[03]
· 11 de diciembre de 2019.
Seokjin sonrió a su tía, intentando ignorar la mirada triste que acompañaba su gentil expresión. Habiendo saludado a sus revoltosos primos pequeños, se dirigió con más alivio hasta el despacho de su tío, con quien desde niño había tenido cierta conexión.
Kim Taeyang, el hermano mayor de su padre, era quien portaba la maldición dentro de su generación. El hombre, a diferencia de él, había renunciado desde un principio a su alma gemela y había decidido formar una familia normal, dentro de lo que su limitación le permitía.
Claramente, aquellos que estuvieran bajo la maldición aún podían sentirse atraídos por otras personas e incluso quererlas intensamente, pero en el fondo de sus corazones, siempre habría alguien más.
Seokjin consideraba extraordinario, que, a pesar de ello, su tía estuviera dispuesta a aceptar a Taeyang; como si la maldición no existiera, como si la alma gemela de él no tuviera significado. Como si, al fin y al cabo, la vida le perteneciera a ellos y no a un destino construido por la rabia de los dioses.
Y quizás era así.
―Seokjin ―El hombre abandonó su asiento y fue directamente a abrazarle en cuanto lo vio.
―Buenas tardes, tío ―Saludó con tranquilidad.
Palabras de cortesía fueron las que intercambiaron, simplemente por rutina. Tomando asiento frente a él, Seokjin pudo notar la curiosidad en sus ojos y se sintió un poco mejor de percibirla, pues estaba cansado de las miradas llenas de lástima de aquellos que lo amaban.
―Así que... ¿has podido acceder a sus memorias? ―Preguntó el hombre, con toda la prudencia posible, a pesar de su ansiedad por saber del tema. Seokjin se limitó a asentir con una mueca que pretendía ser una sonrisa. ―¿Y crees que realmente funcione? ―Prosiguió. ―Quiero decir... lo de cambiar memorias. ¿Crees que Yoongi se sienta diferente el día de hoy? De sólo pensar que tenemos el poder para cambiar la vida de alguien, aunque sólo sea distorsionando memorias, es realmente increíble
―Creo que el sólo hecho de que esta maldición exista es bastante increíble, tío ―Murmuró. ―Ya no existe nada que pueda sorprenderme
Taeyang sonrió con empatía, sin saber cómo mirar a su sobrino. Él, más que cualquiera en esa familia, sabía lo que era cargar con esa maldición. Sin embargo, saber que Seokjin tenía sólo 27 años y pronto moriría, era demasiado doloroso como para siquiera hablarlo.
―¿Te arrepientes? ―Se atrevió a preguntarle al joven. ―De no haber buscado a alguien más, de no haber vivido la oportunidad de tener una pareja... ¿te arrepientes de ello, Seokjin?
―No ―Habló con seguridad. ―¿Te arrepientes de haber dejado ir a tu alma gemela, tío?
―No ―También respondió. ―Un amor condenado desde el principio, no tenía sentido para mí ―Apartó la mirada. ―Lamentablemente, la conexión es irrompible y siempre pienso en ella. Constantemente me pregunto si está bien y otras veces... ―Llevó una mano a su pecho. ―Es como si supiera de sus malos días, porque lo siento justo aquí. He compartido su dolor, siempre. Pero supongo que lo entiendes, Seokjin
Y lo hacía. A pesar de que la alma gemela de su tío hace muchos años había dejado el país, eso jamás había impedido que Taeyang supiera de ella. Y para Seokjin, quien había vivido a escondidas de Yoongi, siempre pendiente de lo que le acontecía, la intensidad de sus emociones era por mucho peor.
La conversación se vio interrumpida cuando unos ansiosos golpes sonaron contra la puerta. Antes de que Taeyang pudiera permitir el paso, el mayor de sus hijos ya estaba ahí de pie, luciendo herido y molesto.
―Taehyung- ―Comenzó a decir su padre.
―¿Cuál es tu maldito problema? ―Se dirigió a su primo, mirándole furioso. ―¿Vas a morirte y ni siquiera planeabas decírmelo? ¿Cómo es que nunca nadie me dijo que esto era parte de la maldición? ―Su voz se quebró al final.
―Kim Taehyung, te estás dirigiendo hacia alguien mayor ―Habló su padre con autoridad, levantándose. ―Incluso si es tu primo, muestra respeto
―¿Respeto? ¿Y qué respeto tienen ustedes por mí, papá? ―Le miró dolido. ―Mamá y tú sabían de esto y ni siquiera me lo dijeron. ¿No merezco saberlo?
―Tío ―Seokjin habló, sin quitar sus ojos de su primo. ―¿Puede dejarme con Taehyung un momento? No se preocupe, estaremos bien
El hombre suspiró, comprendiendo. Entendía la molestia de su hijo, pero dar una noticia tan importante no era en absoluto fácil. Además, como aquel que fue maldecido en su generación, saber todos los pormenores sobre la maldición podría tratarse de un golpe doble para Taehyung. ¿Acaso hizo mal en querer protegerlo durante todo ese tiempo?
Seokjin suspiró cuando el hombre salió de la habitación, luciendo algo acomplejado.
―¿Por qué? ―Preguntó Taehyung, sus ojos llenándose de lágrimas mientras miraba a su primo.
―Yoongi está muriendo ―Murmuró, apresurándose en proseguir cuando Taehyung abrió la boca, probablemente para decir que su hospitalización no tenía que necesariamente grave. ―Esta vez es seguro, Tae. Todo ha pasado tan rápido y... maldición, ¿cómo mierda vas y les explicas a otros que Cupido te ha visitado para marcar la última etapa de tu vida? ―Cubrió su rostro, sobrellevado.
Taehyung se dejó caer en el sofá frente a él, llorando en silencio. Así que Yoongi moriría. No habían sido los amigos más cercanos del mundo, pero habían compartido muy a menudo. El chico siempre estaba con Jungkook y Namjoon. Y él siempre iba a donde Jungkook iba, porque este era su mejor amigo.
Dios, ¿Jungkook también lo sabía entonces? ¿Por qué no le había dicho cuan grave era la situación?
Miró a su primo mayor, quien siempre había sido más como un hermano. Seokjin lo había consentido y había cuidado de él, a pesar de que sus edades no eran tan diferentes. En su último cumpleaños habían bebido juntos y él había deseado que aquello fuera así por muchos años más. Pero no habría más años para Seokjin. Y, según había escuchado, lo perdería antes de siquiera llegar a su propio cumpleaños.
Esa sería la navidad más horrible de sus vidas. Taehyung no podía imaginarse las fiestas de fin de año con el asiento de su primo favorito vacío.
―Lo siento... ―Fue todo lo que pudo murmurar. Porque de verdad lo sentía, incluso si no era su culpa. ―Si yo hubiera podido nacer de esta forma, hyung... ―Comenzó a decir, sin lograr terminar debido al llanto.
Seokjin suspiró y fue hasta él, sentándose a su lado para ser capaz de abrazarlo. Chistando para él, esperó que sus sollozos se calmaran para ser capaz de hablar sin ser opacado por su llanto.
―Hay una persona a la que amas ―Le recordó delicadamente, acariciando sus cabellos. ―Ya que tienes la oportunidad de ser feliz con él, creo que sería bueno que te confesaras pronto. No pierdas demasiado tiempo, ¿eh? No somos eternos, Taehyung. Y no, no desees estar en mis zapatos. Cargaré con mi propia cruz
Ah, por supuesto, así que Seokjin lo había notado. A pesar de que el mayor siempre había parecido un chico relajado y bromista, había sido más observador que cualquiera, y ahora lo estaba impulsando a ir tras su amor cuando no era él quien necesitaba apoyo.
Taehyung no podía creer que perdería a ese chico dentro de poco. Y el dolor en su corazón sólo consiguió expandirse más al ser consciente de ello.
♡ ⇝ ♡
Segunda memoria.
Martes 10 de abril de 2001.
Seokjin suspiró al encontrarse en el salón de clases de su infancia.
Cuando los meses pasaron y la madre de Yoongi jamás volvió, los rumores comenzaron a correr dentro del aula. Los niños comentaban que la mujer se había ido con su amante y ese tipo de historias. Seokjin, más inteligente, sabía que sus compañeros sólo repetían lo que escuchaban de sus padres, pero incluso así los odió.
También hubo quienes dijeron que ella se fue sin Yoongi porque no lo quería. Y había comentarios que un niño de 8 años no necesitaba escuchar.
Aquel día, antes del descanso, la maestra dijo que tendrían que formar grupos para hacer un trabajo de historia. Seokjin había visto desde su último puesto como Yoongi se encogía en su lugar, porque trabajar en grupo jamás había sido beneficioso para él. Sus compañeros siempre hacían comentarios crueles o preguntas fuera de lugar sobre su situación familiar. Él no quería hablar con ellos.
Y ese martes, en particular, las cosas resultaron ser mucho peor.
―Podemos agregar un integrante más a nuestro grupo ―Dijo uno de los niños del salón, quien se encontraba con sus dos amigos.
―La profesora dijo que podría ser en grupos de entre 2 y 4, así que 3 también está bien ―Respondió uno, quien recién estaba anotando las instrucciones del pizarrón en su cuaderno.
―Tenemos que encontrar a uno más ―Insistió. ―¿No lo entiendes? Si no somos un grupo completo, existirá la posibilidad que nos manden a quien nadie quiere. Yoongi siempre está entre ellos ―El niño puso cara de asco.
Seokjin, quien se encontraba en su pupitre, miró a sus compañeros para luego girar hacia la puerta. Tal como recordaba, Yoongi estaba ahí de pie, escuchando también.
―¿Qué hay de malo con Yoongi? ―Preguntó uno de los niños.
―Es un fenómeno ―Respondió al instante. ―Mamá dice que las familias están compuestas por una madre y un padre, y Yoongi no tiene madre. No debemos juntarnos con niños así
―¿No?
―No. Si él no tiene una mamá, es porque su familia está arruinada. Nadie debe relacionarse con niños de familias arruinadas, porque son niños problema ―Dijo con convicción. ―Mamá dijo que todas las madres quieren a sus hijos, pero la madre de Yoongi no lo quiso a él ―Rió. ―Si su madre no lo aceptó, mucho menos tenemos que hacerlo nosotros
Se escuchó el ruido del timbre justo en ese momento. Yoongi, asustado, abrió la puerta por completo, llamando la atención de los niños que se encontraban adentro en ese momento. Los ojos del menor estaban llenos de lágrimas y, sintiéndose descubierto, sólo atinó a correr lejos de ellos, queriendo encerrarse en el baño.
En el pasado, Seokjin se sintió tan furioso por aquellas palabras, que caminó sin vacilación hasta su molesto compañero y le dio el puñetazo más fuerte que había dado en toda su corta vida. Un diente de leche había volado y el chico había llorado escandalosamente, acusando a Seokjin de haberlo golpeado sin ninguna razón.
Seokjin fue suspendido por el resto de la semana tras agredir físicamente a su compañero.
Sin embargo, la historia no se repitió. Teniendo más ventaja ahora, miró con molestia a sus compañeros y corrió afuera también, queriendo encontrar al menor. No necesitó mucho tiempo para escuchar el suave llanto de Yoongi, quien se había encerrado en uno de los cubículos del baño.
―Yoongi ―Seokjin tocó la puerta. ―Soy uno de tus compañeros, no quiero molestarte. ¿Puedes salir? ―Pero Yoongi no respondió, sólo continuó llorando. ―No escuches a ese idiota. Su mamá cuida de él sólo porque no tiene opción, de seguro habría preferido adoptar a un perrito ―Yoongi dejó de llorar. Seokjin mordió su labio, preguntándose si había hecho bien en decir eso. ―Tu familia no está arruinada sólo por no tener mamá, Yoongi
El seguro de la puerta fue retirado y Yoongi se asomó tímidamente después, intentando secar sus lágrimas con su ropa. Seokjin le miró con expectación.
―¿Y si mi familia de verdad no es tan buena? ―Preguntó.
―No importa ―Seokjin sonrió bajo su típico cubreboca. ―Mientras tú seas bueno, todo estará bien ―Prometió. ―Ven aquí, Yoongi ―Extendió su mano para él.
El niño obedeció, tomando su mano. Seokjin lo guió hasta el lavabo y lo obligó a limpiar su nariz para luego a ayudarle a lavar su cara, quitando los restos de lágrimas. Seokjin sostuvo su mano con fuerza mientras caminaban de regreso a la sala.
―Vamos a hacer el trabajo juntos, así que no tienes que preocuparte por ser emparejado con uno de esos idiotas
Yoongi le miró con atención, preguntándose por qué Seokjin usaba la palabra idiotas cuando se suponía que no debían de decirla. Pero le gustaba de todas formas; le gustaba ver que alguien ahí estaba de su lado.
Luego de disculparse con la profesora por llegar atrasados, ambos se reunieron en un escritorio para comenzar a trabajar.
―¿Por qué siempre usas cubreboca? ―Preguntó de repente el menor mientras Seokjin escribía.
―Soy alérgico al polvo ―Mintió.
―Oh ―Yoongi inclinó su cabeza, queriendo ver los ojos de su compañero a través del flequillo. Seokjin era un niño tan extraño; él siempre se cubría demasiado y parecía huir cuando él estaba cerca. ―¿Seokjin? ―Llamó. El contrario lo miró. ―Gracias por trabajar conmigo
―Está bien, Yoongi ―Le aseguró. ―De todos aquí, eres mi compañero favorito. Me hace feliz poder estar contigo
Una sonrisa preciosa apareció en el rostro de Yoongi, quien bajó su mirada hasta su cuaderno, intentando ocultar la desmedida felicidad que le provocaba oír esas palabras.
Y Seokjin no pudo apartar sus ojos de esa sonrisa.
Seokjin, por supuesto, deseó que Yoongi fuera capaz de sonreír así incluso en el mundo real.
Nota:
Saben que me siento súper responsable al actualizar en las fechas prometidas KJAHSDJGAH. Estamos a sólo un capítulo de donde quedó el fic (? (pensando en ello, casi no alcancé a avanzar nada la historia en ese entonces xd).
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top