44. La Cosechadora

Una semana completa nos llevó planear el asalto una vez que estuvimos convencidos de que destruyendo La Cosechadora podríamos detener con un solo golpe a más de la mitad del ejército de Eon, mejorando muchísimo nuestras posibilidades de ganar la guerra.

Durante todo ese tiempo nos dedicamos a estudiar la zona en donde se encontraba el edificio: el Valle de Bamiyán, Afganistán, aquel donde alguna vez habían estado dos gigantescas estatuas de Buda, mandadas a destruir por Cíclope en sus primeros años de gobierno tras declarar que las religiones solo servían para dividir a los hombres y que debíamos dejar de adorar a estos falsos dioses si queríamos lograr la paz, lo cual, por supuesto, no evitó que las mismas fueran reemplazadas por estatuas de él mismo, las cuales fueron destruidas una vez más cuando su gobierno cayó.

Pero lo que nos interesaban no eran las estatuas del lugar, sino las cuevas que habían sido talladas en sus paredes. Construidas por monjes hacía siglos, y con una red de túneles que las conectaban, parecía ser que Eon había instalado en su interior algo mucho más siniestro que un lindo sitio turístico. Felicity nos confirmaba que dentro de esa meseta El Antiguo había instalado La Cosechadora, ella misma había estado dentro, dándonos impresionantes detalles sobre su estructura y puntos importantes a tener en cuenta una vez que comenzáramos el ataque, aunque nos señaló que Eon nunca la dejaba pasar a una determinada habitación, pero sospechaba que en ella se encontraba el centro de mando, por lo que era de suma importancia que accediéramos a ese lugar.

Hasta donde ella tenía conocimiento, había una sola forma de entrar, y esa era mediante la puerta principal, cubierta por una gran cantidad de Mejorados, los cuales a su vez eran coordinados por un escuadrón altamente entrenado de Shadows, por lo que acceder no sería tarea sencilla, pero ni por un momento pensamos que iba a ser de otra manera.

Lo cierto es que podríamos haber estado preparando esa misión un año entero, y no por eso habría sido menos suicida. De todas formas no contábamos con el tiempo necesario para hacer mejoras en el plan, así que simplemente decidimos largarnos a hacerlo.

Correspondía a Joel llevarnos hasta aquel lugar sin que seamos detectados. El avión no era una opción, no había forma de que los Mejorados no lo vean cruzando los cielos en aquel lugar, donde no había un solo árbol que cubriera su vista, y, sabiendo que sus mentes estaban conectadas, si nos lanzábamos a varios kilómetros y éramos descubiertos por uno de ellos la misión estaba acabada antes de empezar.

La única opción era entrar antes de que Eon tuviera tiempo de responder y llevar a cabo la misión, costara lo que costara; aún si no salíamos vivos del lugar habríamos dado un golpe lo suficientemente fuerte a El Antiguo como para que La Resistencia tuviera una oportunidad de pelea cuando llegara el momento.

Cuando todo estuvo decidido, simplemente nos dedicamos a buscar los elementos que consideramos necesarios para llevar a cabo la misión, lo cual realmente no nos costó demasiado, y luego nos reunimos en la improvisada pista de aterrizaje del campamento.

Amy y yo, tras despedirnos de nuestras respectivas familias, fuimos los primeros en llegar al lugar, de forma que pudimos ver cómo, lentamente, el resto de los héroes iban llegando.

Todos sabían lo riesgosa que era la misión y, más importante aún, lo estúpido que era el plan, así que en sus caras no se notaban ansias por ir al frente de batalla. Sus rostros, sin embargo, tenían el semblante firme, aquel de alguien que sabe que tiene una misión por delante, un destino, y que está determinado a llevarlo a cabo.

Sus ojos brillaban con intensidad, como si su espíritu estuviera más exaltado que nunca, aunque sus cuerpos no lo demostraran, y era totalmente entendible. Ante las grandes posibilidades de morir, todos nosotros éramos movidos por un sentimiento de deber, la esperanza de un futuro mejor, y era justamente eso lo que representaba esa misión; si la llevábamos a cabo correctamente, podría cambiar el rumbo de la guerra en un solo segundo.

Elliot y Alan llegaron después de nosotros, y Rachel no tardó en venir detrás de ellos, acompañada por Sandy, con quien venía discutiendo algo por lo bajo, pero decidí no husmear y dedicarme a repasar mentalmente nuestro plan hasta que todos estuvieran en el lugar.

Frank, por su parte, llegó solitariamente y mirando hacia atrás repetidas veces. A la distancia se veía la hija del piloto que había muerto el día que lo conocimos, parecía que finalmente estaban empezando a formar algo similar a una relación.

Al cabo de unos minutos más, Joel y Rebecca llegaron y, para nuestra sorpresa, no se encontraban solos; Jason venía caminando con ellos en silencio, con los brazos cruzados en su espalda y mirando al suelo, como si no supiera exactamente qué era lo que estaba haciendo en ese lugar y estuviera buscando una respuesta.

–Pudimos solucionar el problema de acercarnos sin ser detectados –anunció Joel sin más.

–Bueno, parece que la misión empezó bastante bien entonces, ¿cuánto hasta el momento en que algo sale terriblemente mal y todo se va a la mierda? –preguntó Alan con una absoluta seguridad de que era la única forma posible de que los eventos se desarrollen, pero recibió un leve codazo por parte de Rachel que lo hizo callar y sonreír el tiempo suficiente para que Joel terminara su explicación.

–Como estamos trabajando con portales, pensé que podría armar algo con las piezas que Jason no utiliza e integrarla a mi traje –dijo él mientras apretaba algunos botones en la muñequera de su atuendo–. Básicamente, pudimos crear un mini-formador de portales, que nos permitirá viajar a donde queramos en cuestión de segundos con las coordenadas correctas.

–La mala noticia es que no tuvimos tiempo de probarlo, así que hay una posibilidad de que sean desintegrados ni bien pongan un pie dentro del portal –sentenció Jason con total tranquilidad, como si no hubiera escuchado lo que acababa de decir–. Pero estoy un noventa y cinco por ciento seguro de que va a funcionar bien.

–Es mejor que el noventa y cuatro por ciento... supongo –dijo Amy arqueando una ceja.

–Hay otro detalle –agregó Joel alzando la mirada para vernos a los ojos a cada uno de nosotros–. Una vez que abra el portal, la maquinaria va a necesitar por lo menos una hora de recarga para poder abrir otro, de forma que, si hacemos esto, no hay vuelta atrás.

Un silencio profundo se hizo presente entre el grupo de héroes, y todos miramos a los otros en busca de alguna señal de dudas, pero, por suerte, no pudimos detectar ninguna. Todos sabíamos lo que estaba en juego y sabíamos que la victoria no iba a venir sin sacrificios, de forma que simplemente miramos a Surfer y asentimos con seguridad, lo que hizo que el joven genio sonriera.

Por un segundo vi un destello de orgullo cruzar por los ojos de Jason, y no pude evitar preguntarme si vernos allí, con nuestros trajes puestos y listos para la batalla, no le recordaba a cuando él mismo fue un héroe, cuando fue miembro de Los Guardianes tantos años atrás.

Dediqué una última mirada alrededor y lancé un suspiro, pero ya no había tiempo que perder, de forma miré a Joel y dije sin más:

–Hazlo.

Surfer nos hizo una señal para que nos coloquemos detrás de él hasta que activara el generador de portales y todos obedecimos sin más, pero cuando estábamos en posición una fuerte corriente de aire proveniente de nuestra espalda nos llamó la atención.

–No iban a irse sin mí, ¿verdad? –preguntó Felicity detrás de nosotros, forzándonos a darnos vuelta para mirarla.

Allí estaba ella, flotando a unos pocos metros del suelo, con sus puños colocados en su cintura, y vistiendo su armadura de Kali, pero esta había sido modificada increíblemente, cambiando su color negro por una base de blanco y algunos detalles en rojo, por no mencionar la impresionante capa de este último color que flameaba con el viento, dándole un aire increíblemente heroico.

–Las capas son para idiotas –dijo Alan, incapaz de contenerse, pero Felicity respondió con una sonrisa y descendió a nivel del suelo.

–Es un gusto tenerte de vuelta... Rocket –dije mientras le sonreía–, y recuerda...

Al decir esto último saqué el detonador de la diminuta bomba que tenía en su cabeza y que ella me había dado ni bien llegamos a La Resistencia. En ese instante todos me miraron con confusión, pero yo los ignoré y simplemente aplasté el detonador hasta destruirlo, librando a Felicity de esa amenaza.

–Ahora eres parte del equipo –sentencié sin más.

Dicho esto, Rocket y se acercó y se sumó al grupo, siendo recibida con palmadas en la espalda y breves movimientos de cabeza que sólo indicaban aprobación, en parte por la valentía de volver con nosotros, en parte por mi decisión de destruir el detonador.

Cuando la bienvenida terminó, Joel alzó su brazo y disparó un extraño pulso de un color azulado contra el aire. Por un segundo pensamos que el artilugio había fallado estrepitosamente en cumplir su función pero, de un instante al otro, un fuerte viento empezó a formarse y, lentamente, una especie de portal del mismo color que el pulso de Joel se abrió frente a nosotros.

Lo observamos con atención por algunos segundos, tal vez no del todo seguros de que queríamos ver lo que había del otro lado, pero finalmente Surfer se lanzó hacia adelante antes de que otro de nosotros tuviera la oportunidad, cruzando el portal con su corazón latiendo a mil por hora.

Mientras que el resto de los héroes iban cruzando por esa especie de agujero negro, Jason envolvió a Rebeca en un paternal abrazo por unos segundos.

–Vuelve en una pieza, ¿si, niña? –dijo él en su oído.

–Lo prometo, anciano –respondió ella de inmediato.

Inmediatamente después rompieron el abrazo y ella se lanzó a cruzar el portal, conmigo siguiéndola de atrás.

El portal funcionó a la perfección a la hora de transportarnos al Valle de Bamiyán, el único problema es que se abrió de forma paralela al suelo, de forma que terminé cayendo de cara sobre la arena y las rocas, por no mencionar que terminé absolutamente mareado. Sin embargo, podía ver que no era el único; Alan estaba apoyado contra una roca, hiperventilando, y Elliot estaba vomitando sin demasiada preocupación porque el resto de sus compañeros lo vea.

–Pudo ser peor –dijo Joel, que se encontraba en el suelo sujetándose la cabeza.

Al instante llegaron Amy y Frank empujando los elementos que habíamos planeado usar para infiltrarnos en el lugar, y no pudieron evitar darse un tortazo contra el suelo al igual que todos los demás.

Cuando a todos se nos pasaron los efectos del violento viaje, repasamos una vez más el plan y nos preparamos para movernos hacia el lugar.

Antes de proceder con mi parte, me asomé de nuestro escondite y observé con cuidado la imponente estructura a la que estábamos a punto de entrar, y no pude evitar pensar en lo hermoso que debió de haber sido en un pasado no muy lejano, pero ahora... ahora era una historia distinta.

Cientos y cientos de Mejorados merodeaban por el lugar, haciendo que sea imposible acercarse sin ser detectado, y, peor aún, eran acompañados por otros tantos Shadows, con sus espadas en la espalda y las mismas armas que sus "súbditos" en las manos.

La mayoría de los Mejorados se encontraban vigilando el lugar desde las entradas de las cuevas, mientras que los Shadows mantenían un firme puesto de control en la puerta principal, controlando la fila de cadáveres que era empujada por sus compañeros hacia el interior de La Cosechadora.

–Hora de entrar en acción –dije, dándome cuenta de que ya no podíamos retrasarlo más, y clavé la mirada en Sandy.

Ella simplemente asintió y empezó a concentrarse en su tarea, al tiempo que hacía unos extraños movimientos con las manos y al poco tiempo pudimos ver como una tormenta de arena se iba levantando hasta cubrir completamente el lugar.

Cuando el lugar resultó a penas visible para nosotros, Joel apuntó su mano al cielo y disparó una especie de pequeño dron que fue a parar al ojo de la tormenta.

–Bien, eso debería bloquear sus comunicaciones por los siguientes cuarenta minutos, pero debemos actuar rápido –anunció Surfer, sabiendo que los Shadows atribuirían las fallas en las comunicaciones a la reciente tormenta.

Me acosté en una de las camillas que habíamos traído, y Amy procedió a cerrar la bolsa de cadáveres sobre mí. Por un segundo, el calor, el viento y la oscuridad me provocaron una leve sensación de claustrofobia, pero simplemente respiré con profundidad y esperé que todo saliera de acuerdo a lo planeado.

Joel, Rebecca, Felicity, Rachel y yo estaríamos dentro de las bolsas para cadáveres, sobre las camillas que serían empujadas por el resto del equipo que ahora vestían unos trajes de Shadows que habíamos robado en una de nuestras misiones y que impedían que se vieran sus rostros.

Aprovechando que la tormenta de arena aún se mantenía, Elliot corrió y quitó de la fila a cinco de los Shadows y a sus respectivos cadáveres antes de que nadie pudiera darse cuenta y, con la misma velocidad, nos colocó en la fila, haciendo que me dieran arcadas por la gran cantidad de movimiento, pero logré contenerme.

Luego de eso, vino un gran alboroto, de forma que me costaba distinguir qué era exactamente lo que estaba pasando a mí alrededor. Todo eran gritos, movimientos pesados de gente tratando de luchar contra la tormenta, chirridos de metal al moverse o al chocarse; de lo único que estaba seguro, era que la fila estaba avanzado. Era solo cuestión de tiempo hasta que estuviéramos en la boca del lobo.

Al cabo de unos segundos, sentí como mi "transporte" se detenía, y unas voces apagadas aparecían, aunque fácilmente pude distinguir que era lo que decían y quienes eran los que hablaban.

–Vaya tormenta, ¿verdad? –dijo Alan, y de inmediato me arrepentí de no haberlo metido en una de las bolsas de cadáveres.

–No son muy comunes, pero pasan –respondió secamente quien supuse que sería el Shadow que vigilaba la entrada.

–Sí, apuesto a que ustedes deben tener arena hasta en el trasero –agregó nuestro parlanchín compañero, acompañando del comentario con una risa corta y sin gracia, como si se hubiera dado cuenta de que acababa de decir una estupidez.

–¿Pueden apurarse? –inquirió Frank con su imponente voz, probablemente sabiendo que si Alan seguía hablando la misión se iba a caer a pedazos– Tenemos lugares a donde ir, y ya saben lo que le pasa a los idiotas que retrasan los planes de El Antiguo.

El resto del equipo se unió con quejas similares, generando un pequeño alboroto frente a la puerta, y pude sentir como el corazón del guardia se aceleraba.

–Bien, diablos, cierren el hocico y entren de una vez –refunfuñó el inocente Shadow, sin darse cuenta de que sus enemigos estaban pasando justo delante de él.

–Que tengas un buen día –dijo Alan antes de seguir empujando la camilla, y el guardia simplemente respondió con un gruñido bajo pero claro, mientras que yo no paraba de pensar que íbamos a morir antes de cruzar la puerta.

Por suerte, esto último no sucedió, y, poco segundos después, pude sentir que una pesada puerta se cerraba a nuestras espaldas, indicando que aunque sea la primera parte del plan se había ejecutado a la perfección, pero aún quedaba un largo trayecto por delante.

De acuerdo con Felicity, ahora seríamos llevados a la morgue, donde el "doctor" del lugar determinaría si nuestros cuerpos eran lo suficientemente aptos como para pasar por el proceso de transformación, así que solamente nos quedaba esperar a que nuestros compañeros nos dieran la señal para poder actuar.

El alboroto del exterior fue cambiando por casi un absoluto silencio una vez que nos adentramos en La Cosechadora, de forma que, desde mi lúgubre perspectiva, parecía que habíamos sido transportados a otro mundo. Era casi tentador mantener los ojos cerrados para disfrutar unos segundos más de paz, pero entonces los ligeros susurros del exterior me devolvían a la realidad.

Me hacía falta concentrarme un poco, pero podía oírlos, los gritos de agonía de las personas que estaban siendo transformadas en Mejorados en ese mismo instante. Felicity nos había informado sobre el proceso; en el mismo se les inyectaba a las inocentes víctimas un líquido diseñado por las más grandes mentes entre los Shadows, el cual sería el que produciría los cambios físicos, pero, lamentablemente, también reanimaba el cuerpo, de forma que esa pobre gente estaba despierta y consciente a la hora de transformarse en monstruos. Una vez que los cambios físicos acababan, eran sometidos a una extraña máquina que se encargaba de borrar su memoria e instalar la mente colmena que regiría todos sus pensamientos desde entonces.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando, una vez más, la camilla se detuvo, y las voces de mis compañeros, acompañadas de una que no me resultaba familiar, volvieron a aparecer.

–Vaya, ¿a qué se debe que haya tantos cuerpos al mismo tiempo en mi morgue? –preguntó la voz extraña, con un dejo de sospecha.

–Eon, nuestro señor, quiere que el proceso de transformación comience de inmediato con estos sujetos –mintió Amy, pero podría haberme engañado incluso a mí, jamás titubeo y su pulso se mantuvo absolutamente firme.

–Interesante, veamos de qué se trata... –dijo el doctor, y procedió a correr el cierre de mi bolsa.

Pude sentir una leve inhalación de sorpresa al ver mi rostro, y lentamente los músculos de su cara se tensaron, formando una sonrisa.

–Oh, si estos son quienes me imagino que son, serán especímenes perfectos para nuestro nuevo... –empezó a decir él, aun sonriendo, por supuesto, toda expresión de felicidad se borró de su rostro cuando abrí los ojos, y fue reemplazada por una mirada de confusión y terror como pocas veces he visto en mi vida.

El doctor era un hombrecillo flaco y sin demasiado cabello, que usaba unos lentes de sol redondos que me impedían ver sus ojos, pero lo que más resaltaba en él eran sus asquerosos y amarillentos dientes. Su bata de laboratorio se encontraba cubierta de sangre, a excepción de la banda en su brazo con el símbolo de los Shadows, la cual permanecía absolutamente inmaculada.

Antes de que pudiera reaccionar, estiré mi brazo y apreté su cuello, evitando que produjera sonido alguno, alertando a algún posible guardia en las cercanías, aunque todos los que se encontraban en la morgue habían sido neutralizados por mis compañeros en cuestión de segundos.

Sin despegar mi mano de su garganta, me levanté de la camilla y lo llevé contra la pared, contra la cual lo choqué con tanta fuerza que temí que algún hueso se hubiera roto en aquel débil cuerpo, por supuesto, no por lastima de aquel bastardo, sino más bien porque todavía no era el momento de empezar a lastimarlo.

–Mira lo hiciste –dije mientras lo forzaba a observar el resto de los cuerpos que había en la morgue–. Este es tu legado para este mundo, y sinceramente me da asco.

–Todas estas personas ya estaban muertas, yo simplemente me aseguré de que no... se desperdiciaran –comentó él forzando la voz, y volvió a sonreír–. Ellos servirán a nuestro amo, El Antiguo, y pronto ustedes también lo harán.

–Desearía tener más tiempo para escucharte hablar idioteces, pero necesito que me digas cómo destruir este lugar –contesté, tratando de aguantarme las ganas de borrarle la sonrisa del rostro.

–¿Y realmente piensan que se los voy a decir? Mi lealtad es firme, moriré antes de ayudarlos.

–Estábamos esperando que digas eso –agregó Amy desde atrás, ya con su traje de Midnight puesto.

–Veras, nuestra paciencia se acabó hace bastante tiempo ya –continué apretando un poco más su cuello– ¿piensas que no vamos a matarte? Todavía falta algún tiempo para eso, primero, nuestra amiga se divertirá un poco contigo –al decir esto, Feral dio un paso al frente, ya transformada en loba, y empezó a pasar una garra por su rostro lentamente, dejándole un pequeño corte, pero que sangraba bastante–, y será recién cuando ella termine, cuando ya no quede nada para salvar en tu cuerpo, que vamos a permitir que mueras.

Para este momento Rebecca ya tenía su afilada garra colocada junto al ojo del doctor, y su sonrisa burlesca había desaparecido por completo. El hijo de puta estaba temblando, sus dientes amarillos castañeaban de terror, y supe que era el momento justo para presionarlo.

Sin advertencia previa, arrojé al doctor al suelo, a unos cuantos metros de nosotros, y él trató de arrastrarse hasta una alarma colocada en la pared, pero de inmediato cargué una flecha y la disparé, atravesando su mano y dejándola fijada al suelo.

–Todo tuyo, chica –dije sonriendo, y con Feral arrodillada a mi lado, mirándolo con unos brillantes y hambrientos ojos.

Ni bien terminé de hablar, ella dio un rápido salto y cayó justo encima del aterrado doctor, acercando su boca con sus prominentes colmillos a su rostro, terminando de romper a aquel desgraciado.

–¡E-el núcleo! –tartamudeó él, llevándose las manos a la cara para cubrirse.

–¿Qué dijiste? –le preguntó Feral con una voz bestial que asustó aún más al doctor, dejándolo al borde del infarto.

–¡El núcleo! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! –exclamó él sin parar– ¡Si lo destruyen pueden generar una reacción en cadena que volará por los aires toda la instalación!

–¿Dónde está el núcleo? –se apresuró a preguntar Joel.

–El último piso... pero no saldrán de allí con vida –respondió él, recuperando un poco su confianza.

Al escuchar esto miré a Felicity y ella entendió por qué.

–Es la habitación a la que Eon no me dejaba entrar –aseguró ella.

–Tu, traidora hija de puta –masculló con bronca el doctor al posar su mirada sobre Rocket–. Eon arrancará la carne de tus huesos, pagaras por esto, te lo aseguro, los Shadows triunfarán, ya lo verás...

–Bien, suficiente –dije, e hice una señal con las manos a Feral para que lo calle.

Antes de que pudiera completar otra frase, nuestra compañera le dio un brutal puñetazo en el rostro que con toda seguridad quebró su nariz, ya que de la misma salió un chorro de sangre que manchó un poco el rostro y el traje de Rebecca.

Sin decir más, todos nos pusimos en marcha y salimos de la morgue, dejando aquel tétrico lugar y su olor a putrefacción a nuestras espaldas, no teníamos tiempo que perder; Felicity nos había informado que los poderes de Dimensión solo le permitían viajar a lugares que podía ver, o donde ya había estado previamente (razón por la que probablemente no transportó a El Antiguo a La Incubadora para que nos asesine al instante), y él había acompañado a Eon varias veces a revisar estas instalaciones, así que en el momento que volvieran las comunicaciones y pudieran comunicarse con su líder estaríamos acabados.

Pero ahora teníamos un lugar claro a donde ir, no necesitábamos recorrer el lugar como idiotas, ni separarnos para llegar a nuestro objetivo. Sólo debíamos alcanzar el ascensor que Felicity había dicho que habían usado para recorrer los diversos pisos con Eon, y usarlo para llegar a nuestro destino.

Sin embargo, sabíamos que una vez que nos encontráramos con un Mejorado, todo el infierno se desataría, y todas las tropas que había en esa base caerían sobre nosotros, intentando detenernos sin importar el costo.

Avanzamos lo más silenciosamente que pudimos por el lugar, esperando que se tomaran un tiempo en darse cuenta que el doctor no estaba respondiendo, y mientras tanto pude observar lo impresionante de la estructura que Eon había instalado en ese lugar.

Ya no consistía en unos simples túneles conectando las distintas cuevas, esto era una instalación de la más alta tecnología, de forma que no podía imaginarme como había logrado construirla en tan poco tiempo, y por un fugaz momento no pude evitar preguntarme si algún día llegaríamos a usar una tecnología similar para reconstruir nuestro mundo.

Rápidamente sacudí la cabeza para sacarme esas ideas, lo único que importaba en ese momento era el presente, completar la misión y llevar a todos mis compañeros al campamento con vida.

Logramos avanzar unos cuantos metros sin ser detectados, aunque más de una vez Amy, Alan y yo tuvimos que encargarnos silenciosamente de pequeños grupos de Shadows que vigilaban los largos pasillos, siempre tomándonos nuestro tiempo para ocultar bien sus cuerpos inconscientes.

–Al final del siguiente pasillo va a haber una puerta que nos va a dar acceso al ascensor –nos advirtió Felicity, asomando su cabeza por la esquina para asegurarse que el camino estuviera despejado–. La puerta solo se abre con un lector de huellas dactilares, solo nos queda esperar que Eon no haya borrado mis registros del lugar, y tal vez podamos pasar desapercibidos...

–Entendido, continuemos –ordené, e hice una señal para que mis compañeros avancen mientras cubría su retaguardia.

Con pasos lo más livianos posibles, avanzamos hacia la puerta, y cuando nos encontramos ante esta volvimos a detenernos, esta vez todos nos encargábamos de cubrir a Felicity para que pudiera llevar a cabo su tarea sin problemas.

Nuestra compañera acercó su mano al escáner, y una luz roja la iluminó de arriba abajo dos veces, sólo para que una voz mecánica y sin vida nos diera las malas noticias "acceso denegado".

–Mierda –masculló Rocket por lo bajo, al tiempo que se alejaba un poco de la puerta–. Retrocedan, tenemos que bajar.

Dicho esta, ella se dispuso a darle un puñetazo al portón que sin duda lo volaría por los aires, pero Joel rápidamente se interpuso, y por suerte ella logró detenerse justo a tiempo.

–Tranquila, diablos –dijo Joel, con sus manos en alto–. Creo que puedo manipular el sistema de apertura sin poner a todo el edificio en alerta, ¿está bien?

–Vale la pena intentarlo, pero hazlo rápido –contesté y mantuve mi posición, con una flecha cargada y esperando al primer idiota que asomara por el pasillo.

Sin malgastar un solo segundo, Joel se agachó frente al escáner y, con precisión quirugica, lo removió para luego empezar a cortar cables y a reordenarlos, totalmente absorto en su tarea.

–Diablos... –murmuró Feral, confirmándome lo que yo ya sospechaba.

–¿Enemigos? –preguntó Amy, llevando la mano a su pistola especial, aunque ya sabía la respuesta.

–¿Shadows o Mejorados? –añadió Elliot.

–Ambos y... algo más –dije, sintiendo el sonido de sus botas cada vez más cerca con cada segundo que pasaba.

Lo siguiente que escuché fueron unos murmullos que lentamente fueron convirtiéndose en voces, y una en particular me hizo tragar saliva al escucharla.

–Les digo que el prototipo está listo –dijo alguien algo enojado–, Eon me puso frente a esta instalación por un motivo.

–Le recomiendo que empiece a ser más respetuoso, teniente, y se atenga a acatar sus órdenes –replicó la familiar voz de Cougar en un tono firme y amenazante–. Nuestro maestro nos envió aquí para comprobar su progreso, así que abranos la puerta y salga de nuestro camino, si sabe lo que le conviene.

El teniente masculló algo por lo bajo, pero no lo suficientemente bajo como para que Cougar no lo escuchara, deteniendo la marcha de aquel grupo al instante.

–Supongo que Eon tendrá que enviar a alguien nuevo a cuidar este lugar –dijo el letal asesino.

Inmediatamente después, escuché un golpe seco y un terrible grito de dolor que indicaba que el teniente había pasado a mejor vida. Cougar claramente no tenía el menor reparo en trabajar para el ser que intentaba destruir este mundo si eso significaba que él se mantendría con vida.

–Prepárense, vamos a tener que pelear –advertí a mis compañeros, aunque hasta ellos había escuchado el grito proferido por el teniente.

–Ya casi... –dijo Joel, que seguía trabajando en el panel diligentemente.

Ni bien él dijo eso, vi que la bota de Cougar comenzaba a asomarse por la esquina, así que, sabiendo que íbamos a ser descubiertos inminentemente, disparé sin dudarlo un segundo, pero él reaccionó rápidamente y atrapó la flecha a escasos centímetros de su ojo robótico.

–Bueno, mierda, definitivamente iba a tener que matar al teniente después de esto –comentó Cougar con una sonrisa en el rostro, al tiempo que rompía la flecha sin mayores problemas– ¿Cómo diablos llegaron hasta aquí, chicos?

–Veo que tienes un nuevo ojo, pero creo que el anterior se veía mejor –dije ignorando completamente su pregunta.

Él respondió con una risa seca y carente de gracia, al tiempo que los Shadows y los Mejorados tomaban posiciones, ahora la llegada de más enemigos era inminente, aún con las comunicaciones cortadas.

–Muy bien, idiotas, escúchenme bien... –empezó a decir, pero lo interrumpí de inmediato.

–No, tú vas a escucharnos. Te superamos en número y en poder, aún si más Mejorados llegan en algunos minutos, ya será demasiado tarde para ustedes. –Y para dejar las cosas en claro disparé una flecha y atravesé el cráneo de uno de los Mejorados que lo acompañaban, lo cual le resultó claramente gracioso a Cougar–. Tienen una sola oportunidad de huir de este lugar antes de que lo volemos en pedazos. Una.

La tensión crecía segundo a segundo en aquel largo pasillo, que ahora se había transformado en una galería de tiro para ambos bandos, y sin embargo ninguno de los dos parecía dispuesto a desistir.

–Vaya, hijo, de verdad te crecieron un par de pelotas desde la última vez que nos vimos –se mofó él–, lamentablemente no pasó lo mismo con tu cerebro. ¿Nos superan en poder? Puede ser, después todo tiene a esa bella criatura de su lado –dijo refiriéndose a Felicity, quien le dedicó una mirada de asco–, pero ¿en número? –Volvió a reír–. Ni de broma.

Cougar se llevó los dedos a la boca y lanzó un silbido que de haber estado más cerca me hubiera dejado sordo. En respuesta a esto, un muchacho de no más de dieciocho años, de marcados rasgos asiáticos, salió del fondo del grupo y pasó a posicionarse al frente, junto al peligroso mercenario.

–Acábalos, chico –susurró este último en su oído, y nosotros nos preparamos para el combate.

Antes de que él pudiera hacer algo, Rachel disparó en su dirección un poderoso rayo de energía, pero, justo cuando estaba a punto de impactarlo, un sujeto idéntico al joven asiático pareció desprenderse del original y recibió el golpe de lleno, el cual lo mandó volando hacia atrás, derribando a dos Shadows.

–Loner... –murmuró Alan, como para confirmar lo que ya todos habíamos visto.

Antes de que pudiéramos hacer nuestro siguiente movimiento, una docena de "Loners" aparecieron frente a nosotros, y empezaron a avanzar hacia nosotros, al tiempo que, a sus espaldas, los Mejorados y los Shadows disparaban sin cesar contra nosotros, pero Frank se encargaba de retenerlos.

–¡Yo me encargo! –gritó Celerity desde atrás, y antes de que pudiéramos contestarle él pasó a toda velocidad, golpeando a varios enemigos en el trayecto.

Sin embargo, Loner no paraba de multiplicarse, y no tardamos en perder de vista a nuestro velocista entre la multitud de enemigos que avanzaban hacia nosotros.

–¡Debemos cubrirlo! –dijo Frank, antes de pasar al frente del grupo y empezar a golpear con sus cadenas a los Loners que cada vez estaban más cerca.

Sabiendo que no quedaba otra opción, el resto de mis compañeros se lanzó hacia adelante, derribando oleada tras oleada de enemigos idénticos, lo cual era un verdadero problema ya que cada uno de ellos peleaba con igual ferocidad y destreza que el original.

Por nuestra parte, Rachel y yo nos quedamos atrás, cubriendo a Joel que seguía trabajando para abrirnos la puerta, y realmente nos costaba mantener a los enemigos a raya.

Notando que ninguno de mis amigos estaba en riesgo de ser herido, cargué una flecha-racimo y la disparé al centro del grupo de enemigos, logrando así derribar a una gran cantidad de ellos en un solo disparo.

Pero sabía que debía darle apoyo al resto de Los Vigilantes (incluso a Rocket le estaba costando bastante trabajo mantener a raya a Loner debido a lo sofocante de la situación), de forma que cargué otra flecha-racimo y la calculé lo mejor que pude, con la esperanza de despejar un poco el pasillo y darle espacio a mis amigos para contraatacar.

Aprovechando que Rachel había logrado alejar un poco a los Loners, disparé y la flecha estalló en el aire, liberando una gran cantidad de flechas más que sin lugar a duda iban a dar en el blanco, pero entonces Cougar disparó a mis proyectiles en el aire, eliminando con precisión cada uno de ellos.

Por un fugaz segundo me imaginé su sonrisa presumida en medio de aquel caos, pero un puñetazo que pasó peligrosamente del rostro volvió mi atención a donde realmente debía estar.

Me agaché y golpee el estómago de mi enemigo con el arco, forzándolo a retroceder, y acto seguido le propiné un buen puñetazo debajo del mentón, el cual logró dejarlo totalmente inconsciente en el suelo, y me dio tiempo para disparar a otros dos enemigos que se acercaban a toda velocidad hacia nosotros.

–¡Retrocedan! –ordenó Surfer, y al instante la puerta se abrió.

Rachel y yo comenzamos a caminar hacia atrás, sin dejar de disparar en ningún momento, lo que nos permitió observar a la perfección como regresaban cada uno de nuestros compañeros.

Celerity corrió por la pared del pasillo, cargando a Frank y a Rebecca consigo, los cuales debieron hacer un esfuerzo tremendo para no vomitar una vez que el velocista los dejó en el suelo; Amy seguía los pasos de Elliot, solo que aprovechando sus botas mejoradas para hacerlo. Por su parte, Rocket se sacó a una inmensa cantidad de enemigos de encima girando a toda velocidad, y aprovechó el momento para tomar a Dune de los hombros y traerla hasta nosotros, mientras que Alan simplemente se dedicó a salir corriendo del lugar, atravesando a los confundidos enemigos que trataban de atraparlo sin ninguna posibilidad de éxito.

Una vez que todos cruzamos el umbral, Joel cerró la puerta, y Stardust se apresuró a utilizar sus poderes para soldarla, dificultando aún más a los enemigos atravesarla.

Apenas estaba empezando a recuperar el aliento, cuando me giré para ver la sala en la que estábamos y no pude hacer otra cosa que quedar helado.

Frente a mis ojos se encontraban cientos, miles, tal vez incluso millones, de cápsulas que contenían a personas semidesnudas que, lentamente, estaban siendo transformados en Mejorados para servir a Eon. La mayoría de ellos hacían muecas de dolor. El murmullo de los gritos que había escuchado afuera era terriblemente más intenso en ese lugar, y sin embargo mis compañeros no llegaban a captarlo.

Mis compañeros estaban tan anonadados como yo, a excepción de Felicity, quien observaba en lugar con una mezcla de asco y culpa. Ninguno de nosotros podía apartar la mirada de las paredes repletas de capsulas que llevaban a cabo su labor sin cesar.

–Dios mío... –murmuró Frank al ver aquella grotesca escena.

–Dios abandonó este universo hace mucho tiempo –respondí secamente, mientras juraba para mis adentros vengar a cada una de esas personas–. Vamos.

La sorpresa había dejado lugar a la ira, y ahora no tenía otro pensamiento en mi mente que volar aquel lugar en pedazos.

Avanzamos hacia la puerta del ascensor, que parecía esperarnos con una tranquilidad que me resultaba inquietante, pero no podía dudar en ese momento, todavía podíamos escuchar los golpes en la puerta que daba al pasillo, y era cuestión de tiempo para que encontraran un explosivo lo suficientemente potente para volarla en pedazos.

En silencio nos introdujimos en el ascensor, y Felicity rápidamente apretó los botones, que nos llevarían hasta el núcleo. Por mi parte, ni siquiera quise mirar la botonera. Sabía que aquel lugar tenía varios pisos, pero no quise saber cuántos, no quise imaginarme cuanto sufrimiento había acumulado en aquel lugar.

Observé a Joel un segundo, y la mirada en sus ojos me dijo que él mismo estaba haciendo el cálculo para saber cuántas personas había en aquel lugar, y rogué que no se le ocurriera comentárnoslo. En su lugar, abrió los ojos como platos y tragó saliva, lo que ya era preocupante por sí mismo.

El ascensor se detuvo abruptamente, y al estar distraído no pude evitar sacudirme un poco.

–Llegamos –confirmó Felicity, tan nerviosa como el resto de nosotros.

Todos salimos del ascensor para encontramos frente a otra puerta cerrada, aquella que Eon jamás había dejado que Rocket cruce, por lo que no sabíamos exactamente que esperar de aquel lugar, solo nos quedaba contar con que desde allí podríamos poner fin a la pesadilla que era ese lugar de una vez por todas.

Ya no había razones para ser discretos, así que Felicity simplemente se acercó a la puerta y la arrancó con sus fuertes manos sin ningún esfuerzo.

Todos entramos preparados para dar rienda suelta a una nueva pelea, pero, para nuestra sorpresa, la habitación estaba completamente vacía. La misma era un enorme salón con una gran cantidad de computadoras, las cuales analizaban datos, controlaban el proceso de transformación y a su vez regulaban todo lo que ocurría en la base.

–Surfer –dije, indicándole que era hora de que pusiera manos a las obra.

–De inmediato –contestó él, al tiempo que se colocaba frente a una computadora y empezaba a tipiar sin parar.

Le llevó unos cuantos segundos, pero al fin y al cabo, él se giró hacia nosotros con una media sonrisa en el rostro.

–El doctor tenía razón, podemos desestabilizar el núcleo y empezar una reacción en cadena si destruimos este lugar, y tendremos exactamente veinte minutos para abandonar el edificio antes de que se destruya completamente.

–Bien, coloquemos explosivos y preparémonos para luchar hasta la salida –ordené al escuchar esto.

Mis compañeros empezaron a obedecer, pero entonces, la pantalla sobre la que estaba trabajando Joel, la más grande de todas las que había en aquel lugar, se puso totalmente en el negro, y, al cabo de unos segundos, el rostro de Eon apareció en ella, con sus brillantes y amenazadores ojos rojos.

–Vigilantes, un gusto volver a verlos... por última vez –comentó con su grave voz.

Miré a Joel y él me hizo una señal que indicaba que el tiempo que su aparato podía bloquear las comunicaciones había acabado.

–Es demasiado tarde, Eon, vamos a diezmar tu ejército, no hay nada que puedas hacer al respecto –repliqué con tono desafiante.

–Puede que lo logren, pero aún si lo hacen, no saldrán de aquí con vida–declaró él–. La Resistencia quedará desprotegida sin ustedes, ¿qué pensará la pequeña Ana cuando le digamos que su hermano murió por nada?

El solo hecho de escuchar el nombre de mi hermana salir de su boca me produjo una ira indescriptible, pero hice lo mejor que pude por mantener la compostura.

–Bueno, ella no va a ser la única en haber perdido a sangre de su sangre en esta guerra... ¿verdad? –pregunté, y un chispazo de furia corrió por los ojos del Antiguo al recordar como destruimos a sus preciados clones.

–Pagaran por lo que hicieron, Vigilantes, eso es una promesa –continuó él, haciendo un esfuerzo tan grande como el mío por mantener la cabeza fría–, y permítanme presentarles a aquel que cobrará la deuda, mi nueva arma, aquella que hará que estas débiles criaturas que ustedes llaman "Mejorados" se vean obsoletos. Fueron unos oponentes dignos, pero no están a la altura de un dios como yo, y ahora les toca morir... morir a manos de Ouroboros. Espero que disfruten el encuentro con su viejo amigo.

Al decir esto, la imagen de Eon desapareció, y un sonido mecánico proveniente de nuestras espaldas nos obligó a girarnos.

Del suelo, una capsula empezó a emerger, muy similar a las que habíamos visto anteriormente, solo que esta tenía una cara familiar dentro... la cara de Ian Dolent.

Su cuerpo estaba conectado a una gran cantidad de tubos y absolutamente destrozado por la caída. Prácticamente todos los huesos de su cuerpo estaban quebrados y sus extremidades estaban dobladas en extrañas posiciones, por no mencionar que uno de sus ojos había saltado de su cavidad ocular; observándolo con cuidado, incluso pude ubicar la herida que Drake le había dejado al atravesarlo con su espada.

Aquellos que habíamos llegado a conocer al joven psicópata no pudimos hacer otra cosa que quedarnos helados ante la imagen, y el resto nos miraban en búsqueda de respuestas, pero entonces un líquido negro empezó a correr por los tubos conectados a su cuerpo, y, al cabo de unos segundos, el único ojo que tenía intacto se abrió de par en par, dedicándonos una profunda mirada de odio.

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