7. Montañas en llamas.

A lo largo de todo el viaje de regreso a casa, Drake se la pasó explicándoles a Joel y a Sandy toda la situación de El Antiguo y ambos escucharon atentamente, en la cara del joven Green se podía ver la determinación que tenía por acabar, y en ese instante noté el impresionante parecido que tenía con Kevin, el hombre que salvó el mundo.

Una vez que Drake explicó todo a los "nuevos" miembros, Wells se la pasó haciéndole preguntes a Joel, su creador, a quien no había visto desde que este había partido hacia Egipto. Las incomodas preguntas de Wells nos divirtieron y nos distrajeron del enorme problema que íbamos a tener que enfrentar tarde o temprano, así que fue algo bueno. Todos necesitábamos ese pequeño descanso, ya que prácticamente no habíamos parado desde que todo empezó.

Durante las pocas horas que duró el viaje, mantuve mi cabeza despejada de todos los problemas y disfruté de la pequeña reunión que se estaba llevando acabo. Pero ni bien Wells tocó tierra, los problemas empezaron.

La escotilla se abrió y pude ver a mi madre parada en el hangar, y por su cara se podía notar que no estaba nada contenta. Junto a ella se encontraban Ian y Gladiador, quienes parecían algo asustados, claramente mi madre no sólo estaba furiosa conmigo.

Sin embargo, la cara de Ian cambió al ver que Joel bajaba de Wells, y de inmediato se abalanzó sobre él llevando un papel en su mano, el cual pronto descubrí que se trataba de una foto de Surfer tomada durante alguna de nuestras batallas.

–Disculpe señor... Joel... señor Green... Surfer... señor... –dijo temblorosamente Ian con una sonrisa de oreja a oreja, incapaz de contener la emoción.

–No puedo creerlo –comentó Sandy tapándose la boca mientras reía por lo bajo de su novio.

–Quería pedirle un autógrafo... si no está muy ocupa... si no le molesta –continuó Ian, cuya mano temblaba cada vez más.

–Si, lo que sea... –respondió Joel tomando la foto y la lapicera que le tendía Ian– Ian ¿verdad?

–Oh, sabe mi nombre –dijo Ian de repente y por poco no da un salto de felicidad, pero se contuvo al darse cuenta de lo raro que eso había sonado.

Rápidamente, Joel firmó la fotografía y comenzó a caminar rápidamente, claramente el encontronazo con Ian le había resultado altamente incómodo.

Lentamente, todos se fueron alejando, dejándome sólo con mi madre.

–Nos vemos dentro ¿sí? –dijo Amy, dándome un beso en la mejilla antes de partir.

Lancé un suspiro de cansancio y me dispuse a preguntarle a mi madre que ocurría, pero ella tomó la delantera.

–¿Cuándo planeabas decírmelo? –dijo de repente, con su mirada de furia y los brazos cruzados.

–¿Decirte qué? –pregunté, como si no lo supiera.

–Siempre fuiste un buen mentiroso, pero nunca fuiste tan bueno como para engañarme a mí, dime lo que está pasando, Daniel, no me tomes por idiota.

–¿Quién te lo dijo?

–Ian –respondió rápidamente, aun claramente enojada.

–Voy a matar al pequeño bastardo... –comenté por lo bajo.

–¿Es cierto? Esa... cosa... ¿está entre nosotros? –preguntó mi madre al borde de la desesperación, y yo simplemente respondí asintiendo con la cabeza.

En ese momento, mi madre casi rompe a llorar, así que me apresuré a abrazarla para intentar contenerla.

–No te preocupes... vamos a detenerlo... siempre lo hacemos –dije, tratando de calmarla.

–¿Por qué siempre tienes que ser tú? El mundo está lleno de personas con poderes... no es justo.

–Mamá, tranquilízate...

–Lo siento... es que... perdí a tu padre, y hace dos años casi pierdo a tu hermana –dijo mientras se soltaba de mi abrazo–. No quiero perderte a ti también.

–Y no lo harás –respondí sonriendo.

–Dios... tienes tanto de tu padre en ti –dijo mientras me acariciaba el rostro–, él también solía dejarme en la oscuridad pensando que con eso me protegía, pero no... solo traía problemas para nosotros.

–Yo... lo siento –contesté, mientras desviaba la mirada.

–No lo hagas, sé por qué haces lo que haces, pero debes entender que no tienes por qué cargar con todos los problemas del mundo tú solo, habla conmigo, habla con tu hermana –continuó mi madre mientras me sonreía.

–Está bien, lo prometo –respondí, volviendo a mirarla–. Por cierto, ¿cómo esta Ana?

–Oh, tú sabes, está en esa época en la que no habla mucho conmigo, se la pasa con sus amigos de hecho, pero creo que está bien, aunque no le vendría mal una visita de su hermano.

–Mamá, sabes que iría, pero...

–Estas ocupado, lo sé, sólo trata de llamar de vez en cuando ¿Sí? –me interrumpió mi madre.

–Está bien, aunque estoy algo mayor para andar llamando continuamente a mi madre, ¿no crees? –pregunté en forma de chiste.

–Bueno, si aún esperas que te prepare panqueques cuando vayas de visitas, más te vale que llames –respondió mi madre, mientras caminábamos hacia la base.

Finalmente la acompañe hasta el auto que había rentado, y la vi marcharse por el único camino que llevaba a nuestro centro de operaciones.

Cuando ya no pude ver el auto, me di media vuelta y me dirigí de vuelta con mis compañeros, quienes se habían reunido en el lugar donde guardábamos los trajes. Cuando llegué al lugar, Ian estaba hablando con Joel y Sandy sobre diseños de trajes para ella, y algunas mejoras que podía probar en el traje de Surfer.

Una vez que todos se percataron de mi presencia, nos sentamos a la mesa y nos pusimos a discutir sobre qué debíamos hacer ahora que Joel y Sandy estaban en el equipo.

–Yo digo que busquemos a El Antiguo y le demos lo que se merece, a él y a sus amigos –sugirió Damien, quien parecía estar harto del tema.

–Sabes muy bien que esa no es una opción –le respondió Amy.

–Amy tiene razón, es probable que El Antiguo sea mucho más poderoso que la primera vez que lo encontraron... necesitamos buscar una debilidad –agregó Gladiador–. Debemos aprovechar este momento para prepararnos, antes de que sea demasiado tarde.

–¿Ustedes no tienen algún arma para detenerlo? –preguntó Joel a Drake.

–¿Quiénes serían "ustedes"? –cuestionó, Sandy a su novio por lo bajo.

–Algo así como unos ninjas... asesinos... que coleccionan cosas antiguas y viven en las montañas –respondió su novio.

–Ninjas asesinos, lo tengo –dijo Sandy con una sonrisa de emoción, claramente estaba muy feliz de estar con nosotros.

–Como ya les dije a los demás –comenzó a responder Drake, a quien parecía no haberle gustado la descripción de El Ojo dada por Joel–, no que yo sepa, pero deberíamos visitar a Athan para estar seguros.

–Entonces allí es a donde vamos –dije, poniendo fin a la discusión.

–Emm... ¿puedo ir a sacarme la tierra antes? –preguntó tímidamente Rachel, quien estuvo todo el viaje tratando de quitarse una basura del ojo sin éxito.

Con una sonrisa, Gladiador asintió y nos dijo que cuando estuviéramos listo para partir nos reuniéramos allí, mientras tanto Ian llenaría el tanque de Wells y prepararía los trajes.

Lentamente y con un evidente cansancio, todos nos dirigimos hacia nuestras habitaciones donde nos íbamos a dar una ducha y a descansar un poco de nuestra más reciente aventura.

Tras meterme bajo la lluvia caliente, y quitarme varios kilos de arena de encima, dejé el baño para que Amy lo usara, y me senté en la cama.

Estaba a punto de prender la televisión cuando mi teléfono sonó y me abalancé sobre él pensando que se trataba de un mensaje de Ana, pero nada de eso. En su lugar, me encontré con un mensaje de un número totalmente desconocido para mí.

Con cierta desconfianza, abrí el mensaje y lo leí detenidamente, este rezaba:

"Si te apuras aún puedes salvarlos, no confíes en nadie".

Leí repetidamente el mensaje, tratando de descifrar que rayos podría significar, y de quien podría provenir. Todo el asunto me daba una mala espina, y cuando llamaba al número una voz de computadora me avisaba que no pertenecía a nadie, lo cual sólo hacía que todo fuera más sospechoso.

–Amy, de prisa, debemos irnos –dije mientras releía el mensaje.

–¡Ya salgo! ¡No es fácil quitarse la arena cuando tienes el pelo largo! ¿Sabes? –contestó burlonamente Amy.

Pocos minutos después, Amy salió de la ducha, y casi en el mismo momento, el teléfono volvió a sonar. Esta vez el mensaje era mucho más corto y más misterioso.

"Lo siento". Era todo lo que decía el último mensaje.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando Amy salió del baño vistiendo nada más que su toalla, y se dispuso a cambiarse.

Con una inexplicable sensación de angustia, apuré a mi novia para que se apresurara, aunque me costaba bastante hablar debido al nudo que se había formado en mi garganta.

Cuando finalmente estuvimos preparados, tuve que hacer un tremendo esfuerzo para no salir corriendo hacia el hangar. Había algo realmente extraño en lo de los mensajes, pero tenía que permanecer calmado y enfocado en la misión: detener a El Antiguo.

Pocos minutos después, todos nos encontramos en el hangar y estábamos listos para salir. Los últimos en llegar fueron Joel y Sandy, ya que, por un lado, el joven Green se había quedado haciendo modificaciones de último momento en su traje; y por el otro, todo esto era bastante nuevo para ellos, y con seguridad les habría costado un poco encontrar el sitio de despegue.

Todos nos habíamos colocado los trajes y los abrigos que nos iban a proteger del frío de los Andes, excepto Sandy, quien todavía no tenía traje ni tampoco idea de a donde diablos estábamos yendo, de manera que se apareció en el hangar con unas zapatillas de lona, unos jeans gastados y una remera tipo top que se apegaba a su esbelto cuerpo, resaltando su hermosa figura.

Al ver esto, la joven heroína se sonrojó un poco y preguntó:

–¿Estoy mal vestida para la ocasión?

–No te preocupes, seguro tenemos algunos abrigos de sobra por aquí –respondió Ian, mientras revisaba en unas enormes cajas– ¡Eureka!

Dicho esto, nuestro joven genio sacó unos enormes abrigos que claramente no eran de la talla de Sandy, pero tendrían que bastar de momento.

Con cierto entusiasmo, las más reciente miembro de nuestro grupo tomó las prendas que Ian le ofreció, y se las colocó sobre la ropa que ya traía puesta, excepto por las enormes botas de nieve que tuvo que colocarse, para las cuales tuvo que perder sus zapatillas.

Preparados para empezar nuestro viaje, nos adentramos en Wells, y Drake dio las coordenadas, que apuntaban a algún punto de La Cordillera de Los Andes que servía de una especie de frontera natural entre Chile y Argentina, y sin esperar un segundo, Wells salió a toda velocidad hacia nuestro destino.

El objetivo de nuestra travesía era claro, preguntar a Athan, líder de El Ojo, si conocía de algún arma que pudiera detener a El Antiguo y sus planes, y yo creía que debía de haberla, después de todo, parece que los hermanos de nuestro enemigo tuvieron en cuenta todas las alternativas antes de aprisionarlo.

Durante todo el viaje no pude evitar notar cómo brillaban los ojos de Drake. A pesar de todo el tiempo que había pasado con nosotros, los miembros de El Ojo eran su verdadera familia, y era inevitable que los extrañara. Nuestro mejor guerrero parecía guardar una parte sensible muy, muy, dentro suyo.

Estábamos realmente relajados, escuchando a Joel relatarnos sobre sus tres años fuera, cuando la voz de Wells interrumpió la interesante historia con un tono de preocupación.

–Emm... ¿Vigilantes? –preguntó, algo indecisa, la inteligencia artificial.

–¿Pasa algo, Wells? –me adelanté a repreguntar mientras que me levantaba de mi asiento.

–Tal vez quieran venir a ver esto... –dijo Wells, quien claramente estaba sorprendido de lo que veía, y pronto entendimos por qué.

Ni bien asomamos a la cabina para ver a que se refería Wells, nuestros ojos fueron iluminados fuertemente por una enorme cadena de fuego que se extendía por una parte de las montañas, de donde salía gran cantidad de humo. Parecía que no íbamos a necesitar los abrigos después de todo.

–¿Es ahí donde...? –empezó a preguntar Rachel, impactada por la imagen.

–Oh, por dios.... –comentó Drake por lo bajo, como para responder la pregunta que había empezado a formular Stardust.

–Wells, a toda velocidad, y prepárate para apagar el incendio –dije, sin quitar la mirada de las enormes llamaradas que salían del lugar, mientras que me empezaba a quitar el molesto abrigo.

–De inmediato, señor –respondió la inteligencia artificial, y salió disparada como una bala en dirección al incendio.

Mientras que todos nos preparábamos para descender, Wells soltó una especie de pasta diseñada por Ian sobre el fuego, el cual lo mitigó de inmediato, dejando una perfecta zona de aterrizaje despejada.

–¡Wells, abre la escotilla! –dijo con desesperación Drake.

–Señor, me temo que si salta desde esta altura no va a sobrevivir, déjeme bajar un poco...

–¡Apresúrate, pedazo de chatarra! –gritó El Guardián Rojo, quien estaba desesperado por entrar en acción.

Inmediatamente, Wells obedeció, y descendió a tal velocidad que me costó mantenerme en pie.

Rápidamente, la escotilla se abrió, y Drake fue el primero en saltar al vació, aterrizando de manera espectacular antes de salir corriendo.

Todos nos lanzamos detrás de él, y una vez en el suelo comenzamos a seguirlo, aunque no parecía demasiado preocupado por lo que nosotros estábamos haciendo, simplemente se dedicaba a correr por la zona destruida por el fuego.

Finalmente, vimos que llegó a una especie de cueva, que daba a una entrada bastante parecida a la que habíamos visto en el Himalaya el día que conocimos a Athan, sólo que ésta había sido arrasada totalmente por el fuego.

Con un gran apuro, Drake le dio una fuerte patada a la puerta de entrada, y lo primero con lo que se encontró fue con dos Guardianes Rojos descuartizados en la entrada, claramente alguien los había atacado con fuerza.

Avanzamos por un oscuro pasillo, esquivando los cadáveres, y tratando de ignorar el pesado olor de la sangre en el aire.

Mientras todos se preocupaban por llegar al escondite de El Ojo, yo concentré mis poderes, y pude captar algunos sonidos de pelea más adelante, pero eran nulos, del tipo que indicaban que la batalla había acabado hacía rato.

Finalmente, vimos la luz al final del túnel, y, casi al mismo momento, escuchamos varios gritos de dolor provenientes de ese lugar, lo que hizo que todos redobláramos el paso.

Nos encontramos con un lugar muy similar a la estructura subterránea que habíamos visto en la anterior base de El Ojo, sólo que un poco menos sofisticada, y sin el enorme palacio en el que Athan vivía. Sin embargo, no pude reparar mucho en los detalles, ya que me vi distraído por la enorme cantidad de cuerpos tirados por todos lados.

Los Guardianes Rojos habían presentado batalla, pero claramente fueron eliminados sin mucho esfuerzo por unos enemigos que los superaban en poder. Hombres, mujeres, ancianos, unos pocos niños, todos asesinados brutalmente, y ni siquiera debía imaginarme quien había hecho semejante desastre, los estábamos viendo juguetear con Athan sobre una especie de altar donde el líder debería dar sus discursos.

Allí, el líder de El Ojo, con una enorme y brillante espada, se resistía a los constantes ataques del grupo de súper-humanos que nos encontramos el día que El Antiguo fue liberado, y los cuales eran liderados por Kali, quien miraba toda la situación cierta gracia.

Terriblemente agotado, Athan finalmente cayó tras un leve golpe de Bones, quien parecía no verse dañado por la impresionante espada que el anciano cargaba.

Inmediatamente, Revan se colocó detrás del anciano con su espada en el cuello de este, y miró a Drake, quien aún parecía incapaz de procesar todo lo que estaba pasando, con una amplia sonrisa en el rostro.

–Demasiado tarde, Vigilantes –dijo Kali sonriendo.

Sin esperar un segundo, cargué una flecha y la disparé al medio de la cabeza de Revan, pero un extraño sujeto que estaba escondido entre los demás miembros del grupo de enemigos dio un paso al frente, y creó una especie de portal delante del rostro de su compañero. La flecha pasó directamente por este, y luego, el pequeño portal color violeta se replicó delante de la pierna izquierda de Drake, haciendo que la flecha se clave allí a una velocidad impresionante, y logrando que El Guardián Rojo caiga de rodillas.

Inmediatamente, Amy y Damien se apresuraron a ayudar a levantar a nuestro compañero caído, mientras que el resto de nosotros se preparaba para contraatacar.

–Un paso más, y Revan termina con el anciano –dijo Kali fríamente, dedicándonos una mirada que denotaba que no iban de broma.

Para confirmar las palabras de nuestra enemiga, el espadachín hizo un pequeño corte en el cuello de Athan, obligándonos a retroceder un poco, esperando un momento propicio para atacar.

–Revan, detén esto –suplicó Drake, quien ya se había quitado la espada de la pierna–, Athan fue como un padre para ti, no lo lastimes.

–Estás demasiado ciego para ver la verdad, mi viejo amigo –contestó el enemigo sin mover la espada de su lugar–. Este sujeto te envió a luchar con lobos cuando no tenías más de siete años, solo con una patética cuchilla, y realmente no hubiera derramado una lagrima si no regresabas ¿eso parece algo que un padre haría?

–Suficiente de esto, dejen ir al anciano –dijo Sandy de forma desafiante y dando un paso al frente.

Revan apretó aún más la espada contra el cuello de Athan, y Joel se vio obligado a detener a su novia, quien ya parecía dispuesta a enfrentarse a toda aquella legión del mal por si sola.

–Es hora de que acepten que perdieron, El Antiguo es libre, y El Ojo acaba de ser destruido ¿de verdad creen que ustedes representan una amenaza para nuestro maestro? –preguntó Kali con una enorme sonrisa– Ya perdieron la guerra, sólo que aún no se han dado cuenta.

En ese momento, el nuevo miembro de su equipo creo un gran portal a sus espaldas, por el cual, lentamente, todos ellos se fueron retirando del lugar, hasta que finalmente solo quedó Kali y Revan.

La primera ya estaba a punto de cruzar por el portal cuando se frenó en seco y se volvió para mirarnos, y sin inmutarse pronunció las palabras.

–Acaba con esto.

Rapidamente, Revan quitó su espada del cuello de Athan, y en su lugar, atravesó el pecho del anciano de lado a lado.

–¡No! –exclamó Drake, quien comenzó a correr torpemente hacia donde el anciano yacia.

Nuestro compañero avanzaba lo más rápido que podía, mientras desenfundaba sus espadas, pero esto era inútil, Revan se fue ni bien hubo acabado con el anciano.

Cuando el portal se cerró, todos nos apresuramos a llegar al lado de Drake y Athan, e intentamos detener el sangrado del anciano, pero era inútil, la herida era demasiado grande y él estaba demasiado agotado como para intentar aferrarse a la vida.

Todos nos paramos allí, viendo como nuestro compañero intentaba salvar la vida de su mentor, pero era inútil, este ya se había resignado, pero no por eso nuestro viaje fue totalmente inútil.

–Drake... tienes que encontrar El Trueno de los Dioses... es la única forma de detenerlo –dijo el anciano, mientras escupía sangre.

–No hables, Athan, guarda tus energías, en la nave tenemos formas de curarte, vas a vivir –comentó desesperadamente Drake, quien seguía intentando detener el sangrado.

–Ya es demasiado tarde para mí, pero ustedes todavía pueden salvar este mundo... encuentren El Trueno de los Dioses...

Lentamente, la voz de Athan se fue haciendo más baja, hasta que finalmente se apagó del todo, haciendo que el único sonido que se escuchara en esa cueva fuera el llanto desconsolado de Drake.

Miré a mí alrededor, y todo lo que podía ver era muerte, y en ese momento me di cuenta de que se trataban los mensajes que había recibido hacía algunas horas: eran advertencias.

Alguien sabía que esto iba a pasar, y trato de darnos una ventaja, la cual fuimos demasiado lentos para aprovechar.

Me disponía a compartir esta información con mis compañeros, cuando otro fragmento de los mensajes vino a mi mente: "No confíes en nadie". En ese momento decidí guardarme los detalles para mí, claramente quien me había enviado esos mensajes sabía algo que yo no, y que debía mantener en secreto hasta que el momento fuera oportuno, ahora, sólo nos quedaba volver a nuestra base con el amargo sabor de la derrota.


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