Sakura y los 7 shinobi - Parte III

Instantes después, todos ellos caminaron hasta el dormitorio, donde la pelirrosa dormía plácidamente. La rodearon y la miraron sin saber cómo despertarla.

—¿Cómo lo hacemos?—preguntó Chouji.

—Ni idea...—dijo Kiba rascando su barbilla—. ¿Y si la sacudimos?

—Pero... ¿no creen que se asustará de vernos a todos rodeándola?—comentó Lee.

—¡Me da igual! Está en mi cama, dattebayo...—se quejó el rubio con cansancio—. Quiero mi cama.

—Lo mejor será que...—Shikamaru iba a proponer algo cuando la chica comenzó a despertarse.

Al verlos allí, mirándola, la pelirrosa dio un salto por el susto. No podía evitar tener miedo al ver tantos hombres rodeándola, pero no parecían malas personas. Durante unos segundos, nadie sabía qué decir, hasta que Shikamaru la miró con una ceja alzada.

—¿Quién eres?

—E-etto... Pues, yo soy Sakura. ¿Y vosotros?

—Yo soy Shikamaru—habló el de la coleta—. Y ellos son Chôji, Kiba, Shino, Neji, Lee y Naruto—los presentó a todos ellos mientras los señalaba—. Somos los dueños de la cabaña. Te encontramos aquí al volver...

—Yo... Perdonad si me he metido en vuestra casa. Desde ayer huí de mi hogar, dormí en el bosque y además, llevaba sin comer ni beber agua desde ayer. Como no había nadie, entré... Lo siento por utilizar vuestra casa...

—¿Y por qué huiste?—preguntó Kiba curioso.

—Etto... Huía de mi tutora, Tsunade.

El solo mencionar su nombre, todos los chicos abrieron sus ojos de par en par. No podían creerse que ella era la "protegida" de Tsunade, y mucho menos que ella decidiera huir de la que era la mejor ninja médico del mundo shinobi.

—¿Tsunade? ¿La mejor ninja médico? Entiendo que esa mujer está loca y es una avariciosa en las apuestas, que le gusta el poder y el dinero... pero, ¿por qué has huido de ella?—interrogó Shikamaru sin saber qué pensar.

—Ella... Ella mandó a uno de sus ninjas a acabar conmigo.

—¡Va a por ti! Si se entera de que estás con nosotros, podemos sufrir las consecuencias, quiero que se vaya—encaró Neji en contra de la chica.

—Por favor, dejad que me quede con vosotros. Ella no sabe dónde estoy... y si salgo y me descubre, me matará... Además, si me dejáis quedarme, limpiaré la casa y haré otras labores...

Los chicos se miraron entre ellos y, dejando a la chica aún en la cama, se apartaron a unos metros para hablar. Sakura podía oír los susurros de los shinobi, en los que unos parecían estar de acuerdo en que se quedara, y otros como Neji refutaban y exigían que se marchara.

Después de un buen rato, la discusión terminó y volvieron a acercarse a ella, quien se había sentado al filo de la cama, paciente. 

—¿Qué sabes hacer?—le preguntó Kiba.

—Pues... Sé coser, lavar, cocinar... y bueno... sé algo de ninjutsu médico. No es mucho, pero sí suficiente como para sacar del peligro a alguien.

—¿Qué sabes cocinar?—saltó entonces Chôji con una gran sonrisa.

—De todo un poco. La verdad es que yo me ocupaba de todo eso cuando...—estaba contando cuando recordó a Tsunade y formó mueca de tristeza.

—No te preocupes, por el momento te quedarás aquí—habló Shikamaru con una sonrisa ladeada.

Todos asintieron con emoción, excepto Neji, que se cruzó de brazos y desvió la mirada. 

Mientras tanto, muy lejos de allí, una mujer rubia observaba a su informador Jiraiya. Ella tenía una mirada seria, pero una sonrisa ladeada apareció en su rostro al saber que su objetivo se había cumplido.

—Dime, Jiraiya... ¿Quién es ahora la mejor ninja médico del mundo shinobi?

—Según mis contactos, más allá de estas laderas, antes de pasar la frontera del País del Fuego, una joven pelirrosa convive con los siete jóvenes shinobi que velan por las aldeas. Su nombre es Sakura.

—No puede ser, Sakura murió en manos de mi mejor ninja, estoy ansiosa por ver el corazón de esa chiquilla—dice la rubia observando una caja de colores dorados junto a ella.

—¿Aún no la ha abierto, Tsunade-sama?

—No...—respondió ella con seriedad al ver el rostro seguro de su acompañante. Temerosa, cogió la caja con sus manos y la abrió lentamente para mirar el corazón que se hallaba dentro de este. Un instante después, descubrió la artimaña—. Esto... Esto no es un corazón humano... ¡No es humano!

Ella tiró la caja a un lado, provocando que el órgano en su interior cayera y manchara el suelo de sangre.

—Traidor... Si encuentro a ese canalla de Kakashi, me las pagará.

—¿Qué harás?—preguntó Jiraiya con tranquilidad, sabiendo de las rabietas que su señora tenía.

—Yo la mataré... Siempre tengo que hacerlo yo todo, ya no se puede confiar en nadie...—gruñó ella caminando con furia hasta una de las habitaciones.

Ésta estaba cerrada con llave, evitando que personas ajenas a ella pudieran entrar. Con una sonrisa malvada, Tsunade abrió las puertas con fuerza y entró a su interior, mirando con firmeza los libros e ingredientes necesarios para su venganza.

Abrió uno de los libros y revisó lo que necesitaba para crear un potente veneno, uno que no se hubiera creado nunca, un veneno tal que fuera imposible deshacerlo con un antídoto. 

—Esa niña va a conocer mi ira...—habló sola con una sonrisa en sus labios—. Ni ella ni nadie podrá conmigo.

Varios días pasaron después de aquello. Los jóvenes shinobi estaban encantados con la chica. Les hacía el bento para llevarlos a las misiones, siempre mantenía la casa limpia y cocinaba para ellos cuando llegaban cansados de su trabajo.

Le habían explicado que ellos salían todos los días a las aldeas de los alrededores para que les encargaran misiones a cambio de dinero o comida. En ellas, todos parecían quererlos por su ayuda, por lo que ellos estaban satisfechos con su trabajo.

Sakura, quien estaba contenta de que los chicos hicieran algo bueno para el resto, les contó a cambio que desde que sus padres murieron había vivido con su tutora Tsunade, la conocida ninja médico que amaba el poder, el dinero y el juego en las apuestas.

En la niñez, la rubia le había enseñado algo de medicina para que le ayudara en sus labores, pero de un día para el otro, cuando empezaba a cogerle el truco, su tutora dejó de enseñarle y a tratarla como una cualquiera, mandándola a limpiar la casa como una criada.

Los jóvenes shinobi escuchaban atentamente su historia, con pena por pensar en lo que había tenido que vivir aquella chica. Así que, sacaron una cama extra del almacén y la colocaron en el dormitorio, separada del resto por un biombo.

—¿Y esta cama?—preguntó Sakura curiosa.

—Era de un compañero. Pero él se marchó a hacer su propio camino y la cama quedó solitaria, por eso la guardamos. Ahora que estás tú, puedes quedártela—le contó Naruto nostálgico.

—Pues muchas gracias, en serio—agradeció ella feliz de encontrar a tan buena gente.

—No hay de qué, dattebayo—rió alegre antes de dejar que ella se acomodara en su nueva cama.

Sakura se tumbó un rato, y pudo notar un leve aroma en sus sábanas que le resultaba familiar. Aun así, dejó sus pensamientos de lado y se acurrucó entre las sábanas con una sonrisa.

Un día, los jóvenes shinobi no volvían a casa y ella comenzó a preocuparse. Ya era de madrugada y ella seguía esperándolos, angustiada. La puerta se abrió de par en par, dejando ver a tres de ellos.

—¡Sakura!—oyó ella de parte de Kiba.

Al correr hacia ellos se dio cuenta que Neji estaba malherido en manos de Kiba y Lee, con una fea herida sobre su abdomen. Tapó su boca horrorizada y se acercó a revisarlo.

—¿Qué ha ocurrido?

—Los bandidos de hoy eran ninjas cualificados. Nos emboscaron, e hirieron a Neji. Ellos conocían de su punto ciego...—habló Lee asustado.

Sakura rompió la camisa y vio que Neji respiraba con dificultad. Intentando no asustarse, colocó sus manos sobre la herida y cerró los ojos, concentrándose lo mejor posible.

Una luz verde salió de sus palmas y se extendió por la herida del joven castaño. Kiba y Lee los miraban atónitos. Era cierto que Sakura había curado en aquellos días muchas de sus heridas, pero ni de lejos eran tan graves como la que en aquel momento tenía Neji. 

Los tejidos, tendones y músculos se iban regenerando poco a poco a medida que pasaba el tiempo y desde el interior hacia el exterior. Los dos shinobi que los miraban, se mantenían callados para no desconcentrar a la pelirrosa, que estaba inmersa en su trabajo.

Una hora después, la herida de Neji estaba casi cerrada. Sakura sudaba por el esfuerzo y su respiración se notaba entrecortada, aunque eso le daba igual si con ello Neji se salvaba. Al verlo, supo que estaba fuera de peligro, pero ella ya no podía más.

La luz verde dejó de emitirse y ella se desmayó asustando a los chicos. Kiba señaló que era mejor que descansara y que, cuando llegaran los demás, la ayudarían.

A la mañana siguiente, el resto volvió a casa. Kiba y Lee hablaron con ellos, contándoles lo que había ocurrido con Sakura y Neji, y a la vez que los demás les contaron como con ayuda de Shikamaru y su gran capacidad de estrategia habían podido contra los mercenarios y los aldeanos los habían cuidado y dado alojamiento aquella noche.

—Si no fuera por Sakura, quizás ahora estaríamos de luto...—se alivió Lee por su compañero—. Ese gruñón debería darse cuenta de lo que vale ella.

—Ya me he dado cuenta...—habló Neji serio por detrás llamando la atención de sus amigos.

—¡Neji!—dijeron al unísono antes de abrazarlo formando una piña.

El castaño se quejó por la fuerza que utilizaban en éste y los separó a la fuerza, extasiado. Cansado, miró al resto.

—He sido un idiota, pero finalmente me he dado cuenta que Sakura es una joya en bruto. Si queremos tenerla a nuestro lado, tenemos que protegerla de lo que venga contra ella.

El resto lo observó con sorpresa, pero seguidamente rieron de acuerdo, asintiendo ante sus palabras. Entre todos colocaron sus manos en círculo y las levantaron mientras gritaban:

—¡La protegeremos!

Final de la tercera parte de: Sakura y los 7 shinobi

Luthien_jg

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top