[11]
· 19 de diciembre de 2019.
Yoongi miró atentamente el rostro de la señorita Soo. Las arrugas en su rostro se habían vuelto más notorias a través de los años, pero ella seguía conservando esa expresión gentil. Si alguna vez le hubieran dicho que se pondría tan contento de volver a ver a una maestra de la escuela, seguramente se habría reído a carcajadas, porque los adultos en su vida jamás llegaron a significar tanto. Sin embargo, ella fue su excepción.
Soo JooKyung fue, probablemente, lo más cercano que tuvo a una figura materna, en ese entonces. Ella fue quien lo alejó de su padre y quien se aseguró de que lo aceptara un hogar cercano a la escuela. Y ella lo llamó continuamente, incluso tras avanzar a la secundaria y graduarse. Cada pequeño paso que dio en su vida, se aseguró de contárselo. Y la señorita Soo siempre, siempre, lo felicitaría, diciéndole cuán orgullosa estaba de él.
―Has perdido peso ―Susurró la mujer junto a él, mirándolo con dulzura, a pesar de la tristeza. ―Pero sigues luciendo como el rey del mundo, aún con ropa de hospital ―Aseguró.
Yoongi sonrió para ella, feliz de escucharla. La mujer tocó su mejilla con cariño y las lágrimas se acumularon en sus ojos, sin poder contenerlo. No importaba cuántos amigos lo visitaran y apoyaran, ese toque siempre se sentiría excepcional en el mundo. De vez en cuando, recordaba a su madre, preguntándose por su vida y si era feliz ahora. ¿Lo habría acompañado en ese hospital de haber sabido su condición?
―Está bien, Yoongi-ah ―Ella lo abrazó con delicadeza al ver las lágrimas derramarse. ―Has sido un chico fuerte, puedes llorar conmigo
Y lo hizo.
♡ ⇝ ♡
Décima memoria.
16 de noviembre de 2013.
Por primera vez, Seokjin podía admitir que no se sentía seguro de su elección.
Años atrás, cuando Yoongi tenía 20 años y parecía estar en el mejor momento de su vida, un pequeño suceso sacudió su estabilidad: la aparición de su madre.
Quizás fue porque Yoongi se volvió popular en el club y, por consiguiente, en las redes sociales. O tal vez ella realmente lo buscó hasta por debajo de las piedras. El punto fue, que la madre del joven apareció aquel día, temprano en el club, preguntando por él. Y Yoongi, escondido en la oficina de Namjoon, fingió no estar ahí.
Por supuesto, el menor no sabía si realmente quería verla o cómo reaccionaría. Sus amigos fueron bastante comprensivos en su negativa. Sin embargo, ella les pidió que le avisaran que lo esperaría en la cafetería cercana si es que quería encontrarse con ella, y Min luchó contra sus pensamientos, sin poder tomar una decisión a tiempo.
Al final, puede que Yoongi ni siquiera estaba seguro de qué pasaría una vez estuviera frente a ella, pero de todas formas se rindió y fue a su encuentro, solo para descubrir que había llegado demasiado tarde.
Su madre ya no estaba ahí.
Y Yoongi había actuado ido por días e incluso en sus presentaciones lucía distraído. Así que Seokjin siempre quiso saber qué habría pasado si ellos se hubieran reunido, porque Min parecía dejar escapar la decepción como olas, de tal manera, que hasta los desconocidos se ahogaban en ella mediante sus tristes letras.
¿Estaba haciendo lo correcto realmente? ¿Y si al final ese encuentro terminaba convirtiéndose en otra memoria aún peor? El mayor se convenció a sí mismo de que, pasara lo que pasara, Yoongi merecía ver a su madre por última vez.
Ya que ella no volvió.
Entró a la cafetería, sintiéndose nervioso. Buscando con la mirada a la mujer, se apresuró en ir a su mesa cuando la vio tomar su bolso. Ella giró en su dirección, al tanto de que había alguien de pie a su lado, y su mirada fue extraña por un par de segundos.
―Oh ―Un brillo particular apareció en los ojos de la madre de Yoongi, como si acabara de recordar algo. ―¿Puedo ayudarte en algo?
―Yo-ah... ―Balbuceó. ―Soy... no, no soy, quiero decir, conozco a Yoongi y... ―Rascó su cabello, sonriendo de soslayo. ―¡Y ha sufrido un retraso! Así que, por favor, ¿podría esperar un poco más por él?
Eso era todo. Se suponía que sería suficiente con eso, retenerla sólo por unos minutos más, no obstante, no esperaba que ella le respondiera con una sonrisa.
―Eres el chico que vivía a unas casas de la nuestra, ¿no? Has crecido tanto... ―Suspiró con nostalgia. ―Recuerdo que solías esconderte en nuestro patio para dejarle dulces a Yoongi
―¿¡Usted lo sabía!?
La mujer rió ligeramente, haciéndole un gesto para que la acompañara. Seokjin, a pesar de encontrarse inseguro y avergonzado, se sentó frente a ella.
―¿Así que él te ha dicho que vendría?
―N-No, en realidad... sólo lo sé ―Murmuró. ―Algo así como... un presentimiento
―Está bien si él no desea verme ―Respondió en aceptación, creyendo que el joven solo usaba una excusa para retenerla. ―Después de cómo lo dejé, está bien si me guarda rencor
―Usted no conoce a Yoongi ―Contradijo tajantemente, provocando que ella le mirara sorprendida. ―Yoongi no es la clase de persona que guardaría rencor a su familia. Ya sea su padre, o usted, él es demasiado bueno como para condenarlos
Ella lo miró con atención, sin saber qué decir. Seokjin hubiera continuado hablando, de no ser por el sonido de la campana cada vez que la puerta se abría. Yoongi finalmente había llegado, agitado, y él se escabulló de inmediato a la mesa contigua, dándole la espalda para no ser descubierto. La madre de Yoongi lo miró estupefacta por su reacción, antes de girar a mirar a su hijo. El tiempo pareció congelarse en esa cálida cafetería.
―Yoongi...
El joven se paró frente a ella, estudiando fugazmente los cambios provocados por la edad. Un nudo se formó en su garganta debido a la conmoción, pero intentó manejar su corazón bajo control, todo lo que pudo. Si quiso gritar de enojo o pedir por los brazos de su madre después de tanto, no lo hizo. Solo se sentó frente a ella, sin siquiera parpadear.
―Yo... no sé por dónde comenzar ―Reconoció ella. ―Sé que han pasado demasiados años y... has crecido tanto, sin mí para cuidar de ti, pero... ―Sus palabras no dejaban de temblar. ―Era joven, no tenía a nadie y estaba tan-tan asustada
―También lo estuve ―Le recordó en un suave murmullo. ―Era un niño, tenía miedo y solo... solo te tenía a ti
Seokjin miró fijamente la carta, a pesar de no estar prestándole atención. Yoongi estaba sereno, su voz lo delataba. Sin embargo, sonaba tan malditamente solitario. ¿Por qué incluso en ese momento no era capaz de abrazarlo?
―Perdón ―Finalmente la voz de su madre se quebró y las lágrimas brillaron en sus ojos. ―Perdón, cariño, sé que no merezco que me comprendas. Fui cobarde y no merezco llamarme tu madre. No te busqué, ni siquiera cuando con el tiempo supe que habías sido separado de tu padre
Yoongi apartó la mirada, intentando mantener su respiración estable. ¿Qué era lo que ella quería? ¿Qué era lo que él quería de ella, para haber ido a su encuentro? ¿Una razón? ¿Una excusa? ¿Esas disculpas, por más pobres que fueran?
Al final, puede que él no deseara nada de ella...
―¿Por qué no lo hiciste? ―Se atrevió a preguntar, a pesar de que presentía cuál sería su respuesta.
―Yo... conocí a alguien más ―Reconoció. ―Y acababa de dar a luz a una niña. Creí que...
―Él te dejaría ―Dedujo.
Sí, fue eso, Yoongi lo vio en el rostro de ella. Su madre había construido otra familia, una que posiblemente la hacía feliz, y no quiso abandonar esa estabilidad por su hijo.
―¿Por qué estás aquí, mamá?
―Escuché... una de tus canciones ―Sonrió apenada, sin poder mirarlo a los ojos. ―Llegué a ella por casualidad y... quise saber cómo estabas. Creí... que merecías una disculpa ―Habló pausadamente. ―Perdóname por llegar tarde
Tarde era la palabra perfecta. En el fondo, Yoongi creía que, sin importar los años que pasaran, todos necesitaban del abrazo de una madre, de vez en cuando. Incluso estando molesto, él deseaba ese maldito abrazo. Pero había un detalle que arruinaba cualquier encuentro emotivo. Y era que él, hace demasiado tiempo, había dejado de ser parte de su familia.
Sí, Yoongi no necesitaba nada de ella, porque lo único que siempre se preguntó, finalmente tenía su respuesta.
―Eres feliz ahora, ¿cierto? ―Preguntó y ella volvió a mirarlo. ―Porque... si finalmente eres feliz y tienes un hombre que te trata bien... entonces eso es todo, mamá. Te necesité antes, pero ya no más. Tengo una vida feliz, haciendo lo que me gusta hacer, y he conseguido buenos amigos. No te guardo rencor por dejarme, incluso si dolió, pero en este preciso momento... estoy bien de esta forma. Gracias por buscarme, y por disculparte por tus errores, pero prefiero que continúes tu vida por tu lado, ya que yo lo haré por el mío
―Yoongi-
―Mereces ser feliz, mamá ―Él presionó su mano por sobre la mesa, sonriéndole con honestidad a pesar de su mirada vidriosa. ―No vuelvas a mirar atrás. Los años que pasé sin ti... recompénsalos con amor hacia mi hermana. Quizás algún día formaré mi propia familia y aprenderé de todo esto. Pero, por ahora, vamos a dejarlo hasta aquí. Algo como... buscarnos el uno al otro... ya no hagamos tal cosa
La mujer cubrió su boca, ahogando un sollozo. Yoongi la miró en silencio, aún presionando su mano con fuerza, y decidió que había hecho lo correcto. El reencuentro había sido difícil, decir esas palabras fue doloroso, pero lidiarían con las lágrimas por esa tarde y luego volverían a sus vidas de siempre. Si su madre realmente había conseguido una linda familia, entonces la dejaría ir. Él no quería ser el cabo suelto en su vida. Desde su niñez, lo único que deseó, fue su bienestar.
Su madre fue la primera en retirarse, después de unos minutos. Yoongi, en cambio, pidió un café e intentó tragarlo. No quería irse, pero tampoco quería permanecer más tiempo ahí. El deseo de llorar era tan incontrolable, que sentía que terminaría ahogándose si no dejaba todo salir.
―¿Sigues ahí? ―Se atrevió a preguntar al chico de espaldas a él, quien se sobresaltó ante su murmullo.
―¿M-Me viste? ―Seokjin volteó con timidez, reprochándose a sí mismo por no haber sido más cuidadoso.
―Gracias por entretenerla hasta que yo llegara ―Sonrió apenas. ―¿Por qué no compartes mesa conmigo, Seokjin?
El mayor obedeció, levantándose de inmediato. Tomando el sitio que había abandonado la madre del menor, no supo que decir al ver los ojos brillantes de su amado.
―Entonces... ya que escuchaste todo eso... ―Prosiguió Min bajo la atenta mirada de Kim. ―¿Podrías decirme si hice lo correcto? ―Y su voz se quebró al final.
Era una pregunta difícil. Algo como lo correcto o incorrecto, no era tan fácil de clasificar, bajo la opinión de Seokjin. Sin embargo, atreviéndose a tomar la mano del menor por sobre la mesa, la presionó con todas sus fuerzas y asintió con fervor.
―Hiciste lo correcto ―Determinó, permitiendo que las lágrimas de Yoongi finalmente colapsaran. ―Eres un buen chico, Yoongi. Y algún día... encontrarás a esa persona que te sostendrá en sus brazos y jamás te dejará ir ―Prometió.
Y tal vez no debió prometerlo, conociendo el futuro. Pero las palabras trajeron consuelo a Yoongi, quien lloró aquella tarde junto a él.
Nota:
Aquí con mi actualización nocturna (?. Friends, escribir este fic me pone sad KJHSDGJDAHFDA. Así que les comparto mi pena u_u
Nuevamente, les recuerdo que este lunes no habrá actualización. De todas formas, vamos en la décima memoria, así que pueden imaginar cuánto queda para que esto termine u_u
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top