Sakura y los 7 shinobi - Parte II
Sakura comenzó a correr por el bosque, intentando alejarse del que había sido su hogar todos aquellos años. Sólo llevaba lo puesto y el bolso donde llevaba las hierbas medicinales que había recogido. Tenía sed, hambre y no veía el momento de poder encontrar un lugar donde descansar y comer algo.
En un pequeño claro, paró agitada. No estaba acostumbrada a correr, por ello su respiración se escuchaba entrecortada. Miró a su alrededor y suspiró. Lo peligroso de ir por el bosque sola era que podía encontrarse con renegados y bandidos, y ella esperaba por todos los medios que no se encontrara con ninguno.
Cuando ya había descansado unos minutos, siguió su camino. Al notar que ya estaba bastante lejos, decidió ir más despacio y con más cuidado. Sin haberse dado cuenta, había entrado en una zona profunda del bosque y ya estaba anocheciendo.
Tenía miedo, no podía evitarlo. Con algo de valentía y fuerza de voluntad, siguió caminando, buscando una salida. El ulular de un búho se escuchó por todo el lugar, el movimiento de algunas plantas bruscamente también la asustaron. Tragó con fuerza y siguió adelante.
Poco tiempo después, pudo encontrar un agujero en el tronco de un árbol lo suficientemente grande como para que ella cupiese. Sin esperar mucho más, se metió dentro para pasar la noche. Vientos fuertes sacudían las ramas de los árboles y entraban por los huecos de los troncos haciéndolos sonar como aullidos.
Sakura rodeó sus piernas con sus brazos se tapó con una capa que llevaba en la mochila. Sin poder evitarlo, comenzó a llorar. Era cierto que su tutora no la soportaba y que la había rebajado a criada de la casa, pero al menos tenía una casa, una cama y un lugar donde comer. En unas horas, su vida había dado un giro completo.
Al amanecer, Sakura se despertó desorientada y con frío, cuando se dio cuenta de que su capa había caído durante la noche. Con un suspiro, salió del árbol y se echó la capa a los hombros por el fresco de la mañana. Sin saber en qué dirección ir, comenzó a caminar sin rumbo. Su estómago rugía y su garganta escocía por falta de agua, por lo que rogaba encontrar algún lugar donde comer.
Durante un tiempo estuvo caminando, hasta que vio un pequeño puente sobre un riachuelo y, un poco más alejado, una cabaña. Por las condiciones en las que estaba, parecía abandonada, así que decidió mirar por si hubiera alguien. Caminó hasta la puerta y tocó, sin embargo, nadie contestó. Volvió a tocar, y el silencio le dio a entender finalmente que no había nadie, por lo que abrió la puerta y entró en la cabaña.
Nada más entrar, podía verse una chimenea. Sobre ella había algunas fotos, algo viejas. Los marcos, al igual que la superficie, estaba llena de polvo. A un lado de la habitación, había una enorme mesa con 7 sillas, todas diferentes al resto.
Siguió adentrándose en la casa, y vio la cocina. Todos los platos estaban sucios, el agua del fregadero llena de barro y algunos restos de comida tirados por el suelo. La pelirrosa puso una mueca de asco y se retiró dirección a la segunda planta, donde había un baño bastante sucio y un dormitorio con siete camas. De nuevo, el polvo y la suciedad habitaban en todos los rincones de la casa.
—Espero que esté abandonada, porque como vivan aquí, deberían aprender algo de limpieza general...—comentó en alto.
Al ver la despensa, se ilusionó. Esperaba encontrar algo de comida en buenas condiciones. Así que la abrió y observó lo que había. Fruta, una enorme pata de jabalí latas de conserva... y todo parecía estar en buenas condiciones. Con una sonrisa, sacó un par de piezas de fruta y salió de la cabaña esperando encontrar un pozo del que sacar algo de agua.
No muy lejos de allí, encontró uno bastante simple, además de una bañera de hierro con bomba de agua. Corrió hacia el pozo y tiró el cubo hasta el fondo antes de comenzar a tirar de la cuerda. Cuando el cubo estuvo arriba, pudo percatarse de que el agua estaba limpia, por lo que sonrió.
—Bien... Es la hora de comer algo y limpiar un poco este desastre como pago por quitarles un poco de comida y agua—comentó mientras pensaba hacerse un poco de carne para comer.
Mientras, algo lejos de allí, había 7 jóvenes muchachos que ayudaban a una aldea. Hace poco tiempo, ésta había sido atacada por unos bandidos y les habían robado pertenencias valiosas. Por ello, los habían contratado para que dieran con éstos y poder recuperar lo que habían perdido.
Habían seguido el rastro hasta un pequeño claro en el bosque, donde los bandidos revisaban el botín que habían conseguido. Los muchachos, en cambio, estaban escondidos mientras disminuían su chakra al mínimo, pacientes para llevar a cabo el plan que uno de ellos había formulado.
—Bien... ¿Estáis en vuestras posiciones?—habló un chico con el pelo recogido en una coleta alta.
—Sí—dijeron todos, salvo uno.
—Naruto, ¿estás en tu posición?
—¿Ah? E-Esto, sí sí—dijo con un susurro, mientras el resto suspiraban por el despiste de su compañero.
—Bien. Lo siguiente que haremos será una emboscada. El primero que salga, los asusta. Cuando ataquen o huyan hacia el otro lado, el resto sale de una vez, rodeándolos. ¿Entendido?
Todos asintieron, dispuestos a acabar con aquella misión cuanto antes y volver a su cabaña para descansar. No pasó mucho tiempo cuando los bandidos estaban atados y los jóvenes shinobi habían recuperado los objetos robados. En la propia carreta que llevaban los ladrones, echaron sus cuerpos entumecidos y cargaron las pertenencias. Los ladrones gruñían tras las telas sobre sus bocas, pero los shinobi no les hicieron el mínimo caso.
Llegaron a la aldea y devolvieron los objetos a sus respectivos dueños antes de entregarles a los ladrones para que les impusieran la pena que ellos quisieran por el robo. Una vez que les pagaron por su misión, volvieron a casa.
—Mo... ¡Necesitamos unas vacaciones, dattebayo!—se quejó un rubio sacudiendo su pelo.
—Deja de quejarte, Naruto. Estoy harto de oírte—gruñó un castaño de pelo largo.
—Yo estoy de acuerdo con él. Podemos parar a descansar un tiempo y buscar comida... Ya casi no hay nada en el almacén...—dijo el joven más relleno, sobándose la barriga con hambre.
—Eso también es cierto, tenemos que ir a cazar—habló un chico de marcas rojas en las mejillas y colmillos desarrollados.
—¡Claro que sí! ¡Cazaré venados para un mes!—gritó un pelinegro eufórico. Estrellitas aparecieron sobre sus ojos.
—¡No puedes hacer eso, Lee!—le advirtió el chico de la coleta enfadado—. Si cazas tantos, serás capaz de extinguirlos. Como máximo 4 venados. Hay que preservar la especie si queremos sobrevivir. Podéis cazar también algunos conejos y perdices. Además, si conseguimos tanta carne, a la larga no se conservarán bien y los animales habrán muerto en vano.
Todos estuvieron de acuerdo y siguieron adelante. Ya estaba anocheciendo cuando llegaron a su tan preciado hogar y, cuando se dieron cuenta de que la luz de su cabaña estaba encendida. El chico de la coleta los paró.
—Hay alguien en la casa... Tenemos que tener cuidado—habló.
—Y la puerta está abierta, Shikamaru...—dijo el gordito.
—¿Qué creen que será?—preguntó Naruto.
—Puede ser un animal—propuso esta vez Lee.
—No, qué va. Es humano y es solo uno—confirmó el de los colmillos olfateando el aire.
—Sí, es humano—lo secundó el castaño de pelo largo, utilizando su dojutsu.
—Disminuir vuestro chakra, vamos a averiguar quién es. Kiba, ¿sigue dentro? Bien, tú y Neji os encargaréis de rastrearlo y vigilarlo.
En cuanto el chico asintió, todos se acercaron hasta la casa. El del dojutsu les avisó que, fuera quien fuera, estaba en los dormitorios. Iban a dirigirse hasta allí cuando Shikamaru se dio cuenta de algo.
—Esperad—habló parando a todos—. ¿Os habéis dado cuenta? Toda la casa está limpia. El suelo, los muebles, los platos... No creo que un bandido haya entrado a la casa a limpiar.
El resto asintió de acuerdo, por lo que con cautela, subieron las escaleras para descubrir quien era aquella extraña persona que limpiaba las casas de los demás. El primero en la fila era Naruto. Shikamaru sabía de su gran cantidad de chakra, por lo que si esa persona atacaba, él sería el primero en ser golpeado y su habilidad de regeneración lo curaría rápidamente.
El rubio abrió la puerta del dormitorio y miró al interior, bajo la mirada de sus compañeros, que observaban impacientes. Dentro, una chica pelirrosa dormía sobre una de las camas. Sorprendido, sacó la cabeza y miró a sus amigos.
—¡Es una chica, dattebayo! Está dormida.
—¿Una chica?—preguntó Lee eufórico y a la vez emocionado.
Todos ellos subieron y se asomaron por la puerta para verla. La chica parecía una delicada flor de cerezo. Su piel blanca los sorprendió y Shikamaru pensó que aquella muchacha debía ser de buena familia.
—¿Qué hace una chica aquí?—gruñó Neji mirándola, ya habiendo deshecho el Byakugan.
—A lo mejor se ha perdido—habló el gordito.
—Chouji, tiene razón. No tiene pinta de ser una ladrona o algo parecido. Además, ha limpiado la casa, 'tebayo—dijo Naruto—. Shino, ¿tú qué dices?
El de gafas oscuras y capucha se encogió de hombros sin decir nada, por lo que el resto no supo cómo actuar. Todos ellos miraban a la chica dormir, pero ninguno de ellos se atrevía a hacer algo. Finalmente, bajaron a la planta baja para hablar.
—¿Qué hacemos?—preguntó Kiba curioso.
—Yo digo que la despertemos y echemos de aquí...—propuso Neji enfadado.
—Se supone que ayudamos a las personas, Neji. ¿Por qué no ayudarla a ella?
—Estoy con Shikamaru—habló Choji con un trozo de carne en la mano—. Debemos ayudarla aunque sea como pago por limpiarnos la casa... Estaba muy sucia.
Shikamaru asintió y se decidió. Si querían saber qué ocurría con ella, tendrían que despertarla. Era hora de descubrir quién era.
Fin de la segunda parte de: Sakura y los 7 shinobi.
Luthien_jg
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top