? ¿Lo sabía desde un principio en el mundo real, o solo en esas memorias fabricadas? ¿Él había cambiado ese destino o desde un principio ese frasco había estado ahí aquella noche?
Yoongi llamó a su nombre una vez más, queriendo sacarlo de sus pensamientos, pero la voz se volvió lejana, la escena frente a él difusa, y lo siguiente que supo Seokjin, era que la memoria había terminado.
Había regresado del mundo de los sueños, con la mente llena de dudas y el sol indicándole que apenas tenía 2 noches más para descubrir la verdad.
Nota:
Holaaaaaaaaaa, actualizo súper tarde bc realmente olvidé que hoy tocaba actualizar JAJAJA. Perdón, así que recién acabé el capítulo, perdón si tiene errores u_u. Me hace ilusión esta parte de la historia, por eso quería traerles el capítulo sí o sí sjdhjhs. Ya falta tan poquito, y se viene tan intenso, que aquí las dejo ihhh.
¡Espero que hayan comenzado bien su semana!
٩(๑❛ᴗ❛๑)۶
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top