9. Polizón.

De acuerdo a lo establecido, tras una buena noche de descanso, partimos hacia Grecia a bordo de Wells, cargando todo el equipo que pudiéramos. Incluso Ian y Edward nos acompañaron, los íbamos a necesitar.

No teníamos idea de por dónde empezar a buscar, la leyenda que Drake nos había contado no era precisamente abundante en detalles, no teníamos fechas, ciudades, ni siquiera indicios sobre dónde empezar a buscar, así que íbamos a necesitar todas las mentes con las que pudiéramos contar para poder hacer nuestro trabajo.

Sin embargo, y a pesar de nuestra importante tarea, no podíamos descuidarnos, él mundo no se había detenido, y El Antiguo seguía ahí fuera, esperando en la oscuridad antes de hacer su entrada triunfal, de manera que Ian y Joel diseñaron un software que recogiera información de todo el mundo y nos avisara inmediatamente en caso de que algo fuera de lo ordinario sucediera, incluso nos iba a avisar si llegaba a verse a Kali o a cualquiera de sus compañeros en alguna parte del mundo.

El viaje hacia Grecia no fue muy largo, y lo más destacado de este fue ver como brillaban los ojos de Edward. Hacía tiempo que no salía de nuestra base para hacer "trabajo de campo", de manera que la posibilidad de ayudarnos le resultaba sumamente emocionante al padre de Jax, y ciertamente me hacía feliz saber que era así, después de todo, tal vez Gladiador no pudiera pelear, pero no por eso era menos guerrero que cualquiera de nosotros e iba a ser genial tenerlo nuevamente a nuestro lado.

Una vez que aterrizamos y tomamos posesión de una antigua base militar abandonada, nuestros dos genios, Joel e Ian, se dedicaron a interrogar a Drake, tratando de extraer alguna información extra que los ayudara descubrir donde se encontraba El Trueno de los Dioses.

Mientras tanto, el resto de nosotros nos dedicamos a bajar el equipo y a instalar el campamento.

No tardamos mucho en darnos cuenta de que nos encontrábamos en una de las viejas bases militares de Cíclope, incluso había algunos gastados y casi ilegibles posters con su rostro y frases escritas en griego.

–Justo lo que necesitábamos... –digo por lo bajo mientras observo uno de los poster, olvidando por un segundo lo pesado de los equipos que estoy llevando.

De repente, Amy pasa adelante y arranca el poster sin mayores problemas.

–Vamos, concéntrate, no voy a hacer todo el trabajo por ti –me espeta con una sonrisa algo atrevida, lo cual sólo logra hacerme sonreír.

Tras algunas horas de arduo trabajo, logramos bajar todas las cosas de la nave y poner todo en un relativo orden, y para indicar que todo estaba terminado, Damien activo el generador de la base, haciendo que la luz apareciera para iluminar todo el lugar y poniendo en funcionamiento toda la tecnología que habíamos traído e instalado durante toda la tarde.

No nos habíamos dado cuenta, pero con todo el trabajo se nos había ido casi todo un día, de manera que el sol ya empezaba a ocultarse. Sin embargo, el clima del lugar era bastante agradable: no hacía nada de frío, pero tampoco el calor estaba derritiéndonos, era una perfecta noche para quedarse fuera mirando las estrellas.

Con la sensación de satisfacción que nos provocaba el trabajo bien hecho, nos reunimos en uno de los edificios vacíos donde habíamos decidido instalar la mayor parte de nuestros equipos. Terriblemente cansados, caímos en las sillas metálicas y por algunas horas nos dedicamos a beber y a comer para recuperar energías, evidentemente nos esperaba una ardua búsqueda, y los próximos días no iban a ser nada fáciles.

Cuando hasta el último plato estuvo limpio de comida, y las botellas de cerveza vacías, todo tomó un tono un poco más serio. Por más bien que la estuviéramos pasando en ese momento, no debíamos olvidarnos la razón por la que estábamos ahí. Así que, de repente, Joel se levantó y empezó a hablar sobre el día que nos esperaba al despertar.

–Bien, estuvimos hablando con nuestro comunicativo amigo, Drake –al decir esto, todos dirigimos la mirada al Guardián Rojo y notamos que el sarcasmo de Joel no le había hecho nada de gracia–, y con Ian reducimos un poco el área de búsqueda.

Dicho esto, el joven Dolent también se levantó y se dirigió a una tecnología pizarra, que en realidad era más parecida a una pantalla, en donde se mostraba un mapa de la Antigua Grecia, con algunas amplias zonas marcadas con rojo.

–Joel y yo, Dios, me gusta cómo suena eso... en fin, Joel y yo establecimos estos lugares de búsqueda, intentamos precisarlo todo lo que pudimos, pero, como pueden ver, no nos fue muy bien –dijo algo incómodo Ian, al mostrar la gran cantidad de puntos rojos en el mapa.

–No tenemos tiempo que perder ¿no hay alguna manera de rastrear este arma para poder encontrarla más rápido? –preguntó Damien, algo alterado al ver las enormes zonas de búsqueda.

–Sí, pero lamentablemente me dejé mi rastreador de armas legendarias en Egipto, así que vamos a tener que hacerlo a la antigua –respondió sarcásticamente Joel, haciendo que Emma y Rachel lancen unas risas por lo bajo.

–Sin embargo, Damien tiene razón, tenemos que agilizar esto... –agregué mientras pensaba– el arma se llama El Trueno de los Dioses, y aparentemente le fue otorgada al "rey" del Olimpo, quien supongo que es al que nosotros llamamos Zeus...

–¿Qué se te ocurre? –preguntó con interés Ian.

–Tal vez el arma emita algún tipo de energía que pueda ser rastreada para acelerar el proceso –comentó Amy, completando mi idea.

–Es una posibilidad, pero si no sabemos lo que estamos buscando podríamos perder el tiempo haciendo eso –respondió Joel, quien sin embargo parecía estar considerando la propuesta.

–Entonces ¿cómo vamos a hacer esto? ¿Vamos a separarnos y a tomar distintas zonas, o algo por el estilo? –inquirió Emma, que parecía más interesada en llegar a la cama que en empezar la búsqueda por nuestro misterioso objeto.

–No creo que sea una buena opción, aún si todos estamos en un solo lugar, tardaríamos unas cuantas horas en recorrerlas por completo, así que lo mejor será que vayamos todos juntos –respondió Gladiador, antes de que Joel dijera esas mismas palabras.

–Exacto, así que mañana recorreremos todas las zonas pequeñas que podamos, de manera que tenemos que empezar temprano, y vamos a estar fuera todo el día, yo digo que se pongan ropa cómoda –comentó Joel volviéndose a la pizarra.

–¿Y qué es ese enorme punto rojo? –preguntó Sandy señalando el mapa con creciente curiosidad.

–Ese sería el Monte Olimpo, y al ser un área tan extensa vamos a tener que dejarla para otro día–respondió Ian.

–Una pregunta... ¿hay alguna descripción del arma que buscamos? –preguntó tímidamente Rachel pasando su mirada de los dos genios hacia Drake.

–Lamentablemente no... –dijo algo decepcionado Ian.

–¿Y entonces como sabremos que buscar? –inquirió nuevamente Stardust.

–Esa arma fue creada con la tecnología dejada atrás por Los Antiguos –comentó Drake sorpresivamente–. Créeme, cuando estés en su presencia, te darás cuenta.

Tuvimos que conformarnos con la críptica respuesta otorgada por Paladín, quien seguía algo reticente a compartir información con el resto de nosotros, sin embargo, tal vez estaba en lo correcto, después de todo, mi misterioso informante me pidió que no confiara en nadie, y por más que me costaba, lo estaba intentando.

Finalizada nuestra reunión, partimos hacía las improvisadas habitaciones que habíamos instalado para nosotros, utilizando los viejos cuarteles de los soldados de Cíclope. Claramente aquella había sido una importante base militar, así que teníamos muchísimo espacio, y ciertamente la privacidad no iba a ser un problema.

Agotados por los trabajos del día, Amy y yo caímos dormidos rápidamente, y pudimos disfrutar de una buena noche de descanso, la cual realmente necesitábamos.

Esta vez tenía una misión clara, encontrar El Trueno de los Dioses, y era una forma de detener la amenaza que El Antiguo representaba, de manera que mi mente se encontraba más tranquila y esa noche no hubo pesadillas que me atormentaran, forzándome a despertar prematuramente.

Al otro día me sentía fresco, renovado, y listo para entrar en acción, así que con esta nueva energía que recorría mi cuerpo salí de la cama a enfrentar nuestro desafío.

Aparentemente el resto de mis compañeros había tenido una noche tan buena como la mía. En el grupo se sentía un ánimo diferente, un poco más aliviado, y un poco menos sombrío que en días anteriores.

Una vez que todos estuvimos preparados, nos dirigimos hacia Wells que ya se encontraba con los motores encendidos esperándonos, y fue cuando estaba a punto de abordar la nave que mi teléfono volvió a sonar.

Con cierta preocupación, lo saqué de mi bolsillo y lo observé, encontrándome con lo que esperaba: el misterioso informante había dejado un nuevo mensaje, aunque este era algo más relajado que los anteriores.

"Buena suerte" era todo lo que decía el mensaje, pero a pesar de eso lo releí varias veces, no podía creer la sencillez del texto.

–¿Todo bien? –preguntó Amy, que venía detrás de mí, con cierta preocupación en su voz.

–Perfecto –respondí con una sonrisa, al tiempo que guardaba el teléfono, antes de abordar a Wells.

Durante el resto del día, estuvimos recorriendo los lugares señalados por Ian y Joel, los cuales, indicaban importantes lugares de la Antigua Grecia, de manera que pudimos ver bastantes locaciones interesantes.

El único en quedarse en la base fue Ian, quien había decidido darle un intento a mi idea para rastrear el arma, y prometiéndonos que ante cualquier resultado positivo iba a informarnos inmediatamente.

El primer lugar que decidimos visitar fue el palacio de Cnosos, una bella y antigua estructura ubicada en la isla de Creta, para la cual tuvimos que vestirnos de manera un poco más "turística" para pasar desapercibidos, pero no por eso dejamos atrás nuestro armamento, para lo cual utilizamos armas un poco más fáciles de disimular, como por ejemplo el arco que Joel me dio para nuestra primera incursión en Egipto algunos años atrás.

Sin embargo, los resultados en ese lugar fueron nulos, así que decidimos irnos y probar suerte en alguna de las otras locaciones.

Así que, durante todo el día, nos dedicamos a recorrer los lugares más destacados de la Antigua Grecia, tales como Atenas, Esparta, Argos, o Tebas, siempre obteniendo los mismos resultados que en nuestra primera locación.

A pesar de buscar incansablemente algún indicio sobre El Trueno de los Dioses, o algún pasadizo secreto que alguien hubiera pasado por alto en todos estos años, no parecíamos ser capaces de encontrar nada que indicara que nos acercábamos a nuestro objetivo.

Nuestra travesía nos llevó incluso hasta las ruinas de lo que alguna vez fue Troya, pero aun así, nada. Fue allí donde se me ocurrió lo útil que nos hubiera venido la ayuda de un velocista como Mark en esta situación, pero debíamos de arreglárnosla como podíamos.

La noche nos atrapó saliendo de unos largos túneles que encontramos en Troya, de manera que decidimos que ya era hora de dar por terminada la búsqueda por ese día, y abordamos a Wells totalmente agotados y sucios.

A pesar de los hermosos lugares que visitamos, y del hermoso día que jugó a nuestro favor, no podíamos evitar sentir otra cosa que no fuera frustración.

Habíamos logrado recorrer todos los pequeños puntos rojos marcados por Joel e Ian en el mapa, y no habíamos logrado encontrar absolutamente nada, de manera que incluso se me ocurrió que, tal vez, no había una cosa como El Trueno de los Dioses, que sólo fueron desvaríos de un anciano moribundo.

Sin embargo, la enérgica búsqueda llevada a cabo por Drake en cada una de las locaciones que visitamos me hacía saber que no era así, que El Trueno de los Dioses era real... tenía que serlo.

Para cuando llegamos nuevamente a la base, el único con algo parecido a una sonrisa en el rostro era Gladiador, quien estaba simplemente feliz de haber podido recorrer aquellos olvidados lugares con nosotros, e incluso de haber podido utilizar sus poderes dos o tres veces a lo largo del día, más que nada para quitar enormes escombros en antiguos templos y pasadizos.

Frustrados tras un largo día de trabajo perdido, nos dirigimos hacia donde habíamos instalado el centro de mando para dejar los equipos e irnos a la cama, a pesar de nuestro fracaso, no podíamos rendirnos.

Sin embargo, cuando estaba por poner mi mano sobre el picaporte, la puerta se abrió de repente y vimos cara de Ian, quien nuevamente parecía haber estado consumiendo energizantes.

–¡Lo logré! ¡Tardé todo un día pero lo logré, maldita sea! –exclamó mientras me abrazaba e intentaba levantarme con sus delgados brazos.

–¿Lograste...? –empezó a preguntar Joel algo sorprendido por la velocidad del joven Dolent.

–¡Encontré una forma de rastrear el arma! –exclamó Ian, estallando de felicidad.

Tras algunos segundos, logramos calmar al pequeño genio, y logramos que se sentara para explicarnos sus descubrimientos.

–Fue un día largo y agotado, ojala hubiera podido ir a ver todos esos hermosos lugares con ustedes, seguro que la pasaron genial –comentó Ian un poco más tranquilos, pero al ver más de una ceja levantada agregó:– o no...

–Ian, concéntrate y ve al grano –lo apresuró Gladiador– ¿Qué encontraste?

–Ya dijo que encontró, lo que yo quiero saber es cómo –agregó Joel, mirando al joven e inquieto Ian.

–¿Celoso de que ya no eres el único cerebrito? –preguntó Sandy a su novio, causando una sonrisa en todos nosotros.

–No hay problema, en realidad fue muy difícil y estoy seguro de que tú podrías haberlo hecho mejor –comentó Ian mirando a Joel, aún con una estúpida sonrisa en su rostro–. Para no aburrirlos con detalles, digamos que Hackee todos los archivos secretos de todos los países, y me dediqué buscar uno por uno cualquier información sobre algún artefacto de extraña procedencia que hubiera sido encontrado.

–Eso es bastante ilegal incluso para nosotros... –comentó con cierta preocupación Rachel.

–Una vez que El Antiguo esté muerto van a agradecer que hayamos hecho esto –contestó Drake agresivamente.

–Encontré algunas cosas bastante perturbadores, me refiero a cosas realmente muy, muy extrañas, pero, entre todo ese montón de cosas, hubo algunas que destacaban por su increíble poder, y asumí que esas eran las que nos interesaban –continuó Ian, cada vez más ansioso por exponer sus descubrimientos–. Hubo algunas cosas que los Estado Unidos encontraron en una de sus primeras expediciones al Artico, otras que fueron encontradas en el fondo del océano por los rusos, incluso algunos descubiertos en diferentes partes de África, sin embargo, todos desaparecían sin explicación a los pocos días de ser encontrados.

–Siempre que algo así aparecía El Ojo intentaba recuperar el artefacto antes de que cayera en manos de algún Shadow, así que eso es nuestra culpa –agregó Drake.

–Bien, por suerte no son ninjas muy rápidos, de manera que algunos científicos lograron hacer algunas pruebas sobre los artefactos antes de que desaparecieran –dijo Ian, y esta vez se dirigió a una computadora, donde nos mostró algunos pocos reportes en diferentes idiomas–. Correlacioné los datos de todos los encuentros con este tipo de artefactos, algo que los gobiernos no pudieron hacer porque estaban muy ocupados ocultando su existencia, y me encontré con que todos los reportes indicaban una misma huella de una energía extraña, la cual todavía no tiene nombre, aunque energía Dolent no suena nada mal.

–¿Y con eso podemos rastrear El Trueno de los Dioses? –pregunté con creciente impaciencia.

En ese momento, un pitido sonó en la computadora, haciendo que todos dirigiéramos nuestra atención hacia ella, y de inmediato una amplia sonrisa se formó en el rostro de Ian.

–Parece que ya lo hice –comentó por lo bajo y se puso a escribir en la computadora.

Rápidamente, una imagen apareció en la pantalla, con un punto rojo marcado en él, sin embargo este era bastante más pequeño que el que nos habían enseñado previamente.

–Bueno, parece que ya sabemos, aproximadamente, donde se encuentra el arma –comentó el joven genio observando con interés el lugar.

–Bien, mañana a primera hora salimos hacia el lugar –comentó Gladiador, claramente feliz de poder volver salir al campo.

–Esa área es de todas formas bastante grande ¿crees que podemos construir algún dispositivo que nos guíe indique cuando estemos cerca de la fuente de la energía? –preguntó Joel a Ian.

–¿Te refieres a un medidor de energía Dolent? –inquirió el joven con una sonrisa, pero al ver la cara de frustración de Surfer desistió de seguir bromeando– Seguro que sí ¿vamos al laboratorio?

–Después de ti –respondió con seriedad Joel, y ambos salieron por una puerta lateral del lugar.

El resto de nosotros, algo más felices por el anunció de Ian, pero no menos agotados, nos retiramos hacia las duchas y luego hacia nuestras habitaciones.

Me senté al borde de la cama a esperar a Amy, y casi que esperaba que el teléfono volviera sonar, indicando una nueva comunicación de mi misterioso informante, pero nada de eso.

El sonido de la puerta abriéndose a mi espalda hizo que me girara y por poco no me da un infarto al ver a Amy parada en el marco de la puerta vistiendo nada más que su ropa interior, y mirándome con una sonrisa provocadora.

–Creo que nos ganamos esto después de unos cuantos días de arduo trabajo ¿no crees? –preguntó llevándose las manos a su hermosa cintura, sin moverse de donde estaba.

–Yo diría que si –respondí con una idiota sonrisa, sin poder dejar de admirar su hermosa figura.

Seductoramente, Amy caminó hasta donde estaba y me dio un apasionado beso ante de empujarme a la cama.

Sin esperar mucho más, estuvo allí sobre mí, besándome mientras pasaba sus suaves manos por sobre mi torso desnudo.

Estaba a punto de desprender su sostén, cuando un leve sonido me alertó y me hizo detenerme.

–¿Pasa algo? –preguntó Amy mientras me besaba tiernamente el cuello.

–No estamos solos –respondí por lo bajo.

–¿¡Qué!? –preguntó Amy quitándose rápidamente de encima de mí y cubriéndose con la almohada.

Rápidamente, Amy se colocó una remera mía que encontró por el lugar y se dispuso a investigar el sonido junto a mí.

Utilizando mis poderes volví a detectar otro leve ruido, que me indicó definitivamente su procedencia. Se trataba de un viejo armario metálico ubicado al otro lado de la habitación.

Con cuidado, nos acercamos al antiguo armario, y antes de abrirlo, ambos compartimos una seria mirada que indicaba que estábamos listos para combatir.

Con una velocidad impresionante, me lancé sobre las puertas del armario y las abrí de par en par, esperando un sorpresivo ataque de nuestro oculto espía, sin embargo, lo que vi allí fue una sorpresa aún mayor.

–¿Cómo estas, hermanito? –preguntó Ana con una incómoda sonrisa en su rostro, mirándome desde el interior del armario.

Sin esperar un segundo, tomé a mi hermana del brazo y la saqué de su escondite, claramente furioso de encontrármela allí.

–¿Qué rayos estás haciendo aquí? –pregunté, con una voz que realmente metía miedo.

–Tranquilo, sólo vengo a ayudar –respondió bastante avergonzada mi hermana.

–Daniel, tal vez quieras relajarte un poco –dijo Amy mientras apoyaba su mano en mi pecho, tratando de que me calmara.

–¿Y qué te hizo pensar que necesitábamos tu ayuda? –pregunté cada vez más enojado– Ni siquiera sabes que mierda estamos haciendo aquí.

–Están buscando algo, aparentemente en el Monte Olimpo, posiblemente para detener a El Antiguo –respondió sorpresivamente Ana, esta vez orgullosa de sus conocimientos–. Mamá estuvo hablando, y bueno, estuve espiando un poco a ese chico nuevo mientras trabajaba...

–Perfecto, justo lo que me faltaba –dije con una sonrisa en el rostro, aunque no estaba para nada divertido.

–Dan, prometo que no voy a interferir, sabes que siempre me interesó toda la cultura de la Antigua Grecia ¡sólo quiero ayudar!

–Ana, esto no es una tarea del colegio, no es uno de esos juegos que tanto te justan, esto es la vida real, y aquí puedes salir lastimada –respondí algo más calmado.

–¡Ya sé eso! No soy una niña, Daniel

–¿No? ¿Cuántos años tienes?

–Catorce... ¡pero en tres días cumplo 15! –respondió indignada, haciendo que Amy sonriera.

De repente, la puerta volvió a abrirse, y Joel apareció por ella, cargando unas pesadas cajas y usando una musculosa, que remarcaba sus recientemente adquiridos músculos.

–¿Está todo bien? –preguntó nuestro compañero, confundido ante la presencia de mi hermana en el lugar.

–¡Joel! –exclamó ésta, y salió corriendo contra él.

Surfer apenas y tuvo tiempo de dejar la caja en el suelo antes de recibir un largo abrazo por parte de Ana.

–Emm... hola, no sabía que estabas aquí –respondió algo incómodo Joel.

–No te preocupes, nadie sabía –respondí con frustración.

–Realmente fue un gusto volver a verte –dijo Ana, mientras que lo soltaba, sin embargo dejaba una mano apoyada en el musculoso brazo del joven héroe.

–Gracias, lo mismo digo... eh, tengo que ir a llevar esta caja –continuó Joel.

–Ah, sí, por supuesto –dijo mi hermana con una risa histérica, mientras que soltaba el brazo de Joel.

Ni bien se vio liberado, Joel salió corriendo del lugar, claramente avergonzado por la situación que acaba de vivir, y mientras tanto mi hermana se daba vuelta para mirarnos.

–¡Wow! –exclamó, y aún con toda la oscuridad del lugar se notaba que estaba sonrojada.

–¿En serio? –pregunté indignado, pero luego recordé sus palabras y me di cuenta de que tenía razón, ella ya no era una niña.

–Ana, querida, ven –dijo Amy, y trajo a mi hermana hasta la cama donde la sentó–. ¿Cómo llegaste aquí?

–Bueno, es una larga historia, pero parece que mi madre colocó un rastreador en la parte exterior de Wells antes de irse, la última vez que los visitó... –comenzó a relatar Ana.

–¿¡Qué hizo qué!? –exclamé confundido.

–¿Puedes culparla? No nos llamas, no nos escribes, la mayor parte del tiempo nos enteramos por las noticias donde estuviste –respondió ella con cierto enojo en la voz, antes de continuar su historia–. En fin, vi que el rastreador los ubicaba en Grecia, y mamá me había contado todo sobre El Antiguo, así que, decidiendo que podían usar mi ayuda, me subí a un avión y vine para acá.

–¿Mamá dejó que vinieras, y que tomara un avión sola?

–No exactamente... ella piensa que estoy quedándome con Laurence y Clara, no me espera hasta dentro de dos noches, así que tengo hasta entonces para ayudarlos –respondió con cierta incomodidad, aunque con una sonrisa en el rostro.

–¿Y cómo diablos explicas lo del avión? –inquirí, cada vez más ansioso por respuestas.

–Bueno, básicamente... eh, logré escabullirme hasta el área de carga y viaje escondida entre las valijas, pero fue un viaje bastante tranquilo, así que de todas maneras fui bastante cómoda.

–Así que fuiste cómoda... ¡vaya, que gran alivio! –contesté sarcásticamente, pero luego me detuve al darme cuenta de algo–. Un momento, estamos a kilómetros del aeropuerto más cercano ¿cómo rayos llegaste tan rápido aquí?

–Como no tuve mucho tiempo de pensar en una mentira simplemente voy a largar la verdad, me robé un auto –respondió Ana con total sinceridad.

–Genial –comentó Amy, ganándose una mirada de desaprobación de mi parte.

–Eso es todo, voy a avisarle a mamá y te vas a ir de aquí ahora mismo –le espeté totalmente furioso, mientras buscaba el número en mi teléfono.

–Está bien, pero probablemente tarde hasta mañana en la noche en llegar, de manera que aún puedo ir al Monte Olimpo con ustedes.

–No, vas a quedarte aquí, no estoy jugando.

–Bueno, la única forma de que logres que me quede aquí va a ser quedándote, y los dos sabemos que no vas a hacer eso, porque el equipo te necesita allí arriba –respondió Ana con una orgullosa sonrisa en su rostro.

Hecho una fiera, salí con paso apurado hacia donde había dejado todo mi equipo y volví con unas esposas.

–¿Estas segura de que es la única forma? –comenté mientras se las mostraba.

–Sé cómo salirme de esas, Amy me enseño –respondí, aun con su sonrisa de superada.

Miré a mi novia con total confusión, tratando de descifrar porqué diablos le había enseñado semejante habilidad a mi hermana.

–¿Qué? Estábamos en casa de Stella, realmente aburridas, y ella me pidió que le enseñar –se justificó Amy, aunque sabía que había sido un error.

Lancé un suspiro de frustración, realmente la pequeña Ana sabía cómo salirse con las suyas, algo que parecía venir de familia.

–Vamos, Dan, prometo no estorbar, ni siquiera se van a dar cuenta de que estoy allí con ustedes, después de todo, si ustedes dos no se hubieran puesto a hacer cochinadas, yo no me hubiera movido y te hubieras enterado que estaba aquí mañana cuando abordaras a Wells –dijo mi hermana, casi de rodillas, rogando que la llevara conmigo.

–Esto es sólo por mañana –dije, al tiempo que largaba un suspiro y los ojos de mi hermana se iluminaban–, vas a hacer todo lo que yo te diga, sin excusas, y no pienses ni por un segundo que te vas a salvar del castigo.

–El auto... –me susurró Amy al oído.

–Y también tienes que devolver el auto –sentencié finalmente.

–¡Gracias, gracias, gracias! –exclamó Ana mientras que nos envolvía a Amy a mí con sus delgados brazos.

Ya eran las dos de la mañana, así que mandé a Ana acostarse, y Amy y yo hicimos lo mismo, después de todo, mañana íbamos a tener un día muy largo.


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